Fin de ciclo

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Fin de Ciclo o no ? Despues del 26 J ATelmo - 27 de junio de 2016


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Recopilacion

A la primera no va la vencida Jc Monedero “es el vecino el que elige al alcalde y es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde” Mariano Rajoy Una vez más Podemos ha sido rehén del infantilismo y se ha creído las encuestas. Sólo porque las encuestas decían lo que quería oír. Cosas de juventud. Como se ha medido con las expectativas, un resultado que es objetivamente espectacular -71 diputados en la primera/segunda vez que acude a las elecciones- siembra la idea de fracaso. Sin hacer valer que tiene un grupo electoral potente para demostrar su capacidad de ser una fuerza política alternativa. El único que en un par de meses va a demostrar que iba en serio en su lucha contra las políticas de ajuste. Tras mucho repetir que cogían las encuestas con prudencia, al final las han tomado como la palabra de Dios. Y la palabra de Dios, teñida de miedo y de Brexit, ha rugido que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer.

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Estremecen el cielo y el infierno las palabras de Fernández Maíllo, vicesecretario de Organización y Electoral del PP, cuando dice que el resultado electoral exonera de culpa a Fernández Díaz de haber intentado sembrar pruebas contra sus adversarios políticos. De manera que el buen resultado del PP en el Senado zanja las responsabilidades penales de, por ejemplo, Rita Barberá. Y ya puestos, de Granados, que para eso el PP ha arrasado en Valdemoro. Ya no hay Papeles de Panamá, Rato, Fabra, Camps ni la sede del PP ni unas cuantas elecciones han sido financiadas con dinero negro. Los “volquetes de putas” se convierten en bendiciones de la Virgen. Spain is different. Y la democracia se nos va por el desagüe. No es que Unidos Podemos se haya equivocado. Es que hay un país real que sigue rehén del pasado y deprime. Si algo permanece de la idea de las dos Españas es que hay una que vive en el miedo y el egoísmo. Pero como tienen hijos y nietos que sufren las políticas de ajuste, irán dándose cuenta. Falta que vean la alternativa. De momento, el PP ha perdido la mayoría absoluta. No anda lejos de la caspa el PSOE, que mide su resultado en virtud de las supervivencias internas. Como ha evitado el sorpasso, anda feliz como un niño con zapatos nuevos. Todos mirando a ver cómo quedan en la pelea de dentro. Susana Díaz midiendo cuánto ha sacado a Podemos (aunque la haya derrotado el PP en Andalucía), y Sánchez ahuecándose el cuello de la camisa aliviado aunque haya llevado al PSOE al peor resultado de su historia. Esto de la vieja política de partidos es cada vez más patético. Una España que emigra y otra España que bosteza. Vengo insistiendo en que no basta adaptarse a lo que la gente quiere para ganar unas elecciones. Eso te hace parecer en exceso táctico, limando constantemente las aristas, negándote a ti mismo a cada instante, y, al tiempo, generando confusión sobre lo que realmente piensas. En el enfado de la ciudadanía hay mucho de rabia contra los excesos del sistema, no contra el sistema. Eso hace ser muy vocinglero y bramar contra los gobernantes. Pero a la hora de la verdad, te das cuenta de que no tienes demasiados argumentos contra los que pensabas que desprecias y que tampoco tienes claro cuál es el modelo alternativo. No te los han dado o no has llegado a entenderlos. Terminas diciendo: son unos hijos de puta pero son nuestros hijos de puta. Te emociona ver al zorro hacer la zeta en la mejilla del Virrey rijoso, pero eso no basta que quieras ver al zorro sentado en la silla del Virrey. Hasta que el zorro te diga realmente quién es y qué quiere hacer con el país. Y desmontar las mentiras que han dicho sobre él requiere tiempo. Cambiar un país no se hace en dos años. No basta hacer un discurso hueco, adornado con una labia simpar y embellecido con el oropel de las televisiones si no planteas una alternativa clara y, al tiempo, insistes en el 3


problema que tienen los partidos con los que confrontas. Como vengo insistiendo, si no das herramientas para movilizar a tus votantes, tus votantes no se van a movilizar. Los dos partidos que no han criticado a las fuerzas contra las que peleaban no han sacado el resultado esperado. Ciudadanos criticaba solo a Rajoy porque si criticaba a al PP pensaba que no le iban a votar. Y ahí está el resultado. Podemos hacía lo mismo con el PSOE, evitando criticar al partido para ganar a sus votantes, limitándose a criticar a la dirigencia. Dando a veces la sensación de que lo que realmente querría es ocupar el lugar del PSOE, sin entender que el PSOE forma parte de un mundo que pertenece ya al pasado. El rizo lo ha completado la campaña electoral, que buscaba ser una suerte de PSOE punto dos. La transversalidad no es regresar a la conciencia de ser muleta del PSOE ni ponerse ropas que recuerden al 82, sino poner con palabras nuevas el discurso de la emancipación que afecta a las mayorías en este tiempo de hegemonía neoliberal. De nada sirve la idea brillante de hacer un catálogo de IKEA si eso no sirve para dejar claro cuál es tu modelo de país. Les entusiasma la idea del catálogo, pero quieren ver cómo queda el mueble montado. O verte con las herramientas en la mano –aunque sea llave alen- apretando turcas. De nada sirve una campaña de sonrisas si no estás con las víctimas. Y si no le muestras los dientes a los culpables concretos de los dolores concretos. Al miedo no lo vences presentándote como un león enjaulado, sino ganando a la gente para tu ejército. El mito de las dos Españas solo ha servido para justificar el autoritarismo de una minoría contra las mayorías. Pero hoy es cierto que hay una España mayor, socializada en el franquismo, rehén del miedo, con una idea muy débil de lo que debe ser la ciudadanía (me da igual que los políticos roben si a mí me va bien) y que se moviliza contra cualquier cambio; y otra España emergente que espera -me temo que no siempre de manera activauna política que se parezca a ellos. Esta España más fresca se ha cansado del espectáculo estrictamente parlamentario de los últimos meses -hasta las actividades de calle de Podemos han sido parlamentarias-, de los debates desdentados, de la falta del coraje que te cuenta que debes formar parte de una pelea dura porque te estás jugando un país. Y han desertado del voto mientras que las personas mayores, con el miedo acrecentado con la salida del Reino Unido de la Unión Europea, han vuelto a colgar en su salón el bordado que dice “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”. Los medios siguen queriendo domesticar a Podemos. Y van a intentar convertirlo en una muleta del PSOE. Lo de siempre. Por eso quieren decir que Pablo Iglesias es responsable único de un resultado espectacular que solamente es malo si se le mide con las expectativas de las encuestas-trampa. Olvidan que toda la Ejecutiva apoyó la confluencia con Izquierda Unida. Y que las bases apoyaron de manera contundente, con el 98%, esa confluencia. Y que nadie –tampoco Íñigo Errejón, como quieren presentar 4


algunos medios- se puso del lado del 2% que estaba en contra de esa confluencia. Y que de no haberse presentado juntos el resultado hubiera sido aún peor. El problema no está en la confluencia, que va en el camino correcto, sino en entender qué ha fallado para que votantes que apoyaron a estos partidos hayan decidido no hacerlo en estas elecciones. Los partidos políticos son instituciones cada vez más caducas, y en el siglo XXI vamos a caminar hacia formaciones más “líquidas”. El futuro del espacio antaño llamado izquierda va a ocuparlo una suerte de Frente Amplio donde Podemos va a ser la nave nodriza pero solamente eso. De manera que la confluencia con IU va caminando en la dirección correcta. Ahora bien, esa nostalgia de IU por lo pretérito es excesiva. Dice Ortega que los españoles somos un pueblo extraño que proyecta las esperanzas hacia el pasado y no hacia el futuro. De manera que IU, muy española, insista en demasía con lo que fue, sus símbolos, palabras, análisis, referencias, lemas, banderas, historia. Un mundo del trabajo que ya no existe. Y una gloria que fue derrotada. No está mal que exista ese espacio, porque hay gente que se ve reflejada en ese ámbito. Pero choca con la construcción de un discurso que es transversal cuando apuesta por lo nuevo frente a lo viejo y lo de abajo frente a lo de arriba y no cuando regresa al espacio confuso de “izquierda y derecha”. A Podemos le falta calle. Le falta movilización popular, identificarse en los problemas sociales, estar con las protestas laborales, discutir más con los sindicatos, con los estudiantes, con los dependientes, con las mareas, con los autónomos, con los damnificados de las multinacionales. A Podemos le hace falta menos ser brillante en la televisión –ya lo es de sobra- y más ser útil para la gente en la calle. Por eso mucha gente no ha entendido la firmeza a la hora de no ceder a un gobierno de Rivera presidido por Sánchez. Aunque Sánchez mienta y diga que iba a poner en marcha un gobierno de izquierdas. Porque hoy ya estaría justificando los recortes con la excusa de los 8.000 millones que esta misma mañana estaría reclamando Bruselas. Si Podemos se mimetiza con los demás partidos, va a ser medido como los demás partidos. Y Podemos se ha mimetizado. En la tediosa discusión parlamentaria para formar gobierno, en el tedioso debate a cuatro, en la estricta presencia parlamentaria, en la falta de originalidad en la organización interna. No se trata de ser izquierdistas sino de ser originales. Los que quieren que Podemos sea muleta del PSOE dicen que el resultado es un fracaso de Pablo Iglesias. Insisto en que toda la Ejecutiva es responsables del resultado, especialmente los responsables de campaña. Y ni Pablo Iglesias ni Íñigo Errejón tienen que dimitir. Eso es lo que quisieran los que saben que Podemos es muy probable que gobierne en las próximas elecciones si es capaz de corregir sus errores. Felipe González perdió en 1977 y en 1979. Aznar perdió en 1993. Rajoy en 2004 y en 2008. Volvieron a presentarse y 5


ganaron. Los paniaguados del bipartidismo piden dimisiones porque saben que Podemos es la única fuerza que va a hacer valer los intereses de la mayoría. Y que saben que Pablo Iglesias es uno de los políticos con mayor fuerza y preparación de la historia reciente de España. El PSOE va a demostrar a partir de ahora que una cosa es predicar y otra dar trigo. La socialdemocracia europea piensa que el trabajo estable es una reliquia del pasado, negocia el TTIP con los Estados Unidos y está de acuerdo con las políticas de austeridad. Son los mismos que quieren ejecutar a Jeremy Corbyn en Gran Bretaña porque les parece un radical y que presenciaron alegres cómo azotaban a Grecia por ser rebelde. En cuanto el PSOE demuestra quien en verdad es –algo que siempre oculta en las eleccionesaparecerá Unidos Podemos como la única fuerza que puede representar los intereses de la mayoría. Sólo falta que haga un ejercicio de madurez y, pasadas las elecciones, pase a hacer política en serio. A partir de ahora, lo que le toca es crecer.

ELECCIONES 26-J: EL ANÁLISIS FERNANDO YÉCORA | Ayer los ciudadanos votaron en unas nuevas elecciones generales a causa de que los partidos no fueron capaces de formar gobierno con los resultados del 20-D. Al contrario que las anteriores elecciones, éstas eran unas elecciones de continuidad, ya que no se esperaba un gran cambio en los resultados, aunque la coalición entre Podemos e Izquierda Unida hacía prever que el ‘sorpasso’ al PSOE era factible tanto en votos como en escaños, pero finalmente no se ha conseguido. En la siguiente tabla podemos comparar los resultados de ayer (todavía provisionales con un 99% de voto escrutado) con los del 20-D:

Grafica1 Fuente: elaboración propia a partir de datos del Ministerio del Interior. (1) El resultado de 2015 es la suma de Podemos e Izquierda Unida más sus confluencias. Comparado con los resultados del 20-D, el único que ha conseguido ganar escaños (14) es el Partido Popular. Junto a ERC, son los dos únicos partidos que han conseguido aumentar sus votos respecto a las anteriores elecciones. El PSOE ha perdido algunos votos y eso le ha costado 5 escaños, aunque sube en 6


tanto por ciento por la poca participación. El que ha perdido más votos ha sido Unidos Podemos, que no ha conseguido aglutinar lo que Podemos e Izquierda Unida sumaron por separado, y que incluso ha obtenido menos votos que los que obtuvo Podemos en solitario, lo cual es un fracaso de la coalición, aunque mantiene los mismos escaños. Otro partido que ha perdido votos es Ciudadanos, que se ha visto perjudicado por el sistema electoral, ya que con casi el mismo porcentaje de voto que en las anteriores elecciones ha perdido ocho diputados. En cuanto a los demás partidos, han tenido unos resultados muy similares respecto al 20-D. ¿Cómo ha influido el sistema electoral en el resultado? En la siguiente tabla vemos la tasa de ventaja y los votos que ha tenido que conseguir cada partido para obtener un escaño:

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Fuente: elaboración propia a partir de datos del Ministerio del Interior. La tasa de ventaja nos indica cuan sobrerrepresentado o infrarrepresentado está un partido y se obtiene dividiendo el porcentaje de escaños entre el porcentaje de votos. Una tasa de ventaja de ‘1’ o cercano a ese valor significa que el partido no obtiene ni ventaja ni desventaja en el reparto de escaños. Así, el PP está sobrerrepresentado en un 18%, mientras que el PSOE lo está en un 7%. También PNV y CDC están sobrerrepresentados, pero en su caso eso significa solo un escaño más. Unidos Podemos se ha visto algo infrarrepresentado pero su número de escaños concuerdan con su porcentaje de votos. El partido más infrarrepresentado es Ciudadanos, que al ser el cuarto partido, se ha visto perjudicado gravemente por el sistema electoral. El bipartidismo sufrió una bajada en las elecciones del 20 de diciembre, pero parece que ahora ha tenido un ligero repunte:.

Fuente: elaboración propia a partir de los datos del Ministerio del Interior. Si en 2015 PP y PSOE consiguieron el 50% de los votos, ahora han conseguido casi el 56%. Está claro que el bipartidismo no goza de la salud que tenía hace una década, pero siguen manteniendo más de la mitad de los votos. El sistema de partidos ha cambiado pero los dos partidos tradicionales siguen siendo los más fuertes.

En cuanto a la participación, ha sido una de las más bajas de la democracia

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. A pesar de lo que muestra el gráfico, la participación ha bajado, ya que en 2015 se contabiliza el censo contando a los extranjeros, y con el voto rogado la participación baja de forma drástica. Si contamos solo a los ciudadanos que residen en España, la participación de 2015 fue del 73,2%, mientras que la de ayer fue de 69,8% y seguramente bajará cuando se contabilice el censo exterior. En términos absolutos, han ido a votar 1.200.000 personas menos, que el 20-D. Por último, veamos qué representación han tenido los PANE (Partidos de Ámbito No Estatal) que pueden ser claves para la configuración de gobierno:

: elaboración propia a partir de datos del Ministerio del Interior. ¿Habrá gobierno? 9


El resultado electoral ha dejado como claro ganador al Partido Popular pero no está claro si podrá gobernar. La suma con Ciudadanos es de 169 escaños y le faltarían 7 para la mayoría absoluta. Es imposible que obtengan el respaldo de ERC, CDC o Bildu, y aunque PNV y CC votaran a favor con Cs y PP sumarían 175, a uno de la mayoría simple. Otra opción que queda es la que intentó el PSOE con Ciudadanos y Podemos, mientras que la otra es la gran coalición PP+PSOE+Cs. También habría la opción de que PSOE y Podemos recibieran el apoyo de los partidos catalanes y vascos, aunque esto parece muy poco probable. Por lo tanto, vemos que el PP no lo tiene tan fácil y que a pesar de ganar las elecciones tenga que estar en la oposición. Estamos en la misma.

Errejón y el populismo, en tres tesis En estos días de feliz confluencia, tiene cierto interés recuperar la discusión en Fort Apache sobre Podemos y el populismo. Si dejamos a un lado las intervenciones de Alberto Garzón, es Carolina Bescansa quien, a partir del minuto 49:30, hace la que tal vez sea la aportación más relevante para comprender a los populistas de izquierda: “No querría abandonar la mesa sin decir algo relativo a las condiciones materiales que subyacen y acompañan a este proceso de crisis de régimen que evalúo como momento populista, momento populista acompañado en el nivel mundial por un crecimiento de la desigualdad sin precedentes […]. Más allá de la reflexión sobre la lógica de la capacidad performativa [realizativa] de la palabra, que me parece crucial, creo que no conviene perder de vista las condiciones materiales que acompañan a todo esto”. La cuestión no es que lo dicho sea extremadamente vago, sino que se trata de un mero inciso para seguir anclados en el discurso. 10


Entretanto, Íñigo Errejón ha publicado un artículo en el que, de algún modo, sistematiza sus discrepancias ideológicas con Garzón a la hora de articular el siempre difícil vínculo entre teoría y praxis política. Pero me temo que, de nuevo, el documento es más interesante por lo que omite que por lo que enuncia. Veámoslo.

1.- Politicismo Errejón viene a decir –partiendo para ello de una anécdota-- que ya no es la economía lo que explica la movilización ciudadana –sus “simpatías o antipatías”. Esto puede entenderse, en todo caso, como una impugnación del determinismo materialista más o menos engelsiano. No hay –o no debería haber-- problema alguno con eso. Pero sí lo hay cuando, aceptado ese punto, se dan algunos saltos ilegítimos. Por ejemplo, inferir de casos particulares que ya no hay “un terreno ideológico común”, y luego, como empujados hacia esa suerte de pendiente resbaladiza que encadena falacia tras falacia, sostener que la política, en tanto que “actividad de construir orden y sentido en medio de voluntades entrecruzadas”, constituye "el terreno de combate fundamental para construir posiciones y cambiar los equilibrios de fuerzas en una sociedad". (Por aquello de las precauciones ideológicas de que alguna vez habló Manuel Sacristán, adviértase antes de continuar que este lenguaje de Errejón mantiene cierto parentesco con el de un defensor de la “democracia de propietarios” como John Rawls, incluso con el de un socioliberal como Jürgen Habermas, quien no tiene empacho en extirpar del diálogo constituyente toda cuestión relacionada con la economía de mercado – con el capitalismo, para ser más precisos--. Estos dos autores, que siguen gozando de enorme reconocimiento académico, entienden que el consenso es “sólo político”, y la obediencia a la ley que resulte de ese silencio tendido sobre lo económico, un deber de civilidad. Por cierto que el constitucionalismo español de hoy, que se dice, en su versión más reciente, liberal-progresista y patriota, hereda de su tradición de vencedores la fe en el consenso –léase, mantenimiento del orden-- y en la presunta política “posmetafísica” – léase, posmaterialista- de un Rawls o un Habermas.) Para oponerme a esta tesis ni siquiera estoy pensando en el “viejo” socialismo: basta considerar las distintas batallas contra la barbarie expresada en múltiples formas en eso que llamamos Sur Global. W. Benjamin, la interpelación de las víctimas o el recurso a “los de abajo” es en efecto un lugar de encuentro para las distintas políticas transformadoras. Pero no es verdad que “la simpatía” tenga que ver "fundamentalmente con una percepción difusa de representar lo nuevo, lo ajeno a las elites tradicionales y una promesa 11


general de renovación del país". Eso lo podría haber canalizado cualquiera con la capacidad y la audacia de los líderes de Podemos pero con principios ideológicos radicalmente opuestos. En este orden de cosas, no es un asunto menor el hecho de que la derecha y la “nueva” derecha (PP y C’s) hayan obtenido más votos –aun sin incluir ahí al PSOE, que es el lugar que le corresponde-- que la izquierda y la “nueva” izquierda (IU y Podemos). Ni “lo nuevo” ni “las izquierdas” ganaron los comicios del 20-D. Mal que nos pese, el “terreno ideológico común” de la mayor parte de la ciudadanía sigue siendo el individualismo posesivo (liberal o neoliberal). O sea, la derecha. Pero la “simpatía”, lograda además de forma vertiginosa, es cosa que, ciertamente, puede y debe ir en aumento. A mi juicio, no obstante, la razón para ello sigue estando más del lado de la economía que de la cultura. Aunque sea una perogrullada, es una realidad obstinada: las infames consecuencias derivadas del crack del año 08 han vuelto receptiva a una parte cada vez mayor de la población –lo que, a estas alturas, da fe del cinismo de Margallo al entonar el “mea culpa” de la austeridad--. Estoy lejos de querer sumarme al irresponsable “cuanto peor, mejor”, pero fue la crisis económica la que, en formas muy distintas, nutrió tanto al 15-M como ha nutrido luego a Podemos. Entre la izquierda –y lo digo así, porque hablar de “los de abajo” es hacerlo siempre en términos de economía política--, Podemos ha sabido aprovechar mejor que ninguna otra organización esa circunstancia. (Desde luego, no fue la IU de Cayo Lara la que “politizó” –dicho esto de forma bastante rudimentaria-- a “la gente”). Pero el proyecto económico es todavía el gran interrogante. También para la nueva fase que acaba de abrirse. 2.- Idealismo El propio Errejón tiene que reconocer que "durante largos años" el PP supo llevar a cabo "una construcción cultural y material compleja". Pero esto sólo complementariamente ha sido cosa de relatos. Cuando Marx y Engels reflexionan sobre la “falsa conciencia”, efectivamente tratan de construir un sujeto histórico desde un discurso innovador (no a otra cosa responde el voluntarioso “¡Proletarios de todos los países, uníos!”). Pero la burguesía tuvo que acabar aprendiendo del Manifiesto Comunista que, si no daba de comer al hambriento, éste intentaría devorarla: tanto para el PP como para el PSOE, “pacificar la lucha de clases” –fórmula que por cierto repite Habermas desde 1962-- precisamente ha pasado por alimentar las expectativas "asociadas a la burbuja inmobiliaria y sus rentas". (Si no fuera porque excede del objeto de este escrito, cabría decir algo aquí respecto de la "acumulación por desposesión" teorizada por David Harvey, que en todo caso da buena muestra de la perseverancia de lo material). 12


Por otro lado, que la literatura filosófico-política se haya dado a la tarea de pontificar acerca de los “valores posmateriales” no debería hacernos creer en la muerte de “lo material” y aún menos en la imposibilidad de la traducción de las diversas luchas contrahegemónicas (“un mundo donde quepan todos los mundos”). Asimilar esa retórica sí sería hacer vencedor al relato hegemónico. En este sentido, escribe Errejón: "No se trata en absoluto de negar que existan intereses concretos, necesidades materiales asociadas a la forma en la que vivimos y nos ganamos la vida. Sino de reconocer que estas nunca tienen reflejo directo y “natural” en política, sino a través de identificaciones que ofrecen un soporte simbólico, afectivo y mítico sobre el que se articulan posiciones y demandas muy distintas". Haré sólo dos observaciones a lo que se dice en el párrafo. En primer lugar, no conviene obsesionarse con el determinismo económico ni con el teorema de la infraestructura y las superestructuras. Insistimos en ello porque éste parece ser el único interlocutor de Errejón –como durante décadas lo ha sido para Habermas el marxismo ortodoxo en lugar del propio Marx--. Y en segundo lugar, y a juzgar por lo que dice inmediatamente después, el primer punto parece, más bien, una mera prevención, un cubrirse retóricamente las espaldas para luego adentrarse en el tópico liberal del “sí, pero no”: está bien que las personas persigan sus propios intereses –los liberales, Rawls entre ellos, siempre han interpretado la “vida buena” en términos de deseo, preferencia o gusto, nunca de necesidad--, pero eso no cabe en los márgenes de “lo político”. (De su círculo, más bien: la justicia política sólo se ocupa de cuestiones de justicia política; las cuestiones de justicia política son aquellas de las que se ocupa la justicia política). Para no dar una representación falsa de su argumento, hay que matizar lo anterior a partir del siguiente principio: el recurso formal al consenso sirve al sostenimiento de un orden social dado merced al consentimiento ganado (o pretendido) en aquellos que virtualmente podrían oponérsele. Por ello, desde su posición teórico-práctica, Errejón bien puede afirmar que "la política radical, que aspira a generar otra hegemonía y otro bloque de poder, no es aquella que se ubica contra los consensos de su época, en un margen melancólico de impugnación plena, sino aquella que se hace cargo de la cultura de su tiempo y sitúa un pie en las concepciones y “verdades” de su época y el otro en su posible recorrido alternativo". La maniobra es inteligente y seguramente inextirpable de todo proyecto transformador (ponerlo de manifiesto fue una de las muchas virtudes de Gramsci), pero el contenido de la misma es incierto. En un paso posterior, en efecto, Errejón sostiene que "nada en política es “mentira” si construye en torno a sí el equilibrio, las creencias y el acuerdo como para generar estabilidad durante décadas". Si de verdad se tomara esto en serio, el teórico político quedaría inadvertidamente despojado de criterios con los que poder juzgar de manera crítica una "situación concreta". (La cruz, sin la espada, difícilmente habría mantenido en el 13


poder el cristianismo durante cerca de dos milenios.) Tal vez se haya llegado a esta encrucijada fruto de la confusión que genera tomar en préstamo una razón comunicativa deudora de Habermas combinada con un misticismo schmittiano que reduce lo político a la relación amigo/enemigo. Eso explicaría cómo los restos del idealismo alemán han podido presentarse, sorprendentemente, en un formato "político radical". En todo caso: es evidente que el autor del texto Podemos a mitad de camino sigue pensando que puede "revitalizar la esfera pública" leyendo virtuosamente en "las posibilidades de despliegue" de un "arsenal cultural". 3.- Reformismo La tensión entre los campos cultural, político y económico no puede resolverse en una sola dirección. Pero aun cuando quepa reconocer esto, o precisamente por ello, me resultan insatisfactorios, a este propósito, los postulados de alguien tan próximo a Errejón como Chantal Mouffe (1): "Las concepciones que rechazan los principios del liberalismo deben excluirse. Principios antagónicos de legitimidad no pueden coexistir en el seno de una misma asociación política sin poner en cuestión la realidad política del Estado". Toda la crítica en este sentido de Mouffe a Rawls se reduce al hecho de que el filósofo estadounidense elimina "la lucha democrática entre “adversarios”, negando así el carácter "constitutivo" y "dicotómico" de la política, que es, según la autora (en esto, muy schmittiana), el rasgo antagonista por el que se define toda comunidad humana. Pero esa “lucha democrática entre ‘adversarios” debe darse, continúa Mouffe, "entre quienes comparten lealtad hacia los principios liberales democráticos pero defienden interpretaciones distintas respecto al tipo de relaciones e instituciones sociales que deben aplicarse". Lleva razón la filósofa al criticar el consenso entendido a la manera de Rawls, pero, si en verdad quiere disipar dudas acerca de su postura económica, debería superar el marco discursivo liberal-político; esto es, tiene que quedar clara la ruptura con el capitalismo. "La paradoja de estos dos años –escribe todavía Errejón-- es que esta concepción constructivista de la política y su importancia [otorgada] al lenguaje, las metáforas y la práctica de la contrahegemonía, ha sido tan exitosa en términos prácticos como poco comprendida en términos teóricos". La paradoja no es tal toda vez que se rebajan ambas pretensiones. Fiarlo todo a "la capacidad performativa [realizativa] de la palabra", como dijera Bescansa, incorpora el riesgo de que los “creadores de opinión al servicio del IBEX-35”, tan constructivistas en ese terreno de juego como el propio Errejón, terminen por ganar la partida. Claro que también puede ocurrir lo propio si el terreno privilegiado para presentar batalla es el económico-material, pero el "movimiento popular" que se genera con uno u otro tiene un alcance y un significado bien distinto. 14


Para empezar, y aun aceptando que se haya "renovado el lenguaje" y "otorgado una importancia central a la batalla por el relato", no es de recibo que sigan considerándose un éxito los cerca de 200 escaños que han impedido “el cambio”. Me temo que sólo desde una “hipótesis narcisista” se puede considerar un éxito que 16 millones de votantes hayan optado por partidos neoliberales. No descarto un vuelco relativo en las próximas elecciones, pero la cuestión capital es ver hacia dónde conduce el “instrumento político” recién engendrado. Por lo pronto, detrás de las fórmulas errejonianas del tipo "reequilibrio del contrato social en favor de la ciudadanía" se esconde el mismo bienestarismo que ha llevado a la bancarrota a una socialdemocracia que, como Habermas, no comprende que el capitalismo, ni siquiera el de Keynes, no entiende de límites ni de contrapesos. Si es verdad que en Podemos cohabitan las almas de Ernesto Laclau y de Boaventura de Sousa Santos, lo mejor que podría pasarle en estos momentos a quienes han suscrito el histórico pacto es que el segundo les acabe pareciendo más convincente a los miembros de la formación morada. La coparticipación de IU debería servir para evitar que la pelea por lo material-concreto se diluya en las abstracciones de la lógica discursiva. Sólo por eso, “una coalición” ya es más prometedora que un “matrimonio de conveniencia”. No se nos olvide que la realidad de la Unión Europea y de una globalización neoliberal en descomposición nos espera. Javier García Garriga. Licenciado en Filosofía y doctorando en Filosofía Política y Derecho Internacional en la Universidad de Barcelona.

España no es diferente Santiago Alba Rico | Diagonal | 27/06/2016 La primera. No nos engañemos. Sin reservas, sin matices, sin paliativos, el resultado es una catástrofe. No es una catástrofe para Unidos Podemos, que se consolida como alternativa institucional progresista sin equivalente en la UE. 15


El resultado es una catástrofe para España y los españoles, para Europa y –no exageramos– para el mundo entero Es una cataśtrofe para España y los españoles, para Europa y –no exageramos– para el mundo entero. Lo he dicho muchas veces y parece que lo hago porque me he vuelto de derechas o moderado. Nada de eso. Es doloroso realismo. La historia no es siempre más larga que la vida; hay veces en que la escala histórica es más corta que el curso de una biografía; más corta que un curso escolar; más corta que una primavera. Sería demagógico establecer un paralelismo estricto con 1933 y las amenazas del nazismo, pero habría que ser muy frívolo para no inscribir la victoria del PP en un contexto mundial particularmente adverso, célere y explosivo: una América Latina en retroceso, un Oriente Próximo en llamas y una Europa en descomposición que se desplaza a todo vapor hacia la ultraderecha. En ese contexto Unidos Podemos no era –no es– una revolución, por lo demás imposible: era –y es– un modesto dique a partir del cual se habría podido quizás –se podrá– revertir la tendencia rampante en nuestro continente. Los resultados electorales, con el retorno simbólico del bipartidismo y la evaporación de un gobierno de cambio, no sólo debilitan ese dique sino que legitiman su derrota. Todo lo que no fuera sumar votos y alcanzar el sorpasso al PSOE, y más tras la convergencia con IU, era un fracaso estrepitoso, no en términos numéricos sino políticos e históricos. España tenía una oportunidad para frenar el precipicio y la ha perdido. La historia a veces es más corta que la vida. Lo que falta ahora es tiempo. El crecimiento del PP y la resistencia del PSOE, sostenido por sus sectores más conservadores, revelan algo particularmente deprimente y doloroso: que la mitad larga de España no quiere ningún cambio La segunda: el crecimiento del PP, que suma 13 escaños más, y la resistencia del PSOE, sostenido por sus sectores más conservadores, revelan algo particularmente deprimente y doloroso: que la mitad larga de España no quiere ningún cambio. Aún más: indica que la mitad larga de España no cree ni en la ética ni en la democracia y, en este sentido, y al contrario de lo que habíamos empezado a creer algunos con emoción y con orgullo, indica que nuestro país no se diferencia tanto del resto de Europa. Triunfa lo que he llamado otras veces el voto prevaricador: el de una amplia capa de la población que vota a conciencia contra sus principios y sus valores. ¿Por qué? El error de todas las encuestas sólo puede explicarse introduciendo un factor fulminante e irreprimible: el miedo. Igual que la “remontada” se ganó en la última semana de la campaña de diciembre, el desempate se ha perdido también en la última semana y probablemente en el último minuto. Es miedo. El problema es que es ese mismo miedo el que explica el Brexit, el empuje de la ultraderecha en Francia, Hungría y Austria o la política contra los refugiados de la UE. 16


En condiciones de excepción electoral –como son las del 26J– una larga mitad de España ha vuelto a votar a la derecha; en condiciones de excepción histórica, ese mismo miedo es el que niega la protección a un judío, denuncia a un vecino o fusila a un rival político. Ese miedo, cuando es incompatible con la ética y la democracia, es ya prefascista. No tener en cuenta esa dimensión antropológica sería un error tan grave como despreciarla políticamente o darla por perdida. La tercera. A partir de mañana habrá que afrontar los hechos y ver cómo se maniobra en una relación de fuerzas en cualquier caso muy compleja y objetivamente mejor que la de hace dos años. Pero ahora mismo el reto mayor para Unidos Podemos no es soportar el triunfalismo del PP o los guantazos de Sánchez; ni apañar una estrategia sensata y reparadora para las próximas semanas. El mayor reto es el de mantener la unidad. El peligro de divisiones y quiebras es muy grande y nuestros rivales van a tratar de alimentar esa pendiente. Mucho cuidado. Habrá quien eche la culpa al exceso de transversalidad o al exceso de confluencia; a la baja intensidad del discurso o a la baja intensidad de la campaña; a la desmovilización de los movimientos o al liderazgo televisivo. La victoria hubiera hecho buenos todos los pasos; la “derrota” da la razón a todas las críticas. Es imprescindible debatir sobre lo que ha pasado, sin eufemismos ni rodeos, pero sería bueno que partiéramos del presupuesto de que en realidad no sabemos –nadie sabe– por qué ha pasado. Hay que evitar a todo trance los análisis tajantes (“ya lo decía yo”) que sirvan de arma arrojadiza entre las corrientes internas divergentes. Dentro de IU y dentro de Podemos, y entre IU y Podemos, es imperativo conservar la serenidad y acentuar los cuidados. Ya no hay alternativa a la unidad, salvo la derrota definitiva del cambio; es decir, la derrota definitiva de la ética y la democracia. Los medios, los partidos del régimen y el gobierno de Rajoy se han sentido –y se sienten– tan amenazados que han hecho todo lo posible, y lo seguirán haciendo, para matarnos Estamos ya condenados a salvarnos juntos, nos guste o no; y si hay todavía –porque la hay– alguna posibilidad de recuperar el terreno pasa porque entendamos que lo único cierto, lo único indudable, lo único que sabemos con certeza es que cualquier división nos matará y que los medios, los partidos del régimen y el gobierno de Rajoy se han sentido –y se sienten– tan amenazados que han hecho todo lo posible, y lo seguirán haciendo, para matarnos. Ése debería ser suficiente motivo para preservar por encima de todo la unidad del proyecto, mientras lo repensamos, como condición para sumar a los que faltan. Cuarta. En Europa sólo hay dos alternativas al neoliberalismo autoritario de nuestros gobiernos: la ultraderecha nacionalista o Unidos Podemos. Es obvio que, una vez más, como ha ocurrido ya otras veces a lo largo de nuestra historia, nuestros gobiernos europeos prefieren la ultraderecha. 17


En este sentido hay que dar las gracias a Cebrián y al grupo PRISA, a nuestros intelectuales “progresistas”, a la mayor parte de nuestros medios, a las instituciones secuestradas por el gobierno, a los bancos y a los partidos del régimen europeo por dejar claro que, con tal de que no gobierne una opción democrática y moderada, están dispuestos a alimentar las fuerzas oscuras que amenazan con devorar de nuevo nuestro continente. No tienen ninguna justificación. No existe la URSS ni Stalin ni un “socialismo real” tiránico contra el que justificar alianzas negras. Esta vez no pueden esconderse. Unidos Podemos es una fuerza democrática y moderada, socialdemócrata y profiláctica, la única que puede detener la destrucción de Europa y el regüeldo infame de la historia. Nuestras élites económicas y políticas trabajan por eso contra ella. Las futuras generaciones no se lo perdonarán. Ojalá entiendan de una vez los votantes españoles que es a eso, y no a la ética y a la democracia, a lo que hay que tener miedo.

Podemos, ¿y ahora qué?

Jorge Moruno Danzi

La primera pegatina que sacó Podemos cuando no era más que una hipótesis a desarrollar decía aquello de “Hacemos lo que Podemos”. Más allá del juego de palabras lo que transmitía era un espíritu radicalmente distinto a lo que se había probado hasta ese 18


momento en el terreno político-electoral: nos definimos por lo que hacemos en lugar de por lo que somos. Ser es hacer. Por contra, reivindicarse por lo que se “es” en detrimento de lo que se “hace” se revelaba inversamente proporcional a la capacidad política de hacer posible aquello que se dice que se “es”. La apelación a una esencia cuyo origen nunca es fechable en el calendario sobre la que justificar lo que se hace era, paradójicamente, puro idealismo. Siempre supimos que construir una identidad política nueva, popular, abierta y democrática era mucho más revolucionario que refundar por enésima vez la izquierda. De hecho, lo conservador era seguir haciendo lo mismo: confiar en una acumulación progresiva de la izquierda ante la dureza de la crisis significaba lo mismo que esperar sentado o repetir lo mismo hasta que la fruta cayese madura del árbol. Desde tiempo atrás, pero sobre todo desde el punto de inflexión que supuso el 15M, se mostraba un país latente que reclama democracia, dignidad y futuro, de una forma que no se podía expresar bajo las categorías y la anterior distribución de roles que beneficiaba a los mismos privilegiados de siempre. Ante la construcción del presente basado en el pasado, se propuso pensar el presente para construir otro futuro. Entendimos que las posibilidades políticas de la indignación y el cambio no pasaban por el eje izquierdaderecha con el que tan cómodos se encontraban los partidos del régimen. La democracia necesitaba de otros mimbres para expresarse. Oscar Wilde solía decir que “una idea que no sea peligrosa no merece llamarse idea”, de ahí que Podemos lanzase una apuesta que desobedecía tanto a los funcionarios del miedo y los poderes económicos, al tiempo que ponía en duda los manuales de instrucciones de la izquierda. Por eso nos hicimos una pregunta tan obvia como complicada y olvidada, que siempre debemos recordar, ¿queremos ganar? La gran virtud de Podemos ha sido la de saber captar la necesidad de un desborde popular al margen de toda fiscalización de partido, de todo control exhaustivo, de toda vigilancia oficial. Podemos surfea la ola del 15M siendo conscientes de que todos somos contingentes al deseo y a las ganas de cambio social: Podemos como frescura. Podemos no es una piedra, Podemos debe ser dúctil como la cuchara de Matrix, capaz de adaptarse a las necesidades y las exigencias de la coyuntura, Podemos no tiene tablas de la ley grabadas en piedra. Se pensó que para el ciclo al que se enfrentaba desde 19


mayo de 2014 hasta las pasadas elecciones generales del 20D, lo necesario era construir una maquinaria de guerra electoral, es decir, una máquina bien engrasada flexible y con reflejos para esquivar los múltiples ataques. En un escenario plagado de elecciones y construyendo al mismo tiempo una organización, a la vista del resultado electoral –que siempre podría ser mejor--, la táctica ha sido la adecuada. Los modelos no se pueden juzgar en abstracto, no existe el mal y el bien moral en política, sino lo malo y lo bueno de la ética, de su propia ética. Cada modelo, cada diseño, responde a realidades y escenarios concretos que requieren de respuestas concretas, de lo contrario no habría política sino dogma y simplemente valdría con repetir la palabra dada independientemente de la realidad material en la que se inscribe. Sería como creer que se puede ganar un partido de fútbol corriendo en línea recta hacia la portería contraria, sin jugadas ensayadas, sin distribución de roles en el campo, sin tocar el balón, sin audacia y riesgo, sin fortuna. En este sentido hay que evitar cierta tradición premaquiavélica donde, al igual que Savonarola, se actúa como “profeta desarmado”. Empero la coyuntura y el escenario cambian y lo que hasta ahora se ha demostrado como útil para el objetivo propuesto deja de serlo. Solo un enfoque religioso tildaría este giro de pérfido, solo quien va a piñón fijo sin cambiar de plato dependiendo de si es subida o bajada critica que si antes se defendía un modelo cómo puede defenderse ahora otro. La táctica debe formar parte de una estrategia más amplia y la situación ya está cambiando, lo que nos obliga a repensar el modelo de cara a una nueva etapa. Un tiempo más tranquilo (si tal cosa puede existir) donde la forma de Podemos pase a diseminarse y enraizarse en los territorios, donde coja forma de movimiento popular o partido-movimiento, frente a la tentación de las inercias congénitas a los partidos que tienden a encerrarse en sí mismos. También debemos ser capaces de ampliar el terreno desde donde se reconoce el ejercicio de la política, dado que el movimiento centrípeto del parlamentarismo reduce toda la política a la actividad política parlamentaria. Rehuir de la idea según la cual la política debe vivirse de puertas hacia adentro como algo meramente privado. Hay que reivindicar un Parlamento ligado a la soberanía popular, pues hoy está secuestrada por actores y lógicas económicas no elegidas, pero además de este elemento básico, hay que ensanchar las espaldas de la democracia considerando la política como la acción de la 20


ciudadanía libre dentro de la polis, como aquello que tiene lugar en el Parlamento, por supuesto, pero no solo, pues también se enriquece nuestra democracia desde una nueva institucionalidad social que haga de contrapeso, que democratice la democracia. Crear movimiento popular no significa politizar abusando de los elementos más ideologizados y más obscenos recitando consignas, al contrario, sobre todo se politiza en los aspectos de la vida que en un principio no parecen ser políticos. Movimiento popular implica menos carga retórica y más capacidad cotidiana de resolver problemas mundanos, ofrecer otros espacios de encuentro, otra cultura, sin pedir carnet ni juzgar por etiquetas. Movimiento popular implica hacerse carne con las preocupaciones y soluciones generando otra sociabilidad enmarcada dentro de una identidad múltiple, amplia y compartida en torno a los consensos sociales como su límite. Ahora hay que arraigar y enraizar en el territorio, bajar la velocidad, descentralizar el poder a la interna y esponjar hacia afuera para convencer a los millones que faltan; ahora el príncipe debe hacerse pueblo. -----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------Jorge Moruno Danzi es responsable del área de discurso en Podemos

La tarea que tenemos por delante. Jorge Moruno Danzi La política se parece más al álgebra que a la aritmética y todavía más a las matemáticas superiores que a las +matemáticas simples.

Lenin

A la hora de pararse a pensar sobre lo que ha sucedido entre el pasado 20D y el 26J, es aconsejable hacerlo lejos de los cainismos donde las pasiones que ayer eran alegres hoy se tornan iracundas. En realidad, el problema estriba en que dentro de la abstención caben todas las explicaciones predefinidas, todas encajan, todas responden a lo que uno cree, 21


todas reproducen la neurosis. Entrar en ese bucle de nada nos sirve y solo nos ahoga en un pozo de miserias, lo cual no exime la necesidad de reflexionar y analizar en profundidad qué ha pasado desde diciembre hasta junio, incluso cuando resulta complicado, quizás imposible, encontrar una única razón.

Pero para no hacernos trampas en solitario. Leo que a la campaña de Unidos Podemos le ha faltado “calle” y “movilización social” y ha tenido un exceso de “marketing”. Siempre queda bien apelar a esta carta a falta de argumentos sólidos. Lo que no significa que la movilización social no sea fundamental para cualquier proceso de cambio. Veamos, ha sido la campaña con más cantidad de actos, con los actos más concurridos y masivos, lleno de carteles, panfletos, una campaña levantada a pulso por la gente, una campaña donde solo Unidos Podemos se podía permitir hacer actos en la playa la misma noche de San Juan.

Regurgita una matriz muy vieja, la misma que nunca entendió las razones del surgimiento de Podemos, la misma que ahora tiene nostalgia de la “campaña de las europeas”, cuando en su momento lanzaba una crítica mordaz. Llevan anunciando el “cuarto sello” bíblico de Podemos

desde sus inicios: así no se podía plantear una

candidatura, la cara de Pablo en la papeleta era un error garrafal, usar la tele era impuro, tras las elecciones catalanas Podemos debía disolverse, y ya en el 20D usar la palabra “patria” era inasumible. Hablar de “marketing vs contenido” es un falso debate que esconde una postura muy vetusta que no se demuestra en la práctica. Igualmente, Euskadi y Catalunya lo desmienten.

“Movilización social” no necesariamente hace referencia a procesos revulsivos como el 15M, que recordemos, provocaba recelo e incluso desprecio en sus inicios, más bien lo hace volviendo la mirada hacia esas “procesiones” donde estábamos “los de siempre”, “los buenos”. Pero ciertamente, sin movilización, sin sociedad en movimiento las cosas se calman, sin esos procesos de mutación subjetiva en la sociedad no hay ninguna forma de cambio. Pero esa movilización no puede ser un apéndice de un partido, ni tiene nada que 22


ver con esos sueños mistificados, sino con un movimiento de la sociedad: autónomo. Podemos no acabó con la movilización social cuando surgió, ni impidió una revolución en ciernes, esa es una lectura autocomplaciente que se fuga del análisis concreto de la situación concreta. La ola ya estaba cayendo claramente, no es tarea de ninguna organización de partido que surja una nueva, eso no sería sano.

Considero que la pregunta pendiente, Podemos, ¿y ahora qué?, tiene más que ver con un ejercicio de prognosis, esto es, de anticipación a lo que viene, que de diagnosis de lo ocurrido. Dicho de otra forma, la mejor forma de resolver lo pasado es apuntando bien al futuro. Esto significa retomar este debate sobre el ciclo que ahora se abre, y que le dimos al pause con la nueva convocatoria de elecciones del 26J. Se ha cerrado un ciclo, ahora parece que definitivamente. La pregunta y la conversación que debemos mantener gira en torno a cómo vamos a ser capaces de mutar hacia una forma nueva. Necesitamos hacernos cuerpo, la máquina de guerra electoral ha cumplido su función y debemos agradecerlo, ya que incluso con el sabor agrio del 26J, nadie hubiera pensado hace dos años que nuestro mayor disgusto iba a ser sacar 71 diputados. Portamos viento de cambio cuando el PSOE, tras el peor resultado de su historia, celebra no haber sido superado por Unidos Podemos, mientras que a Unidos Podemos se le atraganta no haber conseguido ganar al PP.

Se acaba el tiempo de la máquina de guerra electoral porque tras 6 comicios en dos años (ahora vienen las gallegas y las vascas), se inicia un tiempo nuevo. Esto requiere avanzar hacia una reforma integral del propio modelo organizativo reorientado a una democratización y federalización del ejercicio del poder, a una mayor pluralidad y tiene que ver con modificar las prioridades y prestar atención al trabajo más molecular y cotidiano, menos visible pero mucho más sólido. Un Podemos más empático, más abierto. Toca adaptarse, toca superar las etiquetas o ser una coalición de partidos, toca levantar movimiento popular, esa es la calle que necesitamos.

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Es tiempo de escuchar, pensar y trabajar para ser más. La clave siempre pasa por ampliar e indagar en aquello que lo hace posible. Se trata en definitiva de construir otro tipo de racionalidad que sirva de dique y soporte ante la propaganda, el odio y la soledad. Incentivar otra manera de operar y de hacer economía,

de consumir, de encontrarse y

verse. Esto se hace con los ladrillos que somos, que tenemos, con la realidad de la que partimos, lo cual nos lleva a pensar claramente que las posibilidades de transformación social y de construcción de movimiento popular, nada tienen que ver con lecturas diseñadas en los gabinetes de la verdad. Dicho en palabras de Marx, tenemos que ser capaces de

desarrollar nuevos principios para el mundo sobre la base de los propios

principios del mundo. Esa es la tarea del materialista práctico y esa es creo, la gran tarea que tenemos por delante, la que nos hará todavía más fuertes. Seguimos, queda todo por hacer.

Jorge Moruno Danzi

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El 26J y la batalla de la polarización SANTIAGO ALBA RICO

Tan sorprendente fue la irrupción de Podemos como ahora su súbito freno --cuando las encuestas le auguraban un gran salto adelante. España es un país de sorpresas y en un país de sorpresas es difícil hacer otra cosa que especular, actividad, por lo demás, muy española. Cuando la especulación aterriza sin ruedas en las mesas de los bares --o mariposea sin alas en las redes-- se produce esa cosa, también muy española, que se ha dado en llamar “cuñadismo”. El cuñadismo es la magia mediante la cual convertimos una especulación sin fundamento en una pedrada mortal. El cuñadismo está tan bien repartido, a derecha e izquierda, que podríamos decir, de entrada y medio en broma, que uno de los problemas de España es que en nuestro país votan pocas madres y pocas hermanas y demasiados cuñados. Todos somos cuñados. Los cuñados de derechas votan, los de izquierdas explicamos el voto. Sabemos con certeza una sola cosa: sabemos que el 26J más gente ha votado al PP y más gente se ha abstenido y que es esa combinación la que, de algún modo, al menos en términos simbólicos o por contraste con los sondeos previos, ha restablecido el espectro del bipartidismo. A partir de aquí todo son especulaciones. ¿Por qué más gente ha votado al PP, a sabiendas de que es un partido corrupto con una tendencia creciente e inquietante a confundir gobierno y Estado y a disolver los pilares 25


mismos de la democracia? Uno de los méritos de Podemos fue el de aplicar el principio de que toda sociedad es un “enredo” en el que hay que penetrar por los mismos hilos que la anudan. La “gente” está ahí atada y el trabajo político no es el de deshacer el nudo sino el de desatar y atar de nuevo los hilos existentes. Uno de esos hilos es la Historia. Franco, se dice, lo dejó todo “atado y bien atado”. No completamente, como hemos visto en estos dos últimos años vertiginosos. Pero sí puede decirse que, a la muerte del dictador, el régimen dictatorial repartió España, como en los cuentos, entre algunos herederos, de manera que, durante los cuarenta años siguientes, en nuestro país hubo no uno sino cuatro regímenes más o menos claramente territorializados: el PSOE en Andalucía, el PP en las Castillas y Galicia, el PNV en el País Vasco y Convergencia en Catalunya. No utilizo el término “régimen” para definir las instituciones sino la relación económica, política y antropológica que los ciudadanos mantienen con ellas, de manera que una democracia formal, perfectamente legítima, puede abrigar en su seno --y reproducir su legitimidad gracias a eso-- un plural orden “regimental”. Lo que quiero decir es que, hasta el 15M y la aparición ulterior de Podemos y las fuerzas afines de cambio, los españoles podían ser descritos como “gente de régimen”. La crisis, unida a la inteligencia “populista” de la nueva política, desató y cruzó algunos de esos hilos, pero el nudo del “régimen” ha seguido siendo muy fuerte. Las elecciones del 26J eran, si se quiere, unas elecciones “de excepción”, no sólo porque eran algo así como una “segunda vuelta” tras una investidura fallida sino porque, tras la irrupción de Unidos Podemos y los augurios de un sorpasso inminente, se parecía más a una guerra que a unos comicios. Eso lo entendieron muy bien los medios de comunicación del régimen y, desde luego, el PP, que basó toda su campaña, en favor también del PSOE, en una polarización muy pugnaz. En una situación de crisis general, como la que vive Europa en estos momentos, en un encrucijada histórica y política como la que vive España, la “gente de régimen” adopta siempre una de estas dos posiciones: o no quiere ningún cambio o quiere un cambio radical. Hoy ese “cambio radical” sólo puede prometerlo y cumplirlo la extrema derecha, que avanza a pasos agigantados en la UE; en España, mitad fagocitado por el PP, mitad desactivado por Podemos, tiene felizmente mucho menos campo. A la “gente de régimen” le queda la única opción, pues, de 26


oponerse al cambio o, valga la redundancia, de movilizarse en “la defensa del régimen”, aunque ello suponga aprobar y alimentar la corrupción y golpear la línea de flotación del Estado de Derecho y de la democracia. La “resistencia al cambio” de los votantes del PP revela la feliz derrota del “cambio radical”, pero se sitúa en el mismo espesor antropológico y político: el de la “gente de régimen” muy consciente y muy radicalizada que se ha movilizado en este caso para votar. En este sentido, hay que reconocerlo, la campaña de Rajoy ha sido extraordinariamente eficaz. Podemos ha logrado frenar el “cambio radical” pero no desactivar --y aún menos persuadir-- a las “gentes de régimen”. Es la España que hay. No hay que darla por perdida, pues está compuesta no sólo de ideólogos elitistas del neoliberalismo sino, sobre todo, de clases medias asustadas y trabajadores atrapados, como rehenes, en mezquinos dilemas materiales. Si me ha gustado un discurso en esta campaña es el que hizo Íñigo Errejón en el último mitin de Madrid, una pieza oratoria de una inteligencia y una belleza muy emocionantes (“la patria es el otro”) dirigida a “los que faltan” --que desgraciadamente no estaban allí-- pero también a los que, desde la izquierda, aún creen que se puede cambiar el país con medio quilo de España “militante” e “imprescindible”. No se puede dar por perdida a la “gente del régimen”, pero no se puede olvidar tampoco que son muchos, que tienen raíces profundas, que votan a conciencia y que siguen definiendo nuestro país; y que, en una España polarizada por el PP, no consideran a Unidos Podemos simplemente una opción política equivocada sino el enemigo. Y que, si hablamos con razón de un voto del miedo, hay que hablar también de un voto del odio. Mucha gente ha votado --o se ha abstenido-- por odio a Unidos Podemos. Combatir la indiferencia es relativamente fácil; combatir el miedo es posible; combatir el odio es casi imposible. Que los medios de comunicación y los políticos sean en buena parte responsable de ese odio y de sus consecuencias no debería consolarnos. Frente a Unidos Podemos, el “régimen” no sólo ha utilizado el miedo, siempre presente, sino que por primera vez en 40 años ha reintroducido el odio. La “gente de régimen”, a la que no hay que dar por perdida, teme y odia. Hay que tener mucho cuidado para no caer en la trampa, pero conviene no dejar a un lado este dato que es, al mismo tiempo, político y antropológico. Es algo así como el fantasma colérico de ese “cambio radical” que Unidos Podemos felizmente ha impedido. 27


La segunda conjetura tiene que ver con la otra cuestión, la de por qué el millón de ciudadanos que, según todas las encuestas, tenía que haber votado a Unidos Podemos al final se ha abstenido. Aquí me gustaría huir de todo cuñadismo y razonar como una madre o una hermana; porque, a la espera de un buen estudio postelectoral, el riesgo de moldear un relato a partir de posiciones preconcebidas o alineamientos faccionales es muy grande. Nada puede hacer más daño a la unidad y estabilidad de Unidos Podemos que los cuñados que aterrizan sin ruedas en la mesa del café o aletean sin alas en Facebook para anunciar el nombre, la hora y el gesto del culpable: la mucha o poca confluencia, la mucha o poca transversalidad, la mucha o poca organización, la mucha o poca movilización. A continuación resumo mi propio relato, puramente tentativo y que asume, en todo caso, que nada se decidió en una hora o en un gesto sino a partir del “enredo” de decisiones concatenadas en una campaña en la que también participaban los otros. Aceptando que la confluencia entre IU y Podemos era inevitable y, por eso mismo, una buena idea, nadie puede negar que dejó fuera votantes a un lado y otro: gente de IU que no quería votar a Podemos y gente de Podemos que no quería votar a IU. Mi impresión subjetiva --estadística de entorno-- es que había quizás más gente del primer grupo que del segundo, entre otras razones porque, si los votantes de IU son más disciplinados, están también más “ideologizados”. Como no hay datos para asegurar nada, aceptemos que, de ese millón de abstencionistas, la mitad han sido votantes de IU y la otra mitad de Podemos. No todos, sin embargo, se perdieron quizás con la confluencia. O con más precisión: lo que es seguro es que, tras la confluencia, ni se supo reincorporar a los que se habían desmarcado ni sumar a otros nuevos. La confluencia, que hizo perder inicialmente votos, generó sin embargo una intensa ilusión muy localizada que había que haber sabido expandir y contagiar a un lado y a otro. De un lado pedían discurso; del otro compromiso movilizado. Con toda prudencia, me atrevo a sugerir que la campaña, de muy bajo perfil, no fue buena porque sacrificó las dos cosas. Para evitar el error de un discurso marcadamente de izquierdas con movilización callejera (que podía haber alimentado la baza del miedo con la que jugaba el PP) Unidos Podemos cometió el error de rebajar el discurso y contener al mismo tiempo la ilusión movilizadora. Parecía muy sensato dejarse 28


llevar por la ola con el motor apagado, dando por supuesto el sorpasso que anunciaban las encuestas, y resulta muy fácil ahora, retrospectivamente, porque las encuestas se equivocaron, decir que había que haber radicalizado el lenguaje o movilizado más a los votantes. Mi posición, sin embargo, siempre fue clara. Me parecía fundamental interpelar a “los que faltan”, pero no sólo con las palabras. Si se decidía razonablemente apostar por la transversalidad discursiva, había que llevar la transversalidad a la calle, el único sitio donde Podemos marca en campaña la diferencia y donde el efecto “desborde” podía atraer a los marginados por la confluencia y sumar a los indecisos. Mi propuesta era ésa, pero no quiere decir que fuera la acertada; es sencillamente una de las muchas que no se puso en práctica. Recordemos que un error concreto deja fuera no sólo el único acierto posible sino un millón de errores alternativos. Al cuñadismo le encanta creer que su error alternativo, ahora que no puede probar nada, era la verdad incuestionable; esa verdad que, por maldad o estupidez, nuestros líderes, siempre ciegos y sordos, ignoraron. Ahora que las cosas han salido mal, mi impresión es, en todo caso, que, al tratar de no jugar en el marco de la fea polarización ya impuesta por los tres partidos de “régimen” y por sus medios de comunicación, Unidos Podemos cedió toda la ventaja a sus rivales. Mientras la “gente de régimen”, consciente del peligro que Unidos Podemos representaba y soliviantados por el odio más que razonable hacia quienes quieren llevar España a la ruina (y quemar iglesias, quitarnos la casa y sacarnos de Europa), mientras la “gente de régimen”, digo, se movilizaba para votar, Unidos Podemos no supo trasladar a sus votantes la trascendencia de estos comicios. A la “gente de régimen” se la convenció de que era una cuestión de vida o muerte; la “gente del cambio” o bien aceptó el sorpasso como un dato ya adquirido y juzgó su voto innecesario o no entendió la verdadera polarización en juego. Unidos Podemos --y ese fue el error, a mi juicio, de la campaña-- no activó la ilusión por miedo a alimentar el miedo del votante de “regimen”, pero tampoco supo, o quiso, activar el miedo al “régimen”, con el que Unidos Podemos se limitó a medirse sin demasiada confrontación, ni reactivar el odio legítimo a ese 1% que nos roba los recursos y los derechos mientras apuesta en toda Europa por el “cambio radical”. Sin ilusión --la marca podemita--, sin miedo y sin odio, inconscientes de la catástrofe aparejada a la victoria del PP, un millón de personas se quedó en casa y dejó el campo abierto a la “gente 29


de régimen”, desilusionada, sí, pero asustada, colérica y consciente del peligro podemita. Tan asustada, colérica y consciente que abandonó a C's, como se esperaba, e incluso en parte al PSOE (al que, con todo, había que ayudar a resistir) para concentrar el voto, sin ilusión, en el PP. Sabemos, pues, dos cosas: que la “gente de régimen” ha votado al PP y la “gente de cambio” se ha abstenido. Y sabemos, en consecuencia, que los defensores del régimen han vencido a los defensores del cambio. Es, como escribía ayer, una catástrofe. Lo es de manera inmediata

porque el régimen mismo --cuando alcanza las cotas más altas de

corrupción económica e institucional-- se relegitima; y lo es porque, aunque le cueste encajar una fórmula estable de gobierno para los próximos cuatro años, su victoria deja a Unidos Podemos un margen de maniobra diminuto a la hora de introducir un vector disruptivo en las instituciones: ni puede proponer nada ni aceptar ninguna propuesta. Hace falta, como nunca, un ejercicio de inventiva, de audacia y, sobre todo, de unidad organizativa para mantener visible --como posible-- la opción del cambio --frente al régimen-- en los próximos meses, para seguir frenando el “cambio radical” europeo y para tratar luego de erosionar al régimen por abajo, allí donde se activa esa gente asustada, colérica y conscientemente antiética y antidemócrata, sin la cual no ganaremos nunca ni la batalla cultural, tan decisiva, ni las próximas elecciones. Los resultados son una catástrofe también, o sobre todo, porque la Historia discurre en el Tiempo, que no es homogéneo y vacío y por lo tanto mete prisa; y porque la España de “régimen”, que resiste más cuando más tocada parecía, entra como un guante en la Europa que apuesta por el “cambio radical”; mientras que la España “de cambio”, moderada, democrática, solidaria y social, ahora frenada, va a contracorriente de las fuerzas dominantes en el mundo. Pero no acabemos en un tono tan bajo, por muy realista que sea. Los que establecen un paralelismo entre el 26J y la victoria del PP tras el 15M, olvidan no sólo su flaca mayoría del domingo, frente a la mayoría absoluta de 2011, sino todo lo ocurrido en estos dos años: los ayuntamientos del cambio, la consolidación de Unidos Podemos, las mayorías en Catalunya y el País Vasco. Nadie daría por perdida una partida así. Aunque sólo sea porque hace dos años nadie nos habría imaginado ni siquiera jugándola. AUTOR

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Santiago Alba Rico Es filósofo y escritor. Fue candidato al Senado en la lista por Ávila de Podemos en las pasadas elecciones legislativas. Nacido en 1960 en Madrid,

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vive desde hace cerca de dos décadas en Túnez, donde ha desarrollado gran parte de su obra. El último de sus libros se titula Leer con niños

Existen los MMSS ? Por Victor Lenore En los debates sobre “nueva política”, no es raro que aparezcan referencias a los “movimientos sociales”. Una cuestión antipática, pero también crucial, consiste en averiguar si realmente existen, cuánta gente forma parte y qué influencia ejercen. El sociólogo César Rendueles se anima a contestar. Datos del Informe Foessa 2014, capítulo sobre “Capital social y cultural en España”, página 455, párrafo final: “El 29% de asociacionismo de los españoles es un 13% menor que la media europea (42,5%). Si lo comparamos con los países que mayores tasas asociativas tienen en el continente, la diferencia es extraordinaria (Dinamarca alcanza un 91,7% de personas asociadas, Suecia tiene el 82,2% y Países Bajos el 79,5%)”. Por si fuera poco, quienes más se asocian son las clases altas: “Es posible que los conjuntos de élites hayan desincentivado o no hayan promovido la participación masiva en las grandes instituciones. El asociacionismo fue y sigue siendo mucho más elevado conforme se asciende en la la clase social de los individuos. La sociedad civil es asimétrica o desigual”. En este contexto, hablar de “movimientos sociales” suena más a deseo bienintencionado que a realidad. ¿El dato más triste sobre el páramo social que atravesamos? “La movilización ciudadana es vista como una vía relevante para abordar los efectos de la crisis: un 52,3% de la población piensa que si hubiera más movilizaciones ciudadanas se podría cambiar la sociedad. Paradójicamente, solo el 22,9% de la población manifiesta haber participado en alguna movilización en el último año. Este intenso desajuste entre pensamiento y acción ilustra en gran medida la textura del contradictorio vínculo político de nuestra sociedad”. El sociólogo César Rendueles explica los matices de la situación. No hay movimientos sociales “En España hay un nivel de asociacionismo y participación política muy bajo. Se sabe hace décadas y está documentado por los sociólogos. Los grandes partidos, sindicatos y organizaciones han ido perdiendo miembros y capacidad de movilizar. La izquierda, con el buenrrollismo habitual, dice que ahora han tomado el relevo los movimientos sociales. A finales de los noventa vino el auge de las oenegés, asociaciones más despolitizadas, que pocos años después pincharon como una burbuja. Luego llegó Internet y la idea de que se podía militar sin apenas salir de casa. Se supone que hoy tenemos una red difusa que conecta a todos nuestros intereses. La realidad es que existe una correlación: hay movimientos feministas, ecologistas y antimilitaristas fuertes cuando hay partidos y 31


sindicatos poderosos. La corriente pacifista más potente que ha vivido España fue el movimiento antiOTAN, muy vinculado a los partidos de la izquierda tradicional, lo mismo que los años de auge del movimiento vecinal, que tiene mucho que ver con la potencia del Partido Comunista y los sindicatos. Me parece absurda la idea de que los movimientos son un reemplazo o incluso una mejora de las estructuras tradicionales. Sin voto de clase, no hay un relevo fácil. De hecho, lo que está pasando ahora es que el movimiento ecologista está hecho puré: muy debilitado y envejecido. Lo que más me alucina es el negacionismo: decir que los movimientos sociales viven un momento espléndido. La realidad es que lo más fuerte que tenemos son los sindicatos y mira cómo están. Que esa cosa sea la herramienta más potente de la que disponemos dice mucho de la situación”. Colchones y abismos “Debido a su debilidad, quienes defienden la existencia de movimientos sociales usan conceptos difusos: la multitud, el cognitariado, las mareas….Si fueran fuertes se hablarían de cosas como el compromiso o la capacidad para cambiar agendas políticas. Eso ha desaparecido. El movimiento antiOTAN tuvo el respaldo necesario para forzar un referéndum y movilizar a millones de personas. Militando en la insumisión, me di cuenta de nuestras debilidades. En un momento dado, se dio el gran paso adelante, que consistía en implicar a Izquierda Unida. Organizamos una gran manifestación que diera visibilidad al movimiento en Asturias, incluso se contrataron anuncios en prensa, cuñas de radio y coches con megafonía por las calles. El resultado fueron trescientas personas. Esto fue en el noventaypoco. Mira el paso atrás tan grande desde el movimiento antiOTAN de 1986. La confusión sobre nuestra fuerza tiene que ver con que sí teníamos un colchón social de simpatía, incluso entre los medios de comunicación, pero de ahí a generar movimiento y agenda pública hay un abismo. Igual pasa ahora con la Plataforma de Afectados por la Hipoteca: despierta mucha simpatía social, pero es incapaz de marcar una agenda política. Consigues debate, discurso, apoyo social, visibilidad, pero no medidas concretas. Sirve como autoayuda para los afectados, que no es poco, pero no influye en cambios legislativos. No reconocer esos límites, que es una actitud de muchos militantes, me parece un triunfalismo totalmente ridículo. Por ejemplo, los ecologistas del norte de Europa sí que tienen una capacidad de influencia muy potente. En Alemania y Suecia pueden cambiar leyes”. Homogeneidad activista “En España apenas hay militantes de clase baja. Se pueden contar con los dedos de una mano. A los activistas les encanta hacer sociología, pero solo cuando es para fuera: el análisis sociológico hacia dentro les pone de los nervios. En algún momento habrá que ponerse a ello. La realidad son círculos muy reducidos, casi siempre de clase media, con alta cualificación académica y normalmente con alguna conexión familiar con el mundo de la izquierda tradicional. Lo peor es la incapacidad para interpelar a las clases bajas. Me refiero a la población, no a los movimientos de clase baja, porque creo que no existen. Podríamos mencionar el Sindicato Andaluz de los Trabajadores (SAT) o la Corriente Sindical de Izquierdas (CSI) en Asturias, pero no mucho más. Además, técnicamente, no son 32


movimientos sociales, sino sindicatos clásicos. Muchos teóricos tienden a desconfiar de los partidos y de los sindicatos, cuando han sido de largo la herramienta más útil. Los movimientos de la nueva política están llenos de vieja izquierda, activistas de toda la vida, o bien sus amigos o sus hijos. Yo no quiero culpabilizar a nadie en la izquierda: por ese camino se acaba en un retórica como la que utiliza Alfonso Ussía en ABC y La Razón, llamando “pijos” o “hijos de papá” a todo el mundo que quiere mejorar la situación política. Lo que me parece importante es saber con qué mimbres contamos, que me parecen pocos. La gente que tira del carro es porque tiene capital social y familiar para permitírselo. No propongo flagelarse, sino pensar en cómo revertirlo, ser conscientes de lo mucho que nos queda por recorrer. La ceguera ante esta debilidad quizá tiene que ver con que es doloroso reconocerlo”. No tenemos media hostia “Recuerdo, por ejemplo, que estuve con Nico Sguiglia de La Casa Invisible (Málaga). Me dijo una frase muy rotunda, que todavía recuerdo: “No tenemos media hostia”. Lo ilustraba con un ejemplo interesante: él hace un activismo que está cercano al trabajo social, tratando con frecuencia con personas que viven en la pobreza. Se encuentra con situaciones brutales, como gente muy sexista o con discursos reaccionarios, típicos de la derecha tradicional. Me decía que muchos activistas salen corriendo cuando escuchan comentarios de este tipo. Muchas veces nos asusta lo feo que es el mundo. El camino que tenemos por delante es desagradable. Básicamente, está todo por hacer. Buscar procesos identitarios para reafirmar lo listo, lo guapo y lo lo leído que eres no lleva a ningún sitio. En España, ser de izquierda ha supuesto tragar con una larga travesía del desierto. Durante décadas la militancia ha ido a menos, a menos y a menos. Eso ha llevado a dinámicas muy identitarias: la izquierda se convirtió en un conjuntos de consignas y de lecturas, de rituales de autoreconocimiento. Es justo lo contrario de lo que debería ser la emancipación: un proceso para interpelar a los demás y para intentar convencerlos. Cuando no se consigue, sientes que te vas dando cabezazos contra la pared y te acabas refugiando en esos discursos narcisistas. Creo que eso es lo que ha pasado y que está costando mucho salir de ahí. Tenemos que ser conscientes de que no hemos conseguido romper esa dinámica”. La potencia del Marx periodista “Hace poco, me invitó a dar una charla la organización universitaria Contrapoder. Estuvo muy bien, hubo unas cientocincuenta personas, superjóvenes todas, pero a mí me creó una cierta sensación de déjà-vu. Me pidieron que hablara sobre Marx y las preguntas que me hacían trataban sobre el cognitariado de Negri, sobre los problemas de la teoría laboral del valor, cosas tirando a oscuras y teóricas. Yo les dije que a mí me interesaba más el Marx periodista, el que intenta crear opinión interpelando a las grandes masas de trabajadores. Hay un Marx bocachancla, que se pasa de rosca filosofando, que me resulta insoportable. Les conté que en estos años se había producido un gran cambio. Antes se juntaba un grupo de activistas y se ponían a leer cosas tipo Deleuze. Recuerdo un colectivo centrado en políticas urbanas cuyo única actividad, en vez de leer planes de ordenación, era estudiar a Foucault. Pasaban un enorme sufrimiento con sus textos más densos absolutamente para 33


nada. Al revés, resultaba contraproducente, porque te acabas empapando de un lenguaje y de un repertorio conceptual que te aleja de cualquier persona que no esté iniciada en estas cosas. Son esas prácticas identitarias de las que hablábamos antes. Se llega a unos niveles de lenguaje esotérico. Yo creo que hay que leer, que son útiles los materiales teóricos. A veces me llevo sorpresas porque nunca me hubiera imaginado cosas como que Laclau o Deleuze pudieran ser elementos útiles para los procesos emancipatorios de América Latina. Si me dicen que eso podría funcionar en España en 2014, me meo de risa. Muchos de esos textos me parecen infumables, idas de olla posmodernas. Nunca sabes lo que va a ser útil, pero sí me parece importante rechazar el lenguaje esotérico o elevado. Si no sabes explicar algo con claridad, es porque no lo has entendido a fondo. No veo sentido a estar proyectando todo el rato hacia afuera los términos más complejos de tu ámbito de estudio, que es otra inercia muy típica del activismo”. Narcisismo de las pequeñas diferencias “Al tener una izquierda tan escasa, hemos caído en el narcisismo de las pequeñas diferencias. Me gustaría poder decir que lo estamos superando, pero no me lo parece. Tampoco es un proceso exclusivo de la izquierda: le ha pasado también a la extrema derecha, con todas sus escisiones absurdas. Por un quítame allá una frase de José Antonio se hinchaban a hostias los de Falange con los de Falange Auténtica. Todo eso viene de la frustración por la incapacidad de interpelar a una mayoría. En realidad, no existen soluciones fáciles. Lo primero es reconocer la enorme complejidad de la situación política. Luego admitir que tenemos pocas certezas. No sabemos muy bien qué debemos hacer y nos toca ir experimentando. Lo que sí tengo claro es que es bueno incorporar cierta generosidad. Cada día desprecio más el dogmatismo y la seguridad. Hay gente en la izquierda y en los ámbitos autónomos que se dedica a dar lecciones a todo el mundo, amparado en teorías pomposas y grandilocuentes, salpicadas por algún dato macroeconómico para crear impresión de credibilidad. Ese tic de dar lecciones me parece cada vez más despreciable y absurdo, un exceso narcisista, sobre todo porque tampoco es que tengan grandes masas sociales esperando sus diagnósticos. Por ejemplo, yo simpatizo con Podemos, pero respeto profundamente a quien no participa en este o en otros procesos institucionales, digamos los compañeros anarquistas. Creo que es positivo que se exploren diferentes vías. Respeto mucho menos el dogmatismo de ciertos grupitos militantes que se pasan el día especulando y que marcan líneas rígidas y menosprecian a quienes no las quieren seguir. Es uno de nuestros mayores lastres. Tenemos que quitarnos ese discurso de iluminados que domina algunos ambientes activistas minoritarios. Antes te lo podías permitir porque solo te escuchaban cuatro personas en una centro social autogestionado. Hoy es inadmisible porque tenemos la responsabilidad de servir a algo más grande que nosotros”. Saberes prácticos “Ahora estoy dando clases a estudiantes de Trabajo Social. Hay días que les cuento cosas sobre los problemas que atraviesan los niños y niñas madrileñas, por ejemplo con las becas comedor, y acabó aprendiendo yo de lo que explican ellos porque ya han trabajado en esos ámbitos. Cuando hablas con estudiantes de Filosofía, hay tendencia a resolver todo soltando 34


una cita de Rancière. Creo que tenemos mucho que ganar prestando más atención a las disciplinas académicas vinculadas al conocimiento práctico. Durante años, la sociología o politología aplicada ha sido muy menospreciadas. Ese tipo de saberes los necesitamos como agua de mayo. Menos megateorías, altamente especulativas, para explicar los movimientos financieros de las alturas y más trabajo sobre el terreno. Los debates que se están dando ahora sobre participación ciudadana están llenos de informáticos, filósofos y sociólogos. ¿Por qué no incluir trabajadores sociales? Ellos tienen un gran conocimiento de los procesos participativos y sus enormes dificultades. Muchos se saben todas las trampas porque llevan décadas trabajando con conflictos muy específicos. Por ejemplo, la autolegitimación de la administración, solo porque un día te han dejado darle a un botón para votar. La participación debería ser algo más: un conjunto de derechos y obligaciones que permitan implicarnos en la vida pública. No puede ser que todos los procesos de participación se reduzcan a problemas informáticos. Las dinámicas participativas, en todas las comunidades tradicionales, siempre han estado vinculadas a las obligaciones. Me lo contaban hace poco en un congreso en el País Vasco, donde se hablaba mucho de la institución tradicional que es la Asamblea Municipal. Una de las reglas básicas es que no podías participar si no habías colaborado en las tareas comunes, como la limpieza de los caminos o la siega de los pastos comunales. Haber contribuido era un requisito para tener voz en la asamblea. Lo que me contaban es que los trabajadores sociales iban a una asambleas del País Vasco y se encontraban con 150 personas. Les parecía suficiente y les daban un presupuesto para gestionar. Luego volvían a los seis meses y de los 150 solo quedaban dos, porque el resto se había cansado o desinteresado. Al final, lo que pasaba es que le habían dado el presupuesto a dos, con lo que ya no es una asamblea, sino que se parece más a un chiringuito, que no tiene nada que ver con la participación. Eso es muy complicado de solucionar. Decía Yayo Herrero, de Ecologistas en Acción, que lo que hace falta no son programas informáticos, sino misiones que vayan a los barrios a convencer a la gente de que participe en los problemas colectivos.Tiene razón y es muy difícil, quizá de ahí venga nuestra tendencia a buscar soluciones mágicas en la tecnología”.

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¿Por qué es importante la transversalidad y por qué no es una idea abstracta? Eduardo Maura

Durante mucho tiempo, la izquierda tradicional ha pensado que las posiciones que adoptamos ante la realidad estaban determinadas directamente por cuestiones socioeconómicas. Es decir, que uno era de izquierdas o de derechas en función de sus “intereses sociales objetivos”, como individuo o como parte de una “clase” o grupo social. Esos intereses se decidían en función del lugar que cada persona o grupo ocupara en el ámbito de las relaciones económicas (empleado/a de un sector concreto, director/a de una oficina, empresario/a, trabajador/a, autónomo/a, etc.) Sin embargo, la política o el sentido del voto no son simplemente una consecuencia directa de esto o de cualquier otra variable económica o social. Vivimos en sociedades complejas en las que nuestra vida esta llena de estímulos y demandas muy diferentes, a veces contradictorias. Tan importante como nuestro lugar en la pirámide económica es la manera en que nos vemos a nosotros mismos, nuestras aspiraciones y expectativas, la manera en que nos contamos a nosotros mismos cómo hemos llegado a tener el trabajo o la vida que tenemos, etc. A veces la manera en que nos vemos a nosotros mismos es más real que cualquier “realidad social objetiva”. En Euskadi, por ejemplo, hay muchas familias que lo pasan mal, pero la situación no es de emergencia social generalizada y la percepción ciudadana no es esa. La percepción de la corrupción, aunque hay prácticas corruptas y clientelares, es mucho más baja. A la ciudadanía vasca le preocupa el empleo y la precariedad, obviamente. El desempleo, sobre todo juvenil, es muy alto, pero en general se percibe que está por debajo de la media estatal. Existe una renta de garantía de ingresos que ha sido recortada hace poco, pero que en función de diferentes variables puede llegar hasta los 960 euros. El sistema de bienestar social, aunque insuficiente, es cierto que funciona mejor que en otros territorios. En Euskadi, como en todas partes, hay que estar con los que peor lo están pasando, con los movimientos sociales y las luchas concretas, como de hecho hemos estado siempre, pero solamente con eso Euskadi no tendríamos opciones de gobierno de signo popular.

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La desconfianza en las instituciones vascas gobernadas por el PNV y el afán de cambio que nos hizo ganar las elecciones generales allá no es consecuencia directa de una situación económica desesperada. Afecta a sectores medios que por la crisis económica y por la crisis institucional han visto como sus expectativas de ascenso social han quedado bloqueadas. Afecta a personas jóvenes con estudios y a personas mayores de 55 años que sienten que las instituciones se han anquilosado y no están a la altura de sus problemas. Afecta a la gente trabajadora del sector industrial que desde la reconversión ha sentido intensamente que su familia, su ciudad o su pueblo merecían más. Afecta a personas que vienen de votar muy diferente y de experiencias de la crisis completamente diferentes. ¿Por qué entonces hay perspectivas de cambio en Euskadi? Por muchos motivos, entre ellos uno fundamental: en Euskadi ha entrado en crisis el relato de las élites, que dice que en Euskadi todo va bien, que Euskadi es el modelo ideal de gestión, y que si hay problemas en realidad es porque el PNV y el Gobierno Vasco no tienen suficientes competencias. No es cierto. En Euskadi se han hecho recortes y hay políticas injustas marca de la casa, aunque no haya una emergencia social evidente. No es un territorio ideal, pero tampoco se halla en ruinas. No es una isla, pero tiene sus especificidades. Por eso es un buen lugar donde medir el potencial del cambio político. Si en Euskadi estamos en condiciones de ser el primer gobierno autonómico de Podemos es precisamente por la transversalidad como principio político. Hay quien dice que la transversalidad es ambigua y moderada. No es cierto: en realidad es más radical y avanzada. Radical porque aborda de raíz la diversidad social y de experiencias individuales y colectivas de la crisis; avanzada porque no tiene miedo de dejar atrás los lenguajes de siempre con los que tan cómodos nos sentíamos. Transversalidad es interpretar que no puede haber cambio real sin reconocer la diversidad de experiencias sociales y de imágenes de uno mismo que hay en nuestros territorios. Es articular un discurso y una línea de avance democrático capaz de reelaborar esas demandas y experiencias diversas en clave de mayoría social nueva, no de sectores replegados sobre sí mismos o sobre sus “intereses objetivos”. Implica asumir que el cambio requiere de audacia y de riesgo: concretamente, la audacia de no conformarse con que nos apoyen personas que ya están de acuerdo con lo que proponemos, y el riesgo de no pensar solamente en nosotros mismos y nuestras causas, viejas o nuevas, sino en quienes todavía no están o no terminan de confiar en el cambio. Consiste en arriesgar a salirse de los marcos en los que estamos cómodos y ocupar espacios diferentes, nuevos, y por tanto más exigentes, como hicimos participando en el Aberri Eguna o día de la patria vasca. Era un día que parecía de parte, que para muchas personas era ajeno u hostil, pero que nos sirvió para expresar claramente que tenemos. En definitiva, transversalidad es que personas y sectores muy diferentes entre sí viajen en común hacia políticas diferentes, hacia una manera diferente de hacer política y de relacionarse con las instituciones. Toda mayoría social ha de ser necesariamente diversa y plural: lo común es el afán de devolver las instituciones a su gente y la recuperación de la soberanía popular. Lo común es el viaje y es la herramienta Podemos, abierta siempre a los que faltan. Hagamos de nuestro proyecto de mayoría popular uno lo más avanzado, transversal y democrático posible 37


La caída de Podemos Ignacio Sánchez-Cuenca La caída de la socialdemocracia fue el título del artículo que publiqué en infoLibre hace dos semanas. A la vista de los resultados electorales, parece justo dedicar un artículo ahora a la caída de Unidos Podemos. Mientras que aquella mostraba un proceso descendente de largo plazo, acelerado en los últimos tiempos de crisis, lo que hemos visto en estas elecciones es una caída muy significativa en unos pocos meses del voto más izquierdista. ¿A qué se puede deber? Comencemos por repasar lo que ha sucedido. Según muestra el siguiente gráfico, se ha producido una pequeña inversión entre los dos bloques ideológicos. La izquierda (PSOE, Podemos e IU) sumaron más que la derecha en 2015. En cambio, en 2016, la izquierda ha bajado 2,1 puntos y la derecha ha subido 3,5. Estas diferencias han hecho que se inviertan las tornas y que, sin tener en cuenta a los partidos de ámbito regional, se haya producido una mayoría de derechas en España (46,1% frente a 43,8% de la izquierda).

Gráfico Ignacio Sánchez Cuenca

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La caída es consecuencia fundamentalmente de Unidos Podemos. Por separado, Podemos e IU sumaron 6.116.000 votos. En coalición, Unidos Podemos ha caído hasta 5.049.734 votos. Por el camino se han perdido 1.066.000 votos. ¿A dónde han ido a parar? Puesto que el PSOE ha perdido ligeramente (ha pasado de 5.530.000 a 5.424.000 votos), lo lógico es pensar que la mayor parte del voto perdido ha acabado en la abstención. La abstención, de hecho, ha aumentado en 1.189.000 votos, una cifra bastante similar a la pérdida de Unidos Podemos. ¿Por qué ha perdido tanto la fuerza más izquierdista? Aquí se abren múltiples hipótesis. Algunos dirán que el narcisismo de Pablo Iglesias ha sido un pesado lastre; otros pensarán que resucitar a Julio Anguita en campaña (y derramar alguna lagrima en su presencia) no ha ayudado mucho a consolidar la imagen transversal de Podemos como partido de los indignados y los azotados por la crisis; habrá también quien alegue que los vaivenes ideológicos entre el comunismo y la socialdemocracia han podido confundir a algunos votantes o les ha podido llevar a pensar que Podemos tiene un exceso de oportunismo ideológico. Estas hipótesis, a pesar de que sean interesantes y tengan una cierta verosimilitud, son muy difíciles de someter a prueba empírica y no abordan la cuestión clave de los efectos que ha tenido la coalición entre Podemos e IU. En general, los datos demuestran que aquellas provincias en las que IU obtuvo un mayor porcentaje de voto en las elecciones de 2015 son justamente las que han registrado una mayor pérdida de Unidos Podemos. He calculado la diferencia entre el voto a Unidos Podemos en 2016 y la suma de votos a Podemos e IU en 2015 y, a continuación, he elaborado un diagrama que muestra la relación entre dicha diferencia y el porcentaje que obtuvo IU en 2015. El resultado puede observarse aquí:

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Gráfico Ignacio Sánchez Cuenca Puede verse claramente que cuanto más elevado fue el voto a IU en 2015, mayor es la pérdida de Unidos Podemos en 2016. La relación es estadísticamente significativa. Es interesante subrayar que si en el eje horizontal representamos el porcentaje de voto a Podemos en 2015, no se aprecia relación alguna. Llama la atención el caso de Las Palmas, que tiene la mayor caída de toda España a pesar de tener tan solo un nivel medio de voto a IU: se debe a la división interna en el grupo de Podemos en esta circunscripción, con una pelea entre dos facciones enfrentadas, así como al escándalo que rodeó a la jueza Rosell. Quitando el caso un tanto excepcional de Las Palmas, la mayor caída se produce en Asturias, la provincia con mayor apoyo a IU: como es bien sabido, Gaspar Llamazares no ocultó su oposición a la coalición de IU con Podemos. Alguien podría pensar que la relación encontrada se debe a que IU no se presentó en 2015 ni en Galicia ni en Cataluña. Pero incluso si eliminamos las provincias de estas dos comunidades autónomas, la relación sigue siendo estadísticamente significativa. El hecho de que ni en Galicia ni en Cataluña se presentara IU en 2015 nos pone sobre aviso de otra posible hipótesis: en general, parece que Podemos resiste mejor en aquellas provincias con un fuerte grado de nacionalismo. Para examinar esta cuestión con más detalle, he calculado la media de las preferencias territoriales en cada provincia cogiendo los datos de la encuesta preelectoral del CIS. En concreto, se le pregunta al entrevistado, en una escala de cinco valores, si debería haber menor o mayor descentralización en España (el valor mínimo, 1, significa que la persona quiere un Gobierno central sin autonomías y el valor máximo, 5, que se apoya la posibilidad de que las CCAA accedan a la independencia).

Los resultados aparecen en el anterior gráfico:

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En el gráfico se observa cómo las provincias que mejor resisten son justamente las que tienen preferencias más favorables a la descentralización y la independencia. No se trata de factores explicativos excluyentes, pues IU solía ser más débil en las circunscripciones con mayores preferencias independentistas. En cualquier caso, si se introducen las dos variables en un análisis de regresión, ambas son estadísticamente significativas. Parece, pues, que Unidos Podemos se atascó sobre todo allí donde IU era más fuerte y donde hay menor comprensión hacia las demandas de los grupos nacionalistas periféricos.

Este último factor requiere un análisis más detallado que no puedo ofrecer en esta ocasión. ¿Se debe a las posiciones de Podemos en torno a la cuestión catalana? ¿O más bien a que en las comunidades autónomas en las que hay demandas de independencia la izquierda tiene una implantación social más fuerte?

Los partidos de Unidos Podemos se conjuran para mantener vivo el espacio político Airtor Rivero

Los partidos integrados en Unidos Podemos y las confluencias autonómicas están decididos a seguir adelante con el espacio político que se generó tras el acuerdo de IU, Podemos y Equo para concurrir juntos a las elecciones generales del 26 de junio. Tras una semana de cierta perplejidad ante unos resultados que no cumplieron las expectativas, propias y extrañas, representantes de las diferentes candidaturas se han reunido en Madrid para compartir las primeras impresiones tras el 26J y confirmar, sin fisuras aparentes, la vigencia del movimiento y la necesidad de repensarlo una

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vez concluida la vorágine electoral de los últimos años, según han confirmado varias personas presentes a eldiario.es. La reunión también ha anticipado un probable Gobierno de Mariano Rajoy. "Ahora le corresponde al PP intentar conformar gobierno", asegura Podemos en una nota de prensa remitida a los medios tras finalizar la reunión, que ha durado algo más de tres horas. "Vamos a organizarnos desde nuestra diversidad y plurinacionalidad para ser el polo que enfrente la austeridad y las políticas del PP, y así se reflejará en nuestro funcionamiento en el Congreso", zanja la nota. El análisis ha evitado hacer foco de los resultados de las elecciones en la confluencia con IU o en el diseño de la campaña electoral, los dos elementos que habían polarizado el debate interno en Podemos y cuya repercusión pública amenazaba bronca hasta que fue atajado por la dirección. "Vamos a seguir debatiendo en abierto, eso no es necesariamente lo mismo a que haya división. Debatimos con honestidad y discutimos, pero vamos todos a una", ha recalcado tras el encuentro el secretario Político de Podemos, Íñigo Errejón. Varias personas que han asistido a la reunió consultadas por eldiario.es confirman que el clima de la reunión ha sido muy bueno y calmado y que la apuesta unánime ha sido por la continuidad del proyecto. "Sentar las bases para pasar del sprint a la carrera de fondo", en palabras de uno de los representantes que este viernes ha participado en la cita. Es decir, dejar de ser la "maquinaria de guerra electoral" que aprobó Podemos en Vistalegre para reducir la velocidad ante una previsible legislatura liderada por el PP en la que Unidos Podemos engrosará la oposición parlamentaria. A la salida de la cita el líder de Anova, Xosé Manuel Beiras, certificaba este mensaje y se alegraba de la "coincidencia más que suficiente sobre las causas del desenlace" que viene dado por "variables exógenas pero también los fallos que consideramos que hemos tenido". Beiras ha señalado que dichos fallos serán plasmados en un informe del que no ha querido anticipar su contenido pero sí ha considerado necesario "recuperar la coordinación e intercomunicación" entre las distintas partes que, según él, se perdió "en marzo". "Se terminó una fase del proceso y la nueva es muy distinta. Requiere que pensemos muy bien la estratgia y metodología", ha concluido. El miedo como clave El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, fue el primero en tomar la palabra para exponer de forma sucinta lo que ya ha venido diciendo en público desde el lunes, que no se alcanzaron los objetivos y que el millón de votantes perdidos entre diciembre y junio sufrió una suerte de vértigo ante la posibilidad real de que se alcanzara el Gobierno, según fuentes presentes en la reunión. Es decir, tal y como asegura Iglesias en la introducción del programa Fort Apache que se emite este sábado, "la clave fue el miedo a lo nuevo". 42


Durante la cita también ha tomado la palabra la secretaria de Análisis Político y Social de Podemos, Carolina Bescansa, quien también ha insistido en que ese millón de votos perdido "no se ha ido a otros partidos, sino a la abstención".

A la reunión ha asistido el Consejo de Coordinación de Podemos, encabezado por el secretario general de la formación, Pablo Iglesias, representantes de En Comú Podem, como Xavier Domènech y Ernest Urtasun; de En Marea, como Xosé Manuel Beiras y Yolanda Díaz; de A la Valenciana, Àngela Ballester, Pasqual Mollà y Pep Cortell; de la candidatura con Més en Baleares, David Abril; de IU, Clara Alonso y Sira Rego; y de Equo, Juantxo López de Uralde, entre otros representantes. A lo largo de esta semana, Izquierda Unida y En Comú también habían hecho pública su apuesta por mantener el espacio y repensarlo. El coordinador federal de IU, Alberto Garzón, pedía en una carta abierta a la militancia "empezar a construir un espacio político con enorme potencial de transformación". El líder de la confluencia catalana, Xavi Doménech, apelaba por su parte a "una redefinición estratégica de largo alcance". Fuentes presentes en la cita señalan que no ha habido disenso en la reunión sobre esta apuesta de avanzar en la consolidación de Unidos Podemos, aunque esto no significa que los 71 diputados que engrosan el resultado de la candidatura estatla y las confluencias se mantengan en un único grupo. Aunque aún está por determinar todo apunta a que al menos los representantes electos de Compromís irán, como ya hicieran en diciembre, al Grupo Mixto cuando se rechace la formación de su propio grupo.

Victorias y derrotas (X.Domenech ) I El 26J ha resultado claramente una sorpresa. Habrá tiempo para ver en perspectiva que es lo que se ha podido hacer mal o bien en una campaña electoral no esperada y en la que habíamos puesto como principal propuesta la conformación de un gobierno vertebrado por las distintas confluencias. 43


De hecho, la campaña se ha convertido para el resto de actores políticos no en un plebiscito sobre el gobierno realmente existente, el del PP, sino sobre la propuesta que hacíamos. Eso significaba defenderse de múltiples mensajes cruzados precisamente dirigidos contra esta posibilidad. De allí que la principal celebración del PP en la noche electoral –con el grito del “Si se puede” como acto de pura venganza– no era su victoria, sino la derrota de las nuevas fuerzas del cambio. De allí que la principal celebración del PSOE fuera precisamente que no se le hubiera superado electoralmente, era su “victoria”. En un efecto que se multiplicaba también en otros partidos. En este sentido ha funcionado la activación del temor hacia un gobierno protagonizado por estas nuevas fuerzas. ¿Estos temores se podían superar con una campaña de apenas un mes? Difícilmente, más allá de que haya cosas que hayan funcionado y otras no o que haya problemas de base o no. El problema probablemente es más profundo y no se juega sólo en el terreno de las hegemonías electorales a corto plazo, más cuando la propuesta que se hace no encuentra eco en la formación que propones como principal aliado de ese posible gobierno. Para desactivar ese temor se tiene que apelar a la suavidad, lo que hace que a su vez pierdas señas de identidad anteriores, y esa suavidad en quince días o un mes tiene que actuar contra mil elementos cruzados. Hay dilemas que a veces son imposibles tanto por un lado como por el otro. II En toda victoria hay elementos de derrota. Ciertamente el resultado más probable será un gobierno del PP, que prácticamente no ha sido ni juzgado en esta campaña. Pero este será un gobierno parlamentariamente débil y que no tendrá respuestas a ninguna de las grandes preguntas que nos ha llevado al escenario de cambio político actual, sino es la negación o reformas de muy bajo nivel ante unas crisis de alto nivel: la democrática, la social y la plurinacional. Será en este sentido un gobierno o una coalición de gobierno, explicita o implícita, agonizante. En este marco se debe construir una oposición eficaz, tanto en aquello que implica capacidad de incidencia para cambios concretos, como en aquello que implica construcción de una nueva alternativa de futuro que debe tener una de sus bases en la política desarrollada en el Congreso, pero no sólo. El sistema político del estado se encuentra en plena transición y es todo él el que debe ser finalmente refundado. Proceso en el que la clave social, la cultural, la democrática y la plurinacional deben ser construidas desde distintos niveles, ámbitos y sujetos para hacer que las alternativas fuertes, al devenir progresivamente más hegemónicas, devengan suaves por mayoritarias. Fuera de las lógicas de campaña, se debe generar un proceso amplio donde lo que esté en juego ya no sea la refundación de un sistema político sino la generación de procesos constituyentes para que las alternativas de gobierno nazcan de las alternativas de sociedad. III 44


En toda derrota hay elementos de victoria. El mismo hecho de que lo que realmente se ha plebiscitado es la alternativa de gobierno que proponían las nuevas fuerzas del cambio, indica hasta que punto han sido ellas, y sólo ellas, las que están marcando la pauta del debate político y se constituyan a su vez como única alternativa real al gobierno del PP. Esa centralidad sólo ha sido posible a partir de una gran osadía que nació en las calles, se solidificó en los ayuntamientos del cambio, e irrumpió con una fuerza enorme en el congreso el 20 de diciembre, convirtiendo el bipartidismo en una pobre sombra de lo que había sido e inaugurando la transición del sistema político. Eso sólo ha sido posible por la acción de millones de ciudadanos anónimos y por la conjunción de las más generosas de las voluntades y de las mejores inteligencias que hemos tenido de nuestro lado. Sólo desde esa osadía democrática se entiende que ante el fracaso de conformación de un gobierno del cambio real, y el bloqueo vivido que en este sentido nos llevó a nuevas elecciones, se pretendiera una aceleración del tiempo histórico que finalmente no ha sido posible. Pero ante ello debemos convertir la frustración en un nuevo tiempo de cambio. No será en este sentido ni la primera vez, ni la última, que nos encontremos colectivamente frente a este reto. IV Tenemos por delante una gran responsabilidad. Eso conlleva analizar sosegadamente tanto los errores como los aciertos, pero no encerrarnos en dilemas imposibles, ya que lo que tenemos por delante es una redefinición estratégica de largo alcance. Esta es una historia que va más allá de un momento y un espacio determinado. Nos encontramos en el inicio de una nueva fase histórica, que tiene un ciclo político especifico, pero también económico, social y cultural, incidir en el mismo no es quedarse atrapado en lógicas políticas cortas, es intentar siempre estar a la altura y saberse adaptar a los retos de cada momento sin olvidar los de conjunto. Las viejas fuerzas no quieren ceder y si ceden los hacen para ganar tiempo, las nuevas deben saber representar las aspiraciones inmediatas pero también actuar en un conjunto más amplio, donde se pueda dilucidar finalmente una alternativa social, económica, cultural y política.

"No basta hacer un discurso hueco si no planteas una alternativa clara" MONEDERO

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"Toda la Ejecutiva apoyó la confluencia con Izquierda Unida. Y las bases apoyaron de manera contundente, con el 98%, esa confluencia", asegura el fundador del partido en un artículo en su blog "Si no das herramientas para movilizar a tus votantes, tus votantes no se van a movilizar", señala Monedero. El politólogo critica la campaña de Unidos Podemos y cree que faltó confrontación con el PSOE, pero se muestra convencido de que Unidos Podemos ganará las próximas elecciones Monedero: Apelaremos al rescoldo socialdemócrata del PSOE para que no se eche en brazos de C's El fundador y exdirigente de Podemos Juan Carlos Monedero ha hecho público su análisis de los malos resultados cosechados por Unidos Podemos en las elecciones del 26 de junio. En un artículo en su blog, Monedero rechaza que tenga que haber dimisiones en la dirección del partido, cree que la confluencia con IU era y sigue siendo necesaria y pone el foco del fiasco en una campaña que no ha confrontado con el PSOE y en el desapego con la calle. "No basta hacer un discurso hueco, adornado con una labia simpar y embellecido con el oropel de las televisiones si no planteas una alternativa clara y, al tiempo, insistes en el problema que tienen los partidos con los que confrontas", apunta el politólogo. "Si no das herramientas para movilizar a tus votantes, tus votantes no se van a movilizar", señala Monedero. En su opinión, Unidos Podemos ha cometido el mismo error que Ciudadanos: no atreverse al enfrentamiento con el que era su rival natural por miedo al día después de las elecciones. "Ciudadanos criticaba solo a Rajoy porque si criticaba al PP pensaba que no le iban a votar. Y ahí está el resultado. Podemos hacía lo mismo con el PSOE, evitando criticar al partido para ganar a sus votantes, limitándose a criticar a la dirigencia. Dando a veces la sensación de que lo que realmente querría es ocupar el lugar del PSOE, sin entender que el PSOE forma parte de un mundo que pertenece ya al pasado". Monedero alerta además contra los intentos de señalar a Pablo Iglesias como "responsable único de un resultado espectacular que solamente es malo si se le mide con las expectativas de las encuestas-trampa". El profesor recuerda que "toda la Ejecutiva apoyó la confluencia con Izquierda Unida" y que esta fue ratificada "de manera contundente" por la militancia. "Nadie –tampoco Íñigo Errejón, como quieren presentar algunos medios- se puso del lado del 2% que estaba en contra de esa confluencia", indica.

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El exdirigente de Podemos defiende la unión electoral con IU. "De no haberse presentado juntos el resultado hubiera sido aún peor", apunta. En su opinión, "el problema no está en la confluencia, que va en el camino correcto, sino en entender qué ha fallado para que votantes que apoyaron a estos partidos hayan decidido no hacerlo en estas elecciones". El politólogo es consciente también de que "mucha gente no ha entendido la firmeza a la hora de no ceder a un gobierno de Rivera presidido por Sánchez", en referencia al voto negativo en el debate de investidura del candidato del PSOE el pasado mes de marzo. Monedero alerta de otro problema: "Podemos se ha mimetizado". En su opinión, el partido ha sufrido los seis meses en el Congreso y ha perdido la frescura que le catapultó en dos años a pugnar con el PSOE por la hegemonía de la izquierda española. "Podemos se ha mimetizado. En la tediosa discusión parlamentaria para formar gobierno, en el tedioso debate a cuatro, en la estricta presencia parlamentaria, en la falta de originalidad en la organización interna. No se trata de ser izquierdistas sino de ser originales", señala. De ahí que el fundador aconseje mirar al futuro. Algo que ya hicieron los distintos portavoces de Podemos y de IU en la noche del domingo. "El futuro del espacio antaño llamado izquierda va a ocuparlo una suerte de Frente Amplio donde Podemos va a ser la nave nodriza pero solamente eso". Y vaticina: "En cuanto el PSOE demuestra quien en verdad es –algo que siempre oculta en las elecciones- aparecerá Unidos Podemos como la única fuerza que puede representar los intereses de la mayoría".

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Siete hipótesis para la ausencia de sorpasso Fue la gran sorpresa de la noche para muchos, si no para todos: el PSOE mantuvo claramente la segunda posición, y ahora todos los politólogos y sociólogos del lugar nos planteamos por qué. Pero la pregunta no es tanto si las encuestas fallaron o dejaron de fallar (está claro que lo hicieron), sino más bien cuáles son los argumentos teóricos para construir hipótesis que, pre-20D, nos tendrían que haber hecho pensar que, finalmente, no habría sorpasso. Lo que me preocupa aquí no es por qué los sondeos estaban mal sino por qué nos los creímos, y qué deberíamos haber pensado para cuestionarlos. Esta es una nota exploratoria. De aquí no saldrán respuestas, sino interrogantes que quedarán por cerrar a la espera de conseguir datos para poder contrastarlos. Las hipótesis, por cierto, no son para nada excluyentes, sino todo lo contrario. Tampoco pretende ser una lista completa, aunque sí extensa. Provienen de lo escuchado, comentado y pensado por la (digamos) profesión 1. Brexit. Quizás el factor más citado fuera de España como posible explicación, también ante el cual nos hemos mostrado más escépticos. El mecanismo sería el siguiente: un evento inesperado de consecuencias incalculables muestra el coste potencial de “votar distinto”, y favorece la vuelta de votos al PSOE o la abstención de personas que antes pensaban votar a Podemos. Para validar esta hipótesis necesitaríamos observar un considerable efecto de reducción del voto a UP en todos los trackings realizados el viernes y el sábado, por no hablar de la encuesta a pie de urna. No fue ése el caso. Además, la teoría adolece de ciertos problemas: ningún partido empleó un gran esfuerzo en sacar partido del evento, sencillamente porque Europa no es un cleavage en España ni fue un tema central de la campaña. Además, cabe suponer que la base de votantes de Unidos Podemos tiene una mayor tolerancia a la incertidumbre. Todo esto no descarta que surja una prueba en un futuro cercano que apunte en otra dirección. Pero, por el momento, no parece haber sido un factor fundamental.

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2. Alejamiento del centro. Cuando Podemos se unió a IU, lo hacía con un partido que estaba ligeramente a su izquierda. Para sus votantes podría no tener demasiada importancia porque al fin y al cabo ya eran ideológicamente similares, ¿pero acaso la coalición no añadía información, por así decirlo, al votante potencial moderado? Mi intuición, o la hipótesis que realizaría, es la siguiente: los votantes ya ponían en lugares de la escala muy similares a ambos partidos, pero Podemos era una formación nueva de futuro incierto. De hecho, su eventual movimiento hacia el centro era uno de los temas transversales al debate público sobre Iglesias y compañía. Quizás el votante moderado interpretó la alianza con IU, un partido con mucho pasado y al que ya conocía bien, como una señal más o menos inequívoca que confirmaba la posición que ya conocía, reduciendo significativamente su capacidad de moverse de manera más libre en el eje. Con otras palabras y marcos epistemológicos, la tesis errejonista (a falta de una mejor palabra) estaría sobre esta línea. Personalmente, pienso que tiene sentido, sobre todo porque creo firmemente que la ideología sigue siendo la variable principal para explicar nuestro comportamiento electoral. Pero la falta de un efecto en la intención directa de voto en las encuestas que señala Pepe Fernández-Albertos nos debería indicar cautela: desde luego, no desalentó a votantes entonces. Aunque mi hipótesis parte de un evento difícilmente observable: no tenemos una España 2 en la cual no hubo coalición, y no sabemos qué habrían pensado los moderados. Como nota al pie, es importante reseñar que el voto de las confluencias autonómicas apenas ha caído, y que las pérdidas están en Podemos central+IU, apuntando al eje ideológico. 3. Baja lealtad de votantes de IU. Es algo que se comentó mucho cuando se confirmó la coalición: el escepticismo de cierto votante clásico, digamos llamazarista, que podría sentirse no muy cómodo en la cuasi-absorción de Pablo Iglesias. Y aunque la evolución de la intención de voto no dejaba espacio para sostener esta hipótesis, sí que lo hacía la menor fidelidad que observábamos en varias encuestas del votante de IU del 20D. No puede, por cuestiones meramente cuantitativas, explicar una gran parte de nuestro fallo de estimación. Pero sí alguna. 4. Castigo anterior. Sea por el fracaso esperado de las negociaciones o por otra razón, a principios de 2016 observamos un estancamiento o empeoramiento de Podemos en las encuestas (lo recordaba de nuevo Fernández-Albertos). Eran los tiempos de las divisiones internas y de las negociaciones duras, con errores reconocidos por sus propios protagonistas. La posibilidad primero y certeza después de una coalición con IU borró esa impresión. Pero la media de encuestas de marzo (sumando Podemos e IU) es la que más se parece al resultado final del 26J, y también refleja el punto más bajo del partido de Iglesias. Lamentablemente, no hay manera de comprobar esta idea (no se me ocurre ahora mismo, al menos) sin disponer de datos de panel, con seguimiento del mismo individuo y su intención de voto mes a mes. Pero es sin duda una gran candidata a hipótesis explicativa. 49


5. Insuficiente movilización de la base. Tanto este como el siguiente factor están íntimamente relacionados con el punto anterior. UP dependía en gran medida de una base de votantes con un perfil bastante determinado: más bien jóvenes, más bien urbanos, más bien movilizados e interesados en política, más bien informados, y de izquierdas. Si la pre-campaña y la campaña ha fallado en mantener al máximo el compromiso de estos individuos, siendo al mismo tiempo incapaz de llegar al centro del espectro, ahí tenemos una parte de la caída (probablemente hacia la abstención). Por descontado, una de las causas de la falta de convencimiento podría ser por castigo anterior, o tal vez estos votantes esperaban de Podemos una cosa distinta a la que recibieron: más centrada, más posibilista, o sencillamente diferente (más en el punto 7). De esto, en cualquier caso, sabremos más con las encuestas post-electorales. 6. Mala valoración de Pablo Iglesias. Probablemente no ha habido un líder que pierda valoración tan velozmente entre el electorado español. Se trata de una consecuencia lógica de la sobreexposición mediática a la que él mismo admite haberse sometido en aras de dar a conocer el partido, pero ¿ha podido llegar a ser contraproducente? La hipótesis, aunque interesante, no cuenta con demasiada base. En España, el voto a candidatos es en general poco habitual. Según nos indican los datos, Ciudadanos es una excepción a esta regla, pero Podemos no lo es tanto. Otra cuestión es si el tipo de liderazgo y de discurso de Iglesias hace más fácil al votante clasificar a Podemos como una opción demasiado a su izquierda. Pero esto, en realidad, es indisociable del punto 2. 7. Fracaso en la consolidación de un espacio diferenciado. En una tribuna que parte de la misma pregunta que este texto, la politóloga Máriam Martínez-Bascuñán apunta a que Podemos no supo consolidar un nuevo espacio y se ciñó a apuntalar, a hacerse hueco, en el que el PSOE había dejado a su izquierda. Otra socióloga me apuntaba ayer agudamente que sólo pensamos “en términos de agregación de votos del 20D y no en términos de cómo construir un discurso para vender esa alianza”. Quizás esta, y no la 2, sería la auténtica tesis errejonista. La búsqueda de significantes existentes para apropíarselos y rellenarlos con ideas propias se circunscribía casi siempre a ejes que ya estaban ahí (“socialdemocracia”, “patria”), y en los que Podemos estaba claramente identificado por el elector, más aún tras el pacto. Pero el juego en otras dimensiones, como el generacional, el de los valores postmaterialistas, el del feminismo, el medioambiental… la estrategia tipo Trudeau (¡o incluso tipo ZP 2004!), quedó un tanto apartada. Sea por esto, sea por la imposibilidad o incapacidad de crear un frente amplio estilo Laclau en el parlamentarismo de un país plurinacional y multipartidista, UP habría quedado encajada en un espacio muy determinado. Se me antoja necesario explorar estas, y otras, hipótesis en las próximas semanas. Normalmente, un no-evento no es algo fácil ni interesante de estudiar. Pero, para mí, la ausencia de sorpasso es una excepción. Entre otras cosas, porque es en cierta medida una manera de entonar el mea culpa, ya que dimos por sentado que el evento tendría lugar, o que estaba teniendo lugar a medida que 50


mirábamos el avance en las encuestas. Y, sobre todo, de mejorar. Es probable que fallásemos porque nos olvidamos de cuestionar y revisar nuestras asunciones de base. De hecho, tal vez nos olvidamos de tenerlas, y por eso nos dejamos llevar por el consenso demoscópico.

¿A dónde ha ido el millón de votos que ha perdido Unidos Podemos? El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, junto al coordinador federal de IU, Alberto Garzón. A pesar de que han mantenido el mismo número de diputados que tenían en el parlamento anterior, uno de los grandes derrotados de las elecciones del domingo es la coalición formada entre Podemos e Izquierda Unida. Es cierto que una parte de esta sensación de derrota viene de las expectativas que daban por descontado el “sorpasso” al PSOE, pero estas expectativas no pueden esconder el hecho de que la coalición no ha conseguido siquiera mantener el número de apoyos que Podemos obtuvo en solitario el pasado mes de diciembre: las dos formaciones han perdido más de un millón de votos el 26J respecto al 20D. ¿Dónde han ido estos votos? Sin datos a nivel individual y con las encuestas preelectorales habiendo fallado tanto es complicado saber a ciencia cierta a dónde han ido estos votos, sin embargo, podemos intentar analizar los dos destinos más probables de estos votos: por un lado la idea de que estos votos se hayan ido al PSOE como candidatura alternativa de la izquierda; por el otro, la idea de que este millón de votantes se han desmovilizado después de seis meses de arduo debate y, en esta ocasión, han decidido quedarse en casa. La primera opción sería que el pacto entre las dos formaciones hubiera generado rechazo ¿Movimientos en la izquierda? Una primera opción sería que el pacto entre los dos formaciones o las dinámicas de la negociación de los meses anteriores a la votación, hubieran generado cierto rechazo hacia la candidatura y hubieran llevado a muchos votantes a optar por la otra gran formación de la izquierda, el Partido Socialista de Pedro Sánchez. Los datos a nivel agregado presentan importantes limitaciones para entender hacía dónde se han movido, ya que distintos elementos probablemente tengan efectos contrarios que se neutralizan generando mucho ruido, lo que hace difícil la identificación de asociaciones reales. Sin embargo, hasta que no tengamos datos mejores, los datos agregados es el único indicador que podemos utilizar. Y para ver hasta qué punto parecen indicar movimientos de antiguos votantes de Podemos e IU hacía el PSOE hay que comprobar, a su vez, hasta dónde las pérdidas o ganancias de votos (estandarizados por el número de votos conseguidos en la provincia en 2015) está asociada con las pérdidas o ganancias de votos del PSOE en las distintas provincias (gráfico izquierdo), o con sus niveles de apoyo (gráfico derecho).

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Como muestra el gráfico, la evidencia de transferencias de voto entre las dos formaciones es muy limitada. De hecho, si el gráfico muestra algún tipo de relación entre las pérdidas y ganancias de Unidos Podemos y PSOE, ésta es positiva. Podemos e Izquierda Unida pierden menos ahí dónde el PSOE aguanta mejor. Estos datos son congruentes con las encuestas preelectorales que mostraban que las transferencias hacia los socialistas de los antiguos votantes de los dos partidos eran muy limitadas.

¿Desmovilización de los votantes? Un segundo posible destino de este millón de votos es la abstención. Al fin y al cabo, la participación ha caído y podría muy bien ser que lo hubiera hecho, sobre todo, a costa de los votantes de los partidos de la izquierda. La participación es uno de los elementos más complicados de medir con encuestas electorales y esto puede generar errores Esta hipótesis podría explicar por qué las encuestas fallaron tanto a la hora de predecir el resultado; la participación es uno de los elementos más complicados de medir con encuestas electorales porque es una pregunta que sufre de problemas de "deseabilidad social", lo que hace que sean pocos los que reconozcan que no van a votar. Para contrarrestar esta hipótesis podemos ver cómo los cambios de voto a la coalición se asocian con cambios en los niveles de participación. A las precauciones ya mencionadas respecto a los datos agregados, hay que añadir en este caso cierta precaución extra por el baile de cifras del censo, que ha hecho que los datos de participación de la web del ministerio sean poco fiables a estas alturas. Una vez más los datos agregados nos muestran una imagen poco clara y contraria a las intuiciones: Unidos Podemos parece perder menos votos en las circunscripciones donde más alta fue la participación, y dónde menos bajó desde el 20D. 52


Aunque esta circunstancia podría estar condicionada por un efecto de techo y regresión a la media, pues Podemos sacó mejores resultados en las provincias con unos niveles de participación más alta en diciembre, por lo tanto, podría ser que la relación fuera poco significativa y se debiera solamente al hecho de que es más fácil que la participación baje en los sitios dónde ha sido inusualmente alta que en los que no. Sin embargo, una vez más no encontramos una evidencia fuerte de que los votantes de Izquierda Unida y Podemos se hayan quedado en casa.

Hipótesis alternativas Los datos agregados, pues, no nos sirven para testar ninguna de las grandes hipótesis sobre el destino de los votantes de Izquierda Unida y Podemos que no han votado por la coalición en estas elecciones. Esto se puede deber a distintas razones. Podría ser que el destino de los votos perdidos por Unidos Podemos sea un destino inesperado En primer lugar, podría ser que el destino de estos votos no hubiera sido ninguno de estos espacios sino otros. Por ejemplo, tanto el PACMA como la coalición Recortes Zero, han mejorado resultados respeto al 20D. También ERC en Cataluña puede haber recuperado cierta parte del voto independentista que en diciembre optó por defender el referéndum con la candidatura encabezada por Xavier Doménech. Es cierto que la magnitud de esta mejora queda muy lejos del millón de votos perdidos por los dos partidos de la coalición, pero seguramente hay una parte que ha acabado derivando a otros partidos de la izquierda. En segundo lugar, es muy probable que los datos agregados escondan dinámicas individuales que sí están en línea con las hipótesis definidas. En cualquier caso, habrá que esperar a datos a niveles 53


o a los datos electorales a niveles de sección electoral para poder resolver el misterio de esta gran bolsa de votantes que ninguna encuesta electoral había predicho que se iba a extraviar.

El 26J como una buena noticia AUTOR Guillem Martínez Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo)

He tardado varios días en llegar a esta conclusión. Conclusión: los resultados del 26J fueron espectacularmente positivos para el proyecto de ruptura que está en el aire desde 2011. No es ironía. No es credulidad. No son ganas de vender crecepelo. Los resultados son, lo dicho, positivos, por un tubo y por dos razones. A saber, a) y b). Sobre a). Lo que hemos dado en llamar partidos del Régimen y que, en efecto, son partidos que están vitalmente e intelectualmente unidos a ese paréntesis histórico que se inicia en 1978 y que finaliza, abruptamente, sin tiempo para que sus usuarios cambien de cosmovisión, con el pack Reforma Exprés de ZP y Contrarreformas de Rajoy. Es decir, con la ruptura unilateral del pacto social. Carecen de análisis y de cualquier otro resorte interno que no sea mantener, con el mínimo de cambios posibles, una Constitución, unas costumbres/reglas de juego y, en general, un mundo que no existe, en el que ejercen, por turnos, el poder en un Gobierno deslocalizado en La UE. Esos partidos irán cayendo por toda esa autodefinición que cargan a cuestas. No nos damos del todo cuenta, pero dibujan gráficos UCD style. El PSOE está en su mínimo histórico. Conocerá, tal vez, ligeros aumentos, pero también, y más probable, nuevos mínimos históricos. El PP, cuesta creerlo, pero también va a la baja. Desde su mayoría absoluta con Aznar, ha perdido varios millones 54


de votos. No los recuperará. Tras el 26J tiene aspecto de partido rollizo, pero el aspecto acostumbra a ocultar la intimidad. No sé. Un pavo en diciembre también goza de su mejor aspecto, pero íntimamente debe gastar cierta bajuna. Este 26J el PP, simplemente, ha recuperado los votos que dejó a C's, y los votos desmovilizados que ha vuelto a movilizar. El PP, por lo demás, y eso en ocasiones se nos olvida, es un partido inconfesable. No puede verbalizar en voz alta sus dinámicas ni su ideario. Es posible que, por eso mismo, haya accedido a su máximo de movilización posible sin tener que explicarse, autoformularse, algo que nunca podrá hacer y que, en el trance de hacerlo, quizás sólo le supondría desmovilización y una ruina absoluta. El fracaso de C's --un partido con una lógica, es decir, con unas fantasías difícilmente verbalizables y parecidas a las del PP-- dibuja, a su vez, que la nueva derecha, y el futuro de la derecha, está en el PP, en la vieja derecha, a la que se recurre en caso de prisa. No habrá otra derecha a medio plazo. Es, por tanto, una derecha vieja, con mitos viejos y votantes viejos. Al menos esta mañana a primera hora, la derecha española es un momento histórico que culmina con el PP. Más concretamente, en la II legislatura de Aznar, un tipo --una época-que tiene más posibilidades --si nos atenemos a escándalos como los negocios de Aznar de venta de armas desde su despacho oficial-- de ir al banquillo que de volver a los glory days. Sobre b) --y aquí empieza lo realmente positivo--: Unidos Podemos ha perdido más de un millón de votos. Y eso no sólo es bueno, sino muy bueno. Me explico. Hay dos hechos de ruptura planteados en el Estado. El 15M y --de forma más latente, discreta y presagiándose como un hecho fundamental cuando se agrave la crisis política española-- el tema territorial. Ninguno más. Ambos temas están íntimamente relacionados, si bien sus sujetos se comportan, en ocasiones, como si no lo supieran. EL 15M es una ruptura cultural descomunal --la única que ha habido--. Un cambio de lógica que separa a la sociedad, algo más importante aún que el electorado, en generaciones contrapuestas, con visiones del mundo --por ejemplo, de la democracia-- absolutamente diferenciadas. El 15M no es un movimiento institucional, pero sí electoral. Desde que se formuló en mayo de 2011 --en la campaña electoral de unas municipales--, ha utilizado cada campaña electoral como jalón. En primer lugar, abogando por la abstención/el no nos representan, que supuso la mayoría absoluta del PP --con el menor número de votos de la historia, por cierto--, y el inicio oficial del proceso de ERE político en el PSOE. Posteriormente, en cada elección, se fueron apuntando opciones políticas del 15M. En las Europeas de 2014, por ejemplo, participaron dos opciones próximas al 15M. Una, Partido X, agrupaba nítidamente a grupos e individuos del 15M fundacional. 55


Ganó Podemos, una organización que surgía de partidos y movimientos políticos anteriores al 15M, pero que el electorado interpretó como depositaria de la agenda de ruptura del 15M. No creo que ese fracaso del Partido X fuera interpretado como una catástrofe. Había que elegir un sujeto político del 15M sensible de ser hegemónico en política --en la sociedad ya lo era, para varias generaciones--. Salió el no previsto, el que había apostado más y mejor por un medio del siglo XX --la tele--. Por dinámicas propias del 15M, tendentes al ahorro de tiempo, energías y discusiones estériles, se apostó por él, a pesar de ser el más alejado, biográficamente y vitalmente, del punto inicial 15M. Ese triunfo europeo supuso dos dinámicas opuestas. Por una parte, la progresiva partidización, convencionalización y verticalización de Podemos, planteada en Vistalegre, el abandono de inputs radicales del pack 15M --como la Renta Básica--, y el inicio de discusiones internas típicas de grupos de izquierda minoritaria anteriores al 15M, tales como el roce entre populismo sudamericano --una tradición inexistente por aquí abajo, y difícil de importar--, con planteamientos más nítidamente marxistas, presentes en la tradición IU --otra tradición inexistente por aquí abajo, si se me permite el chiste--. Paralelamente, sucede todo lo contrario. El proceso de confluencia, iniciado en Catalunya, Valencia, Galicia, Andalucía y Madrid. La Confluencia tampoco es un objeto nítido y transparente. Es un proceso realizado con urgencia, si bien amparado en dinámicas 15M --por ejemplo, el que más se mueve, decide más--. En ocasiones, la Confluencia no es más que una coalición. Pero parece estar más abierta y en contacto con parte de la cosmovisión 15M, con la que entronca nítidamente con su electorado.

EN EL ESTADO, DESDE LAS EUROPEAS, PODEMOS NO SE

HA

V U E LT O

A

P R E S E N TA R B A J O E L NOMBRE ARTÍSTICO DE PODEMOS

Sobre el carácter sincrónico y dinámico de ambas dinámicas. En el Estado, desde las Europeas, Podemos no se ha vuelto a presentar bajo el nombre artístico de Podemos. Ha ido variando en cada elección. No solo de nombre, sino de aspecto, cada vez, aparentemente, más confluyente o amplio. En Catalunya, el 26J ha sido la primera elección en la que una formación vinculada de alguna forma con el 15M ha repetido de nombre y de forma. No, no es fácil leer una realidad y unos procesos tan

poco estáticos. Quizás, este 26J ha supuesto un cese de la rapidez, que permite ver una contradicción de ambas dinámicas. La verticalidad de los trastos políticos pre 15M y la horizontalidad del 15M. Ha primado lo vertical, hasta el punto de haberse colado en campaña ideas y 56


percepciones contrarias al punto de partida de todo esto, en 2011. Ahí van algunas: el culto a Anguita, un mito para algunos militantes RH-, pero un humorista de la tele para la cosmovisión 15M. La vindicación de ZP, autor de la Reforma exprés y un símbolo de otra época, contra la que se levantó, precisamente, el 15M. Decir que fue el mejor Presi de la democracia es, directamente, renunciar al electorado 15M. La apuesta por el concepto socialdemocracia, en franca ambigüedad desde los 70's. La adopción, desde Sudamérica y sin traducción posible, del patriotismo como mensaje. El patriotismo, por aquí abajo, es un tema que sale cuando no hay temas. Por eso está copado. La intensificación del palabro cambio --sin significado desde 1982--, el abandono --como cualquier otro partido-- del tema económico y del tema UE, dos llenapistas ante los que se ha renunciado a ejercer la originalidad. El olvido del pack deuda. O la aparición del concepto línea-roja-renunciable, es decir, ausencia-de-líneas rojas para no-negociar una no-celebración de un referéndum catalán, sello de la ruptura, sello de que esto va en serio, de que no hemos venido aquí a hacer política. La campaña de UP y, en menor medida, de En Comú Podem, ha sido una campaña, al parecer, diseñada por profesionales, o por amateurs con estudios que se comportan como tales. Es tan extraña y cerrada que denota un sistema de reflexión y de toma de decisiones extraño y cerrado. Es decir, vertical, minoritario. Ha supuesto, por el mismo precio, la desactivación de la agenda institucional del 15M. Es lógico que el 15M se haya desactivado, a su vez, de la cosa, hasta el punto de que los análisis de tecnopolítica explican que el PP ha participado más y mejor en las redes sociales en esta campaña que los inventores del término tecnopolítica. Ha desaparecido más de un millón de votantes. Quizás más, pues el éxito, las expectativas de cambio electoral que se empezó a formular en 2014 --recuerdo a Jaime de Miquel, explicando su análisis de las posibilidades de Partido X-- se sustentaban en sacar votos de abstencionistas de gran recorrido. Personas que no votaban porque veían los partidos iguales, con programas testimoniales. Club de partidos que parece haber aumentado miembros este 26J.

Bueno. ¿La buena noticia? Podemos ha recibido, gratis, un análisis electoral, esa cosa que vale una pasta. Los resultados son un informe nítido, que nos puede ahorrar tiempo a todos. Podemos sabe a lo que se dirige si intensifica su similitud con el resto de programas, mensajes y partidos. Se dirige, en el tiempo, y gracias al hecho biológico, a sustituir como segunda fuerza, y generacionalmente, pero no funcionalmente, al PSOE. A conseguir el acceso a la política de una generación que no tenía, ni siquiera, posibilidades a ese acceso. Y poco más. 57


PODEMOS

HA

RECIBIDO, GRATIS, UN ANÁLISIS ELECTORAL, ESA COSA QUE VALE UNA PASTA

Sería deseable que Podemos hablara de su futuro y se enfrentara con relajo a ese hecho. Que escogiera. Que decidiera qué vía seguir. Sería deseable que abriera la discusión sobre su fracaso a más análisis que su coalición con IU, y que hablara sobre sí mismo, sin crispación, ni personalismos, ni visiones dogmáticas -algo difícil, pues la élite del partido parece venir de esa tradición/el Frente de

Liberación de Judea. Sería deseable --por ahorro de esfuerzo-- que, en el futuro, no hubiera en el mismo territorio dos opciones sensibles de ser votadas y que se presentaran como vinculadas al 15M. Y sería deseable, por todo ello, establecer un diálogo sobre el fracaso --nunca jamás iniciado en la izquierda española, y eso que el fracaso ha sido la luz propia con la que más ha brillado, razón por la que deberíamos reírnos antes que crisparnos-, con cierto buen rollo y con voluntad integradora de, precisamente, lo desintegrado. Como dice César Rendueles, contrariamente al eslogan, no somos el 99%. En la aventura política, somos el 1%, lo que podría suponer una invitación a evitar la bronca, el calentamiento global y personal, y aproximarse al entendimiento. Más si se cree que el programa institucional del 15M es sencillo como un botijo. Ampliación y garantía de derechos, nuevas formas de democracia y participación, derecho a la autodeterminación -es decir, por lo mismo, derecho a decidir la forma del Estado--, refundación y elisión de las regiones del Estado posfranquistas, como la Justicia. Expulsión de la empresa de la política. Lo Común, la Deuda, la bicha/la UE. Es, básicamente, Libertad, Igualdad y Fraternidad para el siglo XXI. Y no implementación del 0'07 en la cuota agraria, por utilizar el dialecto escuchado en esta campaña. LO DIFÍCIL YA SE HA HECHO. SE HIZO EN 2011

La otra buena noticia es que si, pese a todo ello, la cosa no se reconduce, tampoco será un drama. Lo difícil ya se ha hecho. Se hizo en 2011. Sin ello, ahora estaríamos hablando del UK como país a reevangelizar, de recuperación económica, de inmigración dañina y de reforma horaria. Y no lo estamos haciendo. Siempre habrá una candidatura próxima al 15M, que dé cobertura política a los avances sociales --los únicos

que se están produciendo; la PAH, en fin, ha hecho, por ejemplo, más en su campo que cualquier institución política--. O que dé cobertura a una abstención llamativa, también 15M, que juegue no jugando y que también ejerza la política. Empieza el partido. A ver. Por lo demás, mientras discutimos, continuará la Contrarreforma en el Sur. 58


¿Qué ha pasado con Unidos Podemos? Ignacio jurado (Piedras de Papel ).

El pasado domingo votamos solo seis meses después de las anteriores elecciones. Además de la victoria del PP, más clara de lo esperado, la gran sorpresa de la noche ya no fue la ausencia de sorpasso, sino la caída en votos de la coalición Unidos Podemos frente a lo que Podemos (con sus confluencias) e Izquierda Unida ya sumaron en diciembre. Una de las hipótesis más comentadas para explicar esta caída es el efecto que ha podido tener la unión con Podemos en los electores de Izquierda Unida. Si echamos la vista atrás, la coalición electoral entre Podemos e IU no parecía muy beneficiosa para retener a los 59


votantes de los primeros. Durante la pasada legislatura, el partido de Alberto Garzón consiguió muchas adhesiones (demoscópicas) provenientes del Podemos. Entonces algunas estimaciones le otorgaban tres escaños más de los que obtuvo el 20D una cifra inferior a los que se esperaba que perdería Podemos. La coalición con IU generó gran desafección en una porción de los votantes de IU. Las encuestas mostraban tasas de fidelidad de incluso el 50-60% e importantes transferencias hacia el PSOE. Este descontento era particularmente presente entre las mujeres de IU, las cuales suspendían a Pablo Iglesias y tenías una tasa de lealtad inferiores al 50%. Además, muchos votantes de Izquierda Unida eran explícitamente muy hostiles hacia Podemos. En la pasada encuesta preelectoral del CIS, se preguntaba a los votantes de Izquierda Unida cuál era la probabilidad de 0 a 10 de que votaran alguna vez a Podemos. Más del 70% declaraba una probabilidad de 5 o menos (un 35% decían que la probabilidad era cero). Obviamente, algunos de estos votantes seguirían votando a Unidos Podemos porque la coalición contenía a su propio partido, pero esta hostilidad tan evidente es un factor que hemos podido dar poca importancia durante el período pre-electoral. Ignacio Sánchez-Cuenca muestra, además, en este artículo que la caída de Unidos Podemos ha sido más grande allá donde Izquierda Unida había obtenido mejores resultados en diciembre. Parece evidente que, al final, uno más uno no ha sido dos en términos electorales. Datos: Pre-electoral del CIS, 2016

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Probiu

Sin embargo, aunque los votantes desafectos de IU se hubieran finalmente abstenido o votando a otros partidos, esto sólo podría explicar una parte de la debacle electoral de Unidos-Podemos. Los resultados indicarían también una desmovilización del electorado de Podemos, algo que no estaba recogido en las encuestas. Esta sí es sorprendente. Desde que se anunció la coalición, todo indicaba que esta había conseguido neutralizar la crisis electoral que sufría Podemos (al menos en las encuestas) durante el proceso de gestión de pactos electorales de la pasada legislatura. Antes del pacto, las encuestas mostraban cómo los votantes de Podemos eran los más críticos con la actuación de su partido. Según la empresa demoscópica MyWord, uno de cada cinco votantes de Podemos consideraba que su partido era el responsable de la situación de bloqueo que vivía España, una cifra muy superior a la del resto de partidos. Debido a ello, había claros indicios en las encuestas de que muchos votantes desafectos estaban dispuestos a votar a IU (y algo menos al PSOE) si se repetían las elecciones. Con la coalición, Podemos consiguió taponar la hemorragia y le devolvió altas tasas de lealtad. De hecho, uno de los elementos más inauditos en estas elecciones es que los votantes más movilizados eran los que votaron a Podemos en diciembre, por encima incluso de los votantes populares. ¿Por qué estos se desmovilizaron al final? Aquí entramos más en el terreno de la especulación y tardaremos en saber qué ha ocurrido exactamente. Una parte de la explicación del resultado final es que probablemente las encuestas y sus estimaciones de voto no han conseguido capturar bien al votante de Podemos. Esto claramente invita a la reflexión sobre cómo se han hecho estas encuestas. Dejando a un lado esta explicación, la narrativa predominante de la desmovilización ha sido el efecto del Brexit. Pensamos que esto es poco sospechoso de haber tenido un impacto amplio sobre el voto. Por un lado, no parece muy probable un efecto directo de la salida de la UE del Reino Unido, dado que la Unión Europea no es un asunto con potencial electoral en España. El consenso alrededor de la UE sigue estando muy asentado en España. Por otro lado, el efecto del Brexit podría haber sido indirecto, es decir, como consecuencia de las turbulencias financieras, pero tampoco nos convence este argumento. Primero, porque si bien es cierto que la inestabilidad financiera puede tener efectos sobre el voto, lo razonable es que tengan un impacto electoral solo cuando se sostienen en el tiempo. Una

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caída en la bolsa el viernes, sin efectos inmediatos en el bienestar de los votantes, es poco probable que haya provocado un cambio en el comportamiento electoral del domingo. Segundo, no es tan evidente por qué el miedo desmovilizaría al votante de Podemos. Podría ser plausible un efecto a la contra, en que el voto a otros partidos, como el PP, pudiera activarse ante la amenaza de Unidos Podemos (aunque lo lógico es que ese miedo ya lo hubiera activado antes y no hubiera sido necesario el Brexit para ello). En cambio, queda menos claro por qué un votante que estaba dispuesto a votar a Podemos deja de votarlo y se queda en su casa. Por último, el Brexit no deja de ser un acontecimiento político complejo. Si los efectos económicos necesitan de más tiempo para tener efectos reales sobre el voto, gran parte del efecto del Brexit debería ser sobre su interpretación. Y aquí sabemos que los votantes suelen adoptar las narrativas de sus partidos para interpretar este tipo de acontecimientos. Pensemos en el referéndum de hace un año en Grecia. Un evento tan incierto y arriesgado como aquel fue interpretado de manera totalmente distintas por los votantes de los partidos del Sí y lo partidos del No. La estrategia de Podemos de explicar el Brexit como un fracaso de una Unión Europea poco solidaria, si bien no tiene reflejo en la realidad del voto británico, era acertada porque contribuía a interpretar el Brexit en términos favorables a Podemos. Un electorado que le ha sido tan fiel a la hora de leer la realidad, es poco probable que le haya dado la espalda en estos argumentos. En cualquier caso, estamos en el terreno de la especulación. Cuanto tengamos las encuestas postelectorales tal vez podamos dar algo más de luz a esta cuestión.

La hipótesis Errejón G Flores

Despejada la incógnita del ser o no ser de los pactos a favor de un Gobierno alternativo y en puertas de la segunda oportunidad que ofrece el 26J para lograrlo, Íñigo Errejón ha escrito un artículo, “Podemos a mitad de camino”, que le honra y merece una lectura desprejuiciada, atenta y crítica.

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Lo ha publicado en un momento delicado en el que sus planteamientos y su actuación como Secretario Político de Podemos han sido abiertamente cuestionados por otras corrientes de su propio partido. Y lo ha hecho con enjundia y la evidente intención de ayudar a lectores atentos y dispuestos a pensar los complejos obstáculos que deben afrontar y superar las fuerzas favorables al cambio. Un cambio que pasa a corto o medio plazo (dos meses si las cosas van muy bien o cuatro años si no van tan bien) por desplazar del Gobierno al PP y poner las instituciones al servicio de la mayoría social. El artículo ha tenido mucho recorrido en las redes sociales (tuits y demás) pero su impacto ha sido leve. Pocas contestaciones han intentado formular una crítica argumentada y la mayoría estaban más preocupadas en atacar posiciones tácticas imprecisas, en parte imaginarias, que en aclarar los temas en discusión y la sustancia o el alcance de las diferencias. Por su parte, los partícipes de las ideas de Errejón han ofrecido un perfil bajo y se han contentado con defender algunas posiciones (transversalidad, un nosotros blando o construcción de un pueblo), sin entrar a responder a las críticas desmesuradas o ásperas en exceso. Puede que sea lo mejor para calmar las aguas, pero contribuye poco a entender qué hay en juego, tanto en el terreno de la teoría como en el de la práctica política inmediata (que se superpone con la nueva batalla electoral), y a favorecer un debate transparente y abierto. Más aún para los que no conocemos los arcanos de la toma de decisiones en la cúpula dirigente de Podemos ni las diferentes argumentaciones que, en su caso, se hayan podido producir. Con el ánimo de proseguir una reflexión que me parece de mucho interés y calado, más allá de la inminente campaña electoral y los múltiples e importantes problemas que deben ser resueltos en estos días, paso a señalar algunos de los puntos de mayor trascendencia y las posiciones que, en mi opinión, requieren un mayor soporte argumental o más recorrido experimental. Primero. La reivindicación de la política como construcción colectiva de un relato que agrupe dolores, postule una visión diferente de la situación, etc., tiene sentido siempre que se presuma como sabido que existen otras muchas formas de hacer política y entender la acción política. Tantas formas como relaciones establecen individuos y colectivos con las tareas y la acción políticas. La política se vive, se hace, se entiende y se reivindica o critica y rechaza de múltiples formas. Y, como consecuencia, ni todas las formas de hacer política 63


desembocan en el terreno electoral o consideran lo electoral como el terreno preferente de actuación, ni las batallas políticas se concentran siempre o, mucho menos, se ganan en la esfera discursiva. Los movimientos y organizaciones sociales y los propios sujetos políticos se construyen al tiempo que desarrollan un imaginario o relato común, acumulan experiencias e impulsan acciones (huelgas, movilizaciones, debates o acciones de resistencia y solidaridad) en defensa de unos intereses, colectivos e ideas y en confrontación con otros. Segundo. Según Errejón, el discurso o el lenguaje son “el terreno de combate fundamental” para cambiar los equilibrios de fuerzas en la sociedad. Esta idea, convertida en la tesis central que explica la capacidad transformadora de Podemos, necesita más mesura y experimentar un mayor rodaje. No fue así antes del nacimiento y crecimiento de Podemos como alternativa creíble ni, probablemente, será así si los resultados del 26J permiten dar paso a ese Gobierno alternativo de progreso que no fue posible tras el 20D. Las urnas, si son favorables a las fuerzas del cambio, pueden provocar un deslizamiento que otorgue mayor relevancia a las medidas que apruebe la nueva mayoría parlamentaria y a la gestión que realice el nuevo Gobierno de progreso para intentar aplicarlas. Tal escenario, posible y deseable, no supone minusvaloración de la imprescindible conexión entre una mayoría parlamentaria diversa y una mayoría social aún más heterogénea convertida en el verdadero y real soporte y protagonista del cambio. Tercero. El éxito de Podemos no solo se basa en la audacia y los aciertos propios, que son muchos e innegables, sino en el fracaso de una política y un sistema de partidos que permitió desvelar la farsa insostenible en el que se había basado el crecimiento económico y el bienestar de una parte fundamental de la población durante los años previos al estallido de la crisis global de 2008. Y esa labor de desvelamiento no la hizo Podemos. Muchos factores confluyeron para poder llegar al momento crucial en el que cristalizó el 15-M y proporcionó el trampolín y el agua en el que se pudo zambullir el experimento Podemos. No es desde la hipótesis Podemos desde donde se puede dar sentido y explicar ese proceso. Lo que Podemos construye no es un pueblo, sino una fórmula electoral que expresa o representa mejor que ninguna otra un proceso masivo (lo de mayoritario está por ver y hay que lograrlo en las urnas y en el Parlamento el próximo 26J) de indignación y politización en algunos segmentos muy importantes del cuerpo social que han sido capaces de ejercer una posición de liderazgo que ha arrastrado hacia sus propuestas e ideas a sectores muy diversos que antes votaban a otros partidos o no votaban. En lo esencial, no hay proceso de construcción de un pueblo; hay construcción de una 64


plataforma electoral (o partido político) que en palabras de Errejón aspira, nada menos, que a construir un pueblo y representar un nuevo proyecto nacional. Cuarto. Tal y como refleja el texto de Errejón, un nuevo discurso hegemónico o en ascenso siempre coexiste con viejos relatos, símbolos, ideas y convicciones o verdades distintas. Para alcanzar y consolidar esa hegemonía cultural hará falta también impulsar nuevas prácticas de relación social y económica. La hegemonía nunca se da como dominio ideológico o cultural completo. Y menos aún en sociedades complejas que valoran los principios, las formas y las actuaciones democráticas que dan cobijo y aprecian la diversidad. Será necesario desarrollar nuevos entramados socio-económicos y socioculturales alternativos que, probablemente, durante un largo periodo, van a convivir de forma subordinada con el tejido empresarial, la lógica económica, los discursos y culturas preexistentes. Quinto. Los pueblos y las sociedades plurinacionales están en permanente construcción, en una búsqueda no siempre consciente de identidad que tiende a la homogeneidad, pero también y al mismo tiempo a la fragmentación. Tienen detrás una larga historia de experiencias acumuladas que hacen las veces de límite o restricción de un proceso en el que influyen numerosos factores y agentes políticos y culturales. En esa construcción permanente no todo se hace desde la política o desde las emociones. Se parece más a un permanente tejer y destejer en los que se mezclan e interactúan diferentes identidades, necesidades, acciones y relatos no necesariamente en conflicto ni con un orden jerárquico duradero. Los pueblos o las sociedades reales no están construidos de antemano ni se construyen de una vez por todas: no son un papel en blanco sobre el que se pueda escribir cualquier cosa. Efectivamente, se parte siempre de una mayoría social preexistente que, para que haya un cambio sustancial (elementos de ruptura significativa con el viejo orden o con la situación anterior), debe entrar en crisis, modificar su composición interna y las relaciones y jerarquías entre sus componentes. Y en ese cambio, en las sociedades democráticas con un sistema de partidos institucionalizado (con raíces ciertas en la sociedad, organizaciones relativamente sólidas y legitimidad suficiente, aunque contestada), seguirá existiendo la intermediación de los viejos partidos políticos, que no siempre resultarán ser cáscaras vacías a punto de derrumbarse, dejando un solar dispuesto para otro constructor. Sexto. El cambio político o el mero enunciado de un cambio que permita afrontar los problemas económicos, sociopolíticos e institucionales que sufre nuestro país deben ser 65


abordados también en el ámbito europeo. La UE se ha convertido en una máquina de reglamentar, con un control de la Comisión Europea sobre los presupuestos de los Estados miembros que no cuadra con ningún tipo de concepción democrática, por muy laxa que tal concepción sea. En la eurozona se ha producido una ruptura de hecho entre moneda única y soberanía política. Y en ese escenario estamos huérfanos de pueblo y de mecanismos democráticos de control sobre las instituciones europeas, apareciendo de forma pura y dura el problema de las alianzas políticas para romper la hegemonía del bloque de poder conservador encabezado por Merkel. Por incomprensión o dificultad evidente de articulación con el discurso de construir un pueblo que represente un nuevo proyecto nacional, la imprescindible reforma institucional de la eurozona es hoy un desierto inexplorado en el que Podemos entra con timidez y que en el mapa de preocupaciones que revela el artículo de Errejón no aparece por ningún lado. Algunas de las críticas realizadas al artículo de Errejón por compañeros de su partido son un claro ejemplo de lo que no debe ser un debate: se arremete contra fantasmas que no aparecen en el texto que se critica o, peor aún, se destacan algunas frases o ideas aisladas, sacándolas fuera de la lógica del discurso, para utilizarlas como munición contra su autor, con el probable objetivo de debilitar su posición y lo que pueda suponer el errejonismo en el seno de Podemos. La argumentación y la actitud que refleja el artículo de Errejón están muy por encima (en solidez argumental, apertura de la reflexión y actitud constructiva) de la de sus críticos. En todo caso, que algunas de las tesis e hipótesis que sostiene el artículo de Errejón me parezcan poco sólidas o, en más ocasiones, generalizaciones discutibles, antes que un impedimento, supone una invitación a seguir reflexionando y debatiendo sobre las ideas y los objetivos que plantea. Sin dejar por ello de seguir trabajando codo a codo con Podemos y el conjunto de fuerzas progresistas para que el próximo 26J sea posible el cambio que necesita y requiere la mayoría social. ¡Se puede! A poco que se hagan un poco mejor las cosas y se ponga el cuidado que merecen acuerdos que son y serán necesarios para que las fuerzas del cambio alcancen el Gobierno y pongan las instituciones al servicio de la mayoría social.

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26J: El fin de la burbuja Podemos

El partido ha cometido errores muy graves que tienen que ver con la estrategia, la táctica, el lenguaje y la comunicación y el formato electoral JUAN TORRES LÓPEZ

Que Podemos haya logrado cinco millones de votos con solo dos años y medio de vida como partido político y en las condiciones tan adversas en que se ha desarrollado es una proeza innegable. Una proeza que a mi juicio ha sido posible gracias a tres tipos de circunstancias. Unas, relativas al entorno en el que ha actuado Podemos desde su fundación y que le han sido siempre favorables: - La pérdida de apoyo social al PP y al PSOE y el descrédito institucional que su comportamiento político ha provocado. - La consolidación del "precariado" como un nuevo grupo social activo y con una actitud de rechazo al statu quo muy primitiva (del estilo del "que se vayan todos porque todos son igual de chorizos") pero firmemente asumida y bastante homogénea, - La incapacidad de IU y de los sindicatos para erigirse en referentes y canalizadores de la indignación tras los recortes y la del 15M para actuar como sujeto político de una movilización ciudadana cuya transversalidad va mucho más allá de los esquemas ideológicos tradicionales. Pero estas condiciones favorables no hubieran podido consolidar a un partido como Podemos si no se hubieran dado al mismo tiempo otras de carácter más subjetivo y que no se pueden obviar: la osadía (en el mejor sentido del término) de sus dirigentes que les llevó --a diferencia de otras personas que actuaron con miedo y conservadurismo-- a dar un paso adelante y a organizar desde la nada una candidatura en las elecciones europeas de 2014. 67


Y, por supuesto, la inteligencia con que supieron captar desde los primeros momentos a grupos sociales muy diversos y hasta entonces deshilvanados y desprotegidos, con solo su indignación por montera podríamos decir, en medio de la crisis. Si a eso se le añade una cobertura mediática siempre muy amplia que a cada momento ha estado amplificando, incluso hasta la exageración, lo bueno y lo malo de Podemos, creo que se tienen los ingredientes básicos que explican su expansión impresionante desde su fundación. Pero si todo eso ha sido excepcional, mucho más extraordinario me parece a mí que en solo seis meses, justo cuando su ola expansiva parecía estar en estado de gracia, Podemos haya perdido un millón de votos y, sobre todo, su aura de caballo ganador. Sin duda es pronto para sacar conclusiones pero sí creo que puede ser útil ir aportando reflexiones sobre lo que ha ocurrido. Yo lo voy a hacer con algunas hipótesis en torno a una tesis central que a mi juicio podría explicar lo que le ha sucedido y lo que previsiblemente puede ocurrir en el futuro. Mi tesis puede resumirse en tres ideas principales: --La gestión que ha hecho Podemos de su posición en el tablero político tras las elecciones del 20 de diciembre fue nefasta. --Las decisiones que ha ido tomando desde entonces y la forma de tomarlas le han supuesto una pérdida muy elevada de apoyo electoral que no ha podido compensarse con la aportación de voto de IU (que, a su vez, también puede haber mermado el suyo propio, como diré más adelante, por el rechazo a Podemos como socio y por el tipo de coalición con el que se han presentado). --Lo anterior no ha sido un incidente sino el efecto de un cambio de posición estratégica en la dirección de Podemos que ha supuesto empezar a actuar como lo que se creía que nunca sería Podemos (un partido político más, con las virtudes pero también con los usos y abusos de todos los demás), lo que presumiblemente se consolidará en cuanto celebre un nuevo congreso.

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A mi juicio, tras las elecciones del 20 de diciembre pasado Podemos ha cometido errores muy graves que tienen que ver con la estrategia, con la táctica, con el lenguaje y la comunicación y con el formato electoral. Los resumo brevemente a continuación. Me parece que el error estratégico de Pablo Iglesias y de los demás dirigentes que han coincidido con él en estos seis últimos meses consiste en no darse cuenta de que las elecciones habían consolidado a Podemos y Ciudadanos como los dos polos del cambio en España. Pero polos todavía potenciales o a medio plazo, porque sus resultados fueron demasiado precarios como para poder convertirse de inmediato en ejes decisivos o autónomos de cualquier proceso de regeneración. Podemos podría haber optado por consolidar y tratar de reforzar esa situación embrionaria o simplemente por aprovecharse de ella, con su apoyo crítico a un gobierno bien de PSOE, de PSOE-Cs o de ambos con independientes, del que podría haber conseguido mejoras en su programa en una legislatura que hubiera sido corta y en la que Podemos podría haberse apuntado lo bueno de cualquier gobierno y la oposición a lo malo. Un gobierno no óptimo sin duda --a la luz del acuerdo que suscribieron PSOE y Cs-- pero que nunca haría el daño que hará a los grupos sociales más desfavorecidos el que previsiblemente forme el PP en pocas semanas. Sin embargo, la estrategia de Pablo Iglesias fue la de forzar unas nuevas elecciones pensando que entonces superaría al PSOE gracias a la presión a la que lo sometía y a que a IU no le quedaría ya más remedio que echarse en sus brazos. Es verdad que en este error le acompañó Ciudadanos, que tampoco entendió que la regeneración política (si se quiere que sea de verdad) no va a ser cosa de un solo polo en España sino compartida. Rivera se dedicó por encima de todo a combatir a Podemos, sin darse cuenta de que así se combatía a sí mismo porque eliminaba el escenario de regeneración que es el único en el que Ciudadanos puede tener sitio y sentido en nuestro mapa político. Al final, la estrategia de combatirse mutuamente (o de negarse uno a otro como operadores del cambio) ha hecho que Ciudadanos y Podemos (que tras el 20D aparecían como las estrellas de un nuevo tipo de equilibrio político) hayan resultado mutuamente dañados y ninguno beneficiado del fracaso del otro.

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El error de Podemos (y el de Ciudadanos) traía consigo, además, otras dos consecuencias. Una, que consolidaba unido en torno al PP el bloque electoral de la derecha, lo que claramente perjudica a todos los partidos del centro a la extrema izquierda (y, por supuesto, a Ciudadanos). Y, por otro, que obligaba a Podemos a entrar constantemente en planteamientos cortoplacistas en donde siempre llevará las de perder. En segundo lugar, y desde un punto de vista táctico, es decir, teniendo en cuenta las posiciones más a corto plazo, la actuación (creo que se puede utilizar esta palabra) de Pablo Iglesias y otros dirigentes de Podemos tras las elecciones del 20D me ha parecido un auténtico desastre, no solo para los intereses de Podemos sino para el avance futuro de una alternativa de transformación progresista en España: --Insistieron en un empeño que era inútil (seguramente porque en realidad no buscaban conseguirlo sino debilitar al PSOE), como era un gobierno de cambio de izquierdas cuando su otro componente principal (el PSOE) decía que no lo quería y había decidido ya tener otra pareja de baile (el error táctico, lógicamente, no consistió en desearlo sino en seguir insistiendo en ello como si fuera posible cuando no lo era por la negativa del PSOE). -’Quisieron hacer creer que su deseo era gobernar con el PSOE pero lo cierto es que no pararon de atacar, zaherir y provocar a sus dirigentes y militantes, un comportamiento que es justamente el contrario que alguien en su sano juicio tiene con otro con quien de veras quiere asociarse. --Establecieron líneas rojas y condiciones que al final resultaban cambiantes pero que, en cualquier caso, eran contrarias al clima de negociación que se esperaba naciera de un nuevo tipo de acción política. --Modificaron sus ofertas programáticas, reformularon su ideología (la supuesta deriva hacia la socialdemocracia resulta ya patética) y se alejaron de promesas electorales, dando a entender que los principios son para Podemos una simple moneda de cambio. --En medio de un proceso en el que se esperaba sosiego, comprensión y generosidad en los partidos, Pablo Iglesias mostró un lado duro y dictatorial humillando públicamente, con un estilo que para sí quisiera un viejo politburó soviético, a su

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secretario de organización, Sergio Pascual. Un cainismo intrapartido que el electorado siempre ha rechazado y castigado a la hora de votar. --Y, en su línea habitual, los dirigentes de Podemos no pararon de recurrir al efectismo, a las salidas de tono e incluso a la provocación izquierdista. Algo muy del gusto de su base social más iconoclasta, pero que al común de la gente termina por cansar y que desagrada cuando lo que está en juego es el futuro de casi 47 millones de personas. Iglesias, como otros dirigentes de Podemos, no parece que se haya dado cuenta de que un discurso que se pretende transversal debe ser creíble también para quienes se encuentran lejos de las posiciones de quien lo defiende y que los gestos, la expresión no verbal y las formas son esenciales en política porque ésta es, al fin y al cabo, un modo sutil de diálogo. Y, por supuesto, determinantes esenciales de esa credibilidad.

Y a eso cabe añadir que en todo este proceso Podemos renunció a tensionar y movilizar a la ciudadanía y, lo más importante, a su militancia, precisamente en momentos en los que se estaban produciendo hechos gravísimos en materia de corrupción, de refugiados y de política europea o económica. Como también renunció a propuestas y formas de actuación que supuestamente estaban en el ADN de la formación morada, como las primarias, la participación de las bases y la democracia interna. En tercer lugar, y como ya expresé en un artículo anterior (Podemos, entre ataques ajenos y errores propios), el partido de Pablo Iglesias se equivocó no solo en la lectura de la situación sino también en el modo de transmitir su posición, al hacer una interpretación masculina, agresiva, competitiva y tacticista de la política. Se equivocó, en mi opinión, dividiendo a España entre ellos (los buenos) y los malos y cuando quiso imponer a los demás su dinámica del cambio, sin darse cuenta de que la gente estaba harta de imposiciones y que en ese momento deseaba transigencia y negociación. Se equivocó en el modo de dialogar con la situación, con los demás partidos, con la gente que la había votado y con la que no. Curiosamente, le sobró radicalismo en la forma de hacer sus propuestas cuando las que hacía estaban más descafeinadas y eran menos radicales que nunca.

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Y, por último, yo creo que Podemos se equivocó (como también Izquierda Unida) presentando, incluso explícitamente, su coalición como una matrimonio de conveniencia y despreciando lo que hasta entonces había sido algo que la experiencia ha confirmado en los últimos años: que la gente está harta de las sopas de siglas y que lo que moviliza y tiene éxito electoral es la unidad ciudadana, no los aparatos decidiendo sino la gente llamando a la gente para hacer una política diferente a la actual. El problema que tiene Podemos por delante y lo que va a condicionar el futuro es que lo que ha pasado, los errores que ha cometido, no son fruto de una casualidad ni de un accidente sino el efecto de la opción estratégica y del modo de actuar que defienden parte de sus dirigentes en contra de los otros en el seno de una organización que ya tiene dentro lo peor de los partidos tradicionales y muy poco de lo que prometió que tendría como nuevo tipo de fuerza política. La opción de ir a nuevas elecciones, no se olvide, la adelantó Anticapitalistas en un comunicado. Ahora, las cosas van a empezar a transcurrir de otro modo. La nave va a dejar de acelerar constantemente para tomar velocidad de crucero y las bases y los dirigentes de una y otra corriente (y me atrevería a decir que incluso sus votantes) no tendrán más remedio que pararse a reflexionar, mirándose de frente y a los ojos. Entonces será cuando quizá se den cuenta de que no comparten el modo de hacer real el sueño y que tienen que decidir si quieren o pueden seguir viajando juntos. Me atrevo a pensar que el Podemos triunfador y de vértigo que hasta ahora hemos conocido, la burbuja, ha terminado aquí su andadura porque nada puede ser algo siendo una cosa y su contraria. Sobre su futuro, sin embargo, no creo que pueda saberse mucho, de momento. AUTOR Juan Torres López

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Fernando Fdez-Llebrez

26J: La posibilidad del cambio se detiene 30 junio 2016

Las elecciones del 26J se llevaron a cabo debido a la incapacidad -en un contexto no sencillo- de las distintas formaciones políticas para formar gobierno. Este hecho ha generado una situación inédita en nuestro país ante la cual la incertidumbre era uno de sus elementos centrales. Con todo, y una vez vistos los resultados, se puede decir que los cambios en relación con el 20D han sido menores y sobre todo hay uno que ha capitalizado gran parte del debate -el denominado sorpasso- que no se ha llevado a cabo.

Algunos de los ejes del debate político

El aspecto más novedoso que ha caracterizado a estas elecciones ha sido la emergencia de Unidos Podemos. La presencia de esta alianza hacía pensar que se iban a dar una serie de movimientos en la arena electoral hasta el punto de que era posible desbancar al PSOE como primera fuerza política en la izquierda (el sorpasso), siendo ya más complicado que ese sorpasso también supusiera la victoria electoral. El “fenómeno del sorpasso”, o más bien la creencia en él, ha afectado al discurso político durante la campaña -y antes-, siendo el item sobre el que ha pivotado, permitiéndole a Unidos Podemos llevar la iniciativa política; era tan así que se pensaba que este iba a ser el asunto central que se dilucidaba en estos comicios, quedando por ver si era solo en votos o también en escaños.

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Otro eje relevante ha sido la polarización del debate político en torno a dos partidos: PP y Unidos Podemos, lo cual tiene que ver con lo anteriormente señalado. Esta polarización choca con la media de autoubicación ideológica característica de este país, que no se sitúa en los extremos, lo que hacía complicado ver y entender cómo era posible combinar ambas realidades. Incógnita esta que estaba pendiente de la profundidad de la crisis en la que estamos, pues solo en un momento de crisis fuerte tal contradicción es entendible. De lo contrario, alguno de los dos marcos de análisis tendría que ceder.

Esta polarización ha venido ayudada por la introducción de un tema central en el debate público como fue la formación del gobierno; elemento evidente de preocupación ya que se trataba de unas elecciones en las que se venía de una investidura fallida y en la que el juego de las mayorías era crucial para posicionar a los partidos.

Del mismo modo, hablamos de una campaña electoral -e incluso antes- centrada en las emociones y no tanto en las propuestas políticas. Emociones de cara al gobierno, al futuro y a la posibilidad de cambio1, o, en su defecto, de lo contrario (reproches sobre lo hecho o el deseo de estabilidad), pero donde ha habido pocos espacios para propuestas políticas claras y diferenciadoras. Este perfil de la campaña no ha sido algo que le haya afectado a un único partido, sino que ha sido una constante en todos ellos. Es difícil recordar algún cleavage fundamental en alguno de los partidos, cosa diferente a la del 20D, donde sí hubo tal cosa. Una fuerza de lo emocional que ha estado presente desde los eslóganes hasta en los “debates televisivos” y que ha atravesado a gran parte del -escaso- debate existente.

Esta fuerza de lo emocional no ha ido acompañada de una campaña muy presidencialista, siendo más potente la fuerza de las marcas respectivas, salvo en el caso de Ciudadanos donde sí que ha jugado una papel importante la figura de Albert Rivera. Pero en los otros casos ha sido más la fuerza de la formación política, con liderazgos corales en algunos casos y en otros directamente haciendo del emblema su seña de identidad.

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Y por ultimo, las escalas que han cobrado protagonismo en el debate político de estas elecciones han sido dos. Por un lado, la presencia de la controversia izquierda/derecha, que recobraba fuerza tras ocupar un lugar menos preponderante. Y, por otro, la presencia de la escala moderación/radicalismo, aunque esta ha ido cobrando peso de forma más soterrada conforme nos íbamos acercando al día de las elecciones2. Pero ha sido llamativo cómo la escala nuevo/viejo ha tenido una fuerza menor en estas elecciones y cuando lo ha hecho no ha sido tanto por lo nuevo, sino por lo viejo concatenando la secuencia de lo moderado-viejo-derecha.

Estas han sido las claves que han ido conformando el proceso electoral y quien mejor ha sido capaz de moverse en ellas es quien ha conseguido obtener sus mejores resultados. Si bien en un principio estas claves parecían que beneficiaban a Unidos Podemos, entre otros, al final se ha demostrado que no ha sido así, lo que obliga a dar algún porqué de ello. Pero antes de adentrarnos en eso, hagamos un leve recorrido por los resultados contantes y sonantes.

Partido a partido

En comparación con 2015, la participación en estas elecciones ha bajado 3.4 puntos, pasando del 73.2 al 69.8. Esto significa que han votado, en términos absolutos, algo más de un millón cien mil personas (exactamente 1.188.741). Determinar de donde viene esa abstención será una cuestión importante para llevar a cabo un buen análisis. Es cierto que dicho porcentaje coincide, más o menos, con la pérdida de voto de la izquierda y también que es muy probable que el voto perdido por UP haya recalado en la abstención. Pero aun así conviene ser prudente hasta que se tengan más estudios. Lo que sí se puede afirmar es que con un 69.8% de participación no se puede hablar de elecciones excepcionales por lo que desde este punto de vista volvemos a encontrarnos con una participación media no acorde con el supuesto giro político que podía darse en estos comicios. Lo habitual es que para que tal cosa se de vaya acompañado de una alta participación. Finalmente, los resultados han “cuadrado” y ambos factores han coincidido en su no excepcionalidad. 75


El Partido Popular ha sido el claro vencedor de las elecciones pasando de 123 escaños a 1373, subiendo en más de 600.000 votos y en 4.3 puntos porcentuales (33.02%), y todo ello en unas elecciones donde la participación electoral ha sido menor, por lo que su ascenso no se puede explicar por este factor. Para determinar de dónde han venido dichos votos vuelven a ser necesarios estudios poselectorales, aunque pudiera ser que muchos de ellos provengan de anteriores votantes de Ciudadanos en favor de un voto útil dentro del centro derecha.

Por su parte, el partido naranja, ha sufrido un buen descalabro pasando de 40 escaños a 32, perdiendo cerca de cuatrocientos mil votos y bajando algo menos de un punto su porcentaje. Estos datos muestran que ha sido castigado por la ley electoral (bajando más en escaños que en pérdida de votos y porcentaje) y le hacen moverse en el filo de la navaja (10-12%) del porcentaje de voto que es muy castigado en representatividad y que otros partidos de antaño del “centro” político (CDS) también lo sufrieron. Si bien este dato era esperable, no lo era el del PP, que ha sido el gran beneficiado neto -político y electoral- de dicha caída4.

Estos resultados en los dos grandes partidos estatales del centro-derecha ha supuesto que dicho espacio político haya alcanzado los 169 escaños, es decir, 6 más que en 2015, con 3.4 puntos más y poco más de 250.000 votos más que en los comicios del 20D. En definitiva, hablamos de un saldo para dicho espacio político netamente positivo, de tal modo que el PP ha salido claramente favorecido y la suma de ambos también, ya que entre los dos alcanzan el 46,06%.

Si este dato se compara con el obtenido por las dos fuerzas progresistas (PSOE y UP) se aprecia que estas han perdido fuelle, ya que del 46.3% que tenían se ha quedado en un 43.7% (más de dos puntos y medios perdidos), han bajado 5 escaños y se han dejado en la cuneta alrededor de 1.200.000 votos. En este sentido, se puede afirmar que las tornas se han intercambiado y lo que era un parlamento en donde las dos fuerzas estatales del 76


cambio superaban en porcentaje, escaños y número de votos a las del centro-derecha, ahora es justamente al contrario en todos y cada uno de estos items5. En términos irónicos se podría decir que “toda una hazaña”.

Si nos detenemos en el PSOE, se comprueba que ha perdido 5 escaños, pasando de 90 a 85, algo más de 120.000 votos, aunque haya subido levemente su porcentaje (de 22.01 a 22.68). La lectura de estos datos es desigual. Por un lado, son los peores registros de su historia democrática, por lo que no dicen bien de ellos, ni de la campaña llevada a cabo, siendo preciso que el PSOE se pare a pensar pues lleva una evolución de pérdida de votos que no cesa6. Por otro lado, en un contexto tan adverso ha sido capaz de parar el anunciado sorpasso siendo la segunda fuerza más votada, la primera dentro de la izquierda y en comparación con los resultados que obtuvieron Podemos e IU por separado mejora sus resultados con un saldo positivo de cerca de 400.000 votos (no por ascenso del propio PSOE, sino por caída de sus dos adversarios). Con todo, le ha visto las orejas al lobo y no deberían estar contentos aunque, por el momento, sí aliviados.

En cuanto a Unidos Podemos el balance es claramente negativo si se compara -como debe ser- con los resultados de Podemos más IU en 2015. En votos ha perdido algo más de un millón de votos, en porcentaje ha perdido 3.2 puntos (del 24.3 al 21.1) y en escaños se ha quedado igual que los que tenía (71). Con estos datos encima de la mesa es notorio que la coalición no ha funcionado desde el punto de vista electoral, no dándose ni siquiera una mera suma, sino una resta. Y si se compara con las expectativas, estos datos no hacen más que reforzar el no éxito de la alianza.

Si desagregamos un poco este voto teniendo en cuenta las confluencias territoriales, se aprecia que medianamente han aguantado los resultados perdiendo muy poco (como el caso gallego, 1 escaño menos) o manteniendo la primera plaza (Cataluña), siendo en otras zonas del país, donde iba solo con IU, en las que la pérdida ha sido mayor (más de dos puntos y medio y cerca de 1 millón de votos). Y si lo analizamos por el voto urbano/rural y las grandes capitales se aprecia como las distancias entre el PSOE y Podemos se han 77


atenuado en los espacios urbanos, dándose en algunos casos lo que Raul Sánchez y otros han denominado como el “sorpasso a la inversa”, incluyendo en ello la pérdida de votos en los “municipios del cambio”7. Aspecto a retener por su relevancia para la distribución del voto y la posible valoración de su gestión pública8.

En definitiva, se mire por donde se mire, desde el punto de vista electoral la marca Unidos Podemos ni siquiera se ha acercado al sorpasso, por lo que se puede decir que son unos resultados muy alejados de las expectativas. Esto no quita para señalar que si levantamos la vista y miramos a dos años atrás, el resultado sí muestra una validez significativa y cierta consolidación para una fuerza emergente9. Pero eso no era lo que estaba en juego en estas elecciones.

Si bien los datos y las conclusiones de los mismos dejan pocas dudas, sí es preciso reconocer que las explicaciones posibles no son sencillas de dar, sobre todo porque ni los del PP, y menos aun los de UP, eran resultados esperados. Aunque es pronto para poder decir algo con alguna certeza, pues se requiere de más tiempo e información para ello, sí que se pueden avanzar algunas hipótesis de trabajo que ayuden a explicarlos. De todos los resultados existentes, que son muchos, solo me voy a detener en el PP, el PSOE y UP, siendo consciente que se dejan cosas en el tintero; y aun así lo que diga sucintamente sobre estos tres también hay que tomarlo con toda la cautela del mundo y no abarcará toda la complejidad de unas elecciones tan singulares como las del 26J.

La polarización y el voto útil: el PP ha salido ganando

Al comienzo de este artículo hablaba de la polarización de la campaña. El PP ha sabido llevar a su terreno esta polarización activando un marco de referencia que ha sido crucial para su éxito y, tal vez, para el no éxito de otros. El valor en el que se ha centrado ha sido el de la seguridad, que ha actuado como motor de enganche en todo su discurso (ramplón, pero eficaz electoralmente hablando), de tal modo que ha situado las distintas escalas en juego (moderación - viejo – centro derecha) dentro de ese marco, con la 78


capacidad para que el voto útil se vaya a dicha formación10. Esto explica su victoria y subida electoral y también ayuda a entender la caída de C's que, aun haciendo una campaña muy combativa, no ha podido parar ese movimiento característico del voto conservador. Su flanco débil era la corrupción11, y de ahí que C's insistiera en ello, pero ha pesado más la idea de la seguridad que daba votar al PP frente a otros posibles experimentos, tanto a derecha como a izquierda. En este sentido es preciso reconocer que llevan desplegando este discurso no solo en los 15 días de la campaña, sino desde el mismo día 21 de diciembre, si no antes. Un hecho que refleja una continuidad en su discurso -lo que le da y le permite actuar sobre cierto fondo o subsuelo político- y, a la par, un conocimiento alto de su electorado, que es quien al fin y al cabo les va a votar. El PP ha sabido exprimir al máximo sus fortalezas y esconder sus debilidades, no haciendo una campaña netamente presidencialista -no tiene candidato para ello- y muy centrada en la marca.

Subsuelo y epidermis: los límites de Unidos Podemos Por su parte, UP no ha sido capaz de aprovecharse de esa polarización porque probablemente en el polo de la izquierda era menor de la que parecía. Esa polarización ha estado apoyada en las encuestas, las cuales desde el mismo día que la nueva formación nació ya daban o auguraban un sorpasso en votos, lo que hizo que se jugara con esa realidad como si fuera casi un hecho12. Sin embargo, como ya se ha dicho, las urnas no lo han reflejado ni de lejos. ¿Y por qué ha sido así? Seguramente de todas las preguntas que nos podamos hacer las que afectan a UP sean las más difíciles de responder; de ahí que lo dicho sea y solo pueda ser una hipótesis que requiere de confirmación posterior.

Los factores que explican este descuadre entre las expectativas generadas por las encuestas y la realidad son múltiples y variados, siendo difícil destacar solo uno. Entre estos se pueden señalar: la falta de historia de la “nueva marca”, la volatilidad de los partidos nuevos, la no fidelidad del voto IU, la desmovilización electoral13, u otros factores como el Brexit. De estos factores más coyunturales, probablemente, el más delicado de todos sea la ausencia de referencia electoral para con UP, de tal modo que a una nueva marca como es 79


UP se le ha aplicado un recuerdo de voto, y se ha hecho su "histórico", sumando o viendo el apoyo dado o manifestado a ambas formaciones políticas por separado como si el producto final fuera igual a su suma, cuando, como tal, no había un recuerdo de UP. Si nos fijamos en la intención directa de voto a UP y el voto conseguido en las urnas, en la mayoría de los casos, hay una media de algo más de dos puntos de diferencia (cosa que no es así ni en el PSOE ni en el PP, ni es lo normal)14. Esta peculiaridad nos habla de la dificultad para conocer dicho dato (y todo ello en un contexto muy novedoso). El problema estuvo en que casi todo el mundo lo dio por válido y empezó a operar sobre la realidad15.

Del mismo modo, se detectan ciertos elementos cualitativos a tener en cuenta como, por ejemplo, el efecto “ilusionante” que acompañaba al voto de la “unidad de la izquierda”, que hacía que el votante de UP estuviera ya muy movilizado, aun en las encuestas. Un efecto distorsionador de la realidad, ya que esto solo afectaba a la epidermis de la sociedad, sin haber calado ampliamente en la misma: estaba entre los “fijos” de UP16, pero no así entre los demás que se guardaban sus inclinaciones de voto, como tampoco estaba por igual en todo el votante de UP17. Hablamos de factores cualitativos que difícilmente una encuesta puede detectar y más en tiempos políticos tan intensos como los actuales.

Tirando de este hilo voy a plantear tres elementos a considerar.

Por un lado, el ya señalado marco de interpretación que realmente ha funcionado (no sólo en la campaña sino en todo estos meses), que se centraba en la contraposición entre el valor de la seguridad -el cual a su vez beneficia al PP, pero también al PSOE- versus inseguridad (que perjudica a los nuevos partidos).

Por otro lado, es preciso ampliar el foco y ver el subsuelo o trasfondo real sobre el que operaba el voto y la campaña electoral. Es cierto que desde el punto de vista de la campaña, UP la ha dominado de cabo a rabo y ha hecho una buena campaña. Pero la campaña no siempre ha sido igual de bien ejecutada18 y, además, no ha sido capaz de 80


corregir el “nicho social” sobre el que de verdad estaba influyendo19. En el subsuelo electoral de una parte de votantes de UP ha pesado mucho lo ocurrido antes de la campaña y la fijación que eso ha tenido en el voto (o mejor dicho en el no voto: la dinámica de ciertos sectores de Podemos ha llevado a fijar un no voto hacia dicha formación). Destaco los tres hechos más significativos que caracterizan a ese subsuelo: la mala gestión de la investidura fallida20, el rechazo social que produce -o la imagen deteriorada que tiene21- el liderazgo de Pablo Iglesias y las contradicciones en su discurso -donde un día se era comunista y otro socialdemócrata o de joven lo uno y de mayor lo otro-22; factores cruciales que no han sido un buen caldo de cultivo para generar confianza, credibilidad ni certidumbre y, menos aun, para ilusionar y movilizar al electorado. Más bien al contrario. Y si a eso le sumamos el marco de análisis señalado más arriba, entonces, se podría decir que estos resultados no deberían ser sorpresa alguna, pues ambas cosas -el subsuelo señalado y el frame imperante- no casaban del todo. Más bien chirriaban. Y pretender así conseguir una mayoría social que te vote es casi imposible.

Y, por último, conviene recordar cómo se llevó a cabo la coalición. Su fragilidad era notoria: suponía un nuevo cambio de discurso y de identificación con la izquierda tradicional y con una modificación en la correlación de fuerzas interna23, implicaba juntar dos culturas políticas distintas en muy poco tiempo, con liderazgos cruzados24, con poca maduración interna y con reticencias en ambas partes25 y teniendo como atractivo un rédito electoral basado más en impulsos que en buenos estudios de campo. Los mimbres eran poco consistentes26. Todo lo cual generó más bien un espejismo producido por una ilusión (avalado por las encuestas) que, a la vez, dificultó ver el subsuelo y el marco de interpretación que realmente estaba funcionando y que dio por hecho lo que todavía no había ocurrido.

Si juntamos todo estos elementos igual se pueden encontrar razones más de fondo en el por qué de dichos resultados, así como en la dificultad para que se acertara en las predicciones. Con todo, lo dicho son y solo son hipótesis de trabajo, no más. Queda confirmarlas, que no es poco. 81


El PSOE, la marca y el voto identitario El discurso político del PSOE ha tenido dos frentes -antes y durante la campaña-. Por un lado, ha estado obsesionado con Pablo Iglesias, planteando un discurso agresivo y de crítica muy poco constructivo y muy centrado en lo ocurrido en los meses anteriores. Como discurso político no es un buen ejemplo, pero igual les ha servido para reforzar lo señalado anteriormente en relación con la herencia dejada en este tiempo por parte de la formación morada. UP sabía que su frente más débil era su liderazgo, de ahí el interés del PSOE en no dejar de recordar que UP es Pablo Iglesias27. Esto explica la campaña coral que ha propuesto UP, aunque esta no ha conseguido atenuar su efecto negativo. No tienen las mismas repercusiones las vacilaciones y movimientos pendulares de Pablo Iglesias si UP hubiera estado destinada a jugar un papel en la oposición que si Pablo Iglesias era visto como un posible presidente de gobierno. Desde ese momento, la sensibilidad de la gente demócrata hacia lo que dice o hace es mucho mayor. Alguien que puede ser en breve presidente de gobierno no puede guardar silencio cuando un contrincante electoral, Rivera, le acusa que quiere salir del euro. La acusación de que no era una “persona de fiar” encontraba en cosas como estas un caldo de cultivo.

Por otro lado, el PSOE ha hecho una campaña muy identitaria, centrada en la recuperación del orgullo del votante socialista que además se veía amenazado por el sorpasso28. Este segundo elemento ha sido un factor clave, pues ha permitido levantar cierto orgullo y salir a defender el lugar que ha ocupado el PSOE en nuestro sistema político, siendo el referente de la izquierda durante la transición y la consolidación de la democracia29.

Estos dos factores no daban para forjar un proyecto atractivo, pero igual sí para hacer una política defensiva que tuviera como resultado eludir el problema – no menor para ellos- del sorpasso. Con todo, vuelven a ser hipótesis de trabajo que requieren de mayor tiempo y estudio para su confirmación.

Multipartidismo y la cuestión de la gobernabilidad 82


Nos encontramos con un sistema de partidos claramente multipartidista donde no es fácil determinar su fórmula concreta, aunque se podría hablar de un 1+2+130, más todo un conjunto de partidos de ámbito no estatal que siguen teniendo peso, algo inédito en nuestros sistemas de partidos. No obstante, la distancia entre el primero y los tres restantes es hoy mayor que hace seis meses en votos, porcentaje y escaños; y a la par se ha aumentado la distancia entre los dos segundos y el cuarto. En cuanto a los partidos de ámbito no estatal su estabilidad es notable, aunque haya habido algunos movimientos.

Todo parece indicar que tocará gestionar este multipartidismo en la legislatura que se inicia, de tal modo que no es probable, aunque nunca descartable, la repetición de unas terceras elecciones. Su duración dependerá de la estabilidad que se de a la hora de conformar gobierno, cuestión no sencilla.

Si nos atenemos a los números contantes y sonantes -que es lo fundamental en un sistema parlamentario- sí es cierto que a día de hoy la posibilidad de un gobierno del cambio está peor que hace 6 meses. De hecho hoy hay pocas, por no decir nulas, condiciones para ello. Por más vueltas que se le den a los escaños, lo más probable es que haya un gobierno presidido por el PP.

Lo que no ha cambiado es que el PSOE sigue teniendo la llave de la gobernabilidad de este país. Pero con la correlación de fuerzas existentes, y salvo fracaso del PP, difícil es que haya movimientos hacia un gobierno alternativo al del PP. Por ahora todo parece indicar que el PSOE se irá a la oposición, quedando por ver cual es su voto final en la investidura y, partir de ahí, se abrirá todo un proceso interno tedioso para esta nueva etapa.

C's no lo tiene sencillo ya que su órdago a Rajoy tiene hoy menos fuerza que antes del 26J, aunque es probable que de algún modo facilite el gobierno31. Y es evidente que UP votará en contra de un gobierno del PP, así como otros partidos de ámbito no estatal. Queda abierta así la “geometría variable” para conformar dicho gobierno, donde

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determinados votos a favor y el juego de las abstenciones puede ocupar un lugar no menor. Pero ante la no formación de un gobierno del cambio o progresista, cabe hacerse la pregunta de cómo afectará esa frustración de las expectativas en la coalición UP que tanto apostó por ello. Y también como repercutirán los resultados y el quehacer parlamentario sobre su vida política interna.

Con todo, solo queda esperar acontecimientos pues si algo nos ha enseñado la actual política institucional es su imprevisibilidad. El tiempo dirá, aunque este no pasará en vano.

___________________ Quisiera agradecer a Javier Álvarez Dorronsoro, Eugenio del Río y Federico Barcelona los comentarios hechos a este texto. 2 Ya desde mayo Mariano Rajoy insistía en la importancia de una “España moderada” -incluyendo al propio PP- frente a los extremos. Ver http://www.elmundo.es/espana/2016/05/09/57303957ca474136088b45e9.html 4 Que de los cuatro grandes partidos estatales hayan sido C's y el PSOE quienes hayan perdido escaños indica que la propuesta de gobierno firmada por ambos no ha tenido un respaldo electoral. 5 En un articulo junto a Eugenio del Río y Javier Álvarez Dorronsoro ya advertíamos de este posible peligro. Ver Javier Álvarez Dorronsoro, Fernando Fdez-Llebrez y Eugenio del Río, “La relación PSOE-Podemos en el proceso de investidura”, en http://www.pensamientocritico.org/javalv20416.htm 6 Para una evolución gráfica de ello, véase Anabel Díez y José Marcos, “El PSOE consigue detener el “sorpasso” de Podemos”, El País, 27 de junio de 2016, p. 26. 7 Para un análisis más detallado sobre esto véase Juan Luis Sánchez, Belén Picazo y Raul Sánchez, “Siete gráficos para entender que ha pasado en Unidos Podemos en el 26J” en http://www.eldiario.es/politica/ graficos-entender-mejor-pasado-podemos_0_531247643.html. 8 También sería de interés ver el voto por edades, pero a día de hoy no dispongo de esos datos. 9 Sería necesario, y tiempo habrá, para hacer un recorrido por aquello que la experiencia Podemos ha aportado de positivo a nuestra democracia. 10 En este sentido, cabe pensar que las previsiones de las encuestas también han influido en este voto útil al PP, y más teniendo en cuenta la asimetría de apoyos existentes entre el PP y C's, cosa que lo facilitaba. 11 Es preciso preguntarse cómo es que la corrupción no le ha pasado factura al PP. Cabe pensar que, probablemente, gran parte de ese descuento -a todas luces insuficientes y más con los recientes casos conocidos- ya se diera en las elecciones del 20D, que es cuando el PP sufre una notoria caída (para esta i n t e r p r e t a c i ó n v e r h t t p s : / / w w w . y o u t u b e . c o m / w a t c h ? l i s t = P LV U a 6 T I G m - q M v B Q o h KQWbkcR0cKuR4wr&v=9ZIqkrPKS3s&app =desktop). De hecho, el PP hizo la campaña sobre el supuesto tras llevar a cabo estudios cuantitativos y cualitativos- que el coste por este motivo ya estaba electoralmente amortizado ( ver http://www.eldiario.es/politica/PP-corrupcion-coste_electoral_0_527048057.html). 12 Ver, por ejemplo, Rafa de Miguel, “La coalición Podemos-IU desplaza al PSOE de la segunda posición”, en http://politica.elpais.com/politica/2016/05/21/actualidad/1463855880_123120.html 13 En esta cuestión una pregunta clave es qué elector de UP se quedó en casa: ¿el de Podemos o el de IU? Probablemente haya afectado a ambos lados, pero todavía es pronto para determinar dicha cuestión. 84


14 Para este dato tómese de muestra la encuesta preelectoral del CIS (http://datos.cis.es/pdf/ Es3141mar_A.pdf) y las de Metroscopia (http://metroscopia.org/mas-que-ganar-es-ser-necesario/), dos de las más serias de este país. 15 Para algunos efectos de estas encuestas sobre los resultados, así como para una explicación más general, véase Ignacio Escolar “Por qué fracasó el sorpasso”, en http://www.eldiario.es/escolar/fracasosorpasso_6_531656854.html. En este sentido, cabe pensar que, por ejemplo, la campaña de UP se pensó partiendo de esta “realidad” demoscópica, que eran los datos que había. 16 En este sentido se puede hablar que lo que hubo fue la “ilusión de los convencidos”. 17 Ver Ignacio Sanchez-Cuenca, “La caída de Podemos y el efecto IU”, en http://www.infolibre.es/noticias/ opinion/2016/06/28/la_caida_podemos_51785_1023.html 19 Bien es cierto que en 15 días no es sencillo remover cuestiones de esta índole. 21 Para esta cuestión véase Escolar, op. cit. 22 En este sentido no han ayudado nada algunos estridentes discursos como el de fin de campaña de Pablo Iglesias (en https://www.youtube.com/watch?v=maDcanZNeng) o el del día mismo de las elecciones del propio Iglesias y también de Rafael Mayoral (https://www.youtube.com/watch?v=QLmBGQAb5hI). 23 Al papel jugado en campaña, y sus problemas, por Mayoral o Irene Montero se ha referido Escolar, op. cit.. 24 Cayo Lara en su despedida como Coordinador de IU (junio de 2016), se dirigía a Alberto Garzón con las siguientes palabras: “me va a costar votar en estas elecciones , pero voy a votar , votaré el día 26 como si fueras tu quién encabezara la lista de Madrid” (en http://cadenaser.com/ser/2016/06/04/politica/ 1465034805_522693.html). 25 A este respecto los datos de Sánchez-Cuenca son elocuentes (ver Sánchez-Cuenca, op. cit.). 26 Para esta cuestión véanse de Fernando Fdez-Llebrez, “A vueltas con las candidaturas unitarias y el cambio electoral” (julio de 2015, en http://www.pensamientocritico.org/ferlle0715.pdf) y “El camino hacia una coalición electoral entre Podemos e IU tras el 20D”, op. cit. (mayo de 2016). 27 Y sin olvidarse de su alianza con la izquierda tradicional. 28 Las constantes referencias de Pablo Iglesias a la socialdemocracia o a líderes del PSOE y a sus hipotéticos malos resultados han podido ser un boomerang que ha reactivado al herido en su propio orgullo. 29 Y cabe pensar como hipótesis que no solo ha activado a votantes del PSOE, sino también a algunos de IU. 30 Las posiciones de los partidos según estos números serían. 1 (PP), 2 (PSOE y UP) y 1 (C's). 31 A este respecto ver Juan José Mateo “Los fundadores de Ciudadanos se oponen al veto de Rivera a Rajoy”, en http://politica.elpais.com/politica/2016/06/28/actualidad/1467134140_252058.html.

Por qué fracasó el sorpasso 85


Ignacio Escolar

Los datos son bastante claros. La coalición de Unidos Podemos ha perdido más de un millón de votos respecto al 20 de diciembre, uno de cada seis. Mantiene los escaños porque la ley electoral ahora no juega en contra, pero ni logra sobrepasar al PSOE ni aleja a Mariano Rajoy de La Moncloa ni tiene hoy la fuerza parlamentaria que tuvo hace unos meses para condicionar otro tipo de Gobierno. No hay otro conclusión posible: la estrategia del sorpasso ha fracasado. ¿Las causas? En mi opinión, hay que analizar al menos estas seis claves. 1. El deterioro en la imagen de Pablo Iglesias Los méritos de Pablo Iglesias al frente de Podemos son indudables. Sin él, no existiría este partido; para perder un millón de votos antes tienes que ganarlos. Quedarse en ‘solo’ cinco millones y ‘solo’ 71 escaños no es el tipo de fracaso que nadie hubiese imaginado hace solo dos años. Desde la nada, Iglesias ha sido capaz de liderar un nuevo partido que en sus primeras elecciones tenía su cara como logo y hoy es la tercera fuerza parlamentaria. Pero una parte importante del reciente retroceso de Podemos tiene que ver con sus errores y con su imagen actual, que está mucho más deteriorada que otras caras de su coalición: que Ada Colau, Iñigo Errejón, Mónica Oltra o el propio Alberto Garzón. La actitud, la personalidad y el discurso de Iglesias le han pasado factura. Hace tiempo que el líder de Podemos tiene en las encuestas una mala valoración, inferior a la de sus propias siglas. Hace meses que Iglesias es uno de los líderes peor valorados, solo por encima del propio Mariano Rajoy. Ese deterioro en su imagen, incluso entre votantes de Podemos, se ha notado. En el desgaste en la imagen de Iglesias influye ser el blanco principal de todas las críticas, ser la cabeza que se lleva todos los golpes. Pero también sus propios errores, que le han creado entre una parte importante de la sociedad –también entre una parte de sus votantes, aunque no los más forofos– una imagen de soberbia, de agresividad y de excesivo tacticismo. En Podemos han sido conscientes de este deterioro en la valoración de Pablo Iglesias: por eso el cartel electoral también ha utilizado las caras de los demás líderes de la coalición 86


para transmitir una imagen coral. El intento era bueno, pero es difícil esconder a tu candidato a presidente del Gobierno.

2. Los giros Pablo Iglesias ha viajado demasiadas veces en demasiado poco tiempo de la radicalidad a la moderación, del puño en alto a la sonrisa. La táctica del poli bueno y el poli malo está muy bien para negociar, pero necesita de dos personas y Pablo Iglesias ha interpretado ambos papeles. En el paralelismo de Podemos como el PSOE de los 80 en esta nueva transición, Iglesias ha querido ejercer al mismo tiempo de Felipe González, el estadista, y de Alfonso Guerra, el que daba caña en los mítines. El primer viaje sumó nuevos votantes. La posterior ida y vuelta los ha restado. Si Podemos logró pasar en poco más de medio año del 14% de las autonómicas, del 13% que le daban las encuestas en septiembre y del desastroso 8,9% de las catalanas hasta el 20,7% de las generales de diciembre fue, en parte, gracias al primer viaje a la moderación de Pablo Iglesias en la anterior campaña electoral; gracias a su apelación a la sonrisa, "que sí se puede" y a su discurso menos agresivo. La campaña de diciembre movió a una parte importante de ese votante urbano, históricamente socialdemócrata, de más de 40 años y situación económica menos golpeada por la crisis; ese electorado que en Madrid apoyó a Manuela Carmena como alcaldesa pero en las autonómicas votó al PSOE de Ángel Gabilondo. Tras las elecciones, durante la negociación, llegó otra vez el Pablo Iglesias más agresivo: el de "la cal viva" en el discurso de investidura –que el propio Iglesias después admitió como un error–, o el de esa rueda de prensa donde ofrecía su apoyo a la presidencia de Pedro Sánchez al mismo tiempo que lo ridiculizaba. Esos gestos no dañaron el núcleo duro del votante de Podemos –que en gran medida comparte tanto el tono como el fondo de esas críticas–, pero sí le alejó de una parte de sus votantes de diciembre. Iglesias, en la última campaña, volvió a la moderación y la sonrisa: a los elogios a Zapatero y a presentarse como “socialdemócrata”. Pero su credibilidad se ha resentido con tanto giro. El traje de moderación no funcionó esta vez entre ese votante de izquierda moderada 87


que es imprescindible para cualquier candidato progresista que quiera asaltar los cielos. Al mismo tiempo, los discursos de la moderación probablemente defraudaron a otra parte de sus votantes más de izquierdas.

3. Las negociaciones frustradas ¿De quién ha sido la culpa de la repetición electoral? ¿Por qué el anterior Parlamento fue incapaz de entenderse? La pregunta ha sido letal tanto para Pablo Iglesias como para Pedro Sánchez porque el único inocente frente a sus votantes ha sido Mariano Rajoy. En la izquierda, hay reparto de culpas para todos. Una parte importante del electorado de izquierda responsabiliza al PSOE. Había otro gobierno posible sin pasar por Ciudadanos, y así lo asumió después en campaña el propio Pedro Sánchez: “Yo hoy podría ser presidente del Gobierno si hubiera aceptado el trágala y la vicepresidencia todopoderosa de Pablo Iglesias y mi presidencia honorífica”, aseguró el candidato socialista en una entrevista en eldiario.es. En su respuesta está implícito algo: que los números del anterior Parlamento permitían esa investidura de Pedro Sánchez con el apoyo de Podemos y la abstención de los independentistas. Que no era cierta la tesis del PSOE de que el único gobierno posible era el que ofrecía Sánchez con Ciudadanos en el pacto y con Podemos de convidado de piedra. Al tiempo, otra parte de la izquierda culpa a Podemos del fracaso de la repetición electoral y responsabiliza a este partido de revivir a Mariano Rajoy. Había gobierno posible con los independentistas pero no iba a ser el Gobierno de la izquierda: tan de derechas es Convergencia como Ciudadanos. Y tampoco está claro que Sánchez tuviese el margen de maniobra necesario en su partido para pactar una investidura así sin que una parte del PSOE se rebelase, sin que algunos diputados socialistas votasen en contra. Además, el PSOE tenía argumentos para dudar de la voluntad real de Pablo Iglesias de llegar a un pacto porque el líder de Podemos se los daba con el tono de sus intervenciones públicas. La forma en que Iglesias ofreció el acuerdo a Sánchez no fue una mano tendida. Lo hizo escogiendo el peor momento para el PSOE: en una rueda de prensa urgente mientras Pedro Sánchez estaba reunido con el rey (una forma de obligar al líder socialista a pronunciarse de forma inmediata y a ciegas, porque tenía convocatoria con los medios

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prevista tras la visita a Felipe de Borbón). Y lo hizo despreciando al candidato socialista con esa “sonrisa del destino” que le iba a permitir, casi de carambola, llegar a La Moncloa. La conclusión –como se aprecia en el resultado electoral o en cualquier conversación con amigos– es que tanto unos como otros tenían trastos que tirarse a la cabeza para responsabilizar al contrario del fracaso de la legislatura más corta de la democracia. Y que estas culpas calaron de forma transversal, tanto en el electorado de Podemos como en el del PSOE –que tampoco está para brindar, por mucho que haya derrotado a las encuestas: tiene especial mérito que tu rival más directo pierda más de un millón de votos y tú no subas–. Todos pagaron el pato menos Mariano Rajoy, que también por eso es el que más votos ha ganado. Porque la frustración fue en la izquierda, como el reparto de las culpas. 4. El miedo Venezuela, Brexit, Cuba, Corea del Norte o incluso la China comunista. Los argumentos del miedo han sido permanentes y al final han calado, como demuestra el aumento en votos de la derecha. También han hecho mella en una parte del votante de Podemos. Desde la propia dirección de Podemos creen que una de las razones del voto perdido hay que buscarla ahí: en el miedo, un miedo azuzado por la posibilidad, que parecía real en las encuestas, de que Pablo Iglesias llegase a convertirse en presidente del Gobierno. Según esa interpretación de Podemos, una parte de sus votantes se asustó ante esa posibilidad. Para ese millón perdido, era más fácil votar a Podemos como voto de protesta, o como una vía para girar al PSOE hacia la izquierda, que como una alternativa real de Gobierno. También es probable que haya influído el derecho a la autodeterminación: Unidos Podemos cae menos en las comunidades menos centralistas –especialmente Catalunya y País Vasco–y más en aquellas que son menos partidarias a un referéndum en Catalunya. En este tema, la posición de esta coalición no ha cambiado. Pero en los últimos meses, tras las elecciones, ese debate ha estado mucho más presente en la vida pública de lo que estaba hasta ahora. 5. La alianza con Izquierda Unida

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¿Restó votos la coalición entre Podemos e IU en lugar de sumarlos? Es el análisis más directo pero no creo que sea el acertado. Probablemente el resultado habría sido mucho peor para ambos de haber ido en solitario; si mantienen sus escaños, en vez de caer, es gracias a esta alianza. Pero la manera en la que se desarrolló la coalición no ha sido tampoco la óptima. Además, existe una relación llamativa: en aquellas provincias donde IU era más fuerte en votos, la caída de Unidos Podemos ha sido más pronunciada, como explica Ignacio Sánchez Cuenca en Infolibre y también profundizan Ignacio Jurado y Lluis Orriols en Piedras de Papel. El pacto arrancó con muchas cuentas pendientes entre ambos bandos. Las críticas y desprecios de hace apenas un año fueron durísimas y esas heridas no estaban cicatrizadas. Un sector de los dirigentes y los votantes de IU odiaban y siguen odiando a Podemos, y viceversa. No hay más que escuchar el simbólico discurso de despedida como coordinador general de Izquierda Unida de hace unas semanas. “Me va a costar votar en estas elecciones, pero voy a votar”, decía Cayo Lara, que no solo hablaba por su boca sino que representaba también a un sector no irrelevante de la histórica militancia de IU. No creo, sin embargo, que la alianza con Izquierda Unida haya añadido radicalidad a la imagen de Podemos. Al contrario: en algunos casos la ha moderado. IU en Andalucía es bastante más moderada que el Podemos de Teresa Rodríguez. También tiene una imagen y un discurso más moderado el “comunista” Alberto Garzón que el “socialdemócrata” Pablo Iglesias. Y en la actual dirección de Podemos, tras el golpe interno que destronó a Sergio Pascual y arrinconó a Iñigo Errejón, quien ha ganado poder son políticos como Irene Montero o Rafael Mayoral, que vienen del PCE y fueron claves en la alianza con IU. Son ellos, y no Alberto Garzón, quienes ahora pinchan en los mítines cánticos revolucionarios de los 70 en vez de Vetusta Morla, según se quejan los errejonistas. 6. Las encuestas La dirección de Podemos, igual que casi todos, confió en las encuestas y por eso apostó por una campaña conservadora donde lo importante era no meter la pata. Sin informacion no hay estrategia y con mala información hay una estrategia equivocada. Fiándose de las encuestas, Podemos entró en campaña con el freno de mano puesto. Nada como creerte el ganador para jugar a empatar y acabar perdiendo. Les faltó esa

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épica que sí emplearon en diciembre y, viéndose sobrados, fueron más conservadores en su campaña. La información errónea de las encuestas probablemente también influyó en los ciudadanos. Como en el principio de indeterminación de Heisenberg, la medición acabó modificando el resultado: las encuestas cambiaron el voto. Que Unidos Podemos apareciese tan cerca del PP, y tan claramente por encima del PSOE, provocó un voto a la contra: el de amplios sectores conservadores, que no votaron a favor de Mariano Rajoy y la corrupción del PP sino contra Pablo Iglesias. Y el de una parte del electorado socialista, que tampoco votó a favor de Pedro Sánchez sino en contra del sorpasso. Las consecuencias internas Hace unas horas, Pablo Echenique, el secretario de organización de Podemos, envió un mensaje al grupo de Telegram del Consejo Ciudadano Estatal, el órgano que aglutina a los principales dirigentes del partido. El mensaje es el siguiente: “Ya sabéis que yo soy mucho de amor y eso, pero no me resisto a añadir algo también necesario para este momento. Ante cualquier conflicto interno, desde la Secretaría de Organización se buscará en un primer momento la solución mediada, amorosa, consensuada y de sentido común. En caso de que la vía del amor y los cuidados se demuestre inútil, se actuará de manera contundente, decidida, concreta y grave contra quienes no comprendan (hablo en general; no de este órgano) que las guerras internas nos desangran, nos queman y nos hartan. Para que crezca el amor no sólo hay que regarlo sino también extirpar las malas hierbas de las violencias enquistadas. Sé que no hará falta, pero siempre es bueno tener un plan B cuando el amor no gana.” La advertencia de Echenique es una demostración de cómo está el patio en Podemos. Por mucho que los más sensatos en el partido –y Echenique lo es– intenten pacificar el jardín, la guerra interna ya está larvada y probablemente acabe aflorando a final de año: tras las elecciones gallegas y vascas. Siguiendo la metáfora fundacional de Podemos, si realmente esa guerra estalla, será “los de abajo” contra “la izquierda”. O los partidarios de Íñigo Errejón contra los de Pablo Iglesias.

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Una semana y cientos de artículos después Luca Chao Una semana después y tras leer cientos de artículos postelectorales quien escribe tiene, cuando menos, una cosa bastante clara: que afirmaciones categóricas tratan de ocultar una evidencia, que ignoramos mucho más de lo que sabemos. Así, los análisis electorales deberían partir de una premisa: que ante la ausencia de datos sólidos (por el momento) que nos permitan comprender lo sucedido el pasado domingo 26 de junio, tratamos sobre indicios cuando no meramente sobre opiniones. Una dosis de honestidad que considero necesaria para no pervertir los pocos datos con lo que contamos de manera que sirvan para apoyar una cosa y la contraria, y, sobre todo, para confirmar las posiciones propias y demostrar hasta que punto están equivocados otros. De este modo, y partiendo de que tengo muchas más dudas que certezas, trataré de sintetizar aquí algunas hipótesis acerca de los resultados: 1. Uno de los grandes éxitos de Podemos se convierte en su flaqueza principal. Su flexibilidad originaria, la concepción de una nueva estructura partidaria que no requiere ningún compromiso formal, consecuente con la realidad líquida de los tiempos en los que vivimos, puede acabar decantando en apoyos electorales igualmente líquidos. 2. El bajo nivel de compromiso hay que vincularlo con la tipología de su electorado. La volatilidad aumenta mucho entre las capas más jóvenes de la sociedad. Se cansan antes y no tienen problemas en bascular entre un partido y otro, y más aún, entre el voto y la abstención. Cuando aspiramos a hacer grandes transformaciones es fácil conectar con la juventud, del mismo modo, la decepción brota muy rápido. 3. La movilización no puede ser constante, y la indignación tampoco. La desigualdad, la corrupción, el desempleo o la creciente emigración son fenómenos cada vez más normalizados que van perdiendo peso a la hora de inclinar a los votantes. Esto no quiere decir que lo que hace seis meses tuvo relevancia, ahora no importe. Pero sí debemos tener en cuenta que el voto de castigo no se produce consecutivamente y que si el pasado 20D el mensaje del momento histórico caló, seis meses después, la segunda vuelta pudo leerse cómo que, a la hora de la verdad, no se puede. Si hace unos meses comentaba que gran parte de la campaña se jugaba en términos emocionales, parece bastante claro que en esta segunda vuelta la ilusión no fue capaz de vencer al agotamiento ni al desencanto.

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4. La explicación no está en la campaña, sino en los meses previos. Podemos fue incapaz de calcular el precio que le pasarían los meses de negociaciones. Si en marzo las encuestas señalaban una caída importante de popularidad, seguramente vinculada con las negociaciones para formar gobierno, el anuncio de la confluencia con IU acabó por taparlo todo y convencernos de que por sí misma fomentaba tal nivel de ilusión que los errores del pasado quedaban anulados. 5. El efecto performativo de las encuestas pudo tener tres efectos principales: por una parte alentando el voto del PP ante el avance de Podemos; en segundo lugar, desalentando el de Podemos ante una victoria segura, y, por último, frenando el trasvase del PSOE a Podemos tanto por no querer ver un Partido Socialista derrotado, como por creer en las bondades de un equilibro entre ambos actores que parecían condenados a entenderse. 6. El discurso del miedo tanto con Venezuela, Grecia, o el Brexit no puede desdeñarse. Como tampoco el desgaste acumulado por la sobreexposición mediática o por ser el blanco de todas las críticas. 7. La confluencia no es una cuestión de todo o nada. Las personas que defendemos que la suma siempre multiplica nos equivocamos y pecamos de cierto infantilismo asumiendo la consigna sin base sólida alguna. Los resultados apuntan a que allí donde la unión de fuerzas del cambio más se aleja de la sopa de letras, la confluencia funciona mejor. Por el contrario, otros ejemplos reducidos a la suma de fuerzas electorales, sin un verdadero proyecto político consensuado, son el caldo de cultivo perfecto para el desencanto. En resumen, la confluencia comienza desde la base, requiere tiempo y diálogo para la construcción en colectivo, una forma radicalmente diferente de hacer que los pactos entre cúpulas. Las partes implicadas deben ser partícipes para creer y comprometerse con el proceso y no ser únicamente interpeladas a votar juntas. 8. Envejecimiento demasiado rápido. Podemos pasó de ser nueva política a asumir los vicios y formas de la vieja de manera acelerada. Las disensiones y el ruido interno han sido siempre penadas por el electorado. En este sentido, Podemos debe ser vanguardia de diálogo y asumir que las contradicciones internas, lejos de síntoma de debilidad, son necesarias para la construcción de un proyecto político de cambio que interpela a la mayoría social. De este modo, los debates políticos sosegados son necesarios, lo que sobran son “fanboys” declarados decididos a sacar ventaja de las diferencias internas. Tampoco en Galicia tuvimos los resultados que anhelábamos, más aún, en los que creíamos. Aquí también, los análisis postelectorales tienen mucho de ideología y más que a tratar de explicar nada parecen encaminados a fortalecer las posiciones propias y a ir trabajando el terreno en clave preelectoral autonómica. El caso de En Marea, con la pérdida de un escaño y casi 67.000 votos, tiene un comportamiento bastante semejante al que registró Unidos Podemos a nivel estatal, a lo que se suman algunas particularidades propias de la confluencia a nivel gallego. En Marea se va pareciendo cada vez más a un bipartito 2.0, con tres almas distintas que no dudan en publicitar sus diferencias, haciendo evidente que el entendimiento es complejo y que el proyecto común 93


inexistente. Socios de coalición enfrascados en exculpar los fallos propios y apuntar a los compañeros como responsables de todo mal: demasiado españolistas, demasiado nacionalistas, demasiado de izquierdas, demasiado moderados, demasiado morado, demasiada marea... Suma y sigue en acusaciones cruzadas aireadas en los medios de comunicación que carecen de un espacio real para la discusión política interna. De este modo, la lucha por la hegemonía dentro de una coalición tiene poco de nueva política, y tiene menos de interés real para la ciudadanía que ve perpleja como estamos desaprovechando una ocasión histórica de cambiar el país. Podemos seguir hablando de nosotros mismos, entonces, una cosa es segura, la victoria de Feijóo estará más cerca.

V a r i a c i o n e s postelectorales J.lago Son muchos y valiosos los análisis y valoraciones que se han publicado sobre el resultado de Unidos Podemos este 26J, aunque son menos los que interpretan lo sucedido con vistas a anticipar lo que viene. A continuación intentaré valorar algunas de las interpretaciones dadas para, desde un análisis crítico, estar en mejores condiciones para fundamentar el futuro político que nos falta: Una primera valoración volcada estos días afirma que, a pesar de todo, se trata de un resultado histórico que sería mezquino o caprichoso despreciar: 'nunca un tercer partido habría obtenido un resultado de esta magnitud'. No hay lugar, aseguran por tanto, para el pesimismo. No comparemos, nos dicen, lo real con lo que pudo ser: 71 diputados y 5 millones de votos es más de lo que nunca tuvimos. Es esta una valoración cierta, pero lo es si el referente desde el que se valora es el del pasado (esa historia a la que habría que remitirse) y el de un nosotros restringido (los que se sitúan a la izquierda del PSOE desde que arranca esa historia). Basta, sin embargo, con cambiar el tiempo (de la historia al presente) y el sujeto (ese nosotros ya no referido a la izquierda del PSOE sino a una identidad política nueva), para que la valoración deje de ser evidente y compartida. Claro que en términos históricos es un resultado impresionante, pero las derrotas del 94


pasado pueden ocultar fácilmente las posibilidades del presente: se podía (¡y se debía!) tener más apoyo y más voto, y hacer por tanto más historia. El problema es que no conviene hacerse trampas al solitario: sabemos que podíamos más (no solo lo decían las encuestas, lo dicen los resultados municipales de Madrid, Barcelona, Coruña o Cádiz; lo dicen nuestras apuestas previas y nuestros cálculos). Si nos pensamos desde el pasado, no solo nos conformamos con el presente, sino que nos definimos y nombramos desde lo que fue: somos esos que veníamos de derrotas mayores. El problema es que muchos impugnamos esa identidad, aunque mantengamos intacta la memoria y la lealtad a quienes nos precedieron, incluso cuando esos que nos precedieron fuéramos nosotros mismos hace décadas. Pero la identidad de Podemos, y su marco de referencia, no era ese pasado, sino precisamente su superación o desborde, la apertura a una identidad nueva desde la que no caben lecturas retrospectivas ni complacientes. Si somos la posibilidad de una España nueva, el resultado no es bueno por mucho que sea histórico. 'Los que se han quedado en casa en lugar de ir a votar(nos) veían con simpatía a Unidos Podemos, sí, pero también con desconfianza en tanto que opción real de gobierno'. Si bien creo que esta valoración es acertada, y algo de esto mismo dije aquí, tiene a mi juicio que complejizarse y completarse para alumbrar el futuro que nos toca recorrer. En primer lugar, ha de ser complementada por una diferencia: no desconfía igual y por las mismas razones parte del votante que se ha abstenido viniendo de votar tradicionalmente a IU, que el que viene de la abstención o del voto al bipartidismo y sus variantes. El primero es, quizá, un voto destituyente y, por tanto, refractario a cualquier forma de poder institucional real. Quizá solo vota si la opción elegida no puede ganar. Los segundos habrían dejado de votar por las mismas pero opuestas razones: podíamos ganar y esto generaba si no miedo, al menos desconfianza. Es claro que la estrategia del miedo tan bien orquestada por Rajoy no afecta directamente a los primeros, pero quizá sí a los segundos. Se abren así varias preguntas, una de ellas dirigida a otra interpretación actual de los resultados del 26J y la campaña electoral: la desmovilización de los movilizados. Pero, a tenor de lo dicho, ¿cómo se debería haber movilizado a los primeros (a ese voto destituyente) sin desmovilizar aún más a los segundos (elector desconfiado)? Cuando se apela a la desmovilización posible de un electorado afín, se tiende a olvidar que ese electorado está lejos de ser unitario, que hay abstenciones y abstenciones. Es bien posible, pues, que lo que movilice a unos desmovilice a otros, y aquí es donde las sumas pueden restar o multiplicar, y el análisis se vuelve necesariamente complejo. Si junto a la desmovilización de los movilizados ha vencido también la desconfianza de sectores importantes afectados por una modulación suave del miedo, no solo no caben lecturas lineales de lo que se tendría que haber hecho, sino que conviene entender la complejidad del trabajo político futuro y la apuesta dual que necesariamente dibuja: batalla cultural hacia afuera para convencer no solo de la deseabilidad del cambio, sino de su posibilidad real a manos de Podemos; batalla de ideas hacia dentro en pos de la desfechitización de un pensamiento de izquierdas que quizá tiende a privilegiar su identidad más o menos pura en detrimento de la construcción, contradictoria y sin duda manchada con lo que existe, de un sujeto político plural pero mayoritario y con capacidad real de gobierno. Claro que hay una contradicción entre el deseo y lo posible, pero desde luego no se resuelve dejando inmaculados ambos espacios: el de un deseo que no negocia con una realidad que, al cabo, queda intacta por falta de poder real. Ese trabajo con una izquierda radical pasa también por poner en cuestión adjetivaciones habituales pero vacías, me parece, de sentido. Como las de moderación y radicalidad, empleadas con distintos fines en no pocos análisis del 26J. Y lanzo una pregunta: ¿es más radical apelar a la salida de la OTAN o del Euro sin 95


capacidad política para realizarlas (puro deseo), o tiene bastante mayor radicalidad intentar articular una mayoría electoral y política capaz no solo de ganar unas elecciones, sino de cuestionar desde las instituciones el sentido común de una sociedad en torno a cuestiones como, justamente, el Euro o la OTAN? Dicho de forma aún más clara: ¿es más radical defender un conjunto más o menos compacto de ideas sin capacidad alguna de llevarlas a la práctica, o llevar, todo lo lejos que un momento histórico permite, un conjunto de transformaciones sociales, económicas y políticas? ¿Denunciar desde el Facebook o la militancia más o menos minoritaria las contradicciones del capitalismo o afrontar esas contradicciones desde los límites innegables de las instituciones occidentales? Adelanto mi respuesta: no hay radicalidad alguna en un discurso sin práctica real. Otra cosa es, claro, cuánto de radicales puedan ser las transformaciones que desde las instituciones puedan llevarse a cabo hoy. Pero la respuesta a esa pregunta no es intelectual, es práctica: para averiguarla toca ganar esas instituciones, esa es hoy la mayor radicalidad a nuestra mano. Cabe, sin duda, una objeción a lo dicho: la alternativa no está en las elecciones, sino en las calles. Y, de hecho, es esta precisamente otra de las interpretaciones actuales que, sin embargo, viene de lejos: 'nos ha faltado calle'. Claro, siempre falta calle, pero convendría preguntarse qué ocurre en las calles de este país. ¿Están repletas de movimientos sociales en lucha? ¿Está España compuesta por una sociedad civil capaz de generar institucionalidad, es decir, de una sociedad civil con posibilidad de autogobierno? El ejemplo de la PAH es en este caso recurrente y paradigmático: ahí estarían las luchas que nos han faltado. Y sí, por supuesto, sin la PAH no se entiende el ciclo político que se abre en 2011 y del que somos meros herederos. Pero habría que preguntarse por qué ponemos siempre el ejemplo de la PAH. ¿Acaso porque no hay muchos otros? Claro que están las mareas, claro que estuvo antes el 15M, pero reconozcamos que ya antes del nacimiento de Podemos estos movimientos se encontraban en proceso de reflujo o retroceso, razón por la cual el salto a la política institucional se percibió no solo como una posibilidad, sino como una necesidad lógica de ese ciclo de luchas. Y atendamos a la naturaleza de las demandas de esos movimientos sociales, de esas mareas: no se referían a un conflicto social incompatible con el Estado o el régimen, sino a la lucha contra el retroceso social que suponían las políticas privatizadoras del PP y el último PSOE, esto es, a una vuelta a paradigmas socialdemócratas de redistribución de los ingresos por la vía del estado del bienestar. No a un conflicto social subversivo que desbordara los marcos del régimen del 78. Sin restarle un ápice de potencia y dignidad a estos movimientos, sin negar en ningún momento que el ascenso de Ada Colau a la alcaldía –¡nada más y nada menos!– de Barcelona es incomprensible sin ese movimiento social ejemplar que es la PAH, habría que preguntarse si la calle está definida, hoy y ayer, por un conflicto social capaz de alimentar opciones institucionales antagonistas. O si se trata, justamente, de lo contrario: la debilidad del conflicto social, la ausencia de “calle” en España, vuelve la opción institucional (y mediática o electoral) como necesaria tanto para llevar las demandas sociales más allá de sí mismas (más allá del paradigma socialdemócrata) como, incluso, para cualquier crecimiento de esa “calle” hoy invocada más desde el deseo que desde la constatación pragmática del país en el que vivimos. ¿Acaso la abstención de ese millón largo de votos se ha expresado en alguna forma de movilización social? ¿Es el resultado de movimientos populares de calado? No, ese millón de voces no está en las calles, aunque tampoco esté en el parlamento. 'Hay que decir la verdad, y eso va en contra del electoralismo, aseguran otras voces': Habrían sobrado eslóganes, sonrisas y carteles, y habría faltado más verdad a nuestro pueblo, más denuncia y diagnóstico de la realidad material de nuestro país. Valoración interesante a la que habría quizá que impugnar la dicotomía entre verdad y comunicación que implícitamente señala, como si se tratara necesariamente de 96


dos dimensiones enfrentadas. Es más, me atrevería a decir que es precisamente al revés, que un diagnóstico certero sobre la realidad material y social de nuestro país, si no entra en el circuito de la comunicación política, deja, me temo, de ser una verdad política para convertirse en un análisis académico, más o menos brillante, más o menos reconfortante, pero sin capacidad alguna de movilización y transformación social. Y ahí radica, me temo, la diferencia: si un discurso es o no capaz de generar efectos políticos. Si los genera, estamos ante algo que podríamos llamar verdad política. Sino, ante un saber privado compartido por unos pocos (acaso los elegidos, la “vanguardia”, aquellos que se sienten poseedores de una verdad que, sin embargo, no cambia ni modifica el estado de las cosas). Creo que la verdad tiene algo que ver con la política solo cuando es compartida por una mayoría social y, por tanto, tiene capacidad de generar efectos en la realidad: la transforma, la nombra de otra forma ('no es una crisis, es una estafa', 'los culpables de los desahucios son los bancos, no las familias', etc.) y altera las relaciones de fuerza o abre el campo de lo posible. Habría quizá que recordar un mantra que han repetido sin tregua partidos y medios de comunicación durante estos dos años de andadura de Podemos: 'tenéis el mejor diagnóstico, pero…'. Igual no ha faltado programa, verdad o análisis del presente, sino, justamente, la capacidad de convertir ese diagnóstico en discurso movilizador, vale decir, en comunicación política. Y para eso, y durante una campaña, creo que la clave no radicaba en la “verdad”, sino en la confianza. Y me explico: un diagnóstico brillante sobre la verdad de las condiciones de vida de nuestro pueblo (o sobre la insaciabilidad del capitalismo, la concentración de los medios de comunicación y producción, el paro, la violencia, la desigualdad estructural, la corrupción inherente al régimen de acumulación, etc.) habla, en una campaña electoral, del presente, de su morfología, de su origen o de sus (sin)razones. Pero cabe sospechar que en unas elecciones lo que está en juego no es tanto el presente como el futuro, es decir, la posibilidad de transformar el ahora. Y si esto fuese así, habría quizá que concluir que más que verdad (que se refiere al estado presente de las cosas), ha faltado confianza (que apela, claro, al mañana). Y lanzo dos preguntas: ¿tiene razón el pueblo al desconfiar de Podemos como opción de gobierno? ¿Se miente o huye de la verdad al dejarse llevar por el miedo o la desconfianza? Me temo que no hay forma a priori de responder a estas preguntas, porque no hay forma de demostrar desde “la verdad” que el programa que los dirigentes de Podemos representan pueda gobernar mejor España que el del PP (por más que a mí no me quepa ninguna duda). A estas preguntas solo se puede contestar a posteriori, esto es, gobernando. Y para llegar al gobierno hace falta confianza (no ciencia o verdad) en la capacidad de Podemos para poner en marcha su programa. No, definitivamente no sé bien qué es decir la verdad en una campaña electoral, salvo que nos refiramos a esa política vieja por la que el dirigente político le explicaba al pueblo (al poco que le escuchaba ya) las razones de su explotación y miseria, mientras el pueblo asentía con simpatía toda vez que votaba otras opciones. La verdad política nada tiene que ver con un saber privado o cierto, en posesión de un líder político, sino con una construcción colectiva de certezas, creencias, confianzas e identidades que puedan alterar el curso de la historia. Y en esas estamos. AUTOR Jorge Lago Sociólogo, profesor, investigador, editor. Candidato al Congreso por Salamanca en la lista de Unidos Podemos. @LAGO_JORGE

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Los jubilados sostienen a PP y PSOE mientras los jóvenes buscan la ruptura Los datos publicados por el CIS postelectoral vienen a dibujar una vez más la brecha generacional que existe en el electorado español y muestran una intención de voto, que si atendemos a la variante sociodemográfica de la edad, evidencian como al Partido Popular es sustentado por los votos de las personas mayores de 65 años. La importancia, y el peso de este sector de la población, reside en que debido al envejecimiento de la población española, con más de 11 millones y medio de electores que superan los 60 años de edad, otorga a este grupo poblacional un peso enorme en las elecciones generales, el mayor en toda la democracia, ya que nunca antes, los electores que superasen esta edad había sido tan elevado. Por su parte, el porcentaje de jóvenes sigue descendiendo, y a día de hoy, solo el 8,2% de la población tiene entre 18-24 años, incluso sumando a los que se encuentran entre 25-29 años, no llegan al 15% del total, por lo que estamos hablando de menos de la mitad de los que tienen más de 60 años.

Voto Edad2 El PP logró el 37,6% de los votos entre los electores que tienen más de 65 años, mientras que el PSOE consiguió el 22,2%. Es el grupo de electores, donde los dos grandes partidos consiguen mantener su hegemonía frente a Podemos y Ciudadanos, que en el resto son capaces de competir de “tú a tú” con PP y PSOE e incluso superarlos, tanto es así que entre los menores de 45 años, Podemos es la primera fuerza política mientras que Ciudadanos es la segunda. Por su parte el PSOE sigue siendo la primera opción política entre los ciudadanos que tienen entre 45 y 64 años. Además, resulta muy significativo que el Partido Popular sea la cuarta fuerza política en los segmentos poblacionales menores de 35 años.

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El peso del electorado mayor de 65 años, así como su capacidad para decidir elecciones y decantar la balanza, tiene posteriormente consecuencias en el desarrollo del Estado de Bienestar y las políticas que se aplican. PP y PSOE: el electorado de avanzada edad aun les sustenta Edad electorado Partido Popular

El electorado del PP se caracteriza por ser mayoritariamente mayor de 65 años, tanto que 4 de cada 10 votantes populares son mayores de esta edad, un colectivo que a día de hoy supone casi un 25% del total del electorado. Por otro lado, sólo 1 de cada 10 es menor de 35 años. Estos datos no solamente evidencian la pérdida de apoyo de votantes jóvenes al Partido Popular, especialmente desde la gestión de gobierno llevada a cabo desde 2012, sino que también ponen de manifiesto como el Partido Popular ha renunciado ya a este sector de la población y se centra por completo entre los jubilados y los de mediana edad.

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El PSOE se caracteriza, al igual que el Partido Popular, por tener un electorado mayoritariamente mayor de 65. En el caso del Partido Socialista, casi 3 de cada 10 de sus votantes superan esta edad. Resulta también necesario destacar como el electorado del PSOE, en cuanto a peso de cada sector de edad en su total, es el que más se asemeja a la población española de los cuatro. Tanto PP como PSOE son sustentados a día de hoy aun por las generaciones anteriores a la democracia. Podemos: su electorado es el más joven de los cuatro grandes partidos Edad electorado Podemos

Podemos por su parte, se caracteriza por tener el electorado más joven, tanto es así, que 1 de cada 2 votantes de Podemos es menor de 45 años, y sólo 1 de cada 10 es mayor de 65 años Ciudadanos: la mayoría de sus votantes se encuentran en la edad adulta Edad electorado Ciudadanos

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El electorado de Ciudadanos se caracteriza por tener más votantes entre las medianas edades, especialmente entre los votantes que se encuentran entre los 35 y los 44 años, donde 3 de cada 10 de sus votantes tienen entre estas edades. Los radiografía de la edad de los electorados de cada partido, vuelve a evidenciar la ruptura generacional que existe, donde la generación nacida en democracia apuesta claramente por la ruptura política, frente a las otras tres generaciones, las nacidas en la dictadura, que aun sostienen a los que eran los dos grandes partidos hasta ahora. El PSOE aun es primera fuerza entre los que tienen de 45 a 64 años, mientras el PP gana ampliamente entre los mayores de 65. Otra consecuencia de ello es que los mayores deciden su voto antes, y los jóvenes más tarde, entre otras cosas porque tienen mayor interés por la política al tener mayor formación, además de estar más informados por medios no tradicionales, como lo son los digitales. Así pues, entre los menores de 45 años sólo el 54% tenía su voto decidido antes la campaña, porcentaje inferior de quienes se encuentran entre los 45 y 65 años (64%) y los mayores de 65, quienes entre estos un 76% ya tenía su voto decidido antes del inicio de la campaña electoral, debido en parte a que es un voto menos volátil y más alineado. En el voto por edad también influye la brecha digital existente, el 94% de la población menor de 45 años usa Internet, frente al 22% de los votantes mayores de 65. E BAYON .

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A la primera no va la vencida “es el vecino el que elige al alcalde y es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde”

Mariano Rajoy

Una vez más Podemos ha sido rehén del infantilismo y se ha creído las encuestas. Sólo porque las encuestas decían lo que quería oír. Cosas de juventud. Como se ha medido con las expectativas, un resultado que es objetivamente espectacular -71 diputados en la primera/segunda vez que acude a las elecciones- siembra la idea de fracaso. Sin hacer valer que tiene un grupo electoral potente para demostrar su capacidad de ser una fuerza política alternativa. El único que en un par de meses va a demostrar que iba en serio en su lucha contra las políticas de ajuste. Tras mucho repetir que cogían las encuestas con prudencia, al final las han tomado como la palabra de Dios. Y la palabra de Dios, teñida de miedo y de Brexit, ha rugido que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer.

Estremecen el cielo y el infierno las palabras de Fernández Maíllo, vicesecretario de Organización y Electoral del PP, cuando dice que el resultado electoral exonera de culpa a Fernández Díaz de haber intentado sembrar pruebas contra sus adversarios políticos. De manera que el buen resultado del PP en el Senado zanja las responsabilidades penales de, por ejemplo, Rita Barberá. Y ya puestos, de Granados, que para eso el PP ha arrasado en Valdemoro. Ya no hay Papeles de Panamá, Rato, Fabra, Camps ni la sede del PP ni unas cuantas elecciones han sido financiadas con dinero negro. Los “volquetes de putas” se convierten en bendiciones de la Virgen. Spain is different. Y la democracia se nos va por el desagüe. No es que Unidos Podemos se haya equivocado. Es que hay un país real que sigue rehén del pasado y deprime. Si algo permanece de la idea de las dos Españas es que hay una que vive en el miedo y el egoísmo. Pero como tienen hijos y nietos que sufren las políticas de ajuste, irán dándose cuenta. Falta que vean la alternativa. De momento, el PP ha perdido la mayoría absoluta.

No anda lejos de la caspa el PSOE, que mide su resultado en virtud de las supervivencias internas. Como ha evitado el sorpasso, anda feliz como un niño con zapatos nuevos. Todos mirando a ver 102


cómo quedan en la pelea de dentro. Susana Díaz midiendo cuánto ha sacado a Podemos (aunque la haya derrotado el PP en Andalucía), y Sánchez ahuecándose el cuello de la camisa aliviado aunque haya llevado al PSOE al peor resultado de su historia. Esto de la vieja política de partidos es cada vez más patético. Una España que emigra y otra España que bosteza.

Vengo insistiendo en que no basta adaptarse a lo que la gente quiere para ganar unas elecciones. Eso te hace parecer en exceso táctico, limando constantemente las aristas, negándote a ti mismo a cada instante, y, al tiempo, generando confusión sobre lo que realmente piensas. En el enfado de la ciudadanía hay mucho de rabia contra los excesos del sistema, no contra el sistema. Eso hace ser muy vocinglero y bramar contra los gobernantes. Pero a la hora de la verdad, te das cuenta de que no tienes demasiados argumentos contra los que pensabas que desprecias y que tampoco tienes claro cuál es el modelo alternativo. No te los han dado o no has llegado a entenderlos. Terminas diciendo: son unos hijos de puta pero son nuestros hijos de puta. Te emociona ver al zorro hacer la zeta en la mejilla del Virrey rijoso, pero eso no basta que quieras ver al zorro sentado en la silla del Virrey. Hasta que el zorro te diga realmente quién es y qué quiere hacer con el país. Y desmontar las mentiras que han dicho sobre él requiere tiempo. Cambiar un país no se hace en dos años.

No basta hacer un discurso hueco, adornado con una labia simpar y embellecido con el oropel de las televisiones si no planteas una alternativa clara y, al tiempo, insistes en el problema que tienen los partidos con los que confrontas. Como vengo insistiendo, si no das herramientas para movilizar a tus votantes, tus votantes no se van a movilizar. Los dos partidos que no han criticado a las fuerzas contra las que peleaban no han sacado el resultado esperado. Ciudadanos criticaba solo a Rajoy porque si criticaba a al PP pensaba que no le iban a votar. Y ahí está el resultado. Podemos hacía lo mismo con el PSOE, evitando criticar al partido para ganar a sus votantes, limitándose a criticar a la dirigencia. Dando a veces la sensación de que lo que realmente querría es ocupar el lugar del PSOE, sin entender que el PSOE forma parte de un mundo que pertenece ya al pasado. El rizo lo ha completado la campaña electoral, que buscaba ser una suerte de PSOE punto dos. La transversalidad no es regresar a la conciencia de ser muleta del PSOE ni ponerse ropas que recuerden al 82, sino poner con palabras nuevas el discurso de la emancipación que afecta a las mayorías en este tiempo de hegemonía neoliberal. De nada sirve la idea brillante de hacer un catálogo de IKEA si eso no sirve para dejar claro cuál es tu modelo de país. Les entusiasma la idea del catálogo, pero quieren ver cómo queda el mueble montado. O verte con las herramientas en la 103


mano –aunque sea llave alen- apretando turcas. De nada sirve una campaña de sonrisas si no estás con las víctimas. Y si no le muestras los dientes a los culpables concretos de los dolores concretos. Al miedo no lo vences presentándote como un león enjaulado, sino ganando a la gente para tu ejército.

El mito de las dos Españas solo ha servido para justificar el autoritarismo de una minoría contra las mayorías. Pero hoy es cierto que hay una España mayor, socializada en el franquismo, rehén del miedo, con una idea muy débil de lo que debe ser la ciudadanía (me da igual que los políticos roben si a mí me va bien) y que se moviliza contra cualquier cambio; y otra España emergente que espera -me temo que no siempre de manera activa- una política que se parezca a ellos. Esta España más fresca se ha cansado del espectáculo estrictamente parlamentario de los últimos meses -hasta las actividades de calle de Podemos han sido parlamentarias-, de los debates desdentados, de la falta del coraje que te cuenta que debes formar parte de una pelea dura porque te estás jugando un país. Y han desertado del voto mientras que las personas mayores, con el miedo acrecentado con la salida del Reino Unido de la Unión Europea, han vuelto a colgar en su salón el bordado que dice “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”.

Los medios siguen queriendo domesticar a Podemos. Y van a intentar convertirlo en una muleta del PSOE. Lo de siempre. Por eso quieren decir que Pablo Iglesias es responsable único de un resultado espectacular que solamente es malo si se le mide con las expectativas de las encuestastrampa. Olvidan que toda la Ejecutiva apoyó la confluencia con Izquierda Unida. Y que las bases apoyaron de manera contundente, con el 98%, esa confluencia. Y que nadie –tampoco Íñigo Errejón, como quieren presentar algunos medios- se puso del lado del 2% que estaba en contra de esa confluencia. Y que de no haberse presentado juntos el resultado hubiera sido aún peor. El problema no está en la confluencia, que va en el camino correcto, sino en entender qué ha fallado para que votantes que apoyaron a estos partidos hayan decidido no hacerlo en estas elecciones.

Los partidos políticos son instituciones cada vez más caducas, y en el siglo XXI vamos a caminar hacia formaciones más “líquidas”. El futuro del espacio antaño llamado izquierda va a ocuparlo una suerte de Frente Amplio donde Podemos va a ser la nave nodriza pero solamente eso. De manera que la confluencia con IU va caminando en la dirección correcta. Ahora bien, esa nostalgia de IU por lo pretérito es excesiva. Dice Ortega que los españoles somos un pueblo extraño que proyecta 104


las esperanzas hacia el pasado y no hacia el futuro. De manera que IU, muy española, insista en demasía con lo que fue, sus símbolos, palabras, análisis, referencias, lemas, banderas, historia. Un mundo del trabajo que ya no existe. Y una gloria que fue derrotada. No está mal que exista ese espacio, porque hay gente que se ve reflejada en ese ámbito. Pero choca con la construcción de un discurso que es transversal cuando apuesta por lo nuevo frente a lo viejo y lo de abajo frente a lo de arriba y no cuando regresa al espacio confuso de “izquierda y derecha”.

A Podemos le falta calle. Le falta movilización popular, identificarse en los problemas sociales, estar con las protestas laborales, discutir más con los sindicatos, con los estudiantes, con los dependientes, con las mareas, con los autónomos, con los damnificados de las multinacionales. A Podemos le hace falta menos ser brillante en la televisión –ya lo es de sobra- y más ser útil para la gente en la calle. Por eso mucha gente no ha entendido la firmeza a la hora de no ceder a un gobierno de Rivera presidido por Sánchez. Aunque Sánchez mienta y diga que iba a poner en marcha un gobierno de izquierdas. Porque hoy ya estaría justificando los recortes con la excusa de los 8.000 millones que esta misma mañana estaría reclamando Bruselas. Si Podemos se mimetiza con los demás partidos, va a ser medido como los demás partidos. Y Podemos se ha mimetizado. En la tediosa discusión parlamentaria para formar gobierno, en el tedioso debate a cuatro, en la estricta presencia parlamentaria, en la falta de originalidad en la organización interna. No se trata de ser izquierdistas sino de ser originales.

Los que quieren que Podemos sea muleta del PSOE dicen que el resultado es un fracaso de Pablo Iglesias. Insisto en que toda la Ejecutiva es responsables del resultado, especialmente los responsables de campaña. Y ni Pablo Iglesias ni Íñigo Errejón tienen que dimitir. Eso es lo que quisieran los que saben que Podemos es muy probable que gobierne en las próximas elecciones si es capaz de corregir sus errores. Felipe González perdió en 1977 y en 1979. Aznar perdió en 1993. Rajoy en 2004 y en 2008. Volvieron a presentarse y ganaron. Los paniaguados del bipartidismo piden dimisiones porque saben que Podemos es la única fuerza que va a hacer valer los intereses de la mayoría. Y que saben que Pablo Iglesias es uno de los políticos con mayor fuerza y preparación de la historia reciente de España. El PSOE va a demostrar a partir de ahora que una cosa es predicar y otra dar trigo. La socialdemocracia europea piensa que el trabajo estable es una reliquia del pasado, negocia el TTIP con los Estados Unidos y está de acuerdo con las políticas de austeridad. Son los mismos que quieren ejecutar a Jeremy Corbyn en Gran Bretaña porque les 105


parece un radical y que presenciaron alegres cómo azotaban a Grecia por ser rebelde. En cuanto el PSOE demuestra quien en verdad es –algo que siempre oculta en las elecciones- aparecerá Unidos Podemos como la única fuerza que puede representar los intereses de la mayoría. Sólo falta que haga un ejercicio de madurez y, pasadas las elecciones, pase a hacer política en serio. A partir de ahora, lo que le toca es crecer.

Ada Colau podría ser primer ministro en 2018", dice el veterano encuestador español Jaime Miquel

Jaime Miquel

Jaime Miquel, uno de la mayoría de los encuestadores veteranos de España y el ex jefe de Gallup España-su padre fundó la compañía en España en la década de 1960 e hicieron encuestas de opinión para el régimen de la popularidad del joven príncipe Juan Carlos, está bien educada, amable e intenso como explica la evolución de la política española y España como un país en los últimos 40 años. Se ríe a carcajadas con sus observaciones y la estupidez de los políticos, y en otros momentos es casi molesto por las implicaciones de sus pensamientos. Él fuma de cadena para una hora y media mientras estaban sentados en el jardín de su casa de Torrelodones, al norte de Madrid. En la entrevista, el Sr. Miquel habla de: 106


Las raíces franquistas de la democracia española y los prejuicios que aún existen; El PSOE, Podemos y que es dueño de la "democracia social" en el siglo 21; ¿Cómo Podemos y la izquierda alternativa se han levantado y están ganando en España; El cambio de educación y niveles de forma generacional encajan en la transformación; ¿Por 6 millones de españoles todavía votan por el Partido Popular, y el futuro de Rajoy; Ciudadanos "errores estratégicos y por qué no hay Le Pen en España; El choque entre las identidades nacionales españoles, y temas tabú nacionales; ¿Cómo Podemos y Ciudadanos explotaron de la nada a la política nacional; La solución real politik a largo plazo para el problema separatista catalán; El probable resultado de las elecciones generales el 26 de junio; Qué Podemos ahora posee la socialdemocracia en España? Empezamos mirando el titular de El País que le había llamado tanto a nuestros ojos esa mañana: "El PSOE defiende su identidad socialdemócrata antes de Podemos". ¿Por qué había saltado directamente a ese uno? JAIME MIQUEL: subsistencia absoluta. Es un fenómeno de asalto populares en el poder parlamentario que está sucediendo en todo el sur de Europa. Roma es comunista? Grecia es comunista? ¿Es un país comunista? Madrid está gobernada por los comunistas? O chavista populistas? INFORME ESPAÑA: ¿Usted está haciendo una pregunta? JM: Yo estoy haciendo una pregunta. Porque eso es el debate que se obtiene cuando Podemos decir que son socialdemócratas, los socialdemócratas del siglo 21. Estoy totalmente de acuerdo con esa afirmación. TSR: ¿En serio? JM: Naturalmente. Son los socialdemócratas del siglo 21. Quién está gobernando en Grecia? Son los comunistas en el gobierno, los populistas? ¿Quién está en el gobierno? Alguien en el gobierno ganó las elecciones para no pagar la deuda y luego los volvió a ganar a pagarlo. ¿Por qué volver a ganar para pagarlo, si tenían ganado previamente no pagar? Debido a que tienen la confianza que otros no tienen que hacer todo lo posible. Las organizaciones políticas clientelistas mayores en el sur de Europa carecen de esa capacidad. TSR: Los socialistas? JM: Los socialistas y las dos familias: los socialistas y conservadores. En el caso español los dos son organizaciones con una cultura política posfranquista. Ellos han estado interpretando el mandato popular durante 40 años como una licencia para la tiranía política, porque se rigen una base social ignorante, muy ignorante. Las personas mayores que yo, de 55 años, la mayoría de la población española no terminar la escuela o tiene una educación primaria. Los que son de 45 y más joven, la población tiene un grado o de formación profesional. Esa es una diferencia sustancial. La transición política es vieja política lo que el 15M es a los partidos emergentes y la nueva política.

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TSR: Entonces esto es de hecho una segunda transición? JM: Yo no diría que es una segunda transición, porque entonces España sería un país para siempre en transición. Esta es la ruptura definitiva de la generación más joven, que está llevando el cambio, con la clase política convencional. La fractura absoluta de confianza en que la clase política. TSR: De la era post-franquista? JM: De la era post-franquista que el Partido Popular y el Partido Socialista de los Trabajadores españoles han interpretado perfectamente durante 40 años. TSR: que también se ha descrito como un sistema de pre-democrática ... JM: Digamos que define una cultura política abusiva que se utilizó en una base social que lo hizo a la democracia sin cultura y absolutamente apartado del poder. Se prohibió acercarse a la energía en España. A grandes rasgos, hemos sido una sociedad cuando Franco murió que valora la paz social por encima de cualquier otra cosa. Así que no había ningún tipo de ruptura con el pasado. TSR: La decisión correcta en ese momento y en ese contexto? JM: No, en absoluto. La transición política muestra la vieja España se perpetuó. Es por eso que lo que está llegando a su fin es post-franquismo, lo que está llegando a su fin es la esencia de predemocrática de Tordesillas España [en referencia al conflicto del pueblo de tradiciones taurinas]. TSR: ¿Era que la democracia, o pre-democracia, en la era post-franquista una especie de democracia de los adolescentes? JM: Digamos que es la única democracia que pudiera existir en ese momento en España. ¿Qué es decir, un proceso demográfico ha tenido lugar en el nivel de educación, las calificaciones de las personas, la gente se ha disparado en los últimos veinte o treinta años en España. habilidades de España en un mundo global han cambiado mucho. España ya es una potencia, es una gran economía, estamos viendo la forma en que se gestiona, cómo los asuntos públicos se han administrado. TSR: Así que las dos generaciones que nacieron después de Franco quieren manejar su país? JM: Ellos ya lo están haciendo. Han asaltado el poder. Ada Colau es esa generación. El fenómeno de Podemos es que la generación, pero también lo es Ciudadanos. Los partidos emergentes tienen el mismo origen, el 15M, la revolución española. Pero antes de eso, hay una revolución tecnológica, lo que fomenta una sociedad en red, lo que hace que el mundo transparente. Eso está ocurriendo en todo el mundo. Está sucediendo en España, con diferencias específicas, y lo que se está muriendo es una cultura política, y se destruyen a sí mismos cada vez que abren la boca, al igual que con la estelada [bandera separatista catalán]. El [PSOE] líder en Extremadura dijo que estaba en contra de ella. Es imposible prohibir una estelada. Imposible. Si 7 de cada 10 ciudadanos de Cataluña quieren votar en un referéndum no vinculante sobre cuál debe ser su relación con España, que debe ser posible, por no decir imposible. 108


Que imposible, inmuebles, la cultura de una nación se viene abajo, que no tiene sentido en la Unión Europea del siglo 21. TSR: Y opuesta esas nuevas generaciones, que tiene el señor Rajoy, que se inició en la política en los años setenta, un dinosaurio político? JM: Digamos que es la única democracia que pudiera existir en ese momento en España. ¿Qué es decir, un proceso demográfico ha tenido lugar en el nivel de educación, las calificaciones de las personas, la gente se ha disparado en los últimos veinte o treinta años en España. habilidades de España en un mundo global han cambiado mucho. España ya es una potencia, es una gran economía, estamos viendo la forma en que se gestiona, cómo los asuntos públicos se han administrado. TSR: Así que las dos generaciones que nacieron después de Franco quieren manejar su país? JM: Ellos ya lo están haciendo. Han asaltado el poder. Ada Colau es esa generación. El fenómeno de Podemos es que la generación, pero también lo es Ciudadanos. Los partidos emergentes tienen el mismo origen, el 15M, la revolución española. Pero antes de eso, hay una revolución tecnológica, lo que fomenta una sociedad en red, lo que hace que el mundo transparente. Eso está ocurriendo en todo el mundo. Está sucediendo en España, con diferencias específicas, y lo que se está muriendo es una cultura política, y se destruyen a sí mismos cada vez que abren la boca, al igual que con la estelada [bandera separatista catalán]. El [PSOE] líder en Extremadura dijo que estaba en contra de ella. Es imposible prohibir una estelada. Imposible. Si 7 de cada 10 ciudadanos de Cataluña quieren votar en un referéndum no vinculante sobre cuál debe ser su relación con España, que debe ser posible, por no decir imposible. Que imposible, inmuebles, la cultura de una nación se viene abajo, que no tiene sentido en la Unión Europea del siglo 21. TSR: Y opuesta esas nuevas generaciones, que tiene el señor Rajoy, que se inició en la política en los años setenta, un dinosaurio político? JM: ¿Y por qué no, Felipe González? O Alfonso Guerra? TSR: Sí, pero el señor Rajoy sigue líder de un partido político. JM: Pero es el bloque de las organizaciones. ¿Cómo es posible que Pedro Sánchez para hablar de "singularidad" como el concepto fundamental de que la idea de no ser capaz de decir nada, y por los líderes de ese partido para decirle que no puede decir eso? Cataluña no es aún singular para Susana Díaz, que es un fan de toros, por que camino. Encajan toros en este espacio de la ciudadanía europea, o no? TSR: Hay serie de cuestiones, entiendo, que son tabú en España JM: Sí, como toros. 109


TSR: Cataluña, los toros, la memoria histórica. Cuestiones que, desde la Transición han estado bajo llave y que el establecimiento de acuerdo en no hablar. JM: Sí. TSR: Debido a los daños que podrían hacer. ¿Está bien? JM: Eso es correcto. Pero no creo que hubo un acuerdo de este tipo. Todos los españoles miraron el período de Franco y decidió seguir adelante. Cada individuo podría haber sido franquista o antifranquista pero eso fue todo poner a un lado, y la sociedad democrática comenzó a conformar. ¿Que pasó? La clase política, Ada Colau trajo legislación hipotecaria desde Luxemburgo que se había dado a los poderes financieros desde el principio, por ejemplo; o la ley electoral que fue elaborado en 1977 contenía una trampa: una prima de Castilla, que se basaba en las provincias. Esas provincias poco pobladas tenían más parlamentarios, y así es como se impidió la izquierda de ganar. Así que todo fue un acuerdo entre los poderes pre-democráticos y las nuevas elites, que eran los representantes de los partidos políticos, que también eran élites. La mayoría social era absolutamente desconectado de todo eso. A dónde nos ha traído? Hacia aqui. TSR: Hablando de Andalucía y la singularidad de Cataluña, y la idea de "café para todos" en la transición, mirando los resultados de 40 años después, Ortega y Gasset habría tenido un ataque al corazón, ¿no es así? JM: Sí, me imagino que es así, que se puede decir que el modelo territorial del Estado está en crisis. Se puede decir que el rey Juan Carlos I tenía un ámbito de aplicación territorial de prestigio sobre la que construir su reinado, el sistema regional español, pero Felipe VI no tiene eso. Felipe VI está reinando sobre silbar [en referencia a la protesta por la final de la Copa del año pasado del rey], lo cual es imposible. Mucho tiempo ha pasado ahora. ¿Qué necesita la columna vertebral del orden institucional español? Se necesita un acuerdo sobre la solución del modelo territorial del Estado, para poder crecer. ¿A que final? Muy simple: para poder producir la sucesión de su hija Leonor [la Princesa de Asturias], que será absolutamente separado de los procedimientos legislativos y ejecutivos del Estado. TSR: La abdicación y anuncio hace dos años eran buenos movimientos estratégicos para el establecimiento, pero la monarquía española no tiene la estabilidad generacional a largo plazo como la que hace británica. JM: Se necesita construir su propia estabilidad. Pero por destacados. Felipe VI es ya una generación completamente nueva. Y tiene que llevar a los políticos a los lugares de reunión, hacia las negociaciones. Si no lo hace así, Estoril está a la vuelta de la esquina. Es decir, sin prestigio, uno no puede seguir así. En España, que se utilizan para gobernar sin prestigio. A tal grado que hasta que un juez les dice que se vayan, no se van. Eso es inconcebible. Sin prestigio social, hay que volver a casa. Uno no puede representar a los ciudadanos. Actúan como si los ciudadanos eran idiotas. Eso es lo que ha 110


cambiado. Hay una generación que ve cómo se ha logrado, la forma en que se está manejando, con una revolución tecnológica anterior, que socializa el conocimiento, lo que facilita la comunicación en tiempo real por todo el mundo. TSR: ¿Por qué elegir el establecimiento de cavar en el cambio? La Constitución contiene artículos que, en teoría, les permiten empezar de cero, si quieren, para adaptar el sistema para el siglo 21. JM: Creo que toda resistencia es comprensible. En España, el 20%, lo que hace más dinero ganan 6,5 veces más que el 20% que gana menos. En Francia es 4,5. Eso lo explica todo. España es un país muy desigual. Ese es el negocio, las comisiones, las empresas amigas, así es como se organiza el sur. Lo mismo que Italia, al igual que Grecia. Eso es lo que tenemos aquí. Hemos tenido procesos históricos que eran diferentes de la evolución del resto del mundo. TSR: Usted es un geógrafo. ¿Hay una diferencia entre la política explicable en el norte y sur de España? ¿La geografía causan la cultura? JM: Es lo explica. España es un país muy complejo. Es plurinacional. El establecimiento es dogmática uni-nacional, a tal grado que durante la última ceremonia del Premio Cervantes, el ganador de México habló sobre la escritura en "castellano", de soñar en "castellano", incluso. El Rey respondió que [lo hizo] "en español". Que el español es exclusiva, excluyendo, vascos, gallegos y catalanes, con sus propias identidades nacionales. Luego hay un concepto de España como el Estado, España es uno de los estados más antiguos del mundo, asociados a una sola nación que es falsa. Eso era todo antes, con los tercios viejos [16 al siglo tercios españoles], con tanques. Pero eso es inviable en la Unión Europea del siglo 21. España es plurinacional. El votante de Podemos en Badajoz es un habitante de un estado plurinacional en el sur-este de la Unión Europea. Eso es lo que la cultura política posfranquista se niega a aceptar. "España es una nación o se rompe" es una idiotez. España no se romperá. España es una potencia que le debe al mundo 30 premios Nobel con los estándares que tiene. Lo que ya es una potencia. Con las empresas de todos los sectores, con los recursos humanos con la mejor formación en todas las áreas. Es decir España. Un diamante en bruto, que las dos familias políticas y grandes propietarios han mantenido en su bolsillo durante 40 años. Es decir España. Eso es lo que está llegando a su fin, lo que se viene abajo, se acabó. España pertenece a sus ciudadanos. TSR: lo que viene abajo o se lleva así durante otra década? JM: No es una casualidad. El cambio está sucediendo muy rápidamente ahora. Muy rápidamente. Trudeau es el concepto. El canadiense. Una economía de tamaño similar, aparato de tamaño similar de problemas. Un estado en el que una parte, una región, tiene otra identidad y está pidiendo lo que está pidiendo. TSR: No he encontrado con un Trudeau español. JM: No hay Trudeaus en España. Sánchez es Trudeau? Si fuera Trudeau, que ya sería el primer ministro. No es Trudeau, sin embargo. Cada vez que hablamos de la plurinacionalidad del Estado, los sureños salir, aquellos con los asientos en el parlamento, y decir que no va a suceder. ¿Cómo es 111


posible la [PSOE] líder en Valencia, una de las regiones españolas que paga las cuentas de la Unión Europea, como Madrid o Cataluña, y de las regiones inglesas subdesarrollados, ¿cómo es posible que el líder de esa región para estar en esa posición política y para el líder de Castilla la Mancha, una región de Valencia paga por [PSOE], a continuación, salir y decir que eso no va a suceder. ¿Cómo es eso posible? Que España es eso? El uno Tordesillas. La tradición uno de 500 años que no puede durar un mes más en este mundo. Eso es lo que estamos viviendo. TSR: Pero sigue siendo aquí ... JM: Es una cuestión generacional. Si nos fijamos en la intención de voto por edad, podemos ver todo. El Partido Popular va a ganar con casi siete millones de votos. La mitad de esas personas son jubilados. Para hablar en España de las personas mayores es hablar de gente ignorante, gente sin educación, de forma masiva. También hay algunos graduados, pero son la minoría. Entonces, ¿quién va a votar para esto, para apoyar esto? Los que votan en contra de la otra. El votante mayor ha sido emitir un voto para el Partido Popular de toda su vida. El PP puede apoyar el derecho de las mujeres a interrumpir su embarazo, puede tomar el dinero en maletas, todos aquellos líderes que estamos viendo, puede tener un tesorero en la cárcel. Si encierran el tesorero, me voy a casa. Pero eso no ocurre en España. Entonces, por qué echaron esos votos? Debido a que la arrojaron contra los rojos. En contra de los socialistas. TSR: Y eso explica los seis o siete millones de votos de PP? JM: Eso explica por qué no desaparecen. Ellos siempre van a votar en contra de los socialistas. Siempre, durante toda su vida. Y lo mismo sucede en el otro lado. Van a votar en contra de los fascistas. Para esas personas, la guerra no ha terminado. Todavía están ahí, uno frente al otro. TSR: Y en términos de la rima de la historia española, es que no algo peligroso? JM: Eso es cosa del pasado, que no se mueve pasiones. España es una sociedad occidental moderna, que es consciente de que es el primer mundo, y tiene profundas convicciones democráticas. TSR: Pero en términos de la retórica, la campaña electoral es cada vez más polarizada. JM: Lo que ha sucedido es que Rivera ha conseguido su adversario completamente equivocado. Por lo que hace el PP busque más moderado. Quién está atacando Podemos, los socialdemócratas del siglo 21, que son hegemónica, le guste o no? ¿Quién está diciendo todos los días que son comunistas y populistas? Rajoy o Rivera? Rivera está diciendo que, lo que Rajoy moderados. ¿Vieron Moragas, el otro día? La presentación de la campaña electoral del PP. Perfecto. Perfecto. "Somos los moderados". El PP es realmente en el espacio de Le Pen. TSR: ¿Por qué no hay un Le Pen en España, un Farage, en España? JM: Debido a que [PP] son él. El PP está en crisis, volviendo a su público menos reflectante, de que está pegada a esos números, pero están en un espacio donde se encuentran la clase política con orígenes franquistas. Franquismo tiene coherencia histórica para ese electorado. Necesitan un liderazgo joven y brillante, probablemente una mujer, que puede hablar de la derecha, la extrema 112


derecha, está claro. Y eso es un espacio electoral de cinco millones de votos, al igual que en Francia. La extrema derecha en España es de cinco millones de votos, no siete. Y eso es por lo que el Partido Popular puede ir. TSR: Cinco de los siete millones de votantes del PP son de extrema derecha? JM: No. El partido que habló claramente acerca de los inmigrantes, Cataluña, Franco, todas esas cosas de extrema derecha, que construiría un nuevo electorado cuyo núcleo sería actuales califican PP. TSR: Entonces ¿por qué, por ejemplo, ha Vox no hecho mejor? Eso es más o menos de lo que hablan. JM: Vox no lo ha hecho mejor porque los electores votan por el PP. TSR: ¿Qué causaría el colapso de la ruptura del Partido Popular? JM: No hay división. El PP va a ganar 6,9 millones de votos y caerá de nuevo a cinco millones. En cada elección, los ancianos tendrán menos y menos votos. No van a recibir menos que eso sin embargo. España podría tener un gran partido de extrema derecha como Le Pen o alternativa para Alemania, con cinco millones de votos, lo que le ganaría a Rivera en el centro, y no será porque Rivera Rivera no es Trudeau. TSR: ¿Por qué no está mejorando Ciudadanos? Hay incluso las encuestas que dicen que van a perder algunos asientos después de sólo seis meses. JM: Ciudadanos tiene un problema de enfoque estratégico. Dos de ellos: Ciudadanos se compone primera de 1,8 o 1,9 millones de votantes que vinieron desde el Partido Popular. El ingrediente principal. TSR: Y qué esos votantes creen Ciudadanos iba a ser más fiel a los valores de la derecha que el PP? JM: Los electores, la mayoría de ellos, son mayores, a partir de los años setenta o anteriores. Su lógica es uno de confrontación. Los electores han votado durante toda su vida contra el Partido Socialista, pero por razones éticas, muchos de ellos no pueden soportar los escándalos en el Partido Popular, debido a su lugar en el mundo, se creen para ser ciudadanos del primer mundo , donde este tipo de comportamiento es inaceptable. Por una serie de razones, que ven Rivera como factor de modernización, la regeneración de la derecha. Votan a favor de Rivera como lo nuevo a la derecha. Entonces, ¿qué sucede? Rivera pone de Podemos, en un extremo, y el Partido Popular en el otro, y se queda en el medio de la protección del PSOE, Pedro Sánchez. Ahí es donde va mal. Que los votantes del PP siempre ha votado en contra del PSOE y no entiende la relación amorosa de Rivera con el PSOE. Simplemente no lo entiendo. Hay otro tipo de Ciudadanos de votantes, que es más joven, que necesita estar orgullosos de ser liberal o conservadora, porque no puede sentir que en el PP, pero se encuentra rodeado por los votantes de Podemos en la universidad que Rivera está llamando populistas o chavistas cada día . 113


Ese es el lenguaje que se lleva a cabo este carácter del espacio central. ¿Qué logramos? Para hacer Rajoy parezca más moderada. Tan pronto como se va a Venezuela, para radicalizar las cosas, que es lo contrario de lo que sería interesante, parece Moragas. Perfecto. "Somos la gran cantidad moderada, estamos en el centro". Así errores de Rivera son lo que está causando al PP de estar alrededor de siete millones de votos, en 6,9 millones. Deben estar alrededor de 6,5 millones ahora. TSR: Así que algunos de los que abandonaron el PP para Rivera ahora están regresando? JM: Ellos están regresando. Estamos hablando de dos puntos. Ciudadanos ha ganado su posición. El PP no va a tragar para arriba. Estoy hablando de dos puntos porcentuales. 14% vs. 16%. Si se quedan el 14%, que podría ser de 40 plazas, si llegan a un 16%, que podría ser de hasta 54 asientos. Esa es una gran diferencia. Como lo sabe todo, él es un agente libre, en lugar de tratar de llegar a un 16%, lo que sería realista, que va a terminar con un 14%. El conservador español o liberal en el siglo 21 entiende lugares de encuentro, de diálogo, que no entiende la confrontación, que no quiere eso. TSR: ¿Pero esos antiguos votantes del PP, decepcionado con la forma en valores conservadores Rajoy ha defendido, no quieren una posición más a la derecha? JM: No. Aquellos que han dejado no son lo más a la derecha. Todo lo contrario. Aquellos han quedado. ¿Cómo es posible votar por un hombre cuyo tesorero está en la cárcel? ¿Cómo se explica eso? Debido a que no hay una cultura democrática, un nivel mínimo en el electorado. TSR: Todo esto es sólo un gran Madrid-Barça juego? JM: Era. PP y PSOE. Eso fue consignado a la historia en el año 2010. El sistema bipartidista no ha existido desde 2010. Desde el momento en los votantes del PSOE abandonaron masivamente en ese partido. El período de dos partidos va desde 1992 hasta 2010, cuando el PSOE cae como una piedra, es electores están desmoralizados, y nos movemos en un mini-ciclo de la hegemonía del PP, que se inicia en 2010 y termina en 2012, con la crisis de la deuda soberana. Es decir, cuando el PP ya no va a ganar las elecciones con una mayoría absoluta. TSR: Foro de los años de crisis económica a explicar el aumento de Podemos? JM: No. De ningún modo. Esto se explica por la revolución tecnológica y la creación de la red. Sin una red, nada de esto habría sucedido. Hay una reacción, una protesta, sobre las políticas de Zapatero, un movimiento ciudadano que se ridiculizado por los medios de comunicación. Ahí es cuando todo comienza, con el desprecio de los medios de comunicación. "No existimos? Sólo tiene que esperar y ver ...". Por lo que es social, auto-comunicación, reuniones, la colmatación del espacio público. Eso pasa y toma el sistema por sorpresa. A continuación, se ve cómo la gente de la caldera de la policía, dejando que la gente se mueven de una casilla a otra, el control de las masas. Entonces conseguimos un parlamento con [una ley], 114


donde si te encuentran y me habla, junto con camisetas en un cuadrado y nos multan € 1.000 cada uno. Que sea herido en Estrasburgo, imposible. Esa es la legislación Le Pen. TSR: Pero los años de la crisis económica han tenido un efecto sobre la motivación de los votantes? JM: Digamos que usted tiene un hijo, que crece, estudia un grado, vive en un país que le protege, le da dinero para salir de casa, y de repente todo lo que desaparece. De repente, la tasa de desempleo de los jóvenes es del 50%. Lo que quiere decir, ¿dónde está mi proyecto existencial? ¿Por qué he estudiado? No existe. ¿Cómo sabe mi país me protege? No es así, en absoluto. TSR: Mi país no me ofrece ese futuro. JM: No, en absoluto. Mi futuro ha desaparecido. No tengo un futuro. Tengo que irme. ¿Dónde empiezo? Esa generación es repente desnudo ante el mundo. ¿Lo que ha sucedido? Quien otorgó las licencias para perforar en busca de petróleo en las Islas Canarias? Haces un referéndum europeo sobre la perforación o no y lo que sucede? El estado español perdería pura y simple, es un espacio turístico que no debe ser tocado. Dejar que los saudíes apelación, que es un espacio turístico, no queremos que la perforación allí. Quien otorgó esas licencias? PSOE de Zapatero. Quien otorgó las licencias para construir todos los aeropuertos, los trenes que no van a ninguna parte? ¿Quién fue el líder de los años de expansión en España? PSOE de Zapatero. TSR: Así que estaría de acuerdo con Paul Mason que el Partido Socialista se vendió a las élites económicas? JM: No sé mucho acerca de las europeas, pero la [PS] español nunca se fue. No se vendió en sí a ellos, nunca dejó las élites. Es por eso que he mencionado la legislación hipotecaria, que los ciudadanos cambiado cuando habían tenido suficiente, ir a Estrasburgo para decir que no hay derecho a estar haciendo esto después de 40 años. Ellos nunca han dejado de funcionar para las élites. "Somos el estado de bienestar ...", dejar de contar cuentos, España recibió sus fondos estructurales y la gente en la parte superior consiguió. Ellos no hicieron nada los otros no lo han hecho. Lo hicieron otras cosas. ¿Cuáles son dos Primeros Ministros de Andalucía que realizan en el tribunal? Eso es lo que han estado haciendo. Un proceso de sucesión diseñada en 1969 se inició cuando el dictador murió en la cama. Se logra nada aquí? O estábamos todos nosotros estamos aquí esperando a que muriera para ver qué hacer? TSR: Así que ahora es el momento, el momento, para los jóvenes, las nuevas generaciones, para que el PSOE va a ser alcanzado? JM: Sí. Ya se ha superado, en votos y en escaños que sólo tienen que ser tres puntos de ventaja para ganar en los asientos. TSR: Podemos ya se está comiendo el PSOE? JM: Ya ha sucedido. Ocurrió en diciembre en la España que paga sus facturas, en la España plurinacional. Donde España se siente plurinacional, hubo un resultado espectacular. ¿No son españoles también? Son. Porqué llegaron tantos votos? Porque quieren resolver el problema de la 115


coexistencia, y dicen que necesita ser resuelto. Es por eso que tienen los votos. El PSOE fue la cuarta fuerza política en Madrid en diciembre. El PSOE ya ha sido superada. La inclusión de Izquierda Unida les da la ventaja que necesitan para hacerlo de votos. Los resultados de diciembre, la suma de Podemos e Izquierda Unida, son 6,1 millones de votos en comparación con los 5,5 millones del PSOE. Ya pasó. TSR: Entonces, ¿qué ocurre el día después? El 27 de junio? Que entra en el gobierno? JM: Creo que en primer lugar, hemos tenido un gobierno durante seis meses y trabaja el país. Eso es algo que la gente ha descubierto y estamos muy orgullosos de ello. España tiene una gran cantidad de personas que trabajan muy bien y muy duro, eso es lo que España tiene sobre todo: de primera clase de personas. Tenemos claro que no queremos más del sistema bipartidista, y que lleguen a un acuerdo sobre las cosas. Las viejas organizaciones políticas tienen inercia imposible. Sánchez tiene un tatuaje que dice que no va a hacer un acuerdo con el PP. Pero él no puede hacer una oferta en el Senado [con Podemos] tampoco. TSR: ¿Alguna posibilidad de que el PSOE, después de haber sido superada por Podemos, se une a una coalición de Podemos? JM: No. Ninguna. El PSOE tuvo esa oportunidad cuando era hegemónico. El PSOE bajo Podemos? [Miquel se ríe a carcajadas]. [Tomamos un breve descanso para el café, y volver a hablar de la forma en que funciona la base de votantes del PSOE y si es o no mayor a pasar a Podemos, y si el PSOE se abstendrá para permitir que el PP gobierne ...] JM: Lo que hace que el partido, [esos votantes] va a emitir su voto para el PSOE. Debido a que él lo hace contra su vecino desde el PP. TSR: pero no hay suficiente de ellos? JM: No hay suficiente, pero no van a ir si usted anuncia que se abstendrá si no gana la elección. No van a salir, van a emitir su voto para el PSOE, lo mismo que los votantes del PP votan al PP lo que hace parte. Así que si usted anuncia que, de haber resuelto el problema de gobernar España. TSR: ¿Qué quiere decir? JM: Si usted dice "voy a abstenerse", no a su gobierno. TSR: Así que el PSOE se abstendrá? Porque si no puede ir con Podemos, o con el PP ... JM: La abstención. Si Sánchez anuncia que durante la campaña, se le dará un mejor resultado que en el minuto, que recién está bloqueando todo. La vieja izquierda no entiende eso. TSR: ¿Podría el escenario más plausible ser un gobierno en minoría del PP-Ciudadanos con la abstención del PSOE y de Podemos en la oposición? 116


JM: Esa es la opción más plausible, y se ha hablado. Eso sería con una condición: Rajoy desaparecería en el plazo de un año. TSR: ¿Es posible? JM: Esa condición sin duda se ha hablado. La abstención del PSOE con la condición de que Rajoy va. Pero Rajoy no puede simplemente ir enseguida. Entonces, ¿qué pasaría? Si Sánchez dijo que iba a abstenerse si no gana, se convierte en maestro del centro. Y en ese espacio sólo hay dos jugadores. TSR: No perdería votos? A partir de los socialistas? JM: No perdería votos. TSR: Debido a que son los dos partidos del sistema? JM: Exactamente. Sus votos se han reducido a 4,8 millones de votos básicos, que siempre darán su voto para el PSOE. Al igual que sus contrapartes en el Partido Popular. Ellos entienden que en el PP. Ellos no entienden que en el PSOE. En el PP, que son mucho más inteligentes cuando se trata de campañas electorales. TSR: ¿Hay alguna posibilidad de pasar de más votantes del PSOE que Unidos Podemos durante la campaña? JM: No. Todo lo contrario. Lo que hemos visto, no era el núcleo de Podemos al principio que eran antiguos votantes socialistas. Desde diciembre, lo que hemos visto es que la transferencia de votos entre las dos partes compensa en sí. Como muchos van a partir de Podemos al PSOE como desde el PSOE de Podemos. Una mínima cantidad, 350.000 votos, un punto en el censo electoral, que se mueven entre los dos. Los electores están perfectamente definidos. ¿Cómo puedo dejar de Pedro Sánchez [Podemos] superando el PSOE? Jugando por el centro. Eso es herejía. Tengo que decir que los medios de comunicación en este país son electoralmente incompetente. TSR: ¿Por qué? JM: Debido al modelo de negocio. En las elecciones regionales en Andalucía en 2015 de marzo, dos nuevos partidos aparecieron, Podemos y Ciudadanos, que no están interesados en los coches oficiales y el dinero, que es lo que se les ofreció. Vamos a ver cómo repartir los coches. A cambio de eso, la gente no funcionan de esa manera nunca más. ¿Cómo fue el PSOE a resolver la situación? [Al permitir que sus predecesores ser investigado por fraude]. ¿Qué significaba eso? Que significaba "ganamos, no hay problema, todo lo que puede continuar, el nuevo lote estúpida va a ceder y hacer mi Primer Ministro". ¿Cómo terminó para Susana Díaz? Arrastrado todo el camino hasta junio, con la mitad de España en la misma situación. Ella no se convirtió en primer 117


ministro hasta las elecciones locales y regionales. No era la demostración de que esto había cambiado, que la parte comercial de las cosas habían cambiado. ¿Qué hicieron los medios de comunicación? "Nada que ver aqui". Ellos todavía van con "nada que ver aquí". Los medios de comunicación de derecha y los medios de comunicación de izquierda: "nada que ver aquí". TSR: ¿Cuál es el medio de comunicación más independiente en el país? JM: Fuera de los grandes, los grandes trabajos que crean opinión, La Vanguardia. No hay otra cerca de papel, no está fuera de los grandes. También escribo en La Voz de Galicia, que también es absolutamente independiente. Si usted lee mis artículos, lo que escribo no puede ser publicado en El País o El Mundo o ABC o cualquiera de los otros medios de comunicación grandes. Es imposible. ¿Por qué? Porque protegen el PP, por lo que no pueden, o que protegen el PSOE. No tienen ni idea de lo que ha ocurrido en España. "No hay nada que ver". No está recibiendo nada de eso. No tienes ni idea, periodistas, ni idea. TSR: Mason dijo lo mismo acerca de Grecia y los periodistas allí. Tenían unas cuantas frases y declaraciones después de los hechos, pero los periodistas no sabían lo que estaba pasando detrás de puertas cerradas. JM: Ellos no tienen ni idea. Ellos no saben qué cambios están ocurriendo o por qué están sucediendo. Ellos piensan que pueden poner de nuevo juntos, que el PSOE puede poner su espacio de nuevo juntos, pero han estado pensando que desde 2010, cuando ya estaba claro que esto fue todo va hacia abajo. Para ellos, existe el sistema bipartidista, cuando se dejó de existir hace seis años. Y [que están hablando] el adelantamiento ahora! ¡Ahora! Se están dando cuenta de que [Podemos y Izquierda Unida] sumar más votos. Incluso con eso, los periodistas dicen "bueno, ya veremos". Ellos no creen. Iglesias diciendo que es un socialdemócrata los ha vuelto del revés. TSR: En Podemos Errejón-e Iglesias han de 600 páginas tesis doctorales sobre todo esto, ¿son tan magistral en la comunicación y el espacio político-media como parece? JM: Ellos son buenos. Son buenos y diferente. Errejón es el hombre clave para ganar votos. Eso es muy claro, que es el más inteligente de todos ellos. Son únicos protagonistas de la dirección de la generación más joven, sin embargo. Es por eso que te estoy diciendo que el concepto es Trudeau. Rosa Díez de marzo de 2014, antes de las elecciones europeas, con 22 asientos, 2,7 millones de votos en España. ¿Dónde está Rosa Díez hoy? TSR: ¿Qué pasó? JM: En octubre de 2014, el PP y el PSOE ya no se suman a dos tercios de la cámara. Esa es una situación grave. Y que provoca la reflexión entre los poderes reales: el sistema de representación tiene problemas y va a colapsar. El lado derecho se va a colapsar. El lado izquierdo no tiene ningún problema, ya que el reemplazo fue Podemos. ¿Que pasó? Una unión entre UPyD, que ya está instalado en el poder, pero no tiene ningún poder en Cataluña, y Albert Rivera, que no está instalado en el poder, pero es alguien en Cataluña. Vamos a ver si los llevamos juntos y resolver el problema. TSR: ¿Dónde estaba esa operación promovido de? 118


JM: Creo que hay un interés inicial de los Ciudadanos, y creo que los poderes reales actúan de una manera diferente. Ellos informes de las comisiones, se preguntan cómo son las cosas, evalúan los problemas y las posibles soluciones. TSR: ¿Quién está hablando cuando dice "poderes reales"? JM: Cuando digo "poderes reales", estoy hablando de las grandes empresas, las compañías del IBEX [los que aparecen en el índice de acciones líderes de España, el Ibex 35]. Los poderes reales. No se trata de poder representativo. Sobre los que están realmente a cargo. Los que poseen € 3 mil millones de la deuda estatal. Esos tipos. El proyectos de obras públicas que hacen y todo eso. Los bancos que proporcionan financiación. TSR: Y estaban detrás de la repentina subida de Ciudadanos? JM: No exactamente. Ellos no financian nada. TSR: Promueven cosas ...? JM: Ellos animar. Estimulan. Lo que se podía ver era que Rivera apareció, de un día para otro, en cada medio de comunicación. TSR: En enero de 2015? JM: Estamos hablando de enero de 2015. Así que cuando llegamos a marzo, y no hay nada en Andalucía, Ciudadanos no está allí. Hay Marin, el candidato, y otras tres personas dando vueltas en su coche, en la campaña electoral. Eso es lo que él dijo. Cuando se le preguntó sobre el autobús de campaña, dijo: "¿Qué autobús? Es sólo nosotros cuatro en mi coche". Y ganaron nueve asientos. ¿Cuáles son las personas que votan por? Esperanza. TSR: Animados por ...? JM: El sistema, los medios de comunicación. TSR: El establecimiento? JM: El establecimiento dejó Ciudadanos en. TSR: Se decidió Ciudadanos iba a ser el contrapeso a Podemos? JM: Eso no fue la motivación. TSR: ¿Cuál fue la motivación? JM: La certeza de que el Partido Popular se derrumbaba. Esa fue la motivación. TSR: Más que como un contrapeso a Podemos, que era para rescatar a la derecha?

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JM: Como una solución para el lado derecho que se va a colapsar. Cuando estaba siendo reemplazado el lado izquierdo, con lo que el PSOE estaba perdiendo siendo ocupado por Podemos, por lo que no les preocupaba. El poder real no se preocupa por Tsipras. Se preocupan por el buen funcionamiento del sistema. Se preocupan por el funcionamiento del sistema de dos caras. Si Tsipras gana, no se preocupe, que va a hacer la única cosa que puede hacer: Tsipras no va a hacer políticas que son contrarias a la gran asentamiento europeo. Por qué no? Y esta es la esencia de todo esto: ¿cómo es posible ganar una elección para pagar y luego ganar otra elección de no pagar? Debido a que la gente quiere vivir ochenta años. La gente quiere la ciudadanía, quiere salir de su casa sin bombas explotando, no quiere que el aire se llenó de misiles, quiere ir y venir normalmente, quiere acumular riqueza y la prosperidad. ¿Y qué es eso? los valores del primer mundo. La gente no quiere dejar de ser primer mundo. ¿Cuáles son esos valores? Tendríamos que hablar largo y tendido sobre eso. Son valores que no apoyan, en base a qué? Por lo que nuestra prosperidad se basa en la actualidad, nuestro bienestar, nuestra salud? La industria de la guerra, que venden a la gente de armas en otros lugares se suicidan con. En que poseemos las empresas que extraen sus recursos. ¿Qué es todo basado en? TSR: Así que la misma pregunta que por Paul Mason hace dos semanas. Lo llamó Syriza 1.0, la alternativa europea dejó 1.0. Falló. No funcionó. Podemos él ve en una gran oportunidad para que la izquierda europea alternativa a hacer una versión 2.0. Pero entonces tendría que hacer frente a Bruselas más. JM: Sí, pero la política del mundo real te enseña cosas. Tsipras se levantó más que nadie a Europa con Varoufakis. TSR: Hasta cierto punto. JM: Hasta los griegos decían "bueno, eso es suficiente de eso!". Hasta los griegos decían "no queremos que los controles de capital, que no quiere dejar de utilizar el euro. Así que haz lo que puede, tome mi voto. Quisimos no pagar la deuda, pero parece que es imposible y lo hará tienen que ser pagados ". Así que si usted debe dinero, el acreedor va a decir "bien, lo que quieras, pero primero pagarme lo que me debes. A continuación, puede hacer lo que quiera". Si usted dice que va a hacer lo que quiera, ese es el final de la misma. Una crisis. TSR: ¿Cuál era el gran temor del poder de facto, del poder financiero, cuando Podemos irrumpió en la escena hace dos años. JM: Sí, pero si nos fijamos en él, de Podemos se ha movido de esa posición a una posición social europeo democrático siglo 21, que no es el PSOE. No es él, muchachos, que son algo más, usted es una familia grande, bien organizado, que ha existido desde hace mucho tiempo, clientelista. ¿Por qué ha sido Alfonso Guerra a cargo en Sevilla desde hace 40 años? ¿Que es eso? Es zapatista o una república bananera? Es una república bananera. Eso es lo que eres. Eres viejo. Cuando te ponen bajo presión con la cuestión catalán, se habla de Albania, estás meando fuera de la olla. Estás post-franquistas, para que la guerra nunca terminó. La nueva generación de ciudadanos no se preocupan por eso.

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TSR: Vamos a pensar en el día después de la elección, y comienzan a construir ese gobierno en minoría de derecha, con la abstención del PSOE y de Podemos en la oposición como el segundo partido más grande: lo que hace eso para el próximo parlamento? JM: A ver: no importa si tenemos que votar de nuevo.Sabemos que tarde o temprano habrá un primer ministro. Tal vez tenemos que votar tres veces, pero la tercera vez que habrá uno. Y sabemos que no hay una cultura política a girar a cabo un parlamento: los viejos no lo consiguen y los chicos jóvenes estamos reproduciendo el comportamiento de sus mayores. No es que la cultura política de llegar a un acuerdo, y tampoco hay reglas. La Constitución de 1978 no es útil para eso. Por lo tanto, el parlamento que viene será la experiencia de trabajo. TSR: Otro muy corta? JM: Muy corto. TSR: Un año? JM: Más como dos. Durante un año por Rajoy para ir, y luego el año siguiente que votar de nuevo. ¿Por qué?Porque con esta cultura y estas reglas, no podemos avanzar. Así que esos dos años serán sobre la adaptación al sistema multipartidista, el punto de encuentro, donde un hombre liberal podría tratar al hombre de Podemos, el siglo 21 socialdemócrata-no el PSOE, que es un pasado memoria con respeto. Esa cultura. En primer lugar se van a necesitar para adquirir esa cultura, en la que el PP y el PSOE pueden llegar a un acuerdo. En este momento eso es imposible, no tenemos esa cultura. Tampoco hay reglas. TSR: ¿Se esos dos años no será un parlamento muy conflictiva? JM: No. Lo contrario. TSR: Podemos y el PP podrán ver cara a cara? JM: El PP va a ser apoyada indirectamente por el PSOE, y en términos de gestión, por Ciudadanos. Podemos estarán en la oposición, esperando el final del parlamento y la próxima ronda, porque ahí es donde se podría ganar las elecciones. No con Iglesias, sin embargo, con Ada Colau. TSR: Ves Ada Colau como candidato para primer ministro? JM: En 2018. Iglesias es un líder de usar y tirar. Se genera gran cantidad de rechazo. Colau, sin embargo, es el líder de los ciudadanos, el prototipo de líder del ciudadano, que este país necesita. TSR: Así que ves saltando desde el Ayuntamiento de Barcelona a [la oficina del primer ministro] Moncloa en 2018? JM: Sí. En 2018, la veo compitiendo en estas elecciones con la posibilidad de ganar ellos. TSR: ¿Es el PSOE va incluso más bajos en esas elecciones? ¿Está en el camino de convertirse en el PASOK?

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JM: El PSOE ya está PASOK, haga lo que haga. Si se abstiene, el PSOE ya está PASOK, si no se abstienen, tendremos que votar de nuevo, ya que no van a estar subordinada a Podemos. Si ellos están subordinados a Podemos, eso es todo, más de juego. El primer ministro Iglesias con el PSOE? Entonces tendría que ser plurinacional en el final, porque de lo contrario no funcionaría. Eso es imposible. Es imposible que Susana Díaz sea plurinacional. Ella es española, y sólo español, y los catalanes son singulares para ella. Por lo tanto, ya que es imposible cambiar los cerebros alrededor, pero la realidad ha cambiado cerebros aún están llevando recto, que no pueden cambiar, que no saben cómo adaptarse, viven en su mundo, de los jefes y ofertas. [El PSOE] se abstendrá y, si no, vamos a votar de nuevo y va a ser culpa del PSOE. Sea lo que hace, el PSOE ha perdido su espacio. TSR: Mirando hacia adelante dos años, o cinco años, con esos cambios generacionales que está describiendo, con la izquierda alternativa más plurinacional, lo que sucede con la identidad española y los grandes temas de Estado como Cataluña? JM: Ya hemos hablado sobre el concepto Trudeau. Los resultados, en diciembre de aportar algo nuevo que yo llamo "la certeza plurinacional del Estado español". ¿Dónde está esa certeza? En la suma de Podemos votos con los de las nacionalidades [regionales]. Eso es de 7,8 millones de votos y 97 escaños. Eso es plurinacional España. Que España plurinacional va a conseguir más votos y más escaños. TSR: Pero, ¿la España no plurinacional, la España que habla español, si Colau llega a la Moncloa, o desafíos para la Moncloa en 2018, no reacciona? JM: No. Las reglas no están trabajando, entre otras cosas debido al modelo territorial del Estado. Y en 2018, sabremos lo que hay que hacer. Se habrá negociado. Mira Francesc Homs. ¿Dónde está Francesc Homs? En la política del mundo real. Él está en el Congreso. Una cosa es el nivel máximo de la retórica que sale de Cataluña, donde es posible la desconexión o la proclamación unilateral de la independencia en 18 meses, y otra cosa es la política del mundo real, donde nada de eso es posible. ¿Dónde está Homs en la política del mundo real?¿De qué está hablando? El ejercicio de una iniciativa de los CDC para crear una comisión parlamentaria para estudiar el referéndum, para estudiar un referéndum en Cataluña. Pero eso no es la independencia, que es la negociación. TSR: De ...? JM: De Cataluña con la parte central del estado. TSR: Más dinero? JM: No, se trata de un referéndum, y un estado para Cataluña. Esa es su demanda. Pero no en un estado independiente. Se trata de una España de las naciones. TSR: Así que estamos hablando de un modelo que es similar a un Reino Unido de España? JM: Sí. 122


TSR: El Reino Unido de España, Cataluña, País Vasco y Galicia? JM: Si eso es lo que quiere la mayoría social. TSR: Eso sería una opción verosímil? JM: Sí. TSR: lo que resolvería el problema de Cataluña? JM: Es la única solución. Es confederal, no federal. Es confederal. TSR: Al igual que el Reino Unido? JM: Al igual que el Reino Unido. Es la única solución. Una solución en la que los catalanes, vascos y gallegos a resolver el problema dentro del estado español actual como miembro de la Unión Europea. Aunque eso significa que el estado cambia su estructura interna y produce, si la mayoría social así lo quiere él, otros estados. TSR: Lo que también reforzaría la monarquía? JM: Exactamente. TSR: Como modelo de estado. Esto permitiría a la progresión de la totalidad? JM: Exactamente. La monarquía, durante la sucesión, es un factor positivo, un factor de regeneración. La monarquía como un factor de progresión y la solución. Si se puede conducir, entiende que España no es una nación, que nunca ha sido, España ha habido muchas naciones, varias naciones. Ha sido un estado, un estado con los procedimientos burocráticos, un estado muy grave, un estado que aplasta a los ciudadanos, que no es como Grecia, por ejemplo. El problema en España es la clase política. En Grecia, se trata de los funcionarios públicos. Ellos no tienen un estado que transmite las órdenes ejecutivas. Aquí el estado es muy potente, en España. TSR: ¿La alternativa que le queda, que está llegando, y los viejos dinosaurios del establecimiento, separados a lo largo de generaciones, realmente será capaz de transformar ese estado de "café para todos" en un Reino Unido de España y sus nacionalidades? JM: estoy convencido de que lo harán. Sí. Es un proceso que se completó con éxito. TSR: En 10 años? ¿Cinco años? JM: Sí, incluso cinco años. TSR: Un Reino Unido de España dentro de cinco años? JM: Sí. Una España de las naciones. Así es como lo veo. Creo que CDC y los catalanes nunca han violado la ley, y eso es un punto importante. Creo que han sido muy inteligente, cuando la otra 123


parte no quería hablar, que decidieron que lo destruiría. Voy a hacer evidente que son predemocrática. Yo siempre te rincón, donde al abrir la boca, todos verán que esto es imposible, que esto no lleva a ninguna parte. Y eso es lo que han hecho desde 2010. retórica máximo. El inmueble España uni-nacional ha sido destruido, ha bajado. Eso es lo que están haciendo. La momia al final de la película. Para llegar a la mesa de negociación de la mejor forma, cuando España ya no es un todo hostil todo uniforme en el que tengo a alguien con quien pueda hablar, y que entiende lo que es un estado plurinacional es. Eso es lo que es hasta Homs. Mi impresión es que Artur Mas, el cerebro es Homs, que es el hombre en Madrid. Quién está en Madrid? Y en qué momento ha llegado él? Francesc Homs, que es el cerebro. Los cerebros detrás de qué?La negociación. Esquerra se quedará colgando con sus 18 meses a la independencia, con el presupuesto muerto a causa de la CUP, tendrá todo quedará atrás. He venido a negociar, hacer política real. TSR: El estado es algo real. JM: Sí. TSR: Y de gran alcance. JM: Sí. TSR: Y grande. JM: Sí. Pero el ciudadano de Barcelona es el primer ciudadano del primer mundo antes de que él es el catalán, que también es, pero primero se encuentra en la vanguardia continental: Milán, Londres, Cataluña, Madrid. Nosotros somos los que pagan las facturas. Eso es ciudadano del primer mundo. Nada que ver con el chico de un pueblo en Albacete que vota por el PSOE. El negocio de la independencia, por el tipo del primer mundo, es más acerca de ser orgullosos de algo que otra cosa. TSR: Los ciudadanos del primer mundo que quieran España y Cataluña para ser una parte de eso. JM: Exactamente. Pero de una manera natural. España nunca ha tenido objetivos colectivos. TSR: Durante la transición, hubo dos factores principales en la psique colectiva nacional: un deseo colectivo, o un miedo colectivo: ir hacia adelante y no volver a caer en la Guerra Civil; y un modelo a seguir: convertirse en un estado europeo moderno con una economía de mercado. Esos dos elementos juntos se movieron hacia delante España. Hoy en día, con la crisis política, económica, institucional, no me visto ninguno de esos elementos. No deseo colectivo y no hay un modelo a seguir. JM: Totalmente de acuerdo. Eso es lo que estamos construyendo ahora, un proceso de transformación, los grandes números electorales son irreversibles, y vamos a un parlamento constituyente después de 2018. Necesitamos objetivos colectivos precisos para poder ser primer mundo. Sin objetivos colectivos precisos, usted no es primer mundo, no se puede ser, no se puede permitir, ya que deja de ganar premios marginales. Si todo el país no se mueve en una dirección, no optimiza suficiente para ser primer mundo. 124


En ese sentido, España en términos de sus normas debe tener 30 ganadores del Premio Nobel, les debemos al mundo. Hay dos físicos en las Islas Baleares que trabajan en las ondas gravitacionales de Einstein. Sólo se han hecho progresos enormes, con la enfermedad celíaca, y hay que tener los científicos vascos. programa de malaria de Bill Gates, que paga, está dirigido por un científico catalán. Estamos construyendo el Canal de Panamá o túneles en el centro de Nueva York. No estamos haciendo la mayor parte de ella. Dicho de otro modo: vivíamos sin medallas olímpicas, y un día apareció. Vivíamos, cuando las medallas se presentaron, frente a los éxitos deportivos de los hombres, y entonces un día las mujeres comenzaron a hacer deporte y comenzaron a ganar todo. De la misma manera, los premios Nobel vendrán. Gracias a la evolución de los que viven aquí. Creo que las cosas se están moviendo muy rápidamente ahora, y este estado miembro de la Unión Europea a pasar de ser una gran economía para convertirse en una gran potencia en los próximos 10 años. TSR: Si es capaz de llevar a cabo esos cambios? JM: Sí. Pero lo que viene es la sociedad del conocimiento, lo que se está copado son las posiciones dogmáticas, lo que viene es la racionalidad. Así que creo que esos cambios van a suceder de una manera satisfactoria. Veo todos los que viven juntos: vascos, catalanes, madrileños, trabajando juntos. Tengo mucha confianza en las personas, en nosotros. Español Elecciones Generales 2016

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Dos años de Podemos. Y ahora, ¿qué hacer? Por Rodrigo Amirola y Julio Martínez-Cava

“Un poco de internacionalismo aleja a los hombres de su patria, mucho internacionalismo los devuelve a ella” Jean Jaurès

Viejas preguntas que necesitan de nuevas respuestas

Calmadas –quizás por poco tiempo– las aguas del ciclo electoral, no sorprenderá a nadie que busquemos afanosos herramientas que sirvan para orientarnos, esto es, que hagamos explícita la vieja pregunta que hoy nos asalta sin velos y en su fría desnudez: ¿qué hacer? Más en concreto: ¿qué hacemos ahora las diferentes personas comprometidas con el cambio político y con Podemos como herramienta para ese cambio? El pasado mes de enero hicieron dos años desde que un grupo de activistas e intelectuales decidiera impulsar un proyecto político que rápidamente desbordó los límites de lo imaginable, convirtiéndose en protagonista –y, afortunadamente, ya no en solitario– de un ciclo político que pateó el tablero político de nuestro país. Aún no se ha cerrado el momentum electoral pero es hora de congelar por un instante la aceleración de la realidad política y tratar de mirar lo recorrido. Como nos recordaba un viejo conocido, “analizar los procesos en mitad de su desarrollo permite siempre hallar vestigios del pasado, bases del presente y gérmenes del futuro”. Las reflexiones, que aquí se recogen, pretenden contribuir a un debate ya abierto sobre qué ha de ser Podemos y en qué dirección ha de empujar el cambio político sin 126


hacerse trampas al solitario, ni ofrecer respuestas concebidas en abstracto. En definitiva, trataremos de ofrecer algo de luz desde la honestidad intelectual, partiendo del reconocimiento de que no sabemos qué hacer desde siempre.

Vistalegre o el pecado original del electoralismo

Como es de sobra conocido, uno de los hitos más remarcados en el breve calendario de nuestra formación política es la Asamblea Ciudadana de Vistalegre. En ésta se cifra en buena medida el origen de Podemos. Como todo origen fue conflictivo, sobre él han corrido ríos de tinta y ha servido como punto de referencia del devenir de Podemos. Para algunos fue un punto de inflexión, una suerte de pecado original, que marcaba un antes, dibujado como idílico y caracterizado por la espontaneidad de los círculos, y un después, en el que supuestamente todo quedaba reducido a lo electoral. Para muchos de nosotros se trató de una apuesta estratégica para un ciclo corto, la estrategia Vistalegre¸ que requería la constitución de “una maquinaria de guerra electoral”, orientada a los recientes comicios generales, y entendida como la mejor herramienta organizativa para construir pueblo y cambiar nuestro país. Uno puede estar de acuerdo o no con esas líneas estratégicas pero nos gustaría ante todo destacar dos elementos: en primer lugar, no se trataba de una apuesta genérica por cómo tenía que ser Podemos en cualquier contexto, sino de una estrategia entre otras posibles, que partía de un diagnóstico y trataba de abordar un momento político concreto. Desde esta perspectiva, se entendía que la mayoría de esfuerzos y recursos que movilizase la nueva organización, aún en ciernes, tenían que volcarse a la conquista de posiciones institucionales a través de la participación en elecciones. Ese enfoque era fruto de un célebre diagnóstico: vivimos en años de excepcionalidad política, somos hijos de un ciclo de movilizaciones que estaba decayendo antes de que surgiéramos como organización y es necesario construir un proyecto amplio que se nutra de lo sembrado por y desde el 15-M. Dicho de otra manera, que Podemos apostase por volcarse en cuerpo y alma en el ciclo electoral no partía de la convicción de que toda la batalla política se reduce a lo electoral, ni consistía en un mero cálculo de cómo obtener más poder. Era precisamente la mejor estrategia para el objetivo principal por el que nacimos: cambiar nuestro país, regenerando las instituciones, revirtiendo las políticas de austeridad y devolviendo la esperanza a un pueblo humillado y castigado por sus élites. Y todo ello mediante la construcción de un pueblo, esto es, la construcción y articulación de una mayoría amplia y popular con una nueva voluntad colectiva. 127


A la luz de la situación actual, a pesar de que el ciclo corto-electoral no ha terminado, es justa y pertinente la pregunta acerca de si la estrategia ha sido buena o no. En diciembre no cumplimos el objetivo de ganar las elecciones y no conseguimos superar al PSOE, al que nos quedamos pisándole los talones. ¿Significa entonces que elegimos mal el camino y que deberíamos haber seguido otro? ¿Significa que había otra herramienta más eficaz para el objetivo propuesto? Por suerte o por desgracia no lo sabemos porque en política no existen las certezas sino el apostar y arriesgarse: y nosotros nos arriesgamos a ganar. De todos modos, nos gustaría cambiar el enfoque, como planteaba Íñigo Errejón, “la clave es […] que haya un resultado que haga imposible la vuelta a lo de antes con plena normalidad. Es decir, que haya un resultado que haga saltar por los aires el sistema de partidos viejos”. Los adversarios políticos también juegan, realizan movimientos tácticos y tienen muchos instrumentos en su poder. Nosotros no surgimos simplemente para ganar unas elecciones generales o librar sucesivas batallas electorales, sino para cambiar nuestro país y, en ese sentido, las posibilidades siguen abiertas y hemos de estar orgullosos de haber contribuido a ello. El impasse en el que nos encontramos apunta a las dificultades que tiene el “partido único articulado”, como lo ha llamado Monereo, para restaurar el viejo orden.

Hasta Vistalegre y más allá

Pero entonces si Vistalegre marcó la elección de una estrategia coyuntural entre otras posibles y no algo así como la esencia de Podemos, ¿podemos encontrar los elementos que definen al proyecto durante todo este trayecto? O, dicho de otra manera: ¿qué elementos deberían permanecer en un escenario postelectoral? Creemos que merece la pena destacar al menos tres:

1. Saber de dónde venimos: las posibilidades de un proyecto como Podemos se localizaban en dos tipos de condiciones: de un lado, el estallido de la crisis económica mundial y su impacto en una economía periférica de la UE como la española, un inestable contexto internacional y las políticas de ajuste estructural; de otro, el ciclo de movilizaciones iniciado por el 15-M, que hizo que la indignación cristalizase en una crisis orgánica, esto es, una crisis que afectaba a las instituciones fundamentales del orden político del 78. De este modo, no cabe pensar Podemos como una fuerza política de tiempos de normalidad. Es impensable así que Podemos hubiera surgido, por ejemplo, en el año 2005. En buena medida, existimos porque las élites rompieron el pacto de convivencia de 128


nuestro país “por arriba” y porque los partidos viejos fueron incapaces de escuchar lo que la mayoría de la población entendía como sentido común.

2. Un proyecto de país, alumbrado sobre la marcha del proceso: la pretensión de avanzar en la democratización de las diferentes esferas del mundo social, recuperando la soberanía popular; el objetivo de definir un nuevo modelo de ciudadanía, que blinde derechos fundamentales en clave de garantías constitucionales; la necesidad de acabar con la nefasta austeridad y apostar por una nueva política económica que englobe el fortalecimiento de los servicios públicos, la reducción de la deuda vía crecimiento y estimulación de la demanda interna y un nuevo modelo productivo basado en el talento y el I+D+I, plantando cara a una injusta división europea del trabajo, que nos relega a una posición de economía deficitaria, supeditada a la producción y los beneficios de los países del Norte europeo.

Además ese proyecto incluye un elemento definitorio de la tan cacareada y vaciada de contenido “nueva política”: la comprensión de la representación y, por lo tanto, de los cargos públicos electos como servidores de la voluntad popular. Los representantes no serían así simplemente los emisarios del pueblo (el representante es el espejo de mi identidad), ni tampoco delegados absolutos (el representante tiene carta blanca y si no te gusta escoges otro dentro de 4 años). Sino que, en línea con la concepción republicana de las instituciones, entiende que los políticos deben poder ser fiscalizados y deben rendir cuentas periódicamente de sus acciones; deben mostrar ejemplaridad pública para devolver la confianza de la gente a las instituciones, combatiendo la apatía y la resignación frente a la política; y, finalmente, tienen que poder deberse exclusivamente a la ciudadanía para tener posibilidad de ejercer una representación libre (para lo cual su financiación no puede provenir de grandes fortunas o bancos con las que establezcan deudas perpetuas). Las élites viejas hicieron de la política de este país un coto privado para su enriquecimiento personal de tal manera que el enorme abismo que se abrió entre la gente y sus instituciones parecía haberse vuelto insalvable. La mera presencia de gente normal en el Congreso, de gente más parecida a la España real que a la banda de privilegiados que nos ha gobernado, ha llegado incluso a alcanzar el estatus de tema mediático. En buena medida, Podemos nació de ese desencanto pero con el objetivo de generar una nueva cultura política, aún hoy por crear.

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3. La construcción del sujeto del cambio: a la mayoría de nuestro país no le preguntaron si era de izquierdas o de derechas antes de congelarle el salario, despedirle de su trabajo, bajarle la pensión, echarle de su casa, subirle las tasas de las matrículas u obligarle a re-pagar por sus medicamentos. Las viejas élites sembraron un campo de malestar general que intentamos politizar sin pedir los carnets a nadie. Y si algo hemos hecho en estos dos años ha sido dirigirnos a esa mayoría social, plural y heterogénea. Hoy estamos en condiciones de afirmar que la transversalidad ha sido un éxito. La transversalidad no es un truco electoral, sino que forma parte del ADN de Podemos. Aquellas personas a las que nos dirigimos invitándolas a sumarse al cambio no les pedíamos únicamente el voto, sino que les tendíamos la mano para que se implicasen activamente en la transformación de nuestro país. En una sociedad, en la cual las identidades comunes (de clase principalmente, pero no sólo) saltaron por los aires, y donde el rasgo definitorio de nuestra estructura social es la fragmentación y, relacionado con ella, la especial importancia de la comunicación, la reflexión en torno a la relación de las esferas de “lo social” y “lo político” no puede girar en las viejas claves de interpretación. No existe un sujeto social privilegiado esperando a ser llamado a filas para cumplir ninguna misión histórica. Por eso creemos que evitar el riesgo de convertirnos en una organización clásica relegada al margen izquierdo del tablero pasa por comprender que no se puede construir pueblo sólo con los más castigados por la crisis. Indudablemente una de las principales tareas de un gobierno de cambio debería ser abordar la emergencia social existente en España y, por ello, presentamos iniciativas parlamentarias como la Ley 25 para paliar la situación de emergencia social. La desigualdad social atenta contra los derechos humanos, supone una constante ruptura de la cohesión social y fomenta y construye la exclusión política. Por lo tanto, garantizar unas condiciones mínimas de vida no solamente es una obligación de la sociedad en la medida en que es el único garante real de libertad, sino un medio básico para que la gente pueda participar de la política de su comunidad. No se trata de que nos debamos más a la gente con menos recursos o en situaciones de pobreza, sino que es una flagrante injusticia que haya pobreza y altos niveles de desigualdad en sociedades ricas como la nuestra. Como decía Owen Jones cuando cerró el programa de Salvados: “algo es bueno no por quién lo diga, sino por lo que dice. […] no era bueno porque venía de la clase obrera, sino porque la clase obrera era la única que luchaba por la consecución de una sociedad sin clases”.

Al mismo tiempo somos perfectamente conscientes de que no es posible el viejo proyecto socialliberal de conformar un país en torno a las “clases medias”. Las “clases medias” son hoy una 130


realidad desestructurada y empobrecida. El tramposo sueño de aquella “nueva” socialdemocracia europea, la tercera vía de Blair o Felipe González, se reveló hace ya tiempo como nefasta pesadilla. Hoy esos sectores intermedios desestructurados son caldo de cultivo para el cambio: una parte del éxito de Podemos reside justamente en haber sabido dirigirnos a esos sectores intermedios en la medida en que sus aspiraciones de ascenso social no tienen cabida en la actual coyuntura y se ven obligadas a elegir entre la resignación o sumarse a las fuerzas del cambio. No por casualidad estas ideas se debatieron en los movimientos sociales de los que muchos venimos, porque, como recordaba Pablo Iglesias hace no tanto: “las plazas no fueron organizadas ni hegemonizadas por las organizaciones de la clase obrera, sino por los sectores que se hallaban más desprovistos de representación sindical o política”. Basta un vistazo a un dato de los resultados electorales en Madrid para ilustrarlo: además del territorio o la edad, uno de los rasgos específicos que caracteriza a los votantes de Podemos es la renta. Por esa razón, fuimos más fuertes en Villaverde, Usera, Carabanchel o Vallecas. Pero quizás no haya que perder de vista que el crecimiento electoral de Podemos es uniforme en toda la ciudad (en torno al 3% en estas elecciones): crecimos igual en Salamanca, Retiro, Centro o Arganzuela. Tengamos en cuenta este dato como brújula en la búsqueda de nuevos retos y horizontes.

El misterio del partido-movimiento

Se ha repetido con asiduidad aquello de que “cuando Podemos termine las elecciones debe volver a las calles”. Como si estuviéramos inmersos en una empresa institucional que no nos es propia y ahora nos tocara volver a nuestros orígenes. ¿A quién corresponderían las posiciones institucionales desde esa perspectiva? ¿Cuál sería nuestro origen perdido? Lo cierto es que Podemos surge precisamente porque el ciclo de movilizaciones de 2011, abierto por el 15-M, daba señales de agotamiento. Pero podemos ir más allá: la condición de posibilidad de pensar la construcción real de movimiento popular ha sido la brecha abierta por Podemos. Cabía pensar allá por 2014 que los movimientos sociales repuntasen, empezaran a coordinarse entre sí desde abajo y plantearan una alternativa de país? La hipótesis del movimiento popular, que tenemos que construir junto a otros actores sociales y políticos, no sólo no contradice la estrategia Vistalegre, sino que, de hecho, sólo nos la hemos podido plantear de forma verosímil después de esta.

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Las transformaciones de largo recorrido son más fáciles de abordar cuando las diferentes iniciativas y proyectos que alumbra la sociedad no están bloqueadas por una miríada de trabas burocráticas y obstáculos políticos, sino que, más bien, hay una parte importante de las instituciones que pueden ponerse del lado del cambio e invierten recursos y atención para ensancharlo. Cada cargo público de Podemos es una trinchera conquistada que puede ser bien utilizada por los agentes de cambio. “Las instituciones” y “las calles” no son dos ámbitos que se relacionen siempre en clave de antagonismo: la institución crea y destruye sociedad civil, y los cambios en la sociedad no suelen dejar inmune a la institución aunque no se trasladen de forma mecánica. El gesto del que nació Podemos rompió con una vieja concepción mecanicista, extendida aún hoy entre diferentes sectores políticos y militantes, según la cual la acumulación de fuerzas en lo social se canjea luego en el mercado de lo político. No está de más hoy recordarlo. Aprender de los errores cometidos, pero también hacer autocrítica de las concepciones propias para poder seguir avanzando.

Si ahora alguien nos preguntase legítimamente: ¿en qué consiste ese extraño partido-movimiento? Tendríamos que responder con sinceridad que es difícil saberlo pero es urgente e importante pensarlo. Dejaremos apuntados aquí algunos posibles trazos del debate que debería abrirse en nuestra organización:

• La tarea de los círculos: tejido y territorio. Uno de los mayores tesoros de Podemos, que además nos diferencia de otras fuerzas políticas, es la enorme cantidad de gente ilusionada y movilizada que hemos conseguido sumar al proyecto. Se torna fundamental, pues, el reto de otorgar tareas, fijar metas, así como la generación y organización de espacios de encuentros para conectar con diferentes realidades sociales. Aquí los círculos territoriales y las moradas se convierten en instituciones fundamentales para el nuevo ciclo como focos que, de un lado, sirvan de puente con las situaciones sociales concretas y, de otro, expliquen los pasos a seguir y el nuevo proyecto de país en marcha. En la medida en que somos una organización nueva que ha sido capaz de politizar a muchas personas que no provenían de espacios de militancia previos, se han vuelto urgentes las necesidades de formación política para la construcción de cuadros medios que aseguren la continuidad del proyecto y garanticen las capacidades técnicas para ocupar puestos institucionales.

• La construcción “hacia afuera”. Si la transversalidad, como hemos dicho, es parte esencial de Podemos, ha de pensarse en esa clave la utilidad de todas las iniciativas, proyectos y recursos a 132


nuestra disposición. En definitiva, se trata de tener en mente la enorme pluralidad del sujeto del cambio con el que se trabaja. De nuevo, un buen ejemplo son las moradas, espacios híbridos – entre lo político, lo cultural y lo simplemente recreativo– que permiten encuentros y experiencias políticas –en un sentido muy amplio de la palabra– a personas no procedentes de ambientes militantes.

• Aumento de la potencia comunicativa. La mayor parte de la tarea de nuestros cargos públicos, y de nuestra organización, sigue siendo algo conocido (y sólo en parte) exclusivamente por los activistas de Podemos. Es necesario planificar cómo trascendemos los espacios de militancia para impactar más en la ciudadanía y poder fortalecer nuestros proyectos con un “afuera” afín. En este sentido, son bienvenidas todas las iniciativas como proyectos de radio, periódicos, y otras herramientas comunicativas que puedan desplegarse a lo largo y ancho de nuestro país.

• La relación con la sociedad civil. El mantra de “volver a las calles” o “tejer las relaciones con la sociedad civil organizada”, como buen mantra, ha sido poco concretado y creemos que sus posibles desarrollos merecerían mucha atención. Si aceptamos que los movimientos sociales y la sociedad civil organizada son los más capaces de formular intereses colectivamente y en cierto sentido ofrecen programas alternativos de sociedad, bombeando como un corazón por los vasos comunicantes de la sociedad, entonces siguen siendo un conjunto de agentes imprescindibles con los que trabajar políticamente. No se trata de mitificarlos como si hubiera un conjunto armonioso de demandas ya construidas a la espera de ser recogido (existen contradicciones, errores mutuos, roces y afinidades entre los diferentes agentes por las trayectorias respectivas, etc.). Tampoco se puede pecar de la arrogancia y la ironía del adanista que cree que parió todo lo bueno sin reconocer el enorme trabajo de los miles de activistas que empujaron por el cambio en nuestro país con anterioridad. Pero sigue habiendo verdad en la reflexión de que sólo la forma-partido – independientemente, por tanto, de su antigüedad o novedad– consigue hacer de factor aglutinador de las distintas luchas separadas espacial, temática y socialmente, poniendo de manifiesto su racionalidad común como respuesta ante las ofensivas oligárquicas. Es necesario construir una red de afinidades con los colectivos que trabajan por desplazar el horizonte de lo imaginable políticamente: el riesgo de no contar con este espacio-intermedio articulado es que seamos presas fáciles de campañas de desgaste de nuestros rivales políticos que no deberían afectarnos tanto y, al mismo tiempo, veamos cómo sujetos aliados puedan confrontar con nuestra 133


tarea porque no hemos sido capaces de establecer buenas relaciones con ellos. Además, no se trata de convertir a nuestra organización en un movimiento social más: que nos sirva de orientación en este tema aquella célebre frase del filósofo italiano, “no tenemos que ser los labradores de la historia, sino el abono”.

• La nueva institucionalidad. Poner nuestros recursos al servicio de la sociedad. Una de las condiciones para la construcción del movimiento plurinacional y popular es saber potenciar los diferentes movimientos y asociaciones de esta ciudad, ofreciendo humilde y generosamente la herramienta política de esta organización. Tenemos que ser capaces de canalizar las demandas de la sociedad civil a las instituciones más allá de los procesos de elaboración programática. Asimismo, es nuestra tarea asegurar que los cargos públicos de Podemos sean herramientas de la gente y de la sociedad civil organizada, puestas al servicio del interés general. Aunque es importante ser conscientes al mismo tiempo de las diferentes esferas de acción. Con ello, construimos un movimiento del que Podemos es el motor y que permite ensanchar y consolidar la brecha del cambio que abrimos en los distintos comicios electorales.

Antes de dar por sentadas las tareas y los métodos, va siendo hora de pararse a pensar. Porque el cambio ‘no se hace, se organiza’. Pensemos cómo se hace tras las elecciones de junio. Tengamos claro lo fundamental. Excepcionalidad política y crisis de régimen como punto de partida, transversalidad como método para construir pueblo y buenas instituciones como punto de llegada.

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¿Por qué es importante la transversalidad y por qué no es una idea abstracta?

Por Eduardo Maura

Durante mucho tiempo, la izquierda tradicional ha pensado que las posiciones que adoptamos ante la realidad estaban determinadas directamente por cuestiones socioeconómicas. Es decir, que uno era de izquierdas o de derechas en función de sus “intereses sociales objetivos”, como individuo o como parte de una “clase” o grupo social. Esos intereses se decidían en función del lugar que cada persona o grupo ocupara en el ámbito de las relaciones económicas (empleado/a de un sector concreto, director/a de una oficina, empresario/a, trabajador/a, autónomo/a, etc.)

Sin embargo, la política o el sentido del voto no son simplemente una consecuencia directa de esto o de cualquier otra variable económica o social. Vivimos en sociedades complejas en las que nuestra vida esta llena de estímulos y demandas muy diferentes, a veces contradictorias. Tan importante como nuestro lugar en la pirámide económica es la manera en que nos vemos a nosotros mismos, nuestras aspiraciones y expectativas, la manera en que nos contamos a nosotros mismos cómo hemos llegado a tener el trabajo o la vida que tenemos, etc. A veces la manera en que nos vemos a nosotros mismos es más real que cualquier “realidad social objetiva”. 135


En Euskadi, por ejemplo, hay muchas familias que lo pasan mal, pero la situación no es de emergencia social generalizada y la percepción ciudadana no es esa. La percepción de la corrupción, aunque hay prácticas corruptas y clientelares, es mucho más baja. A la ciudadanía vasca le preocupa el empleo y la precariedad, obviamente. El desempleo, sobre todo juvenil, es muy alto, pero en general se percibe que está por debajo de la media estatal. Existe una renta de garantía de ingresos que ha sido recortada hace poco, pero que en función de diferentes variables puede llegar hasta los 960 euros. El sistema de bienestar social, aunque insuficiente, es cierto que funciona mejor que en otros territorios. En Euskadi, como en todas partes, hay que estar con los que peor lo están pasando, con los movimientos sociales y las luchas concretas, como de hecho hemos estado siempre, pero solamente con eso Euskadi no tendríamos opciones de gobierno de signo popular.

La desconfianza en las instituciones vascas gobernadas por el PNV y el afán de cambio que nos hizo ganar las elecciones generales allá no es consecuencia directa de una situación económica desesperada. Afecta a sectores medios que por la crisis económica y por la crisis institucional han visto como sus expectativas de ascenso social han quedado bloqueadas. Afecta a personas jóvenes con estudios y a personas mayores de 55 años que sienten que las instituciones se han anquilosado y no están a la altura de sus problemas. Afecta a la gente trabajadora del sector industrial que desde la reconversión ha sentido intensamente que su familia, su ciudad o su pueblo merecían más. Afecta a personas que vienen de votar muy diferente y de experiencias de la crisis completamente diferentes.

¿Por qué entonces hay perspectivas de cambio en Euskadi? Por muchos motivos, entre ellos uno fundamental: en Euskadi ha entrado en crisis el relato de las élites, que dice que en Euskadi todo va bien, que Euskadi es el modelo ideal de gestión, y que si hay problemas en realidad es porque el PNV y el Gobierno Vasco no tienen suficientes competencias. No es cierto. En Euskadi se han hecho recortes y hay políticas injustas marca de la casa, aunque no haya una emergencia social evidente. No es un territorio ideal, pero tampoco se halla en ruinas. No es una isla, pero tiene sus especificidades. Por eso es un buen lugar donde medir el potencial del cambio político. Si en Euskadi estamos en condiciones de ser el primer gobierno autonómico de Podemos es precisamente por la transversalidad como principio político. Hay quien dice que la transversalidad es ambigua y moderada. No es cierto: en realidad es más radical y avanzada. Radical porque 136


aborda de raíz la diversidad social y de experiencias individuales y colectivas de la crisis; avanzada porque no tiene miedo de dejar atrás los lenguajes de siempre con los que tan cómodos nos sentíamos. Transversalidad es interpretar que no puede haber cambio real sin reconocer la diversidad de experiencias sociales y de imágenes de uno mismo que hay en nuestros territorios. Es articular un discurso y una línea de avance democrático capaz de reelaborar esas demandas y experiencias diversas en clave de mayoría social nueva, no de sectores replegados sobre sí mismos o sobre sus “intereses objetivos”.

Implica asumir que el cambio requiere de audacia y de riesgo: concretamente, la audacia de no conformarse con que nos apoyen personas que ya están de acuerdo con lo que proponemos, y el riesgo de no pensar solamente en nosotros mismos y nuestras causas, viejas o nuevas, sino en quienes todavía no están o no terminan de confiar en el cambio. Consiste en arriesgar a salirse de los marcos en los que estamos cómodos y ocupar espacios diferentes, nuevos, y por tanto más exigentes, como hicimos participando en el Aberri Eguna o día de la patria vasca. Era un día que parecía de parte, que para muchas personas era ajeno u hostil, pero que nos sirvió para expresar claramente que tenemos.

En definitiva, transversalidad es que personas y sectores muy diferentes entre sí viajen en común hacia políticas diferentes, hacia una manera diferente de hacer política y de relacionarse con las instituciones. Toda mayoría social ha de ser necesariamente diversa y plural: lo común es el afán de devolver las instituciones a su gente y la recuperación de la soberanía popular. Lo común es el viaje y es la herramienta Podemos, abierta siempre a los que faltan. Hagamos de nuestro proyecto de mayoría popular uno lo más avanzado, transversal y democrático posible

Por Eduardo Maura|junio 2nd, 2016|4-portada-articulo-19, Cuarto número|Sin comentarios

¿Asaltar las instituciones? 137


Jorge Lago Publicado en Viento Sur, nª143 http://vientosur.info/

Pensar la relación de Podemos con las instituciones es, claro, pensar la cuestión del poder. Una reflexión del todo punto necesaria pero que corre siempre el riesgo de conducir a la impotencia y la inacción: sabemos que el poder no reside en las instituciones, o no todo él ni aquel, quizá, con más capacidad de decisión y transformación; sabemos que la política institucional está dominada o sobredeterminada por instituciones no democráticas que gobiernan, en una sombra cada vez menos oscura pero no por ello implacable, el destino de los estados, las sociedades, los pueblos. Sabemos, también (¡cómo no saberlo!), que las relaciones sociales se estructuran en torno a procesos deslocalizados, anónimos y de los que las instituciones son muchas veces simples espectadoras. Sabemos, en fin, que la trama de intereses, posiciones, relaciones de subordinación y explotación que conforman el orden social desbordan el marco institucional y hacen sospechar de sus límites para el cambio político y social.

Sabemos, sí, todo esto, y corremos el riesgo de partir de esta constatación para acabar en el perverso y demasiado conocido confort de lo inalcanzable, que se despliega siempre en una dualidad paralizante: la aparente imposibilidad diagnosticada del cambio refuerza su deseabilidad (y su necesidad moral, ética, histórica) pero anula cualquier forma de paso al acto, de realización o comienzo: ese futuro que nunca puede empezar y nos devuelve a un presente eterno, permanentemente repetido.

Deseo y victoria

Para pensar la relación que ha mantenido Podemos con las instituciones -como vía posible de acción política transformadora- es prioritario atender antes a la forma en que este despliegue de la imposibilidad ha sido neutralizado, o al menos contenido. Dicho de otro forma, conviene explorar las razones y raíces de la voluntad de victoria o el deseo de ganar, relativamente inéditos en los espacios militantes y políticos contestatarios, tradicionalmente marcados por el repliegue en la imposibilidad o, como señala Zizek, en la respuesta histérica. Si la histeria es definida por Lacan como el deseo de mantener el deseo insatisfecho, es decir, buscar y anhelar la imposibilidad como 138


estructura deseante, la política asediada por la respuesta histérica sería precisamente aquella que habría adoptado la pérdida o la imposibilidad como la estructura misma del deseo: la transformación o mejora de las condiciones de vida de las mayorías (el deseo) sería precisamente aquello que no debería ser satisfecho (mediante la victoria en alguna de sus formas y variantes) gracias a una identidad anclada en ese repliegue del imposible paso al acto (imposible pero necesaria realización del deseo). La impotencia se vuelve identidad (somos aquellos que no podemos ganar), y la acción política refuerzo de esa identidad (los símbolos, canciones, frases y relatos de esa derrota). Cualquier posibilidad de victoria se vuelve, así, una amenaza a lo que se es (deseo de no realizar el deseo) y cualquier paso al acto (acción política de masas), un riesgo de dejar de ser lo que se es (la trágica pérdida de la identidad).

La novedad es la crisis orgánica:

Es por otro lado evidente que esta superación de la imposibilidad, esta ruptura con la identidad de -y en- la derrota en la que las fuerzas políticas contestatarias se refugiaron durante el duro invierno neoliberal, no puede entenderse como simple asalto de una nueva voluntad de poder, surgida de la nada o de la superioridad moral o intelectual de un nuevo sujeto político, sino como expresión y a la vez desencadenante de una forma de crisis. Es, podríamos decir, resultado y síntoma paralelos de una respuesta social (15M) y política (Podemos, candidaturas municipales de unidad popular, etc.) al agotamiento de un régimen, el del 78. O, por utilizar la expresión gramsciana de la crisis orgánica, podríamos decir que la pérdida de hegemonía tanto de las élites como de sus relatos fuerza la reconfiguración de todo el campo político-discursivo: si las posiciones y discursos se toman y emiten siempre mediante un juego de diferencias y oposiciones, parece claro que rotas las posiciones dominantes (incapacitadas para seguir nombrando la realidad y generar un relato que cohesione y movilice a la mayoría social), quedan a su vez huérfanas de referentes diferenciales las posiciones antagonistas (muchas de las cuales creyeron que con la simple quiebra de los discursos dominantes llegaba por fin su hora -¡la espera de los justos!- sin cambiar nada). De ahí la necesidad (evidenciada en el 15M) de toda una refiguración del discurso (¡de todos los discursos!) que acaba alterando profundamente los ejes -horizontal y vertical- de la ordenación política española: del par izquierda/derecha al de élites/ciudadanía; de la oposición instituciones/movimientos a la posibilidad del asalto institucional de un partido-movimiento. Es esta reconfiguración de las

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posiciones la que hace emerger la posibilidad de la victoria como horizonte inmediato, no desplazado sino presente: se puede pensar en ganar.

Ganar para qué

Pero, ganar para qué, se nos pregunta no pocas veces -dejando entrever una crítica ante el vacío posible de la respuesta-. Una pregunta que, de nuevo, corre el riesgo de situarnos en la casilla inmóvil de salida. No porque no haya respuesta, sino porque es una mala pregunta que obliga a una mala respuesta. Y es que cualquier atisbo de respuesta va a estar asediado, una vez más, por la imposibilidad, pues solo podemos responder mediante un relato imposible de narrar de antemano: ¿qué se va a hacer?, ¿cómo?, ¿qué pasos se darán y a dónde conducirán cada uno de ellos para delinear los siguientes? ¿Qué capacidad tendremos de realizar esos pasos, qué fuerzas se opondrán, qué cambios y acontecimientos tendremos que enfrentar? Preguntas que fuerzan siempre a un relato preciso, lineal y con desenlace conocido, que se sustituye tanto a lo concreto de las relaciones de fuerza cambiantes de cada momento, como a las posibilidades de actuación siempre distintas. En definitiva, un relato que niega la incertidumbre e imprevisibilidad propias de lo real, y que requiere de una narrativa en la que todas las acciones, todos los personajes y todas las escenas de la historia que se cuenta acaban quedando determinadas por un objetivo último que las explica y determina. Como si la historia estuviese o pudiese estar escrita de antemano. Como si, en definitiva, la política fuese el mero desplegarse de un relato previamente escrito donde los sujetos son simples personajes de una ficción con decorado inmóvil.

15M: ficción y conflicto.

Esta ruptura con los relatos lineales y las preguntas totalizantes es crucial para entender no solo Podemos, sino la naturaleza del ciclo de movilizaciones que se inicia simbólicamente con el 15M pero que le trasciende tanto en España como en las formas políticas antagonistas que hemos visto surgir en el Mediterráneo, con el ejemplo de Grecia a la cabeza.

Es quizá ya un lugar común entender el 15M como un momento de ruptura con las formas ideológicas previas a su irrupción. Pero quizá sea menos común entender que esta ruptura no se explica como antesala de una sustitución, desde la lógica lineal de la sucesión de narrativas: unas 140


filosofías políticas en el lugar de otras bajo una línea más o menos constante y evolutiva. Algo inédito acontece en torno al 15M: la quiebra de una forma secular de representación y, con ella, de desplazamiento del conflicto político y social. Lo que se rehuye en el 15M no es solo, creo, una u otra ideología, una u otra forma de representación política. Hay algo de fondo que atañe al mismo gesto representativo, ese que opera mediante el desplazamiento permanente de la política al espacio resolutivo de la narración. Resolución del conflicto antes siquiera de habitarlo y operar en él, solución en forma de relato explicativo toda vez que salvífico: progreso, comunismo, anarquismo, socialismo, huelga mítico-revolucionaria, movilización social disrruptiva, pero, también, estado estacionario, contrato social definitivo, mercado perfecto o mano invisible armonizadora. Tantos relatos como filosofías políticas encontremos y, por supuesto, con sus formas adaptadas al presente: salida del euro, acumulación de fuerzas definitiva para una ulterior traducción política, futura igualdad real dada una igualdad de oportunidades otorgada por el Welfare como horizonte único y último, etc. Siempre relatos que hacen como sí la salida futura estuviera prescrita y diseñada, pero que quedan relativamente mudos para operarla y declinarla en presente. No, no hay salida más allá del presente porque no hay representación posible de la solución (y por tanto evitación) del conflicto. Esto, lejos de llevar a un repliegue nihilista o a una pulsión individualizante, sitúa a la acción política como centro ineludible, como núcleo traumático que no se deja desplazar. Solo hay política (solo había, en las plazas, apertura de la discusión y de la acción, sin cierres en falso -con todo lo desesperante que esto pudiera ser-). Entender la política como acción, como efecto de la inevitabilidad de un conflicto que no admite soluciones prefijadas, nos sitúa en dos momentos que han recorrido los márgenes de la movilización sureuropea: el de una forma de verdad no narrativa de la política, y el de la democracia como horizonte presente de la acción (esto es, como práctica y no como objetivo a alcanzar en un futuro que nunca puede empezar).

Democracia y verdad: fin del relato y de la política eludida

Podemos usar el escenario griego de la negociación con la Troika, la dramática derrota en forma de tercer memorándum y, también, la valoración dada desde las izquierdas europeas, como espacio ilustrativo del despliegue (con su corto circuito sintomático) de estos momentos interconectados: verdad política por un lado, democracia como horizonte último por el otro. Sin espacio aquí para abordar la complejidad de la negociación del gobierno Tsipras con la Troika, y la posterior firma del humillante memorándum, sí cabe señalar la disputa entre Tsipras y los partidarios del famoso Plan B 141


(dentro y fuera de Grecia) como la de una oposición entre una aceptación de la inevitabilidad del conflicto político (¡sin escenario de salida!) frente a una narrativa que resuelve en la ficción el conflicto de lo real. La actitud de Tsipras es clara: no hay salida, hay relaciones de fuerza y ahora son profundamente desfavorables, no se puede ganar, no ahora. Enfrente, una salida narrativa idealizante que piensa el conflicto ya resuelto por la vía de su desplazamiento a un futuro que ni está dado, ni se le espera: salida del euro, recuperación de la soberanía, autonomía política y económica. Entre una y otra posición, dos formas de verdad: la que Tsipras dirige al pueblo griego (hemos perdido hoy, veremos cómo cambian las relaciones de fuerza y de qué márgenes de acción disponemos más allá del memorándum), la del grexit positivo a través de un hipotético Plan B como solución desplazada a un futuro imaginado (salida del euro y soberanía nacional… ¿con qué capacidad de financiación?, ¿con qué industria para auto abastecerse?, ¿con qué deuda, con qué consecuencias para la población, con qué soberanía real?). Un desplazamiento apoyado más en la necesidad de la creencia (hay solución, ha de haberla, debe existir un Plan B) que en el análisis concreto (¡y puramente materialista!) de las relaciones de fuerza y las posibilidades reales de acción. No hay más horizonte, plantea Tsipras, que la democracia (nuevas elecciones) y que la verdad política (hemos perdido, por ahora). No hay más opción que habitar el conflicto, que siempre se muestra en forma de paradoja: no a la austeridad, no a la salida del euro.

La diferencia esencial con la socialdemocracia:

Una verdad que, por otra parte, marca la diferencia entre Syriza y la socialdemocracia: la diferencia entre Tsipras y un Zapatero intentando, al final de su mandato, convencer al pueblo español de que la reforma del artículo 135 de la Constitución era tanto buena como necesaria, instalando así, y de manera ya definitiva, el discurso y la práctica socialdemócratas en la austeridad, es decir, en su enterrador. La diferencia entre Syriza y la socialdemocracia no es solo moral o ética, sino profundamente política: sí, hemos perdido frente a Alemania, pero con dos consecuencias, una interna y otra externa, que refuerzan y ahondan, para marcarla a fuego, esa diferencia con la socialdemocracia: hacia dentro convocando nuevas elecciones, manteniendo la movilización popular (en el referendum previo y en la derrota posterior) y creando o reforzando una identidad popular que nada tiene que ver con elementos identitarios patrios (lo griego frente a lo externo), sino políticos (la democracia y los derechos frente al poder de mando financiero y austericida). Pero, y esto es también sustantivo, ese gesto marca una inflexión hacia fuera: Alemania debe forzar 142


la firma del memorándum mostrando razones puramente políticas, desnudando el relato técnicoeconómico bajo el que el status quo europeo disfraza la narrativa puramente ideológica de la austeridad. Y lo hace después de un referéndum en el que un pueblo movilizado expresa rotundamente la oposición europea hoy fundamental: democracia o austeridad. Una oposición que, dicho sea de paso, deja sin espacio alguno a las socialdemocracias europeas, toda vez que prefigura un nuevo espacio político transversal y en disputa, al que precisamente Podemos apela mientras nombra y construye.

Acumulación de fuerzas en lo social o vía institucional

Las instituciones, en el ejemplo griego, no se oponen a la movilización social ni a la acumulación de fuerzas propia de las luchas sociales, sino que las refuerza y amplía. Estamos más allá del paradigma dual que enfrenta instituciones a movilización (“la política está en las calles y no en los parlamentos”), más allá de esa separación artificial entre lo social y lo político. Esta separación opera siempre mediante otro recurso ficcional que hace hoy aguas, ejemplificado en ese momento cuasi mítico del relato en el que lo acumulado en la lucha social (ocupaciones, huelgas, manifestaciones, etc.) se transformaría en algún tiempo y lugar (ese tiempo y lugar que no termina de llegar nunca, ese futuro que no puede empezar) en fuerza política, en poder institucional.

Creo que el salto institucional que anima la teoría política de Podemos se fundamenta, también y sobre todo, en el cuestionamiento de esa separación entre la construcción de movimiento mediante la lucha social como opuesta a la potencia (o impotencia) de la representación política y la acción institucional. La decisión de presentarse a las elecciones europeas si se recababan apoyos suficientes, ese gesto público emitido desde el Teatro del Barrio de Madrid en enero de 2014, era también el gesto de una desfechitización del momento ideal en el que las luchas y movimientos se transformarían más o menos automáticamente en capacidad y fuerza política. Al menos tres premisas sostuvieron el gesto de Podemos: uno, la movilización está en reflujo mientras que la crisis -la económica y la del régimen político y social mismo- sigue su curso imparable; dos, la configuración de la sociedad civil autorganizada con capacidad de autogobierno, en la España profundamente desmovilizada e individualizante del régimen del 78, forma parte más del mito y la reconstrucción nostálgica de lo que nunca fue, que de la constatación empírica; tres, unas elecciones y una cabeza visible -por mediática- pueden ser elementos fundamentales para la 143


construcción de un sujeto político que no está dado, para el crecimiento de aquello que, además, estaba en ese momento en reflujo: movilización e identificación popular con un proyecto de cambio político, social y cultural.

Vale decir, lo institucional (en este caso un proceso electoral, pero unos meses después se tratará de la ocupación de algunos de los ayuntamientos más importantes del Estado para, por fin, enfrentar las elecciones generales) como momento fundamental de construcción de aquello que las luchas sociales han permitido pero no han podido consolidar: una mayoría social capaz de articularse en mayoría política. Es decir, lo institucional como momento real de ampliación del campo de batalla toda vez que de construcción de lo que no estaba dado por las luchas (¡y menos aún por la crisis!): un sujeto político

Podemos gobernará tarde o temprano. Si es más tarde, España podría quedar hecha un desastre" Queda menos de una semana para las elecciones del 26 de junio. Ya no se pueden publicar más encuestas y los últimos datos hechos públicos indican un paisaje complicado tras los comicios del próximo domingo: sin mayorías claras y con declaraciones y reproches cruzados entre los principales partidos. Pablo Iglesias (Madrid, 1978) recibe a eldiario.es en su despacho del Congreso de los Diputados, donde hace un alto entre la última de sus muchas apariciones televisivas y los actos de campaña que le restan, empezando este martes en Vitoria.

Iglesias tiene sobre la mesa varios libros ( El juicio político de los expertos, de Philip Tetlock; Caricaturas franquísimas, de Jordi Artigas; una biografía de Bernie Sanders, la sorpresa demócrata que ha plantado cara en las primarias demócratas a Hillary Clinton; y el programa de su partido, que recita a la mínima posibilidad), viste camisa roja y la que se ha convertido en amiga inseparable en los últimos meses: una corbata oscura.

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El candidato de Unidos Podemos cree que la campaña, pese a su baja intensidad, está siendo muy interesante y sostiene que mantendrá el tono calmado por el que han optado. Rechaza dejar pasar esta convocatoria y esperar a una mejor oportunidad de alcanzar el poder en dos años ("Un exceso de tacticismo puede dejar el país hecho trizas") y mantiene que solo podrán tocar el poder de la mano del PSOE... y los socialistas volver a él de la suya. Aconseja a Pedro Sánchez que pregunte a sus bases "si abstenerse para que siga el PP o gobernar con Podemos" y descarta una solución imaginativa ante un hipotético bloque: "No sería sensato plantear que el presidente sea alguien que no se ha presentado a las elecciones".

Entramos en la recta final de una campaña con menos interés que la de diciembre. ¿Cómo la está viendo usted? ¿La repetición afecta al interés de los ciudadanos?

Creo que no. Es probablemente una de las más interesantes de la historia de España precisamente por los cambios históricos que se están produciendo. Ya ha habido un cambio en el sistema de partidos que en estas elecciones se puede consolidar con resultados inéditos. Estamos ante un cambio epocal sin precedentes en los últimos 40 años. Si comparamos las expectativas y las posibilidades que hay de que cambien las cosas con las elecciones que ha habido, diría casi desde el 77. Lo que puede pasar es increíble.

Todas las encuestas coinciden en que Unidos Podemos dará el sorpasso al PSOE en votos y tal vez en escaños pero que el PP será el ganador. ¿Cómo ve el día después de las alianzas si se cumple ese pronóstico?

Hay que ser prudentes. Nuestro objetivo sigue siendo ganar al PP y aunque lo hiciéramos no tendríamos mayoría absoluta. La única posibilidad deseable es ponernos de acuerdo con el PSOE. Es una cuestión histórica. No vamos a poder gobernar en España sin el PSOE ni ellos sin nosotros. La prueba son los ayuntamientos y las comunidades autónomas. Estamos gobernando Madrid, Barcelona, Cádiz, A Coruña o Zaragoza gracias en algunos casos al PSOE y nosotros hemos apoyado investiduras de presidentes socialistas en Baleares, Aragón o Comunidad Valenciana.

Lo deseable es que nos pongamos de acuerdo porque la alternativa es que siga gobernando el PP. Nuestra opción es clara, va a tener que decidir el PSOE. 145


El domingo El País pedía al PSOE en un editorial que no les apoyasen en ningún caso; también lo han hecho históricos dirigentes socialistas como Rodríguez Ibarra, que ha pedido que si el PSOE es tercero e incluso segundo vaya a la oposición. ¿Qué opina de estas presiones?

Vienen siendo habituales. Hay una estrategia que tiene que ver con el dueño de El País y algunos sectores muy tradicionales del PSOE que les condenaría a un futuro muy poco prometedor. Espero que se imponga el PSOE sensato que quiere seguir existiendo como un partido fuerte, que asuma una nueva realidad histórica en la que si gobiernan va a tener que ser con nosotros. Si ellos optan por gobernar con el PP, sus electores no se lo van a perdonar.

Este lunes Pedro Sánchez ha asegurado que usted "no cumple los requisitos" para que el PSOE le apoye. ¿Está Sánchez en ese PSOE no sensato del que habla usted?

Independientemente de los discursos de campaña, creo que van a ser los árbitros. El PSOE va a tener que decidir si permite que gobierne el PP o si se pone de acuerdo con nosotros. Si opta por lo primero, no les auguro un futuro bueno con respecto a sus propios electores, que preferirían un acuerdo con nosotros. Lo más sensato sería que consultaran a las bases si abstenerse para que siga el PP o la opción de un Gobierno con Podemos.

¿Ese Gobierno con Podemos, si queda por delante del PSOE, pasaría sí o sí por su presidencia? ¿Existe la posibilidad de que el presidente fuera una tercera persona?

Eso no sería sensato, hay cuatro candidatos a la presidencia y entiendo que tendrá que ser uno de esos cuatro quien presida España. No sería sensato plantear que el presidente sea alguien que no se ha presentado a las elecciones.

Recientemente ha elogiado a Zapatero y ha dicho que es el mejor presidente de la democracia. Desde el PSOE aseguran que es un ataque. ¿Cuál era su intención con esas declaraciones?

Que vean el vídeo. Fue una entrevista de Pepa Bueno anterior a la campaña en la que yo no introduzco a Zapatero. Me pregunta ella. Empiezo diciendo que no quiero que mis declaraciones le 146


supongan ningún problema a él ni al PSOE y digo lo que pienso, que tengo buena relación con él, que siempre ha sido correcto conmigo, que algunas de las cosas que ha hecho me parecen admirables y con otras no estoy de acuerdo. Su respuesta ha sido elegantísima, yo no quería ponerle a él ni al PSOE en ninguna dificultad.

Si me preguntan cuál creo que ha sido el mejor de los presidentes de la democracia, creo que José Luis. Eso no cambia el hecho de que la relevancia histórica de Felipe González sea obviamente mayor por el tiempo histórico que le tocó lidiar, pero el que me cae mejor es José Luis.

Usted en 2014 aseguró en 20 minutos que ni Zapatero ni Pedro Sánchez estaban a la altura histórica de lo que representó Felipe González. ¿Ha cambiado de opinión desde entonces?

Felipe González es una de las figuras políticas más relevantes del siglo XX, aunque a mí me guste más Zapatero. Reconocer eso es reconocer una evidencia histórica a pesar de la distancia con el personaje. González fue el timonel que llevó a un PSOE que prácticamente no existía en la clandestinidad a convertirse en una opción de gobierno en España, fue el que ganó frente a otras opciones socialistas la alianza con los socialdemócratas alemanes y la Internacional Socialista y fue el presidente de la modernización española. Aunque me caiga mejor José Luis, creo que los libros de Historia le dedicarán alguna página más a Felipe González.

"Me sorprende que vivamos en un país en el que alguien repita permanentemente dos palabras, cal viva, que recuerdan lo peor y más abyecto de nuestra tradición democrática"

¿El Zapatero de mayo de 2010 y de la modificación del artículo 135 de la Constitución es también el mejor presidente de España?

No, es el que se equivoca. Y creo que tiene la grandeza de reconocerlo. Leí sus memorias, me las regaló él, y reconoce que tomó una serie de decisiones que no le gustaban y que iban a comprometer las posibilidades del PSOE de ganar las elecciones. Reconocer eso dice mucho de alguien. Me gusta el primer Zapatero, el del matrimonio gay, que apuesta por la defensa de los derechos civiles y que se atreve a tener unos gestos que otros no han tenido. Pero el Zapatero del

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135 se equivoca estrepitosamente. Quizá una de las cosas que me gusta de José Luis es que en el fondo él lo piensa también.

La UE plantea un nuevo recorte de 8.000 millones que tendrá que acometer el próximo Gobierno. Zapatero siempre dijo que los recortes de 2010 fueron una imposición. ¿Cómo van a sortearla en esta ocasión?

Nosotros pensamos que el déficit se tiene que reducir y hemos presentado un programa en el que hemos planteado dejarlo por debajo del 3%, el 2,16% en 2019, algo que el PP no ha podido hacer. No somos los únicos que pedimos una reducción del ritmo de decrecimiento del déficit, lo está haciendo también Matteo Renzi [primer ministro de Italia] y el Gobierno portugués, del que se habla poco porque lo está haciendo muy bien. Somos la cuarta economía de la eurozona, y si alguien nos habla de incumplimientos, tendremos que recordar que en los últimos 10 años quien han incumplido hasta 14 veces han sido Francia y Alemania.

En cualquier caso, cuando uno tiene que recortar, entre comillas, puede tomar opciones. Vicenç Navarro, un socialdemócrata, me explicó que Rajoy recortó en Sanidad obteniendo exactamente lo mismo que si no hubiera tocado el Impuesto de Patrimonio; y lo que recortó Zapatero en pensiones lo hubiera cubierto no tocando el Impuesto de Sucesiones. Gobernar es elegir y, dentro de los límites de un Estado del sur de Europa dentro de la UE, tenemos márgenes para tomar decisiones que no hagan pagar los platos rotos a la mayoría de la gente.

Aunque intenten negociar, ¿no temen ser víctimas de su propio discurso? ¿No se arriesgan a que les pase como a Tsipras?

Hay una diferencia enorme. Grecia es un protectorado. El otro día en el debate de La Sexta a De Guindos se le escapó decir que en el siguiente Eurogrupo se iba a decidir recortar las pensiones en Grecia. Estaba revelando que las decisiones en Grecia no las toma el Gobierno griego sino que se toman en otro ámbito. Eso es una desgracia. Grecia no se puede financiar en los mercados y su situación no tiene nada que ver con la de España. Nosotros nos financiamos perfectamente, el BCE compra deuda, la prima de riesgo está estable y somos la cuarta economía de la zona euro. Por

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suerte, no nos parecemos nada a Grecia. Eso sí, me indigna y me enfada que algunos se alegren cínicamente de que haya un país de la UE que en la práctica sea un protectorado.

¿Pero qué pasará cuando el BCE deje de comprar esa deuda?

El BCE está haciendo lo que sensatamente tiene que hacer la autoridad monetaria europea. Hacer algo que fuera en contra de los intereses de los Estados europeos sería una locura. De hecho, mi crítica al BCE es que no esté controlado directamente por los gobiernos europeos, que es lo que debería ocurrir. Si tenemos una deuda que ha superado el 100% tiene que ver con la gestión del PP, que ha demostrado ser una formación política incapaz de pagar la deuda. Allá donde gobernamos nosotros no solo hemos demostrado que gestionamos bien sino que hemos reducido la deuda.

Ustedes hacen mucho hincapié en su programa electoral en la lucha contra el fraude fiscal. ¿ Qué opina sobre los Papeles de la Castellana que hemos publicado en eldiario.es y que revelan los bajísimos porcentajes que se han pagado en la amnistía fiscal, por debajo del 3%, a veces del 0,6% y en algunos casos con devolución?

Es un escándalo. Aquí hay una afirmación del secretario de Estado de Hacienda que decía que por cada euro invertido en perseguir el fraude fiscal se recuperan 10 que nosotros entendemos que es correcta. Si a los inspectores que hay, menos que los que hay en Dinamarca o Francia, los ponemos a investigar el fraude de verdad y no el pequeño fraude de autónomos y trabajadores, los ingresos para el Estado pueden aumentar enormemente y al mismo tiempo puede haber algo más de justicia redistributiva, que es fundamental para, entre otras cosas, cumplir la Constitución.

Es el tema más importante del que hay que hablar y lo que estamos sabiendo es escandaloso. El fraude fiscal es, digamos, el crimen más terrible a pesar de que hay una terminología que lo rodea que lo pinta de gris y no es habitual que esté en las portadas. Las consecuencias son peores servicios públicos, precariedad y que uno de cada tres españoles esté en riesgo de pobreza.

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Decía que el caso griego no es comparable con el español pero ustedes defienden una forma de construcción distinta a la actual. Acaba de decir también que hay poco margen dentro de la UE. ¿Qué se puede hacer, entonces? ¿Qué alternativa hay?

Básicamente, inspirarnos en los mejores momentos de Europa, los del éxito de la socialdemocracia, que es algo que me obsesiona últimamente y que no tiene tanto que ver con etiquetas ideológicas como con un elenco de políticas públicas posibles en un ámbito geopolítico preciso como es el de la UE.

El éxito de la segunda socialdemocracia en Europa tuvo una expresión constitucional. Las constituciones posteriores a la Segunda Guerra Mundial incluyen preceptos de clara inspiración socialdemócrata que incluso los sectores de la democracia cristiana aceptaron como deseables. La hegemonía neoliberal que comienza a finales de los 70 y que trata de constitucionalizarse a través del Tratado de Maastricht y del de Lisboa, ha implicado un modelo de construcción europea que está fracasando.

Lo que supuso el atractivo fundamental para que el sur de Europa se sumara a la Unión, que era la prosperidad y la defensa de los derechos sociales, empieza a entrar en cuestión con una Europa de dos velocidades y con una división del trabajo que nos sitúa a los Estados del sur como competidores de mano de obra barata. Si fuéramos capaces de volver a un elenco de políticas públicas que tiene que ver con incentivar la demanda, con la protección de los derechos sociales, la reindustrialización, la apuesta por el I+D+i y por sectores estratégicos como el de los astilleros, podríamos imaginar una Europa más social dentro de los márgenes de la economía de mercado y de la realidad internacional que hay que nos permitiría recuperar una idea que se asocie a los derechos humanos y los sociales.

Lo que marcaba la diferencia de Europa con el resto del mundo era la prosperidad y la conversión de amplios sectores de la clase trabajadora y asalariada en sectores medios con una serie de derechos sociales garantizados. ¿Es viable eso en el marco de la UE? Sí. ¿Eso es pedir la Luna? No, es tratar de volver a hacer lo que ya se hizo y no nos fue tan mal.

¿Y el euro? ¿Tendría sentido? 150


El euro es ineludible. El problema del euro es que tiene una autoridad que lo controla, el BCE, que no tiene controles democráticos. Probablemente es uno de los mayores déficits institucionales de la UE. Hay que democratizar Europa y lo razonable es que la moneda única no sea un instrumento al servicio de lobbies alemanes que controlan en última instancia al BCE, sino que responda por lo menos a los gobiernos europeos.

Este lunes publicamos que el exembajador de España e Irak mantuvo durante varios años un importante patrimonio oculto al fisco en cuentas en Suiza y EEUU con inversiones en petróleo. ¿Qué opina?

Es escandaloso. Absolutamente escandaloso que además sea un representante de España. Hay que actuar con toda la determinación y casos como esos revelan cómo se ha gobernado es este país. En realidad, simplemente cumpliendo la ley los cambios serían enormes. Yo soy consciente de que desde un Estado se pueden hacer pocas cosas y los márgenes de transformación en la UE son limitados pero simplemente con cumplir lo que dice la Constitución y las leyes en materia fiscal hablamos de dos mundos completamente distintos.

¿Habría que publicar la lista de la amnistía fiscal?

Yo creo que eso sería saludable.

¿Y la lista Falciani?

Eso debería estar en manos de las autoridades españolas. Y por qué no.

Habla mucho de la socialdemocracia. En los inicios de Podemos se hablaba de la centralidad del tablero en la que pudiera reconocerse la gente por encima de los viejos esquemas. ¿Esa bandera no les sitúa en un espectro a la izquierda del tablero?

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Las etiquetas son metáforas que expresan la realidad y en función del momento histórico algunas funcionan mejor que otras. Yo siempre he dicho que soy de izquierdas pero es verdad que es un término que no sirve para expresar toda la complejidad del panorama político español. El surgimiento de Podemos se produce en un momento de crisis de régimen donde existe una nueva gramática política, la del 15M, que plantea una fractura entre las élites gobernantes y una mayoría social. Y seguramente el lenguaje de Podemos es el que mejor traduce esa gramática.

Pero cuando estamos en una fase menos de impugnación y más de gobierno, las opciones políticas de gobierno se identifican con campos políticos y en estos dos años han pasado cosas y hay campos políticos que han existido siempre y se expresan como opciones programáticas. Es muy atractivo un cierto adanismo de que cuando nace algo nuevo todo tiene que cambiar pero después de la marejada, cuando baja la marea y todo se calma, la política, que es una cosa vieja por definición, vuelve a plantear una serie de posibilidades y de opciones. Y creo que la reconstrucción de ese campo socialista, con el que yo me identifico, es algo que toca y no lo podemos hacer solos. Necesitamos a la vieja socialdemocracia. Esta es una conclusión que he sacado después de conversar con muchos socialistas en Europa.

Cuando me preguntan por IU y me dicen que son comunistas yo recuerdo que desde los años 70 el comunismo occidental se presenta a las elecciones con programas de tipo socialdemócrata y la referencia del comunismo occidental, los italianos, ya desde los años 70 se fijaba en lo que se estaba haciendo en los países nórdicos. No hemos inventado la pólvora, independientemente del póster que pongamos cada uno en nuestro despacho. A la hora de ser presidente del Gobierno y hacer una serie de políticas viables, las opciones son las que son.

El año pasado no fructificó la coalición con IU y hoy la suma de ambos les va a permitir superar al PSOE. ¿Se equivocó Podemos al no pactar con IU para el 20D?

Yo lo intenté. En verano tuve varias conversaciones con Alberto [Garzón] y me consta que lo intentamos los dos. Seguramente la situación no estaba madura ni en IU ni en Podemos para que ocurriera lo que ocurrió después. Había muchas resistencias en ambas organizaciones a pesar de la voluntad que teníamos Alberto y yo, que compartíamos el diagnóstico de lo que había que hacer. Hay cosas en política que no se pueden acelerar y fue necesario que nos midiéramos 152


elementalmente. A partir de ahí pude convencer a muchos compañeros en Podemos de que ese encuentro era necesario. No era un debate sencillo pero nos fuimos abriendo paso los que éramos partidarios desde siempre de buscar espacios de encuentro. Garzón y su generación se impusieron claramente en IU frente a los sectores más tradicionales, que tampoco veían con buenos ojos la construcción de un futuro en el que camináramos juntos.

Entre las causas que los críticos de IU señalan para que aquel acuerdo no fructificase y hubiese tantas resistencias, está una entrevista que usted dio a Público y Crític, tremendamente dura con IU. ¿Se equivocó usted en esa entrevista?

Sí. Escribí un artículo disculpándome. El uso de adjetivos gruesos no ha venido por nuestro lado solamente. Algunos dirigentes de IU en su momento dijeron cosas muy duras de nosotros, como que éramos la UCD o un invento del Ibex35. Eso forma parte de la pugna política y del hecho de que los que procedemos de campos muy cercanos a veces en la manera de tratarnos somos más agresivos que tratando a los adversarios. Podemos nació diciendo que la izquierda de la que proveníamos se estaba equivocando y eso nos costó ataques furibundos. Y algunas veces yo reaccioné más con el estómago que con la cabeza y algunas veces me equivoqué, como en aquella entrevista.

¿Le pasó también en el debate de investidura de Pedro Sánchez, con las referencias a la cal viva? Desde el PSOE se ha utilizado para presentarle a usted como un lobo con piel de cordero, que durante la campaña tiende la mano y luego ataca.

Creo que fue correcta la referencia en el discurso. Creo que la segunda, la del debate, sobró. Aún así no deja de impresionarme que algunos hayan repetido tanto una expresión que si profundizamos en lo que quiere decir revela que un Gobierno español favoreció que dos seres humanos fueran asesinados y enterrados en cal viva. Me sorprende que vivamos en un país en el que alguien repita permanentemente dos palabras, cal viva, que recuerdan lo peor y más abyecto de nuestra tradición democrática. Pero estoy de acuerdo en que decirlo la segunda vez fue innecesario. Alguien tenía que decir en sede parlamentaria que en España no se podían repetir determinadas cosas sobre todo con los niveles de impunidad que ha habido en nuestro país y con la arrogancia de algunos que se permitieron presumir en los periódicos de haber dirigido los GAL. 153


En los últimos días las asociaciones de jueces han criticado las palabras de Monedero sobre llevar a los jueces y guardias civiles en las listas para meter a los corruptos en la cárcel. ¿Cree que se equivocó Monedero o los jueces y fiscales?

Juan Carlos aclaró inmediatamente después lo que quería decir y quizá no utilizó las palabras más adecuadas para expresarlo. Nosotros entendemos que hay que defender la independencia de los jueces y lo hacemos con legitimidad. En este país hemos visto cómo el partido en el Gobierno ha utilizado un juez amigo del exministro Soria, en una grabación que hicisteis pública vosotros, tratando de acordar con un constructor una declaración para atacar a una magistrada en excedencia y diputada de Podemos, Victoria Rosell. Eso se combate con la independencia judicial y si ha habido magistrados que han dado el paso para hacer política con Podemos, algunos con trayectoria profesional y en asociaciones de jueces impecable, es porque entienden que seguramente Podemos es la formación que más respeta la independencia de los jueces. Si alguien no ha respetado dicha independencia ha sido el PP.

¿Cuál es su modelo para la Justicia? ¿Separación total de Poder Legislativo y Judicial permitiendo que fueran los jueces los que eligiesen sus órganos de gobierno? ¿Un modelo mixto?

Llevamos en el programa algunas propuestas que se asientan en dos ejes. Por una parte, el diálogo con las asociaciones de juristas y de jueces y por otra la posibilidad de explorar vías de democratización, que de alguna manera la elección de las autoridades judiciales no sea una prerrogativa exclusivamente gubernamental o mayoritariamente gubernamental, sino que se pueda hacer participar a más sectores de la sociedad, siempre en la dirección de que eso sea una garantía de la independencia de los jueces, que no es algo que haya definido la relación con los políticos en nuestro país.

El domingo hubo una enorme polémica en redes sociales alrededor de un vídeo de Pedro Sánchez al que desde el PP, incluso Cristina Cifuentes, pero también el grupo Guerrilla afín a Podemos, se tachó al líder del PSOE de racista. ¿Ha visto el vídeo? ¿Cuál es su opinión al respecto? 154


Lo he visto y es un despropósito que se acuse de nada a Pedro Sánchez por eso. Creo que es una completa injusticia. No ha habido un solo cargo público o interno de Podemos que haya hecho referencia a ese vídeo. Que gente en las redes sociales pueda decir cosas es habitual y ningún partido está libre de tener simpatizantes que utilicen cosas impresentables para atacar pero mi posición es clara. No todo vale en política y me parece grave que, ahora sí, dirigentes políticos y cargos públicos como Xavier García Albiol o Cristina Cifuentes hayan pretendido atacar a un rival con un vídeo como ese. Que nadie de Podemos haya hecho referencia revela cuál es nuestra posición al respecto.

Vayamos a las negociaciones frustradas tras el 20D. El PSOE critica que usted saliera de manera conciliadora y diciendo que había sido muy próspera, después cancelaran la rueda de prensa prevista y al día siguiente rompieran. ¿Qué pasó en la última reunión y hasta el día siguiente?

Lo he contado muchas veces. La reunión fue muy cordial y muy esclarecedora. Yo quería ir y llevar a mi secretario de Economía, que explicó nuestra propuesta. Y mientras lo hacía, el señor [Luis] Garicano y el señor [Jordi] Sevilla negaban. Yo pregunté a Ciudadanos si estarían dispuestos a aceptar algunos elementos de nuestro programa y dijeron que solo retoques. Siguiente pregunta a Ciudadanos, si estarían dispuestos a que nosotros entráramos en el Gobierno. Respuesta: no. Pregunta al PSOE, ¿ustedes están dispuestos a buscar un marco de entendimiento más allá de lo que plantea Ciudadanos? Y la respuesta fue que no.

Básicamente nos planteaban un trágala. Fue muy cordial, y agradezco la claridad de Ciudadanos, pero cuando salimos me reuní con los compañeros, convocamos de urgencia una Ejecutiva ampliada a En Comú y En Marea para tomar una decisión. Por la mañana nos reunimos y decidimos convocar un referéndum interno para que decidiera la gente. En esa reunión nos dijeron que lo que había era el acuerdo PSOE-Ciudadanos, con Podemos fuera del Gobierno y sin aceptar ni una propuesta más allá de retoques. Es lo que sometimos a referéndum y creo que el resultado fue claro.

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Pedro Sánchez presume de que pudo ser presidente si hubiera aceptado sus condiciones, que es una manera de reconocer que había una mayoría alternativa. Pero para el PSOE era muy difícil aceptar que esa mayoría alternativa entrasen a formar parte partidos independentistas. ¿Existió realmente esa oportunidad? ¿Había conversaciones con ERC y CDC que lo hubieran permitido?

Lo dijimos públicamente cuando nos reunimos con Convergència y ERC. Comparecimos en rueda de prensa y ellos explicaron que no iban a poner trabas, sin exigir nada a cambio, a un Gobierno progresista. Entendían que para Cataluña era mejor un Gobierno progresista que uno del PP. No había contrapartidas, se hubieran abstenido. Esto lo sabía Pedro Sánchez y yo se lo expliqué. Él me dijo que en su partido eso era muy difícil de explicar y el problema es que le pusieron unos límites imposibles. Le dijeron que hiciera un Gobierno sin Podemos, sin la abstención de ninguna fuerza catalana, con un acuerdo con Ciudadanos que pedía que entrara el PP.

"Podemos gobernará tarde o temprano. Si es más tarde, España podría quedar hecha un desastre"

Queda menos de una semana para las elecciones del 26 de junio. Ya no se pueden publicar más encuestas y los últimos datos hechos públicos indican un paisaje complicado tras los comicios del próximo domingo: sin mayorías claras y con declaraciones y reproches cruzados entre los principales partidos. Pablo Iglesias (Madrid, 1978) recibe a eldiario.es en su despacho del Congreso de los Diputados, donde hace un alto entre la última de sus muchas apariciones televisivas y los actos de campaña que le restan, empezando este martes en Vitoria.

Iglesias tiene sobre la mesa varios libros ( El juicio político de los expertos, de Philip Tetlock; Caricaturas franquísimas, de Jordi Artigas; una biografía de Bernie Sanders, la sorpresa demócrata que ha plantado cara en las primarias demócratas a Hillary Clinton; y el programa de su partido, que recita a la mínima posibilidad), viste camisa roja y la que se ha convertido en amiga inseparable en los últimos meses: una corbata oscura.

El candidato de Unidos Podemos cree que la campaña, pese a su baja intensidad, está siendo muy interesante y sostiene que mantendrá el tono calmado por el que han optado. Rechaza dejar pasar esta convocatoria y esperar a una mejor oportunidad de alcanzar el poder en dos años ("Un exceso 156


de tacticismo puede dejar el país hecho trizas") y mantiene que solo podrán tocar el poder de la mano del PSOE... y los socialistas volver a él de la suya. Aconseja a Pedro Sánchez que pregunte a sus bases "si abstenerse para que siga el PP o gobernar con Podemos" y descarta una solución imaginativa ante un hipotético bloque: "No sería sensato plantear que el presidente sea alguien que no se ha presentado a las elecciones".

Entramos en la recta final de una campaña con menos interés que la de diciembre. ¿Cómo la está viendo usted? ¿La repetición afecta al interés de los ciudadanos?

Creo que no. Es probablemente una de las más interesantes de la historia de España precisamente por los cambios históricos que se están produciendo. Ya ha habido un cambio en el sistema de partidos que en estas elecciones se puede consolidar con resultados inéditos. Estamos ante un cambio epocal sin precedentes en los últimos 40 años. Si comparamos las expectativas y las posibilidades que hay de que cambien las cosas con las elecciones que ha habido, diría casi desde el 77. Lo que puede pasar es increíble.

Todas las encuestas coinciden en que Unidos Podemos dará el sorpasso al PSOE en votos y tal vez en escaños pero que el PP será el ganador. ¿Cómo ve el día después de las alianzas si se cumple ese pronóstico?

Hay que ser prudentes. Nuestro objetivo sigue siendo ganar al PP y aunque lo hiciéramos no tendríamos mayoría absoluta. La única posibilidad deseable es ponernos de acuerdo con el PSOE. Es una cuestión histórica. No vamos a poder gobernar en España sin el PSOE ni ellos sin nosotros. La prueba son los ayuntamientos y las comunidades autónomas. Estamos gobernando Madrid, Barcelona, Cádiz, A Coruña o Zaragoza gracias en algunos casos al PSOE y nosotros hemos apoyado investiduras de presidentes socialistas en Baleares, Aragón o Comunidad Valenciana.

Lo deseable es que nos pongamos de acuerdo porque la alternativa es que siga gobernando el PP. Nuestra opción es clara, va a tener que decidir el PSOE.

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El domingo El País pedía al PSOE en un editorial que no les apoyasen en ningún caso; también lo han hecho históricos dirigentes socialistas como Rodríguez Ibarra, que ha pedido que si el PSOE es tercero e incluso segundo vaya a la oposición. ¿Qué opina de estas presiones?

Vienen siendo habituales. Hay una estrategia que tiene que ver con el dueño de El País y algunos sectores muy tradicionales del PSOE que les condenaría a un futuro muy poco prometedor. Espero que se imponga el PSOE sensato que quiere seguir existiendo como un partido fuerte, que asuma una nueva realidad histórica en la que si gobiernan va a tener que ser con nosotros. Si ellos optan por gobernar con el PP, sus electores no se lo van a perdonar.

Este lunes Pedro Sánchez ha asegurado que usted "no cumple los requisitos" para que el PSOE le apoye. ¿Está Sánchez en ese PSOE no sensato del que habla usted?

Independientemente de los discursos de campaña, creo que van a ser los árbitros. El PSOE va a tener que decidir si permite que gobierne el PP o si se pone de acuerdo con nosotros. Si opta por lo primero, no les auguro un futuro bueno con respecto a sus propios electores, que preferirían un acuerdo con nosotros. Lo más sensato sería que consultaran a las bases si abstenerse para que siga el PP o la opción de un Gobierno con Podemos.

¿Ese Gobierno con Podemos, si queda por delante del PSOE, pasaría sí o sí por su presidencia? ¿Existe la posibilidad de que el presidente fuera una tercera persona?

Eso no sería sensato, hay cuatro candidatos a la presidencia y entiendo que tendrá que ser uno de esos cuatro quien presida España. No sería sensato plantear que el presidente sea alguien que no se ha presentado a las elecciones.

Recientemente ha elogiado a Zapatero y ha dicho que es el mejor presidente de la democracia. Desde el PSOE aseguran que es un ataque. ¿Cuál era su intención con esas declaraciones?

Que vean el vídeo. Fue una entrevista de Pepa Bueno anterior a la campaña en la que yo no introduzco a Zapatero. Me pregunta ella. Empiezo diciendo que no quiero que mis declaraciones le 158


supongan ningún problema a él ni al PSOE y digo lo que pienso, que tengo buena relación con él, que siempre ha sido correcto conmigo, que algunas de las cosas que ha hecho me parecen admirables y con otras no estoy de acuerdo. Su respuesta ha sido elegantísima, yo no quería ponerle a él ni al PSOE en ninguna dificultad.

Si me preguntan cuál creo que ha sido el mejor de los presidentes de la democracia, creo que José Luis. Eso no cambia el hecho de que la relevancia histórica de Felipe González sea obviamente mayor por el tiempo histórico que le tocó lidiar, pero el que me cae mejor es José Luis.

Usted en 2014 aseguró en 20 minutos que ni Zapatero ni Pedro Sánchez estaban a la altura histórica de lo que representó Felipe González. ¿Ha cambiado de opinión desde entonces?

Felipe González es una de las figuras políticas más relevantes del siglo XX, aunque a mí me guste más Zapatero. Reconocer eso es reconocer una evidencia histórica a pesar de la distancia con el personaje. González fue el timonel que llevó a un PSOE que prácticamente no existía en la clandestinidad a convertirse en una opción de gobierno en España, fue el que ganó frente a otras opciones socialistas la alianza con los socialdemócratas alemanes y la Internacional Socialista y fue el presidente de la modernización española. Aunque me caiga mejor José Luis, creo que los libros de Historia le dedicarán alguna página más a Felipe González.

"Me sorprende que vivamos en un país en el que alguien repita permanentemente dos palabras, cal viva, que recuerdan lo peor y más abyecto de nuestra tradición democrática"

¿El Zapatero de mayo de 2010 y de la modificación del artículo 135 de la Constitución es también el mejor presidente de España?

No, es el que se equivoca. Y creo que tiene la grandeza de reconocerlo. Leí sus memorias, me las regaló él, y reconoce que tomó una serie de decisiones que no le gustaban y que iban a comprometer las posibilidades del PSOE de ganar las elecciones. Reconocer eso dice mucho de alguien. Me gusta el primer Zapatero, el del matrimonio gay, que apuesta por la defensa de los derechos civiles y que se atreve a tener unos gestos que otros no han tenido. Pero el Zapatero del

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135 se equivoca estrepitosamente. Quizá una de las cosas que me gusta de José Luis es que en el fondo él lo piensa también.

La UE plantea un nuevo recorte de 8.000 millones que tendrá que acometer el próximo Gobierno. Zapatero siempre dijo que los recortes de 2010 fueron una imposición. ¿Cómo van a sortearla en esta ocasión?

Nosotros pensamos que el déficit se tiene que reducir y hemos presentado un programa en el que hemos planteado dejarlo por debajo del 3%, el 2,16% en 2019, algo que el PP no ha podido hacer. No somos los únicos que pedimos una reducción del ritmo de decrecimiento del déficit, lo está haciendo también Matteo Renzi [primer ministro de Italia] y el Gobierno portugués, del que se habla poco porque lo está haciendo muy bien. Somos la cuarta economía de la eurozona, y si alguien nos habla de incumplimientos, tendremos que recordar que en los últimos 10 años quien han incumplido hasta 14 veces han sido Francia y Alemania.

En cualquier caso, cuando uno tiene que recortar, entre comillas, puede tomar opciones. Vicenç Navarro, un socialdemócrata, me explicó que Rajoy recortó en Sanidad obteniendo exactamente lo mismo que si no hubiera tocado el Impuesto de Patrimonio; y lo que recortó Zapatero en pensiones lo hubiera cubierto no tocando el Impuesto de Sucesiones. Gobernar es elegir y, dentro de los límites de un Estado del sur de Europa dentro de la UE, tenemos márgenes para tomar decisiones que no hagan pagar los platos rotos a la mayoría de la gente.

Aunque intenten negociar, ¿no temen ser víctimas de su propio discurso? ¿No se arriesgan a que les pase como a Tsipras?

Hay una diferencia enorme. Grecia es un protectorado. El otro día en el debate de La Sexta a De Guindos se le escapó decir que en el siguiente Eurogrupo se iba a decidir recortar las pensiones en Grecia. Estaba revelando que las decisiones en Grecia no las toma el Gobierno griego sino que se toman en otro ámbito. Eso es una desgracia. Grecia no se puede financiar en los mercados y su situación no tiene nada que ver con la de España. Nosotros nos financiamos perfectamente, el BCE compra deuda, la prima de riesgo está estable y somos la cuarta economía de la zona euro. Por

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suerte, no nos parecemos nada a Grecia. Eso sí, me indigna y me enfada que algunos se alegren cínicamente de que haya un país de la UE que en la práctica sea un protectorado.

¿Pero qué pasará cuando el BCE deje de comprar esa deuda?

El BCE está haciendo lo que sensatamente tiene que hacer la autoridad monetaria europea. Hacer algo que fuera en contra de los intereses de los Estados europeos sería una locura. De hecho, mi crítica al BCE es que no esté controlado directamente por los gobiernos europeos, que es lo que debería ocurrir. Si tenemos una deuda que ha superado el 100% tiene que ver con la gestión del PP, que ha demostrado ser una formación política incapaz de pagar la deuda. Allá donde gobernamos nosotros no solo hemos demostrado que gestionamos bien sino que hemos reducido la deuda.

Ustedes hacen mucho hincapié en su programa electoral en la lucha contra el fraude fiscal. ¿ Qué opina sobre los Papeles de la Castellana que hemos publicado en eldiario.es y que revelan los bajísimos porcentajes que se han pagado en la amnistía fiscal, por debajo del 3%, a veces del 0,6% y en algunos casos con devolución?

Es un escándalo. Aquí hay una afirmación del secretario de Estado de Hacienda que decía que por cada euro invertido en perseguir el fraude fiscal se recuperan 10 que nosotros entendemos que es correcta. Si a los inspectores que hay, menos que los que hay en Dinamarca o Francia, los ponemos a investigar el fraude de verdad y no el pequeño fraude de autónomos y trabajadores, los ingresos para el Estado pueden aumentar enormemente y al mismo tiempo puede haber algo más de justicia redistributiva, que es fundamental para, entre otras cosas, cumplir la Constitución.

Es el tema más importante del que hay que hablar y lo que estamos sabiendo es escandaloso. El fraude fiscal es, digamos, el crimen más terrible a pesar de que hay una terminología que lo rodea que lo pinta de gris y no es habitual que esté en las portadas. Las consecuencias son peores servicios públicos, precariedad y que uno de cada tres españoles esté en riesgo de pobreza.

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Decía que el caso griego no es comparable con el español pero ustedes defienden una forma de construcción distinta a la actual. Acaba de decir también que hay poco margen dentro de la UE. ¿Qué se puede hacer, entonces? ¿Qué alternativa hay?

Básicamente, inspirarnos en los mejores momentos de Europa, los del éxito de la socialdemocracia, que es algo que me obsesiona últimamente y que no tiene tanto que ver con etiquetas ideológicas como con un elenco de políticas públicas posibles en un ámbito geopolítico preciso como es el de la UE.

El éxito de la segunda socialdemocracia en Europa tuvo una expresión constitucional. Las constituciones posteriores a la Segunda Guerra Mundial incluyen preceptos de clara inspiración socialdemócrata que incluso los sectores de la democracia cristiana aceptaron como deseables. La hegemonía neoliberal que comienza a finales de los 70 y que trata de constitucionalizarse a través del Tratado de Maastricht y del de Lisboa, ha implicado un modelo de construcción europea que está fracasando.

Lo que supuso el atractivo fundamental para que el sur de Europa se sumara a la Unión, que era la prosperidad y la defensa de los derechos sociales, empieza a entrar en cuestión con una Europa de dos velocidades y con una división del trabajo que nos sitúa a los Estados del sur como competidores de mano de obra barata. Si fuéramos capaces de volver a un elenco de políticas públicas que tiene que ver con incentivar la demanda, con la protección de los derechos sociales, la reindustrialización, la apuesta por el I+D+i y por sectores estratégicos como el de los astilleros, podríamos imaginar una Europa más social dentro de los márgenes de la economía de mercado y de la realidad internacional que hay que nos permitiría recuperar una idea que se asocie a los derechos humanos y los sociales.

Lo que marcaba la diferencia de Europa con el resto del mundo era la prosperidad y la conversión de amplios sectores de la clase trabajadora y asalariada en sectores medios con una serie de derechos sociales garantizados. ¿Es viable eso en el marco de la UE? Sí. ¿Eso es pedir la Luna? No, es tratar de volver a hacer lo que ya se hizo y no nos fue tan mal.

¿Y el euro? ¿Tendría sentido? 162


El euro es ineludible. El problema del euro es que tiene una autoridad que lo controla, el BCE, que no tiene controles democráticos. Probablemente es uno de los mayores déficits institucionales de la UE. Hay que democratizar Europa y lo razonable es que la moneda única no sea un instrumento al servicio de lobbies alemanes que controlan en última instancia al BCE, sino que responda por lo menos a los gobiernos europeos.

Este lunes publicamos que el exembajador de España e Irak mantuvo durante varios años un importante patrimonio oculto al fisco en cuentas en Suiza y EEUU con inversiones en petróleo. ¿Qué opina?

Es escandaloso. Absolutamente escandaloso que además sea un representante de España. Hay que actuar con toda la determinación y casos como esos revelan cómo se ha gobernado es este país. En realidad, simplemente cumpliendo la ley los cambios serían enormes. Yo soy consciente de que desde un Estado se pueden hacer pocas cosas y los márgenes de transformación en la UE son limitados pero simplemente con cumplir lo que dice la Constitución y las leyes en materia fiscal hablamos de dos mundos completamente distintos.

¿Habría que publicar la lista de la amnistía fiscal?

Yo creo que eso sería saludable.

¿Y la lista Falciani?

Eso debería estar en manos de las autoridades españolas. Y por qué no.

Habla mucho de la socialdemocracia. En los inicios de Podemos se hablaba de la centralidad del tablero en la que pudiera reconocerse la gente por encima de los viejos esquemas. ¿Esa bandera no les sitúa en un espectro a la izquierda del tablero?

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Las etiquetas son metáforas que expresan la realidad y en función del momento histórico algunas funcionan mejor que otras. Yo siempre he dicho que soy de izquierdas pero es verdad que es un término que no sirve para expresar toda la complejidad del panorama político español. El surgimiento de Podemos se produce en un momento de crisis de régimen donde existe una nueva gramática política, la del 15M, que plantea una fractura entre las élites gobernantes y una mayoría social. Y seguramente el lenguaje de Podemos es el que mejor traduce esa gramática.

Pero cuando estamos en una fase menos de impugnación y más de gobierno, las opciones políticas de gobierno se identifican con campos políticos y en estos dos años han pasado cosas y hay campos políticos que han existido siempre y se expresan como opciones programáticas. Es muy atractivo un cierto adanismo de que cuando nace algo nuevo todo tiene que cambiar pero después de la marejada, cuando baja la marea y todo se calma, la política, que es una cosa vieja por definición, vuelve a plantear una serie de posibilidades y de opciones. Y creo que la reconstrucción de ese campo socialista, con el que yo me identifico, es algo que toca y no lo podemos hacer solos. Necesitamos a la vieja socialdemocracia. Esta es una conclusión que he sacado después de conversar con muchos socialistas en Europa.

Cuando me preguntan por IU y me dicen que son comunistas yo recuerdo que desde los años 70 el comunismo occidental se presenta a las elecciones con programas de tipo socialdemócrata y la referencia del comunismo occidental, los italianos, ya desde los años 70 se fijaba en lo que se estaba haciendo en los países nórdicos. No hemos inventado la pólvora, independientemente del póster que pongamos cada uno en nuestro despacho. A la hora de ser presidente del Gobierno y hacer una serie de políticas viables, las opciones son las que son.

El año pasado no fructificó la coalición con IU y hoy la suma de ambos les va a permitir superar al PSOE. ¿Se equivocó Podemos al no pactar con IU para el 20D?

Yo lo intenté. En verano tuve varias conversaciones con Alberto [Garzón] y me consta que lo intentamos los dos. Seguramente la situación no estaba madura ni en IU ni en Podemos para que ocurriera lo que ocurrió después. Había muchas resistencias en ambas organizaciones a pesar de la voluntad que teníamos Alberto y yo, que compartíamos el diagnóstico de lo que había que hacer. Hay cosas en política que no se pueden acelerar y fue necesario que nos midiéramos 164


elementalmente. A partir de ahí pude convencer a muchos compañeros en Podemos de que ese encuentro era necesario. No era un debate sencillo pero nos fuimos abriendo paso los que éramos partidarios desde siempre de buscar espacios de encuentro. Garzón y su generación se impusieron claramente en IU frente a los sectores más tradicionales, que tampoco veían con buenos ojos la construcción de un futuro en el que camináramos juntos.

Entre las causas que los críticos de IU señalan para que aquel acuerdo no fructificase y hubiese tantas resistencias, está una entrevista que usted dio a Público y Crític, tremendamente dura con IU. ¿Se equivocó usted en esa entrevista?

Sí. Escribí un artículo disculpándome. El uso de adjetivos gruesos no ha venido por nuestro lado solamente. Algunos dirigentes de IU en su momento dijeron cosas muy duras de nosotros, como que éramos la UCD o un invento del Ibex35. Eso forma parte de la pugna política y del hecho de que los que procedemos de campos muy cercanos a veces en la manera de tratarnos somos más agresivos que tratando a los adversarios. Podemos nació diciendo que la izquierda de la que proveníamos se estaba equivocando y eso nos costó ataques furibundos. Y algunas veces yo reaccioné más con el estómago que con la cabeza y algunas veces me equivoqué, como en aquella entrevista.

¿Le pasó también en el debate de investidura de Pedro Sánchez, con las referencias a la cal viva? Desde el PSOE se ha utilizado para presentarle a usted como un lobo con piel de cordero, que durante la campaña tiende la mano y luego ataca.

Creo que fue correcta la referencia en el discurso. Creo que la segunda, la del debate, sobró. Aún así no deja de impresionarme que algunos hayan repetido tanto una expresión que si profundizamos en lo que quiere decir revela que un Gobierno español favoreció que dos seres humanos fueran asesinados y enterrados en cal viva. Me sorprende que vivamos en un país en el que alguien repita permanentemente dos palabras, cal viva, que recuerdan lo peor y más abyecto de nuestra tradición democrática. Pero estoy de acuerdo en que decirlo la segunda vez fue innecesario. Alguien tenía que decir en sede parlamentaria que en España no se podían repetir determinadas cosas sobre todo con los niveles de impunidad que ha habido en nuestro país y con la arrogancia de algunos que se permitieron presumir en los periódicos de haber dirigido los GAL. 165


En los últimos días las asociaciones de jueces han criticado las palabras de Monedero sobre llevar a los jueces y guardias civiles en las listas para meter a los corruptos en la cárcel. ¿Cree que se equivocó Monedero o los jueces y fiscales?

Juan Carlos aclaró inmediatamente después lo que quería decir y quizá no utilizó las palabras más adecuadas para expresarlo. Nosotros entendemos que hay que defender la independencia de los jueces y lo hacemos con legitimidad. En este país hemos visto cómo el partido en el Gobierno ha utilizado un juez amigo del exministro Soria, en una grabación que hicisteis pública vosotros, tratando de acordar con un constructor una declaración para atacar a una magistrada en excedencia y diputada de Podemos, Victoria Rosell. Eso se combate con la independencia judicial y si ha habido magistrados que han dado el paso para hacer política con Podemos, algunos con trayectoria profesional y en asociaciones de jueces impecable, es porque entienden que seguramente Podemos es la formación que más respeta la independencia de los jueces. Si alguien no ha respetado dicha independencia ha sido el PP.

¿Cuál es su modelo para la Justicia? ¿Separación total de Poder Legislativo y Judicial permitiendo que fueran los jueces los que eligiesen sus órganos de gobierno? ¿Un modelo mixto?

Llevamos en el programa algunas propuestas que se asientan en dos ejes. Por una parte, el diálogo con las asociaciones de juristas y de jueces y por otra la posibilidad de explorar vías de democratización, que de alguna manera la elección de las autoridades judiciales no sea una prerrogativa exclusivamente gubernamental o mayoritariamente gubernamental, sino que se pueda hacer participar a más sectores de la sociedad, siempre en la dirección de que eso sea una garantía de la independencia de los jueces, que no es algo que haya definido la relación con los políticos en nuestro país.

El domingo hubo una enorme polémica en redes sociales alrededor de un vídeo de Pedro Sánchez al que desde el PP, incluso Cristina Cifuentes, pero también el grupo Guerrilla afín a Podemos, se tachó al líder del PSOE de racista. ¿Ha visto el vídeo? ¿Cuál es su opinión al respecto? 166


Lo he visto y es un despropósito que se acuse de nada a Pedro Sánchez por eso. Creo que es una completa injusticia. No ha habido un solo cargo público o interno de Podemos que haya hecho referencia a ese vídeo. Que gente en las redes sociales pueda decir cosas es habitual y ningún partido está libre de tener simpatizantes que utilicen cosas impresentables para atacar pero mi posición es clara. No todo vale en política y me parece grave que, ahora sí, dirigentes políticos y cargos públicos como Xavier García Albiol o Cristina Cifuentes hayan pretendido atacar a un rival con un vídeo como ese. Que nadie de Podemos haya hecho referencia revela cuál es nuestra posición al respecto.

Vayamos a las negociaciones frustradas tras el 20D. El PSOE critica que usted saliera de manera conciliadora y diciendo que había sido muy próspera, después cancelaran la rueda de prensa prevista y al día siguiente rompieran. ¿Qué pasó en la última reunión y hasta el día siguiente?

Lo he contado muchas veces. La reunión fue muy cordial y muy esclarecedora. Yo quería ir y llevar a mi secretario de Economía, que explicó nuestra propuesta. Y mientras lo hacía, el señor [Luis] Garicano y el señor [Jordi] Sevilla negaban. Yo pregunté a Ciudadanos si estarían dispuestos a aceptar algunos elementos de nuestro programa y dijeron que solo retoques. Siguiente pregunta a Ciudadanos, si estarían dispuestos a que nosotros entráramos en el Gobierno. Respuesta: no. Pregunta al PSOE, ¿ustedes están dispuestos a buscar un marco de entendimiento más allá de lo que plantea Ciudadanos? Y la respuesta fue que no.

Básicamente nos planteaban un trágala. Fue muy cordial, y agradezco la claridad de Ciudadanos, pero cuando salimos me reuní con los compañeros, convocamos de urgencia una Ejecutiva ampliada a En Comú y En Marea para tomar una decisión. Por la mañana nos reunimos y decidimos convocar un referéndum interno para que decidiera la gente. En esa reunión nos dijeron que lo que había era el acuerdo PSOE-Ciudadanos, con Podemos fuera del Gobierno y sin aceptar ni una propuesta más allá de retoques. Es lo que sometimos a referéndum y creo que el resultado fue claro.

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Pedro Sánchez presume de que pudo ser presidente si hubiera aceptado sus condiciones, que es una manera de reconocer que había una mayoría alternativa. Pero para el PSOE era muy difícil aceptar que esa mayoría alternativa entrasen a formar parte partidos independentistas. ¿Existió realmente esa oportunidad? ¿Había conversaciones con ERC y CDC que lo hubieran permitido?

Lo dijimos públicamente cuando nos reunimos con Convergència y ERC. Comparecimos en rueda de prensa y ellos explicaron que no iban a poner trabas, sin exigir nada a cambio, a un Gobierno progresista. Entendían que para Cataluña era mejor un Gobierno progresista que uno del PP. No había contrapartidas, se hubieran abstenido. Esto lo sabía Pedro Sánchez y yo se lo expliqué. Él me dijo que en su partido eso era muy difícil de explicar y el problema es que le pusieron unos límites imposibles. Le dijeron que hiciera un Gobierno sin Podemos, sin la abstención de ninguna fuerza catalana, con un acuerdo con Ciudadanos que pedía que entrara el PP.

Pablo Iglesias, en el Congreso de los Diputados durante su entrevista con eldiario.es Pablo Iglesias, en el Congreso de los Diputados durante su entrevista con eldiario.es Marta Jara

¿Era posible alcanzar un acuerdo sin pasar por el referéndum de autodeterminación?

Esa fue siempre nuestra propuesta, lo sigue siendo y la vamos a defender. No hemos escuchado ninguna mejor. Es más, cuando nosotros proponíamos el referéndum no lo hacía nadie más. Los independentistas catalanes estaban en la lógica de la declaración unilateral de independencia y han vuelto al referéndum, lo cual es algo positivo. Yo propuse, y se aceptó, que se abriera una mesa de diálogo entre fuerzas catalanas que encabezaran Xavi Domènech y Miquel Iceta para buscar soluciones. Nosotros en realidad planteamos una idea del PSC de hace dos o tres años. Cuando yo digo que estaría dispuesto a escuchar ofertas del PSOE no digo que esté renunciando a nada porque tarde o temprano tendrá que haber una consulta en Cataluña pero claro que estamos dispuestos a hablar.

La mayor parte de las menciones en política internacional durante la campaña han estado relacionadas con Venezuela y de su relación con Venezuela. ¿Cree que es uno de sus puntos vulnerables? ¿Les hace daño su relación con el país en el pasado?

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Creo que no. Es algo que moviliza a sectores ideologizados que nunca nos votarían. Creo que es una torpeza táctica y, de alguna manera, es el impulso de quien se siente muy incómodo hablando de política española en lo que tienen todas las de perder. Hacer política es también definir el escenario donde se hace. Y si la juegas en un territorio que pierdes, lo estás haciendo mal. Pero claro, que en unas elecciones españolas alguien llegue a la conclusión de que hablando de España pierde y se tiene que ir a hablar de Venezuela es preocupante. En este caso, se ha convertido ya en un tema que provoca hastío y está dejando en mal lugar a los que de forma tan torticera han utilizado un asunto de política exterior que tiene que ver con una inestabilidad grave en un tercer país como un asunto de política interna.

Venezuela se ha convertido en un problema local en España y Podemos en un problema local en Venezuela. La Asamblea Nacional ha pedido que ustedes comparezcan y critican las subvenciones que en su momento recibió la Fundación CEPS por parte de Venezuela.

Eso no es lo que plantea la Asamblea. Lo que plantean es la financiación ilegal de Podemos. Quien diga que Podemos se ha financiado ilegalmente que presente una denuncia en un tribunal español. Manos Limpias lo hizo. Y hasta en cinco ocasiones el Tribunal Supremo ha rechazado esas acusaciones. Si lo que quiere hacer la Asamblea Nacional de Venezuela es preguntar a la Fundación CEPS que se dirija a ellos. Pero lo que están diciendo es que Podemos se ha financiado ilegalmente.

La impresión que tengo es que algunos se han dado cuenta de que no hay ningún recorrido judicial en los tribunales españoles. La manera de seguir haciendo que haya preguntas de periodistas y titulares de periódicos es llevarlo al escenario del espectáculo. Quien nos quiera acusar de financiación ilegal que nos denuncie ante un tribunal español y acudiremos a los tribunales españoles. Lo otro no es sensato.

La igualdad fue uno de los temas ausentes del debate a cuatro de la semana pasada, cuatro candidatos, dos periodistas y una periodista. En el debate de este lunes seis hombres y una mujer a última hora. ¿Qué pasa con la igualdad en la política española?

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Es desastroso, una mala noticia. Cuando supimos lo del debate a siete ya no podíamos cambiar porque era muy tarde pero pensé que tendríamos que haber enviado una mujer a ese debate.

¿Cuáles son sus propuestas para romper con la desigualdad en los salarios, en los consejos de administración o en los cargos públicos?

En la cuestión política hemos hecho muchos avances. En la legislatura breve que se abrió en diciembre Podemos tuvo más de un 49% de diputadas, el promedio más alto de todos los partidos en el Congreso en toda la historia de la democracia española. Y ahora hemos conseguido que entre los tres primeros de las listas de cada provincia haya más mujeres que hombres. Con todos hay muchísimo que avanzar no solo en la política, sino fundamentalmente en el ámbito privado donde ser mujer implica más vulnerabilidad ante el paro, peores salarios y condiciones de precariedad.

Hay que aplicar medidas concretas, como un plan de empleo específico para mujeres mayores de 45 años. Planteamos que los permisos de paternidad y maternidad sean iguales e intransferibles, cuestiones aparentemente indirectas como asegurar la Ley de Dependencia porque en este país los dependientes sobreviven por el trabajo invisible y gratuito de las mujeres. Y yo no soy contrario a políticas de discriminación positiva en lo que se refiere a consejos de administración.

Y en cuanto a violencia machista, ¿cree que la actual ley integral es suficiente?

No basta y es muy importante hablar de violencia machista y no de violencia conyugal o de género porque la machista va más allá del ámbito de la pareja. Hay que hacer un gran acuerdo nacional y proponemos una serie de medidas concretas. Por ejemplo, la alternativa habitacional para mujeres víctimas de violencia machista. También medidas que van más allá del Derecho penal, que son efectivas y sensatas. Por ejemplo, la derogación de la ley Montoro que, aunque parezca una cuestión indirecta, tiene que ver con devolver a los ayuntamientos competencias porque las administraciones más cercanas son determinantes para proteger a las mujeres.

¿Qué haría Podemos con la prostitución? ¿Legalización o abolición?

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En primer lugar hay que facilitar todas las condiciones para que cualquier mujer que se haya visto obligada a prostituirse pueda abandonar la prostitución y al mismo tiempo proteger los derechos de las mujeres. Hay que escuchar a todos los colectivos, también a los de trabajadoras sexuales, proteger sus derechos y facilitar que cualquier mujer que quiera abandonar la prostitución lo haga. Y asegurarnos de que cuando hablamos de proteger derechos de las mujeres no se están protegiendo derechos de proxenetas o empresarios sino los de las mujeres.

¿Qué opina del caso Torbe y de que De Gea sea titular en la selección española de fútbol?

Comparto lo que ha dicho Pedro Sánchez. Creo que es algo que incomoda a la sociedad. Ahora bien, dicho esto entiendo que los tribunales tendrán que investigar, y lo justo es que sean los tribunales los que juzguen y depuren responsabilidades. Y que se haga justicia caiga quien caiga.

¿Se reunirá con Barack Obama en su viaje a España?

Espero que sí. Por lo que hemos visto publicado en algunos medios, es intención del presidente de EEUU reunirse con nosotros y con otros líderes. Estaremos disponibles.

¿Qué le va a decir sobre la presencia de bases estadounidenses en España?

Le explicaré que la OTAN es una organización que pone bajo mando norteamericano a ejércitos europeos, que entiendo que eso es algo que se podía entender en el marco de la Guerra Fría pero que eso ha cambiado y que preferiría que los europeos avanzáramos hacia un sistema de defensa integral en el que los ejércitos europeos estén bajo el mando de autoridades europeas. Pero le diré que nuestro país va a cumplir con sus obligaciones internacionales y que todos los cambios que se produzcan tendrán que ser respetando los compromisos, la legalidad internacional y poco a poco.

Obama llegará en plenas negociaciones de un Gobierno. ¿Puede interpretarse como una injerencia en la política interior española?

No. Obama llega en este momento porque es cuando le cuadra en agenda. Si me dice algo distinto cuando nos veamos os lo contaré. 171


Sobre esa posible negociación de gobierno, ¿tienen ya dibujada una propuesta que le vayan a presentar al PSOE?

Hay muchos elementos avanzados. Hubo negociaciones y creo que deberíamos avanzar fundamentalmente en aspectos de política económica. Hay aspectos programáticos que nos unen y si hay voluntad ese acuerdo va a ser posible.

¿Y tiene un esbozo de su hipotético Consejo de Ministros?

Como tendría que ser negociado, creo que hay que ser prudente. Yo no querría verme obligado a hacer un Gobierno en solitario. Con el PSOE sería más estable y con mayoría en el Parlamento, por lo que habría que negociarlo con el líder del PSOE. Hay nombres que ya saben que son fundamentales como Victoria Rosell o Julio Rodríguez y la gente más cercana a mis equipos de trabajo en Podemos.

En Podemos y su entorno hay gente que piensa que sería más interesante para ustedes un Gobierno de gran coalición o concentración para en dos años y con más apoyo social pudieran hacerse con el Gobierno en mejores condiciones. ¿Qué opina?

Un exceso de tacticismo puede dejar el país hecho trizas. Creo que Podemos gobernará en España tarde o temprano. Si es más tarde que temprano España podría quedar en una situación desastrosa. Es evidente que si hay un Gobierno de gran coalición las opciones de que Unidos Podemos en unas posteriores elecciones tuviera mayoría absoluta estarían más cerca pero yo prefiero gobernar ahora porque no me fío de cómo puedan dejar el país con dos o cuatro años más de Gobierno del PP.

Se les hace la crítica de que no tienen gente preparada para gobernar. ¿Lo cree así?

Creo que hemos demostrado que las tenemos. Nos decían lo mismo en los ayuntamientos y los datos están ahí. Madrid y Barcelona han aumentado su posición en el ranking de ciudades atractivas para la inversión y han sido capaces de reducir gasto superfluo y deuda mientras hacían 172


políticas sociales. Todo el mundo reconoce que los ayuntamientos en los que gobernamos lo hacemos mejor que los que estaban antes.

¿Qué opina de la decisión de Manuela Carmena de no hacer campaña por ustedes?

Es una decisión que tenía tomada desde el principio. Cuando hablamos con ella el único acuerdo, y por eso la propusimos, era ganar las elecciones (municipales) y nunca le pedimos que fuera de Podemos. En todas las convocatorias electorales se ha mantenido al margen y lo respetamos.

¿Ha puesto ya fecha a su salida de la política y regreso a la universidad?

Me gustaría ser presidente cuatro u ocho años y después si alguna universidad me quiere contratar, porque yo era interino a tiempo parcial, sería maravilloso volver a dar clase.

¿Y si no consigue ser presidente en estas elecciones?

Dependerá de si Podemos quiere seguir contando conmigo. Yo estoy disponible unos años más pero tendrá que ser la gente la que me diga si quieren seguir contando conmigo.

Antes aludía a cuando habla con el estómago en vez de con la cabeza. El otro día Monedero en un artículo criticaba la estrategia que llevó usted en el debate a cuatro y consideraba que un Pablo Iglesias tan "enjaulado" quizá no era la mejor opción para convencer a los indecisos. Se le está viendo en esta campaña más contenido. ¿Entiende las dudas de Monedero? ¿Cree que ese es el Pablo Iglesias que puede conseguir más votos?

Conozco a Juan Carlos ya a él le gusta otro tipo de juego. Él es como los antiguos equipos de baloncesto europeos que no sabían defender. Monedero es un poco como el Drazen Petrovic que llegó a la NBA que metía muchas canastas pero era un mal defensa. En política, como en el baloncesto, los partidos se ganan en defensa y se pierden en ataque.

Fue un debate en el que no se vio mi lado más ofensivo pero me impresionó que en las dos encuestas encargadas por los medios se confirmó que habíamos ganado el debate. En política, 173


cuando un equipo puede ganar partidos utilizando tácticas distintas revela un grado de madurez altísimo. Creo que estamos haciendo una campaña perfecta.

26J, más allá del "sorpasso" Ramón Zallo

Las estrategias comunicativas están siendo sorprendentes en este 26 J: el PP ningunea a PSOE presentándose como el baluarte frente a Unidos-Podemos al grito de “que vienen los rojos”; y el PSOE se comporta como un boxeador inmaduro que se equivoca de adversario; Unidos-Podemos aparece como menos radical y más recoge-todo; C’s se parece tanto a un PP liberal que solo se diferencia en el tema de la corrupción. Entre los partidos vascos, el PNV, muy presente, está abusando de mensajes sólo para convencidos; y Bildu, con buen cartel, se esfuerza en transmitir un mensaje de soberanismo social, aunque de forma tardía.

Pero los aspectos que están polarizando la campaña electoral del 26J son tanto la posibilidad del sorpasso en el campo de la izquierda de ámbito estatal -con el consiguiente cambio de liderazgo y de rumbo estratégico- como la coalición que podrá gobernar. De todos modos, los retos van más allá a escala estatal: la permanencia del régimen mismo de la Transición con la oportunidad de una refundación democrática (que para Euskal Herria tiene gran importancia), el giro en las políticas sociales, la irrupción política de las nuevas generaciones ... Y todo ello tiene también una lectura vasca.

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El hipotético sorpasso

Caso de producirse, sus efectos serían de vuelco en el mapa político español, deplazándose el juego político del eje centro-derecha versus centro-izquierda a un marco más polarizado y claro de derecha e izquierda con la consiguiente confrontación. Y ello tanto en el caso de un hipotético gobierno de izquierdas como de continuidad de un gobierno de derechas que vería reducido su margen de maniobra al ser contestadas sus iniciativas en el Congreso y en la calle.

Esa posibilidad se ha abierto despues del 20-D, por lo que las elecciones del 26 -J están lejos de ser una mera repetición. Algo ha ocurrido en el ínterin para que por pequeños factores –errores del adversario, acumulación de nuevas fuerzas…- se esté dando el suficiente desplazamiento en el electorado como para cambiar las coordenadas.

La jaula de grillos que es el PSOE, su modo engañoso de afrontar las negociaciones para formar gobierno haciéndole la pinza a Podemos con un programa previo pactado con la derecha liberal, el envaramiento aprendido de su líder…. son algunos de los elementos que han minado la credibilidad y el premio a los “esfuerzos por formar gobierno y evitar unas nuevas elecciones”. Y el error ha continuado cuando toda su campaña se ha centrado en reproches varios a Podemos en lugar de dar protagonismo a un programa de “cambio”.

Tampoco C’s parece que vaya a salir indemne porque, a pesar del manto pactista con el PSOE, su rabioso conservadurismo y su programa liberal parecen asustar tanto a los que querían renovar la política como a los que ahora van a preferir al hermano mayor, incluso votando a Rajoy con pinza en la nariz (y más después de la declaración de Rivera de que no facilitará la investidura de Rajoy). La sonrisa de Rivera combinada con un estilo hiperagresivo y alegremente calumnioso le da un toque de impostura que no sé si le ayuda.

Por eso, quizás, el factor más cualitativo a efectos electorales desde el 20-D es el acuerdo Podemos–IU. Parecen sumar más que dos y añade la estructura de IU, un partido con tradición y peso en movimientos y que aporta un líder sólido y todoterreno (Garzón). Han logrado polarizar el voto entre el PP y Unidos-Podemos, desdibujando los espacios lights que encarnan los partidos tacticistas (PSOE y C’s)… y afectando tambien a los partidos abertzales. 175


El factor Podemos

Ya antes de ahora Podemos entendió los males del período aunque los combatió más en los medios de comunicación (ahora se le han vuelto rabiosamente en contra) que en la plaza pública; planteó una nueva moral; usa un lenguaje directo con las nuevas generaciones que han sufrido la política del PP; aporta nuevos líderes, ideas y formas de hacer política; y ,al final, entendió el peso del tema de las nacionalidades para el logro de alianzas.

En esto último la excepción es Euskal Herria. Recordemos que habría sido más que razonable que el acuerdo para el 26J se hubiera extendido en Navarra a Geroa Bai y Bildu. Entiendo que era más difícil en la CAE en donde ha habido una línea roja para un acuerdo con Bildu por los costes de imagen en la política española aunque quede como un horizonte para otro contexto tras reconversiones mutuas.

El éxito social de Podemos se ha producido a pesarde sus muchas debilidades: estructura por hacer, escaso peso en movimientos sociales y sindicales, ideario de trazos poco matizados, diversidad interna, inexperiencia, discursos muy cambiantes…Además Iglesias se “pasa” con mensajes tan incorrectos como inútiles recurriendo al “patriotismo” y a la “sociedemocracia”, como antaño recurrió a aquel absurdo de “no somos de izquierda ni de derecha” con la explicación de hacer atractiva la izquierda a la “gente”.

Pero tienen tres grandes virtudes para este tiempo inmediato: expresan un estado de ánimo social que les perdona su bisoñez y los deslices; tienen credibilidad por autenticidad y por los estúpidos ataques ajenos; y aparece como un voto útil a escala estatal para contrarrestar a Rajoy y, en su caso, para forzar a Sánchez a un gobierno de izquierda que el PSOE no quiere.

¿Qué gobierno?

Ha sido incomprensible que, siendo segunda fuerza, el PSOE no pactara con Podemos un programa de izquierda. Error estratégico. Asumiendo ahora como probable el sorpasso,tendría la semana que viene un dilema infernal. Si, como parece probable, en la investidura prefiere a Rajoy 176


que a Iglesias, la foto ante su electorado es espantosa y la crisis de identidad y de espacio no se la quita nadie. Lo pagaría caro. Por su parte, Unidos-Podemos en el límite tendría –no sé si la barajarán- la opcion de renunciar a una presidencia “imposible”y ofrecérsela al PSOE mediante figura de prestigio y cintura (Angel Gabilondo, Margarita Robles..) y gobiermo de coalición con programa pactado. Si el PSOE tampoco lo quisiera el suicidio sería de harakiri.

El régimen cuestionado

Pero hay un factor cualitativo que va más allá del hipotético sorpasso: el cuestionaminto del régimen de la Transición. La Transición se acabó hace tiempo pero le faltaban los mimbres subjetivos para ser sustituido por otro más decente y democrático, más allá de una regeneración, para acercarse más a una refundación del sistema político que incluya la canalización democrática de las aspiraciones nacionales (Catalunya , Euskadi..).

El modelo democrático español con los años se ha dejado en la gatera las políticas igualadoras instaurando un régimen neoliberal de búsquese la vida; la corrupción ha llegado a unos límites que enfanga la credibilidad de las opciones que se han turnado estas casi cuatro décadas con expolios variados y degeneraciones de lo que debería entenderse como Estado de Derecho. Por eso la indignación es general, las nuevas generaciones, aun estando poco ideologizadas, saben lo que exigir y se están politizando desde la percepción de lo concreto e injusto.

Si esto es así ¿por qué sigue siendo mayoritario el PP a escala española a pesar de todo?. Quizás por el peso de la historia. Hay una tradición española de derechas y ultraderechas que llegaron a forzar y ganar una guerra civil y vivir del sufrimiento ajeno durante 40 años. Hay así una franja lampedusiana de clases altas y medias que siendo minoritaria tiene peso económico, mediático y social y está ferozmente atrincherada en sus posiciones. Pero también supo inocular en franjas populares la incultura politica, basada en el silencio y el miedo, que ahora se expresa en pavor irracional al cambio y, lo que es peor, en unas tragaderas morales increibles para con los responsables de tanto desmán. El modelo pactado de la Transición apuntaló la incultura democrática. La minusvaloración social de la corrupción dice mucho y mal de ese electorado. Y el número de votos no dignifica esa opinión.

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Una lectura vasca

Las encuestas sobre el voto vasco para las elecciones generales le dan el liderazgo a UnidosPodemos, seguido por PNV y EHBildu, quedando en zonamarginal PSE-EE y PP. Ello indica muchas cosas.

Primero, estos dos últimos partidos que sacaban fruto de la bipolarización tampoco son voto útil en elecciones generales–ni son la transversalidad- y quien les quita el espacio, Unidos-Podemos, se plantea una relación que acepta aunque no promueva el derecho a decidir, justo lo contrario a la empecinada posición histórica de PSOE y PP en desoir a las mayorías vascas.

Segundo, –y se ha reparado poco en ello- el voto en la Comunidad Autónoma Vasca a las tres formaciones preferentes –PNV,Unidos-Podemos y Bildu-, es un voto concentrado y útil contra el régimen de la Transición aunque de naturaleza e intensidad distinta, en unos (PNV) centrado en lo nacional y su gestión, en otros (Unidos-Podemos con acento en lo social y en Bildu en un doble acento nacional y social.

Tercero, Unidos-Podemos también le afecta a los nacionalismos (más especialmente a la izquierda abertzale) cuyos liderazgos no se reproducen en estas elecciones generales. Por esa razón los nacionalismos deben saber ofrecer mensajes que les sitúen como un voto útil tambien en unas elecciones generales .

Cuarto,dentro de los nacionalismos la diferencia del voto a Bildu, PNV y Geroa Bai es bastante definida: reside en el proyecto de país, en el rol que lo social tiene en sus programas y en la estrategia soberanista (una de proceso constituyente propio y otras de bilateralismo).

Finalmente, el dilema para el electorado vasco de izquierda que duda entre Unidos-Podemos y Bildu, es si el voto se ciñe a la apuesta contra Rajoy y por el sorpasso o se avisa cualitativamente, también en unas elecciones generales y, además, con un proyecto integral de país (vasco) desde la promoción soberanista del derecho a decidir en claves de proceso constituyente propio, haya o no proceso constituyente español, y que también se reclama.

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Ramón Zallo es catedrático de Comunicación en la UPV/EHU

Brexit: euroescepticismo y extrema derecha. Y ahora, ¿qué? Los últimos días de campaña del referéndum británico marcaron una tendencia equivocada. Lo que parecía anunciar una ajustada victoria de la apuesta por la permanencia en la Unión Europea ha acabado siendo un triunfo cómodo (cuatro puntos) de la opción por la salida. El Reino Unido se va. Y ahora, ¿qué? Ahora lo fundamental es que Europa no confunda el euroescepticismo de raíces xenófobas y nacionalistas que han marcado el Brexit con la crítica necesaria que merece la Unión por su progresivo alejamiento de las ideas de justicia social, derechos humanos y controles democráticos que han marcado las últimas décadas, y que es el origen de un malestar y una indignación que necesitan respuestas urgentes. Hay que recordar que ya los franceses y holandeses dijeron no a la Constitución europea porque las élites europeístas habían ido demasiado lejos, sin atender a lo que la ciudadanía quiere y necesita. Europa, con el Reino Unido o sin él, necesita cambiar sus políticas para, entre otras cosas, impedir que ese malestar termine alimentando el regazo de los xenófobos y nacionalistas que han triunfado en Gran Bretaña y que amenazan muy seriamente el proyecto europeo común en países como Francia, Polonia o Hungría. La gestión alemana y ordoliberal de la crisis de la deuda ha aumentado la desafección ciudadana y el miedo de las capas más desfavorecidas de la población en toda la Unión. Y las costuras de una UE en crisis permanente han saltado definitivamente por donde era previsible. Un Reino Unido con moneda propia, con un euroescepticismo nacido aun antes de 1973, y con una extrema derecha fuerte y nacionalismos contrapuestos, ha decidido por voluntad propia abandonar la Unión Europea. La misma Unión Europea a la que, por el contrario, Grecia se agarró con uñas y dientes cuando Wolfgang Schäuble le amenazó por escrito con expulsarla del euro, aunque eso haya implicado la capitulación de un gobierno que se planteaba defender los derechos de las mayorías sociales.

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Al final, la revuelta popular contra la UE no ha nacido de la indignación frente a la imposición de la austeridad ni en la protesta frente a la vulneración de derechos humanos en las fronteras de la UE, sino de una combinación difícil entre discursos xenófobos, nacionalismos excluyentes, miedo, reivindicación de mayor soberanía y hartazgo y desigualdad social.

Lo que parece claro es que las razones que han movido a 17 millones de personas a votar contra la integración europea y la organización a la que pertenecían desde hace 43 años son heterogéneas, y a la hora de los análisis es fundamental integrar las distintas realidades y perspectivas. La primera evidencia es que David Cameron es un dirigente tramposo y populista: actuando por intereses meramente partidistas, se empeñó en convocar la consulta y dar alas así al sector más xenófobo del partido conservador, para luego defender la opción de la permanencia. Cameron ha fracturado de una forma irresponsable tanto a su país como a la UE. Su derrota sin paliativos hace perfectamente natural su dimisión, aunque esta debería haber sido fulminante y no en diferido: no tiene sentido ahora ganar tiempo ni disimular que la decisión es negociable o reversible. Es cierto también que, aunque la victoria del Brexit se la ha apropiado la derecha, el euroescepticismo del Reino Unido no ha sido un feudo exclusivo de los conservadores. Al contrario, durante bastantes años el Partido Laborista también cuestionó la permanencia en la UE, culpabilizando a la misma, al igual que la derecha, de los males que aquejaban a las islas. Estos discursos críticos (moderados al final por los socialdemócratas) calaron durante años en una población que vivía la integración en la UE como un mal que no encontraba compensación en su lado positivo. Tal vez por eso, el análisis del voto del Bréxit muestra una polarización tan clara en función de la edad, la clase social y el nivel de estudios. Los jóvenes británicos, que ya no conocieron el ataque crítico de la izquierda hacia Europa y que han adquirido una experiencia propia, con sus viajes y la utilización de las redes, han votado aplastantemente por la permanencia, mientras que los mayores de 50 y la working class rechazaban casi con la misma fuerza la permanencia en Europa. Curiosamente, van a ser ahora los jóvenes quienes tengan que construir un futuro sin la UE. Es innegable que el liderazgo del proceso de abandono de la Unión Europea ha residido fundamentalmente en la extrema derecha, que ha impregnado el discurso a favor del Brexit con valores propios, de un contenido peligroso, no solo para el Reino Unido sino para el futuro de la idea de Europa, que siempre se ha presentado como unidad frente a la xenofobia y la violencia y como espacio donde promover los valores de la justicia social y el bienestar. Es probable que la 180


idea de la Unión Europea como garante de la paz y la movilidad social ya no pueda sostenerse a la luz de la deriva adoptada tanto con la gestión de sus fronteras exteriores como con las políticas de austeridad. Pero esta realidad no debería ocultarse detrás del hecho de que el euroescepticismo esté impregnado de esas ideas xenófobas y nacionalistas. Existe un conjunto de críticas legítimas a la deriva ultraliberal de la UE que no se basa en esos valores de extrema derecha, sino en la exigencia del respeto a los derechos humanos, la justicia social y la solidaridad. Críticas que exigen el respeto no solo a los ciudadanos nacionales depauperados por la crisis, sino también a aquellos otros que proceden de terceros estados y se agolpan en las fronteras europeas en busca de refugio. Es fundamental no confundir estas críticas con la eurofobia que utiliza a la UE como un enemigo y que, tal y como ha sucedido en Gran Bretaña, sirve para fraguar un discurso de vuelta al estado nación y a la xenofobia. El camino hacia una Europa de la justicia social y de la solidaridad debería sumar y no restar piezas. Para que Gran Bretaña no sea solo la primera de otras fugas, es urgente que la UE revise a fondo sus políticas neoliberales y regrese al método comunitario, anteponiendo a los egoísmos nacionales y a la defensa del capitalismo despiadado, la cohesión social de sus 500 millones de ciudadanos y trabajadores.

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