reportaje
Control de Roedores Luis Puig
La necesidad del control de roedores responde a la gravedad del prejuicio que supone su presencia. No sólo causan pérdidas por el consumo de productos almacenados o el daño a las estructuras de la nave, sino también por su comportamiento como vectores de enfermedades transmisibles a nosotros mismos y a los animales (de la granja y silvestres): salmonelosis, leptospirosis, rabia, triquinosis, pulgas... Como cualquier factor productivo, el control de roedores debe contar con un plan de acción orientado a minimizar el problema. Así se debe considerar la necesidad de, primero, un control regular; segundo, una política de prevención y, tercero, un plan de acción ante una escalada de su presencia. En cualquier caso, y especialmente después de una actuación ante una situación de crisis, conviene realizar en paralelo una desinsectación para el control de los ectoparásitos asociados a los roedores. Además, no podemos olvidarnos de retirar los cadáveres.
Lo primero es realizar una inspección de la granja a la búsqueda de signos de su presencia: identificar recorridos habituales, puntos de acceso, nivel de actividad, daños ocasionados. Para ello debemos buscar signos de su presencia como son rastros de huellas y heces, marcas de roído... Una evaluación regular es importante, tanto para estar avisados del nivel del problema, como para valorar la efectividad de los métodos de prevención y control. En esta evaluación conviene descubrir qué tipo de roedores son los que nos están perjudicando. 51