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“NOS ENFRENTAMOS A LA MAYOR CASCADA DE CRISIS DE NUESTRA VIDA… ”

D E R E C H O S H U M A N O S

“Nos enfrentamos a la mayor cascada de crisis de nuestra vida…”

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A divinis suadere malorum.

Los Derechos Humanos, es una conceptualización que a pesar de los miles de años que de una u otra forma se han llegado a establecer siguen sin llegar a ahondar en el sentido lógico de la sociedad y el mundo entero.

Es poco lo que se ha podido escribir, leer, estudiar y analizar sobre el tema que hoy más que nunca es de vital importancia para la “ sobrevivencia ” de todos nosotros. Las distancias en todos los ámbitos se han acortado, lo que ocurre del otro lado del mundo afecta directamente a todo el orden mundial; pero, a pesar de “todo lo bueno y todo lo malo ” que ha acontecido a lo largo de los últimos 300,000 años en materia de Derechos Humanos, se conoce poco y se aplica menos por así convenir a muchos ciertos interés en sentido de la plutocracia.

Dice claramente La Apología de Sócrates de Platón. Que en este caso puede servir de ejemplo a esta perorata. El filósofo -creador de la mayéutica- se defiende frente a los tribunales atenienses. Se le condenaba a beber un veneno mortal (la cicuta), porque según sus refractarios se le acusa de corromper a los jóvenes y no creer en los dioses. En el juicio, solo uno de los acusadores habla y se predispone en contra de Sócrates, su nombre: Meleto es un auténtico desconocido, -según el testimonio de Platón-

Durante el proceso, Sócrates le pregunta:

- ¿Verdad que los malvados son una amenaza y que pueden acarrear algún mal, hoy o mañana, a los que conviven con ellos? - Sin lugar a duda. - ¿Existe algún hombre que prefiera ser perjudicado por sus vecinos, o todos prefieren ser favorecidos? Sigue respondiendo, honrado Meleto, porque, además, la ley te exige que contestes: ¿hay alguien que prefiera ser dañado? - No, desde luego.

Sócrates hace en sus últimos momentos de su vida un verdadero encomio de sabiduría, trabajo y respecto en favor de los Derechos Humanos y, a pesar de ello es condenado a muerte. Pues bien lo mismo le ha sucedido al mundo y su efecto destructivo no se ha alcanzado a parar.

Hace un par de días el Secretario general de la ONU, Antonio Guterres, lanzó un llamado de auxilio al mundo entero la cual me permito citar fielmente “Estoy aquí para hacer sonar la alarma (…) Nuestro mundo nunca ha estado más amenazado. O más dividido. Nos enfrentamos a la mayor cascada de crisis de nuestra vida. La pandemia del COVID-19 ha sobredimensionado las flagrantes desigualdades. La crisis climática está golpeando el planeta. La agitación desde Afganistán hasta Etiopía, pasando por Yemen y más allá ha frustrado la paz. Un aumento de la desconfianza y la desinformación está polarizando a la gente y paralizando las sociedades. Los Derechos Humanos están bajo fuego. La ciencia está siendo atacada. Y los salvavidas económicos para los más vulnerables llegan demasiado poco y demasiado tarde... si es que llegan. La solidaridad está ausente, justo cuando más la necesitamos ” .

En los últimos 70 años se han mencionado a los Derechos Humanos desde la palestra de la retórica, por desgracia “ no sólo de la palabra vive el nombre sino también le es necesario comer ” .

Los grandes y poderosos del mundo año con año se contentan en dejar caer “las migajas del pan” que les sobra de sus opulentas mesas para que un mundo hambriento se consuele con esos mendrugos para que el resto de ese mismo año padezca y sufra la pobreza extrema de la desigualdad social.

En el mundo existen 811 millones de personas, la décima parte de su población, que padece subalimentación. Aunado a esto la aparición del COVID-19, aceleró la precaria forma de vida de la población vulnerable de este planeta, África es el centro neurálgico, pero en los últimos años hemos visto con asombro y preocupación que esta hambruna ha trastocado al Caribe, a países latinoamericanos y desde luego a México.

En más de las veces nos “ asomamos a la ventana ” para ver el sufrimiento mundial olvidándonos de “nuestro patio trasero” y no nos damos cuenta o no queremos darnos cuenta de la terrible situación en que viven 23.3% de la población, algo así como 27 millones de mexicanos y de esta cifra 12.5% sufre una desnutrición crónica.

Esto nos obliga, queramos o no, a voltear y comprender que si bien somos la 15° potencia económica mundial –según datosmundial.com- también somos uno de los países con mayor índice de corrupción, desigualdad social y cultural; y uno de los de mayor violencia en su calidad de país en estado de paz.

Desde luego que en materia de civilidad y Derechos Humanos, hemos fallado. La Comisión Nacional de Derechos Humanos, fue creada por Decreto presidencial el 06 de junio de 1990.

Muchos de los que estarán leyendo esta glosa no habían nacido en esa fecha. Es preocupante, en el sentido de saber que en tan sólo 31 años de vida la CNDH, poco o casi nada se ha hecho en su misión de dar a conocer los Derechos Humanos.

En estas tres décadas ha figurado la retórica, los datos duros -que no sirven para nada porque son falsos, endebles y fuleros- pero principalmente la CNDH, se ha prestado y se utiliza como “un brazo ejecutor” para disuadir a los ciudadanos de conocer la verdad, pero de una verdad histórico-social la cual todos tenemos derecho y obligación de conocer.

Y, es ahí principalmente donde se encuentra el problema del mexicano mediático y común. Porque una situación es la desigualdad social y otra muy distinta es la desigualdad humana.

En la social, solo unos cuantos tienen mucho de todo y millones y millones no tienen nada. Muchos trabajan toda su vida para obtener algo en su calidad de proletariados, mientras los dueños de la tierra, las fábricas y los empleos, se van enriqueciendo gracias al trabajo y esfuerzo de la explotación de sus trabajadores.

Pero la desigualdad humana va más allá de comer tres veces al día y contar con una casa y un auto. La desigualdad humana es no sentir el dolor que como hermanos mexicanos sufren millones de los nuestros los cuales se convierten en seres “invisibles” que no hablan, no respiran o simplemente no existen.

Las desgracias naturales y no naturales en México, sólo han servido para la rapiña, pero para la rapiña y el empoderamiento de fetichistas políticos, que con el afán de envilecer sus pobres propuestas mediáticas hacen todo lo posible por salir en “la foto” y cacarear que ellos y solo ellos han llevado ayuda social y humanitaria.

La catarsis de volverse de la noche a la mañana en semidioses que salvan a los oprimidos. Catarsis que se devuelve en una auténtica evacuación maniqueistas llena de retórica acompañada de falsas promesas, mentiras y oportunismo.

Una y otra vez, lo hemos experimentados todos. Para concluir con la leyenda de aquí todo está bien, hemos cumplido nuestras promesas, arriba y adelante o la solución somos todos.

En este momento México, vive momentos de crisis alimentaria, vive momentos de angustia por los desastres naturales y pérdidas humanas; vive situaciones de más violencia, más corrupción y mayor desabasto en medicamentos y seguridad social tal como lo establece el artículo 1° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Pero, lo que más vive nuestro país, es el desinterés de sus propios ciudadanos, la poca importancia que se le da a las situaciones y la falta de amor a la patria, al nacionalismo y a los Derechos Humanos, bajo el pretexto de no conocerlos o no saber de ellos.

Es necesario reconocer que nos falta mucho por hacer. Es fundamental abrirnos a la verdad y a la declaración de falta de valores y principios morales, que en las últimas décadas México, han tenido una caída estrepitosa. Porque una cosa es la libertad de ideas y de pensamiento así como de expresión y elección y otra muy distinta es la falta de tendencia en favor de las obligaciones y de los derechos que como ciudadanos tenemos.

Para iniciar la estructura básica de qué son los Derechos Humanos, debemos de reconocer nuestro analfabetismo en la materia, inexactitud del conocimiento mismo de los derechos y obligaciones, así como la falta de interés y jerarquía que los Derechos Humanos tienen en la vida de cada uno de nosotros.

México, está en este momento, en este parteaguas de… “Nos enfrentamos a la mayor cascada de crisis de nuestra

vida…

” palabras de Antonio Guterres. México, está dividido y cada día se polariza abismalmente, pero a pesar de no coincidir y avenirse con los mismos ideales o sentidos personales, jamás debemos de perder el sentido de los valores y Derechos Humanos.

Tantum est tacere verum quam falsum dicere: Hay quien se saca fotografías en medio de la desgracia y las redes sociales la desgracian.

S o b r e e l A u t o r :

E L O M B U D S M A N

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