11 minute read

Puerto Vallarta

Next Article
El Salto

El Salto

Texto Matilde Caballero Fotografía Iván González

Puerto Vallarta más que sol y arena

Advertisement

Pata Salada alude al hombre y al entorno. Pata (pie) nos habla del establecimiento del hombre en un lugar determinado. El lugar que ha escogido para vivir, para establecerse, para echar raíces, para construir su casa, para fundar una familia, para procrear a sus hijos, para enterrar a sus muertos, para morir. El hombre elige un lugar para establecerse; transforma ese lugar y se identifica con él. Lo ama y lo transforma… y es transformado también por ese entorno. Salada nos habla de la naturaleza de ese lugar, de ese entorno electo para establecerse. Salada nos coloca de golpe en el entorno marino, el entorno costero; alude a playa, a mar, a estero, a marisma, a brisa marina...

Por el cronista de la ciudad: Juan Manuel Gómez Encarnación

Ante la necesidad de los pueblos mineros de la sierra de tener un puerto por el cual enviar y recibir mercancías e insumos, Puerto Vallarta fue fundado en 1851 con el nombre de Las Peñas. Su primer nombre se debe a un accidente geográfico, conocido popularmente por la población local como Los Arcos, una formación rocosa que parece emerger del océano frente a las playas de Mismaloya. Debido a la importancia económica que Las Peñas fue tomando desde inicios del siglo XX, en honor al gobernador jalisciense Ignacio Luis Vallarta, en 1918 se decretó la creación del municipio de Puerto Vallarta.

Este destino turístico ofrece una gran cantidad de actividades para sus visitantes, que van desde tomar el sol en la comodidad de los camastros de algún hotel, caminar por la playa y ver hermosos atardeceres, hasta nadar con delfines, avistar tortugas y aves o bien caminar por los senderos que hay en la serranía que rodea la costa; las tonalidades de azul del mar que se pueden disfrutar en las distintas playas choca y se complementa con el verde de sus bosques, su estero y los relieves accidentados de la sierra.

Estero El Salado El estero de El Salado se encuentra sobre el delta del río Ameca que se localiza sobre la planicie costera del Pacífico, en el punto de unión entre la Sierra Madre Occidental y la Sierra Madre del Sur. Sus componentes son favorables para las aves migratorias y el desarrollo del ciclo biológico de mamíferos y reptiles; sin embargo, por encontrarse dentro de la mancha urbana de Puerto Vallarta, su deterioro por la contaminación ha sido constante. El Salado ha sufrido varias modificaciones en los últimos 40 años, de ellas, la más importante es la construcción de la Marina Vallarta, cuando alrededor de 50% de la cobertura original del manglar fue desmontado para su construcción. Los esfuerzos por conservar este ecosistema se intensificaron con el proyecto Marina II; éste provocó diversos movimientos por parte de grupos ambientalistas y de la sociedad civil, generando una competencia entre intereses económicos, socio-ambientales y políticos.

En la entrada, nos recibió el biólogo Jaime Alberto Torres Guerrero, director del Fideicomiso para la Protección del Estero El Salado y el Desarrollo de las Áreas Colindantes, quien fue nuestro guía; él nos comentó que la extensión de la tierra en conservación es de aproximadamente 235 hectáreas. Este lugar se decretó como Área Natural Protegida en el año 2000 y fue a partir de ese momento cuando se iniciaron las labores de conocimiento y reconocimiento del área, así como las de preservación y salvaguardia; finalmente, fue abierto al público en 2011 con el objetivo de fortalecer el sentido de identidad y pertenencia en la población local para el desarrollo de una conciencia ambiental sobre el patrimonio natural regional. El recorrido por El Estero se realiza en La Maclovia o en La Aventurera, lanchas pequeñas para 6 u 8 personas, en las que se recorren los canales inundados del estero. Durante el

recorrido Jaime no perdió oportunidad para hablarnos de la importancia de este ecosistema, ya que es uno de los pocos lugares remanentes con manglares en la región. Las raíces de estos árboles sirven como hábitat y refugio para una gran variedad de aves, mamíferos e invertebrados. Los manglares también actúan como criaderos de larvas de peces y moluscos que sustentan la base alimenticia de un sinúmero de especies como mapaches, serpientes, aves, lagartos y anfìbios. Los esteros albergan y proveen de áreas de anidación a un número considerable de aves regionales y migratorias, vulnerables o en peligro de extinción y, además, protegen las costas contra la erosión y reducen el impacto de huracanes y tormentas. Javier también nos mostró un nido de cocodrilo de río y nos explicó algunas de las labores de preservación que llevan a cabo para estos reptiles, dentro de las que figuran

la protección de los nidos para evitar la depredación de los huevos, así como el traslado de las crías a estanques cubiertos donde pasan de dos a tres años aproximadamente o hasta ganar el tamaño adecuado para sobrevivir en el área natural una vez que son liberados.

El Fideicomiso para la Protección del Estero El Salado y el Desarrollo de las Áreas Colindantes se esfuerza, diariamente, por coordinar el desarrollo, manejo y protección que permitan mantener y garantizar la integridad del Área Nacional Protegida, así como sus recursos naturales, infraestructura y visitantes.

Nado con delfines El día comienza temprano por la mañana en Opequimar, centro marino; mientras esperamos a nuestra guía, nos paseamos por el muelle y me sorprende el impacto de las empresas en el paisaje, pues a la clásica gasolinería

de Pemex en alta mar se le suma una tienda de conveniencia en la que literalmente no hace falta bajar de la embarcación para comprar. El azul del mar se fusiona con el azul del cielo y juntos aparentan un horizonte infinito, únicamente interrumpido por pocas nubes y embarcaciones pesqueras que se asoman en Bahía de Banderas. María Eugenia Rodríguez es nuestra guía; Maru tiene entre sus manos una caja con material didáctico en el que se apoya para platicar con los visitantes; así aprendimos varias cosas, por ejemplo, que los delfines no son peces, sino mamíferos marinos que pertenecen al orden de los cetáceos y que este orden está subdividido, a su vez, en dos subórdenes: el primero, el de los misticetos, que se integra por cetáceos dotados de barbas hechas de queratina, presentes en su mandíbula superior y que les sirven para filtrar organismos muy pequeños en el agua como el planc-

ton; algunos ejemplos de éstos son la ballena jorobada, la ballena azul y la ballena gris. El otro suborden es el de los odontocetos que, como su nombre lo indica, están dotados de dientes, se alimentan principalmente de peces y calamares, y es aquí donde podemos ubicar a los delfines, una de las especies más inteligentes del planeta.

Una vez concluida nuestra clase, ya con nuestros trajes de baño puestos y bloqueador solar para protegernos, nos subimos a la lancha donde nos presentaron al capitán Luis. El trayecto inicia y primero hay que salir de La Marina. Desde la lancha, podemos ver las playas que están frente a los hoteles, pequeñas embarcaciones pesqueras y aves marinas; depués ésta toma más velocidad, pasamos por arriba de un cardumen de sardina y ahí se produce nuestro primer avistamiento de delfines. La especie que predomina en Bahía de Banderas es la del delfín nariz de botella, criaturas ágiles y curiosas, a las que les gusta nadar sobre las olas creadas por los barcos y botes. Maru y Luis nos instruyen acerca del comportamiento

de las familias que residen en la bahía. La etapa de reproducción de estos delfines es desde finales de la primavera hasta principios del verano, por lo que no fue raro ver algunas crías jugando y nadando junto a sus madres. Los avistamientos fueron muy variados, desde tríos y pequeños grupos en busca de alimento, hasta familias mucho más grandes, nadando y saltando nos ofrecen un espectáculo sin duda alguna inolvidable.

Una vez que Maru y Luis encontraron un grupo de delfines adecuado, nos preparamos para bajar a nadar con ellos; lo ideal es que no bajen más de cuatro personas al mismo tiempo de la lancha, esto es con el propósito de evitar estresar a los delfines, ya que no hay que olvidar que ante todo son animales silvestres.

Una vez en el agua, la regla de oro es no tocarlos intencionalmente y, sobre todo, disfrutar mucho del encuentro con estos seres. Cabe mencionar que siempre existirá la posibilidad de avistar otras especies como mantarrayas, tortugas, así como una gran variedad de aves marinas que

por sí solas representan un maravilloso espectáculo. Sin duda, cuando te subes a la lancha y te encaminas hacia el puerto después de esta experiencia tan maravillosa, es imposible volver a ver Puerto Vallarta de la misma manera.

Muy temprano, en nuestro último día en Puerto Vallarta, nos encontramos con el biólogo Fernando Romo Sirvent, guía de una empresa turística dedicada al avistamiento de aves. En vehículo tomamos dirección a playa Mismaloya, es inconfundible pues desde su mirador la vista de los arcos de Puerto Vallarta es increíble; nuestro destino es Lomas del Pacífico, una localidad donde se puede hacer observación de aves. Fernando nos dio binoculares y nos enseñó a utilizarlos: “primero ubicas a las aves con tus ojos, luego las buscas con los binoculares y enfocas…”. Parece sencillo, pero tiene su chiste. La atmósfera del grupo cambió en el momento en el que todos pudimos ver a la primera ave, un carpintero de mejillas

Antes de llevar el nombre de Puerto Vallarta, al igual que en todos los asentamientos, lo primordial fue responder a las necesidades y demandas de los pobladores: vivienda, empleo y servicios, desafortunadamente el “desarrollo” es inconcebible sin recursos naturales. Con los años, al posicionarse como destino turístico, inversionistas encontraron en Vallarta (y en muchos otros destinos del país) el lugar adecuado para hacer bienes raíces sin preocuparse por los ecosistemas o las personas originarias.

Para el extranjero retirado, poseer una casa en medio de la selva o a la vuelta de una playa mexicana puede representar el éxito de su vida profesional; en tanto, para quienes apreciamos más la naturaleza, que el concreto y los tabiques, es triste observar como las inmobiliarias estadunidenses ya tienen delimitada el área de construcción de los siguientes años, en donde hoy anidan aves de múltiples colores y escurre agua naturalmente por la montaña.

doradas que, a primera vista, parece un ave pequeña y en realidad lo es, pero uno no puede imaginar la intensidad del sonido que produce su picoteo sobre el árbol en que se posa. “Avanzar tranquilos y todos juntos…” fue el consejo de Fernando y, poco a poco, fuimos observando más y más aves: pequeñas, grandes, algunas más coloridas, otras un poco más grises como los chivirines sinaloenses, que son aves pequeñas y grises no muy llamativas, nos sorprendieron con la belleza de sus trinos. Una calle y media caminando nos bastó para avistar por lo menos 10 especies diferentes.

Al llegar a nuestro transporte, tomamos un pequeño lunch y seguimos con el camino. Por la carretera Barra de Navidad, en el kilómetro 24 se encontraba nuestra tercera y última parada, el Jardín Botánico de Puerto Vallarta. Los jardines que lo integran ofrecen a sus visitantes cerca de ocho hectáreas de tierra, con colecciones botánicas de cerca de tres mil diferentes especies de plantas distribuidas en nueve pequeños jardines temáticos que conforman la colección completa, como la ruta de

los helechos arbóreos, la casa de las orquídeas, una colección de plantas carnívoras, entre otros. Los jardines están dentro de un ecosistema único de bosque tropical seco a 500 metros sobre el nivel del mar que, además, nos proveyó de un recinto maravilloso para la observación de aves: pericos, colibríes, momotos, papamoscas, carpinteros, zanates mexicanos, diferentes tipos de petirrojos, gorriones y tórtolas cola larga, fueron sólo algunas de las que tuvimos suerte de ver. Es posible que nunca olvide aquello que Fernando nos dijo acerca de la observación de aves, y es que una vez que encuentras a esa ave, aquella de la que no puedes creer la belleza de su plumaje o lo altivo y hermoso de su canto, querrás tener a la mano unos binoculares, ya que estas criaturas se encuentran en todos lados, y sólo es necesario tener paciencia y prestar mucha atención.

Gastronomía Sin duda Puerto Vallarta tiene, para ofrecer a sus visitantes, una gran variedad de restaurantes en donde se puede desayunar, comer o cenar; durante nuestra estancia, nos sor-

prendió la calidad de los productos que nos ofrecieron en cada lugar en el que estuvimos y, sobre todo, los sabores siempre frescos. Los restaurantes pueden contarse de a varios en una misma cuadra, así que es sencillo toparte con restaurantes gourmet de talla internacional o bien con alguno de los clásicos locales, opciones vegetarianas y también, ¿por qué no? cafeterías para hacer sobremesa.

Puerto Vallarta es más que sol y arena, pues su paisaje, naturaleza y hermosos atardeceres, así como la gentileza de sus habitantes, hacen de éste un lugar para disfrutar unas increíbles vacaciones.

Información y contacto: OCV: http://visitapuertovallarta.com.mx/ Hotel Marriott Puerto Vallarta Resort & Spa https://www.marriott.com Estero El Salado www.aventurateporelsalado.com www.esterodelsalado.org Facebook: Estero El Salado Wildlife Connection http://www.wildlifeconnection.com/ Facebook: WILDLIFE CONNECTION Ecotours de México https://www.ecotoursvallarta.com/es/ Facebook: Ecotours de México

This article is from: