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La Narrativa
from Próspero
by AUCH revista
María González. Creadora de la revista AUCH
Mucho se habla de cómo las palabras que utilizamos para referirnos ya sea a nuestra condición o a cómo nos sentimos con respecto a esta, pueden determinar cómo afrontamos y aceptamos la enfermedad. Este “self-talk”, el llamado diálogo interno, sobre nuestra enfermedad se verá afectado y definido por nuestra narrativa más íntima e incluso por palabras específicas. En el libro de Jill Bolte Taylor sobre el cerebro, que les recomendé anteriormente, dice que parte de su recuperación la logró porque “… tomé la decisión de quitarme del camino emocionalmente y eso significaba ser cuidadosa con mi diálogo interno”.
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Ciertamente, el uso del lenguaje determina muchas cosas, le da nombre a las cosas, las organiza, las define, las clasifica. De esto se encarga el hemisferio izquierdo del cerebro, como lo explica Jill en su libro, así como también controla nuestra parte motora derecha, los detalles, el habla y por ende las palabras que describen, categorizan y comunican. “Uno de los trabajos de nuestro hemisferio izquierdo, centro del lenguaje, es definir nuestro “Yo”, diciendo “Yo soy” - Jill Bolte Taylor. Dicho esto, se puede decir que el diálogo interno es relativo y subjetivo a cada persona.
El lenguaje es una herramienta poderosa, pero puede convertirse en una herramienta de doble filo, sobretodo en lo que a las enfermedades se refiere. Al lenguaje hay que prestarle atención conscientemente, para darle un uso adecuado. Muchos terapistas, psicólogos, médicos e incluso pacientes utilizan ciertas afirmaciones principalmente para dar consejos sobre cómo enfrentar las enfermedades, cuyo lenguaje debemos analizar con detenimiento, para entender que no son necesariamente verdades absolutas. Aquí algunos ejemplos:
“No te llames artrítico, eres más que eso”. Muchos afirman que el uso de la palabra artrítico hace que te fijes en esa idea. Tú no sólo eres artrítico, tu eres una persona con muchas cualidades adicionales y esa palabra no tiene porque definirte.
Sin embargo, decir que eres artrítico con serenidad y fortaleza te empodera de tu enfermedad, te hace único a los de tu alrededor y te impulsa a lograr cosas que sin ser artrítico serían imposibles. Te hace ver la vida con otros lentes. Decir “Soy artrítico y no pasa nada”, es encontrarle sentido al sufrimiento, y, como diría Viktor Frankl, éste deja de ser sufrimiento pues le has encontrado sentido. padre, madre, hijo, profesional, eres una persona que sueña, que tiene ganas de vivir, etc... (Continúa leyendo en la revista online)