Averroes, médico y filósofo Ramon-Carles Gelabert Santané redactor Aula7activa, Barcelona
Hay una verdad, pero hay, al menos, dos maneras de alcanzarla: a través de la filosofía y a través de la religión. Esto era parte del pensamiento del gran filósofo andalusí Averroes. Intentó pensar libremente, algo que en su tiempo costaba la persecución y el ostracismo… Parece que los tiempos cambian, pero no los usos y costumbres, más o menos lo mismo que viene sucediendo en la actualidad.
La Córdoba de Averroes La vida social de la Córdoba de al-Ándalus experimentó un auténtico resurgimiento cultural durante el siglo XII. El asentamiento humano fue importante desde la colonización fenicia, tal y como señalan las excavaciones, ya que en la antigüedad el Guadalquivir era navegable hasta el vado cordobés. La ciudad romana destacó por la extensión, la belleza de su alfoz (arrabal) y la fama de algunas de sus familias, como la de Séneca. Pero fue el Islam quien, al hacer de Córdoba su capital de al-Ándalus y corte de la monarquía omeya, la convirtió en la perla del mundo árabe occidental y la ciudad más importante, poblada y rica de Europa hasta el siglo XII. Los jardines, la riqueza de la tierra, el esplendor de los palacios y los edificios religiosos, a pesar de tantos eventos bélicos y cruentos, han llegado hasta nosotros, así como también la reputación de sus hijos famosos gracias a la ciencia y la cultura que florecieron en Córdoba. Córdoba, después de la gran fitna o guerra civil que arrasó la ciudad y su contorno a
principios del siglo XI al caer la monarquía omeya, quedó reducida a una ciudad como tantas otras del reino taifa de los Banú 'Abbad, señores de Sevilla. Pero los almorávides y los almohades, y muy especialmente estos últimos, le devolvieron la capitalidad de alÁndalus y hubo una nueva eclosión de creación artística, científica y literaria, la última antes de la conquista por los cristianos. Desde la conquista islámica, coexistieron en Córdoba tres grandes religiones monoteístas: la judía, la musulmana y la cristiana. Entre el 711 y en 1085 hubo una relativa tolerancia, salvo algunos casos aislados y de la persecución de los “mártires” cristianos durante el reinado de Abd al-Rahman II. En el periodo almorávide (1085-1146), la intolerancia anticristiana y antijudía fue mayor, incrementada en el primer caso por el apoyo de los mozárabes andalusíes a la aceifa (expedición militar) de Alfonso VII. Tras la ocupación almohade, judíos y cristianos tuvieron que abandonar el territorio del imperio o fingir la conversión.
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