PROCESO Y REHABILITACIÓN DE MIGUEL SERVET - José Antonio Valtueña

Page 1

PROCESO Y REHABILITACIÓN DE MIGUEL SERVET José Antonio Valtueña



PROCESO Y REHABILITACIÓN DE MIGUEL SERVET José Antonio Valtueña



PROCESO Y REHABILITACIÓN DE MIGUEL SERVET José Antonio Valtueña


Edición: Maquetación: Diseño de la cubierta:

Francisco Giménez Esther Amigó Isaac Chía

Edita: AULA7ACTIVA-AEGUAE Barcelona, España E-mail: info@aula7activa.org / info@aeguae.org Web site: www.aula7activa.org / www.aeguae.org

Edición digital en español, revisada; 2008 Es propiedad de: © 1994, 2008, José Antonio Valtueña © 2008, Aula7activa-AEGUAE, en versión digital para todo el mundo

Depósito Legal: B-7996-2008

José Antonio Valtueña Proceso y rehabilitación de Miguel Servet / José Antonio Valtueña / ed. digital en español – Barcelona: Aula7activa-AEGUAE, 2008. 130 págs.; 21 x 14,8 cm

Todos los derechos reservados al autor y los editores. Se permite la impresión de las publicaciones de www.aula7activa.org solo para uso personal. No está autorizada la reproducción total o parcial de esta publicación por cualquier medio o procedimiento para su difusión pública, incluidos la reprografía, el tratamiento informático y su difusión por Internet, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamos públicos, sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Los archivos informáticos de las publicaciones electrónicas no pueden ser manipulados bajo ningún concepto. Imagen portada: retrato de Miguel Servet (1607), grabado en cobre, por Cristoffel van Sichem “El Joven” (c.1546-1624), Biblioteca Nacional de París, en Wikipedia, ed. esp., disponible en: http://es.wikipedia.org/wiki/Miguel_Servet (1 diciembre 2013).


SUMARIO

Prólogo a la primera edición 7 Prólogo a nuestra edición 9 Introducción 11 PARTE I 13 La época 15 El proceso 23 La rehabilitación 31 PARTE II 47 Actas del proceso (anotadas) 49



Prólogo a la primera edición

«Arderé, pero será un mero accidente. Continuaremos nuestra discusión en la eternidad.» Esta frase, que se atribuye a Miguel Servet, se corresponde perfectamente con la personalidad de este médico, humanista polifacético, cuya profunda convicción en sus creencias, y arrogante defensa de las mismas, le costaría la vida. En ocasiones, para entender la Historia nos hace falta la referencia de las personas que la vivieron; en otras, para entender ciertos personajes necesitamos sumergirnos en la época histórica en que se desarrolló su existencia. Ambas cosas se complementan en este libro, en el que la figura de Servet se halla perfectamente enmarcada en su tiempo, en un contexto sin el cual sería irrepetible su inmolación; el autor desmenuza y desmitifica las causas reales que llevaron al médico aragonés a la hoguera. José Antonio Valtueña, que es español y médico como Servet, y ginebrino de adopción, investiga minuciosamente, a través de las actas del proceso, el enfrentamiento entre Servet y la Inquisición y, de forma muy especial, Calvino, que eran los grandes poderes represivos del momento; es otra muestra, histórica en este caso, de cómo actúa la intolerancia del poder establecido frente a las ideas disidentes. Este estudio constituye un vehemente alegato en favor de la libertad de pensamiento, del derecho a pensar y opinar, y una clara condena de las actitudes fundamentalistas y, en general, de cualquier tipo de dogmatismo. José Antonio Valtueña establece un sutil proceso paralelo que se convierte en motivo de seria reflexión. Un proceso 7


a la intolerancia, a la intransigencia, al fanatismo, desgraciadamente presentes en todas las épocas y culturas. En su afán de acercarnos a este médico aragonés –figura interesantísima, cuyos conocimientos abarcaron disciplinas tan dispares como la astronomía, la teología, la geografía o las matemáticas–, el autor ha llevado a cabo una conspicua labor de investigación sobre los documentos de un proceso que, en último término, fue un crimen cometido en nombre de Dios. Además de la línea teológica conductora del juicio se descubren los móviles bastardos de quienes, de una u otra forma, se beneficiarían con la desaparición de la víctima. Nos hallamos, pues, ante una obra erudita, fruto de la gran curiosidad y del interés que la personalidad de Miguel Servet despertó en el autor. Un texto del que quedamos prendidos desde el primer momento. Es, en definitiva, un libro para una época como la actual en que, como dice.José Antonio Valtueña, «la estructura del poder, tanto al Este como al Oeste, es cada vez más aplastante, y en que el individuo se percibe a sí mismo cada vez más ínfimo y cifrado». Un libro que nos permite reflexionar sobre la naturaleza humana.

Celia Ribera Banús Directora de JANO, Medicina y Humanidades

Nota: El presente libro se hallaba destinado a la colección «Rescate» de la tristemente desaparecida Ediciones Barral (estaba ya en imprenta cuando ésta dejó de existir). Ediciones Historia Hispania rescató finalmente el manuscrito.


Prólogo a nuestra edición

Miguel Servet es una figura atractiva por muchas razones. Un claro ejemplo de una figura humanista en una época de eclosión humanista, con intereses en los más diversos campos, como geografía, astronomía, meteorología, matemáticas, anatomía, medicina y jurisprudencia, así como por supuesto en la teología y el estudio de la Biblia. Sin embargo, hay una razón que le convierte en especial y le hace tener vigencia por derecho propio en nuestra época: la defensa de la libre conciencia, defensa que debería ser una de las bases de nuestra sociedad, para que todo el mundo pueda tener cabida en ella. Los actos pueden ser cuestionables, pero las ideas son todas respetables, aunque no coincidan con las nuestras. Como dice el autor: «Murió pues Servet porque quiso morir, mas no llevado de una intención suicida sino del deseo de hace resplandecer su verdad, una verdad que pocos compartían y que era recibida por católicos y protestantes con abierta hostilidad. […] El mejor homenaje que España puede hacer a su memoria no consiste, evidentemente, en levantarle nuevas estatuas ni en descubrir lápidas, sino en propagar y sostener el respeto a las ideas ajenas.» Esperamos que esta edición digital, con la distribución que la era de Internet nos permite, contribuya en la medida de lo posible a ello. Los editores Aula7activa 9



Introducción

Para un español que ha vivido durante largo tiempo en Ginebra, Servet suscita ilimitada admiración no exenta de cierto grado de asombro. ¿Cómo es posible que Servet osara venir a Ginebra sabiendo positivamente que ello le costaría la vida? ¿Por qué le llevó Calvino a la hoguera? Éstas y otras preguntas análogas me llevaron hace ya tiempo a interesarme por el proceso de Servet, y fruto de esa preocupación es el presente libro, en el que por primera vez se ofrecen al lector español las actas completas del proceso de Servet. En el curso de la traducción de las mismas, el proceso me ha sugerido múltiples reflexiones, pero sólo he incluido en el libro una mínima parte de ellas, en particular porque pienso que es preferible ofrecer las actas con la mayor desnudez posible. Teólogos, juristas e historiadores hallarán en ellas motivo para el comentario y la exégesis; basta pensar en todo lo que respecta al panteísmo, la Trinidad o el bautismo de los niños. También cabría ocuparse de otros aspectos más superficiales, como es la relación –nunca desmentida– entre sexualidad y religión, refiriéndose a las preguntas que dirige el fiscal a Servet en el apartado XIX de la parte II del presente libro. En mi traducción –nada fácil por tratarse de un francés de sintaxis y ortografía muy distintas de las actuales– he respetado al máximo la disposición del original en lo que se refiere a la puntuación y al empleo de las mayúsculas. Sabido es que la época de Servet no existían reglas muy precisas al respecto; así, en el original de las actas, Trinidad, Espíritu Santo y otros 11


nombres religiosos aparecen indistintamente con mayúscula o minúscula, divergencia que he mantenido en mi traducción. Pese a mi deseo de reducir al mínimo los comentarios, he incorporado a las actas algunas notas que me han parecido indispensables para esclarecer hechos que de otro modo resultaban difícilmente inteligibles. Espero que el lector encuentre justificada esta intromisión.

12


Parte I



LA ÉPOCA

El Renacimiento europeo es el fruto del prodigioso desarrollo de todas las fuerzas vivas presentes en la sociedad del siglo XV. A lo largo de la Edad Media éstas fueron reprimidas por la potencia terrenal y espiritual que era entonces la Iglesia, y por los diversos poderes feudales dominantes. Condiciones históricas nuevas y propicias van a permitir a las ideas modernas expresarse y a los hombres de progreso afirmarse y avanzar, abriendo caminos ignorados, profundos y prometedores. En el campo de la innovación técnica, base verdadera del movimiento renacentista en su aspecto material, asistimos desde aproximadamente 1450 a una revolución del conocimiento y de la acción. La imprenta se prefigura ya en el siglo XIV a través de la xilografía, pero el gran paso será dado por el orfebre mayencés Gutenberg: éste reemplaza la plancha de madera por los caracteres móviles de letras de plomo, posibilitando la impresión de textos con mayor rapidez, precisión y en número más elevado difundiendo así el saber a capas más amplias del conjunto social. Paralelamente el papel de origen chino, venido por Persia y el Mediterráneo, es preferido, por su bajo coste y fácil adaptación, al antiguo pergamino. En la industria se emplean a partir del siglo XII variados instrumentos de producción que utilizan la energía hidráulica: molinos –aparte de los de aire–, palas textiles, sierras para la madera, martillos de herrería, fuelles de fragua. Éstos se generalizan y se perfeccionan en la etapa cuatrocentista. En las minas se introducen desde 1460 mejores procedimientos de horadamiento y avenamiento; los altos hornos empiezan a funcionar. La agricultura también progresa firmemente. La navegación adquiere nuevas dimensiones, alzándose y aumentando los mástiles en las embarcaciones, extendiéndo15


se y multiplicándose las velas rectangulares, apareciendo el timón de codaste fijado al navío, implantándole las brújulas sobre eje y los astrolabios. Las carabelas genovesas suceden a las finas galeras venecianas, poco aptas para alta mar. La cartografía marítima se hace más exacta y completa, reflejando ya aplicaciones de teorías adelantadas: tierra redonda, satélite del sol. En óptica se utilizan corrientemente lentes de corrección. En mecánica el reloj calculador del tiempo es un sistema conocido. La balística forma parte de la realidad, en las guerras se emplea la artillería y la pólvora; la infantería pasa a ser un cuerpo de choque, desvalorizándose lentamente la caballería. Cambios económicos y sociales Naturalmente las transformaciones técnicas van a repercutir en la organización económica y social, que a su vez contribuirá a acelerarlas o retrasarlas según las circunstancias. A partir del siglo XII pequeñas ciudades, comunas o municipios se liberan del yugo feudal conquistando su autonomía política: a su cabeza hallamos una joven burguesía mercantil, cuya actividad ha sido favorecida por los progresos del transporte y del intercambio. La producción se incrementa por igual: artesanía de la tela, industria minera, metalurgia ligera, agricultura racional. Y la banca nace, por la necesidad para el comerciante de cambiar moneda, obtener préstamos, realizar transferencias. Durante toda la Baja Edad Media, a pesar de las pestes, los conflictos militares, las tarifas de paso locales y demás obstáculos, esta vigorosa clase media extiende su red comercial y bancaria de Venecia, Florencia y Génova hasta Marsella, Barcelona, Valencia, África del Norte, Grecia, Egipto y el mar Negro, y desde Brujas, Londres, Hamburgo y Lubeck, hasta Suecia y Rusia. Entre las dos grandes regiones –pulmones de la nueva economía europea– que son el Noroeste del continente y la Italia septentrional, se crean itinerarios permanentes de circulación y comunicación. Al principio a través de la Champaña, donde 16


se instalan célebres ferias; después pasarán por la Alemania meridional, dando prosperidad a Augsburgo, Nuremberg y Francfort. En la práctica ordinaria surgen métodos e instituciones propias, originales: la contabilidad de doble partida, el cheque, la letra de cambio, el seguro marítimo, la sociedad de inversiones, la bolsa de mercancías. La división del trabajo es aún reducida, limitándose los talleres de artesanos a producciones especializadas, restringidos por los reglamentos de los rígidos gremios. Así pues, al alba de los grandes descubrimientos geográficos existe en Europa occidental un capitalismo primitivo, emprendedor, creciente. La circunnavegación de Africa por los pioneros portugueses Bartolomé Díaz y Vasco de Gama, hasta llegar a las Indias orientales, al acabar el siglo la hazaña atlántica de Cristobal Colón –probando por la experiencia directa su teoría del globo– alcanzando y penetrando las tierras americanas, seguida a principios del XVI por el viaje mundial de Fernando de Magallanes, que abre las puertas del Pacífico hasta Asia, establecen una serie de rutas comerciales hacia fuentes de materias primas y metales. La explotación de éstas sera ruda, las colonias fundadas, en particular las de Suramérica, serán vaciadas de sus riquezas, las poblaciones indias o africanas esclavizadas o exterminadas. Mas Europa conservará durante tres siglos la hegemonía mundial. El oro, la plata, las especies, la seda, afluyen a los puertos de Lisboa y Sevilla, pero como ni España ni Portugal disponen de una estructura mercantil y banquera desarrollada, los valiosos productos van a parar a los centros de compra y venta de Amberes o a las arcas de las bancas germanas e italianas –recordemos a los Fugger o a los Medici–, si no son malgastados en ejércitos, palacios o artesanos extranjeros. El ensanchamiento del comercio, la mayor circulación de capitales, ayudan a la artesanía a aumentar su capacidad de fabricación y a elevar su calidad; frente al fuerte sector textil se alza la moderna metalurgia, favorecida por la extracción del carbón y la fusión del hierro. Los gremios pierden vitalidad, ya que sus 17


reglamentos de ingreso, aprendizaje y titulación se revelan contrarios a la introducción de adelantos técnicos y reproducen una jerarquía laboral rígida. La división del trabajo se da cada vez menos entre talleres especializados, y cada vez más dentro mismo de la planta de producción; ésta realiza ya las distintas fases de elaboración de la mercancía. Lenta pero inexorablemente la manufactura toma cuerpo. En la sociedad europea la burguesía consolida su posición, apoyada en su poderío económico, reconocido y respetado por papas y reyes. Los monarcas de varios países –Inglaterra, Francia, España– se sirven de esta clase dinámica para cimentar la construcción de la unidad y el estado nacional, dificultada por la estrategia disgregadora de la nobleza. La Iglesia, como ente feudal sólido –poseedora de terrenos innumerables, controladora de la enseñanza y la investigación, dominadora de las masas ignorantes– es aún el más dificil adversario para las tendencias progresistas. Pero pronto las armas necesarias van a ser forjadas en las regiones más avanzadas del continente. Impulsores del progreso El orden intelectual también se ve afectado por los cambios acontecidos en las infraestructuras técnicas, sociales y económicas. Más allá de los dogmas medievales surge la ciencia verdadera. El oscurantismo y la escolástica retroceden frente a una filosofía próxima a la naturaleza y a la libertad humana. Figuras prestigiosas aparecen en los países abiertos a la razón y se ocupan con abnegación, hondura y audacia de las cuestiones fundamentales de su campo y su época. Italia da a luz al fecundo ingeniero y artista Leonardo da Vinci. Interesado por la guerra, prefigura carros de combate, cañones, bombas de gas –que le inspiran leyes generales sobre la energía mecánica y de vapor–; para los aires prevé helicópteros rudimentarios, y para el mar sumergibles y escafandras. Interesado por crear instrumentos pacíficos y útiles, idea má18


quinas de coser, perforadoras, prensas para la imprenta. Consagrándose a los problemas de la agricultura proyecta grandes planes de regadío. Apasionado por la anatomía, realiza disecciones prohibidas con el fin de representar las venas y el corazón, los otros órganos, el cerebro; su propósito era llevar a cabo una «cosmografía del microcosmos», siguiendo la evolución del feto en su matriz, el nacimiento, el crecimiento, la decadencia y la muerte. En la misma Península se destaca un hombre de Estado, Nicolás Maquiavelo: a partir de su experiencia diplomática y de sus estudios históricos elabora una doctrina de gobierno pragmática –en particular en El Príncipe (1513), basado en César Borgia– dando prioridad total a los objetivos sobre los medios, pero defendiendo formas de poder republicanas y democráticas. Dentro de la teoría política, Inglaterra dará una aportación valiosa con Tomás Moro: este católico intransigente y líder brillante es el autor de Utopía (1516), libro en el cual evoca una sociedad igualitaria y feliz con reminiscencias arcaicas, que en realidad refleja las aspiraciones difusas del campesinado comunalista británico. Continuador de la tradición humanista italiana en Holanda, Didier Erasmo propugna el conocimiento directo de la antigua cultura grecolatina; cristiano primitivo estudia los textos sagrados y los escritos de los padres de la Iglesia en su versión original, buscando en ambos intentos la autenticidad lingüística y espiritual. Critica los ritos de los monjes, los santos, las indulgencias, los abusos de los cardenales y de los papas, mas no acepta la reacción luterana, por ser fanática y divisora. Ridiculiza las falsas ciencias: retórica, vacía jurisprudencia, astrología, escolástica pedante, teología todopoderosa. Su ideal filosófico es la lucha del hombre natural y bueno por la perfección divina. En política se define en favor de la paz, el bien común y la tolerancia. En literatura cree positivo el uso de las lenguas nacionales. La astronomía regresa a la realidad gracias a Nicolás Copérnico. Este afirma que el Sol, y no la Tierra, es el centro del Uni19


verso, y que los planetas giran alrededor de él y sobre sí mismos. La verdadera y clara tesis acaba con las elucubraciones de Ptolomeo y de los teólogos medievales y destruye los conceptos geocéntricos y antropocéntricos dominantes. El magistral tratado donde expone su descubrimiento, Revoluciones de las órbitas celestes (1543), es prudentemente impreso en el crepúsculo de su vida, con el prefacio mutilado y dedicado al papa Pablo III: pese a esto es pronto registrado en el Índice romano, y en las escuelas se prohibe enseñar sus puntos de vista durante dos siglos. Ya dentro de la medicina, Paracelso abre la vía a la doctrina de los específicos y a la terapéutica química, se compromete con la astrología y la magia, pero innova en la cirugía con la introducción de la «mumia» (bálsamo natural reparador de los tejidos). En Italia, el catedrático, investigador y anatomista Andrés Vesalio escribe como fruto de sus trabajos el Cuerpo humano (1543), fiel descripción del complejo biológico; siendo médico del emperador Carlos I, tuvo ciertos problemas con la Inquisición, a causa de sus disecciones, que quedaron resueltos más tarde gracias a Felipe II. En Francia, Ambrosio Paré instituye la ligadura de las arterias, que sustituye a la cauterización con hierro ardiente; resuelve también una multitud de problemas en otros sectores de la medicina. Siguiendo esta línea moderna y científica, superadora del galenismo, resalta la persona de Miguel Servet, hijo de Aragón, estudiante en Francia, practicante brillante, observador paciente: notando «que el tamaño de la arteria pulmonar y el copioso volumen de la sangre que transporta, no pueden tener por misión, meramente la nutrición de los pulmones», deduce que el precioso líquido se oxigena en ellos, describiendo así la circulación menor casi un siglo antes que Harvey. Servet, además de médico, fue un humanista enciclopédico y ante todo un teólogo. Al amparo de la Biblia desaprueba el dogma de la Trinidad, afirmando que los tres seres divinos son diferentes encarnaciones de un mismo principio. En los libros Errores de la Trinidad (1531) y Restitución del cristianismo (1533) aboga en favor de una re20


ligión regenerada y espiritualista, con cierta influencia panteísta y anabaptista. Opuesto tanto a la Iglesia como a Calvino, es quemado en efigie por la Inquisición en Viena del Delfinado y en su propia carne por el implacable reformador en Ginebra. La Reforma El movimiento liberador intelectual y científico, acompañado de mutaciones sociales y económicas de alcance radical, va a culminar en la Reforma. Dentro del catolicismo toma consistencia una corriente renovadora, que quiere infundir mayor conciencia cristiana –enraizándose en las Sagradas Escrituras, San Pablo y San Agustín– y rechazar el culto a las imágenes, las ceremonias, los donativos y las jerarquías. La burguesía va a utilizar estos brotes de contestación religiosa auténtica para expresar sus reivindicaciones y conquistar parcelas de poder. Incluso el pueblo bajo –jornaleros, plebeyos, pequeños propietarios– se convierte a la herejía si ésta le permite llevar a cabo una lucha real para salir de su miseria. Y es que la Iglesia había acaparado hasta tal punto la vida pública y la formulación de las ideas en la Edad Media que no era posible expresarse y propagar un mensaje social sino a través de formas idealizadas y sacras. El primer país en conocer la rebelión es Alemania. En 1517 el monje agustino Martín Lutero expone sus noventa y cinco proposiciones refutando la autoridad papal y la venta de indulgencias. Su fe en la gracia de Dios, en la pureza del cristianismo y en la redención de los pecadores le ha conducido a tal extremo. El campesino pobre germánico y, posteriormente, los hidalgos humildes, convencidos por los nuevos principios de la justicia de sus derechos, se levantan en armas. Lutero, excomulgado por Roma y combatido por el Emperador –las dos cabezas del orden feudal–, se alía a los príncipes y ciudadanos que codician los bienes de la Iglesia: éstos aplastan en sangre las insurrecciones populares y realizan rápidamente las provechosas secularizaciones. Una liga de católicos, dirigida por 21


Carlos I, se opondrá a ellos, y las guerras durarán treinta terribles años (1525-1555), perpetuando la división geográfica y política de Alemania durante tres siglos. En 1545 tiene lugar el Concilio de Trento, inicio de la Contrarreforma. Condena el libre examen e interpretación de la Biblia, establece la supremacía absoluta de la Santa Sede, hace obligatorio el uso del latín en los oficios. Se emprende la reorganización de la Inquisición, probado instrumento de represión, creada en el siglo XIII para perseguir a los herejes cátaros del sur de Francia. La Congregación del Índice es instaurada: su misión será la censura. En España, Ignacio de Loyola funda la Compañía de Jesús, milicia incondicional a las órdenes del papa, encargada de la enseñanza. Pero el proceso reformista no se detiene. En Ginebra, ciudad comerciante y culta, la clase media local comprende las posibilidades que le da el protestantismo para lograr la independencia de la República, y acoge a los líderes luteranos refugiados de Francia, Guillermo Farel y Juan Calvino, en 1538. Este último es el autor de la Institución de la religión cristiana, que contiene su famosa teoría de la predestinación, según la cual tan sólo una minoría de hombres ya elegidos serán salvados por Dios. Expulsados de la villa por la elite libertina, regresan definitivamente en 1541, imponiendo una autoridad teocrática y moralista. Una Iglesia sólida y semidemocrática, una Universidad religiosa abierta a las humanidades y a las ciencias, un orden laboral riguroso y austero: he aquí los tres pilares del calvinismo. Pero pronto surge la oposición de los intelectuales liberales, de los católicos nobles, de los modestos anabaptistas. Contra ella se emplea la dureza: exilio de numerosos disidentes, expulsión del rector, ejecución del adversario. En esta situación tensa llega Servet en 1553, huyendo de la justicia de Viena del Delfinado. Calvino le considera como un peligroso heterodoxo e imagina alguna conspiración. Arrestado, comparece ante los tribunales y es sentenciado a muerte en la hoguera. 22


EL PROCESO

En una época como la actual en que la estructura del poder, tanto al Este como al Oeste, es cada vez más aplastante, y en que el individuo se percibe a sí mismo cada vez más ínfimo y cifrado, la figura de Servet nos aparece como un símbolo imperecedero. Las concepciones antitrinitarias, que llevaron a Servet a ser quemado en efigie por la Inquisición en Viena del Delfinado y en forma real por los calvinistas en Ginebra, están lejos de las preocupaciones de nuestros días, pero la intolerancia del poder político, social o religioso hacia quienes le combaten con las ideas sigue siendo por desgracia bien actual. Servet, chivo expiatorio Es además fenómeno peculiar de las épocas en que el poder desea afianzarse, tal vez por sentirse ideológicamente poco seguro, la búsqueda de un chivo expiatorio, en forma de grupo o individuo, que sirva para descargar las iras del pueblo, una vez más engañado, y que permita operar una hábil maniobra de distracción. Sucede además a menudo que ese desgraciado chivo expiatorio no es un individuo auténticamente peligroso, en el sentido de que trate de levantar a las multitudes contra la estructura dominante, sino sólo un intelectual que molesta porque no consiente en doblegar su pensamiento. Varios años antes de que Servet llegara a Ginebra y fuera prendido por los enviados de Calvino, ya éste escribía a Guillermo Farel: «Si Servet viene a Ginebra, no toleraré que salga vivo.» Calvino ve en el proceso y en la muerte de Servet un modo de acentuar el férreo poder que trataba de implantar en la ciudad de Ginebra; tropezaba para ello con la oposición del partido de los libertinos, así llamados por sus tendencias liberales, capitaneados por Felipe Berthelier, y justamente el pro23


ceso de Servet permitirá a Calvino juzgar a la oposición e instaurar ese gobierno políticorreligioso al que aspira. Han transcurrido más de cuatro siglos y todavía Ginebra no ha conseguido liberarse por completo del aire de tristeza y aburrimiento que instauró Calvino. Basándose en un sistema de delación y persecución –tantas veces repetido hasta nuestros días– Calvino implanta la austeridad por decreto. Todo queda debidamente codificado y además con un sentido enormemente clasista, como se pone bien de manifiesto en los siguientes párrafos: «Se prohíbe llevar en el vestido ningún adorno de oro, brazaletes, cordones, botones y collares y toda clase de pedrería. Se prohíbe llevar vestidos de seda y bandas de terciopelo a los artesanos y gentes de baja condición. Ítem sombreros y bonetes, pantuflas de terciopelo, pieles, etc. Ítem a los hombres de llevar pelo largo y usar pendientes en las orejas; a las mujeres todo rizado de cabello, peinetas y cualquier otro adorno superfluo o excesivo. Ítem a las mujeres llevar más de cuatro anillos de oro, y a los artesanos y a las jóvenes ninguno. Ítem a las mujeres de los artesanos llevar sarga de Florencia, ni escarlata ni escarlatina, forros de calidad, pieles, ni clase alguna de sedas, ni ellas ni sus hijas sombreros que cuesten más de un escudo. Se prohibe a las modistas hacer ningún modelo nuevo de vestido sin el permiso de los pastores.» (citado por J. Goyanes en su libro Miguel Servet). Nada de extraño tiene que, en ese clima de fanatismo y de ciega intolerancia, Servet fuese la víctima propiciatoria de un régimen que necesitaba demostrar que no tendría contemplaciones con los herejes. Libertad de pensamiento El enfrentamiento entre Servet y los dos grandes poderes de represión ideológica de la época –la Inquisición y el calvinismo– es fiel exponente de lo difícil que resulta a las estructuras establecidas tolerar las ideas disidentes. Para desencadenar la represión no es preciso en modo alguno que tales ideas 24


sean sustentadas por muchos, pues lo que importa al poder represivo no es el número de los que disienten sino el hecho mismo de la disidencia. Una vez determinado lo que se considera ortodoxo, los responsables de la doctrina reprimen con dureza toda desviación e incluso extreman la brutalidad cuando perciben la incoherencia de la concepción que defienden frente a la lucidez o al vigor del pensamiento heterodoxo. Verdad es que en tales circunstancias el mantenimiento de la ortodoxia y el sostenimiento de las posiciones personales adquiridas al socaire de esa defensa se entremezclan tan estrechamente que acaba por no saberse si lo que se defiende es una idea o una situación. En particular los defensores de Calvino han dicho que Servet llegó a Ginebra con el deseo de entrar en contacto con los libertinos y de galvanizar la oposición contra los calvinistas, pero nadie ha podido encontrar huellas históricas de tales relaciones. Servet, según declara en el juicio, pasa por Ginebra en ruta hacia Nápoles, dominada a la sazón por los españoles, donde desea ejercer la medicina, pero en realidad el cruce por la ciudad de Ginebra constituía un evidente desvío. ¿Cuál es pues la explicación? Hemos de buscarla en el carácter de Servet, quien creyendo firmemente que es poseedor de la verdad y considerando que nadie puede arrebatarle la libertad de pensar, quiere dar un paso más y llegar a la libertad de expresión sustentando en el propio feudo de Calvino la doctrina antitrinitaria, que ha estado a punto de costarle la vida en Viena del Delfinado. Seguro es que a nadie se quemará hoy día por antitrinitario, pero aumenta sin cesar la lista de personas encarceladas, torturadas, perseguidas, desaparecidas o consideradas dementes porque frente a los dogmas enteros e indivisibles desean conservar la libertad de pensar sin que nadie les marque los moldes que han de seguir. Pero no sólo tenemos en nuestro siglo los dogmas políticos, sociales y religiosos sino otro muy peculiar, en el que a todos se nos quiere hacer creer porque así interesa a quienes lo sos25


tienen. Me refiero a la ciencia. Walker Percy, médico y novelista estadounidense, ha escrito que «la ciencia ha llegado a ser en el siglo XX tan dogmática como la teología en el XIII». Igual que en la época de Servet nadie debía negar los dogmas religiosos, toda la primera mitad del siglo XX ha contemplado la elevación de la ciencia a la categoría de doctrina incontrovertible. Una de las consecuencias más terribles de esa entronización de la ciencia como rectora de la Humanidad ha consistido en considerar que todo avance científico significa un beneficio para el hombre, cuando vemos por desgracia que aumenta sin cesar el número de aparentes progresos que, lejos de liberar al hombre, lo hacen cada vez más esclavo. El encumbramiento de la ciencia ha llevado consigo un desprestigio de los valores morales, a pesar de que como ya advirtió Servet en su Restitución del Cristianismo: «Antes de esta edad (los veinte años) ha de irse educando gradualmente al niño, pero no con la ciencia humana, que es esencialmente enemiga de Dios y de la verdad.» El resultado es que vivimos hoy en una época en la que, tras el intento de sustituir a la ética y a la religión por la ciencia, ésta ha dejado paso a la técnica, que no está en condiciones de ofrecer más que objetos, desde los más complejos y costosos, como los cohetes para llegar a la Luna, hasta los más simples y perecederos. Esa «cosificación» de los ideales humanos está exactamente en el polo opuesto de lo que Servet defendió y por lo que murió: ideas que no le podían reportar ningún beneficio, pero en las que él creía firmemente. ¿Conducta suicida? Servet fue un hombre de polifacética personalidad, conocido sobre todo en España por haber sido el descubridor de la circulación menor, esto es, del circuito establecido entre el corazón y los pulmones para la oxigenación de la sangre. Pocos saben que además fue un eminente geógrafo y astrónomo, que previó un eclipse de Marte producido por la Luna para la noche del 13 de febrero de 1538. Llevado de su ímpetu natural se lan26


zó por el camino de la astronomía a la astrología y llegó incluso a publicar una Defensa de la astrología. Fue también un médico impregnado de sentido social, que según un cronista de la época cuidaba gratuitamente a los niños, las mujeres ancianas, los cantantes callejeros y los barberos. Fue pues, como ha escrito Georges Haldas en su libro Passion et mort de Michel Servet, «el Miguel de Villanueva, médico y humanista de vida encajada en el sistema, y el Miguel Servet herético, subversivo y teólogo aventurado.» Esta segunda faceta de su personalidad es la que muestra con toda rudeza en el proceso, hasta tal punto que obliga a pensar en una auténtica conducta suicida. En las contestaciones que da a las anotaciones de Calvino y sus colaboradores sobre las obras de Servet (véase la segunda parte del presente libro) encontramos sin cesar insultos y desprecios. Resulta evidente que Servet no trataba de salvar la vida sino de defender unas ideas que la parecían justas, aunque ello le pudiera llevar a la hoguera, como así sucedió. Para él no había posible contemporización ni compromiso: Jesucristo no era el hijo eterno de Dios, y ni siquiera cuando se preparaba la hoguera y Guillermo Farel le apremiaba a que se desdijera de sus ideas, Servet quiso aceptar la idea trinitaria. Murió pues Servet porque quiso morir, mas no llevado de una intención suicida sino del deseo de hacer resplandecer su verdad, una verdad que muy pocos compartían y que era recibida por católicos y protestantes con abierta hostilidad. La actitud de Calvino Tal como muestran las actas del proceso de Servet, el deseo de Calvino de condenar a muerte a Servet le lleva a colaborar sin el menor escrúpulo con el tribunal de la Inquisición de Viena del Delfinado. No es, además, una colaboración efímera o casual sino perseverante y sistemática. Mientras Servet ejerce la Medicina en esa ciudad, cercana a Lyón, un tal Guillermo de Trie escribe a su primo Antonio Arneys 27


que no comprende cómo pueden tener entre ellos a un hereje «que merece ser quemado vivo donde quiera que vaya», pero no se limita a emitir ese juicio draconiano sino que envía cartas confidenciales que Servet había escrito a Calvino para exponerle su doctrina sobre «la restitución del cristianismo». Verdad es que al mandar las comprometedoras cartas, Guillermo de Trie insiste en lo poco dispuesto que Calvino estaba a prestárselas, aunque lo hizo finalmente en aras de la sacrosanta lucha contra la herejía y, podemos añadir, sabiendo pertinentemente que su colaboración con la Inquisición podía suponer para Servet la hoguera. Más tarde, cuando está en marcha el proceso de Servet y los jueces parecen dudar de su culpabilidad, Calvino interviene personalmente para hacer caer sobre el pobre aragonés todo el peso de su saber teológico. El maestro de la Reforma no se fía de los testigos de cargo que ha enviado contra Servet y actúa personalmente, redactando las preguntas del tercer interrogatorio, para que el desenlace de lo que es ya una parodia de justicia, no admita dudas. Claro es que la colaboración de Calvino con la Inquisición tuvo también su recompensa y así, cuando los jueces de Ginebra piden a los de Viena del Delfinado que les comuniquen la sentencia de Servet, éstos no se hacen de rogar y envían incluso al vicebaile de la prisión para que el entendimiento entre los dos poderes conduzca con certeza a la pérdida de Servet. Por otra parte, las reiteradas preguntas que el fiscal de Ginebra dirige a Servet respecto a Guillermo Guéroult, impresor en Viena del Delfinado y preso a la sazón en esta ciudad, prueban que la Inquisición le había facilitado datos con los que trataba de confundir al pobre Servet. Sería fácil continuar cargando las tintas contra Calvino y vilipendiar de paso al protestantismo, pero la realidad histórica nos muestra que éste ha sido en general un factor de tolerancia. Me he preguntado con frecuencia si la desastrosa evolución política de España en los siglos XIX y XX, constantemente 28


esmaltada de dictaduras y guerras civiles, no se ha debido a la terrible intolerancia de que hizo gala nuestro país, en los primeros tiempos del protestantismo. Y, como ha dicho Marcel Bataillon: «una vez establecido el sistema, la intolerancia se mantiene de generación en generación.» Sólo en España y en muy pocos países más podía publicarse un libro como la Historia de los heterodoxos españoles de Menéndez Pelayo, en el que éste, verdad es que con la mayor erudición, justifica los crímenes de la Inquisición. El grito de dolor Pocas ciudades en el mundo presentan una imagen tan distinta como Ginebra en verano y otoño. En los meses de noviembre y diciembre se cierne sobre Ginebra una bruma baja que oculta la vista del sol durante semanas y semanas, y que da a la ciudad un aspecto de suprema tristeza. En uno de esos días, ventoso por más señas, partió del Obispado la comitiva que llevó a Servet a la hoguera. Después de recorrer 333 pasos llegó frente al Ayuntamiento, en donde leyó la sentencia el síndico municipal D’Arlot. El pastor de Neuchatel, Guillermo de Farel, venido para auxiliar a Miguel Servet en sus últimos momentos, trató de obtener del condenado una retractación, pero sin resultado alguno. Se cuenta que Servet poco antes de morir exclamó: «Señor Jesús, Hijo de Dios eterno, ten piedad de mi alma.» Ni siquiera en ese momento quiso reconocer, como querían sus adversarios, a Jesús como Hijo eterno de Dios. ¡Antitrinitario hasta la muerte! Desde el Ayuntamiento la comitiva se puso nuevamente en marcha por una serie de calles que forman hoy la «Ciudad Vieja» de Ginebra. Por la plaza de Bourg-de-Four y la calle de los caldereros llegó la comitiva a la puerta de San Antonio, que atravesó para salir de la ciudad y dirigirse al Campo del Verdugo, situado en la colina de Champel. Y como escribió Emilio Gaidan: «Un terrible grito, un grito de dolor, una queja, un grito de su29


frimiento indecible subió hacia el cielo. ¡Todavía oigo ese grito cuando en una triste jornada de otoño, mis pasos se pierden por la meseta de Champel!»

30


LA REHABILITACIÓN

Lo que hoy nos parece un terrible crimen, debió considerarse durante muchos años como un castigo merecido, pues reinó un silencio total acerca de las circunstancias que habían llevado a Servet a perecer en la hoguera. Poco después del luctuoso suceso, Sebastián Castellion señaló en su libro De Haereticis: «Al matar a Servet los ginebrinos no defendían una doctrina; Servet había luchado contra Calvino con argumentos y con escritos, y con esas mismas armas tendría que haber sido combatido.» Pero después de esas palabras reprobatorias tiene que llegar el siglo XVIII para encontrar testimonios análogos. El primero en acudir en defensa de Servet, en 1709, fue Juan Antonio Gautier, Secretario de Estado y profesor de la Universidad de Ginebra, en su libro Historie de Genéve. Viene después el pastor Miguel de la Roche que, en 1712 en inglés y en 1717 en francés, publica un corto estudio en el que trata de rehabilitar la memoria de Servet. Sigue en orden cronológico la tesis de Allwoerden, presentada en 1727 con el título de Historia Michaelis Serveti ante un tribunal presidido por el profesor Mosheim, quien en 1748 y 1750 publica dos trabajos sobre el mismo tema. Poco después, en 1749, el abad D’Artigny publica en las Noveaux mémoires d’histoire, de critique et de littérature un trabajo titulado «Memories pour servir l’histoire de Michael Servet», en el que por primera vez aparecen documentos del proceso de Viena del Delfinado. Obsérvese que todos esos estudios aparecen fuera de Ginebra, donde en 1757 el Consejo Menor deniega al profesor Jacobo Vernet la autorización necesaria para consultar los documentos originales del proceso de Servet, indicando que convenía dejarlos sumidos en el olvido porque quizás resultaban 31


poco honrosos para la memoria de Calvino. Esa actitud del gobierno ginebrino resultaba tanto más significativa cuanto que, poco tiempo antes, Voltaire había censurado en términos graves la actitud intolerante del reformador y defendido la memoria de su antagonista en un capítulo de su libro Essai sur les mœurs. Ha de transcurrir todavía más de medio siglo para que se produzca una nueva floración de trabajos de rehabilitación del médico aragonés, y de estudios de sus creencias y de su comportamiento con Calvino. En 1839 aparece una obra del pastor alemán Trechsel sobre los antitrinitarios, en la que hace un estudio serio de las doctrinas y la vida de Servet. En 1844 ve la luz un trabajo del ginebrino Albert Rilliet-de-Candolle titulado Relation du procés criminel intenté à Genève, en 1553, contre Michael Servet, que constituye el primer estudio concienzudo de los documentos del proceso de Ginebra y la primera publicación aparecida en Ginebra en la que aparece Servet como figura digna de respeto y aún de aprecio. Rilliet-de-Candolle reconoce que «Servet tenía un profundo respeto por el cristianismo y profesaba una sincera fe cristiana». Sin embargo, la rehabilitación masiva de Servet no se produce hasta el último cuarto del siglo XIX, y en ella destaca por la importancia cuantitativa y cualitativa de su participación el pastor Enrique Tollin, de Magdeburgo, que según Claparéde «hizo de la rehabilitación de Servet la obra capital de su vida». Para ello recorrió en varios países bibliotecas y archivos a fin de recoger todos los datos que pudieran contener sobre su héroe y llegar así a hacerse una idea exacta de lo que fue Servet y su doctrina. Sobre la objetividad con la que actuó Tollin no hay unanimidad entre los diversos autores. Así, Marcelino Menéndez Pelayo afirma en Historia de los heterodoxos españoles que Tollin «ha hecho de él [se refiere a Servet] un retrato moral, que ni es muy artístico, ni es del todo verdadero... No ha visto en él más que a un místico abrasado de amor divino y devorado por espirituales y suprasensibles ardores... Ha hecho de él un tipo de 32


fantasía, soñador, melancólico, quejumbroso y profeta, siempre absorto en la lectura de la Biblia. Este Servet, así refundido y acicalado... dista toto cœlo del Servet de la realidad». En todo caso, el pastor de Magdeburgo tiene el enorme mérito de ser el autor que más a fondo ha estudiado a Servet, y además desde todos los enfoques. Su primer libro importante fue «La doctrina (de Servet» publicado primeramente en alemán en 1876 y traducido más tarde al inglés y francés. La bibliografía de Tollin sobre Servet comprende 75 títulos, entre los cuales 28 se refieren a los trabajos médicos del galeno aragonés y comprenden temas tan variados como los siguientes: Cómo llegó a ser médico Miguel Servet, Sinforiano Champier, el maestro lionés de Miguel Servet, Los españoles, los italianos, los franceses y el descubrimiento de la circulación, El descubrimiento de la circulación de la sangre por Miguel Servet y Miguel Servet el hombre de la experimentación. Verdad es que la rehabilitación que hemos examinado se mantiene en el terreno de los eruditos y no alcanza en modo alguno un carácter amplio. Si se excluyen los eruditos encariñados con la figura de Servet o con lo que ella podría representar, la mayoría de los teólogos, geógrafos y médicos, disciplinas en las que más destacó Servet, contemplan al genial aragonés con una mezcla de extrañeza e indiferencia. Destaca, en la pléyade de investigadores de Servet, la ausencia de autores españoles, que en su mayoría sólo han escrito biografías basadas en datos obtenidos por autores extranjeros. Parece que el primer español que se ocupó con cierta amplitud de Servet fue Latassa, que en 1798 publicó en Zaragoza, en la «Biblioteca nueva de escritores aragoneses», un estudio basado principalmente en otro de D’Artigny. Verdad es que la estancia de Servet en tierras españolas fue breve y dejó pocos recuerdos, al corresponder al período menos productivo de su vida. Sólo he encontrado algunas contribuciones españolas sobre el lugar de nacimiento de Servet, que fue el tema de una comunicación presentada en la 33


sesión inaugural de la Academia de Medicina de 1931 por el Dr. Nicasio Mariscal, en la que probaba que ese lugar fue Villanueva de Sijena, en la provincia de Huesca. He encontrado también, citado en el libro de P. L. Ladame Michel Servet, sa réhabilitation historique, un hallazgo efectuado por un notario de Barcelona, el Dr. Benet Roura Barrios. Éste encontró en una iglesia del pueblo donde nació Servet un viejo retablo dedicado a la Trinidad en 1588. Según el autor del descubrimiento, el retablo fue encargado por los progenitores de Servet para expiar la publicación del libro antitrinitario De Trinitatis erroribus y en él aparecen tanto el padre corno la madre. En el magnífico libro de Roland H. Bainton Michel Servet, hérétique et martyr, publicado en 1953, aparecen nueve autores españoles en una bibliografía que comprende libros y artículos de más de un centenar de autores. En Historia de los heterodoxos españoles, la presencia de autores españoles es aún más reducida, pues sólo comprende cuatro estudiosos de Servet. En la obra de más reciente aparición y de bibliografía más completa, Miguel Servet, su vida y su obra de José Barón Fernández, se citan 50 estudios sobre Servet realizados por españoles. En la rehabilitación histórica de Servet, tuvo notable influencia a comienzos del siglo XX una pequeña obra de Guillermo Harvey titulada Michael Servetus, que constituye el texto de la conferencia pronunciada por el eminente profesor de Oxford en el Club Histórico de la Escuela de Medicina John Hopkins, de Estados Unidos. Es curioso señalar que en el ejemplar que se conserva en la Biblioteca Universitaria de Ginebra falta la figura en la que aparece fotografiada la estatua de Miguel Servet, en Annemasse, con una inscripción poco grata para la memoria de Calvino. ¡Algún calvinista acérrimo ha debido ocuparse de arrancar la hoja en cuestión! El monumento expiatorio de Ginebra A principios del siglo XX, la rehabilitación de Servet se desenvuelve todavía entre eruditos, sin que se haya hecho nada 34


para que alcance una difusión más amplia. Es entonces cuando surge la idea de elevar un monumento a Servet, en el mismo lugar en que fue quemado y esparcidas sus cenizas. Hizo la propuesta, el 11 de abril de 1902, el profesor Ernile Doumergue, de nacionalidad francesa, en una conferencia dada en Ginebra en la Sala de la Reforma. En realidad, la idea había sido ya lanzada en 1862 por Jules-Romain Barni, pero los protestantes ortodoxos, capitaneados por el pastor Bungener, ahogaron su voz. En un folleto que se distribuyó con amplitud entre el público se declaraba lo siguiente: «El 27 de octubre próximo será el 350° aniversario del día en que Miguel Servet murió en la hoguera de Champel. Queremos lamentar públicamente este acto y aprovechar la ocasión para afirmar solemnemente nuestra adhesión inquebrantable a la libertad de conciencia, ignorada durante largo tiempo y con frecuencia por las iglesias y los poderes públicos.» El 11 de septiembre de 1903 se constituyó un Comité en favor del monumento, que de un modo más o menos explícito indicó que los donativos habrían de proceder exclusivamente de protestantes. En definitiva, lo que se trataba era de lavar la memoria de Calvino más que de honrar verdaderamente al acérrimo heterodoxo. Varios datos permiten comprobar este aserto: 1. La idea de una estatua que representara a Servet queda rápidamente descartada por los promotores, pues ello habría supuesto una especie de reivindicación del «hereje», que era justamente lo que se quería evitar. 2. El emplazamiento del monumento se hizo cerca del lugar donde fue quemado Servet, pero en un sitio escasamente transitado. Cuando algunos años más tarde elevan los ginebrinos un monumento a los reformadores, lo hacen en uno de los jardines más céntricos de la ciudad, frente al edificio central de la Universidad. 3. Las inscripciones que propuso el profesor Emile Doumergue fueron modificadas de modo que se realzara más a Calvino y 35


menos a Servet. Así, Doumergue propuso la siguiente inscripción: En Champel, Servet murió en la hoguera el 27 de octubre de 1553 víctima del error de Calvino y de su tiempo Los protestantes reformados del siglo XX han levantado esta piedra en testimonio de su profundo respeto por la libertad de conciencia y en honor de los verdaderos principios de la Reforma y el Evangelio Sin embargo, las inscripciones que se encuentran hoy en el monumento son las siguientes: El 27 de octubre de 1553 murió en la hoguera en Champel Miguel Servet de Villanueva de Aragón Nacido el 19 de septiembre de 1511 Esta inscripción figura en la cara más visible de la piedra expiatoria, pero obsérvese que en ella no se indica para nada quien fue el culpable de la muerte de Servet en la hoguera. Incluso podría creerse a primera vista que se trata de un mero accidente. La inscripción que aparece en la otra cara de la piedra dice así: Hijos respetuosos y agradecidos de Calvino, nuestro gran reformador, condenamos un error, que fue el de su siglo, y firmes observadores de la libertad de conciencia, según los verdaderos príncipios de la Reforma y del Evangelio, elevamos este monumento expiatorio el 27 de octubre de 1903. 36


Desapareció así la afirmación de que Servet fue víctima del error de Calvino, que queda diluido en el «error del siglo», mientras se realza la memoria de Calvino al llamársele «nuestro gran reformador», calificativo que no aparecía en la versión original de la inscripción. La estatua fue erigida por suscripción popular, porque según los organizadores había que demostrar que «ese suplicio, ese acto de intolerancia, era renegado por todo el protestantismo», y en la lista de suscriptores, que he podido consultar en el Museo Histórico de la Reforma de Ginebra, he comprobado que figuran 14 entidades y 323 particulares ginebrinos (entre éstos aparecen 17 médicos o estudiantes de medicina, cifra superior al promedio de las restantes profesiones); 10 entidades y 25 particulares de los demás cantones suizos, en especial de los de habla francesa, y 65 entidades y 245 particulares franceses. Hay además 2 donativos de Alemania, 8 de Inglaterra, 3 de Bélgica, 2 de Estados Unidos, 3 de Holanda, 1 de Italia, 1 de Suecia y 23 anónimos. Llama la atención la ausencia total de donativos españoles, pero como ya he indicado los organizadores de la expiación pretendían que fuera ante todo una obra de protestantes, y en aquellos años de principios del siglo XX, el número de protestantes españoles debía ser prácticamente nulo. El bloque de granito alpino que constituye el monumento fue inaugurado solemnemente el domingo 1 de noviembre de 1903, a las 2 de la tarde, ante varios centenares de personas. Pronunciaron discursos el pastor E. Choisy, presidente del Comité del monumento, el pastor Teodoro Pallard, presidente del Consejo parroquial de Plainpalais, que se constituye en custodio del monumento, y que afirma que la conservación del mismo no será difícil por su propia naturaleza y porque tiene derecho al respeto de todos. La verdad es que la conservación no es tan cuidadosa como sería de desear, pues algunas letras de las inscripciones han caído y no han sido reemplazadas. La ceremonia de inauguración continuó en el templo de Plainpalais, que era entonces un pueblecito contiguo a Ginebra 37


y que forma hoy parte integrante de la ciudad. Volvió a tomar la palabra el pastor Eugenio Choisy, quien dirigiéndose a los representantes de las iglesias de los cantones confederados declaró: «Vuestras Iglesias han compartido con nosotros la responsabilidad del suplicio de Servet y por ello os agradecemos que hayáis venido a repudiar el acto.» Mencionó en su discurso la afirmación del etnólogo Carl Vogt de que «Servet era el mayor sabio de su siglo». Intervinieron también el profesor Augusto Chantre y el profesor Emile Doumergue, que había lanzado la idea del monumento expiatorio. Monumentos de París y Viena del Delfinado El monumento de Ginebra parece desencadenar una reacción en favor de la memoria de Miguel Servet y así el 5 de julio de 1908 se inaugura en París una estatua en la plaza de Montrouge, en el 14º distrito. Servet aparece en pie, con la cabeza descubierta, encadenado a un poste y con los brazos cruzados sobre el pecho; las cadenas rodean un libro cerrado que cuelga a la izquierda de la estatua. La inscripción del monumento es muy simple y dice así: «A Miguel Servet, quemado vivo en 1503. Confiado a la custodia del pueblo, 1908.» El monumento está rodeado por ocho pilones de granito, coronados por candelabros de bronce patinado y dorado, alrededor de los cuales se enredan víboras que llevan cadenas de hierro forjado en sus anillos. El monumento erigido en Viena del Delfinado, la ciudad más antigua de Francia, llamada la Roma de los galos, mide 8 metros de altura y es obra del escultor Joseph Bernard, discípulo de Rodin, que dedicó cuatro años a su ejecución. Servet aparece de pie, sobre un alto pedestal, encadenado con las manos en la espalda y en expresión dolorosa. Bajo el pedestal, una mujer que representa la Ciencia levanta ante la juventud el velo que tapaba los secretos de la naturaleza a la conciencia y la inteligencia del hombre. La Juventud está representada por dos figuras simbólicas, un joven y una joven, que es38


cuchan las enseñanzas de la Ciencia. Tras el pedestal huye un hombre de edad madura que baja la cabeza y se tapa la cara; simboliza el Remordimiento de los verdugos del médico aragonés. El monumento fue inaugurado el 15 de octubre de 1911. Asistió a la inauguración en nombre de la ciudad de Ginebra, el Dr. P. L. Ladame, quien en su discurso presentó como verdadero ascendiente espiritual de los allí presentes a Servet y no a Calvino, quien «conservó una mentalidad teocrática y autoritaria». Es un monumento más bien tenebroso, que en la actualidad está mal conservado y se encuentra en un punto poco transitado de la ciudad. El monumento de Annemasse y sus peripecias En 1907, cuando ya hacía cuatro años que se había inaugurado el monumento expiatorio de Ginebra, se lanza la idea de erigir una auténtica estatua de Servet contando con el ofrecimiento de una maqueta realizada por la escultora ginebrina Clotilde Roch. La idea tropezó enseguida con una fuerte oposición, pese a la importancia de los miembros que constituían el comité patrocinador, entre los que figuraban Anatole France, de la Academia francesa de la lengua, Henry Brisson, presidente de la Cámara de Diputados, el profesor Laskowski, decano de la Facultad de Medicina de Ginebra, y otras muchas personalidades de la ciencia y la política. Como ejemplo de los ataques dirigidos contra los patrocinadores del monumento, puede citarse el siguiente párrafo de un artículo sin firma aparecido el 12 de mayo de 1908 en el Journal de Genéve: «¡A Servet, condenado a muerte en Viena del Delfinado, antes de serlo en Ginebra, dedican su piedad el ex-pastor Didier y sus amigos...! Odiosa comedia que no engañará a nadie... Pueden llevar a otra parte su estatua, como muñecos de estopa y paja que durante el Carnaval italiano van de plaza en plaza para divertir a la muchedumbre.» 39


La escultora Clotilde Roch, autora de la estatua, publica en 1908 una especie de carta abierta dirigida a sus compatriotas en la que se lamenta amargamente de que los ginebrinos no quieran aceptar su obra. Dice entre otras cosas: «Desde el punto de vista del patriotismo ginebrino, esa estatua sería una gran honra; borraría ante el mundo el error criminal de otra época y mostraría que los ginebrinos rinden un justo homenaje al hombre que, por sus sufrimientos y su muerte, contribuyó a introducir ideas liberales en la religión. Mis compatriotas pueden tener la seguridad de que mi obra es únicamente una obra de ternura por una víctima digna de nuestras simpatías y de nuestra piedad ginebrinas.» En otra carta abierta, dirigida al pastor Jöriman, secretario del comité patrocinador del monumento a la Reforma, Clotilde Roch termina así: «No insisto. En 1909 se presentaba la oportunidad de glorificar la influencia calvinista con un grandioso monumento y Servet con una modesta estatua; no habría hecho daño a nadie y podría haber sido beneficiosa. Quizás algún día todos los reconocerán así, pues muchos ginebrinos lo reconocen hoy.» Exasperado por la oposición existente en Ginebra y por la negativa del ayuntamiento de la misma a aceptar el monumento de Clotilde Roch, el Comité se dirige al Ayuntamiento de Annemasse ofreciendo la estatua rechazada. ¿Cuál es el motivo de esta oferta? La respuesta es simple: Annemasse es el pueblo francés situado más cerca de Ginebra y, pese a que en aquel entonces sólo contaba con una población de menos de 2.000 habitantes, era ya centro importante de paso entre Ginebra y el macizo del Mont Blanc. El 20 de julio de 1908, el Ayuntamiento de Annemasse, reunido en sesión plenaria, acepta la estatua, pero haciendo constar que ello no implica sentimiento alguno de hostilidad hacia Ginebra. El Sr. Roch pide que se añada la palabra «España» después del lugar de nacimiento de Miguel Servet, y no deja de ser irónico que en las actas del Ayuntamiento, que he podido consultar, se añada que la propuesta no suscita objeción alguna. 40


El monumento fue erigido en el centro de Annemasse, en la plaza del Ayuntamiento, e inaugurado con la pompa habitual en esos actos el 25 de octubre de 1908. En el curso del acto pronunció un discurso Eduardo Herriot, que fue más tarde y durante muchos años presidente del partido radicalsocialista francés. Pero como si la inquietud viajera y el desasosiego espiritual que mostró Servet en vida se hubieran transmitido a su estatua, se produjeron con cierta frecuencia protestas para que se procediera a su retirada alegando que era un insulto para los suizos, que era escaso su valor artístico y que presentaba un carácter demasiado austero en una plaza en la que varias veces a la semana tenía lugar el mercado. En distintas ocasiones fue manchada con minio o alquitrán. Viene más tarde la guerra de 1939 y con ella la ocupación alemana de Francia. El 13 de septiembre de 1941, el Ayuntamiento acuerda eliminar el monumento, y entonces se inicia un curioso episodio de la historia del monumento de Annemasse. La familia de la escultora Clotilde Roch se entera de tal propósito e inicia un intercambio de correspondencia con las autoridades francesas, integrado por 65 cartas, cuyas copias he podido consultar en el Ayuntamiento de Annemasse. La familia propone que se le ceda el monumento a cambio de su peso en bronce, pues la excusa que se daba para desmontarlo era la necesidad de entregar al ejército alemán el raro metal de que estaba formada. En una carta, fechada el 7 de marzo de 1942, el Sr. Roch dice al Alcalde de Annemasse: «Espero que las autoridades suizas no pondrán demasiadas dificultades para el intercambio del bronce y que Servet podrá pronto retirarse a una tranquila propiedad particular». Sin embargo, las autoridades suizas no permitieron el intercambio y el 29 de octubre de 1942, el personal municipal transportó la estatua a la estación, de donde salió para Grenoble y Hamburgo en el vagón D.R.Halle 61168. La municipalidad recibió como indemnización la suma de 11.190 francos. Pero antes de que la estatua desapareciera de Annemasse se habían produci41


do dos episodios que prueban hasta qué punto Servet ha desatado, aún después de muerto, admiración y odio. En 1940, recién ocupada Annemasse por el ejército alemán, apareció embadurnada la estatua con la siguiente inscripción: «Viva el ejército alemán. Mueran los judíos.» Dos años más tarde, en 1942, un grupo de resistentes franceses decidió conmemorar la fiesta nacional francesa, colocando en la noche del 13 al 14 de julio una bandera y un ramo de flores con una cinta que decía así: «A Miguel Servet, primera víctima del fascismo.» Michel Baz, que me ha relatado este suceso, fue detenido junto con algunos compañeros, pasó 14 meses en un calabozo y se evadió en 1943 en vísperas de ser deportado a Alemania. Cuando Michel Baz me contó con emoción y profunda admiración por Servet, todo lo que había sufrido por tratar de rendir homenaje a su héroe, era vicepresidente del comité de librepensadores de la sección cantonal de Annemasse. Terminada la Segunda Guerra Mundial se constituye un Comité que desea rehabilitar la memoria de Servet, de nuevo con la erección de una estatua. Por fortuna, la familia de la escultora Clotilde Roch conservaba su maqueta y la ofrece al Ayuntamiento el 25 de octubre de 1946. Sin embargo, las gestiones avanzan muy lentamente y la nueva estatua, que es fiel copia de la anterior, no es inaugurada hasta el 4 de septiembre de 1960, en un emplazamiento distinto al primitivo. La encontramos ahora en una céntrica plaza de Annemasse, sin que la inmensa mayoría de las gentes sepan quién fue Servet ni cuáles son los motivos de que figure allí esa estatua. Por eso es muy extraño leer en un artículo del Dr. Germán Somolinos, de México, que «todos [se refiere a los habitantes de Annemasse] consideraban que aquella estatua, ofensiva para los ginebrinos, les perjudicaba en su medio de vida que era vender verduras y aves a la ciudad de Ginebra; por eso la habían quitado y destruido». Pero la estatua no sólo ha cambiado de emplazamiento sino que también han variado las inscripciones que en ella figuraban. Las actuales dicen así: 42


A Miguel Servet apóstol de la libre creencia (y mártir del libre pensamiento) (frase suprimida) nacido el 29 septiembre de 1511 en Villanueva de Aragón quemado en efigie por la Inquisición católica el 17 de junio de 1553 y quemado vivo en Ginebra por instigación de Calvino el 27 de octubre de 1553 En ésta se ha añadido la frase «por instigación de Calvino». En otra cara de la estatua aparece la siguiente frase de Voltaire: La detención de Servet en Ginebra, donde no habían publicado ni dogmatizado y donde, en consecuencia, no podía ser entregado a la justicia, debe considerarse como una barbarie y un insulto al derecho de las naciones. En una tercera cara se encuentran las siguientes frases: Encerrado en una prisión húmeda, enfermo y privado de todo socorro, Servet escribía a sus jueces: «Os suplico que os plazca abreviar estas grandes dilaciones... veis que Calvino... quiere hacerme pudrir en prisión. Los piojos me comen vivo, mis calzones están desgarrados y no tengo muda ni jubón ni más camisa que una en jirones...» La inscripción en que se describe la personalidad de Servet dice así: Miguel Servet, helenista, geógrafo, médico y fisiólogo, debe ser apreciado por la humanidad por sus descubrimientos científicos, su abnegación en favor de los enfermos y los pobres, y la indomable independencia de su inteligencia y su bondad [en la nueva inscripción, esta palabra ha sido sustituida por conciencia]. 43


La historia de la estatua se resume así: Erigida por primera vez en 1908 entregada a los alemanes en 1942 esta estatua fue levantada de nuevo por suscripción popular e inaugurada el 4 de septiembre de 1960. En España España ha tenido la suerte de que Servet –típico expatriado ganador de fama en el extranjero– no desarrollara sus actividades en el país. La Inquisición habría sido tan «eficaz» como Calvino y Servet hubiera terminado igualmente en la hoguera. Le cupo pues la dudosa fortuna de no morir en manos de sus compatriotas. Pese a que éstos no necesitaban en realidad rehabilitarle porque no le habían condenado, Servet ha recibido en diversas ocasiones el homenaje de sus compatriotas. Cuenta con dos estatuas, una en la facultad de Zaragoza y otra en Villanueva de Sijena (Huesca), su pueblo natal, inaugurada el 29 de septiembre de 1975. Una tercera, que figuraba en el Museo Antropológico de Madrid, fue destruida por una granada en el curso de nuestra guerra civil de 1936-1939. Servet murió por la acción de la intolerancia y casi cuatro siglos más tarde, con pocos años de diferencia, las fuerzas desatadas de una intolerancia análoga destruyeron dos de sus estatuas, una en Annemasse y otra en Madrid. Estas fantásticas coincidencias nos designan claramente a Servet como el mártir de la intolerancia. El mejor homenaje que España puede hacer a su memoria no consiste, evidentemente, en levantarle nuevas estatuas ni en descubrir lápidas, sino en propagar y sostener el respeto a las ideas ajenas. Poco se habrá adelantado por el camino de la tolerancia mientras haya miles de hombres en el mundo que puedan suscri44


bir las palabras que dirigió Servet a sus jueces el 22 de agosto de 1553: «Por haber destacado ciertos puntos... sin ningún ánimo de sedición, no debo en modo alguno estar detenido y sometido a una acusación criminal.» Calvino = Stalin y Servet = Trotsky El 30 de mayo de 1975 es un importante hito en la historia, sembrada de altibajos, de la rehabilitación de Servet en el país donde fue quemado. Ese día la televisión de la Suiza romanda transmitió una escenificación del juicio de Servet de la que eran autores George Haldas, conocido ensayista ginebrino, y Claude Goretta, realizador de cine y televisión. Aún con visos de objetividad, los autores dieron de Servet una imagen profundamente atractiva para el espectador de hoy, llegando a comparar a Calvino con Stalin, defensor de la pureza de la doctrina sin reparar en medios, y a Servet con un Trotsky, que piensa por sí mismo y no desea someterse ciegamente a ningún sistema por el simple hecho de que éste existe. Pese a los siglos transcurridos, todavía los círculos conservadores de Ginebra criticaron la emisión de Haldas y Goretta y así Eugène-Louis Dumont decía en el Journal de Genève: «Reducir a Calvino al asunto Servet es un grave error: se engaña al público y se le da un retrato inexacto de ese gigante de la Reforma; se olvida además en forma simplista toda su obra de incansable trabajador al servicio de Dios y de la sociedad.» Servet fue presentado como un héroe en la sombra, una víctima de unos principios que, siendo de amor y perdón, se transformaron en otros de odio y venganza cuando quedaron encarnados en el poder. La ley implacable del poder corruptor quedó una vez más probada. Es posible que por primera vez en la historia se haya ofrecido a los suizos una imagen de Servet como víctima inocente de Calvino, que necesitaba asentar su poder frente a los li45


bertinos presentándose como un fiel servidor de la ortodoxia religiosa. Servet tenía que servir de ejemplo del fatal destino al que podía llevar todo desviacionismo; no sólo fue un crimen sino una maquinación, incluso innecesaria porque las amenazas al poder de Calvino eran bien frágiles. *** Han pasado más de cuatro siglos y el fatídico enfrentamiento entre ortodoxo y disidente, pensador rígido y librepensador, poderoso y débil, se ha repetido en millones de ocasiones siempre en desventaja del disidente, el librepensador y el débil. La historia de Servet recidiva, con proceso o sin él, siempre que al poder le interesa. El grito de Servet en Champel: «¡Misericordia, misericordia!», sigue brotando en todo el mundo cada día y cada hora. Como podría haber dicho Servet: ¿Hasta cuándo, Señor Jesús, Hijo del Dios eterno?

46


Parte II



ACTAS DEL PROCESO (ANOTADAS) I [Aquí aparece por primera vez la referencia a blasfemias y herejías, que tanta importancia había de tener para Servet. Con arreglo a la tesis de Lutero, sustentada también por Calvino, la herejía podía escapar a la violencia, pero la blasfemia tenía que ser castigada. La Compañía de pastores, de la que Calvino era miembro principal, empieza pues su actuación haciendo hincapié en el carácter blasfemo de las ideas servetianas.] Nota del Registro de la Compañía de pastores sobre la detención de Servet y las primeras actuaciones (1553) El 13 de agosto del año indicado, Miguel Servet fue identificado por algunos hermanos y se creyó conveniente encarcelarle para que no infeste al mundo con sus herejías y blasfemias, siendo que se le conoce como un caso desastroso e incorregible. Alguien se constituyó en denunciante1 y presentó ciertos artículos que recogen los errores más notables de Servet. Unos días después se determinó en consejo que estaríamos presentes cuando se le examinara, con lo cual su impudicia y su obstinación resultaran tanto más manifiestas y conocidas. Pues por principio sostiene que el nombre de Trinidad sólo está en uso desde el Concilio de Nicea y que antes todos los doctores y mártires no tenían conocimiento de ello. Y cuando se le mostraron los testimonios evidentes tanto de Justino el mártir como de Ireneo, Tertuliano, Orígenes y otros, tanta vergüenza tuvo que se desbordó en toda clase de propósitos absurdos, injusticias y ultrajes. En fin, sus señorías viendo que los autos serían interminables si no se encontraba medio de abreviar1

Las leyes de la Villa exigían que para entrar en conocimiento de causa, un individuo se constituyera querellante y pidiera justicia.

49


los ordenaron que se hiciera un extracto de las proposiciones erróneas y heréticas contenidas en sus libros y que respondiera por escrito para mostrarle en breve la falsedad de sus opiniones, a fin de cursar todo a las iglesias vecinas para recibir su consejo. II Extracto de los Registros del Consejo Menor Lunes, 14 de agosto de 1553 Nicolás de la Fontaine contra Miguel Servet, preso Demanda de Nicolás de la Fontaine contra Servet, detenido, acusándole de difundir grandes herejías, por las cuales hay detenidos y fugitivos, y declarándose parte contra él, suplica que se haga justicia. Decide el Consejo que se entreguen por escrito al señor lugarteniente los errores y pasajes que parecen servir de pruebas a fin de que Servet responda para seguir los autos. III [En la alegación de Nicolás de la Fontaine, quien, con arreglo a la ley carolina, se había entregado a la justicia hasta que se reconociera el buen fundamento de sus alegatos, aparece la base de la acusación contra Servet. El escrito es ante todo un enfrentamiento directo entre Servet y Calvino, quien reconoció más tarde ser el autor de esta acusación, en la que demuestra un sólido conocimiento de los escritos de Servet. Los principales errores denunciados son la negación por Servet de la Trinidad, su concepto particular de la divinidad de Jesucristo, al que sólo considera Dios desde que se hizo hombre, con lo cual establece una relación muy peculiar entre lo divino y lo humano, su idea de una divinidad omnipresente, claramente expresada en el artículo 24.XXVI al decir «que Dios es una sola cosa que contiene mil esencias, de 50


tal modo que es una porción de nosotros, y que nosotros somos una porción de su espíritu», la negación del pecado original y, por ende, de la necesidad de bautizar a los recién nacidos, y el rechazo de la inmortalidad del alma. Para un teólogo como Calvino, profundamente creyente en un orden divino claramente establecido, de rígidas jerarquías, las ideas panteístas de Servet eran un auténtico ultraje. Para un hombre que quería establecer en Ginebra una sociedad teocrática, Servet venía a conmover los cimientos de su edificio al afirmar «que el aire es el espíritu de Dios y que se llama espíritu a Dios porque vivifica todas las cosas con su espíritu de aire» (punto 35.XXXVII). Calvino estimaba que Dios sólo podía vivificar lo que servía a sus intereses de dominio.] Denuncia presentada por Nicolás de la Fontaine contra Servet2 Afirma Nicolás de la Fontaine, que ha presentado querella contra Miguel Servet y se ha constituido por ello prisionero en causa criminal. 1.I. En primer lugar, que hace unos 24 años comenzó a incomodar a las Iglesias de Alemania con sus errores y herejías3 y se le condenó y huyó para escapar al castigo que se le había infligido. 2.II. Ítem que en ese tiempo hizo imprimir un libro execrable que ha infectado a muchas gentes.4 3.III. Ítem que desde entonces no ha cejado en su empeño de insuflar su veneno por todos los medios a su alcance tanto

2

3 4

El número de artículos era primitivamente de cuarenta, como lo indican las cifras romanas del texto original y como Calvino señaló en una carta a Farel, pero después fue reducido a 38 en la numeración de cifras ordinarias añadida al mismo documento auténtico. Se refiere sin duda a la publicación del libro: De Trinitatis erroribus libri septem, 1531. Parece referirse a la publicación del libro: Dialogorum de Trinitate libri duo, 1532.

51


en las anotaciones que ha hecho a la Biblia como en las relativas a Ptolomeo. 4.IV. Ítem que más tarde imprimió a escondidas otro libro que contenía infinitas blasfemias.5 5.V. Ítem que habiendo sido detenido en la Villa de Viena del Delfinado, cuando vio que se le quería otorgar la gracia de desdecirse, encontró el medio de escapar de la prisión. VI. Requiere el querellante que se examine al acusado sobre todos los puntos. VII. Y como podría tergiversar pretendiendo que sus blasfemias y herejías son sólo buena doctrina, el querellante propone ciertos artículos, sobre cuya veracidad pide que se interrogue al hereje. 6.VIII. A saber, si no ha escrito y dogmatizado y publicado que creer que en una sola esencia de Dios hay tres personas distintas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, es forjar cuatro fantasmas que no pueden ni deben imaginarse. 7.IX. Ítem que establecer tal distinción en la esencia de Dios es hacer un Dios partido en tres y que eso, es un diablo de tres cabezas, como el Can Cerbero que los antiguos poetas llamaron perro infernal, monstruo, así como otras injurias semejantes. 8.X. Ítem si no apoya tales blasfemias con graves injurias contra los antiguos doctores como San Ambrosio, San Agustín, Crisóstomo, Atanasio y otros, así como contra todos los que han intentado en nuestro tiempo enderezar la Cristiandad, hasta llamar a Melancton hombre sin fe, hijo del diablo, Belial y Satán. 9.XI. Ítem si no dice que nuestro señor Jesucristo no es hijo de Dios sino por cuanto fue concebido por el Espíritu Santo en el vientre de la Virgen María. 10.XII. Ítem que quienes creen que Jesucristo ha sido el verbo de Dios, padre engendrado desde la eternidad, sólo hallarán una redención fantástica y de brujería. 5 En

52

esta ocasión se refiere a: Christianismi Restitutio, 1553.


11.XIII. Ítem que Jesucristo es Dios por cuanto Dios así lo ha hecho. 12.XIV. Ítem que la carne de Jesucristo ha venido del cielo de la sustancia de Dios. 13.XV. Ítem que la Deidad sólo se comunicó a.Jesucristo cuando éste se hizo hombre y más tarde espiritualmente a los apóstoles el día de Pentecostés. 14.XVI. ítem cuando él dice que Jesucristo es de la misma esencia del Padre, es decir que en este hombre Jesucristo hay iguales deidad, poder y voluntad, que es Dios y no que el verbo de Dios reside y subsiste en su esencia. 15.XVII. Ítem si no condena a quienes buscan en la esencia de Dios su Santo Espíritu diciendo que todos quienes creen en la Trinidad son ateos. 16.XVIII. Ítem que todos quienes creen que hay alguna distinción de propiedad en la esencia de Dios, desvirtúan su naturaleza y la desmenuzan. 17.XIX. Ítem que el verbo de Dios no es otra cosa que la carne de Jesucristo. 18.XX. Ítem que la carne de Jesucristo fue engendrada de la sustancia de Dios por una palabra que él llama seminal. 19.XXI. Ítem que la esencia de la carne y del alma de Jesucristo es la deidad de esta palabra y del aliento de Dios. 20.XXII. Ítem que si Jesucristo fuese hijo de Dios no a causa de su humanidad sino porque ésta fue engendrada de la sustancia de Dios, no habría muerto verdaderamente. Porque si murió, no era hijo de Dios. 21.XXIII. Ítem en cuanto a lo que dice San Juan que el verbo estaba en Dios, es decir, que este hombre Jesucristo estaba en Él. 22.XXIV. Ítem que la esencia de los ángeles y de nuestras almas es de la sustancia de Dios. 23. XXV. Ítem que la sustancia de Jesucristo es la que estaba en la nube y que es la misma sustancia de que proceden los ángeles y nuestras almas. 24.XXVI. Ítem que en lugar de confesar tres personas en la esencia de Dios o tres hipóstasis, cada una con su propiedad, 53


dice que Dios es una sola cosa que contiene mil esencias, de tal modo que es una porción de nosotros, y que nosotros somos una porción de su espíritu. 25.XXVII. Ítem, siguiendo el razonamiento, que no sólo los moldes de todas las criaturas están en Dios sino también las formas esenciales, de modo que nuestras almas están hechas de la simiente sustancial del verbo de Dios. 26.XXVIII. Ítem que Jesucristo es el hijo de Dios porque tiene tres elementos de la sustancia del Padre, a saber, el fuego, el aire y el agua. 27.XXIX. Ítem que el alma del hombre es mortal y que sólo hay un aliento elemental que sea inmortal, a saber, la sustancia que Jesucristo tiene ahora en el cielo y que es también la sustancia elemental, divina e incorruptible del Santo Espíritu. 28.XXX. Ítem que nunca los Padres recibieron bajo la ley el espíritu de regeneración. 29.XXXI. Ítem que el alma del hombre fue hecha mortal, al igual que el cuerpo, tras el pecado de Adán. 30.XXXII. Ítem que los niños pequeños, no han pecado y que, por lo tanto no necesitan redimirse hasta que lleguen a la edad de la razón. 31.XXXIII. Ítem que no se comete pecado mortal hasta la edad de veinte años. 32.XXXIV. Ítem que el bautismo de los niños pequeños es una invención diabólica, una falsedad infernal para destruir a la cristiandad entera. 33.XXXV. Ítem que la palabra de Dios ya no es como era antes de la encarnación de Jesucristo, porque la sustancia de aquélla era la claridad de la nube y ahora se ha hecho carne. 34. XXXVI. Ítem que, aunque confiesa el error de los filósofos cuando afirmaron que el mundo era Dios todopoderoso, dice que Jesucristo en cuanto hombre estaba siempre en Dios y que de él proviene la deidad del mundo. 35.XXXVII. Ítem que el aire es el espíritu de Dios y que se llama espíritu a Dios porque vivifica todas las cosas con su espíritu de aire. 54


36.XXXVIII. Ítem que el alma del hombre, por cuanto tiene muchas propiedades divinas, está llena de infinitos dioses. 37.XXXIX. Ítem que la persona de Monseñor Calvino, ministro de la palabra de Dios en esta Iglesia de Ginebra, ha difamado en libro impreso la doctrina que en ella se predica, pronunciando todas las injurias y blasfemias que es posible inventar. 38.XL.Y porque se sabe que ese libro no es aceptado ni siquiera por los Papistas pues destruye todo el fundamento de la cristiandad, se escondió de Guéroult, entonces corrector de imprenta, como el propio Guéroult ha declarado. 39. Requiere el denunciante que Servet conteste sobre los hechos que se imputan en los artículos que anteceden, sin entrar en discusión sobre la veracidad de la doctrina, que se examinará más adelante. IV [Conviene leer estas respuestas separadamente, a continuación de cada una de las preguntas a las que corresponden, enunciadas en la sección III de las presentes actas del proceso, que contiene la denuncia de Nicolás de la Fontaine. Así resultan más netos el enfrentamiento Calvino-Servet y la dureza y el desprecio con que éste contesta a quien en realidad era ya dueño de su vida y hacienda. Respecto a la acusación de antitrinitario, Servet responde en forma tangencial, pero remitiéndose a los doctores de la Iglesia anteriores al Concilio de Nicea; trata así de quitar fuerza a la acusación calvinista, pues si la Reforma estaba basada en el retorno a las fuentes del Cristianismo ¿no obraba él en igual sentido con su creencia en una Trinidad mucho más laxa que la niceana? Muestra Servet una extraña mezcla de aceptación hacia las acusaciones («si ha errado estará dispuesto a rectificar»: punto 30) y de animadversación hacia la persona de Calvino («Calvino yerra en muchos pasajes» asegura en el punto 37).] 55


Respuestas de Servet a los artículos de la denuncia formulada por N. de la Fontaine El año mil quinientos y tres y el lunes, decimocuarto día del mes de agosto, se da curso a la denuncia formulada por y a instancias del honorable Nicolás de la Fontaine, de St. Gervais de Vexin, francés y domiciliado en esta ciudad, contra Miguel Servet de Villanueva, Reino de Aragón, España. De la Fontaine pide que Servet responda al interrogatorio escrito (que se reproduce a continuación)6 y dice que se ha constituido en parte en esta causa en su propio nombre y por iniciativa personal. Servet ha jurado decir y responder a la verdad so pena, etc. (sigue la fórmula acostumbrada). 1. Responde ser cierto que ha escrito una obrita,7 pero, a su entender, no ha perturbado las Iglesias, y niega que se le haya condenado. 2. Responde que escribió en efecto un librito8 pero no tiene conocimiento de que haya infestado a nadie. 3. Confiesa haber anotado el libro de Ptolomeo y la Biblia, pero no cree haber hecho nada malo. 4. Responde que ha escrito una obra9 en la que no cree haber blasfemado. Si se le muestran las blasfemias, está dispuesto a rectificar. 5. Responde ser cierto que se le detuvo en Viena del Delfinado a instancias de Monseñor Calvino y Guillermo Trie, pero huyó de la prisión porque los sacerdotes querían quemarlo y en vista de que por la forma de guardarlo parecía que alguien deseaba su evasión. 6. Responde que ha escrito un libro sobre la trinidad siguiendo a los primeros doctores después de Jesucristo y a los apóstoles. Cree en la trinidad, padre, hijo y espíritu santo, tres per6 7 8 9

En las actas originales se incluyen otra vez las preguntas de N. de la Fontaine, repetición que consideramos superflua y que hemos suprimido. De Trinitatis erroribus, 1531. Dialogi de Trinitatis, 1532. Christianismi Restitutio, 1553.

56


sonas en Dios. Admite que ha utilizado la palabra persona de un modo distinto a los doctores modernos. 7. Responde como a la pregunta anterior y confiesa la trinidad y las tres personas. 8. Responde que le ha llamado de ese modo en libros impresos, cosa que Melanctón hizo, si bien en apoyo de su razonamiento ha escrito de su mano cosas iguales o semejantes a las que respondió Melanctón en libros impresos. 9. Responde que el hijo de Dios fue engendrado del Padre desde toda la eternidad y concebido por el santo espíritu en la virgen María. 10. Responde que niega lo que se le imputa en la pregunta. 11. Responde que Jesucristo recibió la divinidad de su padre. 12. Responde que la carne de Jesucristo participa de la divinidad que está en el cielo, pero que la materia de la carne vino de la virgen María. 13. Responde que la divinidad de Jesucristo es eterna y que se comunica al hombre en la concepción. 14. Responde que el verbo de Dios reside en Jesucristo y que el verbo se hizo carne. 15. Responde que el espíritu santo no puede hallarse más que en la esencia de Dios y niega que quienes creen en la trinidad sean ateos. 16. Responde que confiesa distinción de propiedad y de personas en la trinidad. 17. Responde que el verbo de Dios está unido a la carne. 18. Responde que la carne de Jesucristo fue engendrada del espíritu santo y de la virgen María. 19. Responde que en Jesucristo hay carne, alma y deidad, que son tres cosas distintas y que una no es otra. 20. Responde que Jesucristo es hijo de Dios por su divinidad y por su humanidad y que cuando el alma se separó, y durante los tres días que duró la separación, dejó de ser hombre. 21. Responde que Jesucristo estaba con Dios según la persona de su divinidad. 57


22. Responde que los ángeles y las almas son creados en Dios y que la sustancia de los hombres es distinta a la del creador. 23. Responde que la divinidad de Jesucristo es la que se apareció a los profetas y patriarcas en la nube. 24. Responde que Dios sostiene todas las cosas y que la esencia de Dios está en todas partes y sostiene todo y que de este modo se comunica a todas las criaturas. 25. Responde como a la pregunta anterior y añade que las ideas de las criaturas están en el espíritu de Dios. 26. Responde que creada en Dios fue la divinidad y no el elemento de la sustancia, pero que esos son ejemplos de elementos. 27. Responde que nunca pensó que el alma fuera mortal, ni lo dijo ni escribió, sino que está revestida de elementos corruptibles. 28. Responde que no, a saber, el espíritu de regeneración del bautismo tal como Jesucristo lo instituyó en su advenimiento. 29. Responde que está hecha con sujeción a la mortalidad, no que muere en su esencia. 30. Responde que los niños son concebidos y nacen con el pecado original y comprenden la redención cuando adquieren el uso de la razón; opina que los niños no necesitan el bautismo hasta que tienen uso de razón y así lo ha escrito, pero si ha errado está dispuesto a rectificar. 31. Responde que lo ha dicho y escrito porque nuestro señor sólo castigó en el desierto a los hijos de Israel que habían cumplido 20 años. 32. Confiesa haber dicho y escrito todo lo que se le imputa en esta pregunta. 33. Responde que no ha escrito eso sino que el verbo de Dios tiene la misma esencia que tenía, pero antes de la encarnación se apareció en forma de nube y después de carne. 34. Confiesa haber escrito lo que se le imputa en esa pregunta. Entendía que Jesucristo estaba en Dios según la glo58


ria y la persona de su divinidad y que el mundo fue creado de él y por él. 35. No recuerda haber escrito todo ello, pero confiesa que el aire se llama espíritu y que Dios es espíritu, tanto por su esencia como porque se manifestaba por el aire y vivificaba. 36. Niega haberlo escrito o al menos no lo recuerda. Cuando se le muestre el lugar en que lo dijo, declarará como lo entienda. 37. Responde que Calvino le ha injuriado antes en muchos libros impresos y que le ha contestado y demostrado que Calvino erraba en algunos pasajes y que cuando Calvino le escribió que estaba ebrio, él le contestó lo mismo. Calvino yerra en muchos pasajes. 38. Responde que lo corrigió en Viena del Delfinado, pero que no se escondió del tal Guéroult y que lo veía a menudo. Hecho esto, De la Fontaine pide que se le admita a comprobar las negativas y para verificación de las mismas presenta algunos libros escritos a mano o impresos. Pide que Servet reconozca la escritura manuscrita. Servet confiesa haber escrito los libros y reconoce su escritura, pero declara que no ha hecho imprimir ni publicar el libro manuscrito10 sino que lo envió a Monseñor Calvino hace unos años para solicitar su opinión. Confiesa haber hecho imprimir el otro libro impreso.11 Además De la Fontaine presenta un libro titulado Ptolomeo, que Servet confiesa haber anotado, así como una Biblia, en la que Servet confiesa haber hecho algunas anotaciones, pero no todas. Las cuales piezas son entregadas, en presencia del dicho De la Fontaine y de Servet, a Juan Grasset, servidor y carcelero. 10 Parece

tratarse de un primer manuscrito de la Restitutio. La negativa de Servet se basaría en las importantes diferencias que, a su entender, existían entre ese texto y el que ulteriormente dio a la imprenta. 11 Parece tratarse de las galeradas de la Restitutio.

59


Y Servet declaró que había entregado al tal Grasset noventa y siete escudos soles, una cadena de oro que pesaba unos veinte escudos y seis anillos de oro. V Demanda de N. de la Fontaine12 Ante vosotros, magníficos, poderosos y muy respetables señores comparece Nicolás de la Fontaine habiéndose constituido preso en causa criminal contra Miguel Servet por los grandes escándalos y trastornos que el citado Servet ha efectuado en la cristiandad por espacio de 24 años, por las blasfemias que ha pronunciado y escrito contra Dios, por las herejías con las que ha infestado el mundo, por las malvadas calumnias y falsas difamaciones que ha sembrado entre los verdaderos servidores de Dios y en particular contra Monseñor Calvino, del que el demandante está obligado a defender el honor siendo su pastor si quiere ser considerado como cristiano, y también a causa de la vergüenza y el deshonor que podrían caer sobre la iglesia de Ginebra porque el citado Servet condena en especial la doctrina que en ella se predica. Sobre todo que en el día de ayer el citado Servet fue interrogado y no respondió en absoluto a las preguntas, y así en lugar de responder pertinentemente sí o no, dijo lo que bien le pareció, y como podéis ver que no son sino canciones frívolas, os ruego se le obligue a responder formalmente sobre cada artículo sin vaguedades, a fin de que no se burle más de Dios ni de sus señorías y también para que el citado demandante no se vea privado de su buen derecho. Y cuando el susodicho demandante habrá probado su intención, y el citado Servet esté convencido de haber escrito y dogmatizado las herejías contenidas en los interrogatorios, el

12 Esta

demanda no aparece fechada, pero su contenido prueba que es del 15 de agosto.

60


demandante os suplica humildemente que si consideráis criminal al tal Servet y digno de ser acusado por vuestro fiscal, os plazca declararle exento de cualquier gesto, perjuicio o interés, no porque rehúse o rechace la continuación de esta causa y querella, que todo cristiano e hijo de Dios debe mantener hasta la muerte, sino para que se sepa que los usos y costumbres de vuestra villa así lo proclaman, y que no le corresponden a él soportar las cargas y oficios de otro.13 VI Extracto de los Registros del Consejo Menor Martes, 15 de agosto de 1553 El señor lugarteniente ha presentado las respuestas de un llamado Miguel Servet, inculpado de propagar la falsa doctrina, y ha dicho que se le han presentado varias preguntas, en las cuales la acusación pretende probar con libros que el acusado es culpable. –Procédase como corresponde. Se ha oído también a Grasset, servidor en el Obispado, que ayer rehusó depositar el dinero del preso Servet en manos del señor lugarteniente, y además se escondió cuando se le hizo la demanda. El cual ha dicho que se escondía porque no había podido entregar dicha suma al señor lugarteniente, ante todo porque su amo tenía la llave en Corsinge. Decide que dé cuentas al señor lugarteniente tanto de ello como de otras acciones suyas. VII [Estas respuestas, dadas verbalmente por Servet, corresponden de nuevo a las preguntas formuladas más arriba en la sec13 En

el momento en que el fiscal se hacía cargo oficialmente de la acusación, el denunciante o demandante quedaba liberado del posible castigo que se le hubiera impuesto en caso de acusación falsa. El procedimiento, en apariencia de una gran justicia, podía ser fácilmente burlado si existía connivencia entre el denunciante y los jueces.

61


ción III de las presentes actas del proceso. Para su mejor comprensión, es aconsejable leer correlativamente la pregunta y la respuesta correspondiente de Servet. El heterodoxo aragonés prosigue empleando sutilezas teológicas para defender su concepción de la Trinidad, afirma que da a la palabra persona un sentido distinto del que le otorgan los autores de su tiempo y próximo del que tenía en los primeros siglos del cristianismo. Por otra parte, atenúa el panteísmo de algunos de sus escritos, afirmando ahora «que la esencia de Dios está en todo y por todo, y sostiene todo», pero no «que nosotros somos una porción de su espíritu». Mantiene Servet más firmemente el enfrentamiento directo contra Calvino ofreciéndole una confrontación de naturaleza teológica. Trata Servet de separar a Calvino del resto de los acusadores, considerando con razón que el juicio tenía un carácter eminentemente personal. Lo confirma el hecho de que cuando el Consejo Menor libera a Nicolás de la Fontaine de su papel de acusador, sale fiador Antonio Calvino, hermano del reformador.] Primer interrogatorio de Servet en presencia de la Señoría, el 15 de agosto de 1553, en el Obispado Se pregunta al maestre Nicolás si quiere persistir en la querella que ha presentado contra Miguel Servet, de Aragón, a lo que responde que sí. Respuestas de Miguel Servet que se presenta personalmente, habiendo jurado decir la verdad so pena de pagar sesenta soles y de tener el caso perdido. Interrogado acerca de quien es, responde ser español, aragonés de Villanueva, que es médico y se llama Miguel Servet. 62


1. Sobre la primera pregunta responde que no ha sido condenado en esa época, pero que es cierto que había escrito un libro sobre la Trinidad. 2. Sobre la segunda, Responde haber confesado ya que en ese tiempo hizo un libro y que no pudo haber errado. ¿Y qué error? En cuanto a él y según él y su conciencia, entiende haber obrado bien. 3. Sobre la tercera, Responde que no cree haber errado en las anotaciones que ha hecho, y que el libro se vende públicamente en toda la cristiandad y que él lo ha leído en París. 4. Sobre la cuarta, Responde que este año ha hecho un libro titulado Christianismi restitutio y que no estima haber blasfemado, y se le exhibe el libro, el cual confiesa haber escrito y corregido y hecho imprimir. Y que Monseñor Calvino lo ha perseguido de tal modo que, como ha dicho, si de él dependiera, lo hubiera quemado vivo. 5. Sobre la quinta, Responde que es cierto y que lo ha hecho por salvar su vida. 6. Sobre la sexta, Responde que cree en la esencia divina en tres personas y que en absoluto dogmatiza de ese modo. Verdad es que emplea el nombre de persona distintamente a como los modernos lo emplean, y que lo emplea como los primeros doctores de la iglesia y discípulos de los apóstoles lo usaron. 7. Sobre la séptima, Responde que ha dicho que la diferenciación real en Dios daría alguna división en Dios, pero no la diferenciación de personas, pues ésta sería monstruosa. 8. Sobre la octava, Responde que no ha nombrado a Melanctón en ningún libro publicado, pero que sí lo hizo en carta dirigida a Monseñor Calvino y que Melanctón, así como Calvino, le han aplicado grandes injurias en libros publicados. En cuanto a los doctores afirma que ha seguido a los más antiguos y que no sigue a veces la opinión de los nombrados en la pregunta, y que sigue a otros más antiguos. 9. Sobre la novena, Responde que no ha dicho así, pero que cree firmemente que Jesucristo es eternamente hijo de Dios y 63


engendrado por el santo espíritu en la virgen María y que es hijo de Dios por la divinidad y la humanidad. 10. Sobre la décima, Responde que no lo ha dicho así. 11. Sobre la undécima, Responde que el padre ha hecho al hijo tal como es, y que Jesucristo debe al padre todo lo que es, y responde que sí. 12. Sobre la duodécima, Responde que sí y que la carne de Jesucristo vino del cielo y de la sustancia de Dios según su divinidad, y en cuanto a la materia de la carne le vino de la virgen María. 13. Sobre la decimotercera, Responde que no lo ha dicho en absoluto de esa forma y que hay interpretaciones. 14. Sobre la decimocuarta, Responde que no lo ha dicho así sino al contrario, que la palabra de Dios subsiste en su esencia. 15. Sobre la decimoquinta, Responde que no lo ha dicho así. 16. Sobre la decimosexta, Responde que no lo ha dicho así sino que ha afirmado que quienes establecen la distinción real, la disipan en trozos. 17. Sobre la decimoséptima, Responde que en Jesucristo hay tres cosas distintas, la carne, el alma y la divinidad, y que en absoluto ha dicho lo que se acusa. 18. Sobre la decimoctava, Responde que ya ha dicho que la carne de Jesucristo está engendrada del santo Espíritu y de la virgen María. 19. Sobre la decimonovena, Responde que no lo ha dicho como figura en la pregunta. 20. Sobre la vigésima, Responde que no lo ha dicho así como está en la pregunta. 21. Sobre la veintiuna, Responde confesando que el hombre Jesucristo está en Dios según la gloria y persona de su divinidad. 22. Sobre la veintidós, Responde que no lo ha dicho sino que las criaturas son obra de Dios y que tales criaturas no son de la sustancia del Creador. 23. Sobre la veintitrés dice que no lo ha dicho en esa forma. 24. Sobre la veinticuatro, Responde que no lo ha dicho así sino por la acción de las ideas, y que la esencia de Dios está en todo y por todo, y sostiene todo. 64


25. Sobre la veinticinco, Responde que no lo ha dicho así. 26. Sobre la veintiséis, Responde que no lo ha dicho así sino como una idea. 27. Sobre la veintisiete, Responde que no lo ha dicho así y que nunca ha pensado que el alma fuera mortal, sino que está revestida de elemento mortal. 28. Sobre la veintiocho, Responde que así lo ha dicho, que los padres no han recibido la regeneración del espíritu por el bautismo como nosotros. Pues Jesucristo ha innovado todo. 29. Sobre la veintinueve, Responde que no lo ha dicho así, pero que el alma por el pecado de Adán ha estado sometida a afecciones mortales. 30. Sobre la treinta, Responde que no lo ha dicho sino que los niños pequeños son concebidos y nacidos en pecado original. 31. Sobre la treinta y una, Responde que ha dicho eso y que Dios en la ley lo ordena así. 32. Sobre la treinta y dos, Responde que lo ha dicho y que es de esa opinión y que si ha errado, está dispuesto a rectificar. 33. Sobre la treinta y tres, Responde que no lo ha dicho propiamente en esa forma. Pero que la divinidad de Jesucristo que apareció en la nube era la misma que estaba en la carne de Jesucristo, si bien estaba en otra disposición en la carne que en la nube. 34. Sobre la treinta y cuatro, confiesa haber dicho eso. 35. Sobre la treinta y cinco, Responde que confiesa haber dicho así. 36. Sobre la treinta y seis, Responde que no lo ha dicho así, pero lo que ha dicho ha sido como una idea. 37. Sobre la treinta y siete, Responde que Calvino ha sido el primero que le ha injuriado y varias veces y en los libros públicamente impresos y que cuanto ha escrito ahora contra Calvino en su defensa, no es con la intención de injuriarle sino para mostrarle sus errores y faltas, como se ofrece a mostrárselo en plena congregación con sanas razones y la autoridad de la santa escritura. 38. Sobre la treinta y ocho, confiesa que su último libro no será tolerado por los papistas, pues la mayor parte va contra ellos. 65


Y que ha corregido ese libro y que ha escondido el original de Guillermo Guéroult y que él mismo llevaba el original al impresor. Preguntado si alguien ha sufrido a causa de la impresión del citado libro, responde que no sabe, y que quizás el impresor podría haber sufrido, pues está en prisión como él. Queda pendiente y sígase de día en día y de hora en hora, y que la causa sea remitida hasta probar y verificar los artículos negados. Se ha remitido la causa para probar y verificar y como por las respuestas del acusado resulta ser culpable, queda decidido que el querellante Nicolás quede libre presentando sumisión y fianza para seguir el procedimiento. El principal ha prometido presentarse cuantas veces sea llamado y seguir su causa, y a petición constituye fianza de honor, Antonio Calvino,14 burgués de Ginebra. VIII [La acusación toma perfiles más netos con la entrada en liza del jurista francés Colladon, quien, refiriéndose siempre a las preguntas de la sección III, aporta piezas de convicción.] Segundo interrogatorio de Servet 16 de agosto de 1553 Presentado el llamado Servet y habiendo hecho el juramento acostumbrado. Interrogado si está dispuesto a decir la verdad, responde que la dice. Después de que la causa había sido remitida para verificar las preguntas negadas, ha sido llamado maestre Nicolás, a quien acompaña el Señor Germán Colladon15 y han hecho las presentaciones. 14 Hermano de Juan Calvino. 15 Para servirle de abogado.

66


1. El dicho Nicolás afirma que probará la primera pregunta con los libros de Melanctón y Ecolampadio, impresos. 2. La segunda está confesada. 3. Sobre la tercera, el querellante ha presentado el Ptolomeo y las Anotaciones al final de la descripción de la tierra de Judea. A lo que objeta Servet que no lo ha escrito y que en ello no hay mal según se vea. Ítem en cuanto a las anotaciones que Servet ha hecho en la Biblia, presentan la Biblia en cuestión. 4. Sobre la cuarta, han presentado el libro titulado Christianismi Restitutio, y que el propio preso ha reconocido. 5. Sobre la quinta ha confesado. 6. Están confesadas. Siendo interrogado si entiende que las tres personas son tres visiones externas y no tres hipóstasis en la esencia de Dios, Responde que confiesa en la esencia divina tres hipóstasis y declara que hipóstasis es algo que subsiste. 7. Sobre la séptima dice que está comprobada con el libro, en la epístola primera dirigida a Monseñor Calvino, en la página 578, y en el primer libro de la Trinidad, en la página 22, y en varios otros pasajes de dicho libro, y en la hoja 12, página 2, del libro 3 De Trinitate escrito a mano. 8. Sobre la octava ya está dicho. 9. Sobre la novena han presentado para verificar dicho libro y la primera epístola a Calvino, en la página 578. 10. Vista. 11. Vista. Aquí queda interrumpido el procedimiento y remitido a mañana a mediodía y que al interesado le sea entregado su libro y a los citados las respuestas [de Servet] y que anote pronto el caso. IX [La brusca interrupción del segundo interrogatorio parece que fue debida a la intervención de Filiberto Berthelier en defensa 67


del acusado. Opuesto al régimen de austeridad impuesto en Ginebra por Calvino, Berthelier ve en el proceso de Servet la oportunidad de socavar la autoridad de Calvino y la aprovecha decididamente. Esto motiva la intervención de Calvino y su reprobación de Berthelier.] Extracto de los Registros del Consejo Menor Jueves 17 de agosto de 1553 Monseñor Calvino contra Miguel Servet. Aquí ha sido oído Monseñor Calvino sobre la causa de Miguel Servet y ha presentado varios errores escritos por el tal Servet, como sus libros muestran, y además ha presentado a Filiberto Berthelier, de quien ha sabido por el proceso que se mezcla en excusa y cobertura de los que el tal Servet ha querido designar conocedores de su libro. Ítem ha señalado que no se quiere excusar de haber permitido a su servidor Nicolás constituirse en parte contra Servet y querer proseguir, igual que él, que quiere ser parte contra él. Sobre lo cual queda declarado que continúa el procedimiento y a fin de que se le muestren mejor sus errores al preso, que el Monseñor Calvino y quien quiera con él, puedan asistir con el citado Nicolás a sus respuestas, y mostrar de nuevo los errores y los pasajes para probarlos. X Tercer interrogatorio de Servet16 En el Obispado, el 17 de agosto de 1553 Personado el llamado Miguel, que ha hecho juramento sobre las santas escrituras de decir verdad so pena de 60 soles y de tener el caso por perdido. 16 Parece

que Calvino asistió a este interrogatorio aunque no se le cita en las actas.

68


Aquí el respetable Colladon, como representante de maestre Nicolás, se ha ofrecido a verificar los artículos en forma definitiva. 1. Sobre la primera pregunta, han presentado textos para verificar la negativa del interrogado de haber sido condenado. Han presentado el libro de Ecolampadio, donde están contenidas las epístolas primera y segunda enviadas por él a Servet. Y además los Lugares comunes de Melanctón, páginas 18 y 28. A lo cual Servet replica haber confesado que tales doctores han escrito contra él, pero que eso no es sentencia definitiva. Colladon replica que si Servet hubiera sido aprehendido, junto con el impresor, ambos hubieran sido sentenciados. Sobre esto han pedido que se nombrara a tal impresor, que es Juan Secerio, de Haguenau. 2. Sobre la segunda, alegan que ese libro está lleno de herejías e infecciones, que se ofrecen a mostrar de inmediato, de modo tal que es imposible no haya infestado a varias personas. 3. Sobre la tercera, han presentado el libro de Ptolomeo, lo cual Servet niega haber hecho y, no obstante, que no hay mal y que no se refiere al tiempo de Moisés sino al tiempo de los que han escrito en nuestro siglo.17 A ello dicen que como ha abarcado en general a todos los que han escrito de dicho país, ha calumniado a Moisés. Y en cuanto a las anotaciones de la Biblia, han presentado los capítulos 7 y 8 de Isaías, de cuyo último pasaje dicen que Servet ha atribuido a Ciro lo que se atribuye a Jesucristo en cuanto a borrar nuestros pecados y llevar nuestras iniquidades. A lo cual Servet responde que lo principal debe ser entendido de Jesucristo, pero en cuanto a la historia y la letra deben atribuirse a Ciro, y que los antiguos doctores han puesto dos sentidos en el Antiguo Testamento, a saber el sentido literal y el sentido místico, como así dice San Juan en el Apocalipsis, 17 Esta

acusación concierne a las anotaciones efectuadas por Servet en la «Geografía» de Ptolomeo, en las que describía Judea corno una tierra seca y poco productiva, lo que en su tiempo era perfectamente auténtico.

69


en el capítulo 19, que el testimonio de Jesucristo es el espíritu de profecía, y acude a Nicolás de Lira como antiguo doctor, allí donde habla de Ciro respecto al capítulo 53 de Isaías. 4. Sobre la cuarta, él confiesa. A lo cual ellos dicen que si bien fue amonestado antes de los errores, no obstante no dejó de imprimir ese libro y que no es necesario imprimir para querer ser corregido, como alega Servet de que quería ser corregido de sus errores. 5. Sobre la quinta, él confiesa. Aquí se le ha hecho declarar el medio por el que se escapó. Y dice que escaló una muralla y salió por una ventana, y que nadie le ayudó sino Dios y, sin embargo, él había dicho que algunos de la justicia le habían ayudado porque no querían perseguirle más. 6. Sobre la sexta, han presentado el libro Christianismi Restitutio, desde el folio 22 de dicho libro hasta los 35 y 36, allí donde están contenidas las grandes blasfemias que profiere Servet contra la Trinidad, llamándola Cerbero y sueños de San Agustín, invención del diablo, y triteítas a los que en ella creen. A lo que Servet responde que no llama triteítas a los que creen en la Trinidad, pues él mismo cree, sino a los que la presentan como no es, a saber a los que ponen distinción real en la esencia divina, que dividen a Dios y quitan unidad a la esencia divina, y a los que llama Trinitarios y Ateos. Y que en la verdadera Trinidad hay distinción personal y no real, y que los primeros doctores de la iglesia, discípulos de los apóstoles, han hablado así, como San Ignacio, discípulo de San Juan apóstol, en sus epístolas, lo mismo en la epístola a Trellian [sic] y a los tarsenses, y Policarpo en las epístolas a los filipenses y otros, que era mártir y discípulo de San Juan, Clemente, discípulo y sucesor de San Pedro, Ireneo mártir, discípulo de Policarpo, en cinco libros, de los cuales él trata. Ireneo 16, 17 y otros citados en la página 685 de su libro impreso, y Tertuliano, doctor en los tiempos de los apóstoles, y los lugares citados en la página 691, y Clemente de Alejandría, que era de ese tiempo (Lib. Stromaton, Lib. Pedagogi, impreso en Florencia). 70


Interrogado si los doctores antiguos no han usado esa palabra de Trinidad, confiesa que después del concilio de Nicea y no antes, y que esos doctores nombrados no han empleado la palabra Trinidad. Aquí dice que entiende por persona e hipóstasis una sustancia visible o aparente. Sobre esto ellos han dicho que no alegue doctores como Clemente, Ignacio y Policarpo, siendo que los libros que ha nombrado y atribuido a su nombre son apócrifos y completas locuras; y Tertuliano e Ireneo están totalmente contra él. 7. Vista. 8. Vista. 9. Sobre la cual presentan la primera epístola a Monseñor Calvino, del libro impreso de Servet. [En lo que se refiere a las preguntas 10 a 36, las Actas del proceso comprenden una simple enumeración de los libros escritos de Servet en que se basan los acusadores. La hemos suprimido por su escaso interés, y, en particular, porque en gran parte de los casos se trata de cartas o de libros que no llegaron a imprimirse.] 37. Sobre la treinta y siete presentan el libro impreso de Servet, y la Institución de Monseñor Calvino, apostillada por Servet, así como una epístola enviada por Servet a maestre Abel, ministro de la palabra de Dios en esta ciudad, sin fecha, que Servet reconoce haber escrito, así como las apostillas de la Institución, que le son exhibidas y confiesa haber escrito de su propia mano. 38. Sobre la treinta y ocho, él confiesa. Y ellos dicen que él se contradice a sí mismo y varía en sus respuestas, cuando dice que se ha escondido de Guillermo de Guéroult y después dice que Guillermo Guéroult le puede haber ayudado a corregir. Y aquí están las respuestas dadas por Servet, tanto ante el lugarteniente como ante los señores, las que se han encontrado variables. Aquí, Colladon, representante citado, pide que se reconozcan sus pruebas como suficientes y que por ello sea Nicolás descar71


gado y liberado de la obligación que soporta, junto con su fiador, con condenación de gastos e intereses incurridos en la prisión. Aquí, la asistencia, habiendo visto las pruebas y los testimonios presentados por la parte querellante, con los que aparece suficientemente culpable el acusado, Nicolás el principal, junto con su fiador, decide que sean desde esta hora liberados, como así se les libera. En cuanto a las costas se dejan para el final de la causa. Y después Servet es interrogado sobre lo que él contestó de que permaneció dos días en prisión y después salió de mañana. Pues, el vicebaile, que le tenía precio, mandó al carcelero que le dejara irse por un jardín y que le tratara bien, porque había asistido con su medicina al Señor de Maugeron, del que el vicebaile era amigo. Y de ese jardín subió por una muralla y sobre prensas de uvas y después se escapó y tomó el camino para ir a España, volviendo después atrás a causa de los gendarmes que él tenía, y quiso pasar por aquí y por Alemania para ir más allá de las montañas a ejercer la medicina. Interrogado por su dinero, responde que no se retira el dinero a los presos en ese lugar. Interrogado sobre si ha enviado sus libros a alguna parte, responde que él no, pero que su impresor ha mandado a Francfort. Interrogado sobre la cantidad de libros impresos, responde que fueron impresos mil. Se le conmina a que mantenga sus respuestas de día en día y de hora en hora. Y después queda decidido que se libere a maestre Nicolás y a su fiador, y que las costas queden para el final de la causa. XI [El Consejo Menor toma la decisión capital de dirigirse por escrito al tribunal de Viena del Delfinado, católico y por ende cerrado enemigo del tribunal que actúa en la Ginebra protestante, para inquirir las causas de la condena de Servet. Los dos poderes establecidos colaboran en perjuicio del desamparado Servet.] 72


Extracto de los Registros del Consejo Menor Lunes 21 de agosto Aquí se habla de Miguel Servet, detenido por causa de herejía: teniendo en cuenta que el caso importa mucho a la cristiandad, se decide que siga el proceso.18 Y no obstante, que se escriba a Viena del Delfinado para saber porqué ha sido detenido y cómo ha salido, y después, cuando esté todo reunido, que se escriba a las señorías de Berna, de Basilea, de Zurich, de Schaffhouse y de otras iglesias para darles entero aviso. Aquí mismo ha llegado una carta de Arnoullet,19 que afirma que Guillermo Guéroult ha corregido el último libro de Servet, y después habla de él. Y queda decidido que se presente Servet, y que se le muestre la carta para que la reconozca, y que se le interrogue sobre ella. Y si resulta que Guéroult sabe de dicho libro, sea prendido y detenido para que responda. XII [Ésta es la carta mencionada en la sección XI (Registros del Consejo Menor del 21 de agosto), pieza esgrimida contra Servet porque en ella se indica que Guéroult actuó como corrector de la Christianismi Restitutio, lo que Servet había negado en el primer interrogatorio (respuesta 38). Bertet era un librero, establecido en Chastillon (Alta Saboya, cerca de Ginebra), a quien Arnoullet escribe para que defienda sus intereses frente a Guéroult, el corrector del libro de Servet, que trabajaba entonces en Ginebra.] 18 Como

la parte querellante había quedado liberada según su demanda por considerar justificada su acción, había que adoptar una nueva decisión para que prosiguiera oficialmente el proceso en nombre del Estado y a cargo del fiscal, que debía unirse ahora al lugarteniente para la continuación de la causa. 19 Véase el documento siguiente.

73


Carta de Baltasar Arnoullet, impresor de la Christianismi Restitutio, en Viena del Delfinado A Sir Santiago Bertet, en Chastillon Santiago, he recibido vuestras cartas por el presente portador, de fecha 12 de julio. En respuestas a éstas, me alegra que no sea cierto lo que Simón de Bose me escribía de vos, que habíais declarado que había en Francfort un tonel de tales libros20 y otras cosas que habíais declarado en justicia que yo no creo, por cuanto tengo su carta, la cual os ruego mostréis algún día, pues yo no les he escrito cosa alguna, y nada os podrán mostrar de mi escritura desde mi encarcelamiento, y no os sorprendais si no he querido firmar las cartas que os he enviado, que son en número de tres, igual que he recibido de vos. Pues no es por desconfiar de vos, pero viendo el estado en que me encuentro, temía que fuesen vistas y que fueran un riesgo de daños para mí, con más larga detención de mi persona. Esa es la causa de que no las haya firmado, pues confiad en mí que no hay ninguna malicia en mí para haceros más mal del que yo quiero que se me haga. No estoy en absoluto manchado con mi proceso21 pues ayer mismo seis personas de bien, de mis vecinos, han reconocido mi buena conducta para quedar absuelto dentro de la semana próxima, que será mi libertad total, y necesito ser más hombre de bien que Guéroult y tener mejor conciencia, pues tengo y he tenido siempre buenos amigos sin que se mezclasen en mis negocios. Por ello, Santiago, mi amigo, no puedo ir allí22 antes de que termine aquí la feria de agosto, pues estamos cerca de la feria. Pero podéis demorar.23 Estáis autorizado por mí a proceder, defender y demandar, y yo os tendré en cuenta todo lo que hagáis, y tened bien en cuenta que Guéroult pide con falsedad 20 De la Christianismi Restitutio. 21 Abierto en Viena del Delfinado por ser impresor del libro de Servet. 22 A Ginebra. 23 Dejar pasar el tiempo en la demanda relativa al problema de intereses

surgido entre Guéroult y Arnoullet, del que se trata más adelante.

74


pues no ha hecho cuentas conmigo y se fue sin decir adiós,24 y que no le debo toda la suma demandada. Sin embargo, si no disponeis de procurador, tomad a maestre Antonio Froment25 y como abogado a Germain Colladon, que me indica el Señor Claudio Cussonet de Lyón, quien envía sus recomendaciones. Y no os preocupéis que estando por allá pondré buen orden en todo y cuidaré de vivir en el futuro fuera del poder de nuestros enemigos y de los enemigos de la verdad; recordad de no declarar a nadie cuando iré por ahí. Podéis afirmar que puedo probar que Du Bose me debe más de lo que Guéroult podría pedirme, pues tengo con qué probarlo. En cuanto a lo que dicen Guéroult y Du Bose de que les he hecho mal, es justamente lo contrario, pues siempre han tenido dos veces más de lo mío que yo de lo suyo. Y como recompensa de haber alimentado a la mujer de Guéroult tres años enteros, y de haberle mantenido como a mi persona en nuestra casa pagándole por hacer lo que hubieran podido hacer aprendices en la corrección, que han aprendido en un año más de lo que él ha aprendido en tres años, me ha traicionado vilmente, pues ha corregido todo el libro26 sin señalarme los errores. Fiándome de él pregunté si estaba conforme a Dios y me dijo que sí, pero hablaba en algunas epístolas a Monseñor Calvino, y que tenía grandes deseos de traducirlo al francés. Pero le dije que si el autor no quería que se guardara bien de hacerlo, y el autor no quiso permitir ni que tomara una. Ha hablado muy mal de Monseñor Calvino ante gentes respetables e incluso me dijo recientemente en su último viaje que le habló y que le había dicho de mí que había cumplido con su deber haciéndome aprehender27 y que había pasado por allí sin 24 Sin duda para evitar ser encarcelado, corno Arnoullet. 25 El primer predicador de la Reforma en Ginebra. 26 La Christianismi restitutio, por cuya impresión se encontraba Arnoullet

en prisión. refiere probablemente a la detención de Arnoullet en Viena del Delfinado, que se habría efectuado entonces a instigación de Calvino.

27 Se

75


ir a verle.28 La verdad es que yo me arrepiento de la amistad que tuve por él en el pasado, por haber tenido un tal monstruo, al que Dios quiera enmendar. Él29 dice que yo le he querido poner en peligro, pero más bien es lo contrario. Pues cualquier cosa que yo os pida, no quiero que lo sepa, ni entiendo comunicársela en modo alguno. Pues si yo lo hubiese querido hacer, no hubiera esperado tanto y tenía la ocasión y los medios de descargarme de mis cargas. Pues en ese tiempo,30 él tenía la carga de la casa y la corrección, y no estaba ni la tercera parte del tiempo en la casa. Pues se ponía de acuerdo con el autor, de modo que nunca me dijo nada sino después de que vos partisteis para ir a Francfort y si no fuera porque me hablasteis tan atentamente de dicho libro, no hubiera tratado tanto de hacerle decir la verdad, y todavía no me dijo ni la mitad. Como podéis daros cuenta, esa era su manera de favorecerme. Pues lo que yo digo es la verdad y no se puede negar. Hay más de ocho personas que testimoniarán, y la menor es más digna de fe que yo. En cuanto a mí, ruego a Dios que lo cambie por un medio que no sea yo y que le haga la gracia de ser más hombre de bien de lo que es, pues no le tengo buena estima y no se me podrá reprochar de ser el acusador del mal de otro. En cuanto a lo que me pedís, que busque un hombre para ir a Francfort31 debéis tener en cuenta que no he pensado en tomar otro que vos, y también que me fío más de vos que de muchos otros. Sin embargo, si fuera necesario alguien para ayudarles o haceros compañía, podéis tomarle según os plazca, como podremos concertar vos y yo estando por allí en el momento de la partida, pues os aconsejo que hagáis desaparecer secretamente los libros, y que nunca se encuentre folio ni media. Y que esto se haga sin que seáis escandalizado, pues mucho me desagrada que estemos así decepcionados y enga28 Calvino

pensaría que rnoullet no iba a verle, aún conociéndole, porque compartía las ideas de Miguel Servet. 29 Es decir Guéroult. 30 Durante la impresión de la Christianismi Restitutio. 31 Para hacer desaparecer los ejemplares de la Christianismi Restitutio que allí se encontraban.

76


ñados con este asunto. Pero Dios nuestro padre nos provee todavía de abundantes bienes, muchos más de los que hemos merecido. Pues yo he sufrido grandes pérdidas en cuanto a los bienes mundanos, por haberme fiado demasiado de las gentes. Sin embargo, Dios nos deja medios y bienes bastantes para recuperarlos y aún más, y para usarlo todo a su gloria y obrar con prudencia en el porvenir. En cuanto a Morlot, vos quedáis bastante descargado, pues recibió al contado una parte de su paga y la otra la recibirá antes de que yo parta de Lyón, donde no he estado desde hace cinco meses, y donde espero ir en paz toda la semana próxima. En cuanto a lo que me preguntáis de si yo sabía que el autor estaba rechazado de las Iglesias cristianas en parte la avaricia me ha movido a actuar así, os ruego que no me tengáis en esa consideración, o estaréis lejos de conocerme, y que os baste la verdad aquí escrita. En cuanto a que el Inquisidor32 tenga vuestro nombre y apellido, no sé nada, pero os aseguro que he pasado hasta doce interrogatorios delante de él, en los que no he nombrado hombre vivo sino que me han hablado de muchos de los cuales os diré los nombres cuando estemos juntos, y yo respondí que a mi conocimiento eran gentes de bien. Pero nunca se me habló de vos en mi proceso, y en modo alguno les he contradecido ni he disputado, y me he comportado como plugo al Señor Dios que nos guarda como suyos. Si sentís deseos de venir33 en esta próxima fecha, podremos ir juntos por allá.34 Creo que podéis venir igual que otros han venido, pues las cosas no son tan peligrosas como se dice; podéis mantener los negocios en secreto. Os ruego digáis a Monseñor Calvino que cuando iré por allí no dejaré de ir a verlo, y que si no he cumplido con mi deber hacia él como debía que me tenga por excusado, pues el culpable está por ahí y cuando me oiga hablar comprenderá los motivos. 32 En Viena del Delfinado. 33 A Viena del Delfinado. 34 A Ginebra.

77


Transmitirle mis saludos y recibid vos los míos, sin olvidar a la dama de vuestros bienes y a nuestros buenos amigos de por allá, y principalmente saludar con aprecio a Monseñor Crepin.35 Y tratadme ni más ni menos que como vuestro mejor amigo; excusarme si no he escrito antes en esta manera que escribo, pero ahora me era muy necesario escribir abiertamente sobre los negocios en que estoy. En Viena, el 14 de julio de 1553. De vuestro mejor amigo. Balthazar Arnoullet Decid al señor Gabriel que le agradezco de buen corazón las penas que se ha tomado por mí, y que siempre que tenga ocasión lo reconoceré. Pues estoy dispuesto a serle agradable donde me sea posible. Ruego al Todopoderoso que os bendiga a él y a vos en vuestros negocios. Y cuando os plazca, cuidad de indicar bien la dirección, y cambiad el nombre de la ciudad. Guardad la presente como prueba de verdad. He dado diez cuartos de Saboya al presente portador y le hubiese dado más si no fuera por tener más seguridad de que, pensando en recibir allí el resto del dinero, cuidará más de haceros llegar la presente respuesta. XIII [La discusión entre Calvino y Servet queda centrada en el deseo del primero de probar que ya antes del Concilio de Nicea los doctores de la Iglesia habían hecho uso de la palabra Trinidad, con lo cual caía por su base la afirmación de Servet de que él estaba más cerca del Cristianismo primitivo que el propio Calvino que, en tanto que paladín de la Reforma, afirmaba volver a las fuentes.]

35 Impresor,

78

en Ginebra.


Cuarto interrogatorio de Servet 21 de agosto de 1553 Repetición del llamado Servet. Presentado el llamado Servet, que ha hecho juramento de decir verdad so pena de 60 soles y de tener el caso por perdido. Interrogado si conoce el nombre del impresor responde que sí y que se llama Baltasar Arnoullet. Interrogado si hace mucho tiempo que le conoce, responde que hace alrededor de un año que le conoció, desde que llegó a Viena del Delfinado. Interrogado si estuvo prisionero con él y que ha sido de él, y si sabe donde está, responde que sí, que estuvo prisionero en Viena del Delfinado con él y que no sabe donde está ahora. A ese propósito se le ha mostrado una carta de Baltasar Arnoullet, de fecha de 14 de julio pasado. E interrogado si conoce la carta de Arnoullet, responde que no la sabe reconocer, sobre todo porque sólo le trata de un año acá. Aquí son llamados con Servet, maestre Nicolás de la Fontaine, querellante, y los Ministros de la Palabra.36 Después se ha señalado al llamado Miguel que los Ministros estaban aquí para mantener lo contrario de lo que él había alegado sobre los autores. Primero Monseñor Calvino ha tratado bastante ampliamente del autor Clemente, como no es digno de ser tenido por sabio, y que, no obstante, no sirve de apoyo a Servet sino más bien de lo contrario. E igualmente de Justino, e igualmente del otro Clemente, que en sus escritos está en todo contra Servet. Y también Orígenes y Tertuliano. Y también Cipriano mártir e Ireneo. 36 Ésta

es la primera vez en que aparece señalada en las Actas una intervención personal de Calvino en el proceso, para sostener como acusador, en nombre del dogma tradicional, una discusión teológica.

79


Servet dice que ha escrito en su libro y que ha hablado abiertamente de tres hipóstasis, como los citados autores, y que no dice más que ellos, a no ser en la distinción real. Aquí, Monseñor Calvino ha hecho referencia a Justino mártir para probar que había hecho uso de la palabra Trinidad, en el folio 176, antes del Concilio de Nicea, y Servet confiesa que en ese libro es verdad que aparece la palabra trias, que significa Trinidad. También ha hecho referencia a Orígenes, homilía 40, folio 117. Aquí Calvino ha demostrado que nunca nadie compartió la opinión de Servet ni empleó la palabra Trinitarios. Entre esas afirmaciones y disputas, Servet dice que el nombre de hijo en todas las escrituras divinas se atribuye al hombre hijo, igual que Jesucristo se considera hombre. Y que en todos esos doctores, el verbo divino es llamado hijo personalmente, y que el hombre Jesucristo es realmente hijo de Dios. Aquí Calvino dice que la hipóstasis del padre es diferenciada por el apóstol del esplendor de Jesucristo según la esencia divina, de lo que deduce que hay distinción real. Responde [Servet] que hay distinción real entre Dios el padre y su hijo Jesucristo, pero que entre Dios el padre y la divinidad de Jesucristo hay distinción personal y no real. Contesta Calvino que si la distinción no es real, no será auténtica y que engaña con esa palabra de persona, pues todos los doctores antiguos que han empleado esa palabra la han hecho sinónima de hipóstasis. Y la hipóstasis, como ya se ha dicho, significa una sustancia, es decir algo que subsiste de hecho en la esencia, y Servet toma la palabra de persona como algo que aparece fuera de la esencia de Dios. Servet responde y dice que persona es hipóstasis, y que la sustancia está y ha estado en la esencia divina. Calvino contesta que si hubo en todos los tiempos tres sustancias en la esencia de Dios, se deduce que hubo distinción verdadera y real, y que cuando Servet niega la realidad, la hace apócrifa. 80


Interrogado sobre si el cuerpo de Jesucristo es de la sustancia de Dios, responde que es de la sustancia de Dios en cuanto a su divinidad. Calvino ha señalado que, en vista de que Servet dice que el cuerpo de Jesucristo es de la sustancia de Dios, y que nosotros sabemos que el cuerpo del hombre no es de la sustancia de Dios y no tiene ninguna divinidad, por ese medio Servet llegaría a la conclusión de que el cuerpo de Jesucristo no era en absoluto semejante al nuestro. Finalmente Servet ha hecho referencia a Nicolás, de Lira, para mostrar como entendía el capítulo 53 de Isaías, relativo a Ciro. Aquí queda decidido que se deben facilitar a Servet los libros que pide, si pueden encontrarse en esta ciudad o en Lyón, a sus expensas; de los presentados por Monseñor Calvino, ha retenido los de Tertuliano e Ireneo y San Ignacio y Policarpo. Decidido que se entregue papel y tinta a Servet a fin de que pueda formular demanda a los Señores, como ha pedido ante la asistencia. Que el carcelero le entregue una hoja de papel para escribir su demanda, y que la haga bien concisa. Remitido para su continuación. XIV Carta de la Señoría de Ginebra al tribunal de Viena del Delfinado (Escrita en virtud de la decisión adoptada por el Consejo Menor el 21 de agosto de 1553) A los nobles, sabios, respetables y magníficos Señores vicebaile, jueces y otras gentes del Rey en la corte de Viena del Delfinado, nuestros buenos vecinos y muy queridos amigos: Nobles, sabios, respetables y magníficos señores, nos recomendamos de buen corazón a vuestra gentileza. Magníficos Señores, tenemos en nuestra prisiones a un llamado Miguel Servet, del que hemos sabido que fue deteni81


do y encerrado por vosotros en vuestra ciudad de Viena y que salió de prisión sin decir adios al carcelero37 sino con quebranto y si bien le encontramos cargado de delitos y no pudiendo saber ni de él ni de otro de allí las cosas por las que por vosotros fue estrechamente encarcelado, pensamos y entendemos bien que no ha sido sin causa, y que teneis contra él indicios e informaciones por los que era, digno de castigo y que si no hubiera huido, habríais cumplido con vuestro deber. Ya que nos ha venido a las manos, deseando la justicia y cumplir con nuestro deber, os dirigimos el presente ruego por nuestro servidor para pediros que, sabiendo que toda justicia está obligada a ayudar a otra en casos tales, nos envieis copias de los indicios, informaciones y diligencias que teneis contra él para ayudarnos a seguir su proceso, igual que quisierais que hiciéramos por vosotros en igual caso, lo que haríamos con agrado, y aún más, estando en nuestro poder. En esa espera rogamos a Dios que le plazca daros afortunada prosperidad de Estado. En Ginebra, el 22 de agosto de 1553. XV Demanda dirigida por Servet a la Señoría de Ginebra A mis muy honrados Señores, Señores Síndicos y Consejo de Ginebra. Suplica humildemente Miguel Servet, acusado, señalando el hecho de que es una nueva invención, ignorada de los apóstoles y discípulos de la primera iglesia, el acusar de delito por doctrinas de la escritura o por cuestiones procedentes de ésta. Ello se muestra primeramente en los Hechos de los apóstoles, capítulos 18 y 19, donde las acusaciones son desestimadas y devueltos los acusadores a las iglesias cuando no hay otro delito que cuestiones de religión. 37 No

deja de ser raro ese rasgo irónico en gentes tan carentes del sentido del humor.

82


Del mismo modo, en el tiempo del Emperador Constantino el Grande, cuando hubo grandes herejías de los arianos y acusaciones criminales tanto del lado de Atanasio como de Ario, el Emperador, siguiendo su propio entender y el consejo de todas las iglesias, decidió que según la doctrina antigua tales acusaciones no tendrían consecuencias, incluso aunque se tratara de un herético como era Ario. Todas las cuestiones serían decididas por las iglesias y el que fuera convicto o condenado por ellas, si no quería arrepentirse, sería excluido. Ese castigo fue siempre observado en la primera iglesia contra los heréticos, como se prueba por otras mil historias y por la autoridad de los Doctores. Por lo cual, Señores, según la doctrina de los apóstoles y los discípulos, que no permitieron tales acusaciones, y según la doctrina de la primera iglesia, en la cual tales acusaciones no fueron admitidas, pide el suplicante que se retire la acusación criminal. En segundo lugar os suplica, Señores, que considereis que no ha cometido delito alguno en vuestra tierra ni en otro lugar, y que no es en absoluto sedicioso ni alborotador. Pues las cuestiones que trata son difíciles y dirigidas sólo a gente entendida. Y que en todo el tiempo que estuvo en Alemania sólo habló de esas cuestiones a Ecolampadio, Bucero y Capiton. En Francia nunca ha hablado a nadie. Además siempre ha reprobado y reprueba a los anabaptistas sediciosos contra los Magistrados, que quieran hacer las cosas comunes. Concluye así que por haber destacado ciertos puntos de los antiguos Doctores de la Iglesia, sin ningún ánimo de sedición, no debe en modo alguno estar detenido y sometido a una acusación criminal. En tercer lugar, Señores, como es extranjero y no conoce las costumbres de este país, ni como hay que hablar y proceder en juicio, os suplica humildemente que le concedais un procurador, que hable por él. Así hareis bien y nuestro Señor prosperará vuestra República. Dado en vuestra ciudad de Ginebra el 22 de agosto de 1553. Miguel Servet, de Villanueva, en su propia causa. 83


XVI [Responde aquí el fiscal a la demanda de Servet (sección XV), que había pedido la libertad, por considerar que sólo había cometido un delito de opinión, y solicitado que se le concediera un abogado. El acta de acusación constituye, como es lógico, un documento mucho más estructurado que las preguntas formuladas en la querella de Nicolás de la Fontaine. Las interrogaciones del fiscal son más netas e incisivas; además se refieren de preferencia a aspectos personales y aun sexuales de la vida de Servet («cómo se ha podido contener de casarse durante tanto tiempo»). La concatenación que quería establecer era bien transparente: un hombre de vida disoluta tenía que producir forzosamente escritos disolventes.] Acta de acusación del fiscal general38 Artículos sobre los que será interrogado Servet Estos son los artículos y preguntas por los que el fiscal general de esta ciudad de Ginebra requiere que se interrogue a Miguel Servet, preso en causa criminal por blasfemias, herejías y perturbación de la Cristiandad. 1. Primero, del lugar de su nacimiento, nombre y estado de su padre, y cuánto tiempo hace que salió por primera vez de su país y si ha vuelto. 2. Ítem si ha comunicado con judíos acerca de religión en dicho país, en Aragón o en otra parte. 3. Ítem si su padre u otros de sus predecesores han sido judíos o de otra religión no cristiana. 4. Ítem en qué países y ciudades ha vivido desde que salió de su país, y qué posición e ingresos ha tenido. 38

84

No aparece fechada, pero debió redactarse del 21 al 23 de agosto. Esta acta constituye la primera intervención del fiscal general, Claudio Rigot, y representa la transformación de la acusación privada en pública.


5. Ítem si es doctor o licenciado en Medicina, dónde ha estudiado y practicado la Medicina. 6. Ítem si el libro que confiesa haber hecho imprimir en Basilea hace largo tiempo, fue puesto en venta y qué ha ocurrido con los libros impresos. 7. Ítem si la señoría de Basilea no hizo recoger dichos libros y mandó hacer inquisición del autor y el impresor, y si él y el impresor no se ocultaron por miedo a ser capturados y castigados. 8. Ítem si no es el mismo libro, conteniendo la misma doctrina, que el que hizo imprimir últimamente en Viena del Delfinado. 9. Ítem si no ha sido advertido por buenos doctores y gentes fieles que su libro no era de buena doctrina, sino contrario a la verdadera religión cristiana. 10. Ítem, vistas tales advertencias, quien le ha llevado aún a imprimir ese libro en Viena del Delfinado. 11. Ítem quien era en esa última impresión el corrector con él para revisar las primeras u otras hojas al aparecer sobre la prensa. 12. Ítem si no ha buscado después los medios por él o por otro y señalado el deseo de imprimirlo en Venecia. 13. Ítem porque ha titulado ese libro Christianismi Restitutio y que entiende por ese título. 14. Ítem si no piensa que todos los que han escrito antes de él y de otra manera que el contenido de dicho libro, no han entendido nada de la religión cristiana, y que el Cristianismo ha sido corrompido a causa de que no se seguía la doctrina tal como está en su libro. 15. Ítem y que la doctrina y religión de otras iglesias de Alemania y de esta iglesia de Ginebra y de otras iglesias reformadas no es cristiana, y que todos los que no sustentaban su doctrina son malditos de Dios y van a la perdición, como ha escrito en su carta dirigida a Monseñor Abel Pouppin, ministro de la palabra de Dios en esta ciudad. 16. Ítem si no entiende también que todos los que han sido bautizados en su infancia en dichas iglesias y en otras iglesias, no están realmente bautizados. 85


17. Ítem si nunca ha sido acusado de crimen o de otro delito y constituido preso en otro lugar que en Viena del Delfinado, y si no se ha encontrado en disputas o escándalos donde haya herido a otro o él mismo haya sido herido. 18. Ítem si ha estado casado y, si responde que no, será interrogado, vista su edad, cómo se ha podido contener de casarse durante tanto tiempo. 19. Ítem, supuesto que se encontrará que ha llevado vida disoluta y que no ha tenido celo ni gracia de vivir castamente y como verdadero cristiano, qué le ha movido e incitado a tratar con tanta profundidad de cosas principales y fundamentos de la religión cristiana. 20. Ítem si no sabía bien que su libro y su doctrina turbarían sobremanera a la Cristiandad y darían ocasión a la juventud para desbordarse en libertinajes, adulterios y otros crímenes, que pueden cometer los jóvenes aunque no hayan pasado de veinte años, supuesto que él dice que no pueden pecar y que no deben ser castigados antes de esa edad de 20 años. 21. Ítem si no sabía bien que su doctrina era perniciosa, visto que favorece a los judíos y turcos excusándoles, y si no ha estudiado el Corán para impugnar y combatir la doctrina y la religión que sustentan las iglesias cristianas, así como otros libros profanos de los cuales hay que abstenerse en materia de religión, según la doctrina de San Pablo. 22. Ítem si ese libro del Corán no es un malvado libro lleno de blasfemias. 23. Ítem si no sabía bien que Sabelio, Maniqueo, Néstor y otros heréticos reprobados por la iglesia cristiana, han sustentado algunas de las opiniones que están en su libro. 24. Ítem si no ha leído los libros de Ireneo y Epifanio y de otros doctores antiguos, que han repetido tales herejías y falsas doctrinas de esos heréticos. 25. Ítem con qué personas ha comunicado su dicha doctrina cuando hizo imprimir primeramente su libro en Basilea y todavía últimamente antes de que lo hiciera imprimir en Viena del Delfinado. 86


26. Ítem si no sabía que no debía creer fácilmente en su propio juicio en tales cosas tan extrañas y de perniciosas consecuencias, y que eran reprobadas por los buenos doctores y iglesias reformadas. 27. Ítem si conocía alguien que adhiera a su doctrina. 28. Ítem quien le llevó a venir a esta ciudad y si no había pensado en sembrar su doctrina y en turbar la iglesia. 29. Ítem si ha comunicado con alguien o ha conocido a alguien en esta ciudad. 30. Ítem si ha hablado a Guillermo Guéroult desde que vino y si Guéroult sabía que debía venir. XVII [Este interrogatorio ya no está basado en la querella presentada por Nicolás de la Fontaine, sino en la acusación del fiscal (sección XVI). Así, cada respuesta debe leerse asociada a la pregunta correspondiente; sólo así se entenderá claramente su sentido.] Quinto interrogatorio de Servet 23 de agosto de 1553 Presentado personalmente el llamado Servet, que ha pronunciado el juramento acostumbrado. Interrogado sobre el hecho de que últimamente pidió algunos libros, si quiere indicar algo se le oirá. Aquí, el señor secretario ha presentado el Acta de acusación en una cédula, que comienza así: Estos son los artículos y preguntas, etc. 1. Interrogado sobre el primero responde que es nativo de Villanueva, del reino de Aragón, de la diócesis ilerdense, y de nombre se llama Miguel y de apellido Servet, alias Revers,39 que la profesión de su padre era notario, y que hace alrede39 En

lugar de Reves, como se indica en el título del libro Dialogorum de Trinitate libri duo.

87


dor de 24 ó 25 años que salió de su país, y que no ha vuelto desde entonces. 2. Sobre el segundo, si ha comunicado con judíos, etc., responde que nunca ha tenido comunicación con ellos. 3. Sobre el tercero, si su padre etc., responde que no y que son cristianos viejos, que viven dignamente. 4. Sobre el cuarto, en qué países etc., responde que vivió algo en Tolosa,40 donde fue enviado por su padre para estudiar leyes, y allí aprendió con algunos escolares a leer las Santas Escrituras y el Evangelio, lo que nunca había hecho, y de allí pasó a Lyon y de Lyon aquí, y de aquí a Basilea, donde vivió largo tiempo con Ecolampadio, y de allí marchó a Estrasburgo para tratar de las Santas Escrituras con Martín Bucero y Capiton que eran estimados sabios, y de allí fue a Haguenau donde hizo imprimir un librito sobre la Trinidad, y que tenía entonces alrededor de veinte años de edad. Interrogado sobre cómo se titulaba ese librito, responde que no lo ha visto desde entonces y que le parece que se titulaba De Trinitatis Erroribus y que el impresor se llamaba Juan Secerio, de ello hace unos 24 años. Y de Haguenau volvió a Basilea, y de Basilea a Lyon, donde moró unos 2 ó 3 años. Interrogado por qué volvió de Alemania, responde que porque era pobre y no entendía la lengua. Y de Lyon fue a París, donde estudió Medicina y profesó públicamente en Matemáticas. Y de París, estando ya graduado y sabio en Medicina, fue a practicarla, lo que ha hecho siempre desde entonces. No ha tenido otra vocación que la Medicina, pero también es verdad que ha sido un poco de tiempo corrector de imprenta en Lyon. 5. Sobre el quinto responde que es doctor en Medicina, maestro en artes de París. Y que estudió Medicina en París, y que practicó dos o tres años en Charlieu, a 10 ó 12 leguas de Lyon, y de allí pasó a Viena del Delfinado, donde practicó 10 ó 12 años la Medicina. 40

88

Se trata de la Tolosa francesa (Toulouse).


6. Sobre el resto responde que no hizo imprimir en Basilea, pero que el librero de Basilea llamado Conrado Rösch envió el manuscrito de ese libro al mencionado impresor de Haguenau. Y que fue expuesto en venta en Estrasburgo y Francfort, y que no sabe qué ha ocurrido. 7. Sobre el séptimo responde que nunca eso ocurrió en el tiempo que estuvo en Alemania y que en tal época no se le hizo ninguna inquisición ni del libro, ni del impresor ni de él, y que después volvió tranquilamente a Basilea y también a Estrasburgo. 8. Sobre el 8 responde que puede haber algo parecido pero que ha cambiado mucho, pues hizo el último sin ver el primero. 9. Sobre el 9 responde que ha encontrado algunos doctores que compartían la opinión de su libro y otros que no. Interrogado para que nombre a los de su opinión, nombra a Capiton, de Estrasburgo, y a Ecolampadio al comienzo, quien después cambió, y que Martín Bucero era su contrario, y que sólo habló a estos tres. 10. Sobre el décimo responde que pensaba que ofendía a Dios si no lo hacía, y que lo hacía con tan buen celo como si por ello debiera salvarse. Pues nuestro señor nos ha mandado en San Mateo, capítulo 10, que no debemos ocultar lo que nos haya revelado en secreto, sino comunicarlo a los otros, y también dice en el capítulo 5 que la luz que nos haya dado no la debemos poner debajo de un banco ni de un almud sino en lugar donde ilumine a los demás, y así, según Dios y su conciencia, pensaba haber seguido bien todos los pasajes de la Santa Escritura que hablan de esas cuestiones, y también los primeros doctores antiguos de la iglesia. Pensaba haber dicho y hecho bien, y aún hoy todavía piensa que no hizo mal sino bien y con buena intención, como dice Nuestro Señor en el capítulo 6 de San Mateo: Si el ojo es bueno todo el cuerpo será luminoso y si la intención es buena, todo el hecho será reputado bueno. Y que él nunca fue sedicioso ni perturbador, pero que lo hizo con la intención de ayudar a los buenos espíritus. 89


11. Sobre el undécimo responde que él era el corrector y que había realmente otro corrector, pero que no corrigió su libro, y que cuando se empezó a imprimir su libro, él, el corrector llamado maestre Guillermo no estaba todavía en Viena del Delfinado y que vino después, y que nunca manejó su manuscrito, ni su libro, que escondió. 12. Sobre el duodécimo responde que no, y que nunca oyó hablar de ello. 13. Ítem por qué etc., responde que lo titula así porque pensaba restituir muchas cosas que no estaban bien, y que entiende por ese título, Restitución de la doctrina del Cristianismo. 14. Sobre el decimocuarto responde que no cree que los otros no hayan entendido nada, pero que pueden haber fallado en algo, principalmente después del Concilio de Nicea. 15. Sobre el decimoquinto responde que nunca ha pensado que las iglesias de Ginebra o de Alemania fueran a perderse por eso. Pero que los que han escrito podían haber fallado en algo, y que la epístola enviada a Monseñor Abel Pouppin contiene discusiones escolásticas, en las que usa palabras vehementes para persuadirles mejor, pero que no por eso piensa que ni él ni los otros sean condenados, y que ellos le han dicho a él, Servet, injurias mucho mayores y en libros públicamente impresos tanto en latín como en francés, y que había escrito sólo a título personal para inquirir la verdad, no para publicar la carta, ni para difamar a Abel ni todavía menos a la república de los señores de Ginebra ni a otras villas o iglesias. 16. Sobre el decimosexto responde que lo ha creído así, y que, si es preciso, está dispuesto a enmendarse y pide misericordia, rogando merced. 17. Sobre el decimoséptimo responde que en la ciudad de Charlieu, yendo de noche a ver un enfermo, por envidia de otro médico de esa ciudad, fue agredido por algunos que eran sus pacientes y protegidos, donde fue herido e hirió también a uno de los otros, por lo cual permaneció dos o tres días detenido, pero aparte de eso nunca fue acusado ni preso, hasta últimamente en Viena del Delfinado. 90


18. Sobre el decimooctavo responde que nunca, porque no se sentía potente, visto que está cortado en un lado y en el otro está quebrado. 19. Sobre el decimonoveno responde que ha estudiado las santas escrituras, con celo de la verdad, y piensa haber vivido como cristiano. 20. Sobre el vigésimo responde que pensaba que su libro no pondría la Cristiandad en dificultad, pero que sería provechoso y daría ocasión de mejora a los buenos espíritus, y que así la verdad comienza a declararse poco a poco y se acabará declarando poco a poco. En cuanto a los jóvenes de menos de veinte años, ha dicho bien que según la ley no eran castigados a muerte antes de veinte años, pero de ello no se infiere que no se les pueda castigar de muchas otras formas, y que ahora no se está bajo la ley41 y que los señores pueden ahora hacer y juzgar como les plazca, según lo que encuentren justo. 21. Sobre el veinte y uno responde que no piensa que su doctrina sea perniciosa ni que favorezca a los judíos ni a los turcos, y que en verdad ha visto el Corán, que está impreso en Basilea, y que está permitido leerlo, y que hay epístolas de los ministros de la iglesia de Zurich. Y que no lo ha leído con la intención de perjudicar en modo alguna a la fe cristiana, sino más bien por ayudarla. 22. Sobre el veinte y dos responde que sí y lo confiesa. 23. Sobre el veinte y tres responde que no sabía que Sabelio, Maniqueo o Néstor sostuvieran las opiniones que él sostiene. 24. Sobre el veinte y cuatro responde que ha leído el libro de Epifanio e Ireneo, los cuales repiten y recogen muchas herejías, las que él, Servet, dice que reprueba también, y que en su libro habla expresamente contra ellos. 25. Sobre el veinte y cinco responde que nunca conferenció sobre esas cuestiones y que sólo habló a Ecolampadio, Bucero y Capiton. Y que en Francia nunca ha hablado nadie y que no hubiera osado. 41 Se

refiere quizás al concepto protestante de que con la muerte de Cristo comenzó el reino de la gracia y cesó el de la ley.

91


26. Sobre el veinte y seis responde que pensaba seguir a los primeros y antiguos doctores de la iglesia que ya ha nombrado, y que nunca había sabido que Ecolampadio hubiera dicho nada contra él, pues desde el comienzo le parecía que era de su opinión, y aunque Melanctón haya escrito algo contra él, sus razones no parecen ser suficientes. 27. Sobre el veinte y siete responde que no conocía a nadie, pues no la ha comunicado a nadie. 28. Sobre el veinte y ocho responde que había venido para pasar tras los montes y no para morar aquí, e irse al reino de Nápoles, donde están los españoles, y vivir con ellos de su arte de la Medicina. Y que justamente para hacerlo había venido a alojarse a la Rosa, y que ya había hablado al posadero y a la posadera para encontrar una barca y subir todo lo alto que pudiera por el lago para encontrar la ciudad de Zurich. Y que se mantuvo escondido en esta ciudad mientras pudo a fin de poder marchar sin ser conocido. 29. Sobre el veinte y nueve responde que no, y que no ha comunicado con nadie ni conoce a nadie. 30. Sobre el treinta y último responde que no ha hablado a Guéroult ni le ha visto desde que salieron de Viena del Delfinado. No ha sido más interrogado, siendo remitido para continuar con sus respuestas. XVIII Extracto de los Registros del Consejo Menor Jueves 24 de agosto Miguel Servet. Vista su súplica,42 queda decidido que continúe con sus respuestas y se haga su proceso, y quede dicha súplica. 42 Se

refiere a la demanda dirigida por Servet a la Señoría de Ginebra el 22 de agosto. La súplica del acusado sólo podía considerarse como un medio de defensa o un suplemento a sus respuestas, e incluida como tal entre las piezas del proceso.

92


XIX Acusación del fiscal general43 El señor fiscal general, vistas las últimas respuestas y la demanda presentada por Miguel Servet, detenido en causa criminal, y visto todo el contenido del proceso, dice que es de toda evidencia que Servet no ha respondido pertinentemente a las Preguntas que se le han dirigido, ni contestado con la verdad que se le ha inquirido; no hace más que mentir, cambiar y tergiversar, y se burla de Dios y de su palabra, alegando, deformando y presentando falsamente pasajes de las Santas Escrituras para cambiar sus blasfemias y evadir el castigo; así cuando sobre la décima pregunta ha dicho que en el capítulo 6 de San Mateo, está dicho y probado que si la intención es buena todo el hecho será considerado bueno. Pues el pasaje no habla de eso, y sí fuera así todos los heréticos e idólatras se podrían excusar de su buena intención. O cuando para rechazar la acusación, la denuncia y el castigo de blasfemias y herejía, alega los capítulos 18 y 19 de Los Hechos: como si San Pablo hubiera sido acusado y convicto de tales crímenes de herejía y blasfemia ante jueces cristianos, como el tal Servet. Pues en esos pasajes aducidos se trataba de jueces y oficiales paganos que no se preocupaban de la religión de los judíos ni de los problemas de ésta, sino que les horrorizaba y sólo querían que no se difamara su ídolo. Y todavía el último reenvía la acusación ante magistrados paganos. Porque Servet alega falsamente que ese reenvío se dirigió a las Iglesias. Ítem injuria intolerablemente a toda la iglesia cristiana y a Constantino el Grande, Emperador, cuando dice que decidie43 Esta

nueva acusación del fiscal general Rigot subraya los distintos elementos de la anterior acta de acusación y trata de borrar la impresión favorable que quizás habían producido las respuestas de Servet. Interesa señalar que está escrito por el mismo secretario que escribía las cartas de Calvino, de modo que es muy verosímil que Calvino sea su autor real. Sin embargo, ciertos autores estiman que la acusación adoptaría un carácter más teológico si verdaderamente fuera obra de Calvino.

93


ron que las acusaciones criminales contra los heréticos, como los arianos, no tendrían lugar, y que por todo castigo aquél que fuera convicto, aunque no quisiera arrepentirse, sería sólo excluido y después dice que ello queda probado por otras mil historias; sin embargo, no sabe alegar ni la primera historia donde ha hallado y comprobado lo dicho. Así es como quiere sembrar y repartir en vuestra Señoría miles de mentiras. Para convencerle de tanta impúdica mentira basta leer el libro duodécimo de la Historia eclesiástica, donde dice que Constantino viendo que la iglesia y él tenían grandes dificultades para conocer y juzgar las herejías de Ario y otras, y que, sin embargo, se le quería impedir que entendiera en otros asuntos, rencillas y pequeñas querellas que existían entre Obispos y Ministros de la Iglesia sobre cosas distintas de la religión, remitió la cuestión al examen divino. Sin embargo, no dejó de conocer las herejías de Ario y de otros. Igual que sus sucesores emperadores lo hicieron siempre condenando a muerte y a las penas que según su juicio merecían esos heréticos: mismamente los que faltaban en la fe relativa a la Trinidad, como resulta de la ley y disposición expresa de los emperadores Graciano, Valentiniano y Teodosio, que es la ley primera o título primero del Código titulado De summa Trinitate et fide catholica. Ítem y en la ley tercera, en el mismo título, el emperador Justiniano haciendo mención de las mismas herejías contra la Trinidad que hoy sostiene Servet, condena a tales heréticos como apóstatas y seguidores de la herejía de Néstor y Eutiquio. Ítem el emperador Teodosio en la ley cuarta De hereticis et manicheis dice que los que son acusados y culpables de lesa majestad humana son condenados a muerte, y con mayor razón los que han blasfemado contra la majestad divina. Ítem el mismo emperador Teodosio con Valentiniano, en la ley 5 del mismo título, dice que los maniqueos heréticos deben ser castigados al último suplicio. O resulta que Servet sustenta la herejía de los maniqueos y no lo disimula, por las propias palabras que emplea. 94


Ítem en la ley 2 De Apostatis, los que por sus herejías y doctrinas han profanado el santo bautismo son condenados sin remedio de penitencia. Ítem Justiniano en la constitución, Ut non luxurientur homines contra naturam, castiga con el último suplicio a los que pronuncian palabras execrables contra Dios. Con tanta más razón a quienes las publican y divulgan en libros impresos. Ítem Servet no puede excusarse con la importancia de tales leyes y constituciones si se considera mismamente que en el artículo 4 del interrogatorio al que se lo ha sometido últimamente, ha confesado haber estudiado leyes en Tolosa, de Francia, antes de haber hecho imprimir su libro De Trinitatis erroribus, que era directamente contrario a las primeras leyes que había visto y estudiado bajo el título De summa Trinitate et fide catholica, donde aparece ampliamente expuesta y explicada la doctrina cristiana de la Trinidad y la condenación de las herejías contrarias a tal doctrina. Ítem y en verdad es cosa muy manifiesta que Servet figura entre los heréticos más audaces, temerarios y perniciosos que han existido; teniendo en cuenta que no se contenta con el mal que ha hecho sino que aún quiere alterar todo orden de justicia y quitar la espada y el derecho de castigar a los Magistrados, derecho que han recibido de Dios. Pero no hay que dejarse engañar. Su propia conciencia le condena y dice que es digno de muerte. Para evitar ésta ha puesto por delante la falsa doctrina de que no debe condenarse a muerte a los criminales. Ítem para demostrarlo todavía mejor en su Epístola 27, dice que el castigo riguroso a muerte ha sido abandonado y abolido por Cristo. Y en ese sentido alega y deforma la historia de la mujer adúltera en San Juan, y el pasaje de Ananías y Safira en el capítulo 5 de Los Hechos, diciendo que para castigar con la muerte hace falta una revelación especial del Espíritu Santo. Ítem lo que dice aún por su cuenta de que ha rechazado la doctrina de los anabaptistas sediciosos contra los Magistrados, es también para evitar y desviar vuestro juicio porque él sabe 95


bien que no sólo es culpable del error de los anabaptistas sino de otros mucho mayores. Y además no sería capaz de mostrar un solo pasaje en el que haya reprobado a los anabaptistas. Ítem es una mentira manifiesta lo que dice de que nunca ha comunicado su doctrina más que a Bucero, Capiton y Ecolampadio. Pues él mismo ha dicho en el punto 10 del interrogatorio que hubiera ofendido a Dios al esconder y no comunicar a otros lo que Dios le había revelado. Ítem está bien persuadido de haber escrito a Monseñor Calvino y a Maestre Abel Pouppin. Si ha sido tan decidido y temerario de escribir de propia mano, cómo se le creerá que no haya hablado a nadie desde treinta años que comenzó a tratar de sus horribles herejías a hacerlas imprimir. Debe considerarse también su edad de veinte años, a la que comenzó, edad en la que los jóvenes no dejan de comunicar a sus compañeros lo que saben y estudian. Con ello puede juzgarse bien la conciencia con la que Servet da sus respuestas para abusar de la justicia, y ver si ha hecho penitencia de sus horribles errores. Pues en algunas respuestas dice que se ofrece a ser corregido y pide merced, y después en varias otras asegura y mantiene audazmente que no ha dicho ni hecho mal. Ítem igualmente que, no contentándose con quedar convicto de esa impía y desgraciada doctrina, se esfuerza con malvada voluntad en cargarla a Capiton y Ecolampadio, personajes tan honorables, fieles y admirados de todas las iglesias. Y los libros de ellos, estando impresos para gran provecho y avance de la religión, contienen todo lo contrario de lo que les impone falsa y calumniosamente, aprovechando que sus autores están muertos. Pero gracias a Dios, su memoria y la verdad de su doctrina viven todavía, no sólo en sus libros sino en la conciencia de fieles doctores y de todas las iglesias cristianas, que sabrán bien juzgar y testimoniar de la malvada calumnia de Servet. Ítem visto que él sabe mentir tan bien, no hay razón para que pida un procurador. Pues ¿quién es el que quiere ni puede ayudar a tales impúdicas mentiras y horribles afirmaciones? Visto 96


también que es defendido por el derecho, y que nunca se ha visto que tales seductores hablen por consejo e interposición de procurador. Y además no presenta un solo gramo de apariencia de inocencia que exija un procurador. Por ello debe inmediatamente rechazarse esa petición, tan inepta como impertinente, y que responda pertinentemente a los artículos siguientes: 1. Primeramente, por medio de que historias quiere probar lo que alega acerca de Constantino el Grande y de la iglesia antigua tocante al conocimiento y castigo de los heréticos. 2. Ítem, si no sabía bien que el crimen de calumnia y de falsa acusación es un crimen capital. 3. Ítem, y mismamente cuando acusa con calumnia y falsedad de herejía y blasfemia a ministros y doctores de la palabra de Dios. 4. Ítem, si Capiton y Ecolampadio no eran doctores y ministros de la palabra de Dios, fieles y aprobados por las iglesias cristianas y bien reformados. 5. Ítem, si no ha dicho y mantenido que Capiton y Ecolampadio eran de su opinión, 6. Ítem, como lo ha sabido. 7. Ítem, por quién y cómo entiende probarlo. 8. Ítem, qué edad tenía cuando estuvo en Tolosa, de Francia, y cuanto tiempo estudió leyes. 9. Ítem, si ha leído un libro de leyes que se llama el Código de Justiniano. 10. Ítem, visto que en dicho libro, en los capítulos De summa Trinitate et fide catholica, de hereticis, de apostatis, los que hablan o escriben contra la doctrina de la Trinidad y que tienen las mismas opiniones que Servet son castigados con el último suplicio, como se ha atrevido a mantener, continuar y hacer imprimir en varias ocasiones esas malvadas doctrinas. 11. Ítem, visto que mantiene que su primer libro De Trinitatis erroribus no ha sido condenado ni quemado, por qué no conserva algunos ejemplares. 97


12. Ítem, con qué médicos se ha hecho doctor, y en qué lugar, y que dé fe de sus títulos. 13. Ítem, visto que ha confesado en el punto 10 del último interrogatorio, que hubiese ofendido a Dios ocultando y no comunicando a otros la doctrina que se le ha revelado, cómo se ha limitado a hablar a los tres doctores citados. 14. Ítem, si no ha dirigido cartas y epístolas sobre esa doctrina a varias personas, y cuáles son éstas, incluso en Italia. 15. Ítem, si el que ha llamado Guillermo,44 que era corrector en Viena del Delfinado con Baltasar Arnoullet cuando su libro fue impreso, no tenía a su cargo toda la imprenta en ausencia de Arnoullet. 16. Ítem, si Arnoullet no estaba ausente cuando dicho libro fue impreso. 17. Ítem, si Arnoullet sabía y comprendía el contenido del libro cuando lo imprimió. 18. Ítem, si dijo a Arnoullet que dicho libro era bueno, y que se vendería bien en Alemania. 19. Ítem, si el llamado Guillermo, corrector, dio también a entender eso a Arnoullet, que el libro era bueno y se vendería bien. 20. Ítem, si Guilllermo no vio los ejemplares y pruebas de dicho libro, o algunas de ellas, cuando se imprimió. 21. Ítem, si Guillermo no le pidió el original del libro para traducirlo en francés. 22. Ítem, si dice no, será interrogado sobre cómo podía ser que Guillermo, estando encargado de toda la imprenta y siendo el corrector ordinario y el que pagaba a los compañeros y corría con todos los gastos por cuenta de Arnoullet, se hubiera abstenido de ver esos ejemplares y pruebas antes o después de salir de la prensa. 23. Ítem, si persiste todavía en la negativa, habrá que demostrarle que miente, y que era una cosa imposible. 24. Ítem, será interrogado sobre si ha hablado de esas cosas a Arnoullet y Guillermo, y qué le han dicho. 44 Es

el corrector Guillermo Guéroult, mencionado varias veces en la carta del impresor Baltasar Arnoullet dirigida a Santiago Bertet.

98


25. Ítem, será interrogado cuál era el apellido de Guillermo y si no era Guillermo Guéroult. 26. Ítem, a qué edad se le tajó de un lado y se quebró del otro. 27. Ítem, si estando en Charlieu no tuvo intención de casarse con una muchacha del lugar. 28. Ítem, si cuando se le hablaba de casarse no decía que se encontraban bastantes mujeres sin casarse. 29. Ítem, si no practicó la lascivia en Charlieu y en otros lugares. 30. Ítem, qué entiende con su respuesta al punto 20 del último interrogatorio, al decir que la verdad comienza a declararse y acabará poco a poco por conocerse del todo. 31. Ítem, si no entiende por ello que su doctrina será admitida y que es una doctrina de verdad. Ítem, con qué pasaje de la Escritura quiere mostrar que los jóvenes no eran castigados antes de los veinte años. 32. Ítem, que responda pertinentemente sobre la pregunta que se le dirigió a ese propósito, de que esa propuesta daría perfecta ocasión a los jóvenes para practicar la lascivia y el adulterio, robar, matar y cometer cualquier otro crimen estando persuadidos por la doctrina de Servet de que no pecaban. Visto que la respuesta que ha dado no corresponde a la pregunta del interrogatorio y contiene una contradición evidente en lo que dice, de que la señoría puede castigar a esos jóvenes como le plazca, pues si no pecaban antes de esa edad de veinte años, no estaría bien que el Magistrado los castigara, ya que no hay crimen sin dolo o pecado. 33. Ítem, si no es una falsa doctrina u opinión decir que ahora no estamos bajo la ley en lo que se refiere a juzgar si pecamos o cometemos crimen o no. 34. Ítem, sabiendo bien que el libro El Corán es un libro perverso repleto de blasfemias, por qué cita pasajes en su libro para sostener su doctrina y excusar a los turcos. 35. Ítem, si no sabe bien que no puede basarse una excusa justa en un libro perverso y el autor de una doctrina malvada. 99


36. Ítem, finalmente, si no venía de Italia cuando fue prendido en esta ciudad. 37. Ítem, si no estuvo en Venecia y Padua o pasó los montes45 desde que escapó de las prisiones de Viena del Delfinado. 38. Ítem, dónde durmió el día en que llegó a esta ciudad, y si no venía a caballo y acompañado. Ítem, si quiso informar al huésped del albergue que él habrá de designar. XX [Las respuestas de Servet corresponden ahora a la acusación complementaria del fiscal, incluida en la sección XIX. Interesa resaltar que este interrogatorio tiene lugar al día siguiente del domingo en que, en el culto predicado en la catedral de San Pedro, Calvino había denunciado con violencia los errores de Servet, incluyendo en sus iras a aquéllos que se compadecían del español y querían librarle de la muerte. La intromisión de Calvino en el poder judicial no conocía límites. Servet muestra ante todo que se le trata de condenar por sostener ideas teológicas que no concuerdan con las de Calvino, si bien éste debería respetar el derecho a expresar opiniones diferentes a las suyas.] Sexto interrogatorio de Servet 28 de agosto de 1553 En el Obispado. Presentado personalmente Servet, que ha pronunciado el juramento acostumbrado. Aquí el Señor Secretario ha presentado los artículos requiriendo que Servet sea interrogado y responda afirmativamente o negativamente.

45 Se

100

refiere a los Alpes.


1. Al primero responde que lo quiere probar con todas las historias que han tratado de Constantino el Grande. 2. Al segundo responde que nunca ha acusado a nadie criminalmente ni de otro modo, y que él sabe bien que el falso acusador debería recibir el castigo que habría de aplicarse al acusado con falsedad, si esto se aplicara. 3. Al tercero responde que en materia escolástica no hay acusación y que es común en materia de discusiones que cada uno pueda mantener su causa, estimando su parte adversa que corre el riesgo de condenarse. 4. Al cuarto responde que eran aprobados por unos y por otros no; incluso es bien sabido que Lutero y Melanctón escribieron contra Ecolampadio en materia de sacramento y libre albedrío. 5. Al quinto responde que ha dicho que Capiton estaba de acuerdo con él y que Ecolampadio era al principio de su opinión, pero que después cambió. 6. Al sexto responde que no ha sabido que Ecolampadio hubiera cambiado hasta estos días, cuando vio aquí una epístola del mismo, y que sabía que Capiton era de su opinión porque habló con él en Estrasburgo. 7. Al séptimo responde que no puede probarlo de otro modo, por cuanto hablaba a solas con Capiton y comunicaba con él sin tener más testigo que Dios. 8. Al octavo responde que tiene 44 años, y que vivió en Tolosa, de Francia, unos dos o tres años dedicándose a los estudios de leyes. 9. Al noveno responde que ha visto y leído en alguna parte el Código de Justiniano, leyendo algunas rúbricas aquí y allá, así como lo estudió en la escuela, y que hace veinticuatro años que no lo ve. 10. Al décimo responde que Justiniano no era del tiempo de la primitiva y antigua iglesia, pero que en su tiempo había muchas cosas depravadas y que los obispos comenzaban ya su tiranía, y se habían introducido ya las acusaciones criminales en la Iglesia. 101


11. Al undécimo responde que porque venía de Francia, donde temía ser sorprendido y no se atrevía a llevar sus libros a este lugar, donde le hubieran podido causar la muerte. 12. Al duodécimo que estudió bajo las órdenes de Santiago Silvio, Guiterio, Andernaco y Fernel, y que tiene todavía las firmas de ellos y que sus cartas han quedado en Viena del Delfinado. 13. Al décimo tercero responde que como nuestro señor nos ha mandado que no echemos margaritas a los puercos, no quería presentar su doctrina a los que no eran aptos, mismamente estando entre los papistas, allí donde hay gran crueldad y persecución. 14. Al décimo cuarto responde que sólo escribió a Monseñor Calvino y a Monseñor Abel, y que envió una carta a Monseñor Pierre Viret, y que nunca escribió a otro en Francia, ni en Italia, ni en todo el mundo. 15. Al décimo quinto responde que cuando estaba ausente Arnoullet, gobernaba Guillermo, y en cuanto a su libro que Guillermo no mandaba en nada, ni lo vio nunca que él sepa. 16. Al décimo sexto responde que iba y venía. 17. Al décimo séptimo responde que no, pues Arnoullet no comprendía latín. 18. Al décimo octavo responde que puede ser que lo haya dicho y que pensaba que era bueno y que se vendería bien. 19. Al décimo noveno responde que no sabía nada, pues el corrector no había leído el libro. 20. Al vigésimo responde que el ejemplar nunca lo vio Guillermo, pues él, Servet, lo llevaba de hoja en hoja, así que el compositor no participaba y aportaba siempre lo que estaba hecho. En cuanto a las pruebas, como Servet iba allí por la tarde, no sabe si Guillermo puede haber visto algunas pruebas. 21. Al vigésimo primero responde que no y que quemaba el original porque estaba escrito de su propia mano en cuanto estaba hecha la hoja, y que hubiera tenido que pedir el libro impreso al impresor para traducirlo, no a él. 102


22. Al vigésimo segundo responde que antes de que Guillermo viniera por primera vez a Viena del Delfinado, él había establecido un convenio, con el maestre, y que Guillermo no tenía que ocuparse del libro, pues era sólo un mandado. 23. Al vigésimo tercero responde que el maestre había establecido el convenio con él en ausencia de Guillermo y que corregía él mismo, de modo que Guillermo no tenía ninguna responsabilidad ni tenía que mezclarse en lo referente al libro. 24. Al vigésimo cuarto responde que son gente de bien que sólo quieren decir la verdad y que en lo que digan de verdad, él les creerá. 25. Al vigésimo quinto responde que no sabe su apellido y que sólo lo frecuentó desde que él llegó a Viena del Delfinado, hace cuatro o cinco meses, y que nunca le ha oído llamar de otro modo que maestre Guillermo. 26. Al vigésimo sexto responde que ello escapa a su recuerdo, y que quizás tendría cinco años de edad. 27. Al vigésimo séptimo responde que sí, pero que no lo quiso hacer viendo que no se sentía capaz. 28. Al vigésimo octavo responde que no recuerda haber dicho eso, o verdaderamente que podría haberlo dicho en broma para dar a entender que no era impotente, pues no tenía que hacerlo saber. 29. Al vigésimo noveno responde que no. 30. Al trigésimo responde que comenzó a declararse en tiempos de Lutero y que ha seguido hasta aquí, y que piensa que se declarará todavía más acerca de cosas que entiende no estar todavía bien declaradas. Interrogado sobre qué cosas no están todavía declaradas, responde que se refiere a lo que Calvino ha hablado del libre arbitrio y del descenso de nuestro señor a los infiernos y de la liberación de los padres, que dice que no es más que fábula, y que eso no está bien declarado. Interrogado para que declarase en consecuencia, responde que ya lo ha declarado en su libro, en la epístola 18, y que 103


se ofrece a declarar más entre gentes sabias, cuando plazca a los Señores, con las palabras mismas de nuestro señor Jesús y de las santas escrituras y de los antiguos doctores de la Iglesia, que le sirven de apoyo. 31. Al trigésimo primero responde que no puede adivinar si su doctrina será aceptada o no, pero que la considera cierta hasta que se le demuestre lo contrario, y que al comienzo tales cosas son reprobadas y más tarde admitidas. 32. Al trigésimo segundo responde que puede y quiere probarlo con las citas incluidas en la página 303 de su libro impreso, según la ley, y que había dicho que se las debería castigar según entendiera la justicia, no mortalmente sino con látigo, galera, prisión y de otros modos, y que no entiende haber hablado impertinentemente. 33. Al trigésimo tercero responde que no estamos obligados a juzgar según la ley, pero que la ley nos muestra bien el pecado. Y que por eso no es falsa doctrina, pues ahora no se juzga como se juzgaba según la ley, como lo prueba en la epístola 23 de su libro impreso. 34. Al trigésimo cuarto responde que los cita en bien de la gloria de nuestro señor Jesucristo y porque El Corán dice mucho bien y lo hace más grande que Mahoma, y que de Mahoma querría auxiliarse tanto como del diablo. 35. Al trigésimo quinto responde confesando que El Corán es perverso, pero que sólo ha tomado lo que era bueno. Y que de un libro perverso pueden tomarse buenas cosas. 36. Al trigésimo sexto responde que no. 37. Al trigésimo séptimo responde que nunca fue a Venecia, y que nunca salió de Francia desde que partió de la prisión. 38. Al 38 responde que durmió el día de antes en L’Elmiset (Alta Saboya) y que llegó a pie solo, y que alquiló un caballo en Sézenove. Y que se puso bien a las órdenes del huésped. No es interrogado más, sino que queda pendiente para continuar sus respuestas de día en día y de hora en hora a la primera llegada de los Señores.

104


XXI Respuesta del tribunal de Viena a la Señoría de Ginebra A los Nobles, sabios, respetables, magníficos e ilustres señores Síndicos y Consejo de Ginebra. A Ginebra. Monseñores, el día de ayer, aproximadamente una hora después del mediodía, recibimos las cartas que os complació escribirnos, conteniendo noticia de la aprehensión y detención en vuestras cárceles del maestre Miguel Servet, llamado de Villanueva, cuya noticia mucho os agradecemos. Y por esta causa, además de la presente carta que hemos tenido a bien entregar a vuestro mensajero, os enviamos al carcelero y capitán del palacio Real de Viena del Delfinado, con nuestras cartas patentes y copia de la sentencia en última instancia contra el dicho de Villanueva, para suplicaros muy humildemente que, considerando que era habitante del país del Rey, y que los crímenes por los cuales ha sido condenado han sido cometidos en el país del Rey y que se ha fugado de nuestras cárceles, y como así es todavía nuestro preso, que sea vuestro buen placer devolvernoslo para ejecutar la dicha sentencia, la ejecución de la cual le castigará de modo que no sea necesario buscar otros cargos contra él. En cuanto a lo que os ha complacido escribirnos de enviar la copia del dicho proceso para actuar allí contra él, considerando la dicha sentencia que creemos que ha sido ignorada hasta ahora, visto que no podemos consentir o permitir que sea hecho otro juicio sobre nuestros actos o procedimientos, y si lo consentimos seremos amonestados por el rey, al cual será muy agradable, estamos seguros, la devolución del dicho Villanueva, al mostrar que entendéis que los juicios de sus magistrados surten su efecto, como quisierais que en caso parejo vuestros juicios fueran ejecutados. De nuevo por la presente, Monseñores, os rogamos con insistencia que escuchéis al dicho carcelero y que nos acordéis lo que una justicia debe acordar a la otra. Y si tuviéramos los medios de 105


prestaros igual o mayor servicio, lo haremos de tan buena gana y de tan buen corazón como presentamos nuestras humildes recomendaciones a vuestra buena gracia, rogando al creador que os tenga en santa gracia. En Viena del Delfinado, esta noche de sábado del veintiséis de agosto de 1553. No hemos podido enviar antes al presente portador por la ausencia de nuestros vicebailes. Vuestros buenos vecinos, hermanos y amigos, los vicebailes y el procurador del rey en la sede de Viena del Delfinado. Por orden de mis señores los vicebailes y el procurador.46 XXII Sentencia del Tribunal de Viena del Delfinado contra Servet Copia de la sentencia criminal dictada en Viena del Delfinado contra Servet y ejecutada en efigie. Entre el procurador del Rey Delfín, demandante en crimen de herejía escandalosa, dogmatización, composición de nuevas doctrinas y libros heréticos, sedición, cisma y perturbación de la unión y el reposo públicos, rebelión y desobediencia a las ordenanzas dictadas contra las herejías, evasión y efracción de las cárceles reales delfinesas, de un lado, y el maestre Miguel de Villanueva, médico, prisionero en las cárceles del palacio delfinés de Viena y en el presente fugitivo acusado de tales crímenes, del otro. Vistas por nosotros las piezas justificativas de dichas herejías, incluso las epístolas y los escritos de la mano del dicho Villanueva dirigidas a Monseñor Juan Calvino, predicador de Ginebra, y por el dicho Villanueva reconocidas sus respuestas, confesiones y negaciones; las respuestas y otros procedimientos relativos a Baltasar Arnoullet, impresor; ciertos folios y libros impresos, de los cuales el título es Christianismi Restitutio; los testimonios so46 En

el dorso de la carta figura la nota siguiente: Recibido de las gentes de la corte y justicia de Viena del Delfinado el último de agosto de 1553.

106


bre lo que el dicho Villanueva había compuesto y hecho imprimir en tal libro a sus costas; los informes de los doctores en teología y otras personas notables sobre los errores contenidos en dicho libro y en las epístolas, los cuales errores y herejías son además manifiestos por su lectura; las actas levantadas de la evasión de la prisión y las diligencias de aprehender al dicho Villanueva; el aplazamiento de tres breves días y ausencia de los lugares; los testimonios recogidos y las conclusiones definitivas del fiscal del Rey delfín, y todo lo que nos ha sido remitido. Considerado todo hemos dicho y decimos que los fallos han sido bien y debidamente obtenidos. Para el beneficio de los cuales hemos proporcionado al dicho Villanueva todas las excepciones y defensas; le hemos declarado y declaramos culpable y convicto de los delitos que se le inculpan; para represión de los cuales le hemos condenado y condenamos a una multa pecuniaria de mil libras pagaderas al Rey delfín, y a ser, en cuanto sea arrestado, conducido sobre una carreta con sus libros, en día y hora de mercado, desde la puerta del palacio delfinés, por las encrucijadas y lugares acostumbrados, hasta el lugar del mercado de la presente ciudad y subsecuentemente a la plaza llamada de Charneve, para ser quemado allí a fuego lento hasta que su cuerpo sea reducido a cenizas. No obstante, la presente sentencia será ejecutada en efigie, con la que serán quemados dichos libros. Y como lo hemos condenado y condenamos al pago de las costas del juicio, de las cuales reservamos la tasa, declaramos todos y cada uno de sus bienes adquiridos y confiscados en beneficio de quien corresponda, siendo primeramente entregadas y pagadas dichas costas de justicia y la multa. En la Corte, el vicebaile y el juez delfinés [siguen las firmas de doce consejeros] Dictada esta sentencia en juicio pleno en la audiencia del fiscal del Rey delfín. Nosotros, el vicebaile y el juez, en el auditorio del palacio delfinés de Viena, el día diecisiete del mes de junio de mil quinientos cincuenta y tres. 107


El dicho día, alrededor de la hora del mediodía quedó hecha la efigie del Villanueva ante el palacio delfinés; hizo la efigie Franc. Berodi, ejecutor de la suprema justicia, al que se mandó buscar para este fin, y fue puesta sobre una carreta con cinco baúles de los libros compuestos por el Villanueva, y cargada la carreta con la efigie y los libros fue llevada por el ejecutor desde la puerta del palacio por las encrucijadas y los lugares acostumbrados hasta el lugar del mercado de la presente ciudad de Viena, y después a la plaza llamada de Charneve, en donde la efigie fue atada a un poste expresamente erigido y después quemada con los libros a fuego lento por el ejecutor, quien ha llevado a cabo la plena y entera ejecución de la sentencia respecto a la citada efigie, según su forma y tenor, en presencia de Guigues Ambrosin, pregonero y trompeta de Viena del Delfinado, Claude Reymet y Michel Basset, sargentos reales defineses, Sermet des Chams, preboste de Viena, y varias otras gentes aquí reunidas para ver la ejecución. Así se ha procedido y por mí, escribano que suscribe, recibido. Chasalis. Tomado de los registros del Tribunal de Viena del Delfinado por mí, escribano que suscribe. Chasalis. XXIII Extracto de los Registros del Consejo Menor Jueves 31 de agosto El veguer o carcelero de la villa de Viena del Delfinado47 Visto que ha aportado cartas del Consejo y el parlamento de Viena en las que piden la restitución del Maestre Miguel Servet, de Villanueva, médico, que escapó de sus prisiones, y que había sido condenado a ser quemado con sus libros por haber sembrado la falsa doctrina, según el contenido de las cartas y sentencias de las que han enviado copia, el cual está ahora prisionero aquí por semejante caso. Y habiendo oído al carcelero 47 Fue

enviado a Ginebra para traer bien guardado al preso, en caso de que los Señores de Ginebra lo devolvieran a sus primeros jueces.

108


y capitán, leídas y entendidas dichas cartas y sentencias, sobre esto ha sido ordenado y decidido que se haga responder y saber sobre lo que el carcelero ha propuesto, y que pueda hablarle; también que sea escrita una carta amable, diciendo que no podemos devolverle, pero que se hará buena justicia. El dicho veguer, El cual ha pedido también que plazca a los Señores concederle el favor de inquirir con el detenido para saber si se escapó de su propia cuenta o de otro modo, y que de ello otorgue certificados como corresponde. Queda decidido que su demanda le sea otorgada. XXIV [Es este uno de los momentos más escandalosos del proceso: el interrogatorio conjunto que realizan el representante de la justicia católica y los jueces de la Ginebra protestante. Hundido por semejante parodia de justicia, Servet llega en un momento dado a arrojarse al suelo llorando para que no se le envíe a Viena del Delfinado. ¡Poco sabía el cuitado que su suerte estaba tan echada en un lugar como en el otro! De Viena del Delfinado había escapado con vida, pero de Ginebra no escaparía, según había prometido el mismo Calvino.] Séptimo interrogatorio de Servet El 31 de agosto de 1553 Presentado Servet ha pronunciado el juramento acostumbrado de decir verdad bajo pena de 60 soles y de tener el caso por perdido. Y después es llamado el capitán del Palacio del Rey de Viena del Delfinado para dar cumplimiento a la decisión del Consejo de hoy. Después ha sido interrogado Servet si conocía a ese capitán, y ha respondido que sí, que le vió en Viena, y que se llamaba el señor Veguer o carcelero. 109


Interrogado si ha estado a su cargo, responde que sí, que dos días, y que estaba allí por orden del vicebaile de Viena, y de ese martes hasta el viernes por la mañana. Y el capitán ha dicho que ese era el que había sido su prisionero. Interrogado Servet sobre el favor que el dicho carcelero le había prestado, responde que ninguno, sino que el vicebaile le había mandado que le dejara ir por todas partes y que su servidor debía dormir con él para servirle, y todos les veían pasar. Interrogado sobre a qué hora y cómo escapó, responde que por la mañana alrededor de las nueve y por los privados, pues había pedido la llave de esos privados al carcelero, que se las dió. Porque el señor vicebaile había pedido que se le tratara bien, como lo dijo el vicebaile al carcelero en presencia de Servet. Aquí Servet dijo que fue hecho preso por el propio vicebaile de Viena, que le llevó a prisión como para ver un enfermo, y ello por ciertas cartas que Servet dice que Guillermo de Trie había escrito a instancias de Calvino. Aquí interrogado si habló últimamente del señor de Mauregon, responde que sí en efecto, y que le había favorecido en lo que él guardó, que no fue tan pronto cogido. Interrogado si prefiere quedar aquí en manos de los Señores o realmente ser devuelto con ese carcelero que le ha venido a buscar48 se ha arrojado al suelo llorando pidiendo que se le juzgue aquí y que los señores hagan de él lo que les plazca, pidiendo que no se le envíe. Interrogado si ha percibido a Baltasar Arnoullet en esta ciudad, responde que no. Interrogado si desde que está aquí ha hablado a alguien, responde que no, sino a los de aquí que le han dado de comer. Y que incluso se le habían cerrado las ventanas clavándolas. 48 Esa

pregunta es totalmente falsa y no tiene más finalidad que conocer las intenciones del preso, pues ya se había decidido que no se concedería la extradición y que sería juzgado en Ginebra.

110


Interrogado cuantas veces fue examinado por la justicia en Viena del Delfinado, responde que cuando vino el inquisidor y que fue dos veces, el miércoles y el jueves. Interrogado de qué fue interrogado, responde que de las Alemanias y de si había estado. Ítem de lo escrito a Calvino y de otras cartas escritas de su mano. Interrogado sobre qué piensa de la misa, en vista de que quiere ser tan buen cristiano, responde que la considera dañina y que lo ha escrito como otros. Interrogado de si no iba a la misa en Viena del Delfinado, responde que sí, pero forzado, y que San Pablo hizo lo mismo entrando al templo como los judíos, como está dicho en el capítulo 21 de Los Hechos. Y después confesó que había pecado en eso, pero que era por temor de la muerte. Aquí son llamados dicho Capitán y su compañero, ante los cuales se exhorta a Servet que diga delante del carcelero lo que ha dicho a los señores. Y él dice que no tuvo ningún favor ni ayuda de dicho carcelero, pero sólo que el vicebaile había mandado que no se le tuviera en estrechez, y cómo le pidió la llave de los reservados al carcelero y después escapó. El carcelero ha pedido acta de lo que Servet ha declarado, la cual acta ha sido entregada. No ha sido interrogado más Servet sino instado a continuar en sus respuestas. XXV Respuesta de la Señoría de Ginebra al Tribunal de Viena del Delfinado A Viena del Delfinado. A los nobles, sabios, respetables, y magníficos Señores Vicebaile y Procurador del Rey en la sede de Viena del Delfinado. Nobles, sabios, respetables y magníficos Señores: Magníficos Señores, hemos recibido vuestra respuesta por nuestro servidor en el asunto de Miguel Servet, y os agradecemos de corazón la buena acogida que habéis dispensado 111


a nuestro servidor; hemos escuchado después a vuestro veguer y capitán del palacio real, y vistos los extractos y diligencias que nos ha mostrado sobre dicho asunto; esto hecho, hemos hecho ver gustosamente dicho prisionero al veguer a fin de que pudiera señalar si no era éste el que estaba en vuestras cárceles, y a su requerimiento le hemos interrogado acerca de su salida, habiendo hecho esto para daros satisfacción. Pues nosotros tras hallar a Servet cargado de delitos no le podemos confiar a otra parte. Pero nos hemos propuesto deliberadamente cumplir con nuestro deber con arreglo a lo que hemos hallado, y cumpliremos lo que la buena justicia exija. Y, no obstante, os rogamos que considereis aceptable nuestra respuesta y creais que en cualquier otra cosa que nos sea posible, os complaceremos de muy buen corazón, y en este lugar rogamos al Creador que le complazca aumentaros sus gracias. De Ginebra, el 31 de agosto de 1553 XXVI [He aquí una de las piezas más lamentables de las Actas. El Sr. de Maugeron, del que Servet había sido médico, se dirige a los jueces ginebrinos para que le faciliten la lista de los deudores de Servet y los títulos correspondientes con objeto de proceder a la recuperación de las sumas en cuestión. Por fortuna, el Sr. de Maugeron no obtuvo nada; Servet dijo en el octavo interrogatorio que no quería perjudicar a sus deudores («muchos pobres gentes») y el Consejo Menor no insistió en el particular.] Carta del Sr. de Maugeron, teniente general del rey de Francia en el Delfinado, a la señoría de Ginebra A los Señores Síndicos y cónsules de Ginebra, mis buenos vecinos y amigos. 112


Señores, he sido advertido de que teneis prisionero a un llamado Miguel Servet, apellidado de Villanueva, de lo cual estoy muy satisfecho y alabo a Dios por la seguridad que tengo de que le guardareis mejor de lo que lo han hecho los ministros de justicia de Viena del Delfinado, y con tal justicia que ya no tendrá la posibilidad de dogmatizar, escribir y publicar sus falsas doctrinas heréticas; y por esto Señores que siempre os he conocido como mis buenos amigos, quiero advertiros que el rey ha dado a uno de mis hijos todos los bienes y dineros situados bajo su dominio pertenecientes al dicho Servet, que son de 3.000 a 4.000 escudos, según se dice, y que los tenía en el banco, pero desde que se ausentó de las cárceles de Viena del Delfinado no se han podido verificar sus deudas, porque se llevó las cédulas y obligaciones, tanto que los que le deben ahora le demandan. En esta causa, Señores, os ruego muy afectuosamente que os plazca darme satisfacción, y a mi hijo el bien de interrogar a Servet sobre sus deudas, en todo lo que pueda ser esclarecido y sacado a la luz, y si os hallais en posesión de cualquier cédula u obligación de alguno de los vasallos del rey que residen bajo su dominio, informarme al menos por una pequeña memoria que contenga los nombres y apellidos de los deudores, las sumas y los notarios que las han admitido, con la seguridad Señores de que la satisfacción que me dareis os la agradeceré a vosotros y a los vuestros si alguna vez quereis serviros de mí. Así, Señores me recomiendo a vuestras buenas gracias y ruego al creador que os dé santas, felices y largas vidas. De Beauvoir en este XXIX día de agosto de 1553. Vuestro vecino y muy buen amigo Maugeron De la tour Recibido del señor Maugeron para la detención del maestre Miguel Servet el primero de septiembre de 1553.

113


XXVII Octavo interrogatorio de Servet El primero de septiembre de 1553 Repeticiones y respuestas de Miguel Servet. Se constituye personalmente el dicho Servet, que habiendo hecho juramento de decir la verdad, etc. Interrogado si recuerda las sumas que dice le son debidas aquí y allá por el país de Francia, responde que esto que se le pregunta no pertenece a la causa principal, y que no puede ser obligado por derecho a declarar al respecto, pues podría perjudicar a muchas pobres gentes que le deben, las cuales serían molestadas por aquellos a quienes corresponde la confiscación de sus bienes, pidiendo por ello que no se le obligue a revelarlo, sino diferirlo para otro momento, y aconsejándose verá si debe responder a esto como plazca a los señores. Y además que está prendido por su doctrina, a causa de algunos libros, y que esto no pertenece a la materia citada. Aquí ha sido dicho que no se inquirirá más sobre dicho asunto; pero se ha de escribir al señor de Maugeron sobre su carta, que se ha inquirido y preguntado al dicho detenido respecto a las cosas por él requeridas, pero que nada se ha podido sacar. Sucesivamente ha sido llamado el detenido Servet en presencia de Monseñor Calvino, el cual ha respondido, y a continuación aparecen sus respuestas. Y después Servet ha comenzado a declarar las pruebas de lo que ha dicho, que por la santa escritura el hijo es tomado por el hombre hijo. Pero sería demasiado largo oir aquí el discurso y que sería cosa demasiado confusa, por lo que queda decidido que se le preste a Servet papel y tinta, y que en latín ponga por escrito sus respuestas y pruebas y que después monseñor Calvino responda también por escrito en latín. Y después queda también decidido que Monseñor Calvino dará en latín por escrito los artículos, palabra por palabra, que 114


están en el libro de dicho Servet, y después los refutará y probará por escrito en latín estos artículos.49 XXVIII Respuesta de la Señoría al Sr. de Maugeron Al noble, poderoso, magnífico y muy distinguido Señor, el Señor de Maugeron, nuestro excelente vecino, muy querido, excepcional y gran amigo. Noble, poderoso, etc., nos acogemos con placer a vuestra buena gracia. Muy distinguido señor, sobre lo que os ha complacido escribirnos para saber qué deudores tiene Miguel Servet, nuestro prisionero, ciertamente deseamos satisfaceros y serviros, y no sólo a vos sino a vuestro hijo y a todos los demás para los cuales pudiérais desearlo. Nos hemos trasladado sin tardanza al edificio de nuestras prisiones y le hemos interrogado diligentemente, y pese a ello no hemos podido obtener respuesta sobre vuestro propio asunto; no comprendemos de que sutileza se sirve; esperamos sin embargo continuar a pesar de esto, por amor hacia vos, pero sospechando que la cosa puede por ventura prolongarse a causa de él, no hemos querido retener a vuestro servidor y portador pero le hemos dado la presente por respuesta, considerando que si podemos sacar del prisionero alguna cosa que pueda aprovechar sea a vuestra Señoría o a vuestro hijo, os enviaremos respuesta por mensajero urgente. Os rogamos que lo acepteis con gracia, como de los que tienen todo el deseo de satisfaceros, y que ruegan a Dios el creador que le plazca aumentaros sus mercedes. En Ginebra, este primero de septiembre de 1553.

49 El

tribunal adopta esta decisión ante la duración y la oscuridad del debate teológico. Pide que todo se escriba en latín con la intención sin duda de presentar las piezas resultantes a las demás iglesias suizas.

115


XXIX Anotaciones de Servet a la Refutación escrita principalmente por Calvino [Escritas por Servet del 15 al 18 de septiembre al margen y entre líneas de la Refutación.] XXX Extracto de los Registros del Consejo Menor Martes 5 de septiembre Proceso del detenido Miguel Servet Queda aquí anotado que Monseñor Calvino ha preparado artículos en latín, tomados de las principales sentencias del libro de Servet, a los cuales Servet ha respondido también en latín, e igualmente Monseñor Calvino ha replicado de nuevo, y para acabar, sería bueno encargar al señor tesorero general que lleve el asunto a las iglesias para obtener consejo al respecto. Decide que se vea el proceso, incluyendo esos artículos y respuestas, y que el Sr. tesorero espere un poco. XXXI Demanda de Servet a la Señoría Mis muy honorables Señores. Os suplico muy humildemente que os plazca abreviar estas grandes dilaciones, o que me coloqueis fuera de la criminalidad. Veis que Calvino está al término de su papel, no sabiendo lo que debe decir, y por su gusto quiere hacerme pudrir aquí en la prisión. Los piojos me comen vivo, mis calzones están desgarrados y no tengo muda ni jabón, ni más camisa que una en jirones. Os he presentado otra petición, según Dios manda. Y para detenerla Calvino os ha alegado a Justiniano. Es ciertamente desdichado alegar contra mí lo que él mismo no cree; él mismo no mantiene ni cree lo que Justiniano ha dicho de la Sacrosanta iglesia, y del episcopado, ni del clero y de otras co116


sas de la religión, y sabe que la iglesia estaba ya depravada. Es una gran vergüenza para él, y todavía más que me tenga aquí firmemente encerrado desde hace ya cinco semanas sin haber alegado contra mí un solo cargo. Mis señores, os he pedido también un procurador o abogado, como habeis permitido a la otra parte, la cual no tenía tanta necesidad como yo, que soy extranjero e ignorante de las costumbres de este país. No obstante, lo habeis permitido a él y no a mí, y le habeis sacado de la cárcel antes de conocer el fallo. Os requiero para que mi causa sea presentada ante el consejo de los doscientos, con mis demandas, y si puedo apelar allí, apelo haciéndome cargo de todos los gastos, daños e intereses, y de la pena del talión, tanto contra el primer acusador como contra Calvino, su amo, que ha tomado la causa por sí mismo. Escrito en vuestras prisiones de Ginebra el 15 de septiembre de 1553. Miguel Servet en su propia causa. XXXII Extracto de los Registros del Consejo Menor Viernes 15 de septiembre de 1553 M. Servet Sobre las súplicas de Miguel Servet quejándose de las cárceles y de los piojos, y de que se le provea de abogado: Queda decidido que se manden hacer calzones y la ropa necesaria a sus costas y que se le comuniquen las respuestas de Monseñor Calvino, y si responde algo, que sea mostrado a Monseñor Calvino, pero que ya no sea enseñado a Servet, sino que sea reexpedido como ha sido resuelto. XXXIII Nueva audiencia de Servet El 15 de septiembre de 1553 Presentado de nuevo Servet, se le han entregado y prestado los artículos de Monseñor Calvino contra él, y tras éstos las répli117


cas de Servet, y después lo que desde entonces Monseñor Calvino ha escrito y contestado a fin de que responda si quiere. Y después se le vuelve a su lugar. XXXIV [Entre el 15 y el 18 de septiembre escribió Servet las notas que introdujo al margen y entre líneas de la Refutación. Terminó esas notas con las frases reproducidas a continuación y con una carta dirigida a Calvino, que éste omitió en el texto impreso que dedicó al juicio de Servet.] Anotaciones de Servet a la Refutación breve Demasiado se había gritado antes y aquí lo hace una turbamulta de firmantes. 50 Mas ¿qué pasajes aducen para demostrar ese Hijo invisible y realmente distinto que afirman? Ninguno aducen ni aducirán jamás. No correspondía otra cosa a tan grandes ministros de la palabra divina, que incluso pregonan por calles y plazas que nada pretenden enseñar que no esté demostrado con sólidos pasajes escriturísticos. Sin embargo, en la presente circunstancia no dan ni con uno solo de tales pasajes. En consecuencia refutan mi doctrina con sus gritos nada más, pero no con razón ni autoridad ninguna. Lo firma Miguel Servet, él sólo, es cierto, pero cuyo firmísimo protector es Cristo. M. S. a Juan Calvino Lo que dije de que ignores los principios de las cosas te habrá venido bien si ahora quieres entenderlo. He aquí el principio fundamental que desconoces: toda acción se hace por contacto. Ni Cristo, ni el mismo Dios, actúa en nada a lo que no alcance. Más aún, dejaría de ser Dios, si hubiera alguna cosa que escapara a su contacto. Sueñas poderes imaginarios como 50 Alude

a Calvino y a los otros trece pastores que habían firmado la Refutación.

118


los campesinos. Nada hay en Dios, ni fuerza, ni gracia, que no sea Dios mismo, ni pone Dios cualidad en parte alguna, en la que Él mismo no esté. Así, con toda certeza, está Dios en todas las cosas, en todas actúa, a todas alcanza. Todo procede de Él, por Él y con Él. Y cuando el Espíritu Santo actúa con nosotros, su deidad está con nosotros y en contacto con nosotros. He podido observar que en la discusión yerras además en otro punto. En apoyo de la fuerza de la ley has citado aquellos dichos de Cristo: «¿Qué está escrito en la ley?» y «Guarda los mandamientos». Pero piensa que por aquel entonces la ley no había sido todavía llevada a su plenitud, ni abolida. Piensa además que Cristo quiso guardar la ley mientras actuaba en asuntos humanos. La persona a la que hablaba estaba también sometida a la ley. De aquí que con razón la remitiera entonces a la ley como a maestra. Pero más tarde, elevadas a su plenitud todas las cosas y una vez abolidas las antiguas, todas las que siguieron fueron nuevas. Por la misma razón mandó a otro que se presentase al sacerdote y que ofreciera un don. Pero ¿es qué por ello habremos de hacer esto mismo nosotros? Cristo mandó que le preparasen el cordero y los ázimos para la pascua. ¿Tendremos que prepararlos nosotros también? ¿Por qué hoy procedeis vosotros de manera judaizante en la cuestión de los ázimos? Piensa estas cosas, te lo ruego y lee con atención mi carta vigésimo segunda. Salud. XXXV Carta de Servet a la Señorías51 Monseñores. He escrito en el mismo papel de Calvino. Pues hay muchas palabritas sueltas, que puestas aparte no tenían sentido ni significado. Además, los señores jueces lo apreciarán así más fá51 Esta

carta aparece escrita en la última hoja de la respuesta de Servet a las proposiciones de Calvino, y tiene como finalidad excusar la inserción de sus observaciones ente las líneas y al margen de la «Refutación»

119


cilmente, viendo el pro y el contra, uno junto al otro. No hace falta que Calvino esté enojado, pues no hay nada que altere su escrito. Y no es posible hacerlo de otra manera, sin una confusión infinita. Querreis monseñores dejar estos libros52 a los que serán designados para juzgar o informar. Pues se verán muy aliviados del trabajo de buscar las citas y las hallarán inmediatamente todas marcadas. Si Calvino escribe alguna otra cosa, os placerá comunicármela. Vuestro pobre prisionero, Miguel Servet. XXXVI Extracto de los Registros del Consejo Menor Lunes 18 de septiembre de 1553 Aquí queda señalado que el prisionero Servet ha devuelto las diligencias comunicadas con ciertas respuestas, tras las cuales pide que si Monseñor Calvino escribe todavía algo, que le sea comunicado. Decide que sea mostrado a Monseñor Calvino, y que seguidamente se tome la decisión definitiva. Martes 19 de septiembre Aquí se habla de Miguel Servet, y se muestra lo que él ha escrito sobre las respuestas de Monseñor Calvino, y visto todo queda decidido que se escriba a las iglesias de Berna, de Zurich, de Schaffhouse y de Basilea para tener sobre esto su opinión y que allí sea enviado un guarda de pie. XXXVII [Servet pasa al contraataque y no sólo escribe en esta demanda que son falsas las acusaciones de Calvino sino que solicita a 52 Probablemente

de los dos Padres de la Iglesia —Tertuliano e Ireneo en que se apoyaba especialmente para su defensa.

120


los jueces que interroguen a éste sobre una serie de puntos. Se sale de las posibilidades ofrecidas al acusado por la justicia ginebrina, tratando de aprovechar las fisuras observadas en la unidad de los jueces y el hecho de que los pertenecientes al partido de los libertinos veían con complacencia un posible fracaso de Calvino.] Demanda de Servet a la Señoría Muy honorables señores. Estoy detenido en acusación criminal de parte de Juan Calvino, el cual me ha acusado falsamente, diciendo que yo había escrito: 1. Que las almas son mortales, y también 2. Que Jesucristo no había tomado de la Virgen María más que la cuarta parte de su cuerpo. Son cosas horribles y odiosas. En todas las otras herejías y en todos los demás crímenes, no hay otro tan grande como el de hacer el alma mortal. Pues en todos los demás hay esperanza de salvación, y no en éste. Quien lo afirma, no cree que existe Dios, ni justicia, ni resurrección, ni Jesucristo, ni santa escritura, ni nada: sino que todo está muerto y que el hombre y la bestia son todo uno. Si yo hubiera dicho esto, y no sólo dicho, sino escrito públicamente, para hundir al mundo, me condenaría yo mismo a muerte. Es por esto, señores, que pido que mi engañoso acusador sea castigado por la ley del talión: que sea detenido y encarcelado como yo, hasta que la causa termine con su muerte o la mía, o con otra pena. Y para que esto sea así me comprometo contra él en la dicha ley del talión. Y estaré contento de morir, si no he convencido tanto de esto, como de otras cosas que indicaré. Os pido justicia, señores míos, justicia, justicia, justicia. Dado en vuestras cárceles de Ginebra el 22 de septiembre de 1553 Miguel Servet, en su propia causa 121


Artículos sobre los cuales Miguel Servet pide que Juan Calvino sea interrogado: 1. Si el mes de marzo último hizo escribir a Guillermo de Trie, a Lyon, una carta diciendo numerosas cosas sobre Miguel Villanueva, llamado Servet. ¿Cuál era el contenido de la misiva, y por qué lo hizo? 2. Si con dicho mensaje envió la mitad del primer cuaderno del libro de dicho Servet, donde estaba el título, el índice y el comienzo de dicha obra titulada Christianismi Restitutio. 3. Si todo ello no fue enviado para mostrarlo a los oficiales de Lyon para acusar a Servet, como así sucedió. 4. Si aproximadamente quince días después de dicha carta, fueron enviadas por el mismo De Trie más de veinte epístolas en latín, que el dicho Servet le había escrito: las envió como los otros de por allí le pidieron con el fin de acusar y condenar a Servet con mayor seguridad, como fue en efecto. 5. Si después no ha sabido que por esa acusación Servet ha sido quemado en efigie, y confiscados sus bienes, y hubiera ardido en persona sino se hubiera fugado de las prisiones. 6. Si no sabe perfectamente que no es oficio de un ministro del evangelio transformarse en acusador criminal, ni perseguir judicialmente a muerte a un hombre. Señores míos, existen cuatro grandes razones infalibles por las cuales Calvino debe ser condenado. La primera es porque la materia doctrinal no está sujeta a acusación más ampliamente por los doctores de la iglesia. Pues ha abusado grandemente de la criminalidad, contra el estado de un ministro del evangelio. La segunda razón es porque resulta ser un falso acusador, como la presente carta os muestra, y se probará fácilmente con la lectura de mi libro. La tercera es que, por frívolas y calumniosas razones, quiere oprimir la verdad de Jesucristo, como se os manifestará en la relación de mis escritos. Ya que ha introducido grandes mentiras y maldades. 122


La cuarta razón es que en gran parte sigue la doctrina de Simón el mago, en contra de todos los doctores que estuvieron siempre en la iglesia. Por mago que es, debe ser no sólo condenado sino exterminado y rechazado de vuestra ciudad. Sus bienes deben ser adjudicados a mi persona en recompensa de los que me ha hecho perder; esto es lo que os pido, señores míos. Escrito el día más arriba indicado, etc. Miguel Servet, en su propia causa. XXXVIII [Todo lo que tiene la precedente demanda de valerosa y aun de arrogante, lo tiene ésta de humilde y lastimosa. Téngase en cuenta para explicar este cambio de actitud que Servet ha pasado tres semanas en el más completo aislamiento y que nada se ha hecho para atender sus anteriores demandas de ropa y mejoras materiales.] Demanda de Servet a la Señoría Magníficos señores. Hace aproximadamente tres semanas que deseo y pido audiencia y nunca he podido obtenerla. Os suplico por el amor de Jesucristo que no me negueis lo que no negaríais a un turco que os pidiera justicia. Tengo cosas importantes y muy necesarias que deciros. En cuanto a lo que había pedido que hicieran algo para mantenerme limpio, nada ha sido hecho, y estoy más sucio que nunca. Y además el frío me atormenta grandemente a causa de mi cólico y mi hernia, la cual me engendra otras miserias que me da vergüenza escribir. Es una gran crueldad que no pueda hablar siquiera para remediar mis necesidades. Por el amor de Dios, señores míos, dad la orden por piedad o por deber. Escrito en vuestras cárceles de Ginebra, el 10 de octubre de 1553. Miguel Servet. 123


XXXIX Extracto de los Registros del Consejo Menor Martes 10 de octubre de 1553 M. Servet, preso. Sobre la demanda de Miguel Servet de acordarle audiencia y de darle ropa para cambiarse y contra el frío: Decide que los señores síndicos Darlod y Roset vayan y que el síndico Darlod mande hacer las ropas necesarias.53 XL Nueva audiencia de Servet El 23 de octubre de 1553 Tras haber escuchado las respuestas de los interrogatorios precedentes y la resolución tomada hoy, junto con los dictámenes de los señores ministros de las iglesias, se ha invitado al acusado Miguel Servet a oír la buena voluntad de los señores presentes en breve plazo. XLI Extracto de los Registros del Consejo Menor Jueves 26 de octubre Aquí se hablado del proceso de Miguel Servet y vistos el sumario de éste y los informes de las personas consultadas, y considerando los grandes errores y blasfemias, queda decidido que sea condenado a ser conducido a Champel y que allí sea quemado vivo, junto con sus libros. Viernes 27 de octubre Se ha escuchado al ministro Santiago Bernard que ha dicho que Servet hablaría de buen grado a Monseñor Calvino, lo que 53 No

existe constancia alguna de que la visita tuviera lugar, ni de que se tomaran en consideración las demandas de Servet.

124


se ha comunicado al mencionado Calvino, pero no quiso ir sin la aprobación del Consejo, por lo cual ha requerido que se le avise. Queda decidido que pueda ir con los señores Corna y Borna.54 XIII Sentencia pronunciada contra Servet El proceso llevado de fondo y forma ante nuestros respetados señores síndicos, jueces de las causas criminales de esta ciudad, a requerimiento e instancia del lugarteniente de esta ciudad, es resuelto contra Miguel Servet de Villanueva del Reino de Aragón en España. El cual, primeramente, es responsable de haber hecho imprimir, hace unos veintitrés a veinticuatro años, un libro en Haguenau, en Alemania, contra la santa e indivisible Trinidad, conteniendo varias grandes blasfemias contra ella, fuertemente escandalosas para las iglesias de Alemania; ha confesado espontáneamente haber hecho imprimir dicho libro, pese a las amonestaciones y correcciones que le prodigaron respecto a sus falsas opiniones los sabios doctores evangelistas de Alemania. Ítem, dicho libro ha sido reprobado, por estar lleno de herejías, por los doctores de dichas iglesias de Alemania, y el tal Servet se fugó de Alemania a causa de dicho libro. Ítem, y no obstante esto, el dicho Servet ha perseverado en sus falsos errores, infectando con ellos a tantas personas como le era posible. Ítem, no contento con esto, para divulgar y difundir su veneno y herejía, hace poco tiempo ha mandado imprimir otro libro a escondidas en Viena del Delfinado, lleno de dichas he54 La

entrevista fue relatada por el propio Calvino quien, a las peticiones de clemencia de Servet, respondió que realmente debía dirigirlas a Jesucristo, a quien había injuriado con sus afirmaciones antitrinitarias. «Según la regla de San Pablo, me retiré de un herético que se había condenado por sí mismo», afirmó Calvino después del encuentro.

125


rejías, horribles y abominables contra la santa Trinidad, contra el Hijo de Dios y contra el bautismo de los niños pequeños y otros varios santos pasajes y fundamentos de la religión cristiana. Ítem, ha confesado espontáneamente que en este libro llama a los que creen en la Santa Trinidad, trinitarios y ateos. Item, llama a la Santa Trinidad un diablo y monstruo de tres cabezas. Ítem, y contra el verdadero fundamento de la religión cristiana, y blasfemando abominablemente contra el Hijo de Dios, ha dicho que Jesucristo nuestro, hijo de Dios de toda la eternidad lo era sólo desde su encarnación. Ítem, y contra lo que dice la escritura, que Jesucristo es hijo de David por la carne, lo niega desgraciadamente, diciendo que éste ha sido creado de la sustancia de Dios el Padre, habiendo recibido tres elementos de éste y sólo uno de la virgen, con lo cual pretende malvadamente abolir la verdadera y plena humanidad de nuestro Señor Jesucristo, soberano consuelo del pobre género humano. Ítem, y que el bautismo de los niños pequeños no es más que invención diabólica y brujería. Ítem, varios otros puntos, artículos y blasfemias de carácter odioso, del cual dicho libro está lleno, siendo muy escandaloso, dirigido contra el honor y majestad de Dios, del Hijo de Dios y del Espíritu Santo, y es muy cruel y horriblemente dañino, perdición y ruina de pobres almas, traicionadas por la susodicha desleal y detestable doctrina. Es cosa espantosa de citar. Ítem, este Servet, lleno de malicia, tituló su libro dirigido contra Dios y su santa doctrina evangélica Christianismi Restitutio, es decir, «Restitución del cristianismo», y esto para atraer mejor y engañar a los pobres ignorantes y para infectar más fácilmente con su malo y desgraciado veneno a los lectores del libro, bajo la apariencia de buena doctrina. Ítem, y aparte dicho libro, atacando por cartas incluso nuestra fe y trabajando para infectar con su veneno, ha confesado voluntariamente y reconocido haber escrito una carta a uno de 126


los ministros de esta ciudad, en la cual, entre otras varias enormes y horribles blasfemias contra nuestra Santa Religión Evangélica, afirma que nuestro Evangelio carece de fe y de Dios y que por Dios tenemos un Cerbero de tres cabezas. Ítem, no se alza sólo dicho Servet y su doctrina contra la verdadera Religión cristiana, sino que como arrogante innovador de herejías, va contra la papista y otras, y en Viena del Delfinado fue quemado en efigie, ardiendo cinco baúles de sus libros. Ítem, y no obstante todo esto, estando aquí detenido en las cárceles de esta ciudad, no dejó de persistir maliciosamente en sus dichos nocivos y odiosos errores, tratando de defenderlos con injurias y calumnias contra los verdaderos cristianos y fieles sostenedores de la pura e inmaculada Religión cristiana, llamándoles trinitarios, ateos o brujos, a pesar de las amonestaciones que le prodigaron hace largo tiempo en Alemania, como se ha dicho, y despreciando las reprimendas, encarcelamientos y correcciones que se le han hecho, aquí como en otros sitios. Todo ello queda incluido más amplia y detalladamente en su proceso. Nosotros, Síndicos, jueces de las causas criminales de esta ciudad, habiendo visto el proceso hecho en fondo y forma ante nosotros, a instancia de nuestro lugarteniente de dichas causas, contra tí, Miguel Servet de Villanueva, del reino de Aragón en España, por el cual, junto a tus confesiones voluntarias hechas a nosotros y varias veces reiteradas, y tus libros a nosotros presentados, nos consta que Tú, Servet, has propugnado desde hace tiempo una doctrina falsa y plenamente herética, que rechazando todas las amonestaciones y correcciones, has perseverado con obstinación perversa y maliciosa en sembrarla y divulgarla hasta llegar a la impresión pública de libros contra Dios el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, en una palabra contra los verdaderos fundamentos de la Religión cristiana, y a través de esto intentando dividir y agitar la Iglesia de Dios, de la cual varias almas tal vez han sido arruinadas y perdidas: cosa horrible y espantosa, escandalosa e infecta, la de no haber tenido vergüenza ni horror de alzarte plenamente contra la majestad divina y la Santa 127


Trinidad; habiendo trabajado obstinadamente en infectar al mundo con tus herejías y con tu hediondo veneno herético. Este delito de herejía detestable merece un grave castigo corporal. Por estas causas y otras tan justas de las que nos ocupamos, deseando purgar la Iglesia de Dios de tal infección y eliminar de ella este miembro podrido, habiendo tenido buena participación ciudadana en nuestro consejo y habiendo invocado el nombre de Dios para juzgar con rectitud este Tribunal en lugar de nuestros mayores, teniendo Dios y sus Santas Escrituras ante nuestros ojos, declaramos en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, nuestra definitiva sentencia, que damos por escrito, condenándote a Tí, Miguel Servet, a ser atado y conducido al lugar de Champel, amarrado a un poste y quemado vivo, con el libro escrito por tu mano, que imprimiste, hasta que tu cuerpo sea reducido a ceniza; y así terminarán tus días para dar ejemplo a otros que querrían cometer tal acto. Y a vos, nuestro Lugarteniente, mandamos que haga ejecutar la presente sentencia. Leída por el Señor Síndico Darlod el 27 de octubre de 1553. XLIII Notas sobre la ejecución de la sentencia El 27 de octubre de 1553 El susodicho Miguel Servet ha sido condenado a ser quemado, y, leída la sentencia por el Señor Síndico Darlod, ha sido ejecutada y sus libros han ardido. Extracto del Registro de la Compañía de Pastores Viernes 27 de octubre. Nuestros Señores, habiendo recibido el consejo de las iglesias de Berna, Basilea, Zurich y Schaffhouse, sobre los hechos concernientes a Servet, han condenado a dicho Servet a ser conducido a Champel y allí a ser quemado vivo. Lo que fue hecho, sin que Servet, en su muerte diera ninguna muestra de arrepentimiento de sus errores. 128


XLIV Extracto de los Registros del Consejo Menor Lunes 30 de octubre Aquí, el señor Pierre Tisot ha presentado el inventario del dinero de Miguel Servet, que llegaba exactamente a 97 escudos soles, un florín y tres denarios, de los cuales han sido entregados al tesorero, que debe guardarlos, setenta y nueve escudos menos diez soles. Además, ha entregado el lugarteniente señor Tissot seis anillos de oro, una gran turquesa, un zafiro blanco, un diamante plano, un rubí, una gran esmeralda del Perú, un anillo de cornalina para sellar, una cadena de oro de unos dieciocho escudos sol de peso y dos cartas de reconocimiento de deudas. El dicho señor lugarteniente ha pedido por ello un recibo, que le fue entregado. Y lo que no se da al tesorero, será depositado en las arcas de la justicia. Después el maestre Guillermo Farel, aludiendo con enojo al asunto de Servet, ha requerido que sus actas y la condena sean sacados a la luz pública e impresos. Ítem, que sea examinado el caso de Guéroult, que fue corrector del libro de Servet, y que sea examinado también sobre las blasfemias y herejías. Queda decidido que la impresión se hará cuando se crea oportuno y que, respecto al resto, que el lugarteniente recoja información. Además Monseñor Calvino ha presentado el caso de los libros que tomó de los libreros para prestarlos a Servet y que Servet ha estropeado; ítem y los gastos realizados contra él que quedaron pendientes hasta el final de la causa, que le sean restituídos. Ítem ha pedido que se le muestren las cartas de los ministros de Alemania. Queda decidido que le sean mostradas las cartas y que los dichos gastos y libros le sean pagados y devueltos. Jueves 3 de noviembre Visto el valor de los libros tomados en las librerías para el proceso de Servet que asciende a 17 florines y 9 soles, incluido el 129


florín que hay que pagar a Sollier por algo concerniente a dicho asunto. Queda decidido que todo sea pagado con el dinero de dicho Servet. Lunes 11 de octubre Después Monseñor Calvino ha propuesto que a requerimiento de las ciudades de Alemania quisiera hacer un libro sobre ciertos aspectos cíe las opiniones de Miguel Servet y hacerlo imprimir, lo que no quiere hacer sin permiso, comprometiéndose por su honor, a no incluir cosa alguna que no esté de acuerdo con Dios a cabo y le sea permitido imprimirlo.

130



Ejemplar gratuito


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.