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D. Papa Francisco

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EXHORTACIÓN

EXHORTACIÓN

ponen el acento en si el desarrollo está dirigido a la promoción humana o es simplemente un proceso de involución a etapas previas de la historia de la humanidad.

260. Remarcando que es muy probable sea esto último lo que en realidad ocurre en el mundo, el Papa, recuerda a los seres humanos que la clave de la historia es Jesucristo. Es únicamente en su Redención donde el hombre: vuelve a encontrar la grandeza, la dignidad y el valor propios de su humanidad (RH 10). En Él debe adentrarse, debe «apropiarse» y asimilar toda la realidad de la Encarnación y de la Redención para encontrarse a sí mismo (RH 10). Por esta Redención el hombre – nos enseña el Pontífice – es confirmado y recreado, y en esa nueva creación ya no hay diferencias ni opresoras ni excluyentes; es decir: Ya no es judío ni griego: ya no es esclavo ni libre; no es ni hombre ni mujer, porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús (RH 10) Nace de ese modo una nueva humanidad.

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261. En una palabra: No hay un camino más seguro que este; y solo en él la humanidad encontrará el verdadero sentido de su vida. Otros caminos – como lo ha probado la historia – conducen al ser humano al sin sentido de la vida, a la vaciedad que no en pocos casos conduce a la desesperación y al suicidio; o bien, en su búsqueda insaciable de poder, riquezas y reconocimientos mundanos practica una cultura de la muerte como ha sucedido en nuestro país en algunos períodos críticos, que elevamos a Dios preces para que nunca se repitan y dañen a este pueblo, que tanto sufrimiento ha padecido.

D. Papa Francisco

262. Desde el inicio de su pontificado, el Papa Francisco recordó a la Iglesia que la realidad histórica que la circunda

está llena de desafíos. Hay avances dignos de alabar que contribuyen al bienestar de la humanidad; pero, no debemos olvidar que no todo es gloria: La alegría de vivir frecuentemente se apaga, la falta de respeto y la violencia crecen, la inequidad es cada vez más patente. Hay que luchar por vivir, y a menudo, para vivir con poca dignidad (EG 52). Solo en nuestro país, cuántas personas sobreviven con apenas un dólar al día; situación económica que impide alcanzar un tipo de vida digno.

263. El Papa muestra el camino; o sea, los desafíos que la humanidad debe enfrentar y superar para alcanzar el estilo de vida que Dios ha soñado desde la Creación. El primer desafío es la economía de la exclusión y la inequidad (cf. EG 53). Es una economía que engulle a la humanidad en el juego de la competitividad regido por la ley del más fuerte (cf. EG 53). Ya no sólo se explota u oprime al ser humano, se le excluye; y como apunta el Papa: Los excluidos no son explotados sino desechos, sobrantes (EG 53). Se recurre al engaño haciendo creer a las mayorías en las teorías del derrame que ilusoriamente prometen una pronta mejoría en los niveles de vida; pero no la vida querida por Dios sino estilos de vida que excluyen a otros y que yacen subsumidos en una globalización de la indiferencia (cf. EG 54). La humanidad anestesiada por la cultura del bienestar ha perdido la sensibilidad (cf. EG 54) para sentir el dolor del otro; en una palabra, ha perdido la empatía.

264. El segundo desafío es la idolatría al dinero, a ese dinero que lejos de servir gobierna las voluntades humanas (cf. EG 55-56): La adoración del antiguo becerro de oro ha encontrado una versión nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin un rostro (EG 55). Idolatría que desemboca en la antigua relación diádica: La brecha entre ricos y pobres que se ensancha

macabramente aumentando cada vez más el número de desposeídos; una brecha padecida no sólo por los individuos sino por los países pobres y ricos que cada vez se alejan más entre sí; los países pobres en claro retroceso y los países ricos en avanzada hacia una economía del confort y del derroche. Esta idolatría al dinero es un claro rechazo a Dios a quien considera: incontrolable, inmanejable, incluso peligroso por llamar al ser humano a su plena realización y a la independencia de cualquier tipo de esclavitud (EG 57).

265. La cultura es el tercer desafío. Ese tipo de cultura que relativiza la verdad y hace a cada uno dueño y portador de la verdad absoluta cuando en realidad está reducida a una verdad subjetiva (cf. EG 61). Por otra parte, la cultura está penetrada por un afán de acabar con la identidad de los pueblos [parecido al proyecto del rey Nemrod al construir la torre de Babel]: La globalización ha significado un acelerado deterioro de las raíces culturales con la invasión de tendencias pertenecientes a otras culturas, económicamente desarrolladas, pero éticamente debilitadas (cf. EG 62). Cultura apoyada por los medios de comunicación que lejos de promover los valores tradicionales los socavan hasta sus más hondas raíces (cf. EG 63). Consecuencia de esto es la secularización que lo va penetrando todo, niega la trascendencia, debilita el sentido del pecado personal y social y permite el aumento del relativismo que desorienta a la humanidad; sobre todo a los jóvenes (cf. EG 64).

266. El siguiente desafío es la política, esa política denigrada a la cual nadie cree (cf. EG 204). Es una política que se deja manipular por la mano invisible del mercado y defiende sus derechos más que el bien común. Una situación tan crítica que hace elevar al Papa una rogativa a Dios: ¡Pido a Dios que crezca el número de políticos capaces de entrar en auténtico diálogo que se oriente eficazmente a sanar las

raíces profundas y no la apariencia de los males de nuestro mundo! (EG 205); es decir, pide políticos capaces de entablar diálogo con las fuerzas vivas del país y con los pobres; pues ambas voces tienen mucho que decir y aportar en la solución de los grandes problemas que aquejan a los países en la actualidad, entre los cuales está nuestro El Salvador.

267. El año pasado la pandemia del Covid 19 agudizó los problemas y sacó a la luz otros recordándonos que todos somos vulnerables aún los dueños de este mundo. Realidad ante la que el Papa nos dijo desde la Plaza de San Pedro: Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente. En esta barca, estamos todos212. El desarrollo hasta ahora alcanzado no tenía la omnipotencia que prometía como bien explicó el Papa: Con la tempestad, se cayó el maquillaje de esos estereotipos con los que disfrazábamos nuestros egos siempre pretenciosos de querer aparentar; y dejó al descubierto, una vez más, esa (bendita) pertenencia común de la que no podemos ni queremos evadirnos; esa pertenencia de hermanos213. Y; ante esa situación límite, el Papa Francisco nos pidió tornar nuestra mirada a Cristo que también va en la barca; aunque nos hemos olvidado de Él: El comienzo de la fe es saber que necesitamos la salvación. No somos autosuficientes; solos nos hundimos. Necesitamos al Señor como los antiguos marineros las estrellas. Invitemos a Jesús a la barca de nuestra vida. Entreguémosle nuestros temores, para que los venza214 .

212 Mensaje Urbi et orbi durante el Momento extraordinario de oración en tiempos de epidemia, Atrio de la Basílica de San Pedro, 27 de marzo de 2020. 213 Ibidem. 214 Mensaje Urbi et orbi durante el Momento extraordinario de oración en tiempos de epidemia, Atrio de la Basílica de San Pedro, 27 de marzo de 2020.

268. El 12 de agosto en la Biblioteca del Palacio Apostólico, el Papa nos recordaba que el coronavirus no es la única enfermedad que debemos curar; también debe ser sanada la visión distorsionada que no permite ver bien al prójimo: A veces miramos a los otros como objetos, para usar y descartar. En realidad, este tipo de mirada ciega fomenta una cultura del descarte individualista y agresiva, que transforma el ser humano en un bien de consumo215. Y, recurriendo al relato de la Creación nos dice en qué consiste la dignidad humana: Él nos ha creado no como objetos, sino como personas amadas y capaces de amar; nos ha creado a su imagen y semejanza (cfr. Gn 1, 27). De esta manera nos ha donado una dignidad única, invitándonos a vivir en comunión con Él, en comunión con nuestras hermanas y nuestros hermanos, en el respeto de toda la creación216 .

269. Y, verdaderamente, esta es la misión que la Iglesia está llamada a cumplir. Está llamada a dar el anuncio desde la conversión del corazón de lo cual será posible cambiar la cultura del descarte, la cultura del odio, de la violencia, la cultura de la muerte, en cultura de la vida y el amor, en la cultura de la misericordia. Este Bicentenario es un buen momento para recapacitar en el camino a seguir. Creyentes y no creyentes pueden asumir los valores del Reino ya que son los valores que dan vida y a ella conducen. Este país que tanto ha sufrido necesita de esa cultura del amor, del Amor de Dios; y solo con Él, la violencia, la muerte, la pobreza, el egoísmo, la idolatría al dinero; entre otros males, serán superados permitiendo a los pobres alcanzar una vida llena de dignidad.

215 Papa Francisco, Audiencia General en la Biblioteca del Palacio Apostólico, miércoles, 12 de agosto de 2020. 216 Cf. Ibidem.

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