TEMAS PARA REFLEXIONAR
La dignidad, la educación para la paz Y EL PACTO EDUCATIVO GLOBAL Alipio Nahui Ortiz Coordinador Académico AUSJAL - IDH
Dignidad de la persona humana
El camino hacia la dignificación
La dignidad del ser humano es reconocida como principio fundamental de la vida social. En la Doctrina Social de la Iglesia, la dignidad es la base de otros principios. En la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la dignidad está en el cimiento de los derechos.
En la concepción de la dignidad está la idea del buen vivir. La doctrina de la Iglesia nos brinda principios que orientan los caminos para construir una vida social buena. Señala valores que edifican un auténtico desarrollo de la dignidad del ser humano: la verdad como fuente de la ética, la libertad como factor del progreso, la justicia como base del derecho.
De acuerdo a las Naciones Unidas, en “el camino hacia la dignidad para 2030”, la dignidad es el primer elemento esencial que enmarca la agenda de desarrollo sostenible. Para Kant, la dignidad del ser humano está dada en la medida en que las personas no se traten como medios sino como fin en sí mismos. La dignidad es la base de los derechos humanos y ha orientado las propuestas para un auténtico progreso social desde dos perspectivas: como principio de respeto por el valor intrínseco del ser humano y como principio al servicio de los derechos, con especial referencia a la vida privada y la calidad de vida. La dignidad del ser humano condicionada Los estilos de vida actuales obstaculizan el desarrollo de una auténtica dignidad. Hay que encontrar nuevos rumbos para un nuevo humanismo. El reconocimiento de la dignidad posibilita la mejora de las condiciones de vida, pero para ello hay que ofrecer igualdad de oportunidades a todos. Desde tiempo atrás, la Iglesia ha mostrado su preocupación por la defensa de la dignidad del ser humano, en la perspectiva de mejorar las condiciones en las que se desenvuelve (Rerum novarum). La dignificación se debe traducir en mayor justicia (Caritas in veritate). La cultura del descarte atenta contra la dignidad (Laudato si´). Más recientemente, vuelve a posicionar la dignidad como un valor de primer orden para impulsar el renacimiento de un deseo de hermandad (Fratelli tutti).
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El desafío es impulsar una transformación hacia el desarrollo integral del ser humano, para lograr una sociedad más justa, una convivencia en paz. Un instrumento para ello es la educación.