Las cruzadas
Primera edición: septiembre de 2019 Segunda edición: octubre de 2019 Título original: The Crusades. The War for the Holy Land © Thomas Asbridge, 2010 © de la traducción, Tomás Fernández Aúz, 2019. Traducción cedida por Edhasa. © de la traducción del prefacio, Cristina Martínez Pérez, 2019 © de esta edición, Futurbox Project, S. L., 2019 Todos los derechos reservados. Diseño de cubierta: Taller de los Libros Mapas: Wendy Montasell Publicado por Ático de los Libros C/ Aragó, 287, 2.º 1.ª 08009, Barcelona info@aticodeloslibros.com www.aticodeloslibros.com ISBN: 978-84-17743-19-2 IBIC: HBLC1 Depósito Legal: B 21427-2019 Preimpresión: Taller de los Libros Impresión y encuadernación: Liberdúplex Impreso en España — Printed in Spain Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser efectuada con la autorización de los titulares, con excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia. com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).
THOMAS ASBRIDGE
LAS
CRUZADAS Una nueva historia de las guerras por Tierra Santa
Traducción de Tomás Fernández Aúz
Barcelona - Madrid - México D. F.
A mi padre, Gerald Asbridge
Índice Listado de mapas...................................................................11 Prefacio.................................................................................19 Introducción: El mundo de las cruzadas................................25 Parte i: La gestación de las cruzadas 1. Guerra Santa en Tierra Santa....................................63 2. Las ordalías sirias......................................................97 3. La ciudad sagrada...................................................127 4. La creación de los Estados latinos de Oriente..........158 5. Ultramar.................................................................215 6. El renacer de la cruzada...........................................256 Parte ii: La respuesta del islam 7. El renacer del islam.................................................289 8. La luz de la fe..........................................................305 9. Las riquezas de Egipto............................................337 10. ¿Heredero o usurpador?........................................362 11. El sultán del islam.................................................400 12. El soldado de Dios................................................425 Parte iii: El choque de los adalides 13. El llamamiento a la cruzada..................................461 14. Desafío al conquistador...........................................490 15. La llegada de los reyes...........................................534 16. Corazón de León..................................................566 17. Jerusalén...............................................................591 18. El desenlace..........................................................616 Parte iv: La lucha por la supervivencia 19. Una segunda juventud..........................................641
20. Nuevos caminos....................................................678 21. Un santo en pie de guerra.....................................710
Parte iv: La victoria en Oriente 22. El León de Egipto.................................................749 23. La reivindicación de Tierra Santa..........................781 Conclusión: El legado de las cruzadas..................................804 Agradecimientos..................................................................835 Cronología..........................................................................837 Notas..................................................................................841 Índice onomástico y de materias..........................................909
Listado de mapas 1. Europa occidental y el Mediterráneo............................12-13 2. Oriente Próximo y Medio............................................14-15 3. El norte de Siria................................................................16 4. Palestina y el sur de Líbano...............................................17 5. Egipto...............................................................................18 6. La ruta de los primeros cruzados a Tierra Santa.................84 7. Ciudad de Antioquía.........................................................99 8. Ciudad de Jerusalén........................................................129 9. Estados de la Primera Cruzada a principios del s. xii.......213 10. Campaña de Saladino en Hattin, julio de 1187.............435 11. Asedio de Acre durante la Tercera Cruzada....................499 12. Marcha de Ricardo Corazón de León de Acre a Jaffa.....573 13. La Tercera Cruzada: caminos hacia Jerusalén.................597 14. Estados cruzados a principios del siglo xiii....................665 15. Delta del Nilo...............................................................683 16. Mamelucos y mongoles en 1260...................................760
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Prefacio En los últimos meses, he tenido la suerte de viajar por Oriente Próximo, Oriente Medio y Europa con motivo de la grabación de una serie de documentales para la BBC basados en este volumen. Algunos eran lugares que visitaba por primera vez, pero la mayoría me resultaban familiares, ya que los había visitado anteriormente durante las dos décadas que empleé en investigar la historia de las cruzadas. No obstante, me invadió la poderosa sensación de que estaba viviendo una experiencia nueva, un reto sumamente revelador. Mi objetivo era transmitir mi constante pasión por las cruzadas para narrar la historia de estas guerras santas visitando los lugares exactos donde aquellos hechos dramáticos (y, en ocasiones, terribles) tuvieron lugar. Con el paso de los años, he tratado de transmitir la febril amalgama de fe y violencia que fomentó la Primera Cruzada en incontables conferencias y clases, pero es algo completamente distinto visitar el Santo Sepulcro de Jerusalén y describir la dicha piadosa que experimentaron cruzados cubiertos de sangre cuando llegaron al principal santuario de la cristiandad en el año 1099. Yo mismo sentí esa conexión eléctrica en el interior de la mezquita de Al Aqsa, al narrar cómo el gran sultán Saladino rompió en lágrimas durante la oración del viernes en aquel mismo edificio el 3 de julio de 1192, roto por la pena que le provocaba el hecho de verse obligado a abandonar la ciudad de Jerusalén. No voy a afirmar que estas experiencias me hayan permitido de algún modo alcanzar una comprensión única u original de la época de las cruzadas ni que, de repente, me encuentre en mejores condiciones de entender y empatizar con los protagonistas que tomaron parte en estos acontecimientos. Al fin y al cabo, un lugar (que a menudo difiere de su estado en la Edad Media) puede ayudar a un historiador hasta cierto punto y este debe recurrir a fuentes históricas, ya sean escritas o materiales. Pero estos viajes encendieron mi imaginación y dotaron de savia nueva a mi 19
thomas asbridge
pasión por la historia de las cruzadas, una obsesión que me ha acompañado durante más de la mitad de mi vida. En concreto, me ha hecho reflexionar sobre la forma en que recordamos, y a veces olvidamos, los acontecimientos ocurridos. Hace una semanas, visité la Sainte-Chapelle, el imponente santuario construido por el rey Luis IX de Francia en el corazón de la ciudad de París, una hora antes del alba. Esta estructura fue un milagro tecnológico en su tiempo; construida para albergar la valiosa colección de los instrumentos de la Pasión (entre ellos, la Corona de Espinas de Cristo), sus delicadas columnas de piedra y sus majestuosas bóvedas sostienen extensiones imposibles de brillantes vitrales. En ese momento, la iglesia, habitualmente repleta de visitantes cautivados por el esplendor gótico de la edificación, estaba a oscuras y vacía. A medida que el sol se elevaba en el cielo y los rayos de luz atravesaban poco a poco las deslumbrantes ventas, comprendí un hecho singular: el rey Luis, un hombre que dedicó su vida a la guerra por la Tierra Santa hace más de setecientos años, caminó por aquel mismo lugar. La Sainte-Chapelle ha sobrevivido como un emblema en recuerdo de Luis, que evoca su ferviente dedicación religiosa; es un símbolo de la historia y la identidad de Francia. Pero hay otros lugares, vinculados íntimamente a la vida del monarca cruzado, que han sido olvidados por completo. El Mansurá, en el delta del Nilo, escenario de la épica lucha que libró el rey Luis por el control de Egipto en el siglo xiii, es en la actualidad una ciudad industrial con un crecimiento descontrolado. Aunque resulte sorprendente, la ubicación del campamento cruzado de Luis es ahora un terreno agrícola aislado y abandonado dominado por tres chimeneas que emiten nubes amarillentas de humos tóxicos. Este lugar, donde el ejército cristiano sufrió una derrota aplastante a manos de la emergente fuerza de los mamelucos y el propio rey se vio afectado por un caso de disentería tan severo que se vio obligado a cortarse un agujero en los bombachos, no recibe visitantes, y menos aún equipos de grabación. Para mí, fue una experiencia particularmente dura y conmovedora visitar aquel lugar y describir ante la cámara cómo, al caer la noche el día 4 de abril de 1250, cruzados heridos y abandonados a su suerte se arrastraban a la desesperada con el fin de alcanzar las escasas embarcaciones que todavía estaban amarradas en la ribera del río después de que los musulmanes entrasen en su campamento, solo para ser perseguidos y masacrados sin piedad. 20
prefacio
Tuve una sensación parecida —la de desenterrar durante unos instantes un momento olvidado de un remoto pasado— al narrar la historia de otra masacre, esta vez acometida por los cruzados en las arenosas llanuras más allá de la ciudad de Acre, en el norte de Israel. Tras un estudio minucioso de todos los relatos de primera mano que existen sobre este acontecimiento durante muchos años, es posible que esté demasiado familiarizado con los atroces y truculentos detalles del ataque, en el transcurso de la Tercera Cruzada, de Ricardo Corazón de León, quien hizo prisioneros a dos mil setecientos musulmanes y, después, con sangre fría, ordenó su ejecución. Me resultó imposible no reflexionar sobre la terrible sensación de pánico y la confusión que debieron de reinar entre estos prisioneros momentos antes de su muerte; antes de que los cruzados se abalanzasen sobre ellos y «los apuñalaran y los pasaran a espada», como describió uno de los testigos. Por supuesto, uno de los objetivos principales de mi trabajo ha consistido en subrayar que las cruzadas no constituyen una mera mezcolanza de incesantes batallas y campañas. Es muy fácil caer en el error, a partir de una serie de pruebas seleccionadas, de considerar que esta fue una época de «guerra total» entre el mundo islámico y Occidente; una era de amargos conflictos, avivados por el odio enconado y una cíclica violencia recíproca. Sin duda, esta es la visión de las cruzadas que se ha empleado para promover la noción de un enfrentamiento de civilizaciones inevitable entre Europa y el mundo musulmán. Pero, en el transcurso de la guerra por Tierra Santa, la realidad pragmática y política, y los intereses militares y comerciales hicieron que los colonizadores «cruzados» mantuvieran un contacto frecuente con los nativos de Levante, entre ellos los musulmanes. En consecuencia, los cruzados crearon un entorno fronterizo donde los europeos podían interactuar con la cultura «oriental» y asimilarla. Este no era un lugar seguro donde reinara la armonía y la concordia, pero, si tenemos en cuenta la realidad imperante en el resto del mundo, no debería sorprendernos. Durante la Edad Media, Occidente vivía atormentado por las rivalidades entre cristianos y por las luchas intestinas interminables; por otra parte, la intolerancia religiosa y social era endémica e iba en aumento. De acuerdo con estos indicadores, la agitación que caracterizaba el contacto entre culturas y el conflicto latente visible en el Levante cruzado no es excepcional. 21
thomas asbridge
Uno de los mayores beneficios de haber trabajado en este proyecto televisivo es que me ha concedido un acceso privilegiado a restos físicos —o cultura material— de la época de las cruzadas medievales, y muchos de ellos evidencian esta noción de «contacto intercultural». Para un académico acostumbrado a contemplar el pasado principalmente a través de pruebas textuales como yo, es sumamente emocionante trabajar con objetos de esta era que han llegado a nuestros días, en especial aquellos cotidianos. Cuando estuve en Israel, analicé una selección de monedas cruzadas acuñadas por los colonos cristianos de Occidente en Oriente Próximo que incluía desde monedas de cobre bastante rudimentarias —es posible que una de ellas fuese el pago por un par de hogazas de pan— hasta preciosas monedas de oro. Los ejemplares más fascinantes de este despliegue eran una serie de monedas que, a primera vista, parecían musulmanas, repletas de inscripciones en árabe y, según se afirmaba, expedidas por el califa egipcio Al Amir, que gobernó entre 1101 y 1130. Lo cierto es que estas monedas eran falsificaciones, producidas por gobernantes cristianos como imitaciones de las monedas de oro musulmanas (ligeramente devaluados) con el objetivo de que sus colonizadores pasaran a formar parte del tejido comercial de Levante sin problemas y rápidamente. El hecho de que, durante la edad de las cruzadas, los colonos occidentales acuñasen monedas grabadas con textos islámicos (algunas de ellas incluso mostraban el nombre del profeta Mahoma) nos dice mucho sobre la importancia del comercio transcultural y la capacidad de tergiversar la ideología por necesidad. También he tenido acceso a uno de los mayores tesoros de la Biblioteca Británica: el Salterio de Melisenda. Este librito de oraciones, finamente labrado, se confeccionó probablemente en la década de 1130 y fue un regalo para la reina Melisenda de Jerusalén de parte de su marido, el rey Fulco. Aunque lo cierto es que bien podría haber sido una ofrenda de paz, diseñada para calmar el ambiente después de que la pareja se hubiera visto envuelta en un conflicto matrimonial que a punto estuvo de desembocar en una guerra civil. Este artefacto, de una belleza excepcional, da testimonio de la capacidad de los Estados cruzados para la fusión cultural. El salterio, obra de al menos siete artesanos diferentes, muestra elementos de influencia inglesa, francesa, bizantina, de la cristiandad latina e incluso del mundo islámico. Quizá, lo más 22
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espectacular sean sus cubiertas de marfil, ahora separadas del resto del salterio. Talladas con minuciosidad y con piedras semipreciosas engastadas, este manuscrito recoge escenas de la realeza y la piedad cristiana: en una de las cubiertas encontramos una representación de momentos de la vida del propio rey David, incluida la batalla contra Goliat; en la otra, un monarca (probablemente, el rey Fulco), ataviado con una vestimenta imperial bizantina que lo dota de una apariencia más magistral, lleva a cabo diversos actos de devoción y caridad, que van desde vestir a los pobres a cuidar de los enfermos. Una reproducción soberbia de esta última cubierta aparece en el cuadernillo de este libro. Lo que hace que este objeto resulte tan cautivador es que establece una conexión entre quien lo contempla y la historia personal del reinado conjunto de Melisenda y Fulco, pero también revela algo sobre el mundo en que vivieron. Uno de los objetivos de la serie documental de la BBC ha sido contestar una de las preguntas más importantes de cuantas nos hacemos: ¿cómo sabemos eso? Para ello, he recurrido a una variedad de manuscritos medievales —a menudo, a la primera copia realizada que ha sobrevivido en alguna parte del mundo— para revelar las fuentes históricas que usamos a la hora de reconstruir la era de las cruzadas. Quizá el mayor triunfo fue el de obtener el permiso para entrar en los archivos de la mezquita de Al Aqsa, en Jerusalén, para ver una copia de la biografía de Saladino escrita por Baha al Din, de principios del siglo xiii. Este es un documento increíblemente informativo que arroja una luz única sobre la personalidad de Saladino y el curso de su confrontación con Ricardo Corazón de León durante la Tercera Cruzada, escrito por un hombre que conocía bien al sultán y fue testigo de gran parte de los acontecimientos que describe. Y lo que hace que el manuscrito de Al Aqsa sea tan especial es que, casi con toda seguridad, no se trate de una copia tardía, como la mayoría de los manuscritos medievales, sino de un original, escrito a mano por el propio Baha al Din. Sostenerlo y comprender que tenía en las manos la obra de uno de los hombres más cercanos a Saladino fue, sencillamente, una experiencia extraordinaria. Las últimas pruebas que se incluyen en los documentales se obtuvieron mediante trabajos arqueológicos. Hace tan solo cuatro días, bajo el sol abrasador del desierto, visité las ruinas del castillo de Al Wuayra (conocido en Occidente como el Valle de 23
thomas asbridge
Moisés), una pequeña fortificación cruzada del siglo xii en las afueras de la antigua Petra (Jordán). En los primeros días del proceso de asentamiento, los cristianos europeos trataron de colonizar esta inhóspita región, sin embargo, adaptarse a este entorno desconocido no fue una tarea sencilla. Gracias a excavaciones, se han descubierto dieciséis tumbas excavadas en la roca dentro de la fortaleza que datan de este período, y el análisis de los restos humanos que contenían sugiere que los colonos no fueron capaces de obtener la cantidad de fruta y verdura frescas suficiente para mantener una dieta equilibrada, y que su piel, relativamente pálida, derivó en un déficit de ácido fólico. En el castillo de Al Wuayra examiné los frágiles fragmentos del cráneo de un bebé, que, hace muchos siglos, falleció, probablemente cuando tenía entre seis y nueve meses. Los huesos presentaban lesiones (deformaciones con formas similares a las esponjas) asociadas a un déficit extremo de vitamina C: escorbuto. Adaptar este libro para convertirlo en una serie documental ha sido una tarea muy gratificante, y me siento sumamente privilegiado por haber formado parte de un proyecto tan extraordinario. Sin duda alguna, esta experiencia me ha permitido ampliar mis conocimientos de las cruzadas y ha magnificado la pasión que siento por esta época histórica. Espero que, al desvelar aquello que ha sobrevivido del mundo habitado por los cruzados y por los musulmanes que libraron las guerras por la Tierra Santa, al recurrir al espíritu del lugar y a las pruebas que emanan de textos, la cultura material y los restos arqueológicos, el resultado sea una serie de televisión que haga justicia a este tema, fascinante a la par que estimulante. Thomas Asbridge 6 de noviembre de 2011 Sussex Occidental
Ático de los Libros le agradece la atención dedicada a Las cruzadas, de Thomas Asbridge. Esperamos que haya disfrutado de la lectura y le invitamos a visitarnos en www.aticodeloslibros.com, donde encontrará más información sobre nuestras publicaciones. Si lo desea, puede también seguirnos a través de Facebook, Twitter o Instagram y suscribirse a nuestro boletín utilizando su teléfono móvil para leer los siguientes códigos QR: