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Casi sin aliento alcanzo la cima de la colina, solo para descubrir el bello y blanco valle que se abre al otro lado, así como unas montañas mucho más altas que están delante de mí. Los abetos y piceas están cargados de un manto de nieve prístina y radiante y, entre los acebos, los tibios rayos del amanecer convierten las gotas congeladas de rocío en diamantes de hielo. Tanto blanco destaca en un azul de cielo intenso y parece convertir los farallones de pizarra en catedrales oscuras y medievales. Todo ello me lleva, inexorablemente, a un momento de quietud. Contemplo. Al principio, mi pasión desbordada me lleva a buscar inquisitivamente entre las laderas y cortadas en busca de alguna forma de vida animal. Quizás un macho de cabra montés hispánica, a lo mejor un muflón. Repaso concienzudamente los lindes del bosque, imaginando la figura hierática de algún ciervo en pelaje de invierno. Nada, no veo nada, nada se mueve, tanta nada me sume en un estado de “nadedad”, en la que el calor interno y azorado del esfuerzo contrasta con el frío exterior. Los latidos de un corazón exigido se van atemperando como caballo que se remansa en la llanura. Una vez que las esperanzas de ver algún animal se van enfriando, al igual que la punta de mis dedos, me sumo en una espera tranquila rayando en la placidez, en especial cuando un rayo delicado de sol tibio me calienta la frente. ¡Qué agradable!, ¡qué éxtasis! Ante la inmensidad de las montañas el hombre recupera su verdadera proporción; me aquieto y disfruto de lo más simple y es, en ese preciso momento, cuando el graznido tosco de una pareja de cuervos, negros como el carbón, me sacan del ensueño blanco. ¡Vida! Sí, porque es en los neveros de altura cuando uno cata de algún modo la similitud entre la muerte y el sueño. Me siento feliz, sin razón alguna, y con ese cambio repentino de humor, sin duda motivado por el croar de las aves, me siento como un fraile medieval cruzando las montañas de abadía en abadía. La sensación de edad media, de sentir el ancestral temor a las bestias salvajes, osos, lobos y serpientes me hace rezumar de vida. Mi intelecto y mi experiencia saben bien que osos y lobos no suelen atacar a los humanos, al menos en Europa, además los amo, admiro y adoro, mientras que otra parte primigenia de mí, me reconecta con lugares y épocas en las que el hombre no está en la cumbre de la cadena alimenticia; es más, es allí donde puedes convertirte en una presa más. Todas estas reflexiones conjugadas con un aire tan puro y frío que parece doler al ser respirado, me animan a
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subir un nuevo cerro. Cada lugar tiene sus propias perspectivas y todas pueden ser balcones únicos para descubrir a la vida secreta del bosque. Ahora me llaman la atención las inconfundibles hileras de huellas en la nieve, por aquí ha pasado una liebre nival, seguramente con su abrigo blanco de temporada. Como no veo ningún animal, salvo el canto repetitivo de un piquituerto, me siento en un tocón a disfrutar plenamente de la nada. Una gran calma se apodera de mí, y seguramente el frío me saca de mi ensimismamiento, me estiro feliz y retomo el sendero de regreso al pueblo. Un lejano olor a leña quemada, a calor de hogar anima mis pasos. Cuando uno ve el trabajo de un naturalista, sus fotos, películas o escritos puede llegar a la falsa conclusión de que la naturaleza es un lugar repleto de animales salvajes. Incluso uno se pregunta, ¿dónde habrá estado este hombre que hay tantos maravillosos animales? Es falso. La experiencia te dice que lo que más vas a ver son paisajes, rocas, cielos, árboles y plantas, pero animales, ¡lo que se dice animales! Depende. A veces te puedes topar con una enorme bandada de ánades, grullas emigrando o una laguna rica en pájaros fascinantes, pero salvo las migraciones y otras excepciones, la naturaleza se presenta como una caja hermética que poco a poco se va abriendo al alma constante y dedicada. Así que no importa lo que vayas a buscar, se deja ver lo que se deja ver y punto. Lo que más fascina es que cada día, cada salida, cada encuentro con la vida es poseedora de regalos maravillosos. No es lo que esperas, sino lo que decide honrarte con su presencia. A menudo buscando rebecos me sorprende la cercanía y majestad de un águila real, en otras ocasiones puede ser exactamente lo contrario. Buscando búhos acabo viendo un zorro, buscando lobos me encuentro con una marta. Pero todo, absolutamente todo, es ¡maravilloso! Yug-Do es el Yoga de los Bosques, el Arte Marcial de las selvas y montañas. Cuando haces de tu vida una experiencia plena, el bosque habita en ti, y la salud, la consciencia y la paz se convierten en un camino que, sin saberlo, proyectas tú mismo ante ti. Te invito este año nuevo a dejar por un rato las máquinas y la tecnología y tomarte un tiempo para el caminar, sentir, subir y bajar. Oler los pinos, y sentir frío gélido en tu piel. La vida se hace plena y cobra todo su sentido y plenitud cuando dejas la comodidad y los ambientes climatizados, para seguir a pie, andando, sintiendo, viviendo. Lo que bien empieza bien acaba. ¿Por qué no empezar el año con un buen paseo por el lado salvaje? ¡Feliz 2018, el año del Lince! TAI
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Si no fueras a morir nunca, ¿qué harías? En realidad, nadie sabe qué es morir, porque nadie ha muerto realmente y ha vuelto. Aquí no valen las muertes clínicas, ni las casi muertes. El caso es que el personaje, el yo, no para de cambiar, así que no hay nada ni nadie que permanezca. En ti ha habido bebe, niño, adolescente, joven y adulto. ¿Cuál eres tú?, ¿todos?, ¿ninguno? El cuerpo que escribe esto, o quien lo está leyendo, ha cambiado: no es el mismo del año pasado. La mente también ha cambiado, los sentimientos han cambiado, también las creencias se pueden ir modificando y aunque el carácter parece estable, también se modifica. Cambia la vida, cambia el mundo, cambian los otros, cambias tú. Entonces, ¿qué perdura?, ¿qué muere? ¿Quién eres tú? Los chinos decían: “Lo único que permanece es el cambio”. Así que el cambio es infinito y es eterno. Nada es para siempre, nada se detiene. Y, ¿de dónde viene todo? ¿A dónde va todo? La mente ordinaria está solo preparada para las situaciones cotidianas, para resolver pequeños e intrascendentes problemas, pero ante la inconmensurabilidad, ante el infinito, ante la vida, la mente simplemente se detiene. ¿Quién soy yo? Es una pregunta que no conduce a ningún lugar, el cerebro se colapsa y se reinicia en un buque sin fin. Y eso es exactamente lo que busca esta pregunta: no es una respuesta intelectual, ni filosófica, ni una reflexión metafísica. ¿Quién soy yo? No busca respuesta. Se convierte en una respuesta cuando te conduce del pensamiento a la consciencia. En la consciencia, en el silencio y en la quietud suceden los cambios internos y externos. El cambio en sí mismo es observado como las nubes en el cielo. Siempre nubes, siempre distintas. Todo es lo mismo, nunca es igual. El Ser sin lo humano es puro vacío, lo humano sin el Ser, pura angustia existencial. Lo humano, consciente del Ser, es un acto de creación, una carcajada cósmica, un abrazo en la oscuridad, dos manos unidas en el infinito. La mayor parte del tiempo vivimos involucrados en la acción. Acción del cuerpo, las actividades y la acción de la mente: el pensamiento, porque pensar es hacer con la mente. No hay nada de malo en eso, es lo natural, pero si no despertamos al Ser, dejamos de apreciar la vida y nos llenamos de ruido, de ansiedad, de deseo y de temor. El DO del YUG-DO es un CAMINO, de lo humano, de lo cotidiano, de lo involucrado con el quehacer diario, al YUG, espacios sin espacios, momentos sin tiempo. No es nada esotérico, ni místico, ni religioso. Solo toma la disciplina, el hábito, la costumbre de PARAR. Toma un sencillo bambú y conecta el movimiento, la respiración y la atención en un acto armónico. No esperes ni discursos, ni explicaciones. Movimiento, respiración y atención sincronizados. Mantenlo durante veinte minutos, una hora. Luego llegas a un descubrimiento, aparece una revelación, no lo puedes explicar, ¡pero funciona! ¿Qué funciona? Pues tú, la vida, la existencia. ¿No lo entiendes? ¡No hay nada que entender! Toma tu bambú, empieza con tu práctica de Yug-Do. La alquimia hará el resto, la alquimia te convertirá en alquimista. Sin renovación llega la enfermedad, la ansiedad, la depresión y el hastío. No lo pienses más, solo la práctica te conducirá a la respuesta. TAI
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Yug-Do utiliza un sistema maravilloso, una tecnología del alma para flexibilizar tu energía. Uno puede relacionar siempre la flexibilidad con los músculos y las articulaciones, también se puede relacionar con la flexibilidad mental. Sin embargo, la base del equilibrio y la armonía del cuerpo y de la mente radica en una energía, en un CHI flexible y fluyente. Cuando el CHI está duro, el cuerpo está rígido y la mente obcecada. Hay que aprender a flexibilizar el CHI. ¿Cómo? Para empezar, conseguir un CHI sano y flexible requiere de un trabajo consciente físico y mental. Empecemos por la mente: Tener un programa rígido de entrenamiento bloquea el CHI, hacer cada día lo mismo, porque tu ego se lo ha propuesto bloquea el CHI. La mente genera actitudes, ideales, proyectos, establece tablas, metas y objetivos, todo ello tiende a bloquear el CHI. Confundimos la disciplina con la exigencia a cumplir horarios y programas, todo ello que, sin duda, afirma y fortalece al ego tiende a bloquear al CHI. Cualquier entrenador deportivo te dirá que no se pueden conseguir grandes metas sin un alto nivel de esfuerzo, trabajo duro y disciplina férrea. Todo eso te puede hacer un medallista olímpico, pero bloquea al CHI, y también te puede lesionar y enfermar. El asunto está que cuando establecemos metas y logros, conseguimos reducir la ansiedad e incluso la inseguridad; por decirlo así le damos un carril a la mente, pero todo lo que alcanzamos es exterior, superficial, relativo e intrascendente. A veces esto es útil -cuando alguien está muy perdido- pero el CHI se hará rígido y duro. Ahora veamos los factores físicos: Primero hay que sentir, luego actuar, no al revés. Es importante la auto-consciencia sensorial para desbloquear el CHI, en vez de endurecerlo más. Los entrenamientos deben dirigirse a descubrir el CHI, sentir al CHI, desbloquear al CHI. Demasiadas repeticiones de cualquier ejercicio pueden bloquear la energía. La dureza o intensidad de la práctica también pueden poner rígido al CHI. Las herramientas de ayuda son la relajación, la suavidad, la lentitud, los estiramientos adecuados. Olvídate del stretching: si estiras con tensión, los músculos harán el efecto muelle o rebote y se acortarán más. Primero va sentir, luego, respirar, más tarde relajarse. Podemos aplicar movimientos naturales y suaves para ayudar a relajarnos más. Desde la relajación empezamos con estiramientos y movilizaciones suaves, acompasadas y sincronizadas con la respiración. Hay que cambiar la forma de moverse y de realizar ejercicios, en vez de afuera hacia adentro hay que ir de adentro hacia fuera. Flexibilizar el CHI no es una práctica, es una forma de vivir más consciente y sana. Cuando el CHI está flexible tenemos una sensación maravillosa de bienestar y de capacidad de movimiento libre. Con un cambio de actitud y de forma de hacer, verás que te vuelves más perceptivo y sensitivo. Recuperarás y mejorarás todos tus sentidos y te sentirás más vivo. Empieza por ir a un lugar en plena naturaleza, toma tu bambú y quédate un rato en silencio, escuchando la naturaleza misma del momento. Debes tomar contacto a la vez con el exterior, como con el interior. Siente temperatura, sonidos, olores y sensaciones, nota tu cuerpo, respiración, corazón, tensiones y tu nivel de energía. Ahora, desde la calma y tranquilidad empieza a moverte como un gato que se despereza. Simplemente busca desbloquear el CHI, hacer fluir tu energía por los meridianos, relajarte, disfrutar de la paz, y del bienestar. ¡Buena práctica! TAI
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El bloqueo mental es básicamente un bloqueo emocional; las emociones primarias, como temores, ansiedad, tristeza o ira, tiñen el contenido mental y te sumergen en una vibración, en un humor que, a menudo, es peligroso para tu salud. Por otro lado, cuando el humor activa una actitud errónea, puedes entrar en un circuito cerrado de “mentalización” negativa que bloquea tu propia luz y te pones a trabajar y a actuar en el sentido equivocado. Veo continuamente en mis pacientes, o alumnos, cuando de repente un acontecimiento cotidiano, una problemática doméstica, lo cierran mentalmente y empieza a tomar actitudes y decisiones que lejos de resolver sus problemas, en realidad los enquistan. La persona abrumada se bloquea y se vuelve sorda y ciega, simplemente entra en “modo” supervivencia, que es igual a inseguridad y miedo y abandona la senda del crecimiento y la creatividad. Si estaba avanzando se estanca y, luego, si no lo corrige retrocederá. Meses de trabajo terapéutico, años de disciplina y trabajo espiritual se pueden perder al entrar en la obcecación mental, la rigidez del pensamiento y el alejamiento de lo correcto. Me encantaría poder ayudar a estas personas y, en ocasiones, consigo que reaccionen y desistan en su actitud, se vuelvan más humildes, se abran a escuchar y se dejen ayudar. Pero todo lo contario es muy habitual: Empiezan por dejar lo que más falta les hace, dejan la tabla salvadora de la terapia, las escuelas y la disciplina y se dedican a luchar contra sus fantasmas. Cuando les intentas ayudar, ves que se trata de una política de hechos consumados, ya han abandonado, ya han desconectado, ya han tomado decisiones erróneas. Tantos años buscando tu ayuda, y cuando más les hace falta, se alejan y regresan al barro y casi siempre al deterioro y retroceso. Los años te enseñan que no puedes salvar a nadie, solo hablar claro y mostrar ejemplos reales; una mano siempre ha de estar disponible, una palabra a tiempo, la invitación a una reflexión. Y lo demás es confiar en el destino de cada uno. Nadie que no quiera ser ayudado puede recibir ayuda. Así que como decía Buda: “Solo soy Maestro de los que quieren escuchar”. Solo puedes ayudar al que de verdad quiere ser ayudado. Y no se puede obligar a nadie a tomar una nueva oportunidad, ni una mano tendida. Hay que confiar y esperar, mantener una vigilancia y hacerse visible de vez en cuando para el que está perdido. Pero nada más. Por otro lado, hay mucha gente que está buscando ser ayudada y entrar a nuevos procesos de transformación que constantemente se abren. Solo aprovecha este escrito para ver y darte cuenta de todas las veces que tu mente te quiere arrastrar a alejarte de la Luz. También podemos aprender observando los errores de los demás.
TAI No te
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¿Cómo es el sentimiento correcto?
CLAVE DEL
FRASE DEL MES: La vida es flexible, la
MES:
muerte, rígida
FLEXIBILIDAD
PARA VER: COCO (2017) Dirigida por Lee Unkrich, Adrián Molina, con guion de Adrián Molina y Matthew Aldrich, y música de Michael Giacchino Película de animación con las voces de, entre otros, Gael García Vernal y Anthony González.
PARA LEER: Liang, Huang
La Esencia del Tai-CHI (2007) Edita: CUATRO VIENTOS
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Todos los seres son perfectos a su manera.
Si realmente amas la naturaleza, encontrarás la belleza por todas partes.
G. SCHALLER
VICENT VAN GOGH
Un país, una civilización se puede juzgar por el modo en que se trata a los animales.
La inteligencia está basada en lo eficiente que las especies se vuelven al hacer las cosas que necesitan para sobrevivir.
MAHATMA GANDHI
CHARLES DARWIN La salud se da cuando el alma puede respirar tranquila, en otras palabras, estar presente.
La facultad de hacer por casualidad descubrimientos afortunados e inesperados.
PETER BOURQUIN
SERENDIPITY O SERENDIPIA Nada está perdido si se tiene el valor de proclamar que todo está perdido y que hay que empezar de nuevo.
¿Por qué nos comparamos siempre con otros? Si uno no se compara con nadie deviene lo que es.
JULIO CORTÁZAR
JIDDU KRISHNAMURTI
No trates de expulsar los pensamientos. Dales espacio, obsérvalos y déjalos ir. JON KABAT-ZINN
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Me encanta mirar al cielo, ver cómo pasan las nubes y las formas que van adquiriendo, cómo se van moldeando ya que allí cabe la posibilidad de dejarse llevar por la imaginación. Por eso me gustan las nubes, por la capacidad que tienen de moldearse y de trasladarse de un punto a otro del espacio, en ese lienzo azulado y de colores cromáticos según sea amanecer o atardecer. El cielo se hace visible desde la mirada atenta que escudriña el propio universo en busca de estrellas, cometas o luz que anima el espíritu y muestra la belleza manifiesta de un árbol, una flor, un pájaro o una montaña, con su camino hacia el infinito entre la bruma de colores. Todo cambia y se renueva a cada instante; la luz y sus matices engalanan la vida con belleza sublime en esos momentos cumbres del día, cuando sale el sol y cuando desaparece un atardecer flamígero y arrobador en el horizonte. Todo se detiene para dar paso a un encuentro con mi Ser. Puedo apreciar con claridad los mecanismos de la mente. Recuerdo las palabras del Maestro respecto a la importancia de asumir la responsabilidad sobre uno mismo. No todo lo que aparece en la meditación es agradable de ver o reconocer, pero es desde ese reconocimiento y aceptación que puedo darme cuenta de esos automatismos que han tenido peso en mi vida. El siguiente paso es liberarme de toda identificación con el personaje y con lo que piensa y siente dicho personaje. La práctica de Yug-Do y la meditación te precipitan a esa posibilidad de contemplación u observación neutra desde un campo unificado y alineado con el propósito del cielo, todo para manifestarlo en la tierra. Me hago consciente de que gran parte de mi vida ha sido una gran mentira desde el ángulo de la influencia social, educacional, familiar, etcétera. Solo puedo vivir la verdad o la autenticidad desde la plena responsabilidad sobre mí mismo. He conocido las trampas del camino y veo lo fácil que es auto-engañarse, boicotearse o no querer reconocer las miserias y mezquindades del ego. Una vida limitada está llena de justificaciones para no hacer lo que toca en cada momento. Una vida plena es asumir riesgos en aras del cumplimiento y realización de una voluntad superior. En este momento del Solsticio de Invierno, pasado, presente y futuro coinciden. Todo se sintetiza y, a la vez, se amplifica. Se abre una puerta para un cambio consciente, para reinventarme y dar sentido a cada acto, pensamiento o palabra. Los días pasan de manera vertiginosa; el tiempo está acelerado, y se me hace claro que yo y los demás somos el mismo SER, no tengo identidad y no pertenezco a ninguna cultura, no nací pues siempre fui. Cualquier acto no tiene sentido sin la experiencia genuina y auténtica de amor. Del amor consciente que va más allá del simple acto de poseer o de querer. No está justificado ningún acto que vaya en contra de este maravilloso principio. En mis años de soledad y auto-observación, he constatado esas áreas de desamor que han dejado mella en mi alma y en mi corazón. Solo yo puedo resolverlo desde la atención plena, desde el cuidado hacia lo que realmente merece la pena. No hay tiempo que perder, tan solo la eternidad para SER.
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" En la Ciudad de México se presentó este invierno frío más pronto que el año pasado. El viento helado duele en la cara y en las manos cuando me toca. Hay temperaturas de cero grados que explican esto. A pesar de eso, todas las mañanas encuentro a las estrellas brillando intensamente sobre el fondo obscuro del firmamento, escucho cantos y diferentes sonidos de los pájaros. El olor de la mañana es distinto pues ahora hay flores. El señor invierno es muy serio y formal con su traje obscuro y su cabello blanco, quien siempre está exigente para el cambio y el cumplimiento del rit. El solsticio como tal es una de las cuatro puertas que se abren en el año, y nosotros que nos damos cuenta ayudamos con ese solo hecho. Hoy, en el invierno, lo experimento bien en mi cuerpo, pues soy muy sensible al frío. En cambio, en el verano, la estación en la cual nací, soy fuerte. La prima-vera es hermosa, y el otoño es pura cosecha. Enero, el primer mes profano y el segundo mes del invierno, se combina perfectamente para cumplir con la naturaleza de su momento. Como guerrero experimento la disciplina con el frío de Capricornius, y espero con alegría el frío de Acuarius y, por último, el invierno de piscis. De todas formas, la disciplina me equilibra en las cuatro estaciones. Hoy la contracción del invierno es mucho más fuerte. Bienvenido este invierno a cero grados. Un abrazo.
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¿Qué me enseña la vida hoy? Hoy me he parado a sentir, a conectar y a percibir aquello que quiero expresar o lo que necesito compartir. Me salgo del trabajo buscando la luz, el sol, un lugar propicio para conectar con lo que siento, con lo que anhelo, con la naturaleza, con el momento, con la intuición, con lo subliminal, con la Divinidad, y esto es lo que me encuentro: ¿Escuchas a la vida? ¿Escuchas a Dios? ¿Qué haces, qué decides? ¿Cómo quieres vivir tu vida? ¿Qué quieres hacer? ¿Cómo quieres relacionarte con lo que te rodea? ¿Quieres dar lo mejor de ti, sirviendo a causas justas, aportando tu granito, ofreciendo tu creatividad, ayudando a construir algo mejor, aportando para la solución, la libertad y la paz? ¿O quieres luchar y reivindicar tu razón, tus derechos e invertir todas tus energías en esto, en ver quién se sale con la suya, quién gana, quién pierde, buscando que se te reconozca, que se te valore por lo que ayudas, por lo que resuelves, por lo que das? ¿De verdad necesitas ese reconocimiento? ¿Te lleva esa razón a mejorar, crecer, estar más tranquilo y en paz, a ser más feliz, o te desgasta y te afecta arrastrándote para abajo? Podrías hacer muchas cosas, pero, en realidad, tus actos son los que te rebajan o te elevan, te afectan o te serenan, te atan, te hunden o te liberan, te densifican o te aligeran. Y me encuentro preguntándome, ¿y qué vas a hacer? Tal como en el Rey León, ¡ponerme manos a la obra! Me detengo a respirar, a observar el momento mientras estoy sentado en un banco; el cielo está despejado, el sol, luminoso brindando un baño de luz y calor a mis células. Mi imagen se refleja en unos cristales de enfrente y me veo en la postura, como los viejos de los pueblos, sentado, con las gafas de sol, observando lo que acontece. De verdad, me he transformado. Un cernícalo aparece de repente en escena, oteando el suelo desde su volar inmóvil, en el aire estático. Luego se posa en una rama alta de un árbol cercano, y se queda como yo, tomando un agradable baño de sol mientras observa. Observa, me observa, le observo, me observo, ¡la vida sonríe! ¡Ay, si me diera cuenta siempre de todo esto! ¡Y si mi actuar fuera coherente con ello! Tai.
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Es increíble la sabiduría que hay en la vida. En el plazo de unos cuantos años, he pasado de tener todo a no poseer nada. Y cuando digo todo, lo hago entre comillas, porque es prudente preguntar, ¿qué es todo? El todo al que me refiero es solo a nivel material: una gran casa, un veloz coche y un excelente trabajo en el cual manejaba mucho dinero, el cual lo despilfarraba inconscientemente en cosas inútiles que no necesitaba, sólo por el hecho de tener. En esos momentos creía que mi felicidad se basaba en tener y acumular, no en ser. Estaba inmerso en vicios, adentrándome cada vez más en la enfermedad. La tensión arterial estaba por las nubes, por lo cual hacía constantes visitas a urgencias con estados de ansiedad. Y allí, la sabiduría de la vida se me presentó. Con el tiempo me di cuenta que tenía que pasar por este proceso. Mi vida me vació del todo para empezar de cero, y me puso como herramienta fundamental mi laboratorio interno con Yug-Do, y mi Maestro. Gracias a esto empecé a construir mi nueva vida. Una vida sencilla, de pasión, para servir. A través del Yug-Do me he renovado. Se han acabado las visitas a urgencias médicas. Los medicamentos los he cambiado por una alimentación viva, pura, limpia y cercana a la fotosíntesis, como dice mi estimado Maestro. No recuerdo la última vez que enfermé, lo cual no significa que esto no sucederá más porque todo cambia, pero no cabe duda que ahora es más difícil que recaiga. Escucho lo que me transmite mi maestro y procuro llevar a cabo sus enseñanzas. Mi práctica diaria de Yug-Do. Mis duchas de agua fría. Yoga antes de una comida sana. Y mi momento de meditación después de mis estudios. Entre todo ello, imparto mis clases en diferentes centros de Yug-Do a alumnos a los que intento ayudar a tener una mejor calidad de vida, porque me siento en deuda con el Yug-Do que tanto me está ayudando. También tomo mis terapias, las cuales poco a poco van conectándome. Pongo toda mi pasión en ello, y mis alumnos lo perciben. Los que ya llevan tiempos siguen firmes practicando. Van dándose cuenta de la esencia de este camino. Los nuevos están entusiasmados. Yo sigo con pasión, pero sin irme a los extremos. Me mantengo en mi centro. Ahora vivo en un pequeño pero confortable apartamento a pie de playa (¡qué regalo de la divinidad!), compartiendo con mi padre, con quien estoy a su lado para ayudarlo en su carga. Al poco tiempo de empezar a convivir con él en lo que se presumía serían unos meses, cayó enfermo y yo pude ayudarlo. Este trance implicó alejarme de mis hijos, pero he aceptado e incluso agradecido, porque esta separación física me hizo que, en otro plano, me uniera más a ellos al momento de comprenderlos. En estos momentos siento algo de tristeza, porque estoy ayudando a tanta gente a mejorar sus vidas y, sin embargo, no logro ayudarlos a ellos porque no quieren ser ayudados. Mis hijos saben que sólo tienen que solicitar mi ayuda, y allí estaré. Últimamente me desprendí de mi querida furgoneta que tantos buenos momentos mi hizo pasar pero que ya no tocaba. Ya se había convertido en una carga, con tantas averías. Me di cuenta que había llegado el momento de un cambio, y surgió la oportunidad y así lo hice. Ahora tengo un cochito pequeño pero muy utilitario que no tiene nada, pero para mí lo tiene todo. Por eso solo puedo dar las gracias, gracias, gracias. A la VIDA, a mi MAESTRO, a mis HIJOS, a mi PADRE, y al YUG-DO. TAI
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Al reflexionar acerca de este año en el que he vivido Yug-Do, me doy cuenta de lo siguiente: La rutina es solo una idea y, como tal, solo existe en la mente (como tantos otros conceptos) ya que es conceptualizado como algo que se realiza siempre de la misma manera. Aunque se ha definido como “costumbre o hábito adquirido de hacer las cosas por mera práctica y de manera más o menos automática” (Real Academia Española), en este tiempo, he hecho mayor conciencia de que nada se repite o es de la misma naturaleza. Sin embargo, sí existe la ilusión de la rutina. Tengo mi sol en Acuario, por lo que no soy exactamente una criatura de hábito, aunque en algunas ocasiones experimento sed de tener alguna rutina y, por supuesto, hago muchas cosas por rutina sin darme cuenta. ¿Con qué finalidad tengo rutinas? Aparentemente, ellas alivian la ansiedad, porque resuelven el “¿qué va a pasar?”. Por otro lado, llenan los espacios/tiempos de la vida con “qué hacer”, dándole “sentido” y generan una sensación de utilidad. Además, mantener una rutina a menudo hace sentir que hemos logrado algo, nuevamente, algo ligado al hacer. Finalmente, caigo en cuenta que, para mí, la rutina es la manifestación del ego buscando una sensación de seguridad, por momentánea que sea. Los horarios, los pasos a seguir, las rutas, los ciclos, las tradiciones, los rituales, las comidas, las relaciones, los trabajos, las actividades de los hijos, las tareas cotidianas, el día del pago y la misma práctica de Yug-Do, los podemos vivir de manera rutinaria, o no. La limitación del constante hacer y, sobre todo, hacer por rutina, automatizados, parece tener un efecto contrario, restando sentido a la vida, opacando
los
sentidos,
llevando
a
la
desconexión e interfiriendo con, simplemente, ser. La guía del Maestro nos conduce a estar plenamente atentos en nuestra práctica de vivir en todo momento. A mí me parece importante darnos cuenta si hemos
adquirido
algún
tipo
de
rutina,
identificarlo y estar atentos a nosotros mismos, a esa voz interior que es la voz de la esencia. La rutina es muchas veces lo más fácil, lo conocido, lo experimentado. Es lo que justifica
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tu visión del mundo, tu “así es”. Esto no es decir que no existen cosas que hacemos de manera rutinaria que son convenientes, benéficas y sensatas. Abrocharse el cinturón de seguridad al subirse a un vehículo es, en general, una excelente rutina, por supuesto. Realmente si la rutina es, como la definición, una “adquisición de hábito o costumbre”, la puedo descartar en el instante que me doy cuenta. Ahora la “compro”, la creo, ¡ahora la suelto! Al detenerse un momento y dar cabida a algo más, puede surgir otro sabor que va de acuerdo al instante: a esto lo podemos entender como la espontaneidad. Mientras los sinónimos de rutinario son habitual, acostumbrado, común, monótono, corriente, indiferente, apático, los sinónimos de espontáneo son natural, voluntario, sencillo, franco, abierto, desenvuelto y libre. Suena mucho mejor, ¿no? Para mí, vivir Yug-Do en este primer año ha sido así: Disfrutar cada variación de la vida, sean los 22 movimientos básicos o la comida que estoy preparando. Saber que, así como siento, como percibo, es así y así está perfecto. Acariciar a los perros de mi colonia, mirar a los ojos de mi hijo con atención, sentir la temperatura del agua al lavar los trastes, platicar con las plantas en mi casa, colocar las orgonitas a un paciente, estar más consciente de mi respiración en la fila del supermercado, sentir la frescura y los aromas del bosque en mi rostro, salir antes del amanecer con mi familia sin ningún rumbo, pintar un plafón, asombrarse al ver cualquier ser viviente, ¡todo es Yug-Do! Ahora entiendo que la rutina es terreno de la mente/ego y la espontaneidad es del corazón. Prefiero tomar el riesgo y experimentar la libertad instante a instante. Gracias Maestro, gracias hermanos.
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TENERIFE. Stage del 11 al 17 de enero
Cursos de Acupuntura, inicio de curso de Kinesiologia, formación de Yoga, clases de YUG-DO, excursiones y terapias personales.
BARCELONA
19 y 20 de enero terapias en Vic, Barcelona y Pineda de Mar.
MÉXICO
Siguen cursos, clases y talleres y preparando el gran Encuentro... Operación Jaguar... Del 12 al 25 de febrero.
ECUADOR
Siguen las clases y cursos y ya pensando en el Encuentro de Mayo con el Formador.
ARGENTINA
Siguen las clases en Posadas.. Misiones.
MURCIA
Encuentro de Semana Santa del 29 de marzo al 1 de abril en los Alcázares...
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