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TERCER MANDAMIENTO (I)
Santificarás las fiestas
San Salvador, 22 de Enero de 2023
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Comenzamos ahora a reflexionar sobre la tercera palabra del Decálogo: Recuerda el día del sábado para santificarlo. Durante seis días trabaja y haz tus tareas, pero el día séptimo es un día de descanso, dedicado al Señor, tu Dios: no harás trabajo alguno (Ex 20, 8-10).
Palabra que el Señor instituyó como señal de la Alianza – antigua alianza – entre Él y los israelitas (cf. Ex 31, 17). Palabra sobre cuyo cumplimiento, el Señor insiste en reiteradas ocasiones, especificando las dos motivaciones para hacerlo. En primer lugar, en memoria de la Creación; y a imitación suya que, después de trabajar seis días, descansó el séptimo, pese a ser Dios: Porque en seis días hizo el Señor el cielo, la tierra y el mar y lo que hay en ellos, y el séptimo descansó; por eso el Señor bendijo el sábado y lo santificó (Ex 20, 11). Esto, nos explica el Papa Francisco, da una motivación especial a este día de descanso: es un día para contemplar y bendecir la obra de Dios a semejanza suya que, después de trabajar seis días se alegró por lo creado1 .
En segundo lugar, está la motivación histórica del caminar de Dios junto a su pueblo; es decir, el sábado era día de descanso en memoria de su liberación del yugo opresor del imperio egipcio: Recuerda que fuiste esclavo en Egipto y que te sacó de allí el Señor, tu Dios, con mano fuerte y con brazo extendido. Por eso te manda el Señor, tu Dios, guardar el día del sábado (Dt 5, 15). Instalados en su tierra de libertad, el sábado era un cese de los trabajos comunes; y a la vez, una denuncia contra el trabajo opresor – como el padecido durante su esclavitud en tierras egipcias – así como, denuncia de la idolatría al dinero (cf. CIC 2172). El sábado era, entonces, un día doblemente santo; era el día en el cual Dios había revelado su identidad al pueblo de Israel como: el Dios Creador y el Dios liberador. En una palabra, se reveló como el Dueño de la historia, el Dios que camina con su pueblo no para dominarlo ni subyugarlo sino para consagrarlo así mismo, según lo dicho por Moisés en el llamado “segundo discurso” (cf. Dt 12-26): Eres un pueblo consagrado al Señor, tu Dios; el Señor te ha elegido entre todos los pueblos de la tierra como pueblo de su propiedad (Dt 14, 2), pertenencia a Dios que el pueblo recordaba el sábado, recordando que eran herencia del Dios creador y del Dios liberador.
Para el pueblo cristiano, el domingo es el día del Señor, el primer día de la semana como lo llaman los Evangelistas (Mt 28, 1; Mc 16, 2; Lc 24, 1). Es el día cuando el Señor resucitó de entre los muertos. La Iglesia nos enseña que: el día de la Resurrección de Cristo, en cuanto primer día, recuerda la primera creación; pero, en cuanto octavo día, que sigue al sábado, significa la nueva creación inaugurado con la resurrección de Cristo (cf. CIC 2174). Así lo ha enseñado y transmitido nuestra Iglesia desde los primeros siglos en documentos como Carta a Bernabé: Por eso justamente nosotros celebramos también el día octavo con regocijo, por ser día en que Jesús resucitó de entre los muertos y, después de manifestado, subió a los cielos2. O, Apología I de San Justino: Celebramos esta reunión general el día del sol, por ser el día primero, en que Dios transformando las tinieblas y la materia, hizo el mundo, y el día también en que Jesucristo, nuestros Salvador, resucitó de entre los muertos… que es el día del sol, aparecido a sus apóstoles y discípulos, nos enseñó estas mismas doctrinas que nosotros os exponemos para vuestro examen3 Entonces, para la Iglesia, el domingo es el día dedicado a dar a Dios un culto exterior, visible, público y regular bajo el signo de su bondad universal hacia los hombres (cf. CIC 2176). Culto coronado con la celebración de la Eucaristía. Cena Pascual, memorial del Sacrificio del Señor donde el cristiano además de cristificarse, ofrece un testimonio de pertenencia y fidelidad a Cristo y a su Iglesia (cf. CIC 2182). Este es; por tanto, el día de mayor importancia para el cristiano católico: Es el día para decir a Dios: gracias por la vida, por tu misericordia, por todos tus dones4. Esencialidad muchas veces olvidada o suplantada por la práctica de otras actividades recreativas o de simple ocio que, en nada se relacionan con la santificación del Señor en este día. Otros días que también deben observarse son: los días de Navidad, Epifanía, Ascensión, Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, Santa María Madre de Dios, Inmaculada Concepción y Asunción; San José, Santos Apóstoles Pedro y Pablo y finalmente todos los Santos (cf. CIC 21775); días que, en algunas ocasiones, podrán trasladarse al domingo6; pero, el día del Señor es siempre el domingo; y sobre el resto, conserva su preeminencia que debe ser santificado por el cristiano.
1Papa Francisco, Audiencia General. Miércoles 5 de septiembre de 2018.
2“Carta a Bernabé”, p. 611. En: Daniel Ruíz Bueno, Padres Apostólicos y Apologistas griegos (S. II).
3“Apología I de San Justino”, p. 1070. En: Daniel Ruíz Bueno, Padres Apostólicos y Apologistas griegos (S. II).
4Papa Francisco, Audiencia General. Miércoles 5 de septiembre de 2018.
5Derecho Canónico: Can. 1246 § 1. El domingo, en el que se celebra el misterio pascual, por tradición apostólica ha de observarse en toda la Iglesia como fiesta primordial de precepto. Igualmente deben observarse los días de Navidad, Epifanía… peregrinación gran cantidad de imágenes del Divino Niño Jesús.
6Derecho Canónico: Can. 1246 § 2. Sin embargo, la Conferencia Episcopal, previa aprobación de la Sede Apostólica, puede suprimir o trasladar a domingo algunas de las fiestas de precepto.
El sábado 31, a las 7.00 p.m. en la capilla San Oscar Arnulfo Romero, de nuestro Arzobispado, celebré la solemnidad de Santa María Madre de Dios y de año nuevo. Concelebró conmigo el Padre Erick Ramos y con la participación llena de fe de una gran cantidad de feligreses, en un ambiente de mucha alegría.
El domingo 01 de enero de 2023, a las 12:00 m, en Catedral Metropolitana, celebré la Santa Misa de la Solemnidad de Santa María Madre de Dios, y, el comienzo del nuevo año. Concelebraron conmigo el Padre Francisco Cartagena, el Padre Guillermo Palacios y el Padre Carlos Campos, y con la participación de muchos fieles, fue una verdadera fiesta mariana, encomendando al Señor por intercesión de tan excelsa Madre el nuevo año.
El miércoles 11, recibí a todos los sacerdotes que nos visitaron, para tratar diversos temas, ya de interés pastoral o de interés personal.
El viernes 13, en el auditorio del Arzobispado, me reuní con los sacerdotes de nuestra Arquidiócesis del Clero joven; son los sacerdotes menores de 5 años de ordenados. Es muy agradable compartir con ese grupo de jóvenes sacerdotes su alegría y su entrega pastoral. Es la oportunidad de animarlos y cultivarles en el conocimiento pastoral.
El sábado 14, visité la Parroquia San Antonio, en la que 3 hermanas hicieron su Primera Profesión y 5 hicieron la Renovación de Votos, todas ellas miembros de la Comunidad de las Hermanas Franciscana Misioneras de la Misericordia. Concelebraron conmigo, el Párroco, el Padre Francisco Mártir y un buen número de sacerdotes amigos de esa querida congregación. El ambiente fue de mucha alegría, fe y entrega. Un testimonio muy valioso para todos los demás. Felicitamos de corazón a las hermanas que hicieron o renovaron su profesión religiosa y a toda la Congregación de Hermanas Franciscanas Misioneras de la Misericordia de Dios.