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Modelo productivo

Modelo productivo

Investigación y aprendizaje, claves del desarrollo nacional

Por: Jorge Restrepo Montoya Corresponsal internacional jrestrepo27@yahoo.com.ar R ecuerdo cuando hace años, poniendo mis energías en el campo y su producción, hice una filmación en Quindío. Entrevisté al responsable de una finca ganadera, quien explicaba la forma en la que alimentaba los animales. Al hablar de gramíneas y leguminosas guardé silencio, por esa absurda vergüenza y pudor que siente uno por poner en evidencia el desconocimiento al preguntar. En esa ocasión, fui incapaz de pedir que me explicara cuál era la diferencia entre unas y otras, supuse erróneamente, que al estar haciendo un programa de TV ganadero debía saberlo, y me avergoncé de mi ignorancia. Poco tiempo después, en la misma zona de Pueblo Tapao, tuve oportunidad de ver las evaluaciones de una prueba de pastoreo organizadas por Asocebú y el Comité de Ganaderos del Centro, en donde se medía la evolución de un lote de toretes. En mi cabeza seguía dando vueltas el tema de las gramíneas y las leguminosas, y, como si fuera poco, se me habían sumado nuevos nombres de pasturas netamente tropicales, para mí absolutamente desconocidas.

Empecé a preguntar en cámara lo que no sabía, ya sin sentir pena, y de esa forma comprendí que en mi programa televisivo estaba haciendo las preguntas que muchos pequeños productores también se harían, y así lo comprobé en un día de campo, donde parte de los jóvenes que hacían la recorrida de potreros tenían poco conocimiento de los temas vinculados con suelos y pasturas, y que afortunadamente, a diferencia de otros, su avidez de conocimientos los llevaba a participar de estas jornadas de capacitación y, sobre todo, ¡a preguntar! “Solo sé que no sé nada”, decía Platón y entendí que esa frase es el inicio de la apertura a querer aprender.

Han pasado algunos años desde aquel momento de la entrevista que mencioné; sin embargo, día a día voy descubriendo la inmensa cantidad de variables en la nutrición de animales y todo lo que aún se investiga y que hay por difundir e implementar para la mejora de los rendimientos en la producción agrícola y pecuaria, principalmente a aquellos productores a quienes se les dificulta tener un agrónomo calificado y actualizado como parte de su equipo.

Así como la frase mencionada antes, me quedaron otras dos grabadas en mi memoria, “el ganadero primero debe ser un buen agricultor”, frase ignorada por muchos; y la otra, en boca de algunos productores de mayor edad, que al hablar de técnicas y estudios modernos decían: “estos modernos quieren enseñarnos a

descubrir la pólvora”, desdeñando el trabajo silencioso que realizan en Colombia muchos jóvenes y el cual no es muy difundido.

En un artículo anterior mencionaba las investigaciones que se realizan en la Fundación Cipav, cuya misión es “contribuir al desarrollo sostenible del sector rural a través de la investigación, gestión, desarrollo y divulgación de alternativas productivas amigables con la naturaleza”, entre ellas las relacionadas con la sustentabilidad, el silvopastoreo y cuidado del medioambiente; también mencioné en aquella ocasión el plausible trabajo realizado en una finca de Obando Valle, con excelente producción de pastos en un ambiente con profusión de árboles y un concienzudo y eficiente manejo sanitario de suelos, pastos y animales.

Centro Internacional del Agricultura Tropical

En un reciente viaje a Colombia, tuve oportunidad de conocer el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) en Palmira (Valle), lugar donde un numeroso grupo de profesionales muy jóvenes y muy “pepas”, investigan minuciosamente, entre otras cosas, todo cuanto pueda ser mejorado en la producción de pasturas tropicales orientadas a la nutrición pecuaria, y todas aquellas medidas que ayuden a reducir los gases de efecto invernadero, producidos, en parte, por la ganadería con su aporte de gas metano.

Allí fui invitado por Jacobo Arango, un joven biólogo molecular con un historial científico admirable para sus jóvenes años. Menuda sorpresa al conocer la historia del lugar, los objetivos, las instalaciones y los resultados que se obtienen en este sitio fundado en 1967, del cual alguna vez había oído hablar, pero sin conocer el formidable trabajo que allí realizan, ni de las dimensiones e importancia de sus objetivos.

John Freddy Gutiérrez, ingeniero de producción agropecuaria durante su explicación en potrero del trabajo de investigación

Fui guiado por John Freddy Gutiérrez, un ingeniero en producción agropecuaria que me llevó por los lotes de estudio, donde se combinan variedades de forrajes en distintas condiciones de suelos. Con esmero y entusiasmo explicó qué hacen y cómo analizan los resultados de sus investigaciones. Los animales que allí pastorean son evaluados en función de cada oferta forrajera que ingieren, se analiza también el comportamiento de cada tipo de plantas (rebrotes y resiliencia) durante y después de cada período de ramoneo y pisoteo, además se analiza la estructura del suelo, su comportamiento químico y la concentración de gases mediante pequeños recolectores instalados en el suelo. Todo esto minuciosamente registrado para cada potrero y sus diferentes modelos y tiempos de pastoreo. de la tierra y sin aumentar las ya altas emisiones de gases de efecto invernadero del sector ganadero? Los científicos del CIAT están respondiendo a este reto con una iniciativa llamada LivestockPlus. La iniciativa parte de una evidencia cada vez mayor de que los sistemas de alimentación pecuaria basados en forrajes mejorados pueden reducir las emisiones y almacenar grandes cantidades de carbono atmosférico en lo profundo del suelo. Con un fuerte desarrollo y promoción de estos sistemas, la iniciativa ayudará a materializar los beneficios ambientales de los forrajes a gran escala, explotando a su vez su capacidad comprobada para incrementar la producción de leche y carne y aumentar los ingresos de las zonas rurales”. (Construyendo un futuro eco-eficiente Estrategia CIAT 2014-2020- febrero 2014).

Lo explicado hasta aquí podría parecer sencillo, sin embargo, el valor poderoso de estas investigaciones es la proyección de futuro en las que están basadas. Para ser más claro citaré a continuación los temas que están muy bien explicados en una de las cartillas del CIAT.

“Impulsar la producción pecuaria es crítico para superar la desnutrición y la pobreza en los países en desarrollo. Sin embargo, ¿cómo podemos lograr este crecimiento sin, a su vez, acelerar la degradación

Vale agregar que a esto se suma la proyección de estudios con forrajes, según diversos modelos de climas y suelos basados en los actuales cambios climáticos, los propios de la franja tropical y, en particular, los del territorio colombiano, logrando establecer modelos de producción con recomendaciones genéricas y particulares para diversas regiones del país.

Bancos genéticos y función social

Después de recorrer potreros tuve oportunidad de ver los laboratorios, el tratamiento de semillas y de conocer otro aspecto de esta institución, relacionado con el banco genético y germoplasma. Enseguida me vino a la mente el reciente escándalo mundial con las empresas semilleras, que con sus modificaciones genéticas y sus prácticas comerciales hacen cautivos a los productores, imposibilitándolos de la producción de sus propias semillas. Sentí algo de temor, sospechando que tal sería el fin del CIAT. Como dije antes, he perdido el miedo a preguntar y sin dudarlo así lo hice. La respuesta fue clara y, para beneplácito, mis dudas fueron disipadas:

“La nueva estrategia del CIAT define tres objetivos centrales para crear espirales ascendentes de crecimiento sostenible:

1- Poner alimentos asequibles y de alta calidad al alcance de la población rural y urbana de escasos recursos, impulsando la productividad agrícola y mejorando la calidad nutricional de cultivos de primera necesidad.

2- Promover el crecimiento de los ingresos rurales logrando que la agricultura a pequeña escala sea más competitiva y orientada al mercado mediante mejoras en las cadenas de valor agrícolas.

3- Proveer los medios para lograr una agricultura más intensiva y competitiva que sea ambientalmente sostenible e inteligente respecto del clima.

Por otra parte, dice el texto: “El CIAT propone crear un banco de germoplasma que distribuya semillas físicas de las colecciones que salvaguardamos, así como la información genética digital relacionada que es vital para liberar su potencial oculto”.

Mientras recorría y escuchaba las explicaciones de John, recordé aquella filmación de Pueblo Tapao y me alegré

Muestreo de suelos

de entender cuando me hablaba de la combinación de las leguminosas con las gramíneas, de los diversos tipos de pastos y de tantos otros temas que tiempo atrás desconocía. Sentí una profunda satisfacción y plenitud por esta pasión que abracé al dejar una oficina para zambullirme en las actividades del campo. Esto lo disfruto por la pasión que siento, pero también pensaba que quienes en verdad deben conocer, aprovechar e instrumentar las recomendaciones surgidas de todas estas investigaciones, son todos los productores ganaderos, los pequeños, los medianos y los agrónomos que asesoran a los grandes. Quisiera trascribir todo cuanto aprendí en aquella visita, reproducir el material impreso que gentilmente me obsequiaron, pero es mucha la información. Solo me queda aplaudir la labor de estos muchachos que no han inventado la pólvora, pero sí trabajan con rigor científico para mejorar la producción agropecuaria del país. Ojalá los resultados de sus trabajos sean difundidos y aprovechados por el bien de la población, los productores, la economía y el progreso agropecuario del país en todos sus niveles de producción.

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