RAÍCES DE PAPEL Revista de la Plataforma Cultural Raíces de Papel Número 9
Julio / Diciembre
2012
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SUMARIO PREGUNTAS CON RESPUESTA JULIA GALLO SANZ
Entrevista a la Cantante
MARÍA SANGÚESA
PILAR BOYERO 9
Entrevista al joven Cineasta JOSÉ LUIS SANGÜESA 21
MARCOS CALLAU VICENTE
Entrevista al Escritor ALFREDO MORENO 42
ARTÍCULOS MILAGROS SALVADOR -
Alos 75 años de la visita de Lorca a Buenos Aires 62
RAÚL JURADO GALLEGO -
Las Flores del mal, de Charles Baudelaire 73
JARO GODOY -
La cazadora quebrada 83
REYES CÁCERES -
Milagros Salvador en la Galería Cerdán 90
GRAFOLÓGICAMENTE HABLANDO NURIA SÁNCHEZ -
Manuscrito del pintor Joan Miró 94
POESÍA CRISTINA COCCA -
Esta lluvia de Muérdago y Genciana 101
ISABEL DÍEZ -
Son las doce y el sol 102
ALEJANDRO MORENO -
Hay noches en que doy en entregarme 103
BEATRIZ VILLACAÑAS -
Manifiesto revolucionario 104 Manifiesto poético La más contradictoria de las armonías
RAÚL CALVO VARELA -
Breve historia de un sueño 105
JOSÉ LÓPEZ RUEDA -
A Soledad con Enrique 106
PLÁCIDO RAMIREZ -
Vendrás con tu voz antigüa 107
SOLEDAD CAVERO -
La canción del árbol 108
JOSÉ IGLESIAS BENÍTREZ -
Crucifijo 109
TERESA NÚÑEZ -
Poleo a las seis 110
NICOLÁS DEL HIERRO -
Víctor 111
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LAURA OLALLA -
Mi ego eres tú 113
FRANCISCO MUÑOZ SOLER -
Caminar para sentirme vivo 114
PILAR GARCÍA SÁINZ -
Cálculos de ama de casa 115
RAÚL JURADO GALLEGO -
Los ojos del monte 116
ÁLVARO GARCÍA PRIETO -
En esta triste noche 117
MANUEL MEJÍA SÁNCHEZ-CAMBRONERO - Como cada año 118 SITO LERATE -
Cuentos de brujas 119
JOSÉ CERCAS DOMÍNGUEZ -
Déjame que te recuerde el sol de enero 120
ELADIO MÉNDEZ -
Poemas para María 121
FRANCISCO JAVIER GUERRERO CANO -
Silencio 122
JAVIER OCAÑA GALLEGO (J. Seafree) -
Tengo la impresión... 123 La vida es una nevera...
LOLA DE LA SERNA -
Qué vértigo... 124
JUAN RODIÑO -
Poetas 125
ANTONIA MARCELO -
Júbilo por la muerte 126
M. CARMEN ÁLVARO LÓPEZ -
Olimpo 2011 127
RAFAEL LEÓN RODRÍGUEZ -
Octubre de 2011 128
JONATAN JORGE GUILLE -
Quiere, ama 129
FLORENTINO SÁNCHEZ CARPIO -
Yo creo en ti, Señor, porque eres bueno 130
JAVIER BUENO JIMÉNEZ -
No me gusta 131
GUILLERMO RODRÍGUEZ SAMPEDRO -
Te impresionará 132
JUAN CALDERÓN MATADOR -
Zapateado con castañuelas 133
NARRATIVA
ELENA MARQUÉS -
Todos los cuentos el cuento 135
RAÚL CALVO VARELA -
Hacia dónde... Antonio Machado 140
BLANCA GARCÍA MALANDA -
Abisal 152
JOAN LLENSA -
El último capítulo 154
JOSÉ MANUEL SANRODRI -
Viñetas eróticas del "Comix Kiss" 156
JUAN CARLOS MACÍAS TORO -
A mi padre 157
FRANCISCO JOSÉ SEGOVIA RAMOS -
La despedida 162
VICENTE FRAILE GARCÍA -
La linterna 163
RAÚL GARCÉS -
Gracia divina 169
ÁNGEL GUARDIOLA GÓMEZ -
Robinsón Crusoe renovado 170
RAÚL GALACHE -
Un instante 174
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RESEÑAS 176 -201 Soledad Cavero -
DOCE DOCENAS -
de Juan Ruiz de Torres
Milagros Salvador -
EN BRAZOS DE LA TIERRA -
de Isabel Díez
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CINCO LIBROS HALLADOS EN EL DESVÁN - de Migue Ortega Isla L " AMENTOS EN OTOÑO" -
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de Javier Bueno Jiménez
Nieves Viesca -
FANTASMAS DE MI INFANCIA -
de Ángela Reyes
Marisol Mariño -
EL HECHIZO DE LAS PERLAS -
de María Hidobro
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FAROLILLOS -
de Andrés R. Blanco
M. Cristina Borobio Ibarrondo - LA COCINA Y LOS SUEÑOS 0 EN EL CHISCÓN -
Varios autores
Agustina García Manzano - EL ORGASMO FLUVIAL DE LOLITA VALOR -
de Javier Bueno Jiménez
VEINTE HISTORIAS AMABLES MÁS UN GARBANZO NEGRO MIL PARNOCIKLES María Pilar Pueyo -
de Juan Calderón Matador de Milagros Salvador
DÁDIVAS DE LA VIDA -
de Emilio Serrano
DE UN SILENCIO QUE NO MUERE -
de Francisco Fenoy
TIEMPO INHABITABLE -
de Pepa Nieto
Cipriano Fontanilla - PERDONEN LAS MENTIRAS -
C. L. Tirarse al folio
Pepa Nieto -
de Francisco Fenoy
LABERINTO SIN LUNA VIVA AUSENCIA -
de Blas Muñoz Pizarro
Miguel Ortega Isla -
LA CARACOLA -
de Blas Muñoz Pizarro
Nancy-Dale Nieman -
ALDEA 1936 -
de José López Rueda
Guillermo Rodríguez Sampedro -POESÍA EN DICIEMBRE - Varios autores Yara Elizabeth Gordillo Cedeño - LO QUE CUENTAN LAS SOMBRAS de Francisco José Segovia Francisco Fenoy -
AL FINAL DEL TIEMPO -
Reyes Cáceres --
LA PIEL DEL VIENTO -
José López Rueda -
Y YO TAMBIÉN -
de Francisco Miguel López de María Sangüesa de Lola Vicente
LIBROS RECIBIDOS 202 OPINIÓN DEL LECTOR José María Izarra -
TÍTULOS Y SINOPSIS 211
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Raíces de Papel Revista de la Plataforma Cultural Raíces de Papel Nº 9 Julio / Diciembre 2012 Plataforma Cultural Raíces de Papel C/ Benito Castro, 11 2º Izq. 28028 Madrid raicesdepapel@gmail.com http://raicesdepapel.blogspot.com/ Portada y Contraportada : AYESHA LÓPEZ RUBIO http://ayesha-thelazycat.blogspot.com ayesha_lr@yahoo.es Ilustraciones de las distintas secciones: copyright JIM WARREN
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PREGUNTAS CON RESPUESTA
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Julia Gallo Sanz Entrevista a la Cantante
Pilar Boyero
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CUANDO LA BUENA COPLA ES FIEL EXPRESIÓN DEL SENTIR Y LA PASIÓN DEL PUEBLO
La Copla es un manifiesto poético, cuya estructura estrófica procura el ritmo A-B-C-B. Surgida en los años cuarenta, su temática describe con hondura las pasiones que superan a sus personajes, pasiones que no pueden ni desean controlar. De fusionar la Tonadilla y el Cuplé, además de otras amalgamas, nace la Copla. Sus intérpretes brotan de toda la geografía española. El rechazo por identificación con la dictadura franquista no ha podido ahogarla, y son varios los artistas que procuran su revitalización. Pilar Boyero es una reivindicadora de este género. Cacereña de nacimiento, estudió canto y piano en el Conservatorio Profesional de Música de Cáceres, siendo solista del Coro U.E.X. Hizo Derecho en la Universidad de Extremadura. Pero su vocación no se decantó por la abogacía, sino por la Copla; y en 1992 comenzó su carrera profesional, después de haber destacado en exitosas actuaciones. Todavía recuerda con especial cariño su participación en el homenaje al Maestro Solano. Su inquietud divulgativa de la canción española en general y de la Copla en particular, perfila sobradamente la disposición de esta gran artista. ¿Por qué eligió la Copla como profesión, hay antecedentes en su familia? En mi familia no hay antecedentes artísticos, elegí la copla porque es el género que me hace expresar lo que siento con más autenticidad y verdad, aunque he tenido flirteos con otros tipos de música que me fascinan. Sin embargo, no consigo las cuotas de emoción que me proporciona la copla. Se puede decir que usted sí es profeta en su tierra, ¿cómo la ven sus paisanos?
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Me considero una mujer respetada y querida profesionalmente. Mi tierra me ha dado todas las oportunidades de poder demostrar lo que soy fuera y dentro del escenario. Las instituciones, y por supuesto hoy en día, la televisión y la radio pública son puntales importantísimos en mi vida. Extremadura, Cáceres y Salorino son mis referencias.
Toda carrera requiere un previo aprendizaje, ¿de qué fuentes magistrales ha bebido su talento? Me he cargado de recibir clases con los mejores maestros de la copla (Julián Bazán, Manuel Alonso Borriño, Adelita Domingo, etc.), además de tener una formación clásica en el conservatorio de Cáceres, vital para mi carrera artística. He aprendido de todos y cada uno de los artistas y músicos que han estado a mi lado y, por supuesto, he tratado de cultivar mis ansias de investigación respecto a un género proscrito, mediante la lectura y el conocimiento de los mejores críticos y autores de copla.
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¿Qué le ha aportado cada uno? En la vida, afortunadamente, estamos en un continuo aprendizaje, por eso estamos vivos. La enseñanza que he sacado de todos ellos es la de escuchar siempre a mi corazón y anteponerlo a cualquier fobia o miedo que me impida seguir. Tiene sello propio, ¿de desear parecerse a algún icono de este género, a quién le gustaría asemejarse? A la ortodoxia de Concha Piquer, a la plenitud de Rocio Jurado, a la fiereza interpretativa de Marifé de Triana y a la inteligencia de Martirio y Carlos Cano. Su trabajo es digno del mayor elogio, no sólo denota culto a la Copla, también afán por acercarla a las nuevas generaciones, y viceversa. Su interpretación en el escenario da como resultado un espectáculo hermoso, ameno e interesante, ¿si desapareciera la Copla, qué desaparecería con ella? La memoria sentimental, el desgarro y la pasión de quien amó y perdió, la historia y un pasado lleno de momentos magníficos y de muchos fatídicos marcados por una guerra y el odio de la dictadura endulzados siempre con el calor de los versos de una copla magistralmente musicalizados. ¿Tanto monta la copla aflamencada como la copla lírica, a la que se ha otorgado carácter académico? Tanto una como otra significan el sentir de un pueblo. El pueblo siempre es quien determina el valor y el éxito de las cosas, lo popular puede ser académico siempre que goce de la enjundia emocional e histórica además de musical con la que las citadas disciplinas se entremezclan.
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Usted ha presentado y participado en importantes eventos relacionados con el cine, la música y la fotografía, cuéntenos ese homenaje denominado Divina Pilar que le rindieron artistas plásticos.
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Unos 50 artistas de diferentes disciplinas de mi ciudad, Cáceres, con obras muy diversas y dispersas, decidieron hacerme un homenaje, lo cual me llenó de satisfacción y ha sido una de las cosas más hermosas que me han ocurrido en mi vida. Gozar del cariño y el respeto de los tuyos es siempre algo hermoso. Su tercer disco Una vida entera, editado en 2005, llegó a ser en dos ocasiones “Súper-Olé” en Radio Olé, ¿cree que los jóvenes de hoy están interesados en el arte de la Copla? Sí, pero a veces los cauces a través de los cuales les ha llegado la copla no son los más adecuados, es imposible no sentirse atraído por un “Tatuaje” de Concha Piquer o una “Bien Pagá” de Miguel de Molina, pero es necesario que alguien te lo acerque y te lo haga entender.
¿Qué puede más, el reto o el estímulo, al compartir tablas con artistas nacionales e internacionales tan relevantes como Felipe Campuzano, Benjamín Torrijos, Chano
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Domínguez, Jerry González, Jorge Pardo, Ara Malikian Valderrama… entre otros? Cada vez que he trabajado con cualquiera de ellos he sentido que tocaba el cielo, con el respeto que les tengo como artistas y por la suerte que yo sabía corría en cada momento que pasaba con ellos. La Copla pasó de ser la sintonía nacional a género de minorías por cierta asociación socio-política, ¿qué opina al respecto? La copla fue injustamente maltratada porque se le asociaba con la dictadura franquista, que trató de asimilarla como suya ya que era la herramienta que ellos tenían para ganarse al pueblo. Pero la copla ya existía en la república y muchas de ellas fueron silenciadas y maltratadas. Con la bendita democracia se creyó arrinconarla por aquellos que se consideraban “seudointelectuales”. Afortunadamente, personas como Carlos Cano, supieron rescatarla y darle el valor que ésta atesora. Háblenos de su disco Coplas de Puñalá, homenaje a Carlos Cano, y de la diferencia que éste establece entre la Copla de verdad y la “Copla de peineta y sangría”. Es un homenaje a la copla de siempre con una visión mucho más moderna. Para ello he elegido las coplas, como decía Carlos Cano, del café cantante, de los bisabuelos, en fin, de la puñalá, esa que te mata con cada una de sus palabras y deja una herida interminable por la que respira la pasión y la canción. Aquí les dejo un enlace al videoclip de uno de los singles del disco, “Embrujá por tu querer”: http://www.youtube.com/watch?v=dGOoaomI7xE
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Jurado del concurso de copla y flamenco “Duende Joven”, presentadora y directora del programa de Canal Extremadura Radio “Soy lo Prohibido”…, su actividad artística y divulgativa es muy amplia. Muéstrenos su recorrido por los diferentes espacios radiofónicos y televisivos. A parte de varios cameos y cortos en los que he participado como actriz, he estado en multitud de programas de radio y tele, habiendo participado por ejemplo en el programa LO+PLUS con mi tercer disco y saliendo en otras cadenas nacionales como la 2, en “El coso” de Canal Extremadura Radio, con la sección “la copla por montera”, siendo mi actividad principal en radio mi programa “Soy lo prohibido” en el que dedicamos de 10 a 11 de la mañana de los sábados y domingos a hablar de copla y escuchar temas y entrevistas, aquí les dejo el link a la web de mis programas por si quieren escuchar alguno:http://www.ivoox.com/podcast-soy-lo-prohibido-canal-extremadura-radio_sq_f114177_1.html Actualmente dirige usted en solitario, y presenta junto con Fernando Ramos, el presentador del programa “nuestra tarde” de Canal Extremadura, la sección “Cuaderno de Coplas”, ¿de qué trata?
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Se puede decir que es lo más parecido a una conferencia-concierto, pero en un formato televisivo y de una duración más corta. Cada semana abordamos temáticas y figuras relevantes del mundo de la copla y todo lo relacionado con ella, tomándolo en realidad como excusa para interpretar canciones que estén ligadas a las mismas. Solemos llevar todas las semanas a artistas invitados y yo suelo interpretar también temas, siempre acompañado de mi guitarrista y cantante Aurelio Gallardo, que es también el guitarrista que acompaña en la sección a todos los invitados.
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Si quieren echar un vistazo pueden visitar este enlace, donde está una de las secciones: http://alacarta.canalextremadura.es/tv/videos/cuadernos-de-copla-concha-piquer-110112 En su conferencia-concierto del Teatro Arenal usted se nos brinda de cuerpo entero, con voz y palabra que el público escucha devoto, atento y deleitado. En qué consiste su espectáculo. Es un espectáculo en el que uno la explicación de múltiples temáticas con canciones relacionadas. Ayudándonos de un proyector de diapositivas le vamos acompañando las explicaciones al público con las canciones cantadas, poniendo fotos y letras de las canciones que se van realizando. Esto lo hacemos cada domingo desde el mes de Septiembre del año pasado, ahora con el espectáculo a las 21:00 horas, aquí les dejo un enlace a la web del Teatro Arenal donde pueden informarse más: http://cafeteatroarenal.es/ai1ec_event/historia-de-la-copla/?instance_id=547
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El escenario es el hogar del intérprete, ¿qué supone el público para usted? El público es todo, ya que sin él mi trabajo no tiene sentido y sin su aplauso yo no respiro, estoy muerta. Suele contar al público jugosas anécdotas sobre intérpretes y letras de las canciones, ¿nos puede regalar alguna para esta entrevista? Ojos Verdes, que es una canción que estuvo censurada y que tiene 7 versiones diferentes, una para mujer, otra para hombre, otra es una parodia y otra que se utilizó para la película “Carmen la de Ronda”, protagonizada por Sara Montiel. El resto tratan de despojarla de aquellos tintes eróticos que la llevaron a la censura. Así “apoyá en el quicio de la mancebía”, pasó a ser “apoyá en la puerta de tu casa un día”. La historia seguía siendo igual de inmoral, la historia de una mujer que se dedicaba a la prostitución y que ni si quiera le quería cobrar al hombre que la frecuentaba de lo bien que se lo hacía pasar. Lo que casi nadie sabe es que esta historia de amor, contaba el amor prohibido en aquella época entre dos hombres.
Fui al Teatro Arenal de Madrid a ver actuar a Pilar Boyero en dos funciones para dar fe en esta entrevista, en ellas comprobé que el público era mayor y joven en parecida proporción. Verifiqué que el boca a boca era su más eficaz marketing. Así supe de su trabajo. Tuve la suerte de verla acompañada, la primera vez, por el pianista Juan Sánchez, la segunda por el guitarrista y cantante Aurelio Gallardo. Por mi parte he de decir que su actuación me emocionó hondamente, trayéndome el recuerdo de mi padre empujándome la cucharada de comida a golpe de estas canciones cuando yo era un bebé. Volveré a escucharla. Es usted joven, tiene talento y fuerza, además de ese admirable empeño en favor de La Copla. La deseo todo el éxito que merece. Ha sido un placer entrevistarla para Raíces de Papel.
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María Sangüesa Entrevista al joven Cineasta
José Luis Sangüesa
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TIEMPO DE REFLEXIÓN
José Luis nació en Madrid, apenas treinta años atrás, se licenció en Comunicación Audiovisual, en la Universidad Complutense de Madrid, tiene en su haber un amplio abanico de Masters, todos relacionados con el mundo de la pantalla, es crítico de cine, guionista, director… ha trabajado en la radio, ha hecho cortos, sus artículos de cine se pueden leer en revistas digitales y también en soporte de papel. Hace entrevistas para una cadena de periodismo informático y se va adentrando, cada vez más, en el mundo del teatro. -
José Luis, ¿dónde estudiaste?
Primero en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid. Allí la enseñanza práctica dejaba mucho que desear, y como decían los hermanos Pérez Merinero (alias “Marta Hernández”) en su famoso libro acerca del “Aparato del cine español”, se trata de una carrera marginada, excluida de toda integración con la industria (yo prefiero decir seudoindustria) del cine autóctono. Sin embargo, había algunos excelentes pedagogos, teóricos todos ellos: Jesús González Requena, Enrique Bustamante Ramírez… Sea como fuere, el panorama general era un tanto deprimente. Y evidenciaba la triste realidad de la carencia de una escuela oficial y pública de cinematografía (que sí existe en otros países, como por ejemplo Argentina, donde además la matrícula es absolutamente gratuita y el título está homologado). Después, ingresé en Dirección Cinematográfica en la Escuela de Cine de Madrid (ECAM), una institución seudo-oficial, o semioficial, con subvenciones autonómicas y estatales, donde el título no está homologado. Allí los derechos del alumnado se hallan en una situación permanentemente… delicada, por decirlo de algún modo. Existe una difusa (pero muy palpable) política de cribas, pues se admiten forzosamente más alumnos de los que pueden terminar en tercero con la práctica en fotoquímico y demás… Este excedente de alumnos de los primeros cursos contribuye a financiar las costosas prácticas finales de tercero. De este modo, las prácticas de primero y segundo se realizan con cámaras semiprofesionales y sin apenas presupuesto asignado, pese a lo 23
costoso de las matrículas (porque esta escuela tampoco es gratis). Las cribas se realizaban en base a criterios puramente subjetivistas del Director y el Jefe de Estudios. Fui víctima (junto con mi compañero Miguel Pérez Blanco) de una primera expulsión arbitraria en primero (y se me readmitió por presiones de mis compañeros… aunque en último puesto de la promoción, a pesar de que mis notas eran muy altas). En segundo estuve entre los fundadores de la primera asamblea de estudiantes que haya tenido la ECAM. Volvieron a expulsarme “por criterios subjetivos” sin mayores razonamientos, y ya definitivamente. Y de nuevo se cargaron a mi compañero Pérez Blanco. Pero en fin, quien quiera saber más de mis pullas sobre esta institución academicista y polvorienta, que lea Mi querido cine español, de Ismael González, donde aparece un testimonio mío sobre el tema. Por último, estudié Cámaras y Dirección de Fotografía en dos sitios a la vez, uno gratis (se trataba de un curso de desempleo, aunque eran precisos algunos conocimientos previos para entrar), y otro no (era un máster de la escuela cinematográfica TAI, que mi familia tuvo que pagar a plazos…). Fue una experiencia muy dura pero interesantísima, y conocí a maestros de la profesión, desde anónimos reporteros de guerra hasta miembros de la AEC (la asociación española de directores de fotografía cinematográfica), como Carlos Suárez (operador de Berlanga, Betriú, Miguel Hermoso…) y Andrés Torres. Podría decir que pasé cerca de medio año llevando la cámara durante nueve horas al día o más… Y el resto del año en clases y prácticas varias.
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Cuando eras un niño, ¿algo te hacía suponer que te ibas a dedicar al mundo
del cine? Absolutamente nada. Entonces ya era bastante obseso del cine, por lo menos de cierto tipo de cine (las películas cómicas de Jerry Lewis y Charles Chaplin, el ciclo de la Pantera Rosa de Blake Edwards, westerns como Los siete magníficos de Sturges, Raíces profundas de George Stevens, El jardín del Diablo, de Henry Hathaway, los films de Louis de Funès… y las primeras películas de Woody Allen, las comedias satíricas como Bananas o El dormilón). Quería ser humorista (cosa que he cultivado después en cortometrajes, monólogos y sketches teatrales, y hasta en dos seriales radiofónicos). Y dibujaba tebeos, en los que mezclaba todo lo que me gustaba: Mortadelo y Filemón, Astérix, las películas de Fantomas de André Hunnebelle… En fin, era un chaval. Me pasaba horas en casa de mi abuela viendo las fotos de la enciclopedia de cine de mi tío (la Buru Lan, del 73; con el tiempo me he convertido en admirador de los críticos que la escribieron: Llinás, Guarner, Villegas López, Santos Fontenla…). Pero entonces no pensaba en nada de esto. Hacer cine me parecía una quimera. Y en gran medida me lo sigue pareciendo, por cierto. -
En tu biblioteca conviven libros de Historia con otros de Sociología, Arte-
en todas sus vertientes-, novela de los grandes clásicos, con autores de vanguardia. ¿Qué ha supuesto la lectura para ti? Al principio, un vicio. No tenía bastante calderilla para la ludopatía y me convertí en un bibliófago. Después, ha sido una forma de diálogo con el mundo. No se trata sólo de dialogar con el libro, como decía Maurois, sino que el libro ejerce de intermediario en el conocimiento del mundo mismo. La conversación es para mí un arte fascinante, y leer, decía Quevedo, es escuchar con los ojos. Los libros de Historia son mi lectura favorita. Como muy bien afirmaba Menéndez Pelayo, la cultura histórica es la base de toda cultura, y es cierto. Conocer la historia de las cosas es conocerlas a fondo, como la evolución y maduración de las personas construye su carácter, su psicología. La Historia nos lleva por caminos intrincados y a menudo extraños hasta las entrañas mismas de la
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sociedad y la cultura con la que estamos dialogando en esa experiencia del conocimiento.
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¿Cómo se llega desde la literatura al cine?
Son narraciones. Algunos teóricos cinematográficos (Cohen-Séat, por ejemplo) han rastreado precedentes de las técnicas narrativas y descriptivas del cine en obras literarias: trávellings y panorámicas en Flaubert y Marcel Proust, por ejemplo. No en vano, algunos de los cineastas más destacados han sido también escritores (Wilder, Pasolini, Woody Allen). Aunque siempre ha habido, también, una tensión, un forcejeo patente entre la función subalterna del libreto y su integración más o menos “visible” o notoria en el relato fílmico. Siempre han existido discusiones sobre si una determinada película o un determinado tipo de cine es o no “demasiado literario”: así ha ocurrido con Visconti, la comedia nacional-popular italiana, Eric Rohmer (y sus imitadores), Gonzalo Suárez, etc. Luego está la cuestión de si en un guión prevalece la faceta dialogal o la habilidad en la estructuración. Monicelli creía más bien en lo segundo, y afirmaba que en un guión las palabras adecuadas no importan: sólo el ingenio y la solidez. Pero claro, hay que decir que él también contaba con escritores (y dialoguistas) magníficos, como Age y Scarpelli, Bernardino Zapponi, Suso Cecchi D’Amico…
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¿A qué edad viste tu primera película en la gran pantalla?
No puedo saberlo. En aquella época, los 80, era la edad dorada del llamado cine familiar, así que me llevaban a ver todas esas comerciales, y un tanto delirantes, películas para niños: Cortocircuito y cosas así. En vídeo veíamos cosas que hoy parecen de una frescura sorprendente: Los Goonies, El señor Rossi busca la felicidad, de Guido Manuli (cartoon italiano cuya corrosividad aún hoy me sorprende)… Muchas de las salas a las que acudía con mi madre ya ni siquiera existen: el Palacio de la Música, el Cid Campeador, el Cine Cristal de Cuatro Caminos. Es curioso cómo todo ese mundo de los cines y videoclubs de barrio y los palacios céntricos se ha desvanecido. Como si hubiera sido un sueño. -
¿Cómo decides que la carrera universitaria a la que te vas a dedicar tenía que estar relacionada con la imagen?
A partir de los catorce o quince años ya empecé a obsesionarme con la idea de hacer cine: me aprendí los tamaños de planos, devoré películas de Buñuel, Scorsese, Leone, Coppola, Wilder, Allen, los Monty Python, Tarantino… Era la época áurea del llamado cine independiente americano: me apasioné con Spike Lee, Abel Ferrara, Fresh, de Boaz Yakin, Vivir rodando, de Tom Di Cillo. Además, era el auge del llamado relevo generacional del “joven cine español” de Amenábar, Álex de la Iglesia, Bajo Ulloa, Santiago Segura, Chus Gutiérrez. Yo era un adolescente ingenuo, a los dieciséis ya había debutado de actor teatral con una obra cómica de Woody Allen en el instituto. Veía estas películas con mis amigos o con mi hermano y me decía: “Qué maravilloso sería hacer películas yo también, hacer vibrar a la gente así.” Era un momento de euforia breve y pasajera, cinematográficamente hablando todo parecía posible, y los jóvenes norteamericanos habían puesto de moda el concepto make it yourself. Soy un hijo de mi generación, y también participé de un cierto espejismo colectivo de los 90. Era una época mediocre, pero también un momento de prosperidad económica, las calles de Madrid eran libres (no había un estado policial como ahora), yo acababa de descubrir la Filmoteca y además era un chaval sediento de juergas, y un enamorado del amor, un atormentado. Fueron tiempos algo duros en lo personal, pero también muy hermosos. 27
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Una vez en la Universidad, ¿te defraudó en algún momento lo que se te imponía como materia de estudio?
Casi siempre. Como ya dije, la Facultad de Ciencias de la Información estaba atrapada en el teoricismo, por una razón muy elemental: no había dinero. Existió una Televisión Complutense pero acabó cerrando, y la mayoría de prácticas en empresas eran una vía muerta y se daban con cuentagotas. Además, como dijo un profesor mío, se nos quería convertir en todólogos, y lo mismo convivían materias de teoría y técnica audiovisual que jurídicas o económicas. Y, eso sí, junto al profesor-funcionario, rutinario y acomodaticio, había algunas excepciones: auténticos humanistas y profesionales entregados que desarrollaban de manera ejemplar las asignaturas. Cuando acabas tus estudios universitarios, ¿qué te lleva a seguir ampliando tus conocimientos hasta realizar tantos Masters? Me licencié muy tarde, y mi madre vio por ahí un anuncio de convocatoria de exámenes de ingreso de la ECAM. Me dijo: “¿Por qué no te presentas? Esto siempre fue lo tuyo.” Yo me mostré un tanto reticente, porque ya sabía lo de la política de expulsiones, pero acabé aceptando. Aquella fue una época extraña: yo veía tres o incluso cuatro películas al día. Por supuesto, pasé el examen y la entrevista. Tras las dos expulsiones de que me hicieron víctima (y héroe mártir, por cierto), yo estaba tan fascinado con el funcionamiento interno de la cinematografía, que decidí estudiar la técnica pura del cine: cámaras y dirección de fotografía. Todavía me recuerdan en la ECAM. Allí se ha acuñado una expresión perenne: “sangüesada”, para referirse a las prácticas más enloquecidas o extrañas. Eso me enorgullece mucho. Los alumnos de las nuevas promociones aún recuerdan a Sangüesa como a una especie de leyenda (¡). Una vez, una alumna de una promoción posterior a la mía se me acercó y me dijo, con admiración: “¡Tú eres Sangüesa! ¡El que hace esas prácticas tan locas!” Me resulta un tanto incomprensible, pero parece ser que semejante martirio académico como el que padecí, acabó glorificándome de alguna manera. Tras este calvario, continué y terminé mis estudios como operador y camarógrafo, ya en otras instituciones.
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¿Hay ayudas para los jóvenes que quieren hacer cine? Ninguna, porque las ayudas y promociones estatales y autonómicas suelen ir destinadas a cortos en soporte fotoquímico, soporte obsoleto y económicamente inviable. Por otra parte, la política de subvenciones de la Comunidad de Madrid (y más con la “austeridad” que liquida el llamado “Estado Social” a favor del saneamiento de las finanzas privadas y de oscuros intereses empresariales y hasta grupales) deja mucho que desear. Lo que sí existe son oportunidades estrechas y limitadas (el Córtate del Cine Capitol, que creo sí admite cortos en digital). Es una forma de poner a competir a la masa ingente de aspirantes a cineasta de este país. Como los jóvenes de ahora somos una generación “sobrecualificada” y un “nuevo lumpenproletariado” (El País dixit), pues sopa boba para todos. Pero al final, los cortos de los competidores sólo los ven otros competidores. El problema de España no es, en su raíz, la crisis, sino males endémicos de tipo estructural. Aquí prima todavía el modelo franquista de desarrollo: ladrillo, hostelería y turismo. El cine es de los yanquis, la ciencia y la tecnología de los alemanes y los japoneses. Etcétera. Al final, el sino del titulado universitario español es el paro y la emigración, pero ya desde antes del actual desmoronamiento económico. Y, en uno de los países con más exhibición cinematográfica de Europa, el 85% de la
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distribución es de los estadounidenses, y el resto se comparte en igualdad de condiciones con otros países de Europa por una situación que se deriva de políticas lamentables de un ministro de exteriores posfranquista y ucedeo, Marcelino Oreja, que dejó a nuestro cine desprotegido ante el MC, porque, al fin y al cabo, el país necesitaba ayudas europeas para terminar de desarrollarse de una vez. Y una política proteccionista “a la francesa” es inviable, porque nuestros estadistas son siervos del coloso yanqui. El Secretario de Estado de Eisenhower, Stanton Griffiths (ejecutivo de la Paramount, qué casualidad) exigió a Franco en 1952 que, si quería ayuda norteamericana, además de bases militares, aquí tenía que entrar todo el cine estadounidense con las menores trabas posibles. Y en esas estamos. -
¿Qué películas han dejado más huella en tu memoria?
Infinidad de ellas, pero podría ordenarlas por momentos de mi vida: de mi infancia, Las doce pruebas de Astérix (uno de los mejores largometrajes de animación jamás producidos en Europa, de una mordacidad asombrosa), El señor Rossi busca la felicidad, y La Pantera Rosa ataca de nuevo, de Blake Edwards, la pieza más enloquecida y brillante de toda la serie. También dos películas de Terry Gilliam, que siempre adoré: Las aventuras del Barón de Munchausen y Los héroes del tiempo. Y, curiosamente, la película de Cyrano con Depardieu. De la adolescencia, Novecento de Bertolucci, La muerte tenía un precio, El bueno el feo y el malo y Érase una vez en América, de Leone, varias de Wilder y Woody Allen, casi todo Buñuel, casi todo Visconti, mucho Orson Welles y mucho Scorsese, y las dos primeras partes de El Padrino, de Coppola, así como Apocalypse Now (pero el montaje del productor, no el Redux posterior, que me pareció un destrozo), Reservoir Dogs y Pulp Fiction, de Tarantino, Haz lo que debas, de Spike Lee, y Boogie Nights, de Paul Thomas Anderson. De la primera juventud, Miedo y asco en Las Vegas, de Terry Gilliam, El Gran Lebowski, de los Cohen, El forastero, de William Wyler, El hombre tranquilo, de John Ford, Los violentos años 20 y Al rojo vivo, de Raoul Walsh con James Cagney, Yojimbo y Los siete samuráis (el montaje original), de Kurosawa, Supervixens, de Russ Meyer, The Rocky Horror Picture Show, El Fantasma del Paraíso. Y de unos años a esta parte, El destino, de Youssef Chahine, Capricho imperial, de Sternberg, Si no amaneciera, de Mitchell Leisen, Que viva Italia, de Monicelli, Risi y Scola, El demonio de los celos, de Scola, Brancaleone en las Cruzadas, de Monicelli, Christine princesse de l’erotisme, de Jesús Franco, las películas de Boetticher con Randolph Scott, La 31
escapada, de Dino Risi, Duerme, duerme, mi amor y Madregilda, de Francisco Regueiro (genio postergado de nuestro cine), ¡Vivan los novios!, de Berlanga, El extraño viaje, de Fernán-Gómez, La pasión ciega, de Raoul Walsh, Memorias del subdesarrollo, de Tomás Gutiérrez Alea, LBJ, de Santiago Álvarez, Voto más fusil, de Helvio Soto, La Patagonia rebelde, de Héctor Olivera… etcétera, etcétera, etcétera.
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¿Qué directores de cine extranjero son tus favoritos?
A muchos les puede parecer un acto de esnobismo, pero comprenderán su error en cuanto vean sus películas: considero que Youssef Chahine es uno de los más grandes cineastas de todos los tiempos, pero en Occidente su obra es poco conocida porque es egipcio. Mario Monicelli es otro maestro, un hombre culto que supo hablar el lenguaje del pueblo y que alzó la comedia a alturas épicas inauditas, una persona sencilla de una humildad conmovedora, un modelo de artista y de profesional. Kurosawa era un modelo de austeridad estética y de profundidad ética. Lo mismo puede decirse de Budd Boetticher, cuya concisión era ejemplar y aún confunde a muchos, que lo creen equivocadamente un simplista, cuando con dos trazos rápidos era capaz de proporcionar hondura psicológica a sus personajes, cosa que no han logrado la mayoría de cineastas 32
de la Nouvelle Vague con su interminable palabrería engolada. Siempre dejo un lugar a Orson, padre del cine moderno, experimentador narrativo y estético, gigante barroco, y en fin, esteta de lo monstruoso. Como el gran Tod Browning. Scorsese, cuando arriesgaba, era un genio desconcertante. Samuel Fuller es otro espejo en el que mirarse: un luchador nato, independiente, arriesgado, alguien de veras implicado en la libertad creativa, hasta tal punto que (al igual que Boetticher) pasó por varios períodos de trashumancia cosmopolita, porque el sistema hollywoodiense lo rechazaba. Algo parecido le sucedió al desmesurado y excéntrico Erich Von Stroheim, a mi criterio el mejor director del cine mudo. También admiro mucho a tres cineastas latinoamericanos: el chileno Helvio Soto, cuya película política Voto más fusil aún me deslumbra, y los cubanos Tomás Gutiérrez Alea y Santiago Álvarez. Y Raoul Walsh es para mí otro ejemplo aparte, un tipo duro, un aventurero que rodaba como vivía. ¿Y españoles? La estética española por antonomasia es la de la picaresca y el esperpento. Los cineastas que más me interesan son los que más se han relacionado con esta tendencia: Berlanga, Fernán-Gómez y Regueiro. Los dos últimos constituyeron el verdadero “Nuevo Cine Español”, el más osado y audaz, condenado a la marginación mientras las instancias oficiales prefirieron promocionar un joven cine mimético de las nuevas cinematografías de Francia e Italia. Álex de la Iglesia es un continuador irregular pero muy digno de esta corriente esperpéntica. Igualmente, me han interesado sobremanera otros directores que no tienen nada que ver con tal estética deformante y desgarrada: Joaquín L. Romero Marchent, Basilio Martín Patino, José Luis Borau, Iván Zulueta, Gonzalo Garciapelayo, Rodrigo Cortés. Y Jesús Franco, campeón de la marginalidad artística infatigable y de la libertad cinematográfica irreductible. Y, por encima de todos, Buñuel, naturalmente, aunque por desgracia fue más un cineasta mexicano o francés que español. Se le reivindica hipócritamente por las instancias cinematográficas oficiales u oficialistas, pero nadie se atreve a asumir la libertad y radicalidad que él asumió. Si lo haces, te cortan la cabeza. ¿Qué importancia tiene el guión dentro de una película?
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Una importancia extraordinaria. Casi todas las ideas están ahí. Nos encontramos inmersos en una época de plaga langostera de preceptos academicistas, y de guionistas dogmáticos y prefabricados. Pero, como dijo Rubén Darío: “De las epidemias, de las academias, ¡líbranos, Señor!”Uno de los factores de la decadencia artística del cine actual es el adoctrinamiento y la uniformización de los escritores guionísticos. -
¿Y la fotografía?
Depende de qué entendamos por fotografía: si abarca el trabajo de cámara, es fundamental, porque el camarógrafo ordena las perspectivas del encuadre y actúa sobre él, creando, pues, el efecto tridimensional necesario en la imagen cinematográfica para involucrar al espectador en la narración, incluyendo el efecto estereocinético, es decir, la sensación de tridimensionalidad nacida de los movimientos externos e internos al cuadro. Asimismo, la profundidad de campo (o nitidez de los elementos que integran los diversos términos de una imagen) y el foco, confluyen también en la construcción narrativa del film, seleccionando lo que “debe” ser mirado, e incluso creando mecanismos de identificación en el espectador. Pero si sólo se trata de iluminación, selección de las emulsiones, configuración de la cámara electrónica, elección de la paleta cromática del film (junto con el Departamento de Decoración o Arte), y demás aspectos predominantemente estéticos, entonces la importancia es grande pero, con todo, secundaria. Los viejos directores-montadores soviéticos como Kulechov o Vertov nos enseñaron que lo más importante de una película es la realización, el montaje y el trabajo de cámara. De ahí, quizá, el actual afán de protagonismo de los directores de fotografía, que acumulan las funciones del segundo operador o camarógrafo, anulando y bloqueando así la tradicional dinámica de ascensos profesionales en el equipo técnico. Una vez, Buñuel discutía con el gran operador José F. Aguayo, y la disputa se zanjó porque el director aragonés remachó: “Lo siento, Pepito, pero quiero que la gente diga qué buena película y no qué buena fotografía.” -
¿Puede un buen director salvar un mal guión? ¿Y una buena fotografía?
Un buen director puede hacer que una narración cuyas ideas y desarrollo de base no funcionan, tenga, por lo menos, un cierto interés, sobre todo para ojos entrenados. Y el 34
operador puede hacer que su trabajo sea apreciado por los ojos adecuados, incluso por alguien lego con intuición estética. Pero el guión es una de las primeras cosas que valora todo espectador, en cualquier película: todo el mundo pregunta “¿de qué va?” o exige que no le cuenten el final. Antiguamente, la gente de los barrios obreros y de los pueblos se contaba las películas como si fueran cuentos de tradición oral. Es decir: recreaban y reelaboraban el guión. Porque contaban la historia, y como mucho describían a los actores, pero nunca decían si ahora viene un plano general o un primer plano. La gente sencilla y, digamos, profana, no podía recrear la factura técnica y de realización de un film. Así sigue siendo en gran medida: lo primero que interesa siempre es el argumento y el guión. Por eso es por lo que a una película con excelentes profesionales en la dirección y el equipo técnico pero un mal guión sólo la salva, finalmente, la piedad u obsecuencia de algunos historiadores. Pero nunca la del público, que es la que realmente importa aquí.
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¿Cuál es el papel de un productor dentro de todo este tinglado?
Es el máximo organizador de una película. De su sagacidad y olfato depende que la cinta luego funcione, tanto en lo concerniente a la constitución del equipo y la distribución de los presupuestos, como económicamente y en el mercado. Las edades
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doradas de las industrias cinematográficas nacionales se vinculan estrechamente con productores de gran valía: en Italia, Carlo Ponti, Mario Cecchi Gori o Dino de Laurentiis han sido ejemplos descollantes. Hoy, la decadencia industrial del Séptimo Arte coincide con la indefinición de los mercados, antes perfectamente estructurados, compartimentados incluso. Y con el declive de la cultura cinematográfica, antes algo generalizado y popular, y hoy cada vez más elitista, museístico y momificado. En consecuencia, los pocos productores que quedan tampoco saben qué es lo que quieren producir. Las tradiciones culturales del cine (fundamentalmente a nivel popular) se han interrumpido con brusquedad, y esto afecta a todo el mundo, especialmente a los profesionales. -
¿Y el de un realizador?
El realizador es, en última instancia, quien cuenta la historia. Pero hay varios tipos de directores: desde el demiurgo, que lo abarca todo obsesivamente (como Von Sternberg), hasta el director-funcionario, que trabaja a guión hecho, apenas participa, ni tan siquiera, en el guión técnico, no ensaya con los actores, y su labor consiste en madrugar desde el lunes, y rodar hasta el viernes. Se han conocido casos, como el de André Hunnebelle, en que el realizador escribía el guión técnico, y el encargado de rodarlo… era el primer ayudante de dirección, que en circunstancias normales es el capataz del rodaje. Y algo que poca gente sabe (y que nos cuenta Jean Mitry): en el Hollywood clásico, algunos guionistas prestigiosos escribían los guiones técnicos, y, sencillamente, el rodaje de los mismos era asignado a otra persona porque estos libretistas ya cobraban bastante dinero y no querían saber nada del estrés del plató. Algunas películas, incluso, carecen de guión técnico, y su resultado visual es más responsabilidad del operador que del director. Son ejemplos extremos, pero válidos para comprender que el culto al director es un prejuicio basado en mitos diversos. Pero, indudablemente, el resultado final de una película depende de su rodaje y de su plasmación visual, su entera realización, porque una película no está terminada hasta que no está realizada: planificada, dirigida y rodada. Y montada, por supuesto. Porque el montaje depende en su mayor parte de previas decisiones de realización. Por otra parte, hay que remarcar que tales decisiones son las que hacen la narrativa y la dialéctica interna de un film. Un realizador mediocre
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o nefasto puede perjudicar gravemente el resultado final, vaciando o enturbiando (o tergiversando involuntariamente) los significantes del guión. -
¿Qué importancia tiene el montaje de las secuencias de una película?
Casi toda. Por eso los productores hollywoodienses optaron por controlar el montaje a despecho del director. Del montaje depende la resolución del ritmo interno de una película, de los fallos o errores del rodaje, puede enriquecer y mejorar las decisiones previas del realizador… y es la consumación de la gramática de un film, cuando esta cuaja en un resultado concreto y específico. En líneas generales, debe decirse que el cine es básicamente montaje. Aunque también hay secuencias cuyo montaje es interno y se resuelve en el rodaje mismo: se trata de los planos-secuencia, planos unitarios o unificadores, sin cortes, en que el ritmo y el desarrollo gramatical, narrativo y poético (por este orden) está determinado por los movimientos internos y externos al encuadre: reencuadres y movimientos internos en cuadro. Aquí, el montaje sí lo hacen forzosamente el director y el camarógrafo. -
Cuando una película se acaba, ¿puede considerarse a alguien como sumo responsable de la obra?
Depende de la película y de su proceso de producción. Lo normal es que sea el director. Pero como ya he venido a decir arriba, a lo largo de la Historia del cine, hay películas de productor (como las excepcionales producciones de Val Lewton para la Universal en los años 40), de guionista (como Sueños de seductor, obra más de su libretista, Woody Allen, que de su director, Herbert Ross) e incluso de operador: en algunos films, el guión es un encargo rutinario, el director no ha realizado un guión técnico previo, y la planificación acaba siendo asumida por el director de fotografía y su subalterno inmediato, el camarógrafo. En la época clásica de Hollywood, el poderío de algunos directores de fotografía era omnímodo, legendariamente despótico: tal es el caso de Leon Shamroy en la Metro. -
¿Qué lugar le darías al cine español, dentro del panorama internacional?
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En cuanto a prestigio, se circunscribe a algunos nombres señeros, por supuesto muy escasos: Almodóvar, Álex de la Iglesia, Amenábar. En cuanto a mercado global, es un enano económico, porque ni puede ni se le deja competir a nivel internacional con el coloso yanqui. Y a nivel interno, carecemos de una estructura industrial sólida, y nuestro propio mercado cinematográfico, como ya dije antes, pertenece en su mayor parte a los grandes monopolios y conglomerados empresariales norteamericanos. Sobreabunda últimamente la palabrería tecnocrática sobre incentivos fiscales a los productores. Pero sin una política proteccionista a la francesa (impracticable en un Estado lacayo de los USA) y de tasas horizontales (en que el dinero recaudado de los empresarios cinematográficos y el IVA de las entradas se invierta en subvencionar el cine mismo, como en Francia) nada mejorará sustancialmente. Antes al contrario.
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Estamos viviendo una profunda crisis económica, ¿hasta qué punto puede
llegar a afectar a la industria cinematográfica esta dramática situación? No hay que decir “hasta qué punto”, porque el cine, por su carestía, por su necesidad de amplias redes de distribución, y demás, siempre sufre de manera directa y fiel los altibajos de la economía. En España, el desmantelamiento del llamado “Estado Social” borbónico nacido de la Reforma política y los Pactos de la Moncloa, y la
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incapacidad manifiesta de elaborar políticas soberanas de protección de nuestro mercado cinematográfico, acarrearán, como ya están afirmando los últimos directores generales del ICAA (porque ahora la inestabilidad de las políticas españolas de cinematografía es tal, que sus responsables cambian cada equis meses), acarrearán, como ya digo, la reducción drástica de las ayudas en beneficio de los incentivos fiscales a la inversión en cine, lo que supondrá, para variar, otro daño considerable a los productores pequeños e independientes, contra los que se viene atentando (en beneficio de una reconversión y un desmantelamiento industriales calculados) desde la Ley Miró del 83. Todas las crisis son también procesos de reestructuración económica. Desde el momento que no interesó invertir en cine en este país, la industria sobreviviente sufrió varios procesos de desmantelamiento para dirigir esas inversiones hacia otra parte. Eso es todo. -
¿Va pareja la crisis de talentos a la económica? No. El talento cinematográfico en sí ha descendido en las últimas décadas (de
los años 80 a esta parte) porque la acumulación monopolista que se produce en la industria del cine de los Estados Unidos con la crisis de los 70 engendra, finalmente, una propuesta de producción muy agresiva, basada predominantemente en el marketing, el merchandising y las promociones a escala global, y esta propuesta resultó (como se esperaba y pretendía por los agresores) inasumible para los agredidos: las cinematografías periféricas, cuyo mercado se encontraba, y encuentra hoy más que nunca, imperializado y dominado por el colonialismo cultural norteamericano. Así, hubo una quiebra generacional: de los cines de barrio y la diversidad de la oferta, al consumo masivo de vídeo y la uniformización de la oferta. Mi generación fue educada cinematográficamente por Spielberg y Lucas y por nadie más, incluso el cine clásico anterior se nos hacía indigerible, algo así como antiguallas tercermundistas y oxidadas. La globalización es universalización de la cultura impuesta, la uniformidad, y, por lo tanto, la mediocridad más rampante. Pero, insisto, en la crisis económica actual sigue habiendo talento, porque el talento es, por naturaleza, resistente. Otra cosa es que los todopoderosos “mercados” y la falta de interés en desarrollar y consolidar verdaderas industrias cinematográficas nacionales, hagan todo lo posible por ocultar ese talento y sepultarlo.
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¿Puede ser que la crisis potencie al cine independiente frente a las grandes
productoras? Depende. La serie B nació con la crisis del 29 a partir de pequeñas productoras, pero luego tales compañías quebraron o fueron absorbidas por los grandes estudios. La crisis se las llevó por delante. La política económica dominante en los colapsos cíclicos del capital es favorecer los grandes intereses empresariales y financieros: impulsar la concentración monopolista mientras se empobrece calculadamente a las llamadas clases medias, se reduce masivamente el mercado laboral y se recortan salarios y derechos de los trabajadores. Esto siempre ha sido así en el capitalismo, o “economía de mercado”, o como lo queramos llamar. Por lo tanto, no debemos esperar nada bueno de arriba. En los años 70, los productores independientes aprovechaban resquicios del mercado (circuitos de distribución “alternativos”: cines de barrio, de arte y ensayo, etc.) para sobrevivir, pero aun así esto era difícil. Ahora esos resquicios ni siquiera existen. Únicamente queda un rescoldo de esperanza en la redefinición de la difusión cinematográfica por medio de internet. -
¿Eres partidario de los festivales cinematográficos?
Por supuesto. Son el único medio de promoción para la mayoría de cine que se hace ahora. Otra cosa es que esté de acuerdo en cómo se organizan. En una situación como la del cine, en que no interesa invertir, el mercado es de otros, hay demasiados aspirantes y muy poco sitio para ellos… pues lo que predomina como medio de promoción y ascenso profesional es la turbiedad, los clanes, las amigocracias, el tráfico de influencias… y de ahí salen la mayoría de jurados de los festivales. Vegetamos, como más o menos decía Eloy de la Iglesia, en el canibalismo profesional. Otro aspecto especialmente turbio es quién patrocina y financia los festivales, sobre todo los internacionales, que son escaparates planetarios del cine. Esto reduce todavía más el ámbito de expresión de los artistas y profesionales a través de estos cauces, y, como a menudo sucede, por ejemplo, en Venecia (festival del que las malas lenguas dicen que está comprado por los cuatro costados), también sirve para aupar, aun cuando se presenten fuera de concurso, a los productos prefabricados de siempre: los Piratas del Caribe y demás. Hoy todo se ha polarizado en dos propuestas: o las megaproducciones del Neo-Hollywood multimediático, o el cine de autor elitista y exquisito, basado en la 40
promoción publicitaria del artista, del director objeto de devoción religiosa. Y los festivales han contribuido de manera decisiva a esta situación execrable.
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¿Hacia dónde camina nuestro cine?
Suponer que camine hacia alguna parte es demasiado halagüeño. El cine español como corriente en sí misma no existe, pues carece de consistencia y personalidad propias y definidas. Económicamente, como ya he dicho, está varado. Y lo que es más grave: los españoles no tenemos ningún respeto por la tradición cinematográfica propia. Claro que no es tan impresionante como la italiana o la japonesa, pero aún así se da la circunstancia de que algunos de los mejores artistas y profesionales de nuestro cine (y sus películas) permanecen olvidados o marginados de la memoria colectiva: Benito Perojo, Rafael Gil, Luis Lucia, Francisco Regueiro, Joaquín L. Romero Marchent, Antonio
Eceiza,
Francisco
Macián,
Jesús
Garay,
Paulino
Viota,
Gonzalo
Garciapelayo… La lista es interminable, y algunas omisiones se deben, o bien a antagonismos ideológicos (porque algunos grandes directores españoles, como Gil, Orduña o Sáenz de Heredia, eran fascistas de pro) o bien a la marginalidad en que estos cineastas se vieron obligados a trabajar (caso de Viota o de Garciapelayo). Manderley, de Jesús Garay, no tiene mucho que envidiar a Arrebato, de Zulueta, pero nadie la reivindica. ¿Por qué? Lo mismo sucede con nuestro cine de animación: Historias de 41
amor y masacre, realizada por Jaume Amorós “Ja” y por humoristas de El Papus y otros como Gila, Chumy Chúmez o El Perich, es un excelente ejemplo de cine adulto de dibujos animados, y permanece en el olvido más atroz. -
Me gustaría que fueses tú quien cerrases esta entrevista, ¿qué quieres
añadir como despedida, ante los lectores de Raíces de Papel? Que es tiempo de reflexionar, de recapitular y replantearse muchas cosas. Que la cultura es libertad, diálogo con el mundo, y por lo tanto, reflexión crítica, así que debemos intentar combatir nuestros propios prejuicios sobre la cultura misma. Romper esa estanqueidad, ese amurallamiento que guetifica y separa unas expresiones culturales divorciándolas de otras. Debemos volver a la idea clásica de la “república de las letras”, del diálogo abierto entre alta y baja cultura, entre lo culto y lo popular. Esa polarización de las expresiones cinematográficas de la que hablábamos arriba, entre forraje para las masas y presuntos manjares para las minorías cultas, es una forma de control ideológico y mercantil incompatible con una verdadera democracia cultural. Estamos en un momento en que el pensamiento crítico real se hace más necesario que nunca, y debemos ser capaces de ver hasta qué punto puede nuestra mente abrirse y expandirse hacia un diálogo cultural auténtico.
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Marcos Callau Vicente Entrevista al Escritor
Alfredo Moreno Agudo Alfredo Moreno Agudo (Zaragoza. 1976) es Licenciado en Derecho por la Universidad de
Zaragoza.
Desde
2007
mantiene
el
blog
cinéfilo
“39
Escalones”
(http://39escalones.wordpress.com) Colabora con el Diario Aragonés, con la emisora 43
aragonesa TEA FM, en el espacio Distrito Cine, y es coordinador del ciclo Libros filmados celebrado en la FNAC Plaza España de Zaragoza y organizado por la Asociación Aragonesa de Escritores. Ha publicado artículos sobre cine en las revistas digitales Narrativas, El cronista de la red y La trinchera. Alfredo Moreno es autor del libro titulado 39 estaciones, de viaje entre el cine y la vida (Ed. Eclipsados 2011) Para este número contamos con Alfredo Moreno, alias 39 escalones (título de su blog cinéfilo) y autor del libro 39 estaciones, de viaje entre el cine y la vida (Ed. Eclipsados 2011) ¿Existe una obsesión por el 39? No una obsesión, sino más bien una práctica que casi ha devenido en marca de fábrica. Al no firmar nunca en el blog con nombre y apellidos, es mucha la gente, tanto en la red como en persona, que se refiere a uno como “39” o como “Escalones”. Al concebir el proyecto del libro como una extensión más o menos natural del blog, el 39 era una forma de acotar tiempos y espacios tan buena como otra cualquiera, e igualmente una manera de trasladar al papel lo que ya, junto al monstruo de Frankenstein de Boris Karloff, es casi una imagen corporativa. Tampoco es una obsesión la película de Hitchcock ni la novela de John Buchan. Sencillamente, los 39 escalones contra los que combatía Richard Hannah eran una red de espías que, en la sombra, desconocidos, anónimos, trabajaban para sacar secretos estratégicos de Gran Bretaña y venderlos al mejor postor. Esa imagen de clandestinidad, de identidad difusa, incógnita, disuelta en el anonimato, me parecía bastante ajustada a lo que son en su mayoría los navegantes de la red en general y los lectores de un blog en particular.
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Cinéfilo apasionado, no le gusta denominarse crítico aunque da la sensación de que nunca se cansaría de ver, hablar y escribir sobre el cine. ¿Cuántas películas has llegado a ver en un día? Prefiero el término “comentarista” al de “crítico”. El crítico tradicional parece envuelto en una pátina, casi siempre otorgada por sí mismo, en el halo de una presunta mayor cualificación a la hora de opinar, no técnicamente sobre las películas, sino en cuestión de gustos. Sin embargo, muy pocos críticos han tenido entre las manos una cámara de cine ni han intentado filmar una secuencia, lo cual, al menos para mí, hace que, a falta del empleo de criterios técnicos en sus críticas, sus gustos como espectadores no sean mejores que los de cualquier otro, cualificado o no. A fin de cuentas, su “mayor juicio” deriva de haber visto mucho cine, más quizá que el espectador medio, y de poseer un bagaje de conocimientos, no sólo cinematográficos, que le permitan valorar los méritos y defectos de una obra, su lugar en su correspondiente género o en la filmografía de su director, y su contexto histórico, sociológico y cultural. Yo no poseo formación como cineasta, y por tanto me limito a lo que me parece más honesto, a comentar las películas como otro espectador más, quizá con una mirada más penetrante, más atenta, intentando dar siempre la vuelta a lo evidente para revelar lo subliminal, para ayudar al espectador a entender, a contextualizar, a digerir, pero siempre con la intención de compartir impresiones, alabanzas y objeciones, de disfrutar en común de las películas, incluso de las malas, nunca con la idea de imponer un criterio o mucho menos un gusto propio sobre el que medir la calidad de las películas, con el que sentar cátedra. Supongo que todo parte de una pregunta que pocos espectadores se hacen; normalmente uno termina de pensar sobre una película o un libro con un “me gusta” o un “no me gusta”. Casi nadie se pregunta “por qué me gusta o no me gusta” o, mejor expresado, “qué ha hecho el autor para que algo me guste o para que no me guste”. Quien expresa sus gustos, incluso por una película nefasta, merece todo el respeto. Pero en el blog no comentamos gustos, sino cine. En cuanto a cuántas películas he llegado a ver en un día... Mi récord personal son 8, pero sin utilizar el horario de madrugada.
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Para ti, ¿qué es el cine? Es una pregunta compleja; en el cine caben muchas definiciones. Es un invento fruto del progreso tecnológico del siglo XIX que deriva en medio de entretenimiento. De ahí pasa a ser considerado un arte, pero también posee una dimensión como medio de comunicación y de educación, como dijo Orson Welles, el más importante desde la invención de la imprenta. Pero si tengo que definirlo de un modo íntimo y personal, diría que, para mí, es una forma de jugar, de perpetuar los juegos recurrentes de la infancia, una puerta abierta a la inventiva, a la diversión y la emoción, aceptando las historias y las reglas para moverte en ellas que te ofrecen directores, guionistas, técnicos e intérpretes. Un juego que dura hasta el The end final y que vuelve a empezar cada vez que te sientas ante la pantalla a ver la película. Por tanto es un entretenimiento, sí –que no un pasatiempo, como parece opinar la mayoría del público actual-, que funciona además como origen y fuente de otros placeres, intelectuales, didácticos y educativos, y también emocionales. Como los juegos. 39 escalones (http://39escalones.wordpress.com) es el título del blog que mantienes desde hace cinco años y que hace relativamente poco tiempo ha alcanzado el millón de visitas. ¿Qué satisfacciones y qué nuevas posibilidades has encontrado a través del mundo de los blogs?
Más que posibilidades, el blog ha abierto caminos y ha proporcionado sorpresas. La mayor, haber aparecido en una lista –muy peregrina, todo hay que decirlo- de los mejores cien blogs de Internet. Y en cuanto a los caminos que ha abierto, me ha posibilitado salir de la red y saltar a otros medios: la prensa, a través de Diario Aragonés y de varias revistas digitales, la radio, con un microespacio cinéfilo en TEA FM, y la organización de proyecciones de películas y coloquios, como el ciclo Libros Filmados. 46
Recientemente, me ha llevado a publicar el libro, siguiendo la línea de los contenidos y temas que he tratado siempre en el blog. La mayor satisfacción de todas, sin embargo, con muchísima diferencia, radica en la oportunidad de haber entrado en contacto con aficionados al cine de todo el mundo, y en especial el haber trabado relación con un buen puñado de ellos con quienes la amistad ha saltado de lo virtual a lo personal. ¿Consideras hoy en día Internet una herramienta indispensable para cualquier escritor? Para ser escritor sólo me parece imprescindible tener cosas que contar que merezcan ser contadas y leídas, la capacidad de contarlas bien y el tiempo necesario para adquirir el oficio de escribir. Las herramientas son útiles, y más Internet, que es algo así como la “herramienta total”, pero al fin y al cabo el uso de las herramientas depende de la pericia de quienes las utilizan, y en este caso, además, de la capacidad del usuario para discriminar la información, para cribar lo realmente auténtico y válido de entre la morralla omnipresente. Lo que Internet no puede otorgar es el talento para ser escritor, y hoy en día la “democracia de la red” ha hecho que se multiplique el número de gente que escribe con más o menos gracia y habilidad, entre los que me cuento, pero no el de escritores. Ser escritor es otra cosa. Esta revista se titula Raíces de papel y según creo las raíces del cine, efectivamente, se encuentran en el papel, en la literatura. ¿En qué medida influyó la literatura en el cine? Discrepo. Las raíces del cine están en el progreso tecnológico, en el ansia de poner fotografías en movimiento. El cine sólo pretende contar historias cuando los hermanos Lumière inventan la explotación comercial del cine y para ello intentan revestirlo de un prestigio similar al de la literatura. La invención del cine es compartida, se debe por igual a Edison, Eastman (el inventor de la película para filmar y proyectar) y los Lumière. Allí donde Edison creó un fenómeno de feria consistente en una barraca por cuyo agujero se miraba de manera individual una tira de película que retrataba un episodio, por lo general cómico, curioso o morboso, de la vida cotidiana, y que, una vez agotado como novedad, fue aparcado, los Lumière dieron con la idea de la proyección colectiva, de una platea de asientos dispuestos ante una sábana blanca sobre la que proyectar una historia que contar, de fusionar la barraca de feria de Edison con el teatro 47
como espectáculo. Y es ahí donde el cine echa mano de la literatura, de su prestigio, de sus historias, para llevar al público a las salas. Pero estamos hablando de los primeros años del siglo XX; el cine ya tenía casi una década de vida cuando se pensó en la literatura como fuente casi inagotable de historias que contar. Es más, el cine asentó sus géneros incluso antes de tomar la literatura como fuente: el documental, como La llegada del tren a la estación de la Ciotat, o la comedia, como El regador regado. Eres coordinador del ciclo Libros filmados organizado por la Asociación Aragonesa de Escritores en la FNAC de Zaragoza. Explícanos un poco en qué consisten estas sesiones.
Se trata de proyectar y de comentar posteriormente, entre los ponentes invitados y el público asistente, una película inspirada en una obra literaria. En última instancia se trata de reflexionar acerca del fenómeno de la adaptación, de cómo el cine a veces estropea grandes obras literarias o de cómo convierte en inmortales obras maestras libros más que mediocres; en suma, de ver cómo el cine necesita instrumentos, ritmos y formas propios para contar una historia que, a veces con fundamento y otras erróneamente, se interpretan como traiciones a la literatura.
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39 estaciones es el título de tu primer libro. ¿Cómo se fraguó esta obra? ¿Es algo que siempre has tenido en mente? La idea de escribir siempre ha estado presente, pero no ha sido hasta desarrollar la labor de comentarista de cine freelance que ha tomado forma gracias a la insistencia y al ánimo de un grupo de buenos amigos. Finalmente, me decidí por trasladar al papel los modos y maneras, y algunos de los temas, que me he ocupado en tratar en el blog en los últimos cinco años, aunque todos los textos, excepto tres o cuatro, han sido escritos exclusivamente para el libro. Creo que 39 estaciones también se podría definir como un libro de relatos cinéfilos puesto que hay artículos que reciben este tratamiento, como el dedicado a la película Marty (Delbert Mann, 1955) ¿Cómo definirías 39 estaciones?
No estoy muy de acuerdo con esa definición. Hay algún texto, como el que citas, o el dedicado a El hombre tranquilo (The quiet man, John Ford, 1952), que está escrito
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desde dentro de la propia película o desde su contexto artístico, pero no son relatos de ficción. La mayoría de los apartados son más bien ensayísticos, dicho con todo el vértigo del mundo, aunque yo prefiero denominarlos, simplemente, comentarios de películas, de trayectorias (Nicholas Ray, John Sturges) o de temas cinematográficos (el demonio en el cine, la idea de frontera), sin más. Carezco de talento, creo, para crear ficción. En el artículo La última función repasas la vida de Buster Keaton y al recordar una escena de Sunset Boulevard (Billy Wilde, 1950) subrayas la marca de la tragedia en su rostro. ¿Este actor que nunca sonrió es, en tu opinión, el mejor cómico del cine mudo por delante de Chaplin?
Digamos que sus ambiciones artísticas eran mayores, y que eso permite explicar tanto por qué fue el que más rápidamente pasó al olvido del gran público como por qué su obra se ha revalorizado con el paso de las décadas, más que la de Chaplin o que la de Harold Lloyd, que en su día era el más exitoso de los tres. En Keaton encontramos comedia, gags, slapstick puro, pero también un lenguaje visual propio como cineasta, una sensibilidad artística que va más allá de la comedia o del mensaje político expresado por Chaplin en algunas ocasiones. Keaton no hace ascos, por ejemplo, a 50
explorar el surrealismo, que estaba en pleno auge en Europa. No es que sea el mejor cómico de los tres (no creo que nadie pueda afirmar semejante cosa de ninguno de ellos), ni tampoco el más artista (ahí está Chaplin, que hacía de todo y casi todo bien, incluso copiar a otros), pero sí me parece el más cineasta de los tres, el que posee una mirada propia puramente cinematográfica, un poco más distante, por tanto, de lo popular, que le terminó costando caro. En Pulp Quentin escribes, y cito literalmente “no hay argumentos nuevos bajo el sol” Pareciera como si en el cine estuviera todo contado ya y que directores como Quentin Tarantino, que hablan de homenajes, fueran realmente un fraude. La ausencia de ideas, tanto en el cine como en otros campos, ¿es el problema actual al que se tienes que enfrentar los escritores?
Reservoir dogs (Q. Tarantino) Yo no diría fraude. Muchos directores de “homenajes”, y Tarantino especialmente, poseen gran talento para contar historias. El problema específico de Tarantino es que hay demasiados de sus espectadores que admiran al autor de los homenajes y no las obras que homenajea, las cuales a menudo incluso desconocen. Eso hace que abunden proclamaciones de genialidad y alabanzas varias que han de relativizarse no poco, 51
reconociendo, no obstante, sus dotes como narrador y cineasta. Pero, efectivamente, tanto en cine como en literatura todo está contado desde siempre. No hay más que cuatro o cinco historias que se repiten desde el inicio de los tiempos; la variación está en la manera de contarlas. Tarantino, por ejemplo, en sus grandes películas, las tres primeras (y recuérdese que Reservoir dogs es un remake), adoptó una forma de contar que muchos saludaron como nueva y suya, cuando no era ni nueva ni suya, por más que en su debut mejorara con mucho el original. El problema no es de Tarantino, claro, sino de la desmemoria o el desinterés de su público por buscar sus fuentes de, llamémosla así, inspiración. Luego se ha dedicado a rodar homenajes aún más explícitos, casi parodias, y eso provoca que se esté haciendo cada vez más pequeño como cineasta. Pero las ideas están ahí, porque han estado siempre, y siempre son las mismas. Lo que parece haberse agotado es la manera de contarlas; parece que vivimos en un periodo de saturación al que debería seguir uno de depuración. Pero hay que dejar constancia de un hecho absolutamente cierto: en el cine todo está inventado ya antes de la llegada del sonoro en los años veinte del siglo pasado; todas las historias se han contado ya, y de todas las formas posibles. En la literatura pasa algo parecido, y novelas con perspectivas aparentemente nuevas que han conseguido convertirse en best-sellers, pongamos La sombra del viento o la trilogía de Stieg Larsson, resultan literariamente horrendas, pésimamente escritas. Su éxito se ha debido principalmente a un concepto de novedad falso, postizo, más publicitario que real. Son triunfos populares que no responden a una calidad literaria, a un verdadero trabajo innovador. Con el cine lleva décadas ocurriendo algo similar, desde que las carteleras están copadas por Steven Spielberg, George Lucas y sus imitadores, y ha alcanzado su máximo exponente con la tontería de las 3D, que son casi tan antiguas como el cine. El problema para escritores y guionistas hoy está, primero, en lo acomodaticio del público, que es poco dado a innovaciones, y en las editoriales y los productores que, menos aún en épocas de crisis, no están dispuestos a arriesgar con cambios sobre modelos que ya hayan acreditado su buen funcionamiento comercial. Y segundo, al menos en cuanto a los guionistas y al público se refiere, en la pérdida masiva de referentes culturales que tanto limita la creación de historias y su comprensión por el espectador. A menos cultura, a menos memoria histórica, literaria y cinematográfica, menos cosas pueden contarse, menos complejas, mucho menos interesantes, y mucho más pobres. En resumen, peores. Un ejemplo acerca de esto mismo en el cine: es fácil encontrar fotografías, semblanzas y comentarios sobre la vida de cineastas como Ford, Hitchcock, Lang, Huston, etc., y no digamos ya de europeos 52
ajenos a Hollywood como Truffaut, Pasolini, Antonioni o Buñuel, plagados de referencias continuas a los libros, a la cultura; tipos como Lucas, Spielberg o Tarantino, directores con un enorme talento visual para el entretenimiento, directamente no leen, algunos de ellos ni siquiera tienen libros en casa o en su oficina. Se entregan a una cultura popular plena de aciertos y virtudes, y también repleta de lagunas y carencias. Otro ejemplo muy concreto a propósito de dos cineastas “comerciales”, para evitar que algún lector nos acuse de “culturetas”: la película número 27 de Alfred Hitchcock, realizada con 42 años, es Sospecha (1941); la película número 27 de Steven Spielberg, filmada con 65 años, es Tintín. George Lucas lleva treinta años viviendo de una trilogía, sus derivados y sus muñecos. No quiero decir con ello que Tintín o La guerra de las galaxias sean malas películas, pero creo que son una muestra clara del deterioro cultural del cine de consumo de hoy. Un último ejemplo: en 1960, con apenas una semana de diferencia, se estrenaron Psicosis de Hitchcock, El apartamento de Billy Wilder y La dolce vita de Fellini. Son sólo tres de las grandes películas de una de las grandes cosechas cinematográficas mundiales, como fue 1960, o como fueron antes 1939, 1948 o el binomio 1954-55. Pensemos ahora en las carteleras semanales de nuestros cines desde 1980 hacia aquí. Me parece que está claro. Hablando de ausencia de ideas, una de las películas que más me gustó el año pasado fue Valor de ley de los hermanos Coen, que es un remake. Los remake, aunque siempre los hubo, ¿son la mejor muestra de este problema? ¿Son necesarios hoy en día, de alguna forma?
1969
2010
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El remake tuvo un sentido del que hoy carece. Pensemos en que el cine siempre ha sido, lo primero de todo, para quienes lo crean, un negocio, y que la vida útil de las películas se limitaba al recorrido que hacían por las salas del circuito de exhibición. Una vez finalizada su vida comercial, algunas incluso se destruían, o se vendían y almacenaban para utilizar la película para usos alternativos que nada tenían que ver con el cine. Por eso, prácticamente con cada cambio generacional, existía una razón para volver a rodar determinadas historias, porque el público cambiaba, y si, por ejemplo, no habías tenido ocasión de ver el Drácula de Tod Browning de 1931 en las salas, no ibas a poder verlo jamás, y por tanto no hacía daño a nadie una nueva versión estrenada veintitantos años después, como la de Terence Young de 1958. Obviamente, a esto hay que sumar el hecho de que, llegado el cine sonoro, existía un buen motivo para filmar y estrenar de nuevo todo el cine mudo ya rodado, como hizo Cecil B. DeMille con su auto-remake de Los diez mandamientos o sucedió con historias como Ben-Hur que en la famosa versión protagonizada por Charlton Heston también es un remake. Otro tanto podía esperarse de la extensión del uso del color, razón que algunos esgrimieron para volver a filmar con la nueva técnica historias que ya tenían precedentes en blanco y negro. Pero con la llegada, primero de la televisión, y luego con los distintos modos y mecanismos de registro y reproducción doméstica de películas (vídeo, DVD, etc.), la práctica del remake ha perdido totalmente su sentido, porque no hay razón alguna para que un espectador que puede ver un pase televisivo o alquilar o adquirir una copia del Drácula de 1931 tenga que padecer una versión de 2011 que, además, en sus ansia de innovar como pollos sin cabeza, patee la novela de Bram Stoker o, peor, ofrezca una estética operística abigarrada y casi más propia de un videoclip pop o de una fiesta del orgullo gay, como hizo Francis Coppola en 1992. En el caso de Valor de ley, creo que no se trata tanto de un remake como de una nueva versión de la novela de Charles Portis, en algún caso, como por ejemplo en cuanto al personaje de la chica, incluso superior al clásico de Henry Hathaway. El único sentido que tiene hoy en día un remake es que se trate de obras que por algún motivo de censura no hayan podido filmarse íntegras nunca, o que estén realizados por un talento capaz de ofrecer una visión nueva o una perspectiva innovadora de una historia ya vista. Pero, no nos engañemos, esos talentos, si es que existen, podrían contarse con los dedos de una mano. Ahora bien, todavía hay un fenómeno peor que el remake, que es el de volver a rodar una película tal cual, plano a plano, con cambios de formato y de reparto. Gus Van Sant, por su remake de Psicosis 54
de 1998, idéntico –en la intención, ya quisiera él en cuanto a resultado...- al original excepto en un detalle que destroza todo el sentido de la historia, y Michael Haneke, por volver a rodar su Funny games en 2007 con actores de Hollywood, merecerían prisión.
1927
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¿Cuál es la salud actual de la industria cinematográfica? ¿Debemos ser optimistas con el cine del futuro? Si la salud ha de medirse en dólares y en términos recaudatorios, y al margen de temas como la piratería (en parte, todo sea dicho, auspiciada, fomentada y rentabilizada por las mismas grandes corporaciones que por otro lado se quejan de ella), su estado es bueno. Si su salud se mide en calidad, en cuanto al cine comercial, su estado es muy grave, camino del estado crítico, si no de la catatonia. El cine de Hollywood y sus imitaciones fuera de Estados Unidos son, junto a Facebook, los videojuegos y la televisión, un factor fundamental en el constante intento de infantilización del público, y con él, de la sociedad, un pilar más de la búsqueda de la conversión de los individuos en niños, es decir, en consumidores perfectos. En caso del cine español, la industria cinematográfica española no ha existido ni existirá, así que, resultando casi siempre de la lucha particular, mientras haya luchadores, seguirá habiendo cine español. El cine del futuro, si es que los videojuegos e Internet no acaban con él tal y como lo conocemos en la actualidad, tendrá de todo, como ha sucedido siempre, pero el cine popular cada vez será de menor calidad, como también ha ido sucediendo paulatinamente con el paso de las décadas. A menudo se habla de Clint Eastwood como el último superviviente de la época dorada del cine. ¿Woody Allen y él son los últimos?
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Ninguno de los dos pertenece a la época dorada del cine, si entendemos como tal el ciclo clásico de Hollywood. La primera película de Eastwood como director es de 1971; el debut de Allen en solitario es de 1969. Sí pertenecen a un periodo previo al boom taquillero de los setenta resultante del éxito de El padrino, El exorcista, Tiburón y La guerra de las galaxias, que fue el responsable de que la forma de escribir, producir, filmar y distribuir las películas en Estados Unidos, y con ello en el resto del mundo, cambiara para siempre, y por supuesto a peor. Sus referentes son clásicos; en caso de Eastwood es evidente su ligazón con cierta forma de hacer y entender el cine por parte de John Ford, pero también la herencia de sus mentores, Don Siegel, cuya carrera surgió de la serie B de los años cuarenta y cincuenta, y Sergio Leone, dedicado al cine a partir del peplum italiano de los años cincuenta y sesenta pero depositario de la tradición cinematográfica europea en general e italiana en particular, pero igualmente también de la norteamericana, gracias a su trabajo como operador y ayudante en coproducciones internacionales. En Allen están siempre presentes el gusto por el humor de Groucho Marx y de Bob Hope, por un lado, y la deuda con cineastas como Ingmar Bergman o Luis Buñuel. De modo que sí, que en cuanto a referentes puede considerarse que son los últimos cineastas clásicos de Estados Unidos. Algunos incluirían en el grupo a Martin Scorsese; es evidente, en cambio, que desde quizá Uno de los nuestros (1990) no puede ser así, principalmente porque insiste en filmar películas muy por debajo de lo que fue capaz en sus primeros tiempos, gracias a lo cual curiosamente ha empezado a gozar del favor de la industria y del público, signo preocupante de que lo apuntado antes puede ser más cierto de lo que algunos querrían. Poco a poco las ciudades se han ido quedando sin sus emblemáticas salas. Primero se sustituyeron por pequeños multicines y en la actualidad estos espacios se reducen a las áreas comerciales y grandes almacenes. ¿Cómo afecta a la industria la eliminación de las salas grandes de cine? A la industria comercial le sienta de fábula. De hecho es una hipertrofia, un tentáculo más de ese mecanismo de saturación e infantilización y consumismo que mencionaba más arriba. Donde antes cabía una sola película, ahora pueden proyectarse cinco, diez, doce... Pero, como ocurre con la absurda proliferación de canales de televisión, eso no repercute en una mejora en la calidad y en la variedad de la oferta, se trata de una falsa 57
abundancia. Cada vez hay más salas, pero eso no se ha traducido en un mayor número de estrenos o en la presencia en pantalla de cinematografías menos frecuentes, sino en la repetición hasta la saciedad de aquellas películas que responden a cierto perfil comercial. Tampoco, salvo excepciones, ha servido para aumentar el número de proyecciones en versión original subtitulada (me pregunto qué pensarían, por ejemplo, los fans de Frank Sinatra, si los discos que se vendieran en España vinieran doblados por un cantante que tradujera al español las letras y con su propia voz, por muy buenos gorgoritos que hiciera). Además, las salas han perdido en tamaño de pantalla, en confortabilidad y comodidad, y los supuestos avances en cuanto a sonido y 3D son más bien espejismos comerciales que elementos que redunden en una mayor calidad de las películas. En general, el aumento del número de salas ha conllevado una rebaja en cuanto a su calidad, y ha servido de altavoz a lo peor del cine comercial. Me llamó la atención que, durante la presentación de 39 estaciones y en los agradecimientos, nombraste a José Luis Garci. ¿Qué significó Garci para ti y para el cine español en general?
José Luis Garci es uno de los mejores directores que ha habido en España. Primero, por la calidad de su obra, especialmente de la primera etapa, y segundo por su pasión a la hora de escribir sobre cine y por su programa de La2 de Televisión Española. Su desaparición y su sustitución en la parrilla es otra muestra de esa pérdida colectiva con respecto al cine que comento más arriba. Garci y sus contertulios nos enseñaron a disfrutar, a mirar, a comprender, a admirar el cine. A hacerlo nuestro. A incorporarlo a 58
nuestra vida, a nuestra memoria sentimental. En algún lugar ha escrito: “Somos las películas que hemos visto”. Es una auténtica desgracia para el cine español que cineastas como Víctor Erice o Manuel Gutiérrez Aragón estén en el paro, y que grandes como Garci o Saura se enclaustren en proyectos personalísimos sin ningún respaldo en la taquilla, sin apoyo mediático ni difusión, o que, como en caso de José Luis Garci, sean objeto continuo de chanza y burla por parte de un montón de indocumentados que no tienen ni idea de lo que es, de lo que fue y debería seguir siendo, el cine e ir al cine, y que, en cambio, suelen contribuir a la proliferación de la telebasura. El crimen de José Luis Garci, fíjate el grado de estupidez colectiva que se puede alcanzar, es que no es moderno. Que su cine no nace con vocación de modernidad, que es deliberadamente clásico, que sus películas son historias “sobre películas”. En un tiempo y una sociedad donde reinan la desmemoria y la banalidad, donde el mérito consiste en correr a toda velocidad por un túnel sin luz o por un camino con un muro al fondo contra el que chocarse, no es de extrañar que se premien mediáticamente tonterías como El orfanato y se dé de lado a uno de los pocos cineastas de muchos quilates que nos quedan. Después de 39 estaciones, ¿en qué nuevo proyecto tienes ganas de embarcarte ahora? Ganas, lo que se dice ganas, en ninguno. Hay un embrión de proyecto, sin desarrollar más que superficialmente, que tiene que ver con la ficción pero en el que el cine estaría muy presente. Pero, como he dicho antes, creo no tener talento para la ficción, así que se trata de algo deliberadamente concebido para el fracaso; digamos que se trata de un proyecto que me ayude a convencerme a mí mismo de que estoy en lo cierto y abandonar así, forzado por la derrota más estrepitosa, mis coqueteos literarios con la narrativa.
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Por último, esta pregunta es inevitable. Es muy difícil elegir una lista de películas favoritas pero, si tuviéramos que explicar qué es el cine, ¿qué películas serían indispensables? Si a alguien hubiera que explicarle qué es el cine en estado puro, es decir, no sólo pasatiempo o entretenimiento, sino también arte y cultura populares, transmisión de conocimientos y vehículo para ideas, sentimientos y emociones, y como suma de fondo y forma, no hay duda: El nacimiento de una nación de David W. Griffith (1915), Amanecer de F.W. Murnau (1927), La diligencia de John Ford (1939), Ciudadano Kane y El cuarto mandamiento de Orson Welles (1941 y 1942), Casablanca de Michael Curtiz (1942), Ladrón de bicicletas de Vittorio De Sica (1948), El crepúsculo de los dioses de Billy Wilder (1950), Los olvidados de Luis Buñuel (1950), Centauros del desierto de John Ford (1956), Vértigo y Con la muerte en los talones de Alfred Hitchcock (1958 y 1959), y El apartamento de Billy Wilder (1960). Estas trece para sólo para empezar. 60
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ARTÍCULOS
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Milagros Salvador A LOS 75 Aテ前S DE LA VISITA DE LORCA A BUENOS AIRES
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El siglo XX había comenzado para España con heridas en la piel y puedo decir que también en el corazón, como la reciente perdida de Cuba, la sangrienta guerra con Marruecos, la dictadura del General Primo de Rivera, el comportamiento de la monarquía, etc., la decadencia y la desilusión que escritores habían hecho resonar en sus escritos, y como contrapartida, el florecimiento individual de nombres importantísimos para la cultura. El 13 de octubre del año 1933, Lorca llega a Buenos Aires en el Conte Grande, cerrando así con La Habana y Nueva York el triángulo de las importantes ciudades americanas más significativas de la época a las que el poeta viajó. En el puerto le esperan, además de un sinfín de periodistas, Gregorio Martínez Sierra, Lola Membrives y su marido, sus tíos Francisco y María. El escenógrafo Manuel Fontanals que le acompañó en el viaje, añade que también encontró a la que había sido su niñera en Granada, y que residía en Buenos Aires desde hacía tres años. Y se instalará en el Hotel Castelar, en la habitación 704, en la Avenida de Mayo, un lujoso hotel para la época, edificio en el que actualmente puede verse la placa dorada que recuerda esta visita.
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En el año 2003, la habitación fue restaurada, y coincidiendo con la fecha de llegada del poeta, desde este año puede ser visitada los fines de semana.
El periódico La Nación reflejará así el hecho: Llegará hoy a Buenos Aires Federico García
Lorca,
joven que ha alcanzado vasta fama
y la consagración
respetuosa. Es en España uno de los exponentes más representativos quizá el más, de su nueva literatura, moderna e inquieta…… Pero Federico no era el primer escritor español que visitaba Buenos Aires. En la década de los años 20, antes de la decisiva fecha del año 31, la ciudad había despertado un extraordinario interés en los escritores españoles. la República Argentina disfrutaba de una situación económica mejor que la nuestra, visible florecimiento entre guerras, con un aumento en su población debido a los casi trescientos mil emigrantes que habían llegado, la mayoría españoles e italianos y presentaba un brillante ambiente cultural, lo
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que era una atracción para nuestros intelectuales, y a Buenos Aires llegaron, como se hace eco Irma Emiliozzi, en el libro El 27 en Buenos Aires, Xavier Bóveda, Gerardo Diego, en 1928, Guillermo de la Torre, en 1927 Maria Teresa León, estando casada con Sebastián Alfaro, y Amado Alonso, que fue director del Instituto de Filología de la Universidad de Buenos Aires, y que también lo sería Américo Castro, por citar algunos.
Cuando llega Lorca a Buenos Aires ya es conocido en España, en 1927 ha presentado en Barcelona Mariana Pineda, ha salido a la luz en 1928 su Romancero gitano, y en 1931 sus Poemas de Cante Jondo. En 1933 se presenta en Madrid, en el teatro Fontalva Bodas de sangre, y es nombrado codirector de la Barraca con Manuel Ugarte. En 1928, funda la revista Gallo, con miras a dar a conocer la joven poesía, y aunque tiene una corta vida de dos números, algunas de sus participaciones marcan un interesante nivel y eco, como la de Salvador Dalí, con su “Manifiesto anti-artístico catalán” Ya desde el primer día, Lorca es el invitado impresncindible del movimiento cultural porteño, esa misma noche, invitado por Pablo Sueiro, que se adelantó a recibirle
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en Montevideo,
asiste a la representación El mal de juventud, obre del alemán
Ferdinand Brücker, y es Gibson el que recoge el conocido comentario del poeta de que “en Madrid sería impensable estrenar esta obra, dado el carácter de su contenido”. Uno de los que mejor conoce a Lorca ,el asturiano Pablo Suero, y residente en Argentina, lo describe así: “Ancho de hombros, con una enorme frente, y una mirada color ciruela, García Lorca da la sensación de vigor y energía. Juega y ríe. Pero de pronto dice cosas fundamentales en un lenguaje lleno de fuerza, finalizando con algo que le hace reir primero a él, con una risa un poco ronca. Su acento andaluz escamotea sílabas. Habla con vehemencia y rapidez,” Al poco tiempo de llegar, Lorca escribe a sus padres con estas palabras que han sido tan reproducidas. “Yo estoy abrumado por la cantidad de agasajos y atenciones que estoy recibiendo aquí en esta enorme ciudad tengo la fama de un torero” Admirado y amado será una importante atracción cultural de la ciudad, “durante seis meses será difícil abrir la prensa sin leer algo acerca del prodigio andaluz que ha caído como una bomba sobre la ciudad.” Escribe Gibson.
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Lorca ha sido invitado a Buenos Aires, para dictar unas conferencias, por la Asociación
Amigos de las Artes,
actualmente bastante
que presidía Elena Sansinena, un nombre
olvidado, a la que la profesora Irma Emiliozzi llama no sin
razón, “promotora de la modernidad”. Además nuestro poeta, acudiría al estreno de su obra Bodas de sangre, en el teatro Avenida, con Lola Membrives como protagonista, que alcanzaría las 100 representaciones, con un acto memorable para el poeta, además presentaría Mariana Pineda , La zapatera prodigiosa, y El retablillo de Don Cristóbal, y la adaptación de la obra de Lope La dama boba, en el teatro de la Comedia, que ya se había estrenado en Madrid en 1930, en el teatro Español. Las
seis conferencias,
a las que Pedro Villarejo ha dedicado
una parte
importante de su libro Lorca en Buenos Aires, llevan por títulos “Teoría y juego del duende”, “La imagen poética de Luis de Góngora”, “Las nanas infantiles”, “Poeta en Nueva York”, “Cómo canta una ciudad de noviembre a noviembre”, y “El cante primitivo andaluz”. Un aspecto
que es necesario recordar
son las tertulias
y las peñas que
representaron una avanzadilla cultural de la ciudad porteña, a las que el poeta Antonio Requeni ha dedicado su libro Cronicón de las peñas de Buenos Aires”, de interesante lectura que nos introduce de una manera directa en el ambiente de una época. Recordaremos la Peña de las Gentes de las Ares y las Letras, creada en 1926 por el pintor Benito Quinquela y el crítico Arturo Romay, que se reunía en el Café Tortoni, el más célebre de la ciudad, de gusto modernista, que conserva en sus adornados muros fotografías y recuerdos de los nombre famosos que lo visitaron. Entre los que se encuentra el grabado que Lorca donó al café en el que escribió “solo el misterio nos hace vivir, solo el misterio”.
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Y la Peña Signo, que se reunirá en los bajos del hotel Castelar, la primera en la que confraternizarían hombres y mujeres en un lugar público, las primeras escritoras que serán las valientes de una época que romperán con muchos usos sociales. Y que en palabras del conocido periodista del Diario Crítica, Edmundo “Pucho” Guibourg “uno de los entretenimientos era también el baile, donde por supuesto, el tango era el rey. Por las peñas pasará nuestro poeta, y en interminables noches literarias, establecerá lazos de amistad y hablará de sus obras. Entre los nombres que pasarán a ser sus amigos citamos a Pablo Rojas Paz y su esposa Sara Tormú, Pablo Neruda, Oliverio Girando, Norah Lange, Raul González Muñóz, Jorge Sacco, Conrado Nalé Roxlo, María Luisa Bombal, Amado Villar, Pablo Suero, Edmundo Guibourg, Elena Sansinena de Elizalde, Victoria Ocampo, Eva Franco y Rosa María Oliver.
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Entre Lorca y Neruda se establecerá una amistad especial, Los dos poetas llegan a Buenos Aires el año 1933. Neruda sería uno de loa primeros nombres que Lorca conocería, y se encuentran en el abrazo de la amistad duradera, lástima no tan duradera como la juventud de los dos parecía anuncia, entonces no sabían que el 10 de julio del 36, sería la última oportunidad en que se verían. Uno de los actos que más ecos tuvieron fue la conferencia sobre Rubén Darío, celebrada el 20 de noviembre de 1933, en el local del PEN CLUB de Buenos Aires, que se decidieron presentar a la limón, con el regusto de taurino, que dejaron un valor testimonial en el recuerdo de la creatividad de dos poetas. Aún permanece en la memoria el señoras, señores, alternando la voz y la palabra a lo largo de la celebración, para terminar conjuntamente levantando los vasos de un brindis poético. Este y otros muchos aspectos de personales de la visita podemos encontrarlos en la reciente e interesante obra Lorca sueño de vida de la profesora Leslie Stainton.
Podemos por lo singular, recordar el encuentro de Lorca con Gardel, El 6 de noviembre, el poeta Cesar Tiempo, autor de Libro para la pausa del sábado presenta a
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Carlos Gardel a Federico García Lorca, en el hall, del teatro Smart, con motivo del ensayo general de la comedia El teatro soy yo. Lorca conocía el tango, en Europa se oían los sones ya familiares de los cafés nocturnos de Buenos Aires que Horacio Ferrer estudioso de tango nos ha dado a conocer en su libro Historia del tango. Podemos recordar aquí, incluso, la primera película argentina sonora se llamó Tango, y así nos lo recuerda Pablo Medina. Ian Gibson escribe que Lorca había ensayado algunas composiciones lo que sí es cierto es que mostró su interés también por el habla lunfardesca, que tanto le recordaba al caló, que tan bien conocía. Cesar Tiempo recordó muchas veces este encuentro, y fue tema de alguna de sus entrevistas. En Harlem Lorca había conocido la música negra, en La Habana los ritmos del son, y en Buenos Aires el tango, y las tres le habían interesado. Más tarde, el destino uniría con tristeza de tragedia la muerte de estos dos seres que tan fuerte habían apostado por la vida. Podríamos dedicar un apartado a las amistades femeninas de De Federico, pero al menos dedicamos unos párrafos. Eduardo Blanco Amor, gran amigo de Lorca, en “Evocación de Federico” que aparece en La Nación el 21 de octubre de 1956, reproduce una significativas palabras del poeta: “La mujer argentina es el verdadero amigo, tal vez porque está más liberada, porque duda menos, porque espera menos de sí, o porque le importa menos el juicio ajeno. Son grandes amigas...”
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Son muchísimas las fotografías y otros documentos gráficos en los que se puede ver a nuestro poeta en compañía de amigas, que por una razón han sido conocidas y reconocidas en el panorama cultural de la época. Recordaremos sus nombres: Elena Sansinena de Elizalde, a la que el poeta dedicó una foto en la que leemos, A Bebe Sansinena, por quien tanto cariño siento. Federico García Lorca, a Victoria Ocampo, la primera mujer que entró en la academia Argentina de la Letras había fundado la revista SUR, en 1931, y con el mismo nombre, una editorial en 1933, que había conocido al poeta en Madrid, y en su residencia en el Tigre, cercana a Buenos Aires alojará al poeta y editará la edición argentina del Romancero gitano, la poeta Norah Lange, La actriz Eva Franco, a la que encontramos en varias fotos con Federico García Lorca, que protagonizó la adaptación de La dama boba, María Rosa Oliver, Irma Córdoba, entre otras, para no dejar en el olvido a Lola Membrives, gran protagonista de sus obras.
Con motivo del 75 aniversario del viaje de Lorca a Buenos Aires ésta ciudad ha celebrado la efemérides con distintos actos teatrales, musicales, poéticas, tertulias, etc., lo que nos dice lo vivo que permanece el poeta en el corazón de los argentinos. En correspondencia al amor que sintió el poeta por esta ciudad, que le llevó a decir cuando la abandonó el 27 de marzo de 1934: “Me voy con gran tristeza, tanta, que ya tengo ganas de volver”. Pero todos sabemos que el poeta no pudo regresar a Buenos Aires.
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Raúl Jurado Gallego “Tras los visillos de la luna” Mis recomendaciones poéticas para noches de insomnio
En este número..."Las flores del mal” de Charles Baudelaire.
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Charles Pierre Baudelaire (9 de abril de 1821 – 31 de agosto de 1867) fue un poeta, crítico de arte y traductor francés. Fue llamado poeta maldito, debido a su vida de bohemia y excesos, y a la visión del mal que impregna su obra. Fue el poeta de mayor impacto en el simbolismo francés. Baudelaire fue para algunos la crítica y síntesis del romanticismo, para otros el precursor del simbolismo, y tal vez haya sido ambas cosas al mismo tiempo. También es considerado el padre espiritual del decadentismo que aspira a escandalizar a la burguesía. Los críticos coinciden al señalar que formalmente abrió el camino de la poesía moderna. .................................................. Charles Baudelaire, nace en París el 9 de abril de 1821. Tiene 6 años cuando su padre, un sacerdote que había colgado los hábitos convertido en funcionario, muere sexagenario. Su madre se vuelve a casar poco después con Aupick, un oficial que llegará a ser general comandante de la plaza fuerte de París. El niño siente aversión por este padrastro, y en los internados donde está pensionado, en virtud de las extravagancias de su detestado padrastro, se aburre, soñando ser “ora papa, ora comediante”. Después de su bachillerato, rechaza entrar en la carrera diplomática con el apoyo de su padrastro. No quiere ser sino escritor. En gran perjuicio de su familia burguesa, que él horroriza con sus calaveradas, frecuenta la juventud literaria del Barrio Latino. Un consejo de familia, bajo la presión del general Aupick, lo envía a las Indias, en 1841, a bordo de un navío mercante. Pero Charles Baudelaire no quiere probar la aventura en el confín
del
mundo.
No
desea
más
que
la
gloria
literaria.
Durante una escala en la Isla de la Reunión, no acude a presencia del capitán y vuelve a París a tomar, puesto que ha alcanzado su mayoría de edad, posesión de la herencia paterna. Se une a Jeanne Duval, una actriz mulata de la cual, a pesar de frecuentes desavenencias y numerosas aventuras, seguirá siendo toda su vida el amante y el sostén. Amigo de Théophile Gautier, de Gérard de Nerval, de Sainte-Beuve, de Théodore de Banville, 75
participa en el movimiento romántico, juega a ser dandy, y contrae deudas. Sus excentricidades son tales que su madre y el general Aupick obtienen en 1844 del Tribunal que sea sometido a un consejo judicial. Baudelaire, herido, no se repondrá de esta humillación. Privado de recursos, no cesará desde entonces de evitar los acreedores, mudándose, escondiéndose en casa de sus amantes, trabajando sin descanso sus poemas intentando mientras tanto ganarse la vida publicando artículos. Una primera obra marca sus comienzos como crítico de arte. Loa a su amigo Delacroix, critica a los pintores oficiales. Ese mismo año, una tentativa de suicidio le reconcilia provisionalmente con su madre. En 1846 descubre la obra de Edgar Allan Poe, ese maldito de Ultramar, allende el Atlántico, ese otro incomprendido que se le asemeja y, durante diecisiete años, va a traducirla y revelarla. Después de la revolución de 1848, en la cual ha participado más por exaltación que por convicción (durante las revueltas, sugiere a sus compañeros de armas fusilar a su padrastro) prosigue sus actividades de periodista y de crítico. En 1857, la publicación de Las Flores del Mal juzgadas obscenas, crea escándalo. Baudelaire debe pagar una fuerte multa. Sólo Hugo (que le escribirá «Usted ama lo Bello. Deme la mano. Y en cuanto a las persecuciones, son grandezas. ¡Coraje!»), Sainte-Beuve, Théophile Gautier y jóvenes poetas admirados le apoyan. Amargo, incomprendido, Baudelaire se aísla aún más. Su salud comienza a deteriorarse. Se ahoga, sufre crisis gástricas y una sífilis contraída diez años antes reaparece. Para combatir el dolor, fuma opio y toma éter. Físicamente es una ruina. En la soledad orgullosa donde él se ha encerrado, dos luces: los escritos admirados de dos escritores todavía desconocidos, Stéphane Mallarmé y Paul Verlaine, sobre su obra que se resume en una única recopilación. Las Flores del Mal, a lo que hay que añadir los poemas en prosa del Spleen de París, ensayos, (Los Paraísos artificiales, estudio sobre los efectos del opio y del hachís), sus artículos de crítica y su correspondencia. En 1866, durante una estancia en Bélgica, un ataque lo paraliza y lo deja casi mudo. Agoniza durante un año; amigos, para ayudarle a sobrellevar el dolor, acuden junto a su
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lecho a interpretarle Wagner. Se apaga a los 46 años, el 31 de agosto de 1867, en los brazos de su madre. _______________________
La obra.
El 25 de junio de 1857 se pusieron a la venta 1.300 ejemplares de “Las flores del mal”, un poemario impactante y revolucionario el cual, cuatro años más tarde, fue relanzado con algunas modificaciones. A diferencia del primer lanzamiento, la segunda edición ofreció treinta poemas nuevos en reemplazo de algunos textos que fueron censurados tras haber sido acusados de blasfemos y de atentar contra la moral pública francesa, aunque esa versión tampoco sería la definitiva. La obra tal y como se conoce en la actualidad, apareció en 1868 e incluyó un total de 151 poemas. No importa si, en algún momento, impulsado por el deseo de provocar y generar reacciones en la sociedad, Baudelaire, quien se ganó el apodo de “poeta maldito” por su estilo de vida y su concepción del mal, quiso bautizar a este trabajo como “Las 77
lesbianas” o “Los limbos”. Bajo el nombre de “Las flores del mal” esta colección que supo generar algunas controversias consiguió ganarse un lugar destacado en el ámbito literario, gracias al cual no sólo fue traducida a una gran cantidad de idiomas sino que, además, hizo que estos poemas se mantuvieran presentes, hasta el día de hoy, en la mente de millones de lectores. Pocos escritores han expresado con tanta exactitud el placer de los sentidos, el dolor de la conciencia ante la bestialidad y el pecado. Eran, en realidad, un tópico, una constante simbólica. Sea como sea, es un título rico, cromático, evocador. Esta lleno de sentidos. Desde mi punto de vista todo amante de la poesía debería leer “Las flores del mal”, un libro que, valiéndose de referencias basadas en la sensualidad, el romanticismo y el espiritualismo, y una estructura clásica pero, a la vez, audaz e innovadora, consiguió renovar el género que tanto se benefició con el talento de Charles Baudelaire. En este libro Baudelaire se centra en la descripción del mal, en la apología de lo satánico y en el tratamiento del hombre como ser miserable y perverso y poseedor del cuerpo como instrumento para todo tipo de vicios. Es una obra de concepción clásica en su estilo, y oscuramente romántica por su contenido, en la que los poemas se disponen de forma orgánica (aunque esto no es tan evidente en las ediciones realizadas tras la censura y el añadido de nuevos poemas). En esta obra Baudelaire expone la teoría de las correspondencias y, sobre todo, la concepción del poeta moderno como un ser maldito, rechazado por la sociedad burguesa, a cuyos valores se opone. El poeta se entrega al vicio (a la prostitución y la droga), pero sólo consigue el Tedio (spleen, como se decía en la época), al mismo tiempo que anhela la belleza y nuevos espacios (“El viaje”). Esta obra es la “conciencia del mal”. Nace así el malditismo, la búsqueda de la autodestrucción, la inmolación del artista como víctima. Durante toda su vida Baudelaire siguió aumentando Les fleurs du mal cuya tercera y definitiva edición apareció en diciembre de 1868 —algo más de un año tras la muerte de su autor. Poemas como Lesbos, Los gatos, La cabellera o Don Juan en los Infiernos — entre tantísimos— cantan la arrogancia dandi del maldito, su hipersensibilidad, su
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distinguido amor por lo raro, su espiritual sed de lujuria, su ansia de derrocar tabúes para llegar a un mundo perfecto, sensual y lujoso, sin clero y sin policía. El libro se divide en siete partes, introducidas por el famoso Poema al lector, el cual no tiene desperdicios. Las otras partes son : Esplín e ideal, Cuadros parisinos, El vino, Flores del mal y Rebelión, con una conclusión final: La Muerte. Tenía la obsesión de que el público no considerara su libro como una mera recopilación de poemas, sino que quería que lo consideraran como un «libro completo» con un principio y un fin.
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Los versos Baudelaire se aleja mucho de los versos matemáticamente medidos de los parnasianos. En vez de tallar la poesía con exactitud geométrica, la suya se desliza, ondea, vibra según el espíritu que la inspira. El metro no es nada per se, sino u reflejo del sujeto, del animo que lo templa. La métrica Predominan los octosílabos y los endecasílabos agrupados flexible, elasticamente en cuartetos y sonetos libres. Rimas constantes, plenas, sonoras. Búsqueda deliberada de la musicalidad que a veces parece susurrar misteriosa, sobriamente, y otras se eleva estridente con timbre metálico; propósito indudable de que cada verso sea en sí mismo, música ondulante, atornasolada, cargada de afinidades y de presagios. El lenguaje Las Flores del mal están escritas en un francés no muy distinto al que empleaban los mejores románticos coetáneos. El léxico arraiga en los clásicos de los siglos VII y VIII: culto, depurado, suntuoso, propenso a lo barroco, perfumado de reminiscencias y versos latinos, y a la vez contrastado por voces populares y coloquialismos. Es una lengua noble, rica, altiva en la que pronto estalla (y esto es lo Baudeleriano), como una rara blasfemia, la injuria rufianesca. Se pude decir que las conclusiones se han dado aun antes de haber leído cada poema, a, con este trabajo me ha gustado mucho mas. En resumen y como opinión personal, decir que para mí, Baudelaire, es un romántico por excelencia, y a pesar de ya haber leído Las flores del mal en más de una ocasión, no deja de fascinarme cada vez que decido remover sus hojas. Su estilo sorprendente que parece recién escrito a pesar de tener más de ciento cincuenta años, ese ser atormentado por la vida que no encuentra una razón que lo mantenga vivo, palabras que
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reflejan un alma insumisa, contraria a los prejuicios morales y sociales de la época que le tocó vivir, un espíritu rebelde. A través de la poesía expresa el hastío ante todo lo que le rodea y esa capacidad de transmitirlo lo hacen un poemario indispensable para leer por, como dije al principio, todo amante del género poético que se precie. Perfectamente puede leerse como un “tratado moral”. El poeta usa la poesía contra la mesquindidad, la culpa, el error y demás taras éticas de un mundo y del ser humano de su época pero perfectamente aplicable a la sociedad de nuestros tiempos. _______________________ Algunos poemas... El leteo (*) Ven a mi pecho, alma sorda y cruel, Tigre adorado, monstruo de aire indolente; Quiero enterrar mis temblorosos dedos En la espesura de tu abundosa crin; Sepultar mi cabeza dolorida En tu falda colmada de perfume Y respirar, como una ajada flor, El relente de mi amor extinguido. ¡Quiero dormir! ¡Dormir más que vivir! En un sueño, como la muerte, dulce, Estamparé mis besos sin descanso Por tu cuerpo pulido como el cobre. Para ahogar mis sollozos apagados, Sólo preciso tu profundo lecho; El poderoso olvido habita entre tus labios Y fluye de tus besos el Leteo. 81
Mi destino, desde ahora mi delicia, Como un predestinado seguiré; Condenado inocente, mártir dócil Cuyo fervor se acrece en el suplicio. Para ahogar mi rencor, apuraré El nepentes³ y la cicuta amada, del pezón delicioso que corona este seno el cual nunca contuvo un corazón.
(*) Leteo: uno de los ríos del infierno, cuyas quietas aguas permitían a los muertos el olvido de sus afanes terrestres. ³ nepentes: pócima mágica que los antiguos ingerían para suprimir la tristeza y el dolor y que, posiblemente, contenía algún estupefaciente.
El albatros Por distraerse, a veces, suelen los marineros Dar caza a los albatros, grandes aves del mar, Que siguen, indolentes compañeros de viaje, Al navío surcando los amargos abismos. Apenas los arrojan sobre las tablas húmedas, Estos reyes celestes, torpes y avergonzados, Dejan penosamente arrastrando las alas, Sus grandes alas blancas semejantes a remos. Este alado viajero, ¡qué inútil y qué débil! Él, otrora tan bello, ¡qué feo y qué grotesco! ¡Éste quema su pico, sádico, con la pipa, Aquél, mima cojeando al planeador inválido! 82
El Poeta es igual a este señor del nublo, Que habita la tormenta y ríe del ballestero. Exiliado en la tierra, sufriendo el griterío, Sus alas de gigante le impiden caminar.
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Bibliografía utilizada en este artículo:
Diferentes medios públicos y abiertos de internet, enciclopedias y libros, foros literarios, comentarios personales de diferentes escritores y opinión personal del autor del artículo.
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Jaro Godoy Alejandra Pizarnik LA CAZADORA QUEBRADA
Pocas veces en la vida, una rosa se desprende de la noche y llega a nosotros el resplandor de su belleza.
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Sucede pocas veces en la vida que llegue a nosotros un ángel de violenta hermosura, y convierta su aliento, en una mujer que escribe poemas de sublimación tal, que hasta el infierno contiene su respiración. Tal el caso de Alejandra Pizarnik, “Quiero existir mas allá de mí misma: Con los aparecidos. Quiero existir como lo que soy: una idea fija. Quiero ladrar, no alabar el silencio del espacio al que nace.” Vive el día como si pisaras las piedras ardientes del infierno, parece decir en cada uno de sus poemas, ¿Cuál es él limite? sin dudas el dios tan buscado que no dejaba encontrarse en su bosque, era el dios de una pequeña palabra que revelase todo el misterio, en ese bosque se interno nuestra poeta, allá va buscando el diamante de una melodía de agua. “Y nada será tuyo salvo un ir hacia dónde no hay dónde. Me alimento de música y agua negra. Soy tu niña calcinada por un sueño implacable. Invitada a ir nada mas que hasta el fondo.” Cuando el árbol trata de alcanzar el cielo estirando sus manos, reconoce frustrado que jamás encontrara su anhelo fin, ”explicar con palabras de este mundo/ que un barco ha partido de mí, llevándome.” ¿Cuál es el limite? Si la ultima palabra estuviera escondida en el altar de los sacrificios, donde dioses paganos sacrifican poetas, nada detendría la marcha de la poeta. Ella camina despacio, se dirige al altar, no hay tiempo de mirar atrás, “Mi persona esta herida. oh ayúdame a escribir el poema mas prescindible... ayúdame a escribir palabras en esta noche en este mundo.” Silencio, ausencia, un grito que sea capaz de “cubrir los agujeros del alma” que va desgarrando el rosario sutil que la atan a este mundo. despacio le va dando la espalda a la vida, fatigada ya de tanto buscar, Alejandra empieza a perderse de sí misma, tratando en vano de “yo hablaría de intento de curación o de reparación del poema, o de buscar a aquella cómplice que “me ayuda a compartir el terrible peso de la palabra solitaria” ya el miedo, ya el gran cansancio extiende sus alas y quiebran los muros de la poeta, ya el poema se recuesta en alfombras de eternos silencios, una música suave suena en la casa vecina y un teléfono que nadie contestara. "Hubiera preferido cantar blues en cualquier pequeño sitio lleno de humo en vez de pasarme las noches de mi vida escarbando en el lenguaje como una loca"
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Toda la noche escucho el llamamiento de la muerte, toda la noche escucho la voz de la muerte que me llama Alejandra Pizarnik.
Desde un horizonte herido aparece como la proa de un barco fantasmal, es una palabra que se arrastra cual gusano buscando guarida, pero ahí esta ella la gran cazadora de palabras, La que no tiene compasión, la que la sacrificara en el altar de algún poema que no terminara. Corro las cortinas de mi departamento, vivo en la Calle Montevideo al 900, ultima buhardilla junto a una mujer de clase media, judía, drogadicta, bisexual... Solo una niña asustada. Se hace llamar Alejandra, pero a mí me permite decirle Bumita, Siempre le gusto el fuego como no habría de gustarle a la hija del incendio. Es justo que les diga que estoy completamente enamorado de esta mujer, que me atormentan sus ojos, me atormenta su mirada, no puedo mirarla directamente a los ojos sin que un escalofrió recorra mi espina dorsal, Ese es mi trabajo pero ella me lo roba constantemente, 86
Soy el cazador atrapado en su trampa, Pero ya tengo un plan, una red inmensa, un laberinto, un universo eterno de palabras, solo para ella, no podrá con la tentación. Ahora mismo intenta mientras mira por la ventana a mi lado, encontrar aquella palabra que no sabe dónde puso, yo la tengo escondida y no la encontrara. Garabatea algo, murmura, pero no es eso, no, Alejandra, todavía no. Solo tiene corpiño y bombacha y abre la ventana de par en par, No importa si el gordo esta mirando, ya no, Hoy es noche de visitas, lo presiento, alguien vendrá, pero no piensa en vestirse, no ya no. Es una mujer atrapante, es curiosa, es terriblemente irritante, Es seductora, no puedo dejar de mirarla, ella podría seducir al mismo amor. Cuantas pieles, cuantos roces, en nombre de ese amor, cuantos lechos, cuantos besos, cuantos hombres, cuantas mujeres, cuantas cuentas solo para descubrir que el dolor sigue siendo solo tuyo. Dueña y señora, amante y esposa el te pertenece, dolor, solo dolor. Es una noche triste, demasiado tal vez, pero alguien llegara, alguien tiene que atrasar este reloj de plástico. Se escuchan voces parecen salir del pasillo o tal vez de las paredes, pero no, estas no son las voces de siempre, son diferentes, son rebeldes, son voces de alguien que esta perdido, estas voces no se dejan poetizar, no se pueden exorcizar o tal vez sí. Aquella Ruta Maldita. Acaricio su pelo negro y se enciende su mirada, suavemente al oído le digo que la amo, no dice nada, solo sonríe, y es suficiente, La beso tiernamente y ella se entrega, Recorro con mis manos su cara y me detengo en su cuello, Empiezo a apretar, aprieto, cada vez mas fuerte, Su cara cambia de color y la suelto desesperado, 87
Mi locura es ella, es ella la que me tienta a ir mas allá. Me dice que la lleve lejos, muy lejos, donde solo estemos solos, Donde no hay palabras que buscar, Solo mis brazos sobre su pequeño cuerpo tibio, Que cure la herida, esa que no deja de sangrar, esa que enturbia sus ojos, Que la cure sin decir nada, sin pedir nada, solo con caricias, Esas caricias que a veces salvan vidas. No tiembles, Alejandra, no tiembles. Entiendo que tienes el corazón roto de una niña que ha envejecido de repente, Si que entiendo la tristeza de tus muñecas de trapo, Ellas no lloraran si me voy, seguro que no. ¿Si tomo tu mano me prometes que la herida desaparecerá?, No quiero que me mires con esa tristeza de barco sin tripulantes, Recuerda” Tremolaras tus manos” pero ya sabes que de todos los amores míos solo amo mi espejo, y esta noche “voy a llorar hasta romperme”. Ese Pequeño Final. Ahora siento la noche lastimándome, no quiero amanecer, la luz del día terminara matando mi ultimo poema, La noche sigue su ruta de sangre, cruza por mis entrañas, la noche, La noche y yo hemos roto para siempre. Como una daga musical atraviesa mi cuerpo desnudo, Extraños dibujos empiezan a formarse en el misterioso telar de la imaginación, Yo cerrare las ventanas, ya avanza la noche, el día no puede encontrarnos, Ven, Alejandra vamos a dormir. Ya no será necesario seguir luchando cada día por latir, ya no quedan búsquedas, ya nadie quiere encontrarse. Aquella palabra que no encontrabas, ahora duerme a tu lado. 88
Tambaleando escribe en el pizarron: "Criatura en plegaria / rabia contra la niebla / escrito en el crepúsculo / contra la opacidad / no quiero ir nada más que hasta el fondo / oh vida / oh lenguaje / oh Isidoro". Criatura solitaria, misterio de la palabra, eterna mirada dentro de la poesía, no hay mas tiempo, Alejandra ya el barco esta partiendo, No hay tiempo para un adiós, no hay tiempo, Son las cuatro y media de la mañana de este 25 de septiembre de 1972, Afuera el cielo vomita sangre, hay sombras todavía, demasiadas sombras, Llora Buenos Aires, Alejandra, llora, tus ojos cerrados. “Ella no sintió miedo, no tembló nunca. Entonces, ninguna compasión, ni emoción, ni admiración por ella. Sólo un quedar en suspenso en el exceso del horror, una fascinación por un vestido blanco que se vuelve rojo, por la idea de un absoluto desgarramiento, por la evocación de un silencio constelado de gritos en donde todo es imagen de una belleza inaceptable.” La condesa sangrienta.
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Alejandra Pizarnik nació en Avellaneda, Buenos Aires, el 29 de abril de 1936. El 25 de septiembre de 1972, mientras soñaba nuevos poemas lejos de la clínica siquiátrica donde estaba internada, murió de una sobredosis intencional de seconal, desde entonces su pequeña sombra a cobijado a casi todo poeta local y visitante, mientras su corazón sigue enamorándose de la noche.
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Reyes Cáceres Molinero
MILAGROS SALVADOR EN LA GALERÍA CERDÁN DE TALAVERA DE LA REINA
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El
26 de abril la poeta madrileña Milagros Salvador ofreció un recital
ante un
numeroso público en el XII Ciclo de Poesía Actual que se celebra en la Galería Cerdán de
Talavera
de
la
Reina.
La
presentación
corrió
a
mi
cargo.
La autora ha publicado una docena de obras, que curiosamente tal y como explicó, la primera letra del título sigue el orden alfabético. De este modo, ha editado distintos poemarios como ‘Acrostolio’, ‘Balaje’, ‘Del barro a la ceniza’ hasta ‘Mil parnocikles’, su último libro que no es poesía en sí sino pensamientos humorísticos tipo greguerías; también ha realizado alguna incursión en la narración a través de un libro de cuentos. Se afirma como admiradora de poetas clásicos así como de autores modernos como Miguel Hernández, Juan Ramón Jiménez o Unamuno. Ha colaborado con el Instituto Cervantes en diversas publicaciones y participado como ponente en los Cursos de Verano de la Universidad de Alcalá de Henares. La poeta que perteneció al grupo poético del Círculo de Bellas Artes ya había estado en Talavera cono miembro del Jurado del premio de Poesía Joaquín Benito de Lucas para jóvenes autores. Milagros Salvador hizo un recorrido de su obra leyendo poemas de la mayor parte de sus libros, lectura en la que en se pudo apreciar algunas de las características de su poética: “poesía bella pero como respuesta a una idea, situación, emoción o hecho, en palabras de la autora”. Su obra gira en torno a temas que le afectan, su poesía es significativa, no busca el arte por el arte, sino que ofrece siempre contenido, de ahí que también sea comprometida, como de alguien que se sabe injertado en una historia concreta y se compromete con esa realidad. Otro distintivo de Milagros es su sinceridad. Estamos ante una poesía directa, rotunda y valiente que clama por la defensa de la libertad y denuncia todo aquello que puede dañar o degradar al ser humano. Un tema recurrente en su temática es el tiempo como recuerdo y memoria y sobre todo como regreso a uno mismo como dicen estos versos: “Regresar a uno mismo es el secreto, que alimenta y protege, meditación, el camino más largo de la vida” En sus metáforas hay mucha luz, son versos luminosos, claros, a veces claro-oscuros. Y esa luz está muy relacionada con las numerosas referencias a los colores que hay en su poesía, aquí tenemos un ejemplo: 92
“Por encima de sabias tentaciones Y a pesar de su tono de nostalgia rescato el violeta, ajeno a resplandores de falso tornasol, porque distingue las luces de las sombras y me protege de la vida” Y por último, el público de Talavera pudo apreciar otra cualidad esencial del quehacer literario de Milagros Salvador que es el amor al lenguaje y a su unidad fundamental que es la palabra, como dicen estos versos “Espejo de la tierra es la palabra, luz por la que asoma el alma a nuestra vida”
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GRAFOLÓGICAMENTE HABLANDO
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Nuria Sánchez
MANUSCRITO DEL PINTOR JOAN MIRÓ
Desde el primer artículo en esta Sección Grafológica, vengo mencionando a los grafólogos investigadores provenientes del mundo de la medicina, enseñanza, caracterología, filosofía; en definitiva, a los observadores y estudiosos de la psique humana que, con sus experiencias a lo largo de la historia, han llegado a conformar los principios fundamentales que rigen las leyes de la escritura; de nuestro alfabeto, el románico o latino, del cual se puede realizar un análisis grafotécnico, no así ocurre lo mismo con alfabetos correspondientes a otras latitudes, los cuales están basados en ideogramas que representan conceptos o, como es el caso de los cirílicos, basados en el alfabeto griego y usados, entre otros, por serbios, rusos, bosnios, búlgaros, aunque combinados con el románico; parece ser que las dos grafías son usadas, de manera oficial por los serbocroatas. Otras grafías corresponden al alfabeto semita, trazado con fuerte presión de derecha a izquierda, lo que representa la tendencia a dirigirse hacia el pasado, la tradición, la nostalgia, la religión, y en lo que se refiere a la escritura china o japonesa, de componente ideográfico, está basada en sinogramas morfosilábicos correspondiendo cada uno de estos 95
sinogramas a una sola sílaba pronunciada, trazada de arriba abajo, lo que hay que interpretar desde el punto de vista caracterológico, por la meticulosidad que imprimen en esos minúsculos trazos, que se trata de personas poseedoras de una gran habilidad manual y paciencia, tesón, observación, sin olvidarse del sentido artístico. El creador del nombre y del primer sistema de Grafología, D. Juan Hipólito Michon, publica en 1870 un libro, titulado: “Los misterios de la escritura”, seguido de un “Método de Grafología”, describió por primera vez la mayor parte de los signos grafológicos fundamentales de la escritura que hoy conocemos. Éste por su curiosidad intelectual ilimitada, destacó en Historia, Arqueología, Arquitectura, Grabado, Literatura y Grafología. Michon se atenía al signo fijo, el conjunto para él no tenía valor, si bien sus continuadores le hicieron un examen crítico en el sentido de que, Michon creía erróneamente que, la ausencia de un signo en la escritura significaba que el escritor poseía la cualidad opuesta; no obstante, su aportación constituye la base de la Grafología moderna. Asimismo, Michon, se refería al servicio que puede prestar la Grafología en la educación de los niños, dado que es un barómetro que se debiera consultar a menudo para conocer el desenvolvimiento de sus pasiones e instintos, y poder comprobar si una atenta educación logra vencer los defectos más destacados; aunque la que verdaderamente destacó como especialista en grafología infantil fue Minna Becker; ella prefería la letra dextrógira, es decir, inclinada a la derecha, mejor que la vertical porque pensaba que era la manera más natural y más amable de escribir. Minna Becker afirmaba que, cuando se ha podido examinar la letra de la misma persona en su infancia, en su adolescencia y en su edad madura, se reconocen las mismas características que han ido desarrollándose y así es, dado que la letra evoluciona al mismo tiempo que nuestro carácter, por ello es interesante conservar los manuscritos de otras épocas de nuestra vida para contrastar y
comparar como progresa nuestro carácter en diferentes etapas y circunstancias; manuscritos muy necesarios para el Grafólogo cuando se trata de realizar un exhaustivo análisis grafotécnico.
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Muchas veces se obliga a un niño a realizar un modelo caligráfico que, si bien, es necesario en esos comienzos cuando está todavía dibujando la letra, que aún no ha pasado al subconsciente y debe esforzarse en que sea legible, por lo que es recomendable que su profesor, padres, etc. le encaucen para una mejor habilidad escritural de una forma pausada, tranquila, porque aunque se encuentre en edad de aprendizaje, en el grafismo, tiende a salir el verdadero “yo” o temperamento, que, como se sabe es fisiológico; todavía no podemos hablar de “carácter” propiamente dicho, por lo que una opresión psicológica excesiva por parte de los educadores en corregirle esos gestos escriturales, revertirá negativamente a su interior; igual que cuando por la presión ejercida sobre el papel, éste se llega a romper; mi opinión es que no se le debe regañar, sino hacerle ver el resultado de su exceso, y poco a poco él solito irá controlando sus impulsos. Lo contrario como he indicado, puede desembocar en una enfermedad seria por agotamiento del pequeño. También es cierto, que la constitución física influye en la escritura, por lo que, no solo hay que analizar el papel, el útil escritural, la postura que se emplee o cualquier método de escritura, sino que se debe a la salud del escribiente. Creo que es interesante hablar en esta Sección, de lo que es la caligrafía o letra caligráfica, pues bien, la caligrafía es el arte de formar bien la letra, de regular su inclinación y sus espacios, de sujetar correctamente el útil escritural y el papel, en definitiva, es el arte material de escribir. Habitualmente, llamamos escritura caligráfica a la que se aproxima a los modelos escolares, porque la absolutamente caligráfica es la de los propios modelos de escritura, que, por cierto, no son todos iguales y se comprueba con claridad en los diferentes métodos que hemos seguido o nos han inculcado en nuestra infancia, dependiendo del tipo de colegio al que hayamos asistido (religioso, público, privado, etc.) y que luego con nuestro uso simplificamos, si ese uso es constante, o bien, conservamos esa grafía caligrafiada si no la hemos empleado en un desarrollo cultural o profesional. Como ya he referido con anterioridad, cada individuo aporta a su letra una serie de irregularidades o deformaciones gráficas que le son peculiares, y que son las que dan a sus escritos un sello personal.
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Las deformaciones obedecen a diversas causas: mecánicas, psicológicas, morbosas y no todas tienen la misma persistencia, es decir, algunas permanecen en todos los escritos del individuo, mientras otras son pasajeras, producidas por un estado momentáneo de emoción, cólera, pasión, cansancio, malestar, frío, depresión, etc., si bien hay que destacar, que el fondo permanente de carácter se mantiene en la grafía, y sólo se producen esas variaciones por causas espontáneas que el Grafólogo detecta en el manuscrito. La letra caligráfica no es muy estimada en Grafología, desde el punto de vista intelectual, porque denota un anclaje en el pasado, sin que por ello se obvie el cuidado de la persona al hacerla más clara y legible, significando por parte del autor, deferencia, orden y preocupación por las conveniencias sociales; por el contrario, la letra simplificada indica agilidad mental, destreza, soltura, originalidad y demuestra el uso constante, muchas veces por su utilización en el ámbito profesional, toma de notas, apuntes en clase, etc. lo que corrobora esa ligereza, vivacidad e iniciativa. ¿Qué significa o qué gana el Grafólogo con el que la letra adquiera un sello personal?, pues sencillamente que es más rica en datos, que la letra del aprendizaje y en evolución.
A continuación, expongo un manuscrito del pintor español, natural de Barcelona: JOAN MIRÓ.
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El tamaño original de su escritura es grande, también extendida, con líneas que se caen en su margen derecho; estas características, junto a otros detalles de este escueto análisis grafopsicológico, dan como resultado que, el autor del manuscrito, se encuentra sumido en una gran confusión, con una actividad que no se sostiene debido al cansancio y a la tristeza que subyace en su personalidad, la cual contrasta, por otro lado, con un
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ardor a veces explosivo y una vivacidad en el modo de conducirse y de realizar sus obras. De gran espíritu crítico y genio autoritario, si bien, se impone a los demás con afabilidad. Asímismo, denota ser independiente, con gran orgullo intelectual del que es consciente y que le hace polemizar con tenacidad.
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POESÍA
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Cristina Cocca ESTA LLUVIA DE MUÉRDAGO Y GENCIANA Aún tengo una cita con este hogar ceñido a mis raíces, con mi casa de jade y lapislázuli sobre aquel territorio de diluvios, de tardes jubilosas, de encendidas violetas buscando mi mirada. Y ese mar al que veo en los párvulos cofres donde guardo las viejas geografías de mi tierra, me cubre con su lluvia de muérdago y genciana y sonidos de acequias por el aire en el acto de amor que me concede este dolor antiguo, esta nueva y tenaz melancolía. Ahora soy navegante de un espejo y aún puedo viajar hacia el azogue por donde mansamente el mar abre lucernas de esperanza. Y veo que me late la sal entre la lengua, que aproximo a mis manos los celestes escombros de la espuma, que alborota la arena la ruta de mis naves. Yo soy el argonauta de sus ríos y la humilde altivez de sus mareas. (Del libro "Mujer de esta Memoria" Premio "Poeta Mario López")
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Isabel Díez Son las doce y el sol se ha levantado perezoso. Las dos lunas de Junio hermosísimos rostros cuya luz platea. Rostros que miras, que estás mirando con la sonrisa abierta, los ojos que fulminan la negrura del campo de verde y amapola. Estás frente a mi casa, te contemplo extasiada de tanta maravilla y me siento cual ángel de la lágrima azul. La emoción conmociona la montaña --sollozo inextinguible— mar adentro, adentro, árbol, desmayo, las perlas una a una, la ventana, latido… Ayer, la luna roja, llamada luna azul permaneció encendida hasta cerrar los ojos y derramaba perlas en todas las ventanas. ¿A dónde estabas tú?
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Alejandro Moreno Romero Hay noches en que doy en entregarme a las grises preguntas, bruñidas como lúcidos cuchillos, donde es tan peligroso confundir, en el trance final de contestarlas, el docto divagar de la razón con la rotunda, líquida respuesta de los atormentados sentimientos y el ávido gemido del espíritu. Navegando en la mar de esas perdidas noches es cuando me pregunto si es que existe el Amor porque Tú existes, -y si Tú no existieras el Amor no seríao es que lo que sucede, a fin de cuentas, es que eres Tú el Amor y te sentimos, cuando se nos regala percibir tu semblante, como el eco que llega del perfumado abismo en que el Amor consiste. Y ese abismo eres Tú, siempre henchido de júbilo. Ocurra lo que ocurra, yo no acierto a sentirte sino como el Amor que me cerca y me alumbra. A veces, cuando logro desprenderme del gravoso ropaje de oscuros miedos y severas leyes con que me revistieron cuando niño, se me otorga entrever que tu rostro me mira. Y me roza tu aliento como una presentida palabra silenciosa.
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Beatriz Villacañas MANIFIESTO REVOLUCIONARIO Devolver a las palabras la verdad que alguna vez tuvieron. Caiga quien caiga. MANIFIESTO POÉTICO Devolver a las palabras la verdad que alguna vez tuvieron. Caiga quien caiga. LA MÁS CONTRADICTORIA DE LAS ARMONÍAS La vida, viaje extravagante, centro infantil donde convergen los sueños y los astros. Imposible sosiego, pulsión deshecha en átomos cegados. La vida ésta. Ángel frutal engendrador de pájaros profanos. Canción de charco en charco con el amor doliendo en el costado. Texto escrito en la carne y en lo desconocido. Fulgor penitenciario y una legión de insectos formando una pregunta. O mil preguntas como mil guerreros. Beso a flor de cuchillo, melodía en el campo de batalla. Perfecta desnudez frente al todo y la nada. La vida, cruda y lírica, toda ella hecha cuerpo, muerte y resurrección.
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Raúl Calvo Varela
BREVE HISTORIA DE UN SUEÑO Para encontrarte tuve que hacer un pacto con el alba que nace en tu sonrisa de gardenia; derribar muros de silencio con tus labios de guitarra, y declarar algunas guerras cósmicas con espadas de junco. Después nos inventamos libres, tú por el arrabal del universo y yo exiliado allí donde el atardecer juega a ser mar con tus ojos Y así, invulnerable al vértigo nocturno del pretérito, dibujé geometrías largamente rojas con el oleaje de tu boca. Luego caminamos hacia el amanecer, como si el mundo fuera nuestro únicamente. Para encontrarte y estar más cerca de ti cada día, me deshabito hasta iluminarme o morir en el anonimato.
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José López Rueda A SOLEDAD CON ENRIQUE El que en escena te vea sabrá que sin transición puedes ser don Hilarión o la dulce Dulcinea sin dejar de ser Andrea; pero la pura verdad es que en la realidad para tus íntimos eres la mejor de las mujeres y te llamas Soledad. Esto lo sabe mejor ENRIQUE, tu compañero, que del zapato al sombrero es un poeta mayor con la GRACIA del actor. Los dos en comunidad nos alegráis la amistad forjando con fantasía, humorismo y poesía una humana TRINIDAD. Y por eso disfrazado de diciembre para no infundir sospechas, yo os deseo emocionado un año condecorado por tan alta claridad que la oscura adversidad no penetre en vuestras vidas y tengáis siempre encendidas luces de felicidad.
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Plácido Ramírez Vendrás con tu voz antigua A Ángel Villar Ginés, in memorian. A Pilar, Mario y Carlos, palabras de ternura y de consuelo.
¡Ay¿ qué silencio tan largo ¡Ay¡ cuánta lágrima derramada. En este octubre extraño de melancolía Te has ido a soñar atardeceres, A buscar madrugadas limpias, Y anocheceres muy blancos. Porque sin ti, compañero, Ya no serán costumbre los días, No habrá cantos azules de despedida ... solo ausencia, Y un grito ahogado en todas las gargantas. Volverás a tu campo extremeño, Al que tanto amaste, como los pájaros, Para susurrar al viento canciones de ilusión y sobresalto. Vendrás con tu voz antigua A decirnos palabras hermosas, Cargadas de magia, emoción .. y sentimiento. Para emborracharnos el alma, Con los susurros de una canción de amor. Te recordaremos siempre, compañero, Y al decir tu nombre no habrá olvido. ¡Ay¡ qué silencio tan largo. ¡Ay¡ cuánta lagrima derramada. 108
Soledad Cavero LA CANCIÓN DEL ÁRBOL Sólo por ver el árbol cubierto de tristeza con su larga melena de amarillo valió la pena el logro de la vida. Qué dulce canto esconde, qué grito enciende, qué sabiduría a cuestas por el aire. Y abajo el hombre tan deprisa cruza semáforos y calles que apenas oye la canción del árbol. El árbol solo, el árbol pleno, el árbol mudo, aquí plantado, aquí mirando, aquí rezando. Emperador parece Junto al cemento y tanta sangre que corre a ciegas sin mirar sus ramas, mientras la nube llora y con más fuerza se desnuda el árbol. Oh nube, nube, mójame la espalda, repite el árbol, el árbol solo, arrastra lo más viejo de mi savia o conviérteme en tronco pelado y retorcido. Mas déjame este canto, Este canto de sol, y luna, y cielo, y verde y amarillo. Razón de mi existencia de árbol. Árbol sólo. 109
José Iglesias Benítez CRUCIFIJO Son las tres menos cuarto. En este punto exacto de la tarde estoy crucificado: Una mano en las tres; las nueve, en la otra mano. Y el sol se muere a plomo en mi cabeza. También esta mañana (eran las nueve y cuarto) me vi sobre el reloj crucificado: una llaga de luz hiriendo el pecho, y sufriendo, sufriendo… y esperando (una mano en las nueve; en las tres, la otra mano) con los brazos abiertos, dispuestos al abrazo. Quién sabe si a la tarde, quizá el tiempo, la esfera del reloj, su breve pálpito, vendrá a crucificarme en el crepúsculo: Una mano en las nueve; en las tres, la otra mano. Siempre la luz me clava en sus agujas. Siempre la luz me ofrece en holocausto. Cuando llegue la noche, terminará el suplicio. Cuando llegue la noche, sucederá el milagro.
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Teresa Núñez POLEO A LAS SEIS Hice un poleo esta tarde y lo tomé despacio, como en diciembre se toman los amigos. Nadie movía el tiempo, los relojes estaban situados donde siempre; los almanaques tarde, con fecha equivocada. Alguien me dijo: “¿vendrás mañana?” Pero yo ya no uso el mañana para vertebrar horas. No me gusta la dicha a plazo fijo. Porque luego, a veces, no es posible saber cuándo fuiste feliz o desdichado. La casa va enhebrando la aguja de los días como una pléyade. Se desbarata poco a poco entre la niebla. Las sombras se comieron sus rincones, no se conoce su rostro de madonna en el destierro. (Ya no hay niños. La tarde acaba de clavar su olor en las paredes.) Aquí quedó la taza dulcemente vacía. La luz resbala porcelana entre su hondura. Me ha sabido el poleo a hierba milagrosa. Seguramente recogeré mis alas y me iré donde nadie me vea.
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Nicolás del Hierro
VÍCTOR (A mi nieto, según crece y se comporta).
Víctor contaba, cuenta, con los años que la curiosidad impone a la ternura y la ilusión que al miedo condicionan desde la sencillez innata con que la infancia reverbera. Era, es, la suya, senda de prodigios, cabalgata de omnímodos presentes que, anillados de luz, horizontes de sueños a su futuro consolidan tras el afán de la inocencia. Niño/arcángel dispone su paloma de juguete al servicio de la paz y carga sus camellos, jorobados de plásticos y crédulos, con aguaderas íntimas que llena con el aún más íntimo tesoro: el oro de su entraña. Ese que la armonía codifica entre los hombres, sobre la play station de sus juegos, como si no fuera la vida un canino que muerde desde la descompuesta algarabía que tejen las babeles de un desnortado mundo.
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Víctor aún coloca sus zapatos al pie de la ventana y cree; cree con la fe de sus siete primaveras, que, en la noche de Reyes, los Magos, mensajeros del Oriente, transitan por las calles y que a los niños, todos, del mundo les dejan en las botas sus anhelos, su nobleza infantil, en la pasión que al sueño hace gigante. Víctor todavía conserva la inocencia en su entraña. Considera que su anhelo se extiende como un rayo, límpido, limpio, de sol. Y que se puede, con una sola carta ilusionada, agigantar el optimismo de quien modela su ternura con plastilina de colores. Por eso, en la posdata, esperanzado, pide pan, y libros pide... Un juguete reclama para los niños que, en la tele y de otros mundos, ha visto rebuscar en las basuras lo más elemental de la existencia.
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Laura Olalla MI EGO ERES TÚ Mi vaso, brocal de frutos que el amor recoge, se torna azul en esa voz sorpresiva y honda que comparte el latido. ¡Enarbolado canto de la noche, Cómo brama tu viento al extender sus velas en mis senos! Apacientas mis lunas de gacela voraz con el ámbar marino de tu espacio. Recorre mi desnudo, en mi halo recréate. Procúrame el invierno en la fértil palmera de tu oasis, en la frágil bonanza de tus labios. El surco que has abierto trascenderá el otoño en resguardada fiesta de coral y de armiño. Insaciable es la dicha que rodea esta ternura que me abrasa. Arde el huerto en el aire que pronuncia la vida en lo innacido. Sin llave que abra la monotonía, eres tarde sonora que bebe en mi regazo. (Del Poemario: ESTIRPE DE GACELA )
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Francisco Muñoz Soler
CAMINAR PARA SENTIRME VIVO Caminar para sentirme vivo no andar por andar sin más sentido que moverme por estar como objeto inanimado. Dar luz y lugar a mis inquietudes llenándolas de ético sentido y desarrollo de amor a mis sentimientos para que se gratifiquen y perduren. Que el foso de mi intimidad vea crecer la satisfacción forjada de valores imperecederos, sustancia de futuras vidas.
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Pilar García Sainz
CÁLCULOS DEL AMA DE CASA Si pudiera colgar en la ventana las penas a secarse con el viento o pudiese barrer mi aburrimiento u ovillarlo como hago con la lana cuando tejo un jersey; si la semana ofreciese una ganga, un buen descuento para adquirir ya mismo algún invento que metiera la marcha a esta desgana. Si atinara a aliviar el manuscrito de mi quehacer o hubiese alguna crema que alisara la arruga del problema y un buen día injertara al comandante o no fuera machista -y tan mosquitoésto sería inmenso en adelante.
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Raúl Jurado Gallego LOS OJOS DEL MONTE Hay hombres que esculpen semillas sobre el bardo camino de la noche como espectros de alas desplumadas que irrumpen detrás de cada ascua. Repican las lánguidas campanas esparcidas de rama en rama. Vibran los ojos de los montes bajo la atenta mirada de la luna que aguarda a que silbe el alba su canción mañanera en la ventana. Desciende en cautelosos pasos el manantial hacía su rincón en el arroyo, jugo blanco del fruto de la última nevada. Ante el lienzo de cenizas se despiertan con las ráfagas acobardadas del tiempo ¿Qué dirá el susurro si el grito vocifera en silencio los lamentos? Entre migajas de sangrante desanhelo desenfunda la razón su cobardía ¿Qué dirá el viento si la brisa refresca con violencia la fatiga? (De “Simples discurrires. La caja desempolvada”, 2.009)
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Álvaro García Prieto
EN ESTA TRISTE NOCHE En esta triste noche en que la soledad oprime mis huesos, en esta triste noche en que pierde sentido la luz del día, en esta triste noche en que la verdad rompe la mentira, en esta triste noche en que ni la poesía me deja satisfecho. En esta triste noche en la que el turbio fuego de la esperanza solo alumbra la mitad de mi alma, pues la otra está perdida Dios sabe con quién, Dios sabe dónde, Dios sabe cómo solo Dios sabe cuándo volverá a dormitar con la otra mitad, tranquila. En esta triste noche en la que solo la luz de la luna hace compañía a mi sórdida tristeza, solamente ahogada por la inusual crudeza de las palabras en verso que dibujan las humedades de mi almohada.
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Manuel Mejía Sánchez-Cambronero COMO CADA AÑO IV Atendiendo al espoleo de mi corazón latiente, aprovecho la corriente que nace de este correo. En el grato balanceo de tu góndola, ¡amor mío!, quisiera cruzar el río de aquel amor que surgiera en aquella primavera de tan dulce manantío.
I Hoy llega San Valentín para abrirle al amor brechas, lanzando con su arco flechas desde su alto trampolín. En tus labios de carmín los míos quedan fundidos por los ardientes latidos de tu volcánica fragua, que ni una gran fuente de agua consigue dejar dormidos.
V Gracias a aquella ribera que tu cuerpo me ofrecía, gracias a aquel bello día en que yo te conociera. Gracias a ti ¡mi cordera!; que tu lana me dio abrigo para que luego mi trigo germinara en tu barbecho y creciera hecho y derecho como un gran hito o testigo.
II San Valentín me transmite que va muriendo el invierno; y que el amor vive tierno en su cálido escondite. Cada día se repite la ferviente cantinela y atraviesa la cancela el dardo que en mi alma clava; y éste se convierte en lava que en tu caldera se cuela.
VI Es por ello que esta fecha un tanto en ti trashumante, me sirva de estimulante tal como al candil la mecha, con ella se abrió una brecha en un Viernes de Dolores, donde brotaban las flores a queda paso que daba; y en ellas yo te encontraba eclipsando sus colores…
III Siempre que este día llega, mi pluma se vuelve loca; y aquella tinta que toca, en versos de amor te entrega. Mientras los escribe juega con ellos; y les va dando la miel que va destilando su apasionado panal, todo ello en un manantial que en ti se va desaguando.
(Semifinalista en el Certamen de versos y cartas de amor de la Asociación Artístico Literaria ITIMAT de Sevilla (España), e incluido en la Colección RUMAYQUIYA Nº 12)
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Sito Lerate CUENTOS DE BRUJAS Al que ya no tiene Dios, al que está solo en la tierra, al que rabia escupe y traga, al que cree que esto es la guerra.
Al que hoy comió hambre a la carta, y en hambre pagó factura, dejando propina en hambre, y aunque era gratis basura.
Al que no duerme en la cama porque su cama es la calle, al que le falló la vida, y puede que aún más le falle.
Al joven que perdió la olla, que por su bien fue ingresado para una cura de sueño, mas para su mal curado.
Que a los que son ya ojos idos aunque aún quieran ser miradas, que nadie les cuente cuentos, no creen ya en los cuentos de hadas.
Al que se abraza a su sombra porque la noche es muy fría, (pues aunque sea un clavo ardiendo que se heló da compañía)
Al que tocó lotería pero de la mala suerte, cuando murió por ser pobre de sobredosis de muerte.
A los que ya sólo vuelan a ras de sus frustraciones, ¿mas quién le cortó las alas a todos estos gorriones?. ----------------Al que ya no tiene Dios, al que está solo en la tierra, al que rabia escupe y traga, al que cree que esto es la guerra.
Al que habla por las cabinas tiempo que él cree de euros de oro, y que no tiene papeles, y aún cree esta isla del tesoro. Al que maldice al silencio porque en la voz ya le quema, y quiere ahogarlo en alcohol, -y el alcohol es su problema-.
Al que no duerme en la cama porque su cama es la calle, al que le falló la vida, y puede que aún más le falle.
Al que andando a la deriva por la estación desde ayer, ya saca o ya guarda foto que mira y no quiere ver.
Que a los que son ya ojos idos aunque aún quieran ser miradas, que nadie les cuente cuentos, no creen ya en los cuentos de hadas. 120
José Cercas Domínguez DÉJAME QUE TE RECUERDE EL SOL DE ENERO Déjame que te recuerde el sol de enero cuando lento, lamía tu cuerpo desnudo en aquellos día de luz, en aquellos días nacientes; déjame que te recuerde tu casa y la mía, el paragüero en aquel rinconcito de la sombra y el aire, los cuadros que tiritaban en la pared y…. tu sonrisa. Déjame que te recuerde el sol de enero, los ojos de la luna, las largas noches de la quimera, la lluvia que lloraba en la ventana, y los días del abrigo, ¡ay, aquellos días! Déjame que te recuerde el sol de enero, los besos que me dabas, la mano, cómplice y víctima de la caricia, el espacio perdido en nuestros cuerpos, el aire exhalado, el suspiro que solía afirmar su dominios entre tus palabras y las mías. Quiero recordarte el sol de enero, el que vivimos buscando el contacto, el agua, el tiempo y las miradas que tú me concedías desde el borde de la ventana. Déjame, por tanto, recordarte el sol de enero, pues ya no me bastan los días callados para no dedicarte estos silencios, para no distinguirte entre otras. ¡Déjame, mujer, que te recuerde el sol de enero!
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Eladio Méndez POEMAS PARA MARÍA VII En la playa del gozo, entre sábanas de espuma, donde el mar rompe la plata que le regala la luna, mujer, qué profundas quedan las huellas de tus besos sobre mis labios de arena. En la playa del gozo, mujer que profunda quedas.
XIV No importa la distancia me dijiste, ahora existe el móvil, el facebook el tuenti y los e-mail. Ya no importa la distancia repetías. Pero tu sabes mi amor que yo prefiero el boca a boca.
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Francisco Javier Guerrero Cano
SILENCIO Como causa y consecuencia te imagino, como principio motor y muerte irrevocable. Poesía inmarcesible y versos marchitos, innegable la expresión de tu excelencia. ¡Tantos fueron los poetas que procuraron en vano retener tu divina esencia! Sólo destellos de tu nobleza inefable. Tal es mi anhelo y aún más mi triste derrota, palabras huecas que a veces te rozan de lejos. Es el silencio quien mejor te expresa, y aún así te me arrojas a cada paso exhibiendo con elegancia tus vestidos. Yo, como el obtuso espejo artero reflejo deformada tu sin par belleza. Y cuando así, tristemente desvirtuada te contemplo en mis palabras, me guardo la voz adentro, cierro los ojos; que mi torpeza mal me vale tu final, mas mi final bien te me traerá de nuevo.
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Javier Ocaña Gallego (J. Seafree) Tengo la impresión que todos los poetas del mundo cuando vivíamos en el colegio no éramos líderes (seríamos mejores o peores estudiantes aplicados o no, pero éramos honestos pequeños...)
La vida es una nevera portátil manejable llevadera abierta o cerrada cabe en tantos sitios y se le puede dar una patada en cualquier momento. Pero no sé qué guardar dentro de la nevera ni sé por qué tengo dos iguales.
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Lola de la Serna QUÉ VÉRTIGO... Yo soy esa presencia que veo en el espejo, con asombro me mira y es mirada por mí. No sé cuántas imágenes he sido ni cuántas en su hondura me quedan aún por ser. A veces creí ver en su cristal a un niño con su sonrisa de ángel y otras más, a un intruso, viejo y torpe. A un joven temerario que rezumaba fuego, que se creía sabio sin percibir la espada de Cronos pendiendo sobre él. Quizá su azogue miente y me sigue engañando. Cada vez que me asomo soy otro diferente, y sigue sucediendo y una vez más... sucede. ¡ Qué vértigo ser yo ! El que mora en sí mismo dentro de mi pupila como si fuese otro. ¡ Qué vértigo ! ¡ Qué vértigo ser yo... esa presencia !
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Juan Rodiño POETAS B Y ellos dicen donde está el alma y de como resuena en los tímpanos del camino, su muro atormentado. Son eruditos del ayer pero no del hoy. Los claveles de sus sombras siempre rebosan panoramas de entusiasmo. Mercaderes ejemplares de discursos con sus meriendas de leyes en cafetines, o quizás, en secuencias de comuneros. Son ellos la duda o, camino sin retorno, cuando al saberse apremiados lloran y renacen al rencor de las mañanas, los sueños. Con cantares y pensamientos de luces relatan tonos de sus estrofas con tinta roja a los hombres valientes sin sillas de cautiverio. (Copyright— Libros de Combarro).
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Antonia Marcelo
JÚBILO POR LA MUERTE ¡Salid a la luz del sol!
Los que florecen te llaman
náufragos de las tinieblas,
con lúgubre gemido
vampiros del especio
ocultos bajo sus lápidas.
cerrados al alegre viento.
Ciego sus ojos con luz temprana calman su sed
¡Salid míseros errantes! con reflejos de espada. de tertulias inherentes, insepultos escondido
Nítido sol de madrugada
en la oscuridad del vientre.
¡canta! Calienta, acaricia, besa, ama.
Máscara de Lucifer. Fantasía del horror Caracol de brillante baba. ¡Ya llegó la mañana! Pez de las cavernas. Cenizas de umbrías almas. (Por la caída del miserables hoy 2/5/11)
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M. Carmen Álvaro López OLIMPO 2011 Pone la primavera sus sandalias en el Olimpo de nuestros secretos para descifrar el código de la noche. Los dioses preparan las maletas con tul de complicidad. Eros aguarda inquieto y un piadoso rocío enreda mis horas en los madrigales de tu sueño. Demasiadas destinos construyeron este puente, demasiados cantos de sirena cerca de lo prohibido. Aunque peinar distancias nos acerque, llegó la hora de ceñir juntos la cinta invertebrada, Porque sé que, antes de partir, los dioses nos dejarán el arco y la diana.
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Rafael León Rodríguez OCTUBRE DE 2011 “Lleva tras sí los pámpanos Octubre, y con las grandes lluvias, insolente, no sufre Ibero márgenes ni puente, mas antes los vecinos campos cubre.” Lupercio Leonardo de Argensola
uno de los Leonardo de Argensola Lupercio más concretamente a octubre a modo describió de inmensa ubre de lluvia que feroz se despendola y ungido del calor que árido asola los páramos del sur con su insalubre vagido tropical en este octubre no atino a imaginar lo que Argensola hubiese escrito ahora que los gases de efecto invernadero han abrasado cual Tais las altas nieves del Moncayo y apenas de las ubres mana orvallo sobre un campo que yace acuchillado de inciertas cicatrices los trasvase 129
Jonatan Jorge Guille
QUIERE, AMA. La vida es elección… y quiere el sol, desalar ramos, lágrimas desarmar pétalos, derramar conciencia y así rellenar con estampas las páginas de largas etapas en malas experiencias.
La muerte es selección… y ama al dolor, pero nunca entiende de si es su amor algo más que ciencia social e incierta que prende, aprende y pierde calor en su posible carencia. (Del libro Gris Presente (Ediciones Cardeñoso, 2011)
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F. Sánchez - Carpio
Yo creo en Ti, Señor, porque eres bueno, porque eres Justo y Dios Omnipotente; porque en todo momento estás presente en el Vino y el Pan de gracia lleno. Yo creo en Ti, Señor, de modo pleno, con todo el corazón y con la mente; sin que turbe esta Fe la duda hiriente que corroe a las almas, cual veneno. Yo creo en Ti, Señor, porque sufriste una angustia mortal, en las esperas; porque sin culpa alguna padeciste ignominiosa muerte en dos maderas; yo creo en Ti, Señor, porque quisiste padecer y morir, siendo quien eras.
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Javier Bueno Jiménez
NO ME GUSTA Siento dolor de estoque y banderilla sobre mis cervicales cuando veo que se clavan a lo largo del toro y levanto mi dedo acusador señalando al torero, el verdugo al que aclama el graderío. No me gusta el albero salpicado de sangre, pero sí los caballos con coronas de helechos.
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Guillermo Rodríguez Sampedro TE IMPRESIONARÁ (Fotografía de José Javier Martínez Palacín.)
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Juan Calderón Matador ZAPATEADO CON CASTAÑUELAS Tacatá tacatá tacatacatá tacatacatá tacatá. Taca taca ta tacatá tacatacatá. Taca taca taca ta. Taca ta taca ta tacatacatá. Arriá arriá arriá arriapitá arriápitá, arriá arriá arriápitá. Taca ta taca ta, taca taca taca ta. Arriá arriá arriápitá. Tacatá tacatá tacatá. Arriápitá. Ta tacatá ta tacatá ta tacatá. Tacatacatá. Tácata, tácata, tácata, tacatacatá tacatá, tacatacatá tacatá. Arriá arriá, tacatá. Tacatá tacatá tacatá, TACATACATÁ. (Del Cuaderno "Divertimento", Asociación Prometeo de Poesía-2005)
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NARRATIVA
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Elena Marqués
TODOS LOS CUENTOS EL CUENTO
Queremos tanto a Glenda que, ya ves, aquí andamos buscando el regalo perfecto para su aniversario, unos bombones, un perfume, un cuento surrealista (quizás sea lo mejor, dadas sus condiciones) o un libro de poemas visuales. Glenda vive en Almagro; en Medrano, para ser exactos. Colecciona chismes antiguos en su casona de fin de siglo. Glenda los ordena primorosamente en el porche mientras vigila las andanzas de sus dos nietos mellizos. Como casi no ve, la anciana ha aprendido a manosear todo lo que cae en sus manos, y detecta primero, con esa hábil caricia de que ha sido dotada por la madre naturaleza, la frialdad del material, su tersura, su tamaño, su inutilidad y su peso. Luego se agacha a clasificar los objetos en cajas de cartón que su hijo, antes de irse a trabajar, deja perfectamente alineadas a sus pies, de modo que solo tenga que inclinarse un poco, lo cual, dada su edad, no deja de suponer un esfuerzo penosísimo. El hecho de que Glenda, siendo casi ciega, vigile a la camada es todo un privilegio, un modo amable de cederle el lugar correspondiente en la cadena productiva de los asuntos domésticos. Su madre, nacida en Argentina, aunque de padres italianos,
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nunca se integró demasiado con la familia política, que presumía de sus ancestros vascos por ambas partes, así que Glenda, que hasta entonces había seguido en todo los pasos de su progenitora, se vio en la terrible y humillante obligación de arriar velas en cuestiones de orgullo y someterse a ciertas tradiciones antiquísimas, como la del cuidado ineludible de toda criatura que la generación en edad fértil pariera sin esfuerzo. En el caso de los Garay, que presumían, además, de apellido ilustre, era costumbre no solo acumular vástagos (algunos de estirpes desconocidas y repartidos por distintos barrios, desde los cafetines de Barracas a Belgrano), sino fundamentalmente dinero, y, en su defecto, artículos de lujo y antiguallas con que decorar aquel engreído caserón que se iba deshaciendo de a poquito.
Los mellizos se entretenían reinventando la receta de las masitas secas de la abuela Milagros. Les gustaba innovar y añadían, junto al dulce de leche que a la mañana dejara descuidado la amable señorita Cora en la cocina, cualquier tipo de insecto que pudiera camuflarse con facilidad. Las larvas, por ejemplo, eran especialmente aptas para la repostería, pues su movilidad era casi nula, y ni siquiera Glenda las distinguía en lo informe del dulce recién horneado. Esa tarde, el más alto de los mellizos decidió terminar de embromar a la abuela medio ciega y, al ver pasar por la acera contraria a un jovenzuelo con su ramo de flores
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rumbo a La Chacarita, lo interceptó con un gesto, y el muchacho, que había sido educado exquisitamente en los principios de la diplomacia, se paró a escuchar la propuesta del rapaz, que no era otra que cuidar de la abuela mientras ellos se alejaban unas cuadras en busca de aventuras. El joven no las tenía todas consigo, pero los mellizos le ofrecían una merienda exquisita de masitas que no se atrevió a rechazar. Cuando los tunantes se marcharon, Glenda se dirigió a él educadamente: —¿Cómo te llamas, hijo? El joven no había sido lo suficientemente precavido como para preguntar al niño a qué nombre debía responder. En cualquier caso, por muy chocha que estuviera la anciana, de seguro que era capaz de distinguir entre los miembros de su propia estirpe, así que a punto estuvo de salir corriendo. —No es la primera vez que mis nietos me buscan quien me acompañe en estas tardes eternas. En realidad, solo quiero alguien que atienda a mis historias con migalas y a esos encuentros con Alina Reyes sobre el puente para hacer palíndromos. Al joven, que acostumbraba a leer y solo salía de paseo por prescripción facultativa, aquellos términos sin referente conocido le parecieron excesivos, pero, en cualquier caso, no le disgustó la idea de quedarse a ver qué pasaba. De su padre había aprendido la dureza de carácter y de su madre tenía presente el respeto reverencial por las palabras y por los mayores, de quienes siempre se podrá aprender cosas nuevas o, por el contrario, realmente antiguas, y por ello mucho más interesantes. El muchacho, que hablaba con un frenillo encantador, le dijo que respondía al augusto nombre de Julio. Glenda contó a Julio, casi sin respirar, cómo encontró un mensaje de suicidio en el bolsillo de un viajero del metro, por una estupidez de itinerarios; le habló sobre el arrebato provocado por la quinta sinfonía de Beethoven en un teatro florentino y las amistades creadas en un viaje hacia el sur a consecuencia de un atasco inesperadamente útil, y, como ya anochecía, lo citó para el día siguiente, si lo tenía a bien, pues había encontrado un magnífico perseguidor de su voz y sus deseos.
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El muchacho se despidió educadamente y quedaron citados para la tarde siguiente, no sin antes comprobar que los mellizos ya entraban por la puerta, casi sin saludar, y, con una diabólica mirada que el joven se vio incapaz de esquivar, se excusaban diciendo que solo habían estado jugando a la rayuela. La tarde siguiente, según lo convenido, el joven llegó por la misma esquina por la que apareciera el día anterior, esta vez sin ramo de crisantemos y dalias con que aromar el ómnibus y adornar a los muertos, y, ya sin pedir permiso, se acercó a Glenda, mientras los mellizos se escabullían dejando a mano la consabida bandeja de pasteles. Esta vez Glenda no solo le dio las instrucciones pertinentes para llorar y subir una escalera, acciones que podían, si se daba el caso, simultanearse sin demasiada dificultad, sino que luego captó la atención del muchacho contándole cómo su abuela Irene fue expulsada de su propia casa sin saber muy bien por qué, y a continuación se vio ahogada en su propio pulóver. Nada digno de interés si no fuera por el modo de contarlo. Acabada la tarde, y viendo aparecer las dos figurillas por la esquina por la que horas antes se desvanecieran, se despidieron hasta el día siguiente, y así fue durante todo el verano. Solo cambiaba de un modo imperceptible la minúscula fauna que poblaba las masitas, aquel bestiario informe y raramente exquisito que los niños seleccionaban sin atender a las posibles consecuencias gástricas que a la larga podían provocar. La tarde del día 29 de abril, martirio de santa Catalina, apareció el joven deseoso de una nueva historia que ya tenía prometida. Algo le había adelantado Glenda sobre una isla a mediodía y otros territorios. En el porche se alineaban las cajas de cartón, por las que asomaban dos libros deshojados y un muñeco mecánico sin cabeza. No se intuía tampoco a ninguno de los mellizos. El joven quedó completamente desolado y se dio la vuelta. Posiblemente Glenda estaba enferma, pues ya tenía cierta edad, o los niños habían sido duramente castigados y no era precisa su vigilancia bajo el alero de la quinta, así que se marchó, y por el camino iba pensando sobre la conveniencia de volver al día siguiente. No podía intuir el pobre Julio que dentro de la casa se celebraba una fiesta de cumpleaños con torta de Las Violetas y exagerado despliegue de encajes y perfumes.
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El joven, sin embargo, se repuso rápidamente del disgusto al encontrarse con una agradable sorpresa en su regreso a casa. Su padre, en un arrebato totalmente impredecible, le había comprado una hermosa motocicleta de segunda mano con la que Julio podía acercarse todas las tardes a su cita de La Chacarita, no tuvieran que esperar mucho tiempo los difuntitos sin sus flores. La tarde del 30, día de san Pío, el joven se encabalgó sobre el vehículo. Iba a ver a su amiga más alegre que otras veces. Confiaba en mostrarle a Glenda aquella maravilla del motor. Recorría Rivadavia pensando en el asombro que iba a provocar en la anciana, a la que le bromearía sobre si darle un paseo montada a la grupa, cuando vio que la mujer parada en la esquina se lanzaba a la calzada a pesar de las luces verdes. Solo le dio tiempo a pensar en que, en cuanto saliera de esa noche boca arriba, reescribiría con tesón los cuentos de aquella Sherezade olvidadiza; ni por asomo pensó que había llegado el final del juego.
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Raúl Calvo Varela HACIA DONDE… ANTONIO MACHADO La primavera ya derrama su perfume y sus colores bajo el sol que asoma su encendido rostro por la ventana del horizonte, cuando iniciamos la marcha. Lo hacemos con poco equipaje, pero llenos de esa ilusión que siempre origina el comienzo de algo extraordinario. Las calles empedradas de este pueblo que, sin ser el mío, por su humilde belleza lo tome prestado hace ya 10 años, todavía están desiertas, lo qué nos permite cruzar la principal, de la mano, sin ser vistos por las cotillas de turno. -Que bien que no encontráramos a nadie –dice Carmelie deteniéndose para contemplar la ría-. Así aún es más bonito, ¿verdad? -Claro: es que la soledad incrementa nuestra capacidad para apreciar las cosas hermosas de la vida. -¡Booo! Tú siempre filosofando –y ambos nos reímos en voz alta. Las Azores se ha dignado a mandarnos su mejor anticiclón, tan bueno que, el hombre del tiempo prometió que duraría, por los menos, una semana –la que tenemos nosotros para llegar y volver de nuestro destino-, lo cual, unido a nuestra ganas de “volar”, nos hace creer que el viaje será un éxito, sobre todo porque contribuirá a estrechar más los lazos de amor que nos juntan. Después de meter los bolsos en el porta bultos, entramos en el auto, como siempre, yo, de copiloto narrador de los paisajes y reñidor de los infractores –son muchos- del código de la circulación, y ella, de piloto, manejando los mandos a las mil maravillas, tan excelentemente que me sorprendió el día que nos conocimos, desterrando la idea absurda de muchos –no mía- de que las mujeres conducen peor que los hombres. Y lo hace así porque le “gusta tanto conducir como besar”; es lo qué yo le orquesto a veces en broma, broma en la cual ella participa porque Carmelie es una mujer alegre, con una alegría que le brota como la risa de una niña. 141
El utilitario se pone en marcha, rompiendo con su runrún el silencio que no envuelve. Pasados 30 segundos de viaje, mirándola de arriba abajo: -No sé que pasa, pero, al volante estás más guapa todavía –le digo y no en broma, sino en pura verdad-.Oye, es como si “la vuiture” en lugar de ser una máquina fuera un centro de belleza; como si en vez de conducir un coche, condujeras una estrella. -¡Uy, que bonito! –exclama Carmelie acariciándome el muslo con la mano derecha-. Empezamos bien: si continúas así todo el viaje, además de aumentar mi amor por ti, aumentarás muchísimo tu caudal poético. No sabes cuanto me alegro; pero, por favor, que el caudal no se desborde. El lugar de contestarle, me entretengo en vilipendiar al conductor del vehículo que nos precede por no utilizar el intermitente correspondiente al desviarse a la izquierda. El infractor responde a mis pitidos con gestos procaces, que sólo sirven para provocarnos la risa muestra de la alegría del viaje. Montañas, valles, flora, fauna y aldeas perdidas en medio, en las que destacan como testimonio de otro tiempo las iglesias románicas. -Galicia es un derroche de montañas y valles, una tierra repleta de árboles y pájaros – adujo yo como si descubriera algo que esta tan a la vista. -Sí, es preciosa. No es nuestro caso, pero, a veces vamos muy lejos para ver sitios bonitos y nos perdemos los que tenemos aquí al lado de casa. -Bueno, eso es más por la fiebre que le entró actualmente a la sociedad, a la gente de salir, de ir de aquí para allá, sin saber muy bien para qué. Para no entrar en profundidades (no es que no sea capaz de introducirse, pero prefiere lo superficial), Carmelie se muestra atenta a la conducción, rebasando en alguno kilómetros el límite de velocidad permitida. Ante ese hecho y mientras observo el cuenta kilómetros, recuerdo las veces que conduje por allí antes de que la carretera fuese autovía; cuando había que cruzar el Padornelo y la Canda con nieve. -Es preciosa –repite Carmelie como si hablara consigo misma, interrumpiendo mis recuerdos y pensamientos. -Desde luego. Lo malo es que está mal cuidada; los gallegos son poco cuidadosos con la Naturaleza, pasan bastante del medido ambiente y del orden de los bienes públicos. Van cada uno a lo suyo. Carmelie que sin ser galleguista ni mucho menos, no es que vaya a lo suyo, pues persona generosa y entregada; pero la idea de defender lo estrictamente personal, la traslada fácilmente a lo colectivo. 142
-Bueno, eso, en Galicia como en todo los sitios, y los gallegos como todos los españoles, franceses, rusos o del quinto pino –y la sonrisa se borra de su rostro. -Para, para. Yo estuve mucho por ahí, y he visto las cosas mejor en este asunto. Sin ir más lejos Asturias y Andalucía, y no digamos en otros países. Mira yo crucé los Alpes y no he visto ni huellas de un incendio. Carmelie me lanza una mirada entre afirmativa y disgustada, y yo temiendo que se pueda romper la magia del momento, empiezo a tararear uno de aquellos boleros de “canciones para una vida”, de Lucho Gatica. Bolero que todavía conservo en la memoria de cuando era chaval, los cantaba por los caminos, y que a ella tanto le gustan porque, a pesar de ser una mujer modernista, le encanta la música de todos los tiempos, siempre que sea buena, claro. Cuando termino, apartando un segundo ambas manos del volante, me aplaude divertida y burlona.
-¿Quieres que te cante otro? –le pregunto en actitud infantil-. Sé muchos más, eh. Si prefieres a Machín, también… -No, prefiero que me leas uno de tus poemas. Los tienes muy lindos como dicen los suramericanos. Anda, léemelo –pide en tono teatralmente implorante. -Vale. Con muchas dificultades, saco de mi bolso destartalado el poemario que siempre llevo a todos los viajes como símbolo no sé de qué. A no ser que los ensaye mucho como 143
cuando los tengo que leer en público, soy muy mal lector de mi obra –se dice que les ocurre a todos-; sin embargo en esta ocasión leo sin interrupción, casi declamo el poema “Amor de ida y vuelta”. -¡Guau, Guauuu! –exclama cuando termino. A si vamos cruzando ríos, valles y montañas (no digo pueblos porque ya se sebe que las autovía y autopistas carecen de travesías, cosa que echamos de menos, “pero que le vamos hacer”: las condenadas prisas actuales nos han privado de contemplar la belleza de los pueblos y de comprar en ellos algún producto de la tierra”, pienso) hasta llegar a la Gudiña, frontera entre Galicia y Castilla. En la Gudiña hacemos una pausa para tomar un café, para librarnos de lo que le sobra al colon y a la vejiga y para que el vehículo tome combustible. Aquí, mientras comentamos los detalles del viaje, vuelve a hablarme, con gran intensidad, la memoria sobre el excelente yantar que me sirvieron aquí, hace más de 40 años, en un restaurante que, según me contó después un vecino del pueblo, aún existe.
Reanudamos la marcha cuando el sol es tragado por una nube inesperada. -¡Jooo, qué pena! Con lo hermoso que estaba el día. No me digas que va a estropearse – se lamenta Carmelie. -Que no, mujer, que no. Sólo es una nube viajera como nosotros –digo mirando al cielo con teatral presunción de meteorólogo.
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-No me digas. Pues que bien, hombre del tiempo. Podías ganarte la vida dando un parte meteorológico mejor que el de la tele, ¿a que sí?…-dice siguiendo la broma, mientras suben de nuevo al auto. Efectivamente, cuando hemos recorrido un tramo de carretera normal, entramos nuevamente en la autovía, la nube ha liberado el sol que resplandece como una hoguera en la noche de san Juan. -Bueno, ahora que me dices, ¿eh? -Que eres un genio, mi amor. Poco después de pasar la Gudiña la carretera desciende continuamente y comienza una especie de transición geográfica; las montañas van perdiendo altura y, por consiguiente, los valles hondura hasta entrar en las tierras llanas de Castilla. Pero antes, en la cumbre de uno de los últimos cerros que, como empujado por un volcán inesperado, se levanta entre la sierras de Cabrera y de la Culebra, surge el histórico pueblo de Puebla de Sanabria, con su castillo-fortaleza, bien conservado, destacando en lo más alto, y la iglesia de Ntra. Sra. del Azogue. -Desde aquí, es preciso –dice Carmelie volviendo la cabeza para mirarlo-. ¿Subimos a verlo? -Claro. Aunque yo ya lo he visto me gusta volverlo a visitar contigo –y la observo para comprobar el efecto de mis palabras. -¡Guau! Que romántico estás hoy –exclama ella con una sonrisa que le pinta el placer que le anda por dentro. En silencio subimos por la serpenteante carreta y, luego de aparcar en la plaza mayor y disfrutar la primera impresión global que nos ofrece el conjunto urbano, recorremos el castillo, deteniéndose para saborear desde los puntos estratégicos, las vistas ofrecidas por los paisajes más exuberantes. Terminado el recorrido, entramos en la cafetería “El Lago” para degustar (o disgustar porque el café que sirven en los bares modernos es un brebaje contrario al paladar y al bolsillo de los parroquianos) el segundo café y comentar las experiencias ya vividas. -Oye, cariñazo, apropósito del lago, tenemos que ir a ver el de aquí: el lago de Puebla de Sanabria, es muy famoso. Pasé muchas veces por aquí sin verlo, pero de hoy no pasa. -Sí, dicen que es una maravilla; pero esta muy lejos… -Mujer: sólo a 15 kilómetros. Además, para una conductora como tú, no existen las distancias –digo en tono entre cierto y adulador.
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Carmelie que, como a casi todas las mujeres, le encanta oír de boca masculina palabras que enaltezca su “yo” femenino, contesta: -Gracias “mon amour”. Y existen menos cuando vamos juntos a visitar una maravilla o lo qué sea. -Mujer, que bien te ha quedado. Sí señor, mejor dicho, sí Señora: muy poético –afirmo y, como habitualmente –quizás más de lo marcado por las normas del bien diálogoacabamos carcajeándonos al unísono. Después de circular los 15 kilómetros por una calza semejante a una sucesión de eses interminables, arribamos al lugar elegido, cuando el sol de castilla parece haberse detenido en la cúspide del cielo para contribuir a nuestros deseos. Nos impresiona el paisaje en general y la laguna por su belleza natural y por sus bien cuidadas instalaciones. “como es posible que haya pasado de largo tantas veces…”, me pongo a pensar, pero mi pensamiento se interrumpe por mi compañera que me toma de la mano apretando fuerte como suele hacer cuando alguna emoción la embarga. Nos abrazamos y nos besamos igual que si con aquel beso, en tan fantástico lugar quisiéramos precintar nuestro amor para la eternidad, porque en momentos así, ¿quién se acuerda de la muerte? En lo orilla Sur –la Norte no disponemos de tiempo para recorrerla- hay pequeñas y románticas playas, recónditas entre árboles de todas las especies; algunas adornadas y servidas con merenderos estilo años 20. A pesar de no estar ocupados por ningún cliente, permanecen abiertos dando a entender, que, como es viernes, mucha gente va por allí el fin de semana. La sospecha se confirma realidad, cuado pasado un rato ya empiezan a llegar coches con niños, con adultos y con perros caseros. Continuando el recorrido descubrimos pueblecitos (aldeas) construidos y cuidados en perfecta sintonía con el paisaje. -¡Dios, es formidable! Ni por lo más remoto, me esperaba nada semejante –afirmo mientras cruzamos, lentamente uno de ellos. -Ni yo –corrobora Carmelie, y llevada por su tendencia natural a enaltecer las cosas, aunque sea en plan de broma, prosigue-: podríamos quedarnos aquí los dos solitos para toda la vida… Pasa una bandada de pájaros y, en alguno de los árboles cantan ruiseñores o mirlos –su canto se parece-. -Yo tengo poco de asceta, y tú tienes menos, nada –y esbozo una risa estólida. Sin darle crédito a mis palabras, ella consulta su reloj de pulsera. -Oye, son las 2 –anuncia en tono significativo. 146
-¿Y qué? -Que podemos comer en uno de estos “chiringuitos”, merenderos. -Claro. Tienes razón. Que lista eres, carajo. Pero, ¿tú crees que tendrán comida? Creo que, si la tiene es de chiripa. -Bueno, probamos. De los 4 que hay elegimos, el más bonito y mejor situado. No sentamos y enseguida vino un camarero ataviado como tal. -¿Qué desean? Nos pregunta en actitud poco en consonancia con su vestimenta. Me gustaría decirle, “que es un poco cazurro”, pero el gusto se queda en pensamiento silencioso
Hay otra pareja un joven que está tomando algo con un aperitivo. -Comer. ¿Nos trae una carta, por favor? –contesta Carmelia. “Ves, ya te lo dije. Ya lo sabía yo”, le digo con una mirada. -No tenemos… -¿No tienen carta o comida? –le interrumpo. Cambiando su actitud del principio por otra más profesional, el preguntado contesta: -Carta no tenemos, comida: la que quieran. –y seguidamente nos hace una relación de las existencias. Ante la carencia de la carta, mi compañera hace un mohín de descontento; sin embargo yo prefiero la carta verbal que la de papel.
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-Vale, a mí, de primero, sopa castellana, y de segundo, bacalao a la plancha con patatas, y de postre, arroz con leche. Pasados 3 minutos de muchas dudas: -Para mí lo mismo… Le vuelvo a lanzar una mirada de lúdico reproche. -Booo, ya sabes que me encanta el bacalao –me confiesa posando los labios en mi oreja, lo que me producen un lascivo cosquilleo. Casi en silencio, gozamos la comida y el paisaje. Luego volvemos a la carretera con la dulce impresión de haber despertado de un sueño de esos que recuerdas toda la vida. Benavente, la evocación del buen pan y el buen chorizo, Medina de Río Seco y Palencia, única ciudad de España que visitamos por primera vez. Nos alojamos en el hotel Imperial, nominativo cuya altisonancia se lleva mal con el bajo relieve de las instalaciones, que, evidentemente, no están concebidas para albergar emperadores. Palencia con su catedral gótica con mezcla de otros estilos –la bella desconocida-, su plaza mayor y sus jardines, todo lo cual, dado que esperábamos menos, nos sorprende por su extensión y por su belleza. Algo cansados de recorrerla hasta en sus rincones, nos sentamos en la plaza mayor. -Sabes mi amor –empieza Carmelie, como de costumbre sin escatimar las palabras cariñosas, que salen en su boca como una brisa acariciando la piel-, es mucho más grande y bonita de lo que yo pensaba. -A mí me ocurre lo mismo: estoy sorprendido. Y es que casi siempre la realidad supera al pensamiento. Ahora recuerdo que, cuando hice el Camino de Santiago, también me sorprendió por los mismos un pueblo de esta provincia… -¿Qué pueblo? Si se puede saber –pregunta ella con cierta suspicacia. -Cariño, ¿por qué andas con segundas? -Digamos por respeto a tus mágicos secretos, que son muchos, sobretodo, secretos poéticos… -Bueno, esos pertenecen a los sombras del amor, jamás a la geografía –y nos miramos sin poder detener la risa, y prosigo mezclando risas y palabras-. ¡Ah, ah! El pueblo a que me refería, se llama Frómista. Me sorprendió por su belleza y su historia. -Ni me suena –afirma Carmelie, incorporándose con el propósito de continuar el recorrido. El segundo día tras desayunar opíparamente en el hotel con nombre dominante, iniciamos la marcha con algo menos de alegría que el primer día, tal vez por aquello de 148
que la ilusión de la novedad no dura más de un día. Aranda de Duro, donde, sin contar el desayuno, tomamos el primer café de la jornada, El Burgo de Osma. Por Calatañazor pasamos de largo porque siendo uno de nuestros lugares favoritos a visitar, preferimos hacerlo el día siguiente, mirarlo y estudiarlo en su justa medida. Llegamos a Soria a la hora de comer en nuestro país. Nos fuimos directamente al hostal que habíamos reservado de antemano; pero aquel estaba cerrado, la cual nos inquietó por ser un hecho no habitual. -No pasa nada, cariñazo –le digo, viendo que está demasiado preocupada-. Abrirán más tarde, como es temporada baja, ya se sabe… Si no buscamos otro y ya está. No te preocupes –y la tomo por los hombros. -Vale –contesta en tono decaído. Mientras comemos algo de comer y marchar en un restaurante donde el tiempo no importa, decidimos no volver al hostal cerrado y buscar. Pronto encontramos una que nos gusta más, tanto el edificio como el lugar donde su ubica: al principio de una calle que sale de la plaza mayor, y desde cuyo balcón se puede ver la torre de una iglesia de la que sólo sabemos que es de estilo gótico primario. El segundo día, empujados por el sueño de constatar historia e “historias”, no dirigimos a Calatañazor. ¡Oh Calatañazor! Pueblo de sencillo, pero hermoso –quizás por esomedieval, donde, a decir de alguna historia –otras no lo tienen tal claro- el General Almanzor fue derrotado, por primera vez, y herido por las fuerzas cristianas y, con ello se detuvo el avance implacable de la musulmanas por la península.
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Llegamos a la hora de poner la mesa, mas antes de comer queremos echar una vistazo. Dejamos el auto a la entrada, y dado que no es grande, paso a paso, lo abarcamos todo: casas de piedra y con balcones de madera a la calle, unas, sin llegar a ser monumentos, bien labradas, y otras, sin duda las de los siervos, sin labrar. Como en todos esos sitios, en lo más alto, el castillo derruido, tan derruido que no se puede saber si fue militar –fortaleza- o religioso. Como decía nada es monumental, y es, precisamente esa sencillez antigua y bien conservada, la que lo hace atractivo, fascinante. Gracias a que no es todavía época del loco turismo, nos permite gozarlo a tope y con una especial sensación de haber vuelto y de estar viviendo aquel oscuro tiempo. Comemos en uno de los 3 ó 4 restaurantes en la calle principal, un menú cien por cien mesetario: sopa castellana y cordero al horno. Por la tarde retornamos a Soria y nos entrenemos, mejor dicho gozamos caminando por las riberas del Duero, riberas y Duero que, a pesar de estar terriblemente transformados, nosotros no podemos evitar el recuerdo de los senderos por donde Antonio Machado paseaba habitualmemte, primero con el amor vivo de Leonor y más tarde con el peso insoportable de su muerte. Inesperadamente, Carmelie. -Espera –y sacando un libro de su bolso-: escucha: Yo voy soñando caminos De la tarde. ¡Las colinas Doradas, los verdes pinos, Las polvorientas encinas!... ¿A dónde el camino irá? Yo voy cantando, viajero A lo largo del sendero… -la tarde cayendo está-. “en el corazón tenía La espina de una pasión; Logré arrancármela un día: Ya no siento el corazón”. Y todo el campo un momento Que queda mudo un sombrío, Meditando. Suena el viento En los álamos del río. La tarde más se oscurece; 150
Y el camino que serpea Y débilmente blanquea Se enturbia y desparece. Mi cantar vuelve a plañir: “Aguda espina dorada, Quien te pudiera sentir En el corazón clavada” -¡Ouuu! Que maravilla –exclamo en verdad sorprendido tanto, por no esperármelo, como lo bien que ella lee el famoso poema-. Pero, bueno…, si recitas fantástico; no me esperaba eso de ti. Podrías dedicarte a la declamación. Pasando por alto mis elogios… -Me encanta Machado –asegura como en tono triunfal-. ¿Y a ti? -Bueno, digamos que no es mi preferido. Hay otros a los que nadie conoce, que me gustan más –contesto en actitud algo displicente -“Pobriño”, y que mal lo pasó con la muerte de Leonor y con la con la guerra. -Cariño mío, los poetas siempre lo pasamos mal, y si no mírame a mí –aduzco con un gesto, teatralmente, indigente. Carmelie me observa con aquella mirada suya en la que se refleja toda la suspicacia y la broma. Así la risa, con tintes de amor, vuelve a alegrar el tiempo de estar juntos. Después de dar varias vuelta para constatar el cambio que según la imagen que tenemos de cuando el Poeta paseaba por allí, nos dirigimos a la ermita-cueva de San Saturio. Saturio, el hombre que por donar todos sus bienes a los más necesitados y pasar del mundo cruel, refugiándose el la cueva, o sea, por convertirse en asceta, le ascendieron a Santo que no es poco. La importancia y lo bonito del monumento, reside precisamente en la combinación de la profundo con lo superficial, de las sombras con la luz, todo en un ambiente de catacumba en las entrañas de la tierra; tanto que uno puede experimentar la tremenda sensación de vivir en el paleolítico. -¡Uau! Has visto que impresionante. Parece que uno está en otro mundo. Apenas se puede respirar –comenta Carmelie al respirar aire libre. -Pues así es cómo vivían nuestros ancestros. -Ahora vivimos mucho mejor y, por supuesto, somos más felices. -Bueno… -digo en tono de duda e, inesperadamente para ella, le abrazo y la beso sin reparar en un grupo de jóvenes que pasan como si salieran de una discoteca-. Mira, esto ya lo hacían aquellos y aquellas. 151
A pesar de apremiarnos el tiempo, no podíamos marchar sin ver uno de los lugares más importantes de Soria, de España, y el tercer día, antes regresar a casa nos trasladamos a Numancia, restos de ciudad celtíbera situada en el cerro de la Muela, donde unos pocos numantinos vencieron a un ejército romano compuesto por 30.000 hombres, mandado por Caro de Segueda. Años más tarde el pastor lusitano Viriato también hizo de las suyas. Describir físicamente a Numancia es, por lado, innecesario porque, ¿quién no la conoce? y por otro, es imposible, pues de aquella ciudad, antes de Jesucristo, importante, solamente quedan dos o tres columnas estragadas, algún resto de murallas y casas caídas. No obstante, tomando como muestra dichos vestigios y la historia, cualquiera puede recorrer una gran ciudad. Y no digamos si utiliza el ave de la imaginación; entonces puede volar, desde luego, sobre un sitio maravilloso, de ensueño. Esa es la impresión que nos llevamos de haberlo disfrutado. La filosofía popular es la más acertada de todas y entre sus muchos aforismo está el siguiente: “¿a dónde vas? Voy a la fiesta –contestas lleno de alegría, sacando pecho. ¿De dónde vienes? Vengo de la fiesta –respondes con pena y cabizbajo”. Tal vez, fieles a ese principio o por el peso de la reflexión originada por todo lo visto y aprendido, nuestro regreso no fue tan brillante como la ida.
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Blanca García Malanda
ABISAL
Nadas sin prisa en la oscuridad total. Conoces bien la fosa en la que vives. La has recorrido tantas veces, casi rozando el limo del fondo, presintiendo las oquedades en las rocas, que si alguien pudiera verte (¡qué bobada!), no creería que eres casi ciego. Tú no lo sabes, pero estamos acostumbrados a nuestros invidentes, que titubean, palpan, incluso tropiezan; tú, en cambio, parece que volaras en las profundidades, con una libertad total, como si no existieran límites. Has aprendido a cazar a tus presas en el agua opaca del fondo, a fuerza de presentir los cambios de presión y las turbulencias que provocan sus cuerpos sigilosos. Te sientes cómodo. Éste es tu lugar.
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Sólo algunas noches te apetece nadar hacia arriba, cuando la curiosidad muerde la punta de tus aletas. Poco a poco vas notando la falta de presión y la oscuridad se hace menos espesa; la temperatura del agua empieza a subir y tú comienzas a sentirte raro, inseguro. Solo piensas en dar la vuelta, pero hoy has visto aquello, allá arriba, y no entiendes nada. Lo que tus diminutos ojos casi ciegos vislumbran no es el vientre redondo de un pez manta, que recorta su claridad en el agua negra, ni es el enorme ojo de un pulpo de las profundidades. Es como si hubiera un hueco, un roto, en la inmensidad de la noche. Esa bola blanca está quieta, completamente quieta. Al principio apenas te has dado cuenta, porque casi no podía distinguirse, allá en lo alto. Pero de un modo casi imperceptible, el círculo de claridad se ha ido haciendo cada vez más intenso y, del mismo modo, lenta pero implacablemente, te atrae hacia él. Tu curiosidad ahoga tu miedo y sigues nadando hacia arriba, despacio, sí, pero sin parar. Poco a poco, la falta de oscuridad se convierte en algo hiriente. En la penumbra se van recortando los perfiles de los peces que nadan por encima de ti, y allí, en lo alto, aquel cuerpo inmóvil que poco a poco se va llenando de luz. La temperatura del agua es insufrible para ti, que estás acostumbrado al frío del fondo. Es lo más doloroso y aterrador que has visto en tu vida, y sin embargo no puedes dejar de subir. No eres dueño de tu voluntad. Sientes que tu cuerpo va a estallar por la falta de presión y el dolor de tus ojos se hace insoportable. Cuando ya crees que vas a morir, esa claridad infernal se desvanece y tú giras inmediatamente hacia abajo. Estás aturdido y sin fuerzas, pero has aprovechado ese instante para zafarte de la atracción mortal que te empujaba hacia lo alto. Caes casi desvanecido hacia el fondo y lentamente, el frío te reconforta. Notas el aumento de la presión como un abrazo y la oscuridad total te envuelve en su manto. Allá arriba, la luna llena asoma de nuevo detrás de la nube. No tienes nada que temer. Ahí estás a salvo de su influjo mortal, oculto en tu negra sima, debajo de millones y millones de gotas de agua transparentes.
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Joan Llensa
EL ÚLTIMO CAPÍTULO
Jeremy Frosty podía alardear de una vida de esplendor, una cuenta corriente con demasiados ceros para contarlos, y la popularidad que anhelan las celebridades. Sin embargo, desde hacía algún tiempo, Frosty era incapaz de enfrentarse a su última página. Frosty era un hombre vetusto. En realidad tenía la piel tan fina, limpia y tostada, que parecía ser poseedor del elixir de la eterna juventud. Tenía unos ojos muy grandes, muy brillantes y de color verde jade, una nariz recta y estilizada parecida a un busto griego, y un mentón que, aunque prominente, no era demasiado exagerado. Lo que todas las mujeres y algún hombre decían era: “es un tipo guapo”.Consiguió cautivar al público de manera rotunda con su primera novela, a la que siguieron un sinfín de sagas convertidas en éxitos a través de los cinco continentes. Su nombre era seguido, perseguido y admirado por millones de personas en el mundo. Vivía en una campechana caseta de madera en lo alto del acantilado de Little Town; un pueblo demasiado pequeño y demasiado alejado de todo. La decoración en la casa era sutil, casi exigua. Muy alejada de la superioridad de cualquiera con sus mismas capacidades económicas. En la parte delantera, el viejo Jeep Cherokee del 83 del que se negaba a deshacerse, daba fe de su carácter austero. Frosty salía todos los días de la caseta antes que el sol. La brisa gélida de la mañana y el olor mohoso de la niebla rozando su piel lo inspiraban, le apasionaban. Se dirigía hacia el límite de su propiedad, con la mirada fija a lo lejos, deseando que la diosa inspiración le ayudara a rellenar esa última página.
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Se sentía atormentado al no poder plasmar ni una palabra en el folio. Quería vaciar la más sincera gratitud en unas palabras, y plasmar en el papel los sentimientos encerrados durante años en lo profundo de su alma. Pero durante las últimas semanas nada dio su fruto. Sentado en el borde del acantilado se convertía en un bloque de hielo inamovible. Y las manos, inertes y paralizadas, eran incapaces de imprimir nada. Esa mañana algo cambió. Se alzó dejando la vieja pluma y el folio en el suelo. Observó con la mirada perdida en la inmensidad del horizonte, donde el cielo se fundía con el mar, y un eco en su conciencia lo animó a dar un paso al frente. La larga caída hasta el fondo rocoso del acantilado hizo que sus ojos brillaran. Sólo fueron unos segundos. Suficientes para sentirse feliz por primera vez. Una leve brisa levantó la hoja en lo alto del acantilado. Fue surcando el aire como una bailarina de danza contemporánea. Tardó mucho en llegar al fondo del abismo, pero… cuando lo hizo se posó en el pecho de Frosty. Allí permanecieron los dos; el cuerpo exánime de Frosty y el último folio que fue incapaz de escribir; la nota del suicidio. FIN
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José Manuel Sanrodri VIÑETAS ERÓTICAS DEL “COMIX KISS” Los dedos de mis manos se convierten en pinceles que difuminan tus pétalos desnudos, drenando su jugo que extraigo con la válvula de mi lengua cuarteada y rugosa, deslizándola continuamente sobre la piel suave de la vulva donde el néctar de orín, inunda mi boca saboreando ese elixir de licor perpetuo. Noto como tu corazón gime con latidos pausados, comunicándose conmigo a través del silencio de la noche. Sigo emborrachándome con mi saliva y tu flujo de salsa marinera que encharca mi boca, y mis manos son ahora tenazas que abren tus muslos. Escucho tus gritos que deterioran ese silencio y entonces… mi glande escupe un líquido denso y blanco que a duras penas rozan tu aplanado cuerpo de papel depositado en la silla de metal y asiento acolchado. Sigo las viñetas donde están dibujadas tus bragas y junto a ti está el baboso de tu empleado que hace unos minutos tenía mi rostro, ambos estabais debajo de una mesa de oficina, os colocáis la ropa al mismo tiempo que se disipa mi excitación… tu rostro dulce se transforma y le ordenas que vaya a fotocopiar los documentos que están tirados en el suelo, él sale corriendo con los papeles y tú, te alisas la ropa con la palma de tus manos y entonces me miras a través de la viñeta, el libreto de papel cae al suelo, lo recojo y te busco pero ya no encuentro las viñetas ni está en el índice el dibujante que las habría dibujado, ¿acaso ha sido una invención de mi subconsciente?
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Juan Carlos Macías Toro
A MI PADRE
Las cartas reflejan los momentos sentidos, recogidos con la tinta que dibuja de intimidad el pensamiento. No existe censura alguna cuando se redactan, ni nadie que aporte argumentos en su contra, solo la libertad del puño que las escribe. Esta carta no tiene dirección concreta ni un rostro definido, solo la virtud de ser la expresión del amor escrito, para poder ser pronunciada cuantas veces necesite sentirme querido. Añoro tanto ser un niño y pedirle que me abrace, oír su voz, verlo dormir, verlo vivir. Espero que mi recuerdo le haga saber que vivirá en mí para siempre y que guardaré, celoso, todo el amor que me dio y que me transformó de niño en hombre. Todo aconteció aquel mes de febrero, cuando el invierno arropó con una manta de hielo su último latido. Amaneció la mañana fría como el ánimo, y me descubrí frente a una ventana empañada con el calor del llanto de la noche. Parecía invitar a dibujar un corazón roto, que se desvanecería con la luz del día; en cambio, el mío permanecería en el baúl de los recuerdos que nos hacen crecer sin quererlo. Aquella noche había sido larga, sin el sueño que consolara el deambular de espectros sin rumbo, de silla en silla, ocupando espacios de silencio solo roto por suspiros de agotados llantos. 158
Supongo que sus rostros ‒supongo que también el mío‒ fríos, después del calor de la irredenta negación de lo evidente, se habían entregado al inevitable tiempo sin retorno de la muerte. Pero si demoledor fue el sentimiento de la pérdida, más aún, si cabe, lo fue el apagado grito desconsolado de mi madre. ¿Cómo imaginar al uno sin el otro y al otro sin el uno? Eso debió pensar quien se vio privada de un plumazo de la ilusión de compartir el resto de una vida acompañada. Qué irrespetuosa intromisión, la de la muerte, en la intimidad de los sentimientos ajenos, pensé. La vida había decidido seguir el curso irrevocable hacia su ausencia y ahora el amor reclamaba poder vivir más allá de su figura. Es ahora cuando cobran sentido las palabras de ánimo de quien éste pierde: «debes tener fe». ¿Tendrá fe aquel que las pronuncia? Pasaron los días en los que los objetos permanecen inalterables, suspendidos en el tiempo, intocables, pues también ellos dejaron de ser quienes fueron y necesitaron ser llorados. Creo que con la veneración que se merecen, solicité acariciarlos. Pero temeroso de su respuesta cerré los ojos y pasé la mano por el antiguo escritorio de mi padre para sentir cómo caía al suelo lo que sería el testimonio, hecho palabras, de un corazón esperanzado.
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Era una carta de mi padre a mi madre, fechada en 1958, en el décimo año de ignominia, decía. La carta tenía ya el color del tiempo, donde la apariencia de la recia resistencia del papel acartonado alternaba con lunares levantados en dobleces de lágrimas caídas. «A mi vida entera: Aquí sigo trabajando, Manuela, en este maldito canal regado con la sangre de nuestras agrietadas manos. Pero estos campos, ahora dormidos, recobrarán el alma cuando el agua les dé la vida que les niega el barro de los hombres. Hoy me he levantado doblado, pero el capitán me ha dicho que esta postura le viene mejor al tajo, que al hombre dignifica más mirar hacia tierra que no levantar tan alto la cabeza, como no sea para pedir perdón por sus pecados. Pero que, en cualquier caso, si continuase el dolor, sería él, personalmente, quien me procurase la receta. Es curioso, pero mientras más se postra el cuerpo, más se yergue el orgullo herido. Mira Manuela, serán dueños de todas las horas de mis días, de los meses de mis años, de los años de mi vida, pero no del universo que me pongo por montera y que te brindo a ti cada tarde de sol, cada noche y todos los días con sus mañanas enteras. ¡Ay cuánto daría por verte coser en el patio los patucos de ese, mi ladronzuelo que te roba el sueño! Pasaría los días mirándote y moviendo la cuna, ea, que ea.
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Pero, cuéntame, ¿cómo está mi lucero? Supongo que creciendo espigado como su padre y con un corazón tan grande como su madre, que para eso bebe de su pecho. No puedo ver a mi niño, pero sí acariciarlo en sueños. Si me apuras huelo hasta la leche que le sobra, y como aquí estamos tan escasos de alimento, pues, claro, me la bebo. ¿No te importa? Es solo en sueños. Si vieras en sueños lo que sueño, te pondrías colorada. Dile a mi niño que por las noches le canto una nana, para que duerma en su cuna de sábanas blancas como la luna. ‘Duerme mi niño que papá ya vuela y estará a tu vera. Duerme cariño mío, que abrazaré tu sueño de primavera. Duerme mi cielo, que cantaré en tu trona cuanto tú quieras.’ No llores y siéntete fuerte, porque no hay barrotes que encierren mis sentimientos. Y yo los que tengo son tan grandes por ti y mi lucero, que cuando de aquí salga me voy a quedar sin resuello, recuperando los días y las noches que falté de vuestro lado, para velar vuestro sueño. Sé que aquí no voy a quedarme, que en este sitio los amaneceres son fríos y el sol no calienta. Así que haré mi viaje hacia tu lado para hacerme viejo, o más viejo, y dejar que pasen las horas sin prisa, sin que exista el tiempo. Y esto no es un deseo, sino la promesa que un día nos hicimos siendo jóvenes en el pueblo, bajo el puente y ante la lluvia de azahar con las que nos bendijo el viento. Dios sabe que eso es cierto y que fue el amor testigo de aquel beso bajo el puente, perfumado de nevados naranjales. Me haré viejo a tu lado, te lo prometo, Manuela. Te quiero, mi cielo.» Quedé circunspecto, desconcertado. Se agolpaban imágenes reales con hechos soñados, vagos recuerdos de una infancia difusa en el tiempo. Ahora empezaban a cobrar sentido algunas cosas, algunos gestos a escondidas, algunas palabras prohibidas. Qué presunción la mía, creer conocer todo lo que de él se sabía, sin reparar en que el amor escapa a cualquier entendimiento. Quedé allí, sentado, donde la tenue luz de mediodía se filtraba a través de la vieja cortina de la biblioteca, creando un espacio de reflexión entre miles de contenidas letras encuadernadas en libros que hablaban de esperanza y libertad soñada. Quedé allí, sentado, y me sentí niño, seguro, intocable, infalible a todo. Aquí me siento en sus
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piernas, pensé, y que me meza viendo coser a madre en el patio; aquí me siento en sus piernas y que me duerma, ea que ea. Meditabundo, me sorprendió la figura de mi madre ante la puerta, dudosa de cruzar el espacio de un dolor no superado. Con decidido gesto, retiró las cortinas negras que cubrían de luto sus recuerdos para sentarse a mi lado y llorar conmigo; ahora no como madre, sino como mujer que era. Ambos guardamos silencio, no sé durante cuánto tiempo. Sus ojos ya no tenían lágrimas con que seguir regando tanta aflicción, solo la incandescencia de lo ya llorado quedaba marcada en su mirada. Cogió mis manos y de mis manos la carta, y la colocó en su regazo abierta, como mil veces hiciera desde que se fue mi padre, esta vez para toda una vida entera. Sin necesidad de mirarme, leyó la pregunta en mis labios: ¿Qué ocurrió madre? ¿Quién fue mi padre? Con la mirada puesta en otra vida y una voz firme, apoyada en la fuerza de quien se ha sentido siempre querida, destapó el secreto de su recuerdo. Te diré quién fue el hombre que prometió recogerme todas las estrellas de aquella noche estrellada, y terminó dándome el universo entero con tu nombre. Tu padre fue arquitecto de ilusiones a través de la palabra, como a él le gustaba denominarse, constructor de pensamientos en una época prohibida al pensamiento. Y tuvo la necesidad de defender con su poesía la justicia de unos, de romper el candado de unas cadenas a las que terminó anclado por la denuncia de otros. Fue prisionero de sus ideas y trabajó anónimo, sin nombre, en la construcción, no ya de ilusiones, sino del canal del Bajo Guadalquivir. Pero jamás te contó su historia porque quiso hacer de tu vida su último poema, puro, fresco, sin estar contaminado. Quiso que crecieras entre algodones de feria, y así lo hicimos, así se hizo. Fuiste el fruto del amor de su poesía, aquella que le nubló sus días durante doce oscuros años en aquel indigno campo de Los Merinales. Fueron sus versos los que le dieron cárcel, para que tú vieras amaneceres donde las palabras vuelan con el viento sin que existan alambradas que puedan parcelar el cielo. Hablo por boca de tu padre, hijo, que tanto te quiso y nos quiso, y que cumplió su palabra prometida, la de coger aquel tren de la vida y venir a vivirla a nuestro lado, a morir a mi lado.
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Francisco José Segovia Ramos
LA DESPEDIDA Cuentan que se marchó un día en el que pareció que el sol amanecía con más fuerza y el cielo se abría en mil expectativas. Dicen que cogió su maleta y sus recuerdos y, sin despedirse siquiera de su propia sombra, abandonó sus raíces. No debió de llorar porque la tierra, a su marcha, permaneció tan seca y estéril como siempre. Ni miró atrás porque las aguas del arroyo del pueblo siguieron corriendo hacia el lejano mar, sin detenerse. Llevaba unos gastados pantalones y una camisa de rayas comprada a un vendedor ambulante, y en una pequeña bolsa le acompañaban un trozo de pan y otro más pequeño de queso. El camino de salida se le hizo corto porque apenas dejó huellas en la tierra, y el sol, a sus espaldas, levemente le lanzó un adiós quejumbroso y final. No volvió jamás. La leyenda dice que vivió lejos de su cuna y en ese lugar ajeno y desconocido se casó y tuvo hijos que se hicieron raíz en la nueva tierra. Dicen también que gastó las últimas lágrimas de sus ojos en los recuerdos de infancia, en la añoranza de aquél arroyo y aquellas tierras que, aunque egoístas y hurañas, le habían dado la luz y la semblanza. Murió sin haber recuperado aquella sombra que dejó una mañana de última despedida. http://franciscojsegoviaramos.blogspot.com/
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Vicente Fraile García
LA LINTERNA
Encarna. Le digo que vamos a desvestirnos y a vestirnos con todas las ropas que encontremos en la casa y enciende la linterna para guiarme por el pasillo todavía con luz. Me gustaría vestirme de cura con esa tirilla blanca que llevan, cómo se llama, le pregunto riendo y me contesta que es un alzacuellos. Hemos entrado al piso encontrándonos con el salón que está desierto, a través de los postigos desconchados de las puertas de un balcón que da a la calle se cuela la débil luz del atardecer otoñal y el ruido amortiguado del tráfico. Es un piso muy oscuro, un piso hermoso; pero totalmente interior, le comento, mientras avanzamos por el pasillo que comunica con los dormitorios, el arruinado papel pintado de las paredes parece una piel descamándose. Avanza por el pasillo y yo la sigo, contemplo su perfecto y redondo trasero enfundado en unos vaqueros estrechísimos, su cabellera lacia y morena, peinada con tranquilidad que cae hasta los hombros y me convenzo de que Pilar será una buena comercial, al menos los hombres querrán ser atendidos por ella, eso seguro. El año pasado la dueña trajo un proyecto de un aparejador amigo suyo que aportaba soluciones para reformar el inmueble y aprovechar el descuadre de las habitaciones, lo incluía en el precio; pero el piso, no sé por qué, no se vende, le informo. Me replica que está en pleno centro de la ciudad, que tiene más de cien metros; pero es un edificio muy viejo, coges el ascensor y
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parece que en lugar de subir te va a bajar al infierno, como en esa película, ¿cómo se llamaba?, le pregunto. Pero qué importancia tiene eso, me contesta, el ascensor puede cambiarse, que estamos hablando de un piso en pleno centro, seguro que te asomas y ves las torres renacentistas de la catedral, eso es un lujo. Dejamos la cocina a la izquierda, grande como un salón, donde podría hacer vida una familia entera; pero oculta en una tiniebla mugrienta y con unos muebles inservibles, propios de una familia pudiente de los cincuenta, parece como si del lavadero vaya a asomarse una de esas asistentas con cofia, fantaseo y me contesta que la estoy asustando. Llegamos al dormitorio principal con baño vinculado, el parquet está completamente astillado, no hay lámparas en los techos excesivamente altos con la escayola dañada, la habitación se ilumina a través de una ventana que se asoma a un patio interior donde da la impresión de que nadie vive en el edificio, sólo ventanas cerradas, ningún trapo colgado de los alambres oxidados de los tendederos chorreantes de lluvia. El único mueble de la casa es un armario de arce con las puertas abiertas y las patas finas y torneadas, dentro se exhiben trajes raídos y oscuros, alguna corbata pasada de moda con el nudo hecho, vestidos de gasa ennegrecidos, la sotana enorme y negra, colgada de una percha como un fantasma fosilizado
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Me pregunta por qué han dejado ropa polvorienta en los armarios y le contesto que no será porque lo han desalojado hace poco, el piso lleva vacío un siglo. Me pregunta si realmente vivió aquí un cura y yo le digo que apague esa dichosa linterna, que me está poniendo nerviosa, que se ve algo todavía con la luz de la calle. Seguramente sí tendrían un familiar sacerdote, le digo, esta gente pudiente siempre tiene un cura y un militar en la familia. Se ríe y apaga la linterna. Con la luz apagada parece más hermosa, tiene unos ojos negros y brillantes de lozana andaluza; pero su tez es muy pálida lo que le da un aire de viciosa, tiene maneras de colegiala traviesa con las cejas bien perfiladas, seguro que triplica mi presupuesto en la esteticien y ese par de domingas bien torneadas bajo la camiseta ajustada, recuerdo a nuestro jefe embelesado mirando como se forman los pezones al mismo tiempo que baja la temperatura en la oficina ya que el muy avaro no conecta la calefacción, definitivamente tiene buen ojo para la selección de personal, a él no le hacen falta curriculum vitae ni nada por el estilo, él tiene bastante con un buen vistazo de arriba abajo. Le digo que la he traído al piso para que vea lo más significativo que tenemos en cartera, que es importante que memorice los inmuebles para trasmitirlos luego a los clientes. Pilar. Se enciende un cigarrillo. — ¿Por qué fumas tanto?—le pregunto. Da una calada profunda y se queda mirándome fijamente, quizás cree que realmente voy a probarme estos harapos sucios, debe de estar de broma, ayer decidí que esta tía es tortillera, lo creería sin dudarlo si no supiese que está casada, sólo por la forma en que me mira; aunque el hecho de estar casada no signifique nada. —Fumo más desde que mi marido se ha emperrado con la idea de tener un niño—, me confiesa. — ¿Qué dices? ¿Estás loca? —Seguramente es una gilipollez—continua explicándome—; pero fumando me siento…, no sé, como inmune ante un embarazo que no deseo, además, algo dicen esos anuncios como esquelas que les han puesto a los paquetes, recomiendan a las parejas que quieren tener hijos que dejen de fumar, ¿no? Mi marido quiere tener un bebe después de diez años casados. Yo pensaba que él no quería niños; pero nunca lo habíamos hablado, ¿es curioso, verdad?, en diez años de fiel matrimonio, y hace unos meses me anuncia que debo de dejar de tomar la píldora, que quiere que tengamos un 166
niño. Él, por supuesto, ya sabe que va a ser un niño, seguramente ya sabe hasta el nombre: José Alberto, José Alberto junior
— ¿Tú no quieres un hijo?—Le pregunto volviendo a encender la linterna. Estamos junto al cuarto de baño, y he empezado a tener ganas de orinar, hay una extraña humedad insana que se desliza por todas la paredes de la casa, hay moho putrefacto en el techo, es el último piso y la cubierta está castigada por el paso de los años. Mi compañera, Encarna, es ordinaria y cateta como una arrabalera del lejío, le sobran al menos diez o doce kilos, con esa pinta yo ya le calculaba tres o cuatro críos; pero ahora resulta que no, que no tiene hijos y, además, es una fiel esclava de su marido. La ropa parece comprada en uno de esos mercadillos ambulantes, no puede ser más hortera y los granos grasientos de la cara parecen estar ahí desde los quince años por lo menos y ese pelo, por Dios, que parece que se ha electrocutado, no me hago a la idea de que sea la primera vendedora de la agencia. Su voz es lo único llamativo en ella, tiene una voz serena y sensual a la vez, cuando no dice tacos, claro, que transmite confianza e invita a la confidencia íntima, ella lo sabe y por eso se recrea tanto en el teléfono, le gusta poner cachondos a los tíos a través del aparato. —Si te soy sincera, no,—afirma—hace años quizás sí; pero ahora, cuando cumplo treinta y ocho años, imagina los riesgos que corro, además, con seguridad perdería este trabajo.¿Crees que Roberto me mantendría en el puesto cuando tuviese que estar de baja por maternidad? Este trabajo es un asco; pero más me repugna estar todo el día cambiando pañales untados en mierda.
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—¿Y realmente piensas que fumando no te vas a quedar embarazada?— Inquiero— ¿Por qué no te haces la ligadura de trompas? Es más seguro, ¿no? —Si lo hiciese sin su consentimiento, mi marido me mataría—, apura el cigarrillo y lo tira al suelo—y no estoy hablando en broma. Apaga esa linterna, te dije que la trajeses para ver los cuartos de baño, no para que gastes sus pilas. Las ganas de mear son apremiantes, le paso la linterna y saco un Kleenex de mi bolsillo, limpio la taza del váter. Encarna. Me da la linterna y le digo que puede pillar cualquier cosa si hace pis ahí. No puede cerrar la puerta porque no existe, la han arrancado y la han acomodado en una pared. Al bajarse los pantalones, deja al descubierto unas soberbias caderas, se baja el tanga y observo su pequeño pubis perfectamente recortado, adopta una posición de sentada sin llegar a apoyarse en el inodoro y empieza a orinar con un chorro abundante y sonoro. Mi corazón empieza a latir aceleradamente, como si hubiese terminado de subir corriendo las escaleras, mirando hacia la ventana la imagino en la cama con un tío, cada noche con uno diferente, mostrándole su coño afeitado antes de hacer el amor, sin ataduras de ningún tipo, el placer por el placer. Alumbro con la linterna el interior del cuarto de baño: la bañera con tuberías cortadas donde antes había grifos y duchas, los azulejos blancos caídos, un lavabo fracturado. No la enfoco directamente, me sonríe, doy unos pasos, casi estoy temblando. Saca otro pañuelo de papel para secarse y mi mano libre ya está rozando su vello. Se queda petrificada, al resplandor terrorífico de la linterna la veo palidecer aún más, como si me hubiese convertido en un espectro que hubiese surgido de las paredes, noto el frescor de la orina en mi mano. Me mojo el labio inferior mientras la miro directamente a sus ojos sorprendidos, me siento crecida y nerviosa a la vez, dueña de la situación; aunque tiritando como un perro abandonado. ¿Por qué me gustas tanto?, susurro y en un segundo estoy dentro de la bañera. Me duele el costado, de un empujón me ha derribado y ha salido corriendo y gritando: zorra asquerosa, puta, subiéndose los pantalones. La linterna se ha roto y estoy en total oscuridad, noto cómo se mojan mis pantalones con un agua que huele a podrida. Intento incorporarme; pero me cuesta. Me duele el costado como si me hubiese clavado algo; pero mi ansiedad creciente me anestesia, estoy al borde del llanto. Salgo al dormitorio donde la luz de la tarde ha amainado dejando un rescoldo mínimo. Ahora se oye el murmullo triste de una radio por el patio. No sé si se ha marchado, me asomo al pasillo 168
y está en silencio y a oscuras. Tengo ganas de vomitar; pero me contengo. Me siento en el suelo y me enciendo un cigarrillo componiéndome los pelos. La imagino corriendo a comisaría, poniendo una denuncia, llorando, con el rimel de los ojos corridos, señalando con su dedo índice hacia el lugar del delito y el policía empalmándose porque tiene la camiseta rota y se le ve un pecho. Me río de la escena; pero enseguida me asalta un ataque de pánico: nunca había hecho una cosa así a pesar de pensar en mujeres durante largos años; pero desde que ella llegó a la oficina lo estaba deseando, más que con ninguna mujer con las que había fantaseado en otras ocasiones, con ese talante de mujer liberada, con ese aire de gatita de alto nivel: zapatos de tacón medio con adorno de flor, minifalda azul que enseña unas columnas delirantes y los tirantes de la camiseta caídos. Hola, soy Pilar, me dijo tendiéndome su mano, soy la nueva comercial, no tengo experiencia en el sector inmobiliario; pero he vendido perfumes. Salgo al pasillo, voy encendiendo el mechero para que su resplandor efímero y pavoroso me lleve hasta el salón, soplo mi pulgar para aliviar la quemadura de la llama, tiro del pestillo de la puerta de entrada, por un segundo no se abre y temo que haya echado la llave y me haya dejado encerrada; pero al final la puerta se abre. Mientras bajo en el ascensor me pregunto si soy bollera realmente; estoy confundida, no me atrevo a afirmar que sí; pero reconozco qué si insistí en venir con ella a ver el piso, no fue por un motivo comercial porque este cochambroso piso no lo vamos a vender ni ella ni yo, eso seguro. La LE digo que vamos a vestirnos y a desvestirnos con todas las ropas que encontremos en la película, ¿cómo se llamaba?, le pregunto. Pero qué importancia tiene eso, me contesta, el ascensor puede cambiarse, que estamos hablando de un piso ecentro, seguro
que te asomas y ves las torres
renacentistas de
la catedral. Dejamos la cocina a la izquierda,
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grande como un salón, donde podría hacer vida una familia entera; pero oculta en una tibles, propios de una con cofia, e cont
Raúl Garcés
GRACIA DIVINA
Reinaba el nerviosismo entre los muchos aspirantes a cubrir las escasas plazas ofertadas. Salvo en uno de ellos quien, a pesar de haber estudiado tan solo un tema del extenso temario exigido en aquella oposición, se hallaba muy tranquilo pues había puesto una vela a la Virgen. Una vela enorme. Qué digo una vela, un cirio. Una vez hubieron ocupado sus asientos en el aula, toda la atención se centraba en el señor con aire cansado que daba vueltas a un rudimentario bombo para a continuación extraer una de las bolas numeradas. -El seis – exclamó con cierta desgana. Y una amplia sonrisa de satisfacción se dibujó en el rostro del confiado opositor. En ese mismo momento, en la basílica, una anciana apagaba el cirio con la intención de retirarlo y colocar así su pequeña vela a la Virgen. -Disculpen. Ha habido un error. No se trata del número seis sino del nueve. Pueden comenzar el ejercicio.
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seguro que triplica su Ángel
Guardiola Gómez
ROBINSON CRUSOE RENOVADO puesto en la que memorice los inmuebles Al Sr. Defoe, In Memoriam
Robinson Crusoe se sentía mal. Peor que mal diría yo. El mismo dolor que interrumpió prematuramente su sueño le obligaba ahora a mirar hacia sus piernas para comprobar, con espanto, cómo ambas extremidades habían desaparecido. Quizás alguna bestia salvaje, beneficiándose del amparo que brinda la oscuridad de la noche, devoró sus miembros inferiores con extrema sutileza. Tanta que fue incapaz de percatarse de aquel nefasto banquete, al que sus pies asistieron como plato principal de un improvisado y excéntrico menú. —¡Socorro! Viernes acudió presto a los gritos de alarma de su compañero de calamidades. —¿Qué ocurrir, K’n-uea k’n-uea? Como el día que se conocieron Viernes se retorcía aquejado de una terrible descomposición intestinal, él también bautizó, a su manera, al fallido marido de la
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futura viuda Crusoe, imponiéndole el sonoro alias de K’n-uea k’n-uea, que en su dialecto venía a significar algo parecido a “Almuerzo Indigesto”. —Mira —contestó el náufrago, señalando sus remos reducidos a la nada. —No preocupar por eso. Yo cuidar de ti, tú saber. Nada faltarte. A la mañana siguiente (en los cuentos con desenlace inesperado, buena parte de los acontecimientos suceden a la mañana siguiente)… a la mañana siguiente, Robinson intentó incorporarse en su lecho. Horrorizado, fue a dar sin remedio con el tronco sobre la arena. Hasta en el último rincón de la jungla retumbó el sordo sonido de su anatomía sin tercios golpeando el pulverizado pavimento de sílice y caliza. A eso se veía reducido, puesto que ahora le faltaban los dos brazos y una buena porción del bajo vientre.
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—¡Socorro! Viernes acudió presto a los gritos de alarma de su compañero de calamidades, recogió el torso gimiente y lo colocó de nuevo sobre la hamaca. Tras acomodarlo concienzudamente, le ayudó a engullir una generosa loncha de carne recién cocinada. —No preocupar por eso. Yo encargar de que tú no perecer de hambre, tú saber. Nada faltarte —Robinson pensó que ya empezaban a faltarle demasiadas cosas. Cuando el menoscabado inválido finiquitó su desayuno, el indígena benefactor pudo volver junto a las brasas, ya casi apagadas, donde repeló con avidez el puñado de huesos sospechosamente familiares que compusieron su mermada ración del día. Durante su último amanecer en la isla, Robinson se giró, todavía adormilado, sobre el colchón de hojas de caranday. Lo poco que quedaba de su persona cayó rodando sobre la tarima de la cabaña. Esta vez Viernes no acudió presto a los gritos de alarma de su compañero de calamidades, porque el inglés se cuidó mucho de mantener un prudente silencio. Con formidable denuedo, el Sr. Crusoe y su cabeza, valga la redundancia, arrastraron su desgracia hasta llegar a la orilla de la playa, ayudándose en semejante empeño con la punta de la lengua. No sin mucho esfuerzo, subieron a la balsa de troncos de palmera. La lamentable embarcación permanecía abandonada desde la fecha de su armadura. Una falta de previsión que no admitía disculpa la inhabilitó entonces para cobijar a dos adultos plenamente desarrollados. “No hay mal que por bien no venga” pensó Robinson. La providencia, o la mala fortuna, según se mire, dotaban ahora al escolimado armadijo de las dimensiones idóneas para acoger con holgura a tan parvo navegante. Los vientos dominantes lo mantenían ya bastante alejado de la costa cuando descubrió al aborigen que, desde la orilla, intentaba desesperadamente llamar su atención.
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—¡Vuelve, Toku’atu, vuelve! Viernes rebautizó así lo que quedaba de su amigo, con un apelativo que, en la lengua madre del isleño desertor, podría traducirse poco más o menos como “Mi Anhelado Desayuno”. Insistente como unas purgaciones recidivantes, el indígena suplicaba. Suplicaba y volvía a suplicar a su camarada que tornase de nuevo a la seguridad de la isla. Agitando en el aire la servilleta que desanudó de su cuello, daba a entender mediante señas que se ocuparía de su bienestar con todo el afecto y la consagración con que siempre le había obsequiado. Reducido por fuerza a su repentina condición de decapitado, tremendamente molesto ante la paradoja de un cuerpo inexistente que justificase su nueva naturaleza, el desconfiado Robinson le negó el saludo. Pensaba en el día que conoció al buen salvaje. Y mientras las olas acariciaban con suavidad la almadía redentora, su cabeza se preguntó si aquella lejana jornada no habría salvado el pellejo al caníbal equivocado.
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Rául Galache UN INSTANTE Se enciende un cigarrillo. , empiezo a No muy lejos, vive la ciudad con sus olas de plástico y su marea de brazos. Aquí, las primeras hojas secas se arremolinan, aún en el aire, con el enigma de las cosas sencillas. Nadie quiere saber que su vuelo es corto: caen demorándose, rizan el aire desordenadas y gregarias, bandada fugaz que aún no se resigna al color mustio del polvo que las espera con los dientes afilados. Ya es frío el olor del viento que las arranca. Al principio, un soplido con aire de victoria. Después ya no hará falta el esfuerzo. Caerán solas, agotadas de agarrarse, ridículas en su esfuerzo, torpes en su humilde danza. Este baile de hojas exigiría un testigo tan mudo y respetuoso como el mármol de las lápidas, alguien que atestiguara que el mundo fue de ellas, hace tan sólo unos meses, cuando eran invencibles y ni el mismo sol su velo traspasaba. Pareciera que han pasado miles de vidas desde entonces, derrotas de héroes y caídas de reinos, cuando el tiempo se derrochaba y las ruinas eran hermosas. Cuando veían el mundo a sus pies, allá abajo. Cuando gozaban de la admiración de todos. Ahora, en cambio, nadie ha visto cómo la primera hoja ha tocado el suelo, se ha posado con una dignidad desafiante. El viento acomete con sus aristas gélidas y avasalla a la segunda, que no tarda en cumplir su ruina bamboleándose, trémula. Un aleteo escarchado se contagia de una a otra como ondas en el agua, un estremecimiento que anuncia una monotonía de catástrofes. Y es entonces cuando ocurre el milagro. Es sólo un instante, un instante que apenas si es un parpadeo, una brizna de tiempo, un soplo perdido en que todo enmudece. Cesa el viento. Se apelmaza el polvo. Un silencio solemne anuncia el vuelo final de la tercera hoja. Como las otras, asciende levemente, riza el aire con sus pequeñas púas, se balancea temblorosa y al fin cae lentamente, pero antes de rozar el polvo, cuando ya
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nada puede salvarla, de pronto sus filamentos se tensan, su capa se arquea, sus puntas se afilan y queda suspendida en el aire, aislada de la vida, invencible en sus ansias de eternidad, heroica. Resiste y espera acaso una mirada que la haga inmortal. El viento sigue soplando. Caen las hojas sobre la tierra. Huele a invierno. A lo lejos, suena un murmullo metรกlico.
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RESEÑAS
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Soledad Cavero Título: Doce docenas (Volumen III) Autor: Juan Ruiz de Torres Edita: Corona del Sur. Málaga
Juan Ruiz de Torres nos presenta su III volumen de cuentos o historias, que aparecen bajo el mismo título, donde el poeta se ha metido a fondo en narrativa con la misma ilusión que lo hizo en poesía. Y no son pocas las sorpresas que nos depara conforme vamos leyendo estas historias, ya que la versatilidad del autor nos sorprende por la variedad de temas que abarca. El libro está dividido en tres partes: “Historias de Tierra Adentro, de Arqueología, de Fantasía y S.F”.
nos recuerda la estela imborrable que dejaron en sus descendientes. En “Historias de Arqueología” continúa el autor mostrándonos su capacidad inventiva al reflejar en sus relatos nuestras raíces milenarias. Las piedras dormidas en el tiempo, con todos los ecos que acumulan, parecen despertar en estos relatos para recordarnos la rica herencia recibida del pasado; Segovia, Cáceres, Orense, con huellas árabes, romanas o cristianas renacen en estas páginas. Hispania parece vibrar en el silencio que los siglos acumulan trasmitiéndonos la oculta grandeza del Arte. Atapuerca, con la íntima percepción del misterio que recoge en sus más íntimos rincones nos conmueve. Son historias donde Juan Ruiz de Torres bucea en el tiempo dejándose llevar por la propia intuición de sus conocimientos.
La numerología juega un papel importante en Juan Ruiz de Torres, como ya demostró en alguna de sus obras poéticas con el número trece. Ahora son treinta y seis historias las que el autor nos presenta, siendo éste el tercer volumen de las ciento cuarenta y cuatro que lleva escritas. Pero, cómo exponer en pocas palabras la diversidad de estos cuentos. Qué se ha propuesto el autor contar a sus lectores o qué guía interior ha ido siguiendo, dada la extensión y unidad que contienen. Es presumible que ha estudiado la necesidad de tiempo que padecemos, ya que los cuentos se ajustan a una determinada extensión. La suficiente para ser leídos en pocos minutos. Dentro de su desarrollo la movilidad de los personajes nos trasladan a muy diversos lugares. Historias algunas casi fotográficas, como El Sheriff, con robo, rifles y bandidos, ubicados en Clay City. Otras ambientadas en una simple cocina. Alguno de estos cuentos, “Diario en papel violeta” intercalan el género epistolar, incluso como diario, para reflejar mejor la interioridad del personaje en su monotonía cotidiana. El calor entrañable de abuelos y padrinos, con cierto aire de nostalgia al rememorar hechos acaecidos,
“Historias de Fantasía y S.F” son relatos donde el autor va embridando situaciones de Ciencia Ficción en su mayoría. En “Mare Imbrium” desde el inicio nos introduce en un mundo figurativo de naves espaciales satélites, planetas. En otros relatos, “La Virgen Prisionera” ante la veracidad de los hechos da paso a lo sobrenatural. También en estas páginas nace Kroc, personaje fantástico que, bajo otra mira, en el mundo inventado nos conduce hasta los Auiin “, pueblo antiguo y fuerte”. Curiosamente, este relato finaliza con una moraleja. En general el andamiaje de estas historias se caracteriza por la agilidad de sus textos y la sencillez lingüística que manifiestan, dentro de los valiosos datos históricos que algunas aportan: Son para ser leídas de un tirón y aficionarnos a la lectura sin darnos cuenta.
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Milagros Salvador Título: En brazos de la Tierra Autora: Isabel Díez Serrano Editorial Creación a sus ojos asustados, me siento crecida y nerviosa a la vez, dueña de la situación Como señala la escritora Purificación Lozano en el Pórtico del libro En brazos de la Tierra, éste es una segunda edición aumentada de En el principio de la carne, que tan buena acogida tuvo en su presentación. El que Isabel Díez haya dedicado tiempo, y seguro que ilusión a una ampliación del primer poemario, nos demuestra que hay tema de identificación, es decir que hay un trasfondo importante que palpita en la poeta. A lo largo de las palabras, de las expresiones, de las reiteraciones va surgiendo ese clima de espiritualidad que envuelve el libro, y desde donde Isabel Díez escribe: Estoy en el principio de la carne, / mi semilla plantada / en tu vientre de trova. Las raíces que alimentan su sensibilidad, no solo poética, sino también vivencial, y que se irá concretándose en un ofrecimiento a la reflexión. Reflexión con la Tierra, que nos permite el milagro del estremecimiento de “cascada ascendente” que la poesía nos permite concebir, y lo hace desde una
mirada de hembra, evidente a lo largo de todo el poemario, en su relación con la luna, que es más que un símbolo: “Porque la luna es la que marca / la ruta, los minutos / que habré de recorrer”. “La luna me conduce, manda, / el sol solo se asoma / y se sienta a sus pies”. “Como un silbo de luna/ el camino se torna./ L luna, Va creciendo el milagro”. La poeta nos lleva hasta su meditación, hasta su verdad, el camino compartido de su Dios, incluso cuando se presenta la duda, “Yo no sé si aquí Dios / oirá mis plegarias”, que puede ser también un recurso poético, o una llamada estética de captar nuestra atención para llevarnos a sus “sagrados espacios” Isabel Díez, una vez más nos demuestra su buen hacer poético, porque la consagración de su oficio lleva consigo el dominio del verso, y esa es una cualidad que nos acompaña en la lectura de todos sus poemas.
Título: Cinco libros hallados en el desván. Autor: Miguel Ortega Isla. El universo poético de Miguel Ortega Isla, que nos presenta en esta obra es un universo muy tornasol. Un espacio que asciende desde su formación racional hasta alcanzar el climax del absurdo, espacio desplegado en forma de abanico, porque se va abriendo a medida que conocemos su poesía. Serían muchos los matices, pero
solo me detengo en los soportes poéticos que dan marca al poeta. Su apuesta por el humor, dentro de la concepción que expresa Carlos Bousoño en su Teoría de la expresión poética, en el que estudia la convergencia entre la poesía y el humor; un enfoque, desde otro ángulo de visión poética, es el enfoque
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desmitificador e iconoclasta, con el que el autor busca sorprendernos con un final inesperado; un trasfondo lírico que sustenta algunos de sus poemas, porque Miguel Ortega es lírico y a la vez se distancia de la lírica, marcando un camino que le permite recorrer la vertiente de la crítica a su propio mundo de la poesía, pero su lirismo no le impide llegar a la dureza que alcanza en al Y todo para terminar con una de sus notas prevalecientes, como he adelantado, y en la que culmina su poesía, la del absurdo, una de las notas
características que identifica al autor, la conquista del absurdo, que Miguel Ortega Isla vive, y esto creo que lo sé, de la que se siente especialmente satisfecho, y supone además la corona del creador. Humor, sorpresa, crítica, lirismo, absurdo…elementos sustanciales de una poesía que el poeta concentra en los Los 55 textos predilectos, que no voy a comentar, pues como me imagino, él dedicará esta tarde más tiempo a sus preferidos, que resaltará personalmente con su voz.
lo : Título: L "amentos en otoño" Autor: Javier Bueno Jiménez Se presenta L” amentos en otoño” en una publicación bella, aunque no extensa, que sabe alternar poemas con fotografías que el propio autor acompaña, con sorpresa y acierto. La línea lírica mantiene el eje del poemario, alrededor de la que se van enredando las hojas del recuerdo, del ayer, del sentimiento tamizado por el tiempo , expresados con un bello y limpio lenguaje,
conciso y expresivo que va metiendo al lector en la intención del poeta. Javier Bueno, conoce su oficio, y le sobran motivos en sus poemas, para deleitarse en el devenir de sus versos, que conllevan el ritmo que se exige a la buena poesía. El título del poemario, un acierto, por su originalidad, y acaso un símbolo que marca la naturaleza, y la referencia al otoño, el matiz de esa delgada melancolía que acompaña a la memoria.
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Nieves Viesca Título: FANTASMAS DE MI INFANCIA Autor: Ángela Reyes Editorial: HUERGA & FIERRO Género: Poesía “Alguien dijo que una infancia feliz sirve para toda la vida”. Con esta idea inicia Ángela Reyes sus “Palabras Previas” para presentar al lector el libro de poemas “FANTASMAS DE MI INFANCIA”. Recreado desde la inconsciencia de la niñez en un tiempo de postguerra, amargura y sinrazón, la autora confiesa “He escrito este poemario desde la nostalgia positiva, con olores, voces, rostros, nombres y rincones hallados en Granada. Gratos recuerdos vividos con mi amplia familia andaluza”. Nacida en Jimena de la Frontera (Cádiz) y residente en Madrid desde la adolescencia, Ángela Reyes ha publicado más de una decena de poemarios, desde Amaranta (1981) a No llores, Poseidón (2008). Su obra narrativa comprende cinco novelas y dos colecciones de cuentos. Cofundadora de la Asociación Prometeo de Poesía, de la cual ha sido Secretaria General desde 1980, ha recibido los premios de poesía “San Lesmes Abad” (1987), “Villa de La Roda” (1991), “Leonor” (1992) “Ciudad de Valencia” (1977) y “Blas de Otero” (2001); y en narrativa “Ciudad de Majadahonda” (2008) y “Calicanto” (2010), entre otros.
que tu piel no crepita por mucho que la bese. Poco a poco tu cuerpo va haciéndose de aldea; tu cuerpo es un pueblito dormido tras la bruma de los amaneceres. pero que también tiene un recuerdo muy especial para su primera maestra De su boca fluían las palabras, algunas tan pequeñas que precisaban tiempo para ir de la mente al corazón. Tenía otras palabras veloces como galgos que no quiso enseñarme para que no me hirieran al decirlas. ha escrito este libro con vivas palabras de nostálgico lirismo hacia unas personas tan desgraciadas como valientes; en métrica formal llena de acierto y ritmo, de ternura y dureza donde la sombra de un inquietante tiempo nos llega con luz cercada por amaneceres de un anochecer esculpido con la maestría de un lenguaje que guarda, en palabras e imágenes alumbradas por la autora, el sur de un norte crujiente de recuerdo.
Ángela Reyes, que dedica este “FANTASMAS DE MI INFANCIA” a su madre Madre, te encuentro tan cansada
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Marisol Mariño Título: EL HECHIZO DE LAS PERLAS Autora: María Huidobro ¿No es sorprendente que de un grano de arena nazca una perla?
perfección y belleza que poseen estas gemas. Sus cualidades. Sus virtudes y también lo que para algunos tienen de negativo: “Ciega y seduce esa luz del oriente de algunas perlas”.
Original y extraordinario libro de María Huidobro, todo él escrito en “haikus”, género literario japonés que domina y en el que tanto le gusta expresar sus ideas.
La segunda: “Perlas con leyendas”. Nos describe con la forma breve y lucida del “Haiku” las leyendas de algunas de estas joyas, tan codiciadas por los hombres a lo largo de toda la historia de la humanidad. Dos ejemplos más de la belleza de estos “Haikus”: “Eva lloraba perlas de color rosa. Las de Adan, negras” y “Lloran los dioses y sus lágrimas cuajan en perlas finas”.
Es un deleite para los sentidos el recorrido por estos bellos “Haikus”. Se pregunta la escritora si no es ¿sorprendente que de una grano de arena nazca una perla?. Y nosotros admiramos en estos breves poemas japoneses de solo diecisiete silabas, toda la belleza y el misterio que encierran, y vamos siguiendo de su mano experta, el recorrido que nos lleva a conocer la “vida” de algunas de las perlas más famosas.
La tercera y cuarta parte: “Opiniones y creencias varias con respecto a la influencia de las perlas” y “Curiosidades acerca de algunas perlas”, resultan muy amenas. En ellas sigue luciendo el estilo y dominio que de esta técnica tiene la autora, María Huidobro.
¿Qué es una perla? Y María responde de forma maravillosa, con “otra perla” “son la obra preciosa de unos moluscos”. Tan sencillo, tan fácil y a la vez tan difícil. Tan conciso.
Como dice la japonesa Eiko Miyazaki, en las breves palabras de la introducción, es un libro que nos llena de gran emoción y que resultará de lectura obligada para los amantes de los “Haikus” y de las “maravillosas perlas”
Todo el libro es una perfecta serie de perlas engarzadas, que crean bellas, interesantes y curiosas historias sobre algunas de las perlas legendarias más famosas del mundo. El libro se divide en cuatro partes. La primera: “Perlas, símbolo de belleza y de perfección”. Se detalla en esta parte toda la
Título: FAROLILLOS Autor: Andrés R. Blanco Esta obra ganadora del Primer Premio del XXIII Certamen de Poesía “Hermanos Caba” 2011 en Arroyo de la Luz (Cáceres), nos sorprende muy gratamente por su belleza y difícil sencillez.
Las palabras parecen deslizarse suavemente como si no rozasen el papel para elevarse y elevarnos según leemos unos versos llenos de fuerza y dulzura.
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Sorprende cuando se leen unos poemas tan bellos y, tan bien escritos, que las palabras de siempre, nos suenen diferentes. Que su ritmo sea tan preciso, tan escueto, sin ningún arabesco, ni adorno innecesario. Sin nada que perturbe su calida lectura.
Un amor que vemos, que sentimos tan cercano para él, como inalcanzable para otros: “Soy el mundo, sirena, donde nadas tejiendo tanto amor con que recreas el nácar de tus conchas”. Ha sido un placer descubrir a este poeta. Andrés R. Blanco ha sido galardonado con diversos premios literarios en poesía y cuentos.
Por eso el mérito de FAROLILLOS, es mostrarnos un amor, su amor... con las palabras justas: “Tu boca fue la flor donde bebí el destello del agua más soñada” El amor, siempre igual, nos resulta diferente leyendo estos versos de Andrés.
Mª Cristina Borobio Ibarrondo Título: LA COCINA Y LOS SUEÑOS EN EL CHISCÓN Autor: Varios autores Decimoctava publicación de un restaurante madrileño que desde 1990 en que convocó su Primer Concurso de Relato Corto Cocina y Color, viene obsequiándonos año tras año con un nuevo ejemplo de imaginación y creatividad en su afán por ser restaurante, cocina … y algo más. En esta ocasión se nos brinda material para todos los gustos (nunca mejor dicho) y para todas las expectativas. Desde el diseño de cubierta y contracubierta su autor, Juan Eizaguirre, incorpora los datos tipográficos en el dibujo consiguiendo que ilustración y texto formen un todo, detalle que seguimos degustando en páginas interiores de la mano de Gonzalo Salas y Fernando Sacristán – Jefe de Cocina y Fotógrafo respectivamente- en las que a lo largo de una serie de planas se nos van dando apetecibles recetas confrontadas con fotografías que vienen siempre subrayadas por una pequeña etiqueta de texto, formando receta y fotografía una unidad perfectamente ensamblada que reproduce arte en la cocina. La cocina no pertenece únicamente al ámbito de la restauración y la gastronomía sino que está presente en otros muchos rincones de la actividad humana. En el
mundo laboral hay comidas de negocios o una cita amorosa tiene lugar a la luz de unas velas en una cena romántica. La actividad de alimentarse y la previa forma de preparar las viandas se presenta también en un doble eje de sincronía y diacronía como un hecho cultural que en distintos ámbitos geográficos comporta unas reglas, ingredientes, horarios, protocolo, etc. pero además como un factor que tiene que ver con el desarrollo histórico de los pueblos desde la Antigüedad hasta nuestros días. También está presente en el mundo del Arte y la Literatura sin olvidar otras disciplinas más “prosaicas” como la Química, la Economía o la Medicina. Tras las recetas vienen los relatos. En total se trata de dieciséis cuentos con títulos tan sugerentes como “Sueños a cuatro euros”, “El sueño del vago vocacional”, “Soñadores, terapia de grupo” o “La cocina de los sueños” entre otros. Así todo el contenido del libro viene haciendo honor a su título y ya desde su comienzo con la aportación de María Pérez que comienza recordando a Hypnos, dios del sueño en la mitología griega.
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en el caso del examinando que debe preparar algo excepcional para obtener su diploma ante un exigente jurado internacional de cocineros. Cocina, Arte y Literatura se conjugan perfectamente ensamblados en este librito a lo que contribuye el elenco de colaboradores quienes desde sus ámbitos particulares de especialidad aportan su personal nota en torno a cocina y sueños.
Quisiera destacar entre ellos uno especialmente emotivo cuyo protagonista principal es un anciano y prestigioso chef, ahora enfermo, quien en la nebulosa de su mente confusa entre sueños y realidades nos proporciona como una vuelta o más bien como una prolongación de su actividad en tiempos pasados una estupenda forma de preparar salmón. Sueño y cocina son ingredientes que forman parte de los relatos en los que las recetas se sueñan antes de llevarlas a la realidad como
Agustina García Manzano Título: El orgasmo fluvial de Lolita Valor y otros relatos. Veinte historias amables más un garbanzo negro Autor: Javier Bueno Jiménez Juan Matador Calderón Editorial: Ediciones Cardeñoso Género: Narrativa Un diábolo y dos diablillos, dos autores en un libro. Sus secretos de papel son un libro y otro libro. Muy juntito el corazón Y el alma en la ciento cinco. enlace con las personas, con la naturaleza y con las cosas. Personajes como la Tenoria o la Verderona. Paisajes urbanos y oníricos como los del árbol sin hojas o del cuento de navidad sin nieve. La vida de los objetos como La caja de taracea o la mesa de comedor. Vivencias en el transporte público que constantemente nos ofrecen un tiempo interior y exterior a la vez. Libro bellamente editado, con portada textil, humilde y cálida, que nos invita a entrar en una lectura cercana que se revelará misteriosa y erótica. Estos cuentos no viven en soledad, están bien arropados por sus prologuistas: Milagros Salvador y José Iglesias Benítez, ellos nos llaman a la lectura de manera entrañable. La generosidad de la autoría nos invita a participar del juego literario a través de las nuevas tecnologías: raicesdepapel@gmail.com y yo no puedo
Libro mágico y esférico, atrevido y entrañable, radical y heroico. Es un naipe con dos ases, un planeta liberado de los puntos cardinales, una música ondulante. Un auténtico retablo contemporáneo que nos recuerda el capítulo 34 de Rayuela, en el que Cortázar se las ingenia para escribir simultáneamente lo que la lengua sólo puede decir de un modo lineal. Así podríamos leer estos cuentos: A un metro de Paula, La verderona, El armazón, El sereno madrileño, El sabor de la pitaya Confianza ciega, Ángel de arena, Mesa de comedor, La Tenoria, Don Quijote y su vespino, , Nubes sobre Manhattan, El loft, La excursión, La caja de taracea, Materlink, Una tarde en la filmoteca, Enigma de las tres cartas o El garbanzo negro. Se trata de un libro de cuentos encadenados como rosquillas de anís, que nos traen el
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intrahistoria que nos hacen abrir los ojos y gritar como si lleváramos ese collar de ortigas, como si hubiéramos experimentado esa macabra metamorfosis, porque “si el mundo sigue por el camino que va, algo terrible va a pasarle a la humanidad.” Y aunque parece que en Madrid nadie necesita cestos de gradua, la gramínea más grande del planeta, nada impide que nos encontremos con el ángel de arena. Por todo esto leed, leed, lectores, y seguid leyendo. Y como es un libro redondo, al terminar empezamos y al leer El puente de Rosita y Saturnino, o, Materlink, comprendemos que el cuento es la perla de la literatura, de la misma manera que el bordado es la poesía de la costura. Y es que quizá, tal como se desprende de este libro, la literatura es un mareo, es una perdiz, es un amor.
menos de escribir que con Un garbanzo negro, no sé por qué, me ha venido a la memoria algo pequeño y maravilloso, aquella nana popular que canta Mercedes Sosa con letra de Víctor Jara: “duerme, duerme negrito que tu mama está en el campo trabajando duro, trabajando”. Y como esta revista es mágica, puedes hacer click y escucharla ahora mismo http://www.youtube.com/watch?v=eC6X1w-LTc Necesitamos de estos cuentos como de las galletas de la alegría de Hildegarda de Bingen para poder soportar tanto dolor, tanta desolación, tanta tristeza, porque la belleza nos recompensa de la desdicha que se nos presenta como en El sabor de la pitaya y En el trapecio de Irina, allí la profundidad de la altura nos deja helados. En todos estos cuentos hay mucha ironía, mucha actualidad, mucha historia y mucha Son historias, son relatos, y son cantigas de amigo, entretelas de colores que se han editado en Vigo rojo, verde y amarillo y azul de oriente divino.
Título: Mil Parnocikles Autor: Milagros Salvador Editorial: Huerga y Fierro Género: Greguería Parnocikles está hecho de luz, y como ella, es onda y partícula. Onda porque viaja por todos los universos del pensamiento y del lenguaje. Partícula porque es atómico y dentro lleva toda esa carga de protones y neutrones. Cada uno de los mil Parnocikles tiene su chispa. Sin embargo, podéis entrar libremente en todas sus lecturas posibles, porque, tal como la autora nos dice en el subtítulo, no tiene contraindicaciones. Parnocikles viaja en la nave de la literatura aforística, pertenece al género greguería que Ramón consagró en la literatura española con sentencias como: “todos los chorizos se ahorcan.” Las greguerías tenían sus antecedentes
hispánicos en el Siglo de Oro: Cervantes, Quevedo, Gracián. Después los almanaques de Torres Villarroel. Y ya en el siglo XX, sus descendientes: los meteoritos de Carlos Edmundo de Ory, y en nuestros días, los afuerismos de Ángel de Frutos Salvador. Y aquí me pongo a pensar que esta creación tan fantástica tiene que tener algo de psi, ψ, porque para el psiquiatra Ángel son “liberatura” y escribe: “seréis como adioses,” y para la psicóloga Milagros, “la poesía no es literatura es literapura.” No sé si el cognaticio Salvador será una simple coincidencia o si el origen burgalés y cidiano empuja a ambos hacia la escritura. El caso es que el étimon espiritual es algo así como un gusanillo de la mente que es
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capaz de sorprendernos y hacernos pensar, sonreír, recordar y hasta crear por contagio. De esta manera llegamos a unirnos a la banda y a participar de la composición, porque quien lee parnocikles no podrá resistirse a pensar alguno, los parnocikles los tiene todo el mundo, unos por delante y otros por detrás, lo que pasa es que a unos se les desarrollan y a otros no. Por ejemplo, a mí esta tarde me ha entrado la envidia y he escrito: “balcón: donde va el halcón.” Espero que se me haya ocurrido a mí y que no sea un recuerdo de los leídos anteriormente, porque primero escribí: “Diógenes no tuvo hijos aunque dio genes,” pero, justo, me pongo a rebuscar en Mil Parnocikles y allí está: “Diógenes…ógenes…” y dijo ógenes. En cualquier caso espero que me sepan perdonar los unos o los otros, porque como dice el parnocikles: “hay psiquiatras y pnoquiatras.” Mil Parnocikles no es una ramoniana “motocicleta: cabra loca,”ni un inmóvil “colchón lleno de ombligos,” Mil Parnocikles es un libro bicicleta, un libro en movimiento lleno de increíbles lagartijas poéticas, graciosas y agraciadas que os harán disfrutar de un paseo por los paraísos del arte y del ingenio. Sin embargo, os aseguro que por mucho que los parnocikles sean provocativos, no por ello dejan de ser útiles como la Gebrauchsmusik de Hindemith, pongo este ejemplo sajón y pretencioso porque los parnocikles vinieron
de Inglaterra y ya os estoy dando muchas pistas, con ellas, si leéis el libro se os desvelará en todo su misterio, porque desde su luminosa portada empiezan los guiños y la utopía está pronta. Los parnocikles no son un mero pasatiempo del ingenio por el ingenio, que para eso ya está la www.laincreiblemaquinaaforistica.com de Ginés Cutillas Cuenca y Tania Romo. Y “como el domingo es un sábado muerto” me he puesto a matar el tiempo con la maquinita y os recomiendo la visita, introducís un sustantivo y un adjetivo, le dais a la palanquita de la derecha que se ilumina de rojo y cata, ahí está tu aforismo automático, que puedes grabarlo, yo he grabado unos cuantos y seguro que los identificáis, pero no me importa porque no son de mala leche. La literatura aforística, lo breve, lo fragmentario están de moda. En un mundo sin tiempo, apresurado y deconstruido, donde la tecnología, la nanotecnología ha ocupado el lugar del ocio y del negocio el arte se manifiesta en lo pequeño. Por eso nuestra época es la de los smartphones, de los vídeoclips, de los microrrelatos, de los parnocikles. En fin, amigxs, como dicen los del 15M, quedamos en Parnocikles, porque la “luz es el alma del universo” y ya sabéis: “el universo para los científicos y el poliverso para los poetas.”
María Pilar Pueyo Casaus. Título: Dádivas de la vida Autor: Emilio Serrano
El autor en la Introducción nos habla de tres partes : Pujanza y esplendor. Azafranado sol y Dádivas de la vida. PUJANZA Y ESPLENDOR Canta el esplendor de la naturaleza en sus inicios primaverales, en el estío, en el colorido del ocaso otoñal. Etimología de “Valceres”. La diosa Ceres (fertilidad agraria) en mundo antiquísimo, pasaría ahora a ser Santa Ana, su patrona,
Emilio Serrano es natural de Blesa (Teruel). Catedrático de Lengua y Literatura y Doctor en Filología Románica. Ama su tierra natal y principalmente siente pasión por la Naturaleza como podemos ver en este libro que nos ocupa, Dádivas de la vida. (Sial Ediciones.)
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abuela de la gran fertilidad cristiana. Significativo cambio de patronazgo cultural y religioso. “Añal de haikus”. Ciclo total que se contempla a lo largo del año observando los árboles, las aves, el sol y nubes, la lluvia. En invierno los mirlos picotean el césped esperando la gozosa primavera, pero es sobre todo en el otoño cuando nos sobrecoge el extraordinario colorido, el espectáculo grandioso de un final o tránsito. Porque nada se pudrirá sin esperanza. Tras el invierno renacerá de nuevo la vegetación con un verdor ilusionante. Flores de todos los colores como en exaltación de la Pascua florida. Todo el libro, sin dejar de ser lírica nítida y pura, se ve invadido por un enfoque histórico y geográfico, localizando “las dádivas de la vida”, la gloria de la Naturaleza, en los lugares exactos de su tierra natal y en un pretérito recordado y soñado. Es decir, la localización no es óbice para el sentimiento poético. Esta localización se ve reflejada en el lenguaje. Por ejemplo, ”En la fuente del Frasno”. Este poeta aragonés, como le ocurre a quien escribe estas líneas, se complace en conocer y usar las palabras del aragonés, dialecto del latín. Este dialecto tiende a hacer las vocales más abiertas que los otros dialectos medievales peninsulares. El castellano dice “fresno” cuando el aragonés dice “frasno”. Expresión evocadora de las más antiguas realidades del campo español. Valceres, tan antiguo / como el asno, el arado, la cebada…../ Valceres, val de Ceres,/ fertilidad agraria, / valle de Ceres, hija de Cibeles/ de espigas coronada. De su pueblo natal, Blesa, recuerda Emilio Serrano las fiestas de Santa Ana: Nuevas fecundidades trae Santa Ana, Siempre encontramos en este libro lo entrañable de los recuerdos de la infancia. En Romanor…/ Espléndido cerezo verde y alto, / por mi padre plantado. / En Romanor… /Trepo entre ramas y hojas, /saboreo rubíes en mi boca … / En Romanor… En el poema de los “Nidos” estudia minuciosamente muchos nidos de distintos pajarillos. Me quedo con el encanto del de las golondrinas que en cierto modo nos hace pensar en Bécquer
En abril retornaban / las fieles golondrinas / a sus nidos de barro de las cuadras,/ uniendo su existencia a nuestras vidas. Este libro de nuestro poeta invitado a Arco Poético, nos muestra un amor y una admiración inmensos por la naturaleza en todas sus especies vegetales y animales pero tiene una tímida contención a la hora de expresar lo que esos aspectos tratados influyen en su alma, lo que él siente ante tanta belleza y ternura. “En el otoño mágico” Flameantes caléndulas /en el césped humilde son candelas. Y culmina esta primera parte con “Añal de haikus”, emocionado poema. Aparte de las imágenes hermosas, denota un conocimiento de los ciclos anuales y los comportamientos de las aves que está tan cerca del enfoque de las Geórgicas como de las Bucólicas de Virgilio : Abre el castaño / de Indias brotes verdes… / siete de marzo. Abril abriendo / con su lluvia benéfica, / el campo ameno. (Juega con las etimologías ) Lluvia benigna, / después del azafrán / y la vendimia. Precisión en el plano temporal. Lirismo : Ciclo oscilando … / tu esplendor, en el suelo / gingo dorado. La belleza de los pequeños abanicos del gingo que cubren de oro el suelo de nuestro Parque del Oeste de Madrid, por ejemplo. AZAFRANADO SOL En esta segunda parte, Emilio nos habla de las resurrecciones de la luz matinal que nos acostumbran a la confianza y a la fe. El sol azafranado que renace disipando toda neblina, el alborozo de los pájaros que cantan a la nueva luz … Siempre los pájaros tan importantes para este poeta. Formidable el poema “Tu Cuerpo”. Hay en tu cuerpo excelso, lo mismo que en las rosas, / la belleza perenne, renovada, cambiante, / del Espíritu eterno que vibra en todo ser. Tercetos alejandrinos que logran un gran equilibrio.
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Gran calidad también en el poema “Sumiéndose en la vida”. Quisiera ser … ............ Nostalgia de los seres que, viviendo, /proyectan armonía / superando pasiones y desvelos, /sumiéndose en la vida. Emilio Serrano admira en plenitud la armonía de la Naturaleza, se rinde embelesado ante ella. “Salte tu canto” : Brotes de vida / verbalizada… / Pues al principio, / fue la Palabra …/ Salte tu canto, / sin miedo a nada … poema de gran belleza. El poema dedicado a la Música nos muestra que para él la gran música es el concierto global de la Naturaleza : el sonido del mar, el canto de las aves, los silbidos del cierzo entre los pinares … La música le armoniza la áspera vida. Uno de los mejores poemas, quiero decir a mi gusto, de esta Antología es “Cae la Luz” : Cae la luz, el valle / se va entenebreciendo : / crepúsculo, tristeza, /honda melancolía / y gran recogimiento … Proporciona la noche / dádiva en la tiniebla, / en el bosque profundo de los sueños, / un albergue aliviando / la nada pasajera … Filosofía que nos recuerda los sentimientos de Séneca.
La tercera parte o tercera expectativa. En nuestro interior pensamos en nuestro propio ocaso. Una Pascua florida sin igual se sueña. “Un olor de blancura en las acacias” – dice Emilio – inundando las mentes agobiadas por el peso de la existencia. Llega al fin el invierno y el ocaso para todos. Esperemos que también rebrote en nosotros ulterior vida. Huella de Juan Ramón Jiménez, Rilke, Machado y cualquier poeta en el que “la realidad es siempre el punto de partida hacia un significado más hondo” como dice Basilio Rodríguez Cañada. En cuanto a la Métrica se siente Serrano proclive al verso de pie quebrado, tan sugerente, como en el poema “Noviembre” y tantos otros. Plantea problemas filosóficos como el evolucionismo en el poema “¿Quién?” y el tema del azar en “Divino azar” que aún hoy día sugieren diversos puntos de vista. Muy hermoso el poema “El maestro Carlos Bousoño” Sabiduría y tino en “Los Indigentes” . Su conclusión de amor es, viene a decir, que hagamos algo, no sea que nos sorprenda la muerte sin haber hecho nada por ellos. Así culmina esta tercera parte impregnada de profundo sentido. Y es un colofón lógico y precioso el último poema del libro “Dádivas de la vida” :
DÁDIVAS DE LA VIDA
Al ágape celeste / alguien te llama, / a la consumación / de noche en Alba…
Título: De un silencio que no muere Autor : Francisco Fenoy Edita : Aebius, marca registrada de Visión Netware S.L. Este libro de Francisco Fenoy es muy diverso a sus poemarios anteriores. Estos se encuadraban claramente en una literatura de combate, en un intento de lucha por una justicia social. En una palabra literatura social y comprometida. En cambio De un silencio que no muere, está invadido de amor a la Naturaleza y en ese ambiente, su pensamiento transcurre a
veces filosófico y en muchos momentos alcanza emoción y altura lírica. Este poemario tiene cinco apartados donde el personaje, tal vez el autor, va evolucionando en busca del silencio de la Naturaleza. Y es muy significativo que el libro tiene una estructura cíclica pues el primero y el último poema tienen el mismo contenido. Muestra el desencanto de la ciudad “y halla puerto seguro en medio de
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este valle”, hermoso poema que en realidad es una nueva versión del “Beatus ille” horaciano. También habla el primer poema de “llenas soledades”, cuando el paisaje y la vida interior llenan la soledad que casi pierde tal nombre. Paralelismo contundente con el último poema del libro. En el primer Apartado : NUEVA LUZ, vemos el gozo de la incorporación al Valle. : Camina solo y sabe lo que quiere / afable explora el bosque /y los árboles le transmiten algo de mistsueños. / Sube a las cumbres / y las promesas le sonríen / Hay algo de misticismo con la Naturaleza . Narra y describe sus tareas y descubrimientos en el valle. En el lenguaje, a veces, hay resonancias clásicas como cuando dice : Amante de este valle y estos montes / como columna firme mantenida / (Ecos garcilasiano Su despertar le hace sentir elevación : Y visible se alza en su soledad : / densa palpitación de alas abiertas. Se siente como si tuviera alas. De esta manera en simiente encontrada con olor a camino /………………….Y entregado a su ardiente soledad, / va levantando el vuelo en soplo lírico. / Aunque no haga referencia a una religiosidad transcendente, son versos que nos recuerdan al vuelo de San Juan de la Cruz. La fusión con la naturaleza le lleva “ a entrelazar ocultas melodías” que siembra en sus poemas y encuentra “osadías” que nacen del “silencio que no muere”.
Este hombre solitario en una tarde grana /ante la algarabía de la aldea. . . / y entre aquellas figuras de mujeres y flores / un aire de criatura le despierta la sangre, / de un deseo que ya considera confuso y mitigado. / Surge lo inevitable, la presencia del amor físico Y disfruta el capricho de vivir el origen / en danza divertida. El color, el olor, / la gracia como encanto en movimiento . . . . . . Con sus juegos eróticos / sin ninguna barrera. . . . .que la naturaleza le alumbra en su apogeo, / que lleva dentro y nace con el instinto virgen. Asistimos a la pasión en libertad. Pero lo cierto es que en el siguiente poema, el último de la 2ª parte, vuelve la tranquilidad y la maravilla del valle. Tercer apartado : EN ROJO AMOR De repente le acechan los malos recuerdos y su influencia en el presente. Le angustia la indiferencia, las delaciones. Pero se basa en sus ideas y vuelve a llamar a la esperanza. Dando un latido a otros / de entusiasmo . . . / Un tipo de sonrisa triste / le saluda. / Hablaron del pasado, del tiempo, del viento ; de la vida inmutable. Y parados en medio del silencio, / se comprendieron, se miraron; como rutas cruzadas sin retorno. Poema que encierra misterio y expresiones de gran belleza El V poema del tercer apartado, desde el punto de vista del lenguaje, nos ofrece un acertado verso que es ejemplo de aliteración rayando en el fonosimbolismo : Y a tanto el lance y a tanto el vivo lazo, / que le tienta el silencio con su abrazo / y
El segundo Apartado : DE UN TIEMPO COMPRENDIDO A OTRAS HORAS El escenario cambia : Allí era todo olvido e indiferencia /en el tranquilo valle Pero nuestro protagonista encuentra en la aldea el palpitar humano que le afecta :
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lleva los deseos cielo arriba. Cuarto Apartado : CORRIENTE QUE SIGUE Y SE SUCEDE Canto exultante a la belleza del otoño es este primer poema que se extasía ante la Naturaleza. Contempla: / como el tiempo se va, despojándose / tan alto y tan profundo /como requiere el aire. Paralelismo y simbiosis entre algo tan inmaterial como el tiempo y los elementos de la Naturaleza como el aire. Observación muy interesante. Hay poemas con fuertes contrastes entre la luz y las sombras. Habla de la violencia y el odio y luego de la esperanza “sin miedo a los rencores”. Digamos que la vivencia de estos dos polos es una de las constantes de este poemario.
Y el viejo miliciano derrama su memoria, / noche abajo. / Sin despedidas, sin nostalgias . . . Este poema enumera cualidades morales de hondo calado. Tiene también como otros versos un notorio hermetismo, sobre todo al final, pero no podemos negar su belleza. En el poema III de este último apartado, hay versos que recuerdan la música de Fray Luis de León. Por ejemplo : Su reposo bendice. / Privilegio que enseña la memoria. / De esta vida que vive / en sentido tan alto, / que mantiene la fiesta que recibe. / Otros dos versos muy hermosos contienen también una acertada sinestesia : Con la redonda dicha / del que contempla dicho ritmo a tiempo. / El poema IV de este quinto apartado es el más representativo de poesía social con expresiones crudas de una gran fuerza. En el poema final del libro, el V del 5º apartado, se da la apoteosis final. Contraste fuerte con la negatividad del poema anterior. El poeta encuentra en la Naturaleza toda la pureza del bosque, la brisa, el agua transparente, el vino fuerte, que le hacen estallar en rojo verso vivo. Mi felicitación sincera a Francisco Fenoy.
Quinto Apartado : CON SANGRE Y VINO FUERTE Comienza el primer poema con una acertada sinestesia.: Golpes que suben sordos / en ruidos que caminan, / También en este poema encontramos en tres versos una acertada definición del dolor : Crepúsculo que pesa cuesta arriba / de aquellos que padecen hambres / de aquellos que tantean las tinieblas. / Y termina de modo desgarrador :
Título: TIEMPO INHABITABLE Autora : Pepa Nieto Edita : Huerga y Fierro Estamos ante la hermosa mirada antibelicista de Pepa Nieto. Como dice en su primer poema “Mesa redonda” Una vez más la angustia / la soledad tristísima del mundo /cuando el hombre es herido por el hombre. La autora transmite un gran dolor en este libro porque realmente, el odio, la guerra y en consecuencia la muerte, siembran el planeta de angustia y soledad.
Ella se rebela, se indigna, enarbola una poesía de combate y no se perdona a sí misma si no reacciona valientemente contra tanta injusticia : y no me exijo nada. . . . . . /si aún consiento una disculpa / que me diga :/hay un lugar para la muerte, / muerte evitable y callo, / soy voz que se resigna, / la voz muerta. Es poesía comprometida la de Tiempo inhabitable (recuérdese la polémica Pío Baroja / Ortega y Gasset), pero no es
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prosaica porque un aliento lírico se entremezcla con los razonamientos vigorosos en pro de la justicia. Jorge Urrutia en el Prólogo habla de las metáforas que mantienen el tono poético del libro. Es cierto. También las comparaciones como en el poema “La Madre del niño soldado” como cuando el silencio cierre el aire / de todos los pulmones . . . En el plano morfosintáctico, un rasgo interesante, la eficacia del comparativo de igualdad. Poema “Días estos tan pobres” : Días estos tan pobres / días como los días pobres, / como los años pobres / días largos así como el silencio, /hasta la saciedad inamovibles. Este es un poema desgarrado, desemboca en la falta total de asideros, en el terrible concepto de la nada. Así leemos : Días estos / como la duda que te mata, / la gran duda del hombre / abrazando la muerte. Y después Huyendo de ti mismo hacia la puerta / sabiendo que no hay nada, El poema “Tiempo de hierro” es de una gran fuerza dramática. Nos habla de este rencor incontrolable de la boca / como cuando agoniza la esperanza bellísimo verso. El poema “Ojalá fueran otros los enemigos invisibles” te atrapa aunque no se comprende del todo, la razón no pueda captar bien la semántica. Pero se intuye. En realidad este libro de Pepa Nieto es un
canto a la dignidad. Del hermoso poema “Este tiempo apenas se sostiene : Murió de pie, incluso / y fue bien recibido en cualquier reino. De “Palestina” podemos decir que es una total proclamación de nihilismo. Estos dos versos Tu tiempo es muerte / que sobre ti cabalga, podrían ser el denominador común del contenido de este libro de Pepa Nieto. Ataca “la despiadada forma de herir como costumbre”, la crueldad y la muerte se han instalado como algo natural e inevitable. Esa es la necedad. Pregunta a Garcilaso cómo escribiría hoy sobre estas cosas que nos aquejan, cómo expresaría su sentir ante realidades tan terribles como se dan Borrando al hombre / de mapas inventados por el hombre / de ciudades creadas por el hombre / y a la vez destruídas por el hombre, Termina el libro con el poema “Salida hacia el color definitivo” donde la autora siente descubrir un rayo de esperanza : Pero os digo que aquí la vida nace.
Cipriano Fontanilla
Título: Perdonen las mentiras Autores: Colectivo literario "Tirarse al folio" Editorial : Visión libros.- Madrid, 2012
Se invitan a sí mismos a “tirarse al folio”, al toro, vaya, en un no menos temible albero de papel. Lidian ya su tercer reto editorial precedido por “Ocho por diez “ y “Madrid entre líneas”, amén de su carteles
permanentes, sus “Cuadernos literarios” , de los que ya han publicado 14 , y “¡¡TAF!!, Revista digital de Cultura”. Diez autores y cincuenta y siete “mentiras”, no por más sorprendentes menos dignas de
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crédito, pues rubrican que, si la realidad supera con creces la ficción, sus breves y sorprendentes historias son más ciertas que cualquiera ocurrida. Diez autores y cincuenta y siete “Cuadros para una exposición” colectiva. Cuadros de pequeño tamaño (de uno a tres folios, media página incluso) con el cuidado preciosismo de una miniatura: son la mayoría. Ocurre a veces con estos que el lector apenas posa en ellos sus ojos un par de minutos y se dirige al siguiente relato. Pero, de pronto, retrocede: algo ha quedado prendido en su cerebro, o en su corazón, y vuelve a leer despacio, a contemplar la miniatura descuidada: la magia del arte ha funcionado. Los de mayor formato, una media docena, apenas cubren de seis o siete páginas: la mayoría son piezas maestras que revelan el alto nivel alcanzado por sus autores. Temas muy variados, cual corresponde a este tipo de ediciones colectivas. Los irán descubriendo-y gozando-al recorrer las cuatro “Salas” (“Viajes”,
“Gastronomía”,” Erotismo” e “Intriga”) en las que, por algún marcado rasgo de su policromía narrativa, han sido “colgados”, pero sin que se ciñan estrictamente a ello. Una de estas “Salas temáticas” expone, como todas, obras de diferentes autores pero coincidentes en un notable y sugerente dominio del “pincel” en ese género. Espero que lo encuentren: me agradaría saber que coincidimos. Disfruten, pues, y despaciosamente de cada una de estas sugestivas piezas, inquietantes a veces, profundas en ocasiones, pero espolvoreadas siempre de un humor amable. Superan, con creces el más difícil reto de los cuentos: la intensa brevedad.
Pepa Nieto Título: Laberinto sin luna Autor: Francisco Fenoy Al hacer un recorrido por este conjunto de poemas, bien estructurados, nos encontramos con un poeta rebelde que se destaca por su inconformismo ante lo que está ocurriendo. Y se vale de su poesía para dejar constancia de este inconformismo. Palabras como: lluvia, tierra, sangre, esperanza, tristeza, muerte, silencio, nubes o fracaso, forman parte de esta poesía escrita desde el convencimiento y desde la reflexión. Francisco Fenoy las utiliza, las convierte en herramienta imprescindible para decir lo que siente, y lo hace muy acertadamente a través de sus versos. Ya en otros poemarios, Francisco Fenoy se hace eco de lo que sucede en nuestro entorno. Una buena parte de su obra poética se somete, de alguna manera, a las necesidades del más débil. Se revela ante el
Dónde encubrir tu gruta temerosa, tu quejido entre muros acerados, tu hilo de hastío, tu grito primero; tu llanto sin respuesta: frío hábito. Son versos de Laberinto sin luna, versos de queja creciente, de impotencia ante la injusticia patente e incomprensible que acecha nuestro planeta, escritos por un poeta que no está dispuesto a pasar por alto todas estas atrocidades que cada día causan tanto sufrimiento, como son las guerras o el hambre que golpea a millones de seres. Y esta preocupación se refleja en la mayoría de los poemas de esta nueva entrega de Francisco Fenoy, un poemario publicado recientemente y dividido en dos partes, la primera titulada “Con la sangre en la herida” y la segunda “Tumba o cielo”.
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trato que por parte de una sociedad injusta, reciben las mujeres, los niños o los ancianos. Sombras que duermen con pausas de réquiem en este mundo nuestro y sin hacienda. Sin hacienda y negados a posibles,
como nubes heridas que se vuelven. Agradecemos, a Francisco Fenoy, que, después de una obra publicada de más de doce libros entre poesía y ensayo, nos sorprenda ahora gratamente con este nuevo poemario.
Título: VIVA AUSENCIA Autor: Blas Muñoz Pizarro
Resulta gratificante cuando un libro llega a nuestras manos descubrir que tenemos ante nosotros a un gran escritor, en este caso a un poeta, cuya obra, aunque no me es ajena, conocía poco. Y que después de haber leído Viva Ausencia, poemario que nos ocupa, siento especial interés por indagar en sus escritos y conocerle más. Se escribe mucha poesía, se lee a muchos poetas, razón sobradamente justificada para que podamos comparar y seleccionar. Y puedo decir sin lugar a dudas, que estamos ante un poeta de altura, Blas Muñoz, tiene la grandeza de los poetas verdaderos. Merecidos son los innumerables premios que avalan sus poemarios publicados, entre los que figuran el Premio Nacional de Poesía, ”José Antonio Torres”. 1971, o el “Fray Luis de León” recibido en 2010, por citar alguno de ellos.
Viva Ausencia, libro galardonado con el Premio Ernestina de Champourcín, está dividido en varias partes, o tramos, en los que el autor utiliza diversas técnicas versificadoras, destacan en su mayoría el soneto y la décima. Blas Muñoz Pizarro, nos traslada a través de bellísimos poemas, al mundo de las ausencias, sus ausencias personales, entre ellas, la que sin lugar a dudas, deja una profunda huella es la de su padre, al que dedica un bello tríptico elegiaco del que rescato estos versos.
El poeta se inspira en diversos mundos, canta a las naturalezas muertas, que son al fin, trazos de vida, toca objetos que simbolizan otras pérdidas. Reflexiona sobre el amor y su complejo universo. Y siempre con poemas logrados. Me detengo en las décimas, escritas con absoluta precisión, como esta titulada El poeta y el bañista, que dice así:
mientras lame el mar su sello en el sobre de la orilla. Qué delicada puntilla va de la rodilla al pecho y vuelve, encaje deshecho, de su pecho a la rodilla mientras finjo, en mi sombrilla, que escribo (el mar, al acecho).
Hoy he vuelto a aquel bosque donde estuve contigo, padre, siendo un niño serio (un niño de posguerra y cementerio), para ver si, al volver por donde anduve cogido de tu mano la luz sube como entonces subía, en cautiverio por el alto ramaje del misterio hacia el libre milagro de la nube.
Suerte, pues, y gracias a Blas Muñoz por esta nueva entrega.
Brilla el sol, flor amarilla que se desmaya en su cuello,
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Miguel Ortega Isla. Título: LA CARACOLA Autor: Blas Muñoz Pizarro En el Relato Corto como en la Poesía, los autores deberían tratar siempre de expresarse con el menor número posible de palabras, lo que les obliga a buscar denonadamente las más idóneas, y huir de adjetivos y adverbios ampulosos. Blas Muñoz Pizarro lo consigue en su LA CARACOLA, conduciendo la trama con sencillez, no exenta de belleza. Prescinde de la sorpresa y va preparando a los lectores a un final inexorable como marcan los cánones de la Tragedia Griega, que impone a los autores el inflexible final.
Las Parcas están representadas en este cuento por Don Simón, el sacerdote, que no canta, pero cumple con su papel ahuecándose las faldas de su sotana. Con la muerte de Quico termina esta pequeña historia no exenta de ternura: El Barrio de Pescadores, el señor José el tabernero, Don Federico y Doña Pepita. Y la Magia y el Misterio. Las caracolas no cierran los mil sonidos de la Mar..
Nancy-Dale Nieman Título: ALDEA 1936 Autor: José López Rueda A veces parece que debemos tener un subgénero de la novela para la novela Guerra Civil Española. Tantas novelas sobre la Guerra se ha publicado desde la llegada de la Democracia que muchos lectores se han desanimado, saciados del tema, y han perdido el gusto de leer más tragedias de la época. El título de la novel Aldea 1936 de José López Rueda nos hace pensar que es otra en esta larga serie de escenas grotescas del conflicto. Pero Aldea 1936 no lo es. Más que una novela de la guerra Civil es la visión lírica y hermosa de una aldea y el campo soriano, por un preadolescente atrapado en el pueblo a causa de un hecho histórico. Sólo se nota la guerra porque retiene al joven, su madre y sus hermanos en el pueblo y en casa de la tía Petra, hermana de la madre. También pasan soldados por el pueblo que celebra fiestas cuando Franco logra una victoria
notable. López Rueda cuenta las aventuras y desaventuras del joven Germán, la crueldad de los ignorantes, la vida típica de pueblo, las dificultades de sobrevivir sin el padre, y la tragedia familiar. Pero la guerra no juega el papel principal. Lo tienen el pueblo, los amigos, los mayores y la naturaleza. Lo más importante e interesante se aprecia en las descripciones poéticas. López Rueda pinta el hermoso campo soriano con pincel de poeta. Todavía muy joven, Germán observa con el ojo, oído y hasta el sentido de olfato del futuro poeta. Las descripciones del campo, el atardecer, los colores, y la naturaleza revelan el profundo amor del autor, desde muy joven, por los campos de Soria La poética descripción del típico pueblo castellano refleja las ansias que Germán
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siente y sus pensamientos profundos sobre el significado de la vida Es éste un pueblo polvoriento en verano y embarrizado en invierno, como casi todos los pueblos de Castilla. Si entramos en él uno de esos días tormentosos, al atardecer, sabemos ya de una vez para siempre lo que es la melancolía. Hay tal vez alguna bombilla encendida en vana pretensión de alumbrado eléctrico. De cuando en cuando, pasa un pastor con una manta sobre el hombro izquierdo, una yunta de mulas tirando de un carro, una mujer con el cántaro en la cabeza. Nos sobrecoge una profunda sensación de soledad y desaliento. ¿Qué es lo que hacemos aquí, a esta hora, en este pueblo? ¿Qué es lo que hacemos en el mundo? Esta pregunta se hace terriblemente imperiosa en el silencio de estos lugarones castellanos. Se ve muy bien aquí lo vano de la vida. Sobre todo, cuando la noche se echa encima; cuando ululan los vendavales en las aristas de las casas; a la hora en que nadie circula ya por las callejas. Basada en experiencias vividas por el autor, la novela cuenta las aventuras y desaventuras del joven protagonista, el nuevo niño del pueblo que otros niños desprecian por ser de la ciudad (pero no por ser de otra banda). Sus aventuras nos hacen reír y llorar. Aunque no faltan detalles grotescos, la mayoría de la historia podría ocurrir sin la guerra al fondo. Sólo la muerte del padre de su mejor amigo parece presagiar horrores por venir. Pero es una muerte que el lector no ve y, aunque influye en el amiguito, poco cambia la vida del protagonista, Germán. Su otro amigo es monaguillo e hijo del alcalde. Germán no parece darse cuenta de que los padres de sus dos amigos pertenecen a bandas diferentes. Los tíos simpatizan, como casi todo el pueblo, con los rebeldes. Mientras la madre con su marido en Madrid se calla. El muchacho admira a los soldados “Nacionalistas”, que pasan por el pueblo, con sus uniformes, boinas rojas, y hombría (a ojos del
pequeño). También sentimos el anhelo del joven observando a los hombres mayores: soldado, labrador, alcalde, cura, a sabiendas que él también será hombre. Admira a los campesinos por lo duro de su trabajo. Quisiera aprenderlo, pide el azadón, deleite en montar al mulo y, con sus dos compañeros (uno de cada bando), se mete en los líos típicos de su edad. Al pasar de noche al lado del cementerio y por el desafío de que sean supersticiosos, entran en el camposanto donde escuchan una voz: “¡Socorro! ¡Sacadme de aquí!” Ven una cabeza que sobresale de la tierra, y salen corriendo de miedo. Cuando llegan los mayores descubren al sepulturero medio sepultado por la tierra que se le ha caído encima. Estas aventuras y el mundo visto por los ojos inocentes del Germán nos alegran la lectura, mientras la ausencia del marido, la clara orientación política de los poderosos del pueblo, y la malicia de la tía Petra amargan la desesperación de la madre de Germán. La novela entreteje dos historias: la del niño y la de la tía. Pero al final domina la enfermedad de la tía y concluye el libro sin resolver el dilema de la madre de Germán. El lector se pregunta cómo habría solucionado sus problemas y qué había sido de ellos. Y esto nos interesa aun más que el fin de la historia de la tía. A lo mejor termina así como premonición de lo que va a pasar en lo que queda de guerra, pero sospecho que fue una manera dramática del joven escritor para terminar su libro. Yo, por lo menos, lo encuentro demasiado pronto. Hay más que contar. Aldea 1936 fue escrita y publicada en el extranjero mucho antes de la mayoría de novelas sobre la Guerra. Puede ser por esto que es tan distinta de las otras. Hasta ahora los españoles no han tenido acceso a la hermosa novela Aldea 1936, llena de memorias de la niñez en el campo soriano. Ahora que la han publicado en España, vale la pena leerla. Da fiel y hermosa idea de lo que era ser niño en una aldea en 1936. Nota al lector: Deje de leer el prólogo hasta haber leído la novela. Cuenta mucho de lo que pasa en la novela inclusive el fin de que yo hubiera preferido enterarme al leer la novela misma.
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Guillermo Rodríguez Sampedro Título: Poesía en diciembre Autor: Varios autores La publicación que nos ocupa es un cuadernillo publicado por ediciones Cardeñoso con motivo de la conmemoración de la semana del socio del centro Cultural Telefónica de Madrid. El cuaderno recoge poemas de autores pertenecientes al Grupo literario Tintaviva, como Julia Gallo Sanz, miembro fundador y coordinadora del mismo. En el poema “Sugerencia”, un poeta peregrino le recomienda a Julia
De Reyes Cáceres Molinero podría destacar los cuatro primeros versos de “Memoria”, que constituyen un elogio de la tradición: «Memoria es guardar siempre los libros y seguir oyendo su música en la voz de leves caracolas que nos devuelven el eco ardiente de otros siglos». La muestra de su poesía que nos entrega José Iglesias Benítez parece una mezcla de Jorge Guillén y Rubén Darío, sin desmerecer a ninguno de los tres. Si nos atenemos al soneto “Luz” podemos decir que José Iglesias es un poeta de la visión.
«sonreír a la vida con un verbo risueño que minimice el llanto y el surco de la pena». También hemos de mencionar de pasada el bonito broche del soneto “Diletantes” que abre el cuaderno, también de Julia, y que tiene un claro eco alexandriano:
Por los poemas que ha seleccionado, Begoña Montes Zofío se nos muestra como una poeta concisa, que no se anda por las ramas. Cuando parece que el poema ha terminado, le pone la guinda:
«Persiguiendo aventuras pronto enfilan los sueños, los anhelos incumplidos que rellenen pobreza o soledades»1. Juan Calderón Matador, cofundador de la Plataforma cultural Raíces de papel, también nos deja un soneto, “La vida”, que pudiera ser el testimonio del que sucumbe a la belleza de vivir a pesar del sufrimiento que conlleva.
«¿Quién retrasa tu abrazo con la tierra?» La autora de Como ceniza, libro presentado por José Gerardo Manrique de Lara, sigue en su propósito de denunciar las injusticias a través de la poesía, como lo demuestra este endecasílabo de su poema “Tiempo de hierro”:
En la variedad está el gusto. Javier Bueno Jiménez nos ofrece unos poemas de denuncia social. En “No me gusta” critica el arte del toreo:
«sobre el enorme polvo de la guerra».
«y levanto mi dedo acusador señalando al torero, el verdugo al que aclama el graderío».
Pero Pepa Bueno también trata otros asuntos, como la idea/imagen de un mundo sin barreras (así lo interpreta el que escribe estas líneas) de “El mar y sus ciudades :
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por si pueden traerme noticias de tus aguas».
«Entonces comprendimos que la única frontera son los ojos».
Y quien conozca a Cirlot sabrá lo que significa el agua.
Alfredo Piquer Garzón, en el poema “La noche” expresa los deseos del amado desaparecido (en el lado de allá, que diría Cortázar) de estar siempre con la amada. Es decir, la noche, lo oscuro, identificado con la muerte.
La constructora del abecedario, Milagros Salvador, nos regala dos poemas nuevos, pues “El lema de la villa” ya había aparecido antes abriendo su libro Kilómetro cero. “El otoño desciende” es melancólico, como la estación. Pero todos sabemos que no hay otoño que cien años dure. Ni aceras que lo resistan.
Carmen Rubio cultiva la poesía erótica, como leemos en “Penumbra”: «Te respiro y me muero de gozo». También de la misma autora me gustaría destacar estos alejandrinos de “Y te salgo al encuentro”:
Quisiera terminar esta pequeña reseña citando a la autora de Inevitable voz: «El mejor regalo para un poeta es ser leído».
«De noche escribo cartas a ríos que conozco,
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Yara Elizabeth Gordillo Cedeño. Título: Lo que cuentan las sombras Autor: Francisco José Segovia Ramos
un claro reflejo de la continuidad de su compromiso con la vida y la muerte, entremezclando emociones tales como la alegría y la fatalidad.
Francisco José Segovia Ramos, granadino de nacimiento, es un escritor consolidado con una amplia trayectoria de participación en diversos certámenes literarios en los que ha sido merecedor de primeros premios y menciones de honor, quedando como finalista en muchos de ellos. Su actividad literaria le lleva a participar en múltiples ámbitos como revistas, programas de radio, periódicos o asociaciones en calidad de Miembro honorífico de la Maison Naaman pour la Culture y miembro colaborador de la Asociación Cultural Naufragio y de la Asociación “Apoloybaco” de Sevilla. En su trayectoria literaria, Segovia Ramos nos ofrece trabajos que pasan por todos los estilos: poesías, relatos cortos, cuentos, libros y artículos entre otros. “Lo que cuentan las sombras”, su segundo libro, es
En este libro el autor presenta treinta relatos cortos en los que nos sitúa en el lado oscuro de la vida, en nuestros miedos, obsesiones, rencores y deseos de venganza, es decir, en todas nuestras “sombras”, que sin lugar a dudas son parte intrínseca de nosotros mismos. El primer relato es “La calle de atrás”. En él Segovia nos abre ese submundo característico que toda ciudad esconde en sus oscuras y descuidadas callejuelas, otra dimensión de lo humano que provoca en nosotros miedo y terror.
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Esta “calle de atrás” no es más que una de las muchas calles que conforman nuestra existencia, y en la que guardamos nuestros miedos, obsesiones, vicios y desesperaciones. De vez en cuando dejamos que nuestros pasos nos lleven hasta ella, caminando por esa calle sin nombre, dejándonos perder entre sus sombras. En estas sombras es donde se esconden “los sueños negados, los anhelos imposibles, de posesión lejana e inalcanzable. Creación de imaginaciones desbordadas....”, tal y como lo plasma en su relato “Sombras”.
finalmente la muerte en un ritual ancestral en las entrañas de la tierra. En nuestras sombras podemos vislumbrar también el eterno deseo de la vida después de la muerte, como en los relatos de “El lugar donde estoy” y “El Experto”, donde los personajes viven después de muertos y experimentan la sensación de ver su nombre escrito en una lápida y sentirse dentro de su nicho sin poder salir. Ambos están convertidos en seres de la noche sedientos de sangre. Del mismo modo en “Bella y fría como la muerte”, un hombre enamorado busca en el cementerio a su amada, enterrada ya hace unas semanas, deseoso de devolverle a la vida, sin embargo será finalmente él quien será llevado a la muerte.
Es en esas calles y sus “sombras” donde transitan todos los personajes de los relatos de Francisco José Segovia, a través de los cuales nos va desvelando sentimientos encontrados y ocultos, que sin temor él se atreve a sacar a la luz. En el relato “Lo intangible”, el autor recrea el sentimiento de venganza hasta sus últimas consecuencias, entremezclando el amor y el desamor, el rencor y el odio, la vida y la muerte. Cuanto más féliz es la pareja de Matilde y Pedro, más se llena el alma de Mateo de rencor y de odio, hasta que lo trasciende llevándole a matar y a terminar consigo mismo.
El autor conjuga por igual amor, obsesión, irrealidad y muerte en varias de sus historias, como ocurre en “El Sofá”, donde Yolanda ama al sofá de terciopelo azul turquesa, hasta la locura y el suicidio. En el relato que se titula, valga la redundancia, “El relato”, se vive una obsesión que lleva a un hombre hasta el suicidio, miembro de un jurado de narrativa, que siente atracción por un texto anónimo, perfecto y sugestivo. Así también en “Escalera al quinto piso”, el miedo va acompañado a la desconexión con la realidad, donde su personaje Paco, al escuchar ruidos en el piso de arriba, fantasea con monstruos y animales extraños.
El miedo a la muerte ha estado siempre latente en nuestro subconsciente, producto de las leyendas humanas. Un claro ejemplo de ello es el relato “La apuesta”, donde dos jóvenes mueren de miedo ante una aparición fantasmal como parte de un desafío para demostrar su valor. En el relato “Diez curvas”, unos padres reviven año a año el accidente en donde perdieron a su hija Ani, experimentando la misma situación para paliar los reproches y culpas reconocidas, en el intento de buscar un camino que les reconforte la pena.
Francisco José Segovia recrea en algunos de sus relatos, situaciones donde los personajes son objetos o elementos de la naturaleza como en “La cajita de música”, “Horacio” y “El abetal”. Éstos asumen sentimientos de odio y venganza hacia las conductas humanas ya sea a la tala indiscriminada de árboles, o hacia la estafa en los negocios. Sin lugar a dudas, la muerte está presente en estas historias que llevan a las sombras a sus infortunadas víctimas.
Francisco José Segovia aborda también el miedo a la oscuridad y a lo desconocido, que nos puede llevar a desconectar de la realidad. Todo esto podemos observarlo en el relato “El sumidero”, donde Fernando se ve atraído por los misterios que se esconden tras una tapa que cubre un sumidero en su jardín. Animándose a bajar junto a Juan, el albañil, la curiosidad les llevará a recorrer un oscuro camino tras el que encontrarán
El autor en algunos de sus relatos expresa su manera de entender las sombras de lo humano, puesto que aunque nos inquieten forman parte de la existencia
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misma y no pueden ser entendidas sin la luz o el amor. Un claro ejemplo es la “Búsqueda”, donde María, una mujer sin sombra, se encuentra abocada a seguir buscando respuestas al abandono sufrido por la persona amada. Asimismo podemos verlo en el “Reencuentro”, donde se da una mezcla irracional de angustia y deseo incontrolable de contemplar el rostro de la persona amada, fallecida en un acidente. En la “Mecedora” de la abuela se expresa ese sentimiento de amor incondicional, de
deseo desesperado de que no se despida de nosotros y continúe contándonos sus leyendas de brujas y fantasmas. En estos relatos Francisco José Segovia nos revela mitos, deseos ocultos, leyendas y creencias culturales que conforman nuestro pensamiento y en consecuencia, nuestras actitudes ante la vida y la muerte. Son nuestras “sombras” las que dibujan nuestra silueta real, en esos claroscuros de nuestra existencia.
Francisco Fenoy Título: Al final del tiempo Autor: Francisco Miguel López Giménez
concepción en el verso, se ciñe al simple yo y en otros casos a simple reflexión. Y en la tercera parte “Tu, y la edad de en medio” bajo mi punto de vista se queda en el medio entre la primera parte y la segunda; en cuanto a la primera porque algunos poemas alcanza ese nivel y en cuanto a la segunda parte porque incide en la misma concepción. Y como es variado más añade o se puede añadir que algunos poemas se quedan a semejanza a epigramas; y no es que tenga nada contra los epigramas, todo lo contrario me gusta, pero dada la temática reflejada en el poemario creo que no encajan dentro del mismo. En general, puedo añadir, que dado su lenguaje sencillo y escrito con maestría, invita a la lectura y a varias veces.
Este poemario del poeta Francisco Miguel López Giménez, viene estructurado en tres partes. “La primera brazos de sal” Su concepción y su calidad, me traen a la memoria al gran Góngora, pero en lógica con sus trazos modernos, como le corresponde al lenguaje actual. Y añado que no solo ha ocupado mi mente al hacer la referencia al poeta del siglo XVII, la temática del hombre frente al mar, sino a parte de la calidad que subrayo, a como trata el tema, porque sobre dicho tema, hay mucho en la lengua española, pero repito no de la misma forma tratado y ni con la misma calidad. Se entiende dentro de lo que yo conozco, pero conozco bastante. De la segunda parte “Del último eslabón” Mantiene la calidad literaria, pero ya la
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Reyes Cáceres Molinero Título: La piel del viento Autora: María Sangüesa Editorial: Ediciones Arte Total En este poemario prologado por Alberto Lauro María Sangüesa nos muestra su mundo interior, un cofre profundo que va desvelando lentamente. Su poética es delicada y elegante, con un clasicismo formal que trasmite sosiego y sin embargo el lector enseguida percibe que en la hondura de ese cofre hay cierta rebeldía y .dureza, eso sí, envueltas sutilmente por una suave capa. Versos cortos, transparentes y una musicalidad profunda como protagonista. El ritmo invade el libro de principio a fin logrando bellas y sonoras imágenes. En el poema “La piel de viento” que da nombre al libro leemos: “La piel del viento existe, es intangible, su calidad; quizás es un puro sueño, quizás tan solo un soplo de humo” Los títulos de sus poemas hablan por sí mismos Cita, Ausencia, Crueldad, Tiempo, Amores viejos, Grises huellas, Dolores de otoño, Miserable larga noche, The end, Despedida, Del ayer me vienes, Almas abiertas, Susurro nocturno, entre otros. María Sangüesa inicia la primera parte hablando del tiempo y la libertad. Cultiva el soneto dedicando alguno a ese tiempo refugiado en las cuatro estaciones como dice en “Soneto de primavera” “Un sol de savia y primavera en ellas, sembrando besos en las sombras nuevas, mientras laten amantes en la piedra.” También se encuentran en sus páginas ciertas reminiscencias y ecos de su infancia y de su tierra como en el poema “Alhoceima”:
“Ascuas de pan de cebada, lagrimas suaves de olivo resbalan entre tus labios, son cenizas de mi infancia”. En la contraportada del libro Antonio Ruiz Pascual afirma “La tensión poética la persigue en cada verso, con un dominio del oficio poético que habla de su madurez, desde donde vislumbra la tristeza y va fluyendo la poesía, que persiste creadora, con coraje, lúcida, avanzando tenaz hacia esa dignidad rebelde, asumiéndose heroica y libre en cada golpe…..” Avanzamos hacia la segunda parte y la temática se transforma y gira en torno al amor a través de un lirismo más intimo que expresa el dolor de la decepción, pero sin amargura, como una aceptación teñida de dolor, un retrato de las heridas y cicatrices de la vida: “Amor, estoy cansada ya del juego, La sal del mar me sabe a lágrimas”. Y siempre el tiempo, los días, los meses, las estaciones del año como límites de tiempo asombrado. Y también la añoranza expresivamente reflejada en estos versos del poema “Saudade”. “En mi, lluvias de niebla se deslizan, buscando al saudade de tu alma por la pendiente oscura del recuerdo. resbalan hacia el mar brazos de humo”. Dice Miguel Pastrana en el epilogo del poemario: “Hay en María Pastrana una cualidad nata de combatiente y resistente….no hay consuelo fácil ni complacencia en La piel del viento, en María Sangüesa. Hay Verdad y Belleza”.
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José López Rueda Título: Y yo también Autora: Lola Vicente
Lola Vicente es una incansable poeta que lleva ya muchos años en el oficio. Sus temas son las mujeres y los hombres de su familia, el paisaje y las calles de Yecla, tanto en el presente como en el remoto pasado, cuando la ciudad se llamaba Egelasta. Pero también y muy especialmente, sus muertos queridos: el padre poeta, el buen esposo fallecido en Carbonero el Mayor, y Manuel, el hijo de sus entrañas, sucumbido en plena juventud en absurdo accidente de automóvil. A este último le ha dedicado su poemario Libro de Manuel cuya lectura en público Lola realiza con increíble serenidad. La poeta, narradora a ratos, vive ahora sola en su casa de Carbonero. La casa es amplia, luminosa, con muchas habitaciones disponibles. Nosotros la hemos visitado una vez y hemos pasado unas gratas horas en su espacioso salón ornado con interesantes cuadros. Se adivina que todos los rincones acumulan recuerdos invisibles. Por estas alcobas, por estos pasillos, el tiempo ha dejado su huella y, en ellos, Lola escucha a veces risas y llantos infantiles que ahora ya sólo suenan en su corazón. La poeta siente a ratos el aguijón de la soledad, pero lo combate con sus afanes de funcionaria agrícola o, mejor aún, zambulléndose en el mundo catártico de la poesía. Lola ha publicado varios poemarios y un precioso cuadernillo de haikus dedicados a Granada. Algunos poemarios versan sobre Yecla, su amadísima patria chica. Otros sobre asuntos íntimos y, por tanto, más hondos. A estos últimos pertenece, Y yo también, el libro que voy comentar en estas breves líneas. Y yo también es un pequeño relato en verso con un mínimo argumento que permite a su autora disminuir su angustia plasmándola en palabras. La tensión
espiritual que supone su lucha por vencer la soledad y el desamparo se resuelve en un texto intensamente lírico bordado sobre un discurso narrativo que lo sustenta. Después de leer y releer esos poemas, bien pudiera yo exclamar: ¡Cuánta Lola hay en la protagonista: Manuela! Y este hecho es el que genera la emoción, la hondura, la autenticidad de la obra. Esta Manuela que pasea sus congojas y sus ansias de amor por el paisaje segoviano de Carbonero, asociando su dolorido sentir con la naturaleza en sus distintas manifestaciones, es en verdad una Lola-Manuela. Y esta Lola-Manuela se preocupa por la curiosidad de los vecinos que atisban las andanzas de la dama todavía joven. O lamenta con sobria elegancia la ausencia inevitable- de sus hijos. Pero Manuela no se da por vencida y anhela volver a enamorarse, porque el amor es lo único que la librará de la desafección. Esa desafección que ella padece cuando la soledad es un boquete rodeado de escarcha, cuando todo está inmóvil, cuando cierran la puerta los vecinos. Todo lo contrario de lo que para Manuela es el amor, es decir, “completarse, notar que arde rendida la llama de los dioses... tener unos brazos que la envuelvan, un perfil en su lecho que palpite, una voz que atempere sus pesares...” Manuela encuentra por fin al amante y se disipan las nieblas. Como otras muchas poetas españolas de las últimas décadas, Lola expresa con valentía el gozo de la unión física, eclosión placentera de dos cuerpos que alcanzan la cumbre de la pasión. Y como es inevitable en nuestra
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poeta, esa unión le sugiere imágenes de la naturaleza. El entusiasmo erótico se produce mientras -simbólicamente- “brotan hojas tiernas..., gimen las simientes de la encina...y la savia más dulce la guarece”. El amante es “el reptador”, “el dueño de la bravura”, “el vértigo más hondo del verano”. Se acabaron las tristezas: todo es ya luz y risas en esa cima de la delicia. Pero no le es dado a Manuela disfrutar de la dicha amorosa hasta el fin de sus días. De súbito -nos dice la poeta narradora-, “cayó sobre los hombros del amado / un pardo velo espeso”. No sabemos si el amado simplemente desapareció o -lo que el avisado lector barrunta- abandonó este mundo. No importa mucho saberlo. Pero lo que sí importa es que esa inconsolable pérdida motiva los poemas finales que constituyen una elegía de hermosa fuerza poética. Manuela vuelve de nuevo a los bosques buscando consuelo para su dolor. “Consume la blandura / de
todos los otoños, / demanda claridades y pasea / curvada como un sauce...” Y ese verse en el espejo del paisaje, ese identificar sus penas con fenómenos de la naturaleza sitúan a Lola en la espléndida corriente neorromántica que sigue manando soterrada por toda nuestra gran poesía contemporánea. Aunque el poemario mantiene siempre una alta calidad, los últimos poemas, en mi opinión, son los más conmovedores. Y lo son porque, como todo el libro, están escritos con sangre, la sangre de Lola-Manuela. No podemos terminar sin añadir, para alivio del lector, que la protagonista, una mujer de carácter enérgico, templado probablemente en los yelos de Yecla, decide “romper con la desdicha” y -como se nos dice en el último poema- dejando de ser “desperdigada gota de la lluvia / entre las levedades de la nada”, consigue “incorporarse al fuego” de la vida.
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OPINIÓN DEL LECTOR
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José María Izarra A Juan Calderón y Javier Bueno, amistosa y sinceramente. TÍTULO Y SINOPSIS El autor ejerce el derecho de réplica ante las críticas recibidas por los editores de Raíces de Papel tras haber leído la opinión, vertida por aquel a petición de los mentados, acerca del número 7 de dicha revista.
Puesto en la tesitura de elegir, mejor la poesía prosaísta que la prosa cordial y dengue, pues el hombre está hecho para andar con los pies y no para volar con las orejas (aquello tan prosaico y tan lírico esto, deseo —permitidme que os tutee— puntualizaros). Por otra parte, atribuir mi prosaísmo a que estoy enfadado con el mundo (lo cual salta a la vista, ciertamente. ¡Qué más quisiera yo que ser cosmopolita!) es como establecer una ilación causal
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entre los días tormentosos y el incremento del consumo de fabada asturiana. Pese a todo, admitís —con aviesa intención, sin duda—, por hacerlos de menos, para justificar haberlos publicado, que mis poemas tienen dignidad. La tienen, y —os diré— no hay cualidad más alta, pues sólo hay dignidad en la derrota. Además, yo no fui quien os pidió enjuiciaseis mis poemas; vosotros reclamasteis mi opinión sobre vuestra revista: “un tanto insustancial”, expuse (no “tan insustancial”, como vosotros arguís; la diferencia es notable), que, en su contexto, se entendía como exigua en matices. Dicho lo cual, os ruego mil perdones si, como tal parece, os he ofendido. En cualquier caso, ahí va, cercenada, mi mano diestra por si quisierais refundar la paz entre nosotros.
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