Alejandria

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Septiembre 2015


Dirección editorial Diseño

Arturo Zamarrón

Edgar Valdés

Colaboradores Eloísa Vicente Díaz María Esther Ruiz Zumel Carolina García Flores Aurora de Jesús Alvarado C. Gerardo Aguinaldo García Sergio Ramos Leonardo Sebastián Garza Meza Pablo Gualajara

DERECHOS DE AUTOR Y DERECHOS CONEXOS, año 1, No. 11, septiembre 2015, es una publicación mensual editada por Revista Alejandría, calle Hacienda del Márquez de Aguayo, 371, col. Hacienda 2, Ramos Arizpe, Coahuila de Zaragoza, C. P. 25900, tel. (844) 1222147, www.revista-alejandria.com, alejandria_@outlook.com. Editor responsable: Arturo Rodríguez Zamarrón, reserva de derechos al uso exclusivo: En trámite, ISSN: en trámite, ambos otorgados por el Instituto Nacional de Derecho de Autor. Responsable de la última actualización de este número, unidad de informática INDAUTOR, Lic. Arturo Rodríguez Zamarrón, fecha de última modificación, 1 de septiembre de 2015. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación. Queda prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de la revista. Derechos reservados. Revista Alejandría

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Índice

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Las líneas de tu cuerpo Leonardo Sebastián Garza Meza ¿Quién te dio permiso? Pablo Gualajara El amor que mereces Carolina García Flores La ruptura Sergio Ramos Reseña del esbozo “La ruptura” Gerardo Aguinaldo García Flores Chich Kan III Eloísa Vicente Díaz Mosaico de versos María Esther Ruiz Zumel Poemas Aurora de Jesús Alvarado C.

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Las líneas de tu cuerpo Por Leonardo Sebastián Garza Meza

Acerca del autor Leonardo Sebastián Garza Meza, nací en San Buenaventura, Coahuila, México, el 15 de septiembre de 1993, tengo 21 años de edad, actualmente radico en la ciudad de Saltillo, Coahuila, donde realizo mis estudios en la Escuela Normal de Educación Física, donde voy en tercer año, escribo poesía, cuento corto y textos de origen Filosófico, he participado en el concurso estatal de cuento a la naturaleza, en el premio internacional de poesía “Manuel Acuña”, en el concurso de cuento de ciencia ficción del Politécnico Nacional, y diversos concursos estatales y nacionales.

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uisiera desnudar hasta tu propia sombra, esa que te abandona en cada oscuridad, con mis versos atravesare la geografía perfecta que tiene tu piel; pero es que aún no tengo poemas, escribo pésimo, tanto, que te escribo con las manos desnudas, para poder destapar tu cuerpo, para al fin descubrir que escondes bajo ese sombrero que llaman ropa, que solo cubre las llanuras de tu relieve, dividiendo en la línea de tu cadera bajo dos hemisferios, sobre ese meridiano que seguramente me hará perderme, porque la brújula estará magnetizada de tanta sensualidad; y yo como un loco explorador: saboreando las mieles de un nuevo descubrimiento, en esas tierras vírgenes, donde dejare la primer huella de un habitante, hare los primeros mapas explorándote desde arriba, contemplando tu cielo y tu mar, haciendo los principales caminos sobre tu desconocida epidermis, entonces te vuelves tierra, por lo tanto yo te habito, aunque fuera unos segundos, aunque fuera para siempre.

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¿Quién te dio

permiso?

Por Pablo Gualajara

¿Quién

te dio permiso de volver a mis sueños? Siempre haciendo y deshaciendo, jugando en mis fantasías, profanando un refugio muy mío que clama por mi presencia distraída en tu sonrisa. En la esperanza recurrente de un futuro que no pretende llegar. Es ahí dónde te recreo, mil versiones de una felicidad prefabricada, falsa y sin esencia que se disipa al intentar recordarme a mí mismo. A esa parte de mi que cada mañana me exige reconocer un fracaso. Soy una opción menos. Un corte de lista dónde te asegurabas de mantener tus candidatos más prometedores. Tirado como fruta pasada al suelo dónde tu mirada ya no me nota, dónde para ella ya no existo y sólo fui un instante, una llamada de atención, una distracción puesta bajo control.

¿Quién te dio permiso de tocarme? Llegaste hasta mí sin esfuerzo, te adentraste sin precaución, escalando por mis huesos y saliste sin cuidado, destrozándome poco a poco mientras te ibas. Jamás había sentido tan cerca alguien como a ti. Alguien tan mío sin serlo. Me dejé quemar por esa radiación ensoñadora que me inundaba. Completo de un amor vacío pero que para el momento parecía la verdad que tenía el propósito de salvarme. Recuerdo dejarme cegar por una luz que venía de un farol en mi cabeza proyectado en el espejo de mi angustia. Nada era real, tal vez nunca lo fue, quiero pensar que aún lo es.

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¿Quién te dio permiso de ser? ¿Por qué existes? Qué valor tan grande tiene tu misión sobre mi vida que has sabido voltearme de cabeza y echarme en un maratón sobre un monopatín. No tienes sentido, no deberías tenerlo. Quiero sofocarte pero tu perfección con mis esperanzas aferradas se limitan a contemplarte y tragarme el ácido de mi ego herido, incapaz de aceptar su responsabilidad en la infelicidad de su vida. Te concibo y te estudio, me maravillo y me odio. Me detesto por ser capaz de verte como muchos, haciendo mi mirada una gota en el océano. Me detesto por no ser capaz de hacer que me veas mientras te miro. ¿Quién me dio permiso? Te pongo, te quito, te rompo, te arreglo, te beso, te lloro. Insisto en darle valor a mi vida con tu existencia ¿Cómo es eso posible? No tengo el derecho de hacer lo que hago con mi mente pero no encuentro sino placer al disolverme contigo. Cobijándome de un dolor controlado, un dolor cómodo, alguien que se encarga de recordarme que estoy vivo. Que sirvo para amar. Que eres tu quien yo elijo para hacer rotar mi mundo y que sin ti sólo puedo volver a ser yo. Alguien inexistente, efímero, que se desvanecería con la más ligera brisa y cuyas semillas no germinan. Necesito de retazos de sollozos para crear un suspiro con el hilo de aquel encuentro que repito en mi memoria. Ese fugaz momento que me encargué de arruinar una y otra vez. La culpa por mi discapacidad emerge dichosa sobre ese pequeño santuario destrozado por la vida, quien pasó sobre mí. Me dejó tantos miedos y tantas cicatrices que ya no supe reconocerme y fue por eso que no me notaste. No era yo y me odio por eso. No tuve el valor de seguir intentando y por eso prefiero aborrecer desde mi cobardía.

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Amor El

que mereces

Por Carolina GarcĂ­a Flores

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Ya casi es siete de junio. Ya casi. Casi. Casi. ¿Qué vas a hacer? ¿Vas a llorar? ¿Vas a gritar? ¿Vas a esconderte debajo de las cobijas? Él llegará de nuevo y te va a destapar. —Voy a… —Alonso sintió cómo las palabras dejaban de sonar y su garganta se cerraba, sin cortar su respiración. Vas a hacer lo mismo que años anteriores: morir sin morir. Nada en tu vida ha cambiado. Nada en tu vida evitará que suceda lo mismo de siempre. Siempre, siempre. —Pero… Daniel está conmigo. ¿Cambiará algo? Aunque te ame el mundo entero, sabes que el siete de junio ya casi llega. Casi. Casi. Y vas a hacer lo mismo de siempre. Siempre y siempre. Muere. Muere ahora. Muere ahora que puedes. Muere ahora que puedes, Alonso. Muere ahora que puedes, Alonso y ve con… El despertador sonó y Alonso estaba tapado hasta la cabeza. No quiso asomarse.

Capítulo 1: “Los López” El último día de clases era relativo, ya no habría temas nuevos, pero no saldrían hasta dentro de dos semanas. Eso si no te vas a extraordinarios. Algunos profesores, puesto que otros se quejaron, querían brindarles a sus estudiantes una despedida especial. El maestro Tulio invitó a su banda para tocar en la explanada. Los alumnos se congregaron en fila india, ocultos del sol, para escuchar al maestro más joven en espíritu de la facultad. Y eso incluye a los de primer semestre. No eran muy queridos por las otras generaciones, y a sus espaldas los llamaban “Los rechazados de sexta vuelta”. Tenían de todo: chicas normales, inteligentes,

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mamonas, raras, amables; y chicos rockeros, marihuanos, mayores, etc. Era una mezcla explosiva. Así que aquella mañana fue una oportunidad única de convivencia. Una muy mala. —Alonso —Dany fue quien volteó a ver a ese chico. Era de primer semestre, nunca se quitaba los lentes de sol y usaba chaqueta de cuero. ¿Qué demonios quería con su novio? —. Buen ambiente, ¿no crees? —Ramiro, ¿no tienes otras cosas que hacer? —Alonso no volteó a verle. — ¿No vas a presentarme al chico que te trae loco? —preguntó con una sonrisa. Alonso miró alternativamente a ambos jóvenes antes de suspirar derrotado. Tarde o temprano… —Daniel, él es Ramiro. Formó parte del grupo de teatro cuando estábamos en preparatoria. Volvió a unirse hace dos meses, pero ahora… —Ahora como el líder de la banda que les permite tener música en vivo en sus presentaciones. Dany vio de pies a cabeza a aquel chico, notó una familiaridad y amistad que cruzaban los límites de sus celos. Era la clase de joven capaz de llegar, agarrarle una nalga a su novio y salir impune. Y mira que lo haría hecho, de no ser porque la mano de Sánchez ya casi ocupaba ese lugar. El cruce de miradas, una atenuada por los cristales oscuros, fue como una explosión atómica en miniatura. Pero él no era el único de primero que se metería en su vida. Mario llegó a romper la tensión. —Ramiro, dijiste que me acompañarías a cafetería. Deja de molestarles —lo último lo dijo después de guiñarle un ojo a Alonso. —Cielos, pareces niño chiquito —una ironía, pensó Daniel, pues Mario tenía cuerpo de jugador de futbol americano—. Bueno. Nos vemos, niñas. Voy a acompañar a Mario. Daniel siguió con la mirada a Ramiro hasta que se perdió entre la multitud. La banda, llamada “Los López”, comenzó a tocar los éxitos de los Beatles que tanto agradaban a Dany. Alonso tomó su mano, aunque ese gesto no sería capaz de borrar el par de días de frialdad y los escasos besos que se dieron. Y es que Alonso estaba raro, como en su mundo.

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El concierto avanzó sin imprevistos. No obstante, Alonso reía cada vez menos con los chistes de Gaby y el sarcasmo de Lucy. Dany le observó con otros ojos, dejando a un lado los dos meses de relación sobre miel, y vio un trozo cristalino en el pecho de Martínez. Estaba cambiando. ¿Qué fomentó eso? ¿El estrés por los exámenes finales? No, Alonso sólo presentaría dos y ambos eran presenciales, no trabajos inmensos. Ni que tuviera que hacer el mega ensayo de Mauricio. Sintió una brecha creciente entre ambos, a pesar de estar unidos por sus manos y de poder robarle un beso en cuanto se lo propusiera. ¿Por qué, Alonso? — ¿Vendrás mañana? —Daniel guardaba la esperanza de verle otra vez antes de los exámenes. —Tengo turno completo en la tienda —respondió Alonso—. Me hace falta el dinero. ¿El dinero es más importante que tu novio? ¿O no has entendido el mensaje indirecto? Que sea lo segundo, por favor, lo segundo. Alonso reaccionó cuando vio la expresión de Daniel: sus cejas se convirtieron en una, sus labios se fundieron con la piel de la cara, sus mejillas palidecieron y los ojos se entrecerraron con fuerza de enojo. Parpadeó un par de veces antes de que la felicidad curveara sus labios y estos terminaran pegados a los de Sánchez. —Los escondites no duran mucho tiempo en una escuela más pequeña que una manzana —dijo Daniel cuando se ocultaron detrás del salón tres—. ¿Tienes algo que decirme? ¿O mejor nos besamos? —Sé que te cayó mal Ramiro; pero es muy buen chavo. Un poco chiflado, pero bueno en el fondo. Daniel hizo una mueca. No, por favor. Demonios, lo pidió. Sí, Alonso, intentará llevarse bien con él. Aunque la promesa no lo inhabilitaría de imaginarse a Ramiro muriendo mil veces y siendo torturado. Pero en ese momento, prefería concentrarse en los labios de Alonso sobre los suyos. Un ladrido les sobresaltó. Cristina corrió directo a las piernas de Martínez y se interpuso entre el beso. Maldita perra. —Sabes, puedo ayudarle con tu trabajo de Mauricio —propuso Alonso. Al sentir la estupefacción de Daniel, como una brisa de aire helado, se ruborizó—. Sólo prométeme que no nos sacarán de la biblioteca. El trato fue hecho y Sánchez se tranquilizó. Así que no notó el resto de las señales que lo guiarían al corazón de Alonso y a una herida vieja y sin sutura. Porque cuando Martínez llegó a casa y se recostó en su cama, volvió a tener ocho años. Se cubrió hasta la cabeza y comenzó a llorar. Su madre escuchó, pero no hizo nada, ni siquiera subió las escaleras para asomarse. Pues esa era una huella que nadie en el mundo llegaría a borrar. Tal vez ni siquiera Daniel.

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Capítulo 2: “Javier” La casa de Javier era el nuevo punto de ensayos. El dueño era el líder del grupo de teatro y galán oficial, Alonso era el segundo al mando, y Ramiro dirigía la banda. Les hacían falta nuevos integrantes fijos en ambos sectores, pues se rotaban los papeles e instrumentos con amigos que de vez en cuando les ayudaban en las puestas en escena. Mario competía para el puesto de baterista, aunque no tenía el talento para ser un miembro permanente. Esto no evitaba que el joven asistiera a todos los ensayos. Daniel era la más reciente adquisición, pues iba sin falta a cada uno. —Necesitamos renovarnos —dijo Ramiro mientras discutían la temática para una nueva obra. —Eres un maldito impaciente —se quejó Javier—. Tres días, ni eso puede esperarte. Alonso fue el único que Bueno, les tengo una sorpresa, que ya no sonrió ante la idea de arruinó Ramiro. Compré una nueva batería para reemplazar ese pedazo de un nuevo instrumento. mierda que usamos. Daniel aún no lograba Se escucharon aplausos que no le causaron la menor gracia a Javier. Alonso fue el único hilar las que piezas que que no sonrió ante la idea de un nuevo afectaban la alegría de instrumento. Daniel aún no lograba hilar las que piezas que afectaban la alegría de su novio. su novio. Pensó en preguntárselo mientras acarreaban el nuevo instrumento. Pero cuando quiso ayudarle a Alonso, alguien se le adelantó. Ramiro tomó el otro lado del tambor. Suficiente. —Tranquilo, luego te lo regreso —Ramiro no dejó ni que se quejara. Mario fue el único que notó la ira desbordada en Dany, quien sólo arqueó las cejas. Le puso una mano en el hombro y con la mirada quiso explicarle la difícil y molesta personalidad de Ramiro. Pero Dany no estaba de humor para descifrar mensajes no verbales. Quería a su Alonso de regreso. ¡Ya! Alonso se cansó a mitad del trayecto y casi deja caer el tambor. Ramiro se apoyó en la pared de la casa de Javier, y vio como Daniel y Mario sacaban la última pieza y los rebasaban. Si ellos hubiesen podido ver detrás de esos lentes de sol, se habrían topado con unos ojos rellenos de la oportunidad perfecta. — ¿Qué le viste? —preguntó como si se dirigiera al aire—. Pensé que sería un galán de telenovela, si fue capaz de voltearte la reversa. De todos me lo esperaba, menos de ti, Alonso. Incluso…

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—A fin de cuentas no te importa —le respondió Alonso con la aspereza de una lija—. Después de graduarnos no volviste a hablarme, y eso que te decías mi mejor amigo. ¿Cómo querías que tomara eso? —Quizá como una pausa estratégica. Regreso y me encuentro con que eres maricón. Ponte en mi lugar, mierda. —Demonios —bufó Alonso cuando por fin comprendió el problema—. Celoso como una chica. No tienes el derecho, de nada te importó lo que te conté. Ni la protección que le di a tus recuerdos. — ¿Protección? —repitió Ramiro, dejando su posición típica de violador de la calle: pie en la pared, manos en los bolsillos—. ¿Significa que no le hasta contado eso? ¡¿A tu novio?! —Ayúdame a levantar esto —dijo Alonso, sin querer admitir que era verdad. No le contó… Lo siguiente ocurrió tan rápido que Alonso no tuvo tiempo de reaccionar. Ramiro lo tomó de las muñecas y lo estampó en la pared. ¿Desde cuándo tenía tanta fuerza? Cuando Alonso logró enfocar, Ramiro estaba tan cerca de su boca que podía sentir su aliento, y no era una sensación para nada agradable. —O sea que, en el fondo, sigo siendo la persona más especial para ti. ¿De dónde salió ese tono? ¿Por qué había una esencia, un trozo casi microscópico, de la galantería que usaba Daniel cuando quería sonrojarlo? —Ramiro —susurró Alonso, consiente de lo que su amigo iba a hacer y lo atrapado que estaba. No supo si Ramiro susurró un “Alonso”, porque la voz de Daniel se impuso a cualquier otro sonido. — ¡Bastardo hijo de puta! —Ramiro volteó en el momento justo en que el puño de Daniel impactaba de lleno en su nariz. Los lentes de sol salieron volando y Ramiro tuvo que soltar a Alonso para no tirarlo y, prácticamente, arrastrarlo a la pelea que se llevó a cabo en el jardín de Javier. Daniel golpeaba lo que podía, a puño cerrado y nudillos de acero; mientras que Ramiro se protegía y contraatacaba con las uñas y las débiles patadas que podía lanzar. El alboroto llamó la atención del resto del grupo, quienes no podían creer lo que veían: una verdadera batalla de pasión y celos. Alonso estaba clavado a la pared, con los brazos todavía en alto. Mario fue el único capaz de separar a los dos jóvenes. Daniel seguía la pelea con su boca, lanzando toda clase de insultos. Ramiro se levantó como pudo y se limpió la tierra. Sánchez no se detuvo hasta que Alonso le abrazó por la espalda. Un momento de silencio y latidos del corazón. Nada, ni un maldito cabrón, serían capaces de cambiar los sentimientos que tenían. Menos mal.

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—Esto sí que fue una renovación —dijo Javier en un intento de frenar la tensión—. Acabamos por hoy. —Vámonos —Daniel tomó la mano de Alonso y luego vio a Ramiro. Sus ojos verdes gritaban “él es mío y sólo mío”. Pero la mirada de Ramiro no se quedaba atrás, era tan poderosa como la de Sánchez. La pareja tomó sus mochilas, y salió a la banqueta. Ramiro les alcanzó, tan repuesto que ni parecía haberse peleado unos minutos atrás. Alonso apuró a su novio. —Antes de que te vayas, quiero felicitarte. No cualquiera logra hacer hablar a Alonso —Daniel no quería bajar la guardia, pero el halago parecía sincero—, y mucho menos sobre Jaime. — ¡Cállate, Ramiro! —espetó Alonso. Tomó a Daniel del brazo y lo sacó de allí. ¿Jaime? ¿Quién era? Acaso sería… ¿su padre?

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LA RUPTURA Por Sergio Ramos

LA TRINIDAD, el Dios de los cristianos, se fractura. Una guerra de egos confronta a las tres personas de la Triada celestial. -El tiempo del Padre (la creación de todas las cosas) ya pasó; al igual que el tiempo del Hijo (la redención)- señala el Espíritu-. Ambos tuvieron su oportunidad y corresponde mi manifestación ante los mortales, tal como lo señalan las sagradas escrituras. -Justamente la creación, el primero y el más importante de los tiempos. A mí corresponde la gloria de todo lo creado-asegura el Padre. -¿Y que hay sobre el mal? ¿Un error de diseño?-inquiere el Hijo-Creo que el verdadero mérito no está en la creación, sino más bien en el amor manifiesto, como fue mi caso en la historia del género humano. Pero más aún el verdadero mérito se encuentra en la humildad, en ser uno más de ellos. -Pues las cosas no fueron del todo bien en tu historia con los mortales-ironiza el Espíritu- Pocos entendieron tu misión y muchos dudaron y aún dudan de tu existencia, incluso tus propios apóstoles. Definitivamente el tiempo futuro de la raza humana me corresponde-continua la tercer persona de la Trinidad- yo podré otorgarles la armonía que tanto desean,por ahora me reservo mi plan y los métodos que voy a emplear, que pueden ser quizás hasta crueles, pero eso me incumbe solamente a mí. Y así como yo permití su libre actuación y participé sólo cuando fui requerido dentro de sus planes y misiones, exijo que ambos se abstengan de intervenir durante mi “gestión”.

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-Te olvidas que los mortales esperan mi regreso-interviene Jesús, el Dios-Hijo. -Después de mí, tu regreso ya no será necesario. -señala tajante el Espíritu-Ambos siempre se han explicado en función de mí.-Irrumpe el Padre- Es decir que su existencia tiene razón en atención a mi persona y a mi reino; fuera de ella no se explica ni tiene razón de ser. Jesús, tú mismo lo dijiste: “Nadie va al Padre sino es por mí”. -La relación con un Padre siempre será difícil, distante, precavida, desconfiada.-replica el Hijo. -¡Clásico! El Hijo siempre mata al padre-interviene el Espíritu-Es por eso que se necesita otra visión de las cosas, distante de castigos, culpas y redenciones. Tienen que conceder que algo salió mal, dado el orden actual de cosas. -El amor implica libertad-se justifica el Padre-Después de escucharlos, sus intereses egoístas y sobretodo su ingratitud, no pueden permanecer más en mi reino, tendrán que marcharse.

-¡Clásico! El Hijo siempre mata al padre-interviene el Espíritu

Concluido el diálogo, el Hijo y el Espíritu abandonaron el Reino de los Cielos, aquel que habitaran desde tiempos inmemoriales. Pero Jesús, el Hijo, tampoco forma parte de los planes del Espíritu, de manera que la fractura es total. Aquella es la última reunión de la Trinidad. Pero el efecto de la ruptura tiene como consecuencia que ninguno conserve la potestad divina, pues eran Dios en la medida que forman una Trinidad.

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Reseña del esbozo “La Ruptura” de Sergio Ramos Aguillón Por Gerardo Aguinaldo García Flores

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espués de una entrevista con el autor Sergio Ramos, asegurándome él, tener la

visión de una obra con la perspectiva de la Sagrada trinidad en pugna. Me puse a pensar sobre el apasionamiento del autor con toda la lucha del bien o del mal. Habiéndome retrasado quince días en la tarea de enmienda por diversos pendientes. Quisiera pensar en los textos que me envió para debatirme entre mi lucha moral religiosa y atea versus la científica en asuntos de la fe dentro de mi mente. Como cristiano fundamentalista rayando más al tipo del señor Flanders, le gritaría al autor: ¡hereje, infiel ateo!; Pero mi perspectiva científica me lo impedía realmente, porque la existencia de Dios no está comprobada científicamente, es cuestión de la fe.

¿Qué pasaría con las huestes del Príncipe de las tinieblas? Entrarían a todo galope al cielo como única potestad ganadora

La genialidad del autor en su obra me conmovió justamente porque “yo” en mi interior creyentecientífico tengo la credulidad de la ficción o el fanatismo y la ignorancia oscura, medieval adquirida por una abuela y madre fundamentalistas o apasionadas cristianas con tortuosas ideas de la iglesia que a su vez sigo por tradición con mi familia. Si “Yo” en mis pensamientos soy dividido y a su vez soy imagen y semejanza de un dios, el autor no está mal en tener luchas intestinas dentro de la obra al igual que Friedrich Nietzsche en “Así hablo Zaratustra” Dios muere y el hombre queriendo ser divino se eleva

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a razón de ser un superhombre. (“Como es arriba es abajo; como es abajo es arriba”) El Kibalion de Hermes Trimegistro. Aquí observo un problema de equilibrio ó tal vez el autor lo ha pasado desapercibido, o lo hace a razón de trama, si Dios padre pelea contra Jesús y el Espíritu Santo, ¿Qué pasaría con las huestes del Príncipe de las tinieblas? Entrarían a todo galope al cielo como única potestad ganadora, o el hombre buscaría alianzas con algunas de los entes divinos como el caso de las historias clásicas griegas. La contienda tomaría épicas inimaginables a manera de sagas enteras, me imagino que habría hombres-divinizados tomando cartas en las luchas contra las fracciones del Creador que a su vez veo un Satanás fortalecido realizando alianzas con algunas legiones para ser perdonado o tomar el control del reino de los cielos.

“Una difícil tarea como escritor tendrá Sergio, mismo que deberá documentarse y ser ameno para un público con mucha diversidad religiosa, pero de criterio amplio.”

Es un reto para el autor porque al tomar estos textos en una época donde el hombre se retorna a debatir su divinidad; pero si a criticar a las instituciones de las iglesias corrompidas o corruptoras de los hombres. Al igual que en la literatura universal nos hablan de diversas mitologías donde el ser humano narra y describe que en tiempos inmemoriales habían luchas entre las entes y las diversas entidades y estos tomaban partido entre los dioses un ejemplo Gigamesh. En la mitología egipcia hay intervenciones divinas para salvar al hombre cuando Ra salva a la humanidad al engañar al ojo de Nut convertido en leona salvaje, en la cultura hindú tenemos textos como el Mahabarata y Ramayana donde los entes tienen un aspecto más mortal que divino; pero existe una lucha armada con carros voladores y flechas mortales

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semejando mucho a las historias de la guerra de las galaxias. El autor tiene que cuidar a las 3 potestades divinas por respeto a la población “devota”, recordándole que tanto los musulmanes, judíos y cristianos levantarán un debate moral y teológico en contra de las ideas del autor, recordándole que en la ficción como en la mitología todo es posible; pero usted es el dios de sus historias que inclusive yo no puedo intervenir en una mente tan fértil, misma que reflejará sus dudas y cuestionamientos con sus lectores, yo en lo personal me he puesto a pensar en las vocecillas que me aconsejan desde mi interior a jugar o a no jugar el juego de “Charlie, Charlie ¿Estás aquí?”. Esas voces Como Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo ¿Tendrán discusiones como unidad? Una difícil tarea como escritor tendrá Sergio, mismo que deberá documentarse y ser ameno para un público con mucha diversidad religiosa, pero de criterio amplio. Hay videojuegos, películas con temáticas semejantes así como en temas de anime y manga destacando la imagen de los ángeles de “Neo Genesis Evangelión”. “Legión de ángeles” donde Dios ha abandonado al hombre por sus pecados y el arcángel Gabriel por amor al hombre cae de la gracia del altísimo. Así como Lilith, la primera supuesta mujer de Adán que termina por ser castigada por blasfemia a Dios y a desobedecer a su hombre dentro del folklor judío, mismo que los cristianos omiten el dato que subyace en la cultura judaica. El Diablo se asoma inocentemente para los satánicos frente a los textos bíblicos con un Dios que castiga y es celoso, pero habremos que ver este tema como ideal dentro de la literatura sin deformar la religión cristiana y musulmana, el lector repito debe de tener el criterio muy amplio y su opinión como creación literaria no como teología. Agradeciéndole mucho al autor por expresar mi humilde opinión. La literatura es terreno fértil donde las vacas podrán volar a la vista de todos y defecaran sobre los críticos literarios. He dicho y ánimo Sergio, adelante.


CHICH KAN (Narradora de Historias)

Por Eloísa Vicente Díaz “Y creó Dios al hombre a imagen suya: A imagen de Dios le creó; Macho y hembra los creó” (Génesis I:1:27) Chich Kan III (Reflexionando acerca de las diferencias que hacen LA DIFERENCIA)

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Princesa, le gustaba sobremanera pensar y reflexionar sobre lo cotidiano, lo que solía ser parte de la vida diaria, al menos la que era su vida y todo lo que formaba su entorno, su hogar, el colegio, lo que aprendía y le enseñaban… Pero como ya mencioné anteriormente, los enigmas eran lo que más llamaban su atención. Y por “enigmas” ella se refería a todo lo que en determinado momento de su existencia la llevaba a preguntarse cosas. Y un buen día se encontró platicándome sus recientes reflexiones sobre algo que había aprendido desde muy pequeñita: su padre insistía en que “sólo hay un Número Uno” y premiaba a sus príncipes y su “Pintetita” –como la llamaba de cariño- con un generoso Talento de Oro a quién sacara el primer lugar en su clase… Y sucedía que ella y su hermano Líder, casi siempre obtenían ese primer lugar, y entonces, revisaba muy meticulosamente las boletas de calificaciones y él decidía quién era ese “Número Uno” y no siempre les entregaba a los dos su Talento de Oro… es más, -con pena confiesa-, “mi padre me premiaba a mí haciendo una diferencia que no comprendía pues Líder había sacado también ese primer lugar en su clase…” No obstante, dice ella, Líder era muy noble y para nada se molestaba con ella… Y seguían siendo tan compañeros de juegos y aventuras como duró toda su infancia… Guardó silencio Princesa y después de un hondo suspiró añadió: “A veces las heridas más profundas se producen en la infancia y no

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siempre se cierran o sanan con el tiempo… De hecho, parecen tomar vida propia, por supuesto, clandestina, y guían nuestra vida por rutas impensadas… Pero…en otra ocasión te platicaré ese giro del destino-vida de mi amadísimo hermano Líder.” Y entonces, volvió a hablar y no soltó el hilo de su relato, aunque eventualmente me permitió preguntar o interpelar su narración. ¿Y de dónde, me pregunto yo, -cambió por completo su voz y tomó un tono de majestuosa maestría-, nos surge el deseo naturalmente humano de ser diferentes…? Mientras más diferencias encontremos en relación con los otros, en cierto modo, no divino propiamente hablando, sino muy humano, ¿realmente nos sentimos mejores con nosotros mismos o con los demás…? ¿Curioso, verdad? Y no obstante, en nuestra búsqueda del camino de trascendencia, vamos descubriendo que la historia de la humanidad, riquísima en relatos, epopeyas, mitologías, narraciones, cuentos, leyendas, fábulas, al principio transmitidas oralmente, han tenido una intención didáctica, transmitiendo enseñanzas nada claras la mayoría de la veces pues están plagadas de alegorías, parábolas y metáforas que dificultan descorrer el Velo de Isis y aprender a ver con el Ojo de la Inteligencia Activa. Lo mismo ha sucedido con la invención de la escritura; por más que entendamos lo que leemos no siempre logramos comprehender el mensaje verdadero: las diferencias necesarias que tenemos que implementar en nuestro diario vivir para corresponder al Don de Dios de habernos creado a su Imagen y Semejanza. Como que se ha quedado grabado al rojo blanco y de manera indeleble en el alma humana que por incurrir en la desobediencia del único mandato de Dios en el Jardín del Edén, fuimos expulsados del Paraíso y todo, porque tuvimos a bien ejercer nuestro libre albedrío –aunque desde luego sea más fácil culpar a la astuta serpiente- y sustraerle una manzanita al Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal que nos condujo a la noción de nuestra desnudez, ¿léase acaso imperfección…? Yo le llamaría ignorancia sana: sólo podemos conocernos mejor a nosotros mismos a través de nuestra sombra.

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El tema mismo es intensamente fascinante: “Las Diferencias”. Y los enfoques para abordarlo, simplemente múltiples. Iré tratando de entretejer mi relato como la princesa Ariadna lo haccon sus hilos finísimos… -¡Oh, sí! –intervine yo con entusiasmo-, heroína del mito de Teseo, el Laberinto y el Minotauro, y sus bellos tapices surgidos de su telar prodigioso. Por supuesto, descarto la comparación de mi tejido escrito con la beldad del arte divino de la inteligentísima Atenea, que quién lo dijera, no sólo era bien trucha para la guerra sino a la vez una excelsa tejedora de la sabiduría, ¡obvio! ¡Era una diosa! Permítaseme sustentar mi relato: desde su origen, -continuó Princesa-, las palabras evolucionan igual que nuestra consciencia Comenzaré con algo que me parece muy interesante: normalmente consideramos que el sustantivo diferencia significa simplemente “diferente”. No estoy siendo redundante quiero hacer una diferencia entre lo que creemos saber, lo que etimológicamente quizá desconozcamos y lo que semánticamente hace la diferencia, con lo que en realidad tiene como acepciones distintas en la evolución del español: 1) La más antigua acepción: “cualidad o accidente por el cual una cosa se distingue de otra.”

Desde su origen, -continuó Princesa-, las palabras evolucionan igual que nuestra consciencia

En la Literatura comenzó a usarse en el siglo XIII, y encontramos la palabra en obras literarias del Mester de Juglaría con el Infante Don Juan Manuel cuya obra más famosa es El Conde Lucanor, conjunto de cuentos entre la ficción y la realidad, donde claramente se distingue la ya firme idea de ir sentando la diferencia de cómo lo moralizante no es precisamente sapiencial. Y su intención didáctica y educativa refleja la importancia de distinguir lo abstracto de lo concreto. Pues en muchos de sus cuentos va narrando didácticamente lo que va formando el cuerpo, el alma y la inteligencia de un perfecto caballero medieval. El Mester de Clerecía tiene a su más brillante representante en Gonzalo de Berceo y su obra cumbre Milagros de Nuestra Señora destaca de una bellísima manera las virtudes y perfecciones de la Virgen. No obstante tener su obra una clara intención didáctica, recurre a un estilo diferente del Infante Don Juan Manuel, pues introduce alegorías, tradiciones del más añejo estilo juglaresco y muchos ejemplos de lo cotidiano, todo ello con el fin de atraer a sus oyentes y lograr su objetivo de transmitir una enseñanza que pudiera hacer más devotos a sus contemporáneos de la Virgen.

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Ya entrado el Renacimiento surgen muchos escritores multicolores y bellos e inspirados como el plumaje de un pavorreal. Tan extraordinarios, prolíficos, cultos, de gran pensar y sinceros en su búsqueda espiritual, que, merecen especial distinción Teresa de Ávila y Juan de la Cruz. No sólo sus vidas son ejemplares diferencias sino sus escritos notables signos de rebeldía y anhelante arrebato místico. Pero, para el objetivo de este relato me referiré a un personaje histórico genial, incisivo, muy inteligente e inspirado: Fran Luis de León. ¿De qué manera hace él una diferencia digna de narrarse en esta reflexión que he estado haciendo sobre las diferencias? Pues bien, su obra más destacada De los Nombres de Cristo la escribió estando preso en una mazmorra de la Inquisición. ¿Cómo fue a dar a la cárcel el buen fraile? Pues bueno, quiso, y lo logró: tradujo El Cantar de los Cantares poema excelso del Rey Salomón, del latín Vulgata, que era el idioma sacro del cristianismo al castellano, considerado una lengua vulgar… (¿???) Y yo me pregunto: ¿qué diferencia podían encontrar los clérigos hablantes del latín vulgar al castellano vulgar, como para fijarle un proceso inquisitorial a un fraile licenciado en Teología en la Universidad de Salamanca y además titular de la misma cátedra? Si vulgar no significaba lo que hoy, grosero, burdo, sino perteneciente al pueblo… ¡Aaah! ¡Pues ahí mero radicaba la “difieriencia”!: el latín Vulgata sólo debía ser conocido y hablado por la clerecía, ¿qué diferencia más clara y evidente puede haber entre los hombres que entraban al servicio de Dios y los que no? No hay nada más que hablar del asunto, pero sí del genial fraile autor de Los Nombres de Cristo, que son eso: los diferentes y múltiples nombres que se le conocían o atribuían a Cristo, cada uno con una explicación riquísima desde muchos ángulos pero sobre todo, de un simbolismo ahora mejor entendido por la reveladora ciencia de la hermenéutica. Pues bueno, de Fray Luis de León se cuenta una anécdota única de mil maneras: se dice que un buen día –o mal día-, estando él en su cátedra llegaron por él un piquete de soldados del Santo Oficio, y sin que nadie le dijera “agua va” o “ya te cayó el chahuistle” se lo llevaron preso sin orden de arresto ni nada que pudiera explicar o dar chance de argumentar nada. Fray Luis estuvo preso por cinco largos años, decía él que era una gracia de Dios porque aunque la mentira y la envidia lo tuvieron encerrado fue para él como un retiro espiritual en donde tuvo la mejor oportunidad de encontrarse con su Creador y estar bien lejos de la envidia o envidiar… ¿No es ésa una magnífica manera de encontrar una gran diferencia a lo que a todas luces parecería una desgracia? Así fue como su encierro-retiro-forzoso lo llenó de la inspiradora luz para escribir acerca de los diferentes nombres de Cristo. Pero aquí no queda la anécdota sino que continúa porque es justamente esa obra lo que lo conduce a la expiación, absolución y liberación, y finalmente dejó su celda inquisitorial para regresar directo a su aula salamanquina y dicen que retomó su cátedra diciendo en buen latín: “Dicebamus hesterna die…”, que en español picaresco quiero traducirlo como: “pues bien, como decíamos ayer…” Y esa fue toda la explicación que entregó de su experiencia en la cárcel. Pero su hermosa y mística obra de los diferentes nombres de Cristo con sus diferentes atributos y cualidades se inmortalizó por sí misma y a él como consecuencia. -O quizá fue al revés, -intervine de nuevo-, pero eso no importa porque cuando una obra fragua y se entrega, pasa a ser propiedad de la humanidad, aunque los derechos de autor sean individuales. ¿O no es así, Princesa? –Y ella volvió a asentir satisfecha y sin sentirse ofendida por la interrupción que hice a su relato. Y continuó, sabiamente.

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La reflexión con nuestra actualidad me lleva a pensar que así como se menciona en la película de Indiana Jones, “La última cruzada”, nada más poderoso que una pluma con tinta: dos ejemplos recientes: José Saramago y Carlos Monsiváis… Proscritos por sus escritos… Por sus maneras de ser y vivir sus vidas… Y ahora glorificados por haber hecho la diferencia… 2) Segunda acepción de la palabra diferencia: “variedad entre cosas de una misma especie.” Surge en el Siglo XVI y la llevó a vestir diferente máscara al capricho o gusto de la persona: surgieron la controversia, la disensión, la disputa, la contrariedad. E irrumpió en la escena humana la expresión: tuvimos una diferencia… de terribles consecuencias que se resolvían con una bofetada de guante blanco, lanzando un guante al suelo o bien voltéandole un revés a alguien con un guante de hierro para obligarlo a aceptar el desafío de batirse en duelo, fuera ya de espadas y pasado el tiempo con pistolas. Con el devenir esas diferencias se fueron resolviendo con querellas, demandas y en tribunales. (Y, desgraciadamente, en la actualidad, a golpe de metralla o invenciones conspiradoras de “terrorismo”). Una súper clásica obra de estas irreconciliables diferencias es La Celestina o Tragicomedia de Calisto y Melibea, mejor conocida como, simplemente La Celestina, de Fernando de Rojas –de quien se sabe muy poco, de tan poco que hay quienes dudan que la obra sea de él-. Se trata de una obra deliciosamente reveladora y profundamente realista porque refleja de manera permanente la vida y el idioma de su siglo. Sus personajes son tan humanos, que cuando la leí en mis años de estudiante de la carrera, no podía imaginarme que el drama humano fuera, de extraña manera, semejante siempre aunque la diferencia la hacen los actores humanos. Para concluir con esta parte literaria diré que La Celestina es considerada la segunda obra más importante de la literatura española, pues la número uno es, sin ninguna objeción El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, ¡que hasta esotérica ha resultado! Nuestro presente vive todas las antiguas modalidades, y nuestra actriz protagónica del presente relato, la diferencia, se ha tenido que disfrazar de mil personajes y situaciones para resolver o no, las diferencias, pero sigue actuando, es eterna, no hay manera de mandarla al olvido. Reflexiono acerca de lo hasta aquí escrito y no puedo menos que admirarme por cuánto y cómo la Literatura misma y la Historia de la Literatura nos van mostrando los caminos que

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la humanidad ha trazado para ir sentando diferencias que hagan la diferencia de una época a otra. No obstante lo malo, que siempre parece destacar sobre lo bueno, necesitamos tomar consciencia de que no toda oscuridad es ausencia de luz ni toda luz ausencia de oscuridad. Pero el equilibrio se logra dentro, con el manantial de nuestra propia sabiduría a veces tan dormida como La Bella Durmiente, esperando el Beso de Amor que la despierte de su sueño (inconsciencia) profunda. O quizá como la princesa Odái, esperando la señal que la haga salir de esa torre y deshacerse del Dragón Rojo del Miedo. (Dupeyrón 19). Alguna vez leí que nosotros mismos forjamos nuestras cárceles. Lo he vivido constantemente en mi propia vida, y al más puro estilo del Conde de Montecristo, ahí es donde mejor he aprendido que aunque no me guste: me metí para encontrar algo que me enseñara la diferencia. Ya fuera descubrir que Blanca Nieves es la consciencia inocente y los Siete Enanitos, TODO lo que yo quiera que sean: pues como son Siete pueden significar para mí, desde el conocimiento de la Cábala hasta el conmovedor Arco Iris. 3) Tercera acepción: “Residuo de la sustracción=Diferencia” Su rastro perenne lo encontramos también en cuestiones matemáticas. ¡Ah, pero claro que sí!, nuestra palabra es exacta, no se anda por las ramas: ¿No perdieron el Paraíso Adán y Eva al quitarle un fruto al árbol prohibido? Princesa interrumpió su relato y me dijo: “Hasta aquí por hoy, querida escritora de mis narraciones y relatos… Quiero añadir dos cosas, una: ¿se te ha ocurrido pensar que en toda pérdida subyace una ganancia? –Me quedé callada como entre sorprendida y con la curiosidad bien despierta, pero antes de yo abrir la boca, o más bien cerrarla porque su pregunta me dejó boquiabierta, añadió:- De esto te narraré la próxima vez, porque la Serpiente del Edén, no es como nos la pintan ni lo malvada que nos han hecho creer… En ella radica una sabiduría milenaria… ya lo verás… y tu pensamiento cambiará… ya lo verás… Te dejo por el momento con estas reflexiones, me dijo Princesa, nárralas como quieras y consideres de mayor relevancia para quienes las lean. Y se despidió diciéndome: In Lak ‘Ech (Eres mi otro Yo) Quien tiene un Rostro y un Corazón enseña a la gente a humanizar su saber, su querer, su poder y su actuar…

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Mosaico de versos

Por Mª Esther Ruiz Zumel

Con un simple poema os quiero recordar. Abuelo Teofilo. Abuela Mauricia. Una casualidad, nacer el mismo día. Unidos toda la vida. Formando una familia, respetable, llena de amor. La guerra no te permitió estudiar. Abuelo del alma. Del pueblo viniste a la gran ciudad para trabajar. Abuela del alma. De vuestro amor cuatro hijo nacieron. Una y la más grande mi Madre. Que también abuela es. Trabajador constante. Elogio de ayuda. Orgullosa de ti. Fascinante actor. Incasable para ayudar Luchador de sanas ideas. Observador del mundo. Gracias abuelo.

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Mujer,fuerte. Alma pura. Unida a la familia. Rectitud. Impetuosa. Fría pero humana. Invisible pero permanente. Alianza de amor. Gracias abuela. Mi recuerdo es sincero. Mi abuelo en su pequeño taller. Mi abuela tejiendo. Ahora sois libres. En un mundo donde el dolor no existe. Recuerdo vuestro hogar. Construido con tus manos plegadas abuelo. Tus plantas. Hablando con ellas eran tu tesoro abuela. Aunque en el cielo estais Os doy las gracias. Me habeis regalado lo más hermoso, que tenemos en común. Mi Madre, orgullosa de ella estoy. Sois la luz del cielo brillando con sonrisas. Gracias Abuelos. Septiembre 2015


Por Mª Esther Ruiz Zumel

Ternura de niña Eres. Madrugada bondadosa. Eres Amor en tu inocencia. Claudia. Eres . Camino perfumando con rosas. Sonriendo dibujas vida.

Horizonte

Tu adolescencia

La rosa estalla en el alfeizar azul de una mirada radiante. Pétalos incrustados en el alma. Corona humana. Dignidad atesorando belleza. Sonidos extraviados entre olas. Cortinas de humo envolviendo fragilidad. Tu sonrisa calma mi agónica sed. La lengua ahoga la dulzura. Los colores son mi memoria.

Tus palabras llevan ternura. Abrazas la paciencia. Tesoro de amistad perpetúa. El viento reclama los ecos de alegres pensamientos.

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Aquel día Por Aurora de Jesús Alvarado C.

La función de la palabra hizo lo propio. La primera vez que recurrí a tí inocencia de niña aliviaste mi tristeza, soledad abrumadora de la existencia. Al hurgar, te encontraron ojos de mamá juez. Hojas al viento papel en llamas tinta en al agua letras de infante dolor de niña. Principio rasgado padecer eterno agonía en silencio construcción de fe.

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Recuerdo Perdido Por Aurora de Jesús Alvarado C.

Del camino de estas letras habrá salido, ¿Engaño? fue sin saberlo ahora, dormirá en silencio, y mientras se acomoden las líneas habitará solo un momento más las palabras surgirán de nuevo a resarcir el tiempo.

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AlejandrĂ­a en Voz Todos los miĂŠrcoles a las 10:00 am www.culturasaltillo.gob.mx/radio

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