2 minute read
Espiritualidad y Resiliencia
from Revista N° 166
by ASIVA
su mejor disposición, regalaron lo mejor de sí para ganarle a la muerte, aprendiendo en el problema y salvando de ella a miles de personas.
Claudio Castro P. Presidente Comisión Salud
Advertisement
Del último seminario sobre “Espiritualidad y Resiliencia” organizado por PUCV, al que asistí, me caben dos importantes reflexiones:
En primer lugar, aprender que la dureza con la que nos trata el momento sanitario vivido tiene un lado muy bueno, pues hemos vuelto a poner en el centro del pensamiento, del quehacer al ser humano, al que, espero, no volvamos a sacar.
Lo segundo, un concepto aprendido hace mucho: el ser orgánico. Esto es, tener la capacidad de desarrollarse en todas las dimensiones para cumplir con la misión que nos ha sido encomendada, pero encarnándola en la vida no sólo en lo conceptual y donde lo relevante es cómo somos capaces de profundizar los vínculos, el encuentro de lo sobrenatural y lo natural, la cercanía de ello con las personas, con la lógica del sentimiento del beneficio con el bienestar de las personas, de las negociaciones que tienen sentido porque generarán bienestar para el jefe, el padre, el empleado y la comunidad. Aplicado este concepto a las empresas, el crecimiento orgánico es una estrategia de desarrollo empresarial, basada en la creación de fuerzas y capacidades internas en lugar de hacerlo externamente, a través de la compra de nuevas empresas.
Junto con admirar aún más el trabajo realizado por el personal de salud, puedo comentarles que efectivamente esta contingencia tiene un lado malo que es el daño irreparable causado, pero aprendí que hay un lado que nos deja una enseñanza positiva lograda por trabajadores, que anónimamente y con
Es éste, de acuerdo a la narrativa presentada, un ejemplo claro y positivo de organicidad a la que me refiero. Superaron con éxito no sólo los temas de refiero. Superaron con éxito no sólo los temas de crecimientos en equipamientos internos, algunos de ellos de más de 150%, sorteando situaciones tan claras como los quiebres generales de abastecimientos que obligaron a la autosuficiencia, en un ambiente complejo que les enseñó a convivir con la muerte como nunca pensaron, trabajando temas de alto estrés como el “protocolo de la última cama” que afortunadamente no usaron, con turnos laborales extremos con menos estructura de descanso y aislados de su núcleo familiar para no contagiarlos; con poco tiempo para tratarse ellos y con toda la presión del uso y aumento de camas que esta “enfermedad de la soledad” exige, al que se agrega la contención y humana atención que hicieron a sus familiares, dada la pérdida de contacto que se origina.
Ahí donde surge la variable creadora que hace posible la transformación que genera múltiples opciones de reconversión y que emprenden las administraciones, amparadas en la innegable vocación que caracteriza al personal de salud, su gran empatía que se regala no sólo al enfermo sino que también a sus familiares y su profunda solidaridad para empatizar con el dolor ajeno.
Surgen iniciativas como las “cartas de amor” que reciben de familiares y que le leen en su inconciencia al enfermo y le guardan sigilosamente para su entrega cuando se produzca su recuperación, como también muchas iniciativas preventivas en la línea de la contención psicosocial, en las que participan psicólogos y expertos en el campo de gestión de personas, para armar un tejido social que considera atenciones a la personas en su lugar de trabajo, reconocimiento familiar, charlas y jornadas de motivación y otros elementos gráficos y audiovisuales, que compensan la acumulación de hitos que han enfrentado con su mejor disposición y que para salir, requieren de esa ayuda especializada de buenos profesionales, que su empresa le otorga. Que buen ejemplo de una empresa de Salud, que nos recuerda que siempre el sol está tras las nubes y que sin duda ha sido materia eficientemente tratada por muchas empresas locales.