DESDE LA PRESIDENCIA
DERECHO A LA EDUCACIÓN, PANDEMIA Y PACTO GLOBAL
Luis Arriaga Valenzuela, S.J. Presidente de AUSJAL
El número 50 de la Carta de AUSJAL se centra en el análisis del impacto de la pandemia por COVID-19 sobre el campo educativo en la región. Los estudios presentados no se agotan ahí; sugieren propuestas para abrirnos camino ante las nuevas realidades.
ámbito educativo: el número 4, orientado a garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad, así como el número 17 que convoca a establecer asociaciones inclusivas, en cualquier escala, centradas en las personas y el planeta.
Al abordar esta temática actuamos en consonancia con los acuerdos asumidos el pasado 26 de abril del presente año, durante una conferencia virtual en la que participaron ministros de educación y líderes educativos convocados por los rectores de nuestras universidades.
Por otra parte, tras visualizar la tragedia que se cierne sobre niños y niñas cuyo ejercicio del derecho a la educación es obstaculizado a causa de la pandemia, el papa Francisco nos ha convocado a colaborar. Los jesuitas hemos respondido a su invitación a unirnos en un Pacto Educativo Global. El pasado 2 de diciembre de 2020, las universidades de AUSJAL se adhirieron a este acuerdo; de ello fue testigo el Padre General Arturo Sosa, S.J. Al dirigirse a quienes firmamos el documento, nos exhortó a redoblar esfuerzos para remontar la catástrofe educativa profundizada por la pandemia.
Nos comprometimos a profundizar la comprensión de los desafíos que la pandemia presenta a nuestros sistemas y a nuestras prácticas educativas. La dimensión global de la crisis sanitaria ha revelado simultáneamente las fortalezas y debilidades locales, así como la multiformidad y ambivalencia de los vínculos a escala planetaria. Esta evidencia debe llevarnos a dotar un doble carácter a nuestras iniciativas: arraigadas en el ámbito local, no pueden realizarse en el aislamiento. En el caso que nos ocupa, las propuestas que garanticen a las infancias y juventudes latinoamericanas y caribeñas su derecho a la educación, deben ser fruto de un esfuerzo colaborativo. En este empeño, los Estados se han trazado fines y metas ambiciosas a través de los Objetivos de Desarrollo Sustentable. Dos de ellos son pertinentes para la colaboración en el
Nuestros aciertos en el campo educativo, sustentados en una tradición centenaria, son fruto de la apertura constante a la realidad que nos interpela. Tengo presente ahora el cambio representado por la ampliación de nuestra presencia educativa a través de Fe y Alegría. Creatividad y compromiso han sido una constante y nos permiten continuamente encontrar las áreas en que nuestro servicio está llamado a mejorar. Hay en nuestra historia los elementos que nos permiten buscar que ninguna niña y ningún niño o joven sea excluido del pleno ejercicio de su derecho a educarse con pertinencia, relevancia, eficacia y equidad.
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