El Río Cahabon-Guatemala El sonido del agua
Crónica: Armando Rivera Fotografías: A n d r e a T o r s e l l i P h o t o g r a p h y
Río Cahabón-Guatemala
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El sonido del agua Todo río trae su memoria y ruta, todo caudal es una constancia para llegar hasta las costas del mar. Por eso sabemos que El Río Cahabón viaja por un lindero sinuoso en el altiplano central de Guatemala, sus diferentes formas, llenas de recovecos, exponen una distancia de 195 kilómetros. Este recorrido mide la belleza del paisaje en el Departamento de Alta Verapaz. El punto más intenso de este viaje se aprecia en las explanadas de agua, con esa coloración turquesa, de Semuc Champey. Un río que impone su majestuosidad por el entorno donde decidió nacer.
Cascada de Kamba
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Vista desde el mirador
La geología de la zona, con suelos cársticos, crea submundos llenos de misterio bajo la tierra. Hay cuevas que penetran el planeta por varios kilómetros, donde el golpeteo constante de millones de gotas va tallando las estalactitas en un juego simétrico con las estalagmitas.
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Cuando el visitante se enfrenta a ese paisaje, de las pozas de Semuc Champey, sus emociones adquieren el ímpetu de ese entorno natural privilegiado. Porque el río, en ese momento de su recorrido, está enclaustrado por enormes cerros y antes de transformarse en pozas de agua mansa, el rugir del caudal se precipita hacia el inframundo, se esconde y viaja por las entrañas de la tierra, para florecer cientos de metros adelante y retomar su curso sobre la luz del día.
Grutas de Lanquin
Hay cuevas que penetran el planeta por varios kil贸metros, donde el g
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Pozas en Semuc Champey
Con esa geografía de grutas, los antiguos habitantes construyeron, como todo proceso cultural, mitos sobre el origen del mundo y las deidades; para ellos, parte de la vida se creó en el inframundo; por eso Xibalbá -para el imaginario colectivopuede ser origen y final al mismo tiempo. Esas leyendas fundacionales son un referente para los actuales habitantes, quienes impelidos por la necesidad inventan pequeños servicios para los turistas; allí encontramos a un grupo de muchachos quienes ofrecen su tiempo para ser guías de montaña o exploradores de cuevas.
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Con el transcurrir de las eras la roca y agua crean formas simples que se parecen a la silueta de un gallo o una vela y, para el asombro de los humanos, quienes las han podido apreciar, son figuras que la naturaleza va puliendo -como esculturas- en ese el juego del tiempo y del agua.
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Por ejemplo, las grutas Kamba, al margen del Río Cahabón, como a seis cientos metros de las pozas de Semuc Champey, pueden ser exploradas -con candela en mano en las condiciones más precarias- para tener una emoción casi salvaje y cualquier turista se siente un auténtico Indiana Jones caminando en una caverna misteriosa. Las zonas rurales de gran belleza en el país tienen una sencillez desnuda, son -muchas veces- un paisaje de agreste hermosura, dado el abandono de las autoridades locales y del gobierno central. Este dejo apático del Estado, sin tener intención, ha protegido las mismas zonas turísticas de un impacto humano que les causaría daño hasta su destrucción. De esa cuenta, para llegar a las pozas de Semuc Champey todo viajero debe transitar, desde la ciudad de Cobán, un camino de 60 kilómetros aproximadamente, de los cuales los últimos 30 son de terracería con un golpeteo parecido al trote de una yegua enloquecida.
Para llegar a las pozas de Semuc Champey todo viajero debe transitar, desde la ciudad de CobĂĄn, un camino de terracerĂa de 60 kilĂłmetros aproximadamente
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La rocas van dando forma al R铆o Cahab贸n para crear una espectacular belleza.
Vista nocturna del R铆o Cahab贸n
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Esta experiencia, lejos de ahuyentar a los turistas internacionales, les da una emoción sin precedente, porque deben abordar pequeños picop y viajar en la palangana, al estilo propio de un gran aventurero. Sin embargo, este turismo de exploración con índices muy rudimentarios es compensado por la belleza de esa ruralidad y particularmente por el trazo del Río Cahabón.
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El Río Cahabón sigue su curso cada mañana, más de cincuenta afluentes lo van arropando y en un momento se funde en un abrazo caudaloso con el Río Polochic; luego -con esa cadencia del agua que da la vida- desembocan en el Lago de Izabal. Entonces, el agua impone sus deseos sobre la roca, la talla, le crea un eco perpetuo y sin antecedentes en nuestra imaginación, nos expone a un paisaje de gran belleza y nos muestra la autenticidad de la vida que trae el sonido del agua.
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Una flora silvestre talla las mĂĄrgenes del rĂo.
cronicafoto@gmail.com armando rivera armar6264@gmail.com https://www.facebook.com/armandoriveraescritor Andrea Torselli atorselliphoto@gmail.com www.facebook.com/atorselliphotography
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© Guatemala. 2015.