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Averroes, médico y filósofo – Ramon-Carles Gelabert Santané

Averroes, médico y filósofo

Ramon-Carles Gelabert Santané redactor Aula7activa, Barcelona

Hay una verdad, pero hay, al menos, dos maneras de alcanzarla: a través de la filosofía y a través de la religión. Esto era parte del pensamiento del gran filósofo andalusí Averroes. Intentó pensar libremente, algo que en su tiempo costaba la persecución y el ostracismo… Parece que los tiempos cambian, pero no los usos y costumbres, más o menos lo mismo que viene sucediendo en la actualidad.

La Córdoba de Averroes

La vida social de la Córdoba de al-Ándalus experimentó un auténtico resurgimiento cultural durante el siglo XII. El asentamiento humano fue importante desde la colonización fenicia, tal y como señalan las excavaciones, ya que en la antigüedad el Guadalquivir era navegable hasta el vado cordobés. La ciudad romana destacó por la extensión, la belleza de su alfoz (arrabal) y la fama de algunas de sus familias, como la de Séneca. Pero fue el Islam quien, al hacer de Córdoba su capital de al-Ándalus y corte de la monarquía omeya, la convirtió en la perla del mundo árabe occidental y la ciudad más importante, poblada y rica de Europa hasta el siglo XII. Los jardines, la riqueza de la tierra, el esplendor de los palacios y los edificios religiosos, a pesar de tantos eventos bélicos y cruentos, han llegado hasta nosotros, así como también la reputación de sus hijos famosos gracias a la ciencia y la cultura que florecieron en Córdoba.

Córdoba, después de la gran fitna o guerra civil que arrasó la ciudad y su contorno a principios del siglo XI al caer la monarquía omeya, quedó reducida a una ciudad como tantas otras del reino taifa de los Banú 'Abbad, señores de Sevilla. Pero los almorávides y los almohades, y muy especialmente estos últimos, le devolvieron la capitalidad de alÁndalus y hubo una nueva eclosión de creación artística, científica y literaria, la última antes de la conquista por los cristianos.

Desde la conquista islámica, coexistieron en Córdoba tres grandes religiones monoteístas: la judía, la musulmana y la cristiana. Entre el 711 y en 1085 hubo una relativa tolerancia, salvo algunos casos aislados y de la persecución de los “mártires” cristianos durante el reinado de Abd al-Rahman II. En el periodo almorávide (1085-1146), la intolerancia anticristiana y antijudía fue mayor, incrementada en el primer caso por el apoyo de los mozárabes andalusíes a la aceifa (expedición militar) de Alfonso VII. Tras la ocupación almohade, judíos y cristianos tuvieron que abandonar el territorio del imperio o fingir la conversión.

Averroes: un andalusí universal

Ibn Rusd, Abu al-Walid Muhammad ibn Ahmad Muhammad ibn Rusd, más conocido en el Occidente latino con el nombre de Averroes, nació en Córdoba el 520 de la Hégira (1126).

Se conservan testimonios correspondientes a seis o más generaciones de la familia Banú Rusd. El abuelo de Averroes, Abu al-Walid Muhammad b. Ahmad alMuhammad (450 de la Hégira /1058 520/1126), llamado algidd, “el abuelo”, para distinguirlo de su famoso nieto, fue un jurista excepcional, cadí malikíta e imán de la gran mezquita de Córdoba. Cadí supremo (qadí-al-gamà’) de Córdoba y consejero de los príncipes almorávides y almohades. Gracias a sus consejos, los mozárabes que colaboraron en la aceifa cristiana de Alfonso VII, en vez de ser ejecutados, que era lo más usual, fueron desterra

Foto: Averroes (Córdoba). Manolo Blanco’s Photostream. «Junto a dos. Se conservan algunos de la Antigua Muralla de la ciudad». sus escritos, entre los que cabe <http://www.flickr.com/photos/manoloblanco/3186174604/ > [Condestacar dos enciclopedias sulta: 15 octubre 2009 ] jurídicas monumentales: los

Muy distinta fue la convivencia cultural, Muqaddamat al-mumahhadat y el Kitab alaunque en provecho del grupo social domiTahsil. nante y limitada en el tiempo y en las persoEl padre de Averroes, Abú al-Qasim Ahnas. Por parte de los grupos dominantes la mad Ibn Rusd (487-564 de la Hégira /1094- convivencia queda limitada a los reyes, los 1168), también fue jurista y cadí supremo de nobles y los sabios; respecto a los sometiCórdoba e intervino en la reforma de la endos, son los sabios, los artistas y los indusseñanza ordenada por los príncipes almotriosos los que conviven o sirven como maeshades. tros de obra, astrónomos, embajadores, Averroes destacó en el siglo XII por la financieros, matemáticos, médicos, pensadofuerza de su pensamiento, por el volumen y res, recaudadores de alcabalas, traductola variedad de sus escritos, por el compromires..., de hecho, durante toda la Edad Media, so intelectual al servicio de su comunidad y, en la península Ibérica existieron dos granfinalmente, por la gran influencia que ejerció des culturas dominantes: la cristiano-latina y en el Occidente latino. Con el tiempo, para la islámica. Ciertamente, también existía la muchos autores, llegaría a ser el mayor de judía, pero sin un predominio político-militar. los pensadores del Islam y el más universal

de los nacidos en la península Ibérica. Desde muy joven, estudió humanidades árabes, derecho islámico, medicina, filosofía, teología, astronomía...; era tan trabajador que, al decir de sus biógrafos, solo descansó dos veces en toda la vida: el día de la muerte del su padre y el de su boda. Seguramente, recibió la igaza o licentia docendi, entre el 1141 y el 1146, y debería casarse entre el 1146 y el 1153. A finales del 1168, Ibn Tufayl, el autor del famoso libro Risala Hayy ibn Yaqzan (El filósofo autodidacta), presentó Averroes al sultán almohade Abú Ya'qub Yusuf, del que era visir y médico de cámara. El sultán tranquilizó al filósofo sobre su dedicación al pensamiento e incluso le recomendó que comentara Aristóteles. La protección del monarca fue muy importante, así lo reconoce Averroes en la dedicatoria de la Exposición de la República de Platón. En el año 565/1169 fue nombrado cadí de Sevilla, donde ejerció su cargo con el beneplácito de los sevillanos, que le mostraron su agradecimiento intercediendo por él cuando cayó en desgracia. En el 578/1182 fue nombrado cadí supremo de Córdoba y médico principal de la corte almohade, estos cargos le fueron confirmados por el nuevo sultán Abú Yusuf Ya'qub al-Mansur el 580/1184.

Después de la batalla de Alarcos (18 de junio de 1195), donde el ejército almohade batió al cristiano, los alfaquíes y ulemas de Córdoba denunciaron Averroes. A consecuencia de ello, su obra fue condenada y él fue desterrado a Lucena durante unos veinte meses. En el año 595/1198 el sultán perdonó a Averroes, le devolvió los cargos a la corte y le llevó con él a Marraquech, quizás para protegerlo de sus enemigos andalusíes. Pero el jueves 9 de safar del año 595 (10 de diciembre de 1198), cuando tenía 72 años, Averroes murió en esta ciudad magrebí. Su cadáver fue trasladado tres meses más tarde y sepultado en el cementerio de los Bannú 'Abbad, en Córdoba.

Debería tener más de cinco hijos. Conocemos los nombres de dos: Abú Muhammad 'Abd Allah ibn Rusd, que era médico, filósofo y cadí, como su padre, y Abú al-Qasim Muhammad ibn Rusd, que murió el año 612/1225 y que también fue cadí. Se desconocen los nombres de sus otros hijos, pero se sabe que también ejercieron el cargo de cadí en al-Ándalus. Uno de sus nietos, Abú al-Abbás Yahyà b. Qasim ibn Rusd, también fue juez.

Los escritos de Averroes

A Averroes le han sido atribuidas hasta 127 obras, pero solo 84 le pueden pertenecer realmente. Se han conservado 55 y parte de ocho más. Estas obras forman una completa enciclopedia científica, jurídica, médica, filosófica y teológica. De acuerdo con las formas particulares del saber medieval, una parte de esta obra se ha hecho a partir de la lectura de los cuerpos doctrinales heredados de la antigüedad (Corpus aristotelicum para la filosofía, Corpus galenicum para la medicina...). Por eso los escolásticos cristianos entendieron que Averroes había escrito tres tipos de comentarios a Aristóteles (en realidad son tres exposiciones de la filosofía) y lo llamaron el Comentador. Pero además de las exposiciones de Aristóteles, Platón, Euclides y Galeno, también escribió numerosas obras de formulación más personal, como el Kitab al- kulliyyat al-Tibb (Libro de las generalidades de la medicina), la gran enciclopedia jurídica (Kitab al-Bidaya), la famosa defensa de la filosofía contra los teólogos más tradicionales: Tahafut al-Tahafut (Destrucción de la destrucción de los filósofos de Al-Ghazali, latinizado como Algazel; también se podría traducir por la La incoherencia del incoherente) y los escritos teológicos Fasl al-Maqal (sobre la concordancia entre la revelación y la sabiduría ) y Kasf ‘an manahi‘q (sobre la interpretación del texto revelado).

Sus escritos naturalistas y médicos están llenos de referencias a numerosas observaciones empíricas sobre datos astronómicos, terremotos, el crecimiento de las plantas, la carne y la lana de las ovejas e incluso sobre las comidas de su tiempo, algunos de los cuales describe: los que se cocinan con poco fuego, los populares huevos fritos, las berenjenas y el agua de cebada.

De su teoría social destaca el análisis de la después conocida dialéctica del amo y del esclavo, de origen platónico, que Hegel haría famosa. Y fue el primero de los pensadores medievales que defendió la situación de las

mujeres en aquella sociedad, en la que «se parecen a las plantas», escribe, ya que no se

Louis (Missouri). %C3%ABs.JPG> [Consutla: 15 octubre 2009] permitía que se pudieran realizar personal ni socialmente. La sociedad modelo sería aquella en la que el orden necesario se produjera «libremente», no se distinguiera «lo que es mío de lo tuyo» y nadie se considerara ajeno a la comunidad de todos los hombres. Ciertamente la reputación de Averroes no es una usurpación, pero disimula un poco los méritos de los filósofos musulmanes de Oriente que le precedieron, especialmente

Cuadro: Giovanni di Paolo. «Santo Tomás de Aquino confundiendo a Averroes». Art Museum, St.

<http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Giovanni_di_Paolo_St._Thomas_Aquinas_Confounding_Averro

La tradición filosófica islámica

Al-Farabi (870-950) e Ibn Sina o Avicena (980-1037) las enseñanzas de los cuales, en opinión de algunos autores, se orientaban en el sentido de una conciliación entre la razón y la fe y no tenían la coherencia interna propia de Averroes. Ahora bien, de hecho estos precursores hicieron posible el nacimiento y el cumplimiento, con Averroes, de la filosofía hispanoárabe, y también son a menudo los verdaderos autores de las teorías que suelen atribuirse al gran filósofo.

Las divergencias entre Averroes y sus precursores no vienen solo de un menor gra

do de coherencia en el racionalismo o en la fidelidad a la filosofía de Aristóteles. Se deben a las particularidades socioculturales y políticas del Oriente y el Occidente musulmanes en la Edad Media. Estas divergencias no se refieren al principio fundamental de la autonomía de la razón humana, sino solo a las modalidades de su aplicación a las doctrinas de la “ciudad ideal”.

El racionalismo de Averroes muestra de la forma más completa en su Tratado decisivo sobre el acuerdo de la religión y de la filosofía, en el que divide a los hombres en tres categorías: los «retóricos», los «dialécticos» y los «apodícticos». Para los primeros, las convicciones son fruto de argumentos retóricos a los que recurren cuando quieren convencer a su auditorio de cualquier punto, sin tener en cuenta la validez de este punto. Para los segundos, las convicciones resultan de «argumentos dialécticos» en el sentido aristotélico del término, es decir, basados en premisas «generalmente admitidas», verosímiles y, por tanto, incapaces de procurar un conocimiento verdadero. En cuanto a los terceros, llegan a las convicciones por medio de demostraciones basadas en premisas seguras.

Averroes asimila los retóricos al gran público, la «multitud», es decir, a la masa de los fieles que no se sienten atraídos por las sutilezas de la teología, y menos aún de la filosofía. Los dialécticos son los representantes de la teología especulativa (teórica), y los apodícticos, los filósofos, que constituyen en toda sociedad una élite intelectual poco numerosa, la única que puede acceder al conocimiento verdadero.

Ahora bien, el autor de esta teoría no es Averroes, ya había sido elaborada por AlFarabi y Avicena la trabajó más detalladamente. Los filósofos del Oriente musulmán ya clasificaban los argumentos en «apodícticos» (demostrativos), «dialécticos», «retóricos», «sofísticos» y «poéticos», en orden decreciente de valor de cognición, desde los argumentos apodícticos «absolutamente verdaderas» a los argumentos poéticos «absolutamente falsos».

Los argumentos poéticos ocupan el grado más bajo de la escala porque consideran no los objetos reales, en su existencia “en sí”, sino sus imágenes, fruto de la más pura subjetividad. Estos argumentos están destinados a actuar no sobre la razón del hombre, sino sobre su imaginación, provocándole emociones positivas o negativas. Los argumentos poéticos y retóricos se asimilaban a la religión, los sofísticos y dialécticos a la teología especulativa.

En su concepción de las relaciones entre la fe y el conocimiento, Averroes, Avicena y Al-Farabi partían los tres de la convicción de que la religión es un «arte político» que no es necesario en la sociedad sino en la medida en que esta se compone de una inmensa mayoría de gente incapaz de asimilar verdades abstractas de naturaleza teórica y para quien la religión es la única base que puede dar un marco moral y jurídico a sus relaciones.

La filosofía y la religión, afirmaban, se parecen en la medida que ambas tienen por objeto los fundamentos últimos de la existencia, pero su similitud es nominal y no efectiva. Al-Farabi acepta considerar la religión como una «nuera» de la filosofía, pero no como su «hija», y Averroes como su «hermana de leche», pero no de sangre. Porque desde el punto de vista del conocimiento, ciencia y religión son extranjeras una de la otra: la razón opera a partir de demostraciones rigurosas y la fe a partir de la retórica y las imágenes míticas y poéticas.

La afirmación según la cual los predecesores de Averroes hicieron concesiones a la teología y al misticismo es fruto de una visión muy extendida pero radicalmente equivocada de la historia de la filosofía árabe musulmana de la Edad Media: pretende que los rasgos específicos de esta filosofía vienen de una recuperación ciega por parte del mundo musulmán de la herencia antigua que integró a la metafísica aristotélica ideas provenientes, de hecho, de obras neoplatónicas atribuidas equivocadamente a Aristóteles. De ahí que se considere que el gran mérito de Averroes es haber sabido purificar las ideas aristotélicas de estas “contaminaciones” neoplatónicas. La falsedad de tal interpretación se deduce del solo hecho de que ni al-Kindi (800- 870 ca.), que puso las bases del aristotelismo oriental, ni Al-Farabi, que lo sistematizó, confundieron las obras aristotélicas con las neo-

platónicas, como lo demuestran los tratados en que examinan el conjunto del corpus del gran pensador de la antigüedad.

El análisis de las obras de Al-Farabi, acusado de este “pecado original” de la filosofía árabe, muestra a las claras que la concepción neoplatónica de la emanación (emisión extratemporal de la existencia a partir de un punto original único) estuvo integrada de manera totalmente deliberada en tanto que doctrina susceptible de conciliar formalmente la tesis aristotélica de la eternidad del mundo con el dogma religioso de su creación.

Esta conciliación era indispensable dada la situación social y política concreta en el Oriente musulmán del siglo X, momento en que se abría a los filósofos la perspectiva de fundar modelos del “Estado ideal” a imagen de la ciudad ideal de la República de Platón. Como en dicha ciudad, a la cabeza del Estado estarían los filósofos, y su base ideológica sería una religión también ideal, calcada de la filosofía. La teoría de la emanación se encontraría en el centro de esta religión.

La existencia de las doctrinas sobre la ciudad ideal tiene su origen en el gran éxito en el Oriente del mundo musulmán de los movimientos chiítas ismailíes que predecían la caída del califato abasí, “imperio del mal” fundado en una religión “falsa”. La situación era muy diferente en el Occidente del mundo musulmán. Ni en al-Ándalus ni en el Magreb existía ningún presupuesto objetivo que permitiera soñar en un Estado basado en una ideología que no fuera la doctrina religiosa vigente.

Esto explica que para Avempace (muerto en 1139), el primer gran filósofo aristotélico del Occidente, el caso ideal sea el de individuos aislados que, aunque viviendo en un estado imperfecto, alcanzan la felicidad por la vía del perfeccionamiento intelectual y moral. Exactamente de la misma manera, para Ibn Tufayl (muerto en 1185), antecesor y amigo de Averroes, esto corresponde a los individuos y no al conjunto de la sociedad. El mismo Averroes subraya explícitamente la inutilidad de todo intento de elaborar formas “racionalizadas” de religión.

Como sus predecesores orientales, Averroes consideraba indispensable la interpretación alegórica de los pasajes del Corán que se encuentran en contradicción con los principios filosóficos de aprehensión del mundo, pero era partidario de distinguir claramente entre el dominio del conocimiento y el de la fe, entre ciencia y religión. Al-Farabi toleraba en el Estado ideal la actividad de teólogos especulativos reduciendo la teología al papel de criada de la filosofía encargada de sostener las posiciones de los filósofos en el poder. Por el contrario, Averroes, en sus comentarios de la República, los aparta de los asuntos de Estado. Además, recomienda a los dirigentes musulmanes prohibir las obras de los teólogos, porque son gérmenes de disidencia y conllevan el riesgo de hacer posible todo tipo de sectas que precipitarían la sociedad al abismo de las guerras civiles.

Filosofía y religión, dialéctica y conciliación

Averroes con su revisión crítica de cuatro siglos de estudio árabe musulmán, ofreció en el siglo XII la más fiel expresión de la filosofía aristotélica. Averroes es la figura araboandalusí más conocida que encarna el intento de conciliar la filosofía racional con la religión revelada. El pensamiento del filósofo de Córdoba tuvo una gran difusión, gracias a sus propios escritos y los trabajos de sus discípulos y también gracias a los ataques de sus detractores. Gracias a las bases que él puso profundizando el racionalismo de Aristóteles con sus agudos comentarios, creó las nuevas condiciones intelectuales que Maimónides para los judíos y Tomás de Aquino para los cristianos supieron aprovechar para elaborar sus sistemas teológicos, que hoy día todavía no han caducado totalmente.

Al neoplatonismo de los filósofos orientales, la debilidad dialéctica de la escuela asarista y el dogmatismo simplista y legalista de los juristas, Averroes contrapuso el método demostrativo (analítico), el razonamiento dialéctico (tópico), la argumentación persuasiva (retórica) y las categorías de la lógica (organon) que definen la práctica aproximación filosófica de Aristóteles. En este intento de racionalizar los conocimientos, Averroes pasó por alto la contribución de los mutazilíes. Las doctrinas de esta importante escuela

islámica, que de los siglos II al IV de la Hégira (s. VIII-IX) hizo tanto para restablecer la confianza en el racionalismo, no fueron difundidas en el Occidente musulmán (alÁndalus y el Magreb) debido a la oposición de los juristas malikíes. Fueron los mismos malikíes los que desterraron a Averroes al final de su vida.

La posición política y social de los juristas (fuqakas) fue un factor constante en la historia de la actividad intelectual y el pensamiento religioso del Occidente musulmán. Una fuerte presión ideológica impuso en todas partes las doctrinas de la escuela malikí como la única expresión del Islam. Con la caída del Califato de Córdoba (1031), la división de al-Ándalus en múltiples taifas y la presión creciente de los reinos cristianos, el Islam fomentaba una ideología de combate (yihad) para movilizar al pueblo, y donde aparecen las intervenciones de almorávides y almohades. Es este contexto social e ideológico que propicia que el papel de los juristas y sobre todo el de los predicadores populares fuera aún más relevante y, además, condiciona la actividad intelectual en el Occidente musulmán.

Las dificultades que encontró Averroes ilustra el clima general de la época y también, más allá de la situación concreta andalusí, la tensión que había en el mundo islámico entre las ciencias “racionales” (aqlíy-ya-dakhila) y las ciencias religiosas o tradicionales (duniyya-na-qliyya). La lucha entre los mutazilíes y los hanbalitas en Bagdad en el siglo III de la Hégira (siglo IX) fue la consecuencia de una división sociocultural de una diferencia filosófica en cuanto a las facultades, los caminos y los lugares del conocimiento.

Algazel (1058-1111) dio una dimensión especulativa argumento que, casi un siglo después, atrajo la atención de Averroes. En su Ihyá ‘Ulum al-din (La revivificación de las ciencias religiosas), Algazel combatió el literalismo estéril de los juristas, las contribuciones gnósticas de los esotéricos (al-Batiniyya) y las desviaciones heréticas de los filósofos (falásifa) todo ello en el nombre de una religión espiritual abierta al conocimiento racional, siempre dentro de los límites estrictos del mensaje revelado que escapa a la investigación crítica.

Averroes escogió Algazel como interlocutor para hacer progresar filosóficamente la cuestión crucial de la relación entre filosofía y religión. A Kitab Fasl al-maqal fimà bayn alsari‘a wal-hikma min al-ihisal (Tratado decisivo sobre la armonía de la religión y la filosofía), Averroes respondía a la obra de Algazel Faysal al-tafriqa bayn al-islam wal-zandaqa (Distinción entre el Islam y la impiedad), ya Tahafut al-tahafut (La destrucción de la destrucción, o La incoherencia del incoherente) refutó otra obra de Al-Ghazali titulada Tahafut al-falásifa (La destrucción de los filósofos, o La incoherencia de los filósofos). En términos más generales, Averroes desprestigió la metodología de los teólogos (mutakallimun) en su Kashf ‘an manahij al-adilla (Revelación de los métodos de las demostraciones convincentes). También escribió un importante tratado sobre los fundamentos del derecho titulado Bidayat al-Mujtahid (Distinguido jurista).

Todas estas obras ponen de manifiesto el deseo de Averroes de no dejar de ser un pensador musulmán aprovechando su cultura filosófica los conocimientos científicos de su tiempo para hacer frente intelectualmente a todos los problemas que surgieran de la confrontación entre la revelación coránica y la actitud filosófica más estricta. Los comentaristas latinos distorsionaron el pensamiento de Averroes al considerarlo solo un comentarista de Aristóteles. Los musulmanes, por su parte, desconfiaron tanto del filósofo que olvidaron que también era un pensador musulmán.

Maimónides entre los judíos y Tomás de Aquino entre los cristianos adoptaron el discurso intelectual de Averroes, usaron la misma aproximación filosófica, las mismas líneas conceptuales y la misma metodología para sistematizar el conocimiento revelado recibido por las diferentes tradiciones. En los tres casos, el problema más grave seguía siendo la armonización de fe y razón, la reconciliación de la ley religiosa y los principios esenciales o universales de la religión y los procedimientos y las categorías de la lógica de Aristóteles. La Torá, el Derecho Canónico y la Shari‘a mantienen su supremacía: expresan los mandamientos de Dios interpretados por doctores de la ley formados en la exégesis de la palabra de Dios. Las dificultades

que se presentan no están relacionadas con las normas deducidas de la palabra revelada, sino con el dogma en el que se basa la ley en sí misma. La confrontación con la filosofía se da en tres puntos esenciales: la creación del mundo, la causalidad y el destino del alma (inmortalidad y dualidad alma-cuerpo).

Conclusión

El pensamiento y la cultura árabes, según algunos autores, alcanzaron su esplendor en el siglo VI de la Hégira (siglo XII), gracias a las grandes obras escritas tanto en el Oriente como en el Occidente musulmán desde el siglo II ( s. VIII). La supremacía intelectual y científica del mundo árabe de entonces es evidente por el gran número de traducciones que se hicieron al hebreo y al latín de estudios sobre filosofía, medicina y ciencias naturales escritos en árabe por autores no siempre musulmanes. Los judíos y los cristianos que vivían en un ámbito cultural árabe pensaban y escribían en árabe, de esta manera enriquecían una esfera de conocimientos y una actividad cultural que sobrepasaba los límites fijados por el credo de cada una de las tres religiones-sociedades. Maimónides figura entre los más grandes pensadores judíos que concibieron y escribieron sus obras en árabe en ese espacio de convergencia intelectual y cultural que representaba en gran parte la filosofía entendida según la acepción y la práctica medievales.

Lo mismo podríamos decir de Tomás de Aquino, aunque él escribió todas sus obras en latín. Su deuda intelectual con Averroes también lo hace portador de un mundo de pensamiento y de existencia humana basado en un sistema axiológico común ámbito intelectual medieval al que se ha dado en llamar las "religiones del Libro". Son aquellas comunidades que han fundamentado su existencia, su orden y su cultura en el fenómeno de la revolución religiosa que supone un único Dios vivo que se manifiesta a los hombres en un momento de la historia para comunicarles sus mandamientos, que llegan a constituir la fuente de la ley, y en una cultura filosófica que favorece la búsqueda de un orden racional de las cosas. Estas dos líneas de aproximación la revelación y la racionalidad científica y filosófica impusieron en todo el pensamiento medieval, cualquiera que fueran sus referencias religiosas particulares, una tensión educativa en la que a veces dominaba la religión y la tradición “ortodoxa”, y en otras ocasiones la razón. Todo el pensamiento medieval estuvo marcado por esta dualidad: cómo conciliar y armonizar el conocimiento revelado con los límites propios de la razón.

Averroes nació en el seno de una familia de magistrados, destinados a aplicar las normas de la ley religiosa en una sociedad totalmente sometida al dogma de la religión revelada, ser juez o doctor de la ley religiosa y practicar al mismo tiempo las ciencias seculares agrupadas bajo el nombre de filosofía: este es el signo de una sociedad y una época. A pesar de las circunstancias Averroes logró un equilibrio real que le satisfacía personalmente y que intentó expresar en unos sistemas de pensamiento elaborados en los que integró los conocimientos racionales (la filosofía) y la ley religiosa, la Shari‘a con todos sus desarrollos.

Averroes y los filósofos árabes que le precedieron no fueron simples comentadores capaces solo de repetir, con mayor o menor acierto, las enseñanzas de sus maestros griegos de la época clásica o helenística. Su relación con la tradición filosófica clásica era infinitamente más selectiva, crítica y creativa. Averroes y los filósofos árabes supieron responder a la demanda de sus sociedades cualitativamente muy diferentes a la de la sociedad griega clásica o helenística. De esta manera prepararon el terreno a un pensamiento filosófico liberado de la tutela de la Iglesia como es el del Occidente europeo medieval, el del Renacimiento y el de los tiempos modernos.

Breve antología de Exposición de la República de Platón

De la condición de la mujer en la sociedad islámica medieval

«Sabemos que la mujer, en tanto que es semejante al hombre, debe participar necesariamente del fin último del hombre, aunque existan diferencias en más o en menos [...]. Si la naturaleza del hombre y la de la mujer es la misma y toda constitución que es de un mismo tipo debe dirigirse a una actividad social concreta, es evidente que en esta sociedad [modelo] la mujer debe realizar las mismas tareas que el hombre. [...] Cuando algunas mujeres han sido muy bien educadas y poseen disposiciones excelentes, no ha sido imposible que llegaran a ser filósofos y gobernantes. [...] Sin embargo, en nuestra sociedad se desconocen las habilidades de las mujeres, porque solo son utilizadas para la procreación y se las destina por lo tanto a servir a los maridos y a atender a la procreación, la educación y la crianza. Como en estas comunidades las mujeres no se preparan para ninguna de las virtudes humanas, muchas veces se parecen a las plantas y representan una carga para los hombres, esta es una de las causas de la pobreza de estas comunidades donde llegan a duplicar el número de los hombres, ya que al no haber tenido ninguna formación no contribuyen a ninguna actividad necesaria, a excepción de algunas tareas como hilar y tejer, que hacen normalmente cuando lo necesitan para subsistir.»

Necesidad de la cohesión social

« No hay mal mayor para el gobierno social que aquella política que de una sola sociedad hace varias, del mismo modo que no hay bien más grande en las comunidades que lo que las reúne y unifica. Así pues, es evidente que la comunidad de ventajas e inconvenientes conducirá a defender la sociedad [...] Por eso dicen que la unión de los hombres tiene ventajas y que nada duele más y comporta más confusión a la sociedad que un ciudadano que diga una cosa concreta “esto es mío y aquello no”.»

Tan solo el saber más elevado Proporciona la felicidad

«Del mismo modo que el hambre y la sed son señales del cuerpo y muestran lo que le falta, la ignorancia y los pocos conocimientos son una señal del alma y de sus creencias. Así, aquí tenemos dos tipos determinados: los que solo buscan la subsistencia y los que procuran el saber. Pero únicamente se llega a la verdadera plenitud mediante el objeto que posee la forma más noble de ser. [...] Ahora, si normalmente la plenitud de la aprehensión es gozosa, cuando lo que se aprecia es noble por esencia y mayor en verdad y permanencia, por fuerza será la joya más digna de ser elegida. Esto es lo que sucede con la felicidad intelectual respecto de otros placeres.»

La vil condición del tirano

«Esta es necesariamente la situación del tirano: prisionero de esta condición, lleno de ansia y de miedo, es más: siente una gran hambre interior y no puede dominarse, no puede ir donde desea, ni satisfacer los anhelos. [...] Una de las peores disposiciones de este individuo es que, al ser incapaz de controlarse y dominarse, intenta conducir a los demás [...]. El tirano es el hombre –más esclavo y nunca consigue realizar lo que desea, sino que siempre está inquieto y angustiado. El alma de un ser de esta condición es un espíritu empobrecido, por eso es envidioso, violento y no tiene amigos. [...] A la fuerza se sentirá turbado y desgraciado.»

SECCIÓN INFANTIL • Promueve el estudio de la Biblia en los niños de 3 a 12 años. Dossier: • Facilita la enseñanza de la asignatura de religión o Biblia en las escuelas. • Ofrece un espacio de participaLa músic ción y encuentro intercultural donde los niños puedan colaborar mediante sus dibujos, historias, juegos, fotografías… y donde los educadores aporten sus experiencias.

ACTIVIDADES

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RELATOS BÍBLICOS

Dirigido a los más pequeños (3-6 años). Textos y e ilustraciones originales. Se acompañan de un guía didáctica de actividades. Material de soporte didáctico para docentes, maestros de escuela sabática infantil y padres.

EXPOSICIONES INFANTILES

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