20 SUKALDEAN
Martes 11.03.14 EL CORREO
El jugo del paisaje Los mejores vinos son hechos por personas capaces de concentrar en una botella la tierra y su forma de entenderla LA
BODEGA
JULIÁN MÉNDEZ
A una modesta remolacha o a un humilde manojo de borraja nadie les pide que transmitan emoción. Tampoco nadie, excepto el labrador que se desloma por ellas en el campo, conoce el nombre del lugar donde brotaron las verduras. Sin embargo, el mundo del vino, de las viñas, se ha construido una geografía, una suerte de atlas sen-
timental donde danzan lugares mágicos de resonancias sutiles como El Pisón, Las Beatas, Murmurón, La Coqueta, el jarrero meandro de Hondón, La Nieta, El Bombón... Sitios todos donde un puñado de bodegueros logra exprimir el paisaje y concentra la esencia y la historia de una tierra en el efímero espacio de una botella.
Juan Carlos López de Lacalle en la viña de El Pisón, plantada por su abuelo Genaro en Laguardia. :: FERNANDO GÓMEZ
Los personajes de las fotografías, Juan Carlos López de Lacalle, Fernando Remírez de Ganuza y Benjamín Romeo, son los tres únicos bodegueros riojanos que han conquistado 100 puntos Parker, una referencia de peso a la hora de valorar el trabajo de estos viñerones. Si algo tienen en común estos tres personajes es la devoción absoluta hacia su tierra y una entrega interminable y sin fisuras hacia las cosas bien hechas. «En cada botella está mi vida y la de quienes viven a mi lado», resume López de Lacalle. «El único autor es la Naturaleza, nosotros solo podemos interpretar, sentir y tratar de transmitir sus colores y sus sentimientos. No hay vinos modernos o vinos viejos. Hay vinos pasionales o vinos industriales», resume el propietario de Artadi. «En 2007 quisieron comprarme la bodega. Y yo iba dentro del lote», desvela ahora Benjamín Romeo (el único doble 100 español con su Contador 2004 y 2005). «Dudé. Le pregunté a mi madre, Carmen Hilera, qué hacía. Me respondió con otra pregunta. ‘¿Hijo, tú vas a ser más feliz?’, me dijo. Ella es la lista de la familia... No vendí, por supuesto. Esto no es un negocio, es mi vida, mi ilusión, mi todo. No me he arrepentido nunca», sostiene el bodeguero de San Vicente de la Sonsierra, un tipo pegado a las viñas y acostumbrado a mancharse las botas entre el barro de las cepas. Mucho más que de el 100 que obtuvo con su Gran Reserva 2004, Fernando Remírez de Ganuza se muestra orgulloso de esas «2.700 peleas» que ha ganado en su vida como tratante de viñas, fincas y majuelos en tierras de La Rioja. 2.700 transacciones, que se dice pronto, hechas con tiralíneas unas veces y otras, con bisturí, en este sinuoso, enrevesado y, a veces, indescifrable, territorio riojano. Esa tarea, que primero le hizo vender los racimos de sus tierras, le ha empujado de manera inexorable hacia la obligación de mimar la uva antes de que penetre en su bodega de Samaniego (Álava), un ámbito acogedor y tan higiénico como un quirófano. «Nosotros cambiamos el espectro del mundo del vino
Fernando Remírez de Ganuza, otro 100 con su Gran Reserva 2004, fotografiado en la sala de crianza de su bodega de Samaniego. :: RAFA GUTIÉRREZ
con la mejora de la limpieza y la organización. Para hacer buen vino se necesita muy buena uva. Luego somos nosotros, en la bodega, quienes la transformamos en buen vino. No hay más secretos. ¿Los puntos? Que Robert Parker te dé un 100 cambia el modo en que te mira la gente y hasta la manera en cómo preguntan por tus vinos. Pero a esos resultados no se llega por casualidad», sostiene el paciente autor de los Trasnocho.
«El vino son sitios» Como ellos, en Rioja hay un puñado de personas empeñadas en embotellar la excelencia, en colocar a la comarca por derecho propio en esa carta donde solo de detallan los territorios más singulares, fuera de la norma. «El vino son paisajes, son sitios. Nacen en pueblos pequeños, no en grandes compañías. Yo aprendo cada día, cada año... y todo me lo guardo en la mente. Los grandes vinos nacen de la experiencia. Son historia», explica Telmo Rodríguez, ese infatigable buscador de enclaves vinarios que ha retornado ahora a sus orígenes para quedarse y que ha cosechado
21 LA COCINA DE NUESTRA TIERRA
Martes 11.03.14 EL CORREO
CUANDO EL VINO SE LLEVA HASTA LA TUMBA Pertenecer a una bodega con 137 años de existencia obliga a observar unos códigos peculiares y suscita entre sus miembros un modo singular de entender la vida. Y la muerte. En abril del pasado año fallecía en Haro Pedro López de Heredia, el patriarca de esta familia de bodegueros (responsables de los Tondonia, Bosconia, Gravonia...) y, sobre todo, «un hombre de campo». En una norma no escrita, en un modo particular de rendir homenaje a 84 años de existencia entrelazados al barrio de La Estación de Haro, la familia decidió velar su cadáver en la misma bodega. Fue en el pabellón ‘El Bizarro’, un entorno austero y sobrio destinado a la fermentación de los vinos, donde los familiares y amigos del bodeguero le acompañaron durante toda la noche. «Nuestra bodega es nuestra casa». El cuerpo fue enterrado luego en el panteón familiar de Haro, una estructura de granito, obra del arquitecto racionalista Fernando García Mercadal.
Parece que dicen ‘ah, pues no tenía tan mal gusto...’ La base es sentido común y trabajo. Amor a la tierra. Y respeto. No destrozar nada. En Rioja disponemos de un paisaje único, aún quedan terrazas... Nuestro enemigo es la Caterpillar, con tanta excavadora parece que queramos hacer un aeropuerto», sostiene este viticultor que produce apenas 70.000 botellas al año y recupera variedades perdidas como torrontés y garnachas blancas.
«Están para dar placer»
Benjamín Romeo, 100 Parker en dos ocasiones, en la cueva del Contador, en San Vicente. :: FERNANDO GÓMEZ un 97 Parker con Las Beatas 2011, «una viña medieval» entre Labastida y Briñas. Lo más moderno, lo más sabio es, a menudo, regresar a los orígenes, a los modos y costumbres de nuestros ancestros, maestros en la dura tarea de conseguir lo máximo con muy poco. En Remelluri,
por ejemplo, una mula, ‘Irati’, ha vuelto a ser uncida para labrar las viñas, en una estampa que parecía enterrada para siempre. «Nuestro trabajo está basado en un principio de honradez que la cultura del vino debe transmitir», sostiene Amaia Rodríguez Hernandorena. «A mí me gustan los vi-
nos en los que encuentro verdad», subraya. Sacar a la luz el valor de la dimensión humana frente a las producciones industriales en los viñedos, la verdad de esa lucha entre el hombre y las cepas, es una tarea a la que se entrega con una pasión desbordante Abel Mendoza, «un
Llanero Solitario» que también cabalga en La Sonsierra. «Creo que el consumidor valora cada vez más el perfil humano de lo que hacemos. Los puntos, muchas veces, cumplen la misión de reafirmar en su decisión de compra a las personas que pagaron por tu vino antes de ser ‘famosos’.
Los López de Heredia tienen 136 cosechas a sus espaldas. Que The Wine Advocate (hoy propiedad de un grupo industrial de Singapur que adquirió la marca Robert Parker, quien, por cierto, estos meses oficia de maestro de ceremonias con cenas y catas de referencias míticas en Pekín, Shanghai, Hong Kong o Kuala Lumpur a mil dólares el cubierto y con todo vendido) haya reconocido sus vinos históricos, como los Tondonia, no deja de ser una anécdota en la maratoniana trayectoria de la bodega. «Los vinos no están para ser puntuados ni comparados, están para dar placer. ¿Qué tiene que ver una
EL TOP 100 RIOJANO Contador. Benjamín Romeo consiguió 100 puntos con su Contador 2004 y Contador 2005. Único caso en España. Viña El Pisón. El enólogo alavés José Ramón López de Lacalle firmó otro 100 con Viña El Pisón 2004. Remírez de Ganuza. El Gran Reserva de la bodega de Samaniego logró el mítico 100 también con la cosecha de 2004.
cifra con la belleza del esfuerzo de hacer un gran vino?», se pregunta María José López de Heredia. «Hacer vinos», se responde «es una forma de vida. Nuestra tecnología es la paciencia». El tiempo, un modo diferente de sentir y hasta de respirar están en el secreto para conseguir esos «vinos larguísimos, casi eternos en el paladar», que retrata Jesús Mendoza, enólogo en Remírez de Ganuza. Vinos que se depositan, gota a gota, en la memoria, como jugos de paisaje.