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El secreto de la vida no es otro que aprender a existir. La existencia tiene dos tiempos, uno manifiesto al que llamamos vida y otro inmanifiesto al que llamamos muerte. La vida solo es la mitad de la existencia, la muerte es la otra mitad y, por lo tanto, no hay que temer a la muerte. Tan naturales son la una como la otra. Esto lo vemos en los ecosistemas: Unas especies se alimentan de otras, pero todas participan en un equilibrio dinámico. Mueren los individuos, pero las especies siguen adelante; por otro lado, también desaparecen las especies, mientras otras nuevas van apareciendo. Y la vida continúa, y continúa también la muerte. La existencia es eterna, y eso es la gran lección a aprender. Desde nuestra perspectiva parcial, desde la vida, todo cambia, todo pasa y todo desaparece, nada perdura para siempre; no obstante, la existencia es infinita e inmutable, todos los cambios y mutaciones ocurren en ella. En términos prácticos, la existencia es el YUG, la UNIDAD pura, mientras que el DO es la vida, el Camino. Y como “todo está en todo”, y nos los muestra muy bien el símbolo del Yin y del Yang, con un punto Yin en el Yang y un punto Yang en el Yin, también en la vida, aquí, y ahora, donde la existencia se hace consciente de sí misma, podemos apreciar el cambio, la transitoriedad y, a la vez, presentir o intuir la inmutabilidad, la permanencia. Y todo este juego ¿para qué sucede? Pues para aprender a recibir lo que aparece o llega a nuestra vida y al mismo tiempo dejar ir a lo que desaparece o se va de nuestro entorno o percepción. En lo más profundo de todo ser humano hay una necesidad de sentirse bien, y en lo más superficial de nuestra naturaleza hacemos infinidad de cosas: estudiamos, aprendemos, perseguimos deseos y concretamos logros, movidos por este impulso subyacente. De este modo el sueño “americano”, “europeo” o simplemente humano descubre que la riqueza, la fama, los logros sociales de cualquier tipo, siempre generan satisfacción, pero nunca plenitud, es decir que tras conseguir cualquier cosa, pequeña, grande o inmensa uno se siente como al principio. Y, ¿qué más? Y ahora, ¿qué? La esencia misma del Camino espiritual -el cual nada tiene que ver con los sistemas de creencias religiosas o filosóficas- radica en utilizar estos cuestionamientos para contactar con la “respuesta existencial”. Y dije “contactar”, porque lo que buscamos, lo sepamos o no, no es un logro ni una consecuencia de nuestros actos, está más allá de la secuencia de causas y efectos, que es la línea temporal. La esencia de la “búsqueda”, del anhelo, de la necesidad o del despertar espiritual, es la comprensión de que lo buscado ya es ahora. Camino por una vereda de monte seco, las pequeñas ramas de romero están rígidas y aparentemente congeladas; me dirijo al pinar, justo encima de la loma: ahí se escucha el canto del carbonero. En esta época gris y durmiente, antes de que la existencia vuelva a despertar a la vida, me hago amigo del frío, ¿por qué no?, todo forma parte de los ciclos vitales y sus ritmos inalterables. Solo la pronunciada subida consigue lo que no han logrado los dobles guantes o el pasamontañas: que yo entre en calor. Y en esta época
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unos momentos de calor, aunque sean los auto producidos por el esfuerzo, se agradecen. Entre dos rocas y junto a un denso sotobosque, bajo unos pinos añejos, me siento en la posición de meditación. Delante de mí está el valle donde hay cultivos de olivo a la derecha y tierras de labor a la izquierda; aquí y allá hay manchas forestales. Desde que llegué aquí, no se escucha ave alguna: ya se deben haber ido a otros bosquecitos más tranquilos; el cielo es azul, hay pocas nubes y el aire corta la respiración. Instintivamente me cubro la nariz con el pasamontañas para calentarme el rostro con el propio aliento. Mis pensamientos vagan un rato. Recuerdo este mismo lugar en verano y en primavera con el canto de las perdices y los insectos, con tanta vida; ahora todo parece un paisaje muerto, y durmiente. ¿Dónde están los conejos? Presto atención al silencio. Las ideas se van espaciando, las sensaciones de estar aquí, sin más, se adueña del momento. Un pájaro canta muy cerca, sobre el pino; la mente informa que es un herrerillo, pero su sonido cesa bruscamente, tal y como empezó. Un trazo de tinta en un lienzo vacío, el espacio después de un Mantram. La imagen del Maestro, con su cabellera blanca, su postura zen. La nada. Hay un cese de todo, la respiración es escuchada y la sensación es percibida: no se busca nada, no se encuentra nada. Paz, calma, nada. “En el corazón del Silencio aparece el canto a una nueva vida, en silencio”. Así decía el Maestro. El reloj dice que ha pasado una hora, mi espalda informa que hay que moverse. No es una práctica formal, tampoco lo es informal, ni siquiera se puede llamar “práctica”. YUG-DO, el Camino sin camino, el Arte del Bambú vacío, no es una propuesta nueva, ni tampoco antigua, es atemporal. Hay quien llama a esto meditación, otros yoga, zen, tao. Yo no lo llamo, me llama a mí. Aprendí hace mucho, o quizás poco, a que solo parar, solo detenerse, abre la Gran Puerta. Ahora es un mochuelo el que canta, no hay duda, las manos se congelan de nuevo, inicio el descenso. Unas perdices levantan el vuelo tras una curva, cuando hay poco, cualquier cosa es mucho. Me siento lleno de apreciación: aprecio cada piedra, cada flor que sigue abierta en este mundo gélido, cada pájaro y cada nube pintando el cielo de trazos blancos. Aprecio a mis padres, hermanos, hijos, a mi amada esposa, a mis amigos, a los que no les gusto; aprecio la diversidad, todo está bien, no hay nada que elegir, porque simplemente todo forma parte, sí, todo forma parte de TODO, y ese TODO soy yo mismo. Mientras en el pueblo las rúas de carnaval y su música de samba trata de calentar los ánimos y hacer más llevadero el invierno, yo me disfrazo de terapeuta y voy a realizar mi función social de ayuda al prójimo mediante las artes de la naturaleza. No somos ni esto ni aquello; ¡a qué tanta discordia, a qué tanta pretensión! Hoy estamos, mañana no. Así es la existencia: parpadeos en la nada, luces que son Todo. ¡Feliz febrero!
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¿Es el Yug-Do una forma de Yoga?
Hace cuarenta años experimenté algo a lo que llamaban “yoga”, y cambió mi vida. Me di cuenta, súbitamente, que si sabía conectar con “aquello” no tendría nada más que temer ni me faltaría nada; “eso” no requería de nada exterior. Al principio pensé que tenía que ver con una técnica, con un método, pero con el tiempo descubrí que no estaba relacionado con ello. Hubo años de formación, de estudiar sistemas, de comparar ejercicios, de viajar aquí y allá para ver qué proponía cada maestro y escuela. Probé de todo: Zen, Taoísmo, estancias en Ashrams de diferentes ideologías. Me di cuenta de que la fe y las creencias parecían bastarles a muchas personas, pero para mí no eran suficientes. Cuestioné, indagué, probé y experimenté todo lo que pude, en oriente y en occidente, en América, Asia y Europa. Estuve con muchos Maestros de renombre, supuestamente “iluminados” o “realizados”, y a mí no me inspiraron en absoluto, aunque respeté a todo el mundo. El encuentro con mi Maestro dio un giro de tuerca, ¡eso sí! De inmediato me di cuenta que la simple presencia del Maestro vivo me ponía en el Camino, en la Senda hacia mí mismo. No tardé en descubrir, incluso en compartir con él, que el ambiente, el entorno o la tradición que rodeaba al Maestro, el “envoltorio” por llamarlo así, no debía confundirme. Sí el Maestro hubiera estado en un medio budista, tendría que haber aceptado las pagodas, si hubiera sido islámico, las Mezquitas. Pero el Maestro, en sí, iba más allá de su entorno cultural, de cualquier lugar, incluso de cualquier época. Cuando estaba con el Maestro meditando, caminado, haciendo fotos o escuchando música al amanecer, tenía reminiscencias de otras épocas y lugares, pero, a la vez, esas “memorias” no estaban ahí para que me perdiera en algún ensueño romántico o místico. El “quit” de cuestión era un viraje en la ruta en vez de ir hacia fuera, incluso buscando métodos, maestros o ambientes. Todo apuntaba hacia la exploración interior. El Yug-Do nace de ese encuentro, fruto genuino de la relación viva y tradicional entre el Maestro y su Discípulo. El Maestro me sacó de mi tendencia a perderme en puras prácticas de meditación prolongada y ensimismamiento. Me dijo: “para saber si tus vivencias en lo interno han dado algún fruto, deberías tener pareja, hijos, una familia y una profesión en la sociedad”. Así que descubrí una de las lecciones más valiosas del YUG-DO: “estar en el mundo sin ser del mundo”. No es fácil llevar una vida interior, explorar e indagar en lo interno y estar respondiendo ante los compromisos con el mundo y la sociedad. Yo hubiera preferido retirarme a una cueva a meditar o quedarme a vivir en un Ashram. El Maestro me enseñó que eso solo crearía una deformación, una división entre lo “profano” y lo “sagrado”, lo “espiritual” y lo “material”. Jesús dijo aquello de que Dios alimenta a las aves del campo, pero la verdad es que las aves, como el resto de los seres vivos, deben enfrentarse todos los días al esfuerzo para sobrevivir. La vida ES.
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Sí, estoy tentado a decir “vida dura”, pero tampoco es eso, la vida ¡ES!, a ratos dura, a ratos blanda, por algunos momentos es fácil, en otros es difícil. Pero, sobre todo, la vida es cambiante e imprevisible. Con el YUG-DO recuerdo a cada momento mi primer encuentro con aquello que llamé “yoga” liberado de filosofías, creencias, folclores o entornos. Encontré en muchos lugares que en un tiempo se escribieron los Upanishad, unos libros sagrados de la India; lo que me conectó de inmediato es que esa palabra significa “Sabiduría de los Bosques”. Sí, es en la naturaleza donde se gestó y germinó la experiencia del yoga. En la década de los setenta tuve la oportunidad de contactar, convivir y experimentar con esos Yoguis errantes. Y encontré más “verdad” en ellos que en ningún personaje apoltronado en algún Ashram famoso. Nuestro logo es un bambú, una simple hierba, pero a la vez una planta llena de misticismo y utilidad, prácticamente se hace de todo con un bambú, casas, muebles, ropa o se come. Los mejores “maestros” de Yug-Do han de ser los osos pandas. Por otro lado… Hace tiempo, y para evitar confusiones, que vengo diciendo que el verdadero significado de YUG-DO es ¡ESTO TAMPOCO! Y es que es una tendencia demasiado humana aferrarse a los símbolos y las formas. Mientras que la esencia del Yoga y del Yug-Do es empujarte más allá de todo aferramiento. Para el principiante, el Yug-Do se inviste de “método” con sus katas, formas, niveles y tecnología. Es para dar algo a que agarrarse y desde donde empezar a soltar. Así, el Camino va de lo complejo a lo simple, de la forma a la no-forma, de la presencia a la esencia. Está claro que estas palabras no aclaran mucho a aquel que no se ha adentrado un mínimo en la práctica real. Y es que cuando tratamos de transmitir lo inmanente solo nos queda recurrir a la paradoja, la poesía, o la sugerencia. De este modo, mi propuesta para hoy es que tomes un bambú y te adentres en algún espacio natural, busques un lugar que te motive y te sientes con la espalda erguida y el bambú suavemente posado en tus manos abiertas. Ahora solo permanece ahí, siente, nota el bambú en tus dedos, aprecia todo lo que ocurre en este instante, dentro y fuera de ti. No analices, no intentes, nos busques resultados, solo disfruta plenamente del momento. Después de un rato quizás, solo quizás, te des cuenta de un saber que llega a ti por otro camino que no es la mente pensante y, si no sucede, pues al menos habrás disfrutado de un rato de tranquilidad.
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Mucha gente piensa que la meditación y todo lo demás (Yoga, Tai-Chi, Chi-Kung, etc.) son una pérdida de tiempo. Tienen razón. Otros dicen que el tiempo es oro, también tienen razón. Así que para poder perder el oro o desperdiciar el tiempo, hay que ser rico, ¡inmensamente rico! De este modo el verdadero caminante del Sendero es multimillonario, ¡necesita bien poco! Y es capaz de tomarse tiempo, ¡para perder el tiempo! Habiendo tantas cosas que hacer, tanto que producir, estudiar, divertirse, siendo la vida tan corta, ¿para qué meditar? ¿No sería mejor leer un buen libro? ¿Escuchar música? ¿Ver una película? ¿Conectarse a Internet? ¿Ir con los amigos de fiesta? Se me ocurren mil razones para no meditar. ¿Y si me quedo ahí sentado, escuchando la respiración media hora, qué voy a ganar? Seguramente se podría decir que puedes ganar en tranquilidad, relajación, calma, paz y salud. Pero, ¿son esos valores al alza? ¿Es lo que la gente de verdad quiere? Entonces la mejor respuesta es: NADA. ¡No vas a ganar nada! Entonces, ya puedes correr al centro comercial. Mi Maestro decía que el Sendero es solo para los que tienen verdadera necesidad, y que esa necesidad es intransferible, por lo que hay que abandonar todo deseo de hacer proselitismo o intentar que alguien necesite meditar, aunque a ti te siente tan bien. En un mundo de mercadotecnia, donde todo se vende y se ensalzan los valores reales o ficticios de cualquier producto, siento más bien la necesidad de no vender nada, y dejar que la vida actúe. Sí, por experiencia he vivido como gente escéptica: un día empiezan a cambiar la alimentación, buscan las terapias naturales o se ponen a hacer yoga. Cuando la vida aprieta lo suficiente a veces, no siempre, algunas personas empiezan a cambiar. Mientras tanto, tú y yo, que somos ricos, vamos a gastar nuestro tiempo en preciosos ratos de NADA. Siéntate cómodamente, con la espalda erguida, y conecta lucidamente con lo que está más allá del pensamiento; ello produce profundas mutaciones, lo sabemos los que lo hemos vivido. No podemos argumentar cómo ocurre ni por qué, pero sabemos que funciona.
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Ahora incluso se ha abierto un mercado con todo esto. Los neurólogos y otros científicos lo estudian (desde hace al menos cincuenta años hay investigaciones serias al respecto), algunos famosos practican Yoga, Meditación y otras cosas raras. Se abren institutos muy caros y refinados, y esto atrae al gran público. Sin embargo, no hay que engañarse. El Camino (Yoga, Yug-Do, Tai-Chi o Meditación) es para minorías, al menos a largo plazo. Me encuentro gente que me da apellidos sobre la técnica que practica: “yo hago esto o aquello”, dicen, para darse cierta importancia. Pero el verdadero camino es humilde y ni siquiera tiene nombre, menos aún apellidos. La vía no es jamás una técnica ni un producto a consumir. El Camino no se hace presente como medicamento para la enfermedad, no es un método de relajación ni un sistema para mejorar el rendimiento laboral, tampoco son ejercicios para apoyar los tratamientos psicológicos. La esencia nace, o no nace, de una compresión profunda. ¡Te vas a morir! Y ocurrirá pronto. Todo lo que logres o alcances lo vas a tener que dejar o perder. ¿Qué ocurrirá contigo cuando te mueras? ¿Qué les ocurre a tus seres queridos cuando mueren? ¿Esta vida para qué es? ¿Quién eres? ¿Cuál es el sentido de todo? ¿Muchas preguntas? Bueno, ahí lo tienes: un cojín para meditar o el centro comercial. No se puede forzar la verdad, está siempre se revela en su preciso momento. No te recomiendo nada, yo me voy a perder el tiempo un rato: a meditar. TAI
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Los humanos somos demasiado dados a intervenir constantemente y en casi todo. En el mundo de las ciencias naturales, hemos aprendido que la mayoría de las intervenciones humanas, por bien intencionadas que sean, suelen generar consecuencias indeseadas, por eso, en los espacios más protegidos, los santuarios más vírgenes, son resguardados de toda intervención humana. A veces se llaman Reserva Integral de la Biósfera o cosas así. Allí los científicos tratan de estudiar y comprender sin interferir, aún a sabiendas que la física cuántica nos ha mostrado que el observador siempre modifica lo observado. Es decir que por el mero hecho de observar ya estamos interviniendo, aunque sea a escala ínfima. Los animales que sienten la proximidad de los científicos y que llegan a aceptarla, incluso a acostumbrarse a ella, en su familiaridad con la especie humana se vuelven vulnerables, porque hay otros humanos que parecen iguales y huelen igual, pero los matan y destruyen. Curiosamente en el Camino de la Consciencia ocurre lo mismo. Meditar, que es la esencia de toda práctica, sea estar sentado o a través del movimiento, requiere mantener la perspectiva del Observador. Es decir, darse cuenta de todo el material que a través de la práctica se va liberando: pensamientos, recuerdos, emociones, sentimientos, intuiciones, actitudes, estados. Y, ¿qué hacer con todo ello? Pues eso, ¡nada! Solo seguir observando. La tentación de interactuar con los estados, pensamientos o emociones que aparecen es la principal causa de salirse de la esencia del Camino. ¿Qué hago con todo ello? Hay gente que habla de recuerdos de la infancia, hasta de supuestas vidas pasadas, comprensiones súbitas, emociones largamente enquistadas o reprimidas. Es normal ver llorar a la gente o salir de la práctica en un estado “movido” o perturbado. Pero todo ello siempre es producto de haberse “aferrado” a lo que surge, agradable o desagradable, beatífico o terrible. ¡Hay que dejar ir! La gente, después de tomar contacto con cosas que emergen de adentro, suele llenarse de preguntas o inquietudes, pero no hay que olvidar que esto no es el sentido del Camino ni de la práctica, así como tampoco ver el Aura o los Chakras. El mundo está lleno de todo, acostumbrarse a la nada es esencial, y es el otro polo para despertar a la Consciencia del Ser. ¡No intervengas! Eso es todo. Todo lo que pase, ¡pasará! Y punto. Toma una actitud más científica, no proyectes ningún resultado, no busques encontrar nada, solo permanece en el Observador. Cuando notes que te has implicado, que estás interviniendo en el pensar o procesando las emociones o experiencias contémplalo, no participes; míralo como una escena más a dejar pasar. Hay que acostumbrarse a la nada, al silencio, al vacío. Tampoco hay que buscar estos estados ni tratar de mantenerlos, solo dejar pasar sin generarse violencia ni tensión adicional. En psicología se dice que no hay ningún comportamiento humano sin búsqueda de algún tipo de beneficio. Así que hay que asumir que estar en paz es un maravilloso beneficio, pero que también hay que desarrollar el paladar de buen gourmet para apreciarlo en su justa medida. ¡Que lo disfrutes, no hay más! TAI
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La famosa vista de lince, que por cierto es excelente, seguramente es superada por su finísimo oído, quizás tan importante o más que su vista para poder cazar y comer. Ahora, en diciembre y enero, es precisamente a través de la escucha, cuando es más factible -nunca fácillocalizar a la “pantera de Europa”, el tercero entre los grandes depredadores del continente (después de lobos y osos). Y es que, en esta época de amor felino, los maullidos de reclamo entre machos y hembras permiten contemplar a uno de los más maravillosos animales de la fauna ibérica. Creo que, desde niño, en la lectura de mis primeros libros con dibujos de animales, he deseado poder contemplar en libertad y completamente salvaje a un lince. Animal extremadamente cauteloso, que se mueve como un fantasma entre bolos graníticos, jaras y lentiscos, a menudo tumbado semioculto bajo una encina o un quejigo. No es extraño que pase tranquilamente por detrás de un grupo de naturalistas, mientras éstos contemplan con sus binoculares el valle opuesto, sin que ni siquiera se percaten de ello. Mis primeros linces ibéricos, Linx pardinus también llamado lince pardina, fueron en el zoológico de Barcelona, cuando era adolescente. Recuerdo aquellos días, recorriendo la Sierra de Collserola y Vallvidrera con mi amigo Roque, cuando nos sentimos tentados a llamar a Félix Rodríguez de la Fuente, ante el convencimiento de haber encontrado huellas de lince en la famosa sierra barcelonense. ¡Es que nos parecieron de gato grande!, del tamaño de un perro y sin marcas de uñas (para entonces no sabíamos que a muchos perros les cortan las zarpas). Con el tiempo llegué a pensar que ver a un lince era algo muy difícil, quizás solo reservado a profesionales o elegidos por la Diosa Fortuna. Dos viajes al Parque Doñana tampoco dieron ningún fruto, y aunque nos dijeron que andaban por ahí, el llegar a verlos era harina de otro costal. Existen cuatro especies de linces en el mundo: en América está el Lince Canadiense y el Lince Rojo (al que en algunos lugares llaman gato montés), en Eurasia, el Lince Ibérico y el Lince Euroasiático; así que nuestro lince mediterráneo es una de las cuatro joyas de la corona. Hace un par de años, después de ya empezar a ver osos y lobos con cierta regularidad, en Asturias y Zamora, fuimos con María a Sierra Morena, allí descubrimos, durante unas Navidades, a un montón de gente que decía ver al lince aquí o a allá, pero tampoco tuvimos suerte, Claro que con unos prismáticos tan rudimentarios nos sentíamos mal equipados para ello, en especial viendo tanto telescopio de última generación y aparatos tan caros y sofisticados. Pero lo bueno es que ya estábamos en la pista. Poco a poco fuimos haciéndonos con un equipo más respetable y el año pasado tuvimos la suerte de contemplar atónitos a nuestro primer lince en libertad. Lo habíamos oído varias veces, y tal como nos dijeron, ocurrió. ¡Se nos cruzó en la carretera! En realidad, estaba en el lado derecho, y fue un vis y no vis, apenas segundos, que se quedaron indeleblemente grabados en nuestras retinas. Es increíble cómo nos percatamos de cada detalle en tan fugaz visión. Ya nos sentíamos bendecidos por
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los hados del destino, de por lo menos haber visto un lince libre y salvaje. En esa ocasión conocimos al que es ahora ya un buen amigo, José Lavado, que en el momento que escribo estas líneas está, como de costumbre, al pie del cañón, recorriendo la sierra, bajo el mal tiempo y la lluvia, para estar simplemente cerca y quizás tener la ocasión de ver una vez más a sus criaturas favoritas. José es para mí el Señor del Lince: ha visto, filmado, fotografiado e incluso ha tenido a un metro de distancia a varios linces de la región, de los cuales conoce hasta el apellido y el número que calzan. Es un experto a la vieja usanza, es decir, patear y patear la zona. José no se cansa del lince. Con más de treinta años de experiencia, cada encuentro parece sorprenderlo, como a un niño los regalos de los Reyes Magos. Lo poco que voy sabiendo de este extraordinario animal se lo debo a él, ¡gracias, José! Este cambio de año decidimos con María estar explorando a fondo la zona, con la esperanza de un encuentro fortuito con el gran gato manchado. Así que, a pesar de los resfriados estacionales, salimos para el monte equipados con nuestro asombro y anhelo intactos. No es fácil poner en palabras lo que ha pasado estos días; sí, puedo explicar y cuantificar, pero todo se queda demasiado corto y aséptico. No, porque la cosa ha sido para nosotros poesía pura, un sueño convertido en realidad. Tuvimos momentos de estrés y comprendimos a fondo el significado del verbo inventado “lincear” que, en definitiva, consiste en dar carreras arriba y abajo persiguiendo los arrumacos enamorados de una pareja de linces, hermosos y fascinantes. El primer lince que vimos pasó a diez metros por detrás de donde mirábamos y fue una figura fantasmagórica, escurriéndose entre los matorrales. Pero ¡lo vimos!, ¡estaba ahí! Luego, mientras varias personas señalaban de forma imprecisa - “Va por ahí, ladera arriba”-, conseguí enfocar con los prismáticos en el preciso momento en que se paró, y se me quedó mirando, ¡tres segundos eternos! De las nueve y media de la mañana hasta las once y media, fueron dos horas trepidantes de no parar: arriba y abajo. En un lugar apartado del camino, una pareja de franceses estaba mirando algo, me acerqué y ahí estaba el Emperador del Matorral Mediterráneo. Un majestuoso lince encima de un otero contemplando mayestáticamente todo su imperio, plagado de perdices, torcaces, urracas, rabilargos y, su plato fuerte, el conejo. En nuestro día “Del Lince”, ya inolvidable, tuvimos seis avistamientos, cuatro ejemplares diferenciados, la pareja, y dos más en otras zonas. Otro día, tras una mañana de “nada”, y me duele decirlo, pero cuando los linces están por aquí, ya no tengo ojos para maravillas tan increíbles como los de ese día: dos parejas de Águilas Imperiales, un Águila
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Real, Buitres Negros, Leonados, Gavilanes, incontables ciervos y gamos. Todo es “nada”, porque la obsesión del lince se te ha metido en la sangre. En más de diez viajes a la zona sin ver linces, un Águila Imperial habría sido más que suficiente, pero esta vez no fue así. Pido perdón por esto a los ornitólogos. Pues eso, sin ver linces llegó la hora de preparar algo para comer sobre las dos de la tarde, y cuando María estaba ya puesta en faena la llamé corriendo y no hicimos otra cosa hasta las seis de la tarde. En esa ocasión, los grandes gatos se dejaron ver a esas horas, así que está claro que son ellos, y solo ellos, los que marcan nuestros horarios. Solo hubo un día sin lince, los demás tuvimos mínimo una o dos observaciones. A todo esto, llegó mi buen amigo Juan Pablo de Zamora, experto lobero, con un grupo de amigos, así que, entre tan buenos compañeros, como José, Juan Pablo y otros, las esperas se hacían muy amenas. También tuvimos la suerte de conocer a mucha gente maravillosa, como Marta y Toni de Valencia, Natalia, Emilio de Premiá de Mar, que nos han puesto en contacto con otros lugares a visitar y con amigos con quien compartir esta loca pasión. Fue muy interesante compartir con Gean Lucas y Ricardo, su padre, de Roma, que nos han hablado muy bien de la región de los Abruzzos, donde existe una significativa población de osos y lobos. Es excelente convivir con gente tan apasionada por lo mismo que tú. Gean Lucas, es joven, pero todo un experto en los lobos apeninicos, estoy seguro que pronto nos veremos por aquellas tierras. Fabrizzio y Mirta, también de Roma, fueron unos buenos amigos a destacar, como nosotros son amantes de los animales salvajes y están constantemente moviéndose por espacios naturales. En fin, ¿qué más puedo decir de este encuentro con el Lince Ibérico?, ¿qué lo pude fotografiar de forma muy aceptable?, ¿qué lo filmé un poco? No, mucho más, infinitamente más. El lince vivo, el lince libre, ya no solo recorre los recónditos paisajes de nuestras sierras, también habita en nuestros corazones. Al final, para nosotros, lo verdaderamente importante no es ni filmar ni fotografiar a un animal salvaje (para eso está National Geographic), basta con “vivirlo”, que es mucho, muchísimo más, que alcanzar a verlos. Es estar en su casa, en su hábitat, escuchar sus maullidos, ver sus huellas y rastros. Observar su menú, a conejos y perdices, entre otras muchas. Es, sobre todo, sentir su presencia, quizás observándote a ti tras unas matas de lentisco. En más de una ocasión, en la inmensa luna de enero, y paseando en el silencio de la noche, tuve, entre algún canto de Búho Real, la sensación de que una sombra me vigilaba entre las peñas, seguramente era imaginación mía. Llegó la hora de partir, con el alma llena de vida, y con la sensación de unos abrazos de antiguos y nuevos amigos. Ahora, desde mi casa, mientras plasmo estas notas y proceso un par de fotos, sigo mirando con el ojo de mi mente unas montañas nubladas y lluviosas, donde José y el Lince juegan al ratón y al gato. No sé cuál de los dos es cada uno. ¡Buena Suerte!
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¿Cómo es el sentimiento correcto?
CLAVE DEL MES:
FRASE DEL MES:
SENCILLEZ
Disfrutar de lo normal y corriente es muy sabio
PARA VER: WONDER (2017)
PARA LEER:
Dirigida por Stephen Chbosky, Adrián Molina, Steve Conrad, Jack Thorne (Novela: R.J. Palacio), y música de Marcelo Zarvos. Interpretada, entre otros, por Jacob Tremblay, Julia Roberts y Owen Wilson.
Luna Fernández, Álvaro
UN LEOPARDO EN EL JARDIN: LA CIUDAD: UN NUEVO ECOSISTEMA (2.017) Edita: TUNDRA
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Cuando quieres realmente una cosa, todo el Universo conspira para ayudarte a conseguirla.
Cuando persigo el dinero nunca tengo lo suficiente. Cuando mi vida está concentrada en un propósito y dar lo mejor de mi me vuelvo próspero.
PAULO COELHO
WAYNE DYER No me molesta que me hayas mentido, me molesta que a partir de ahora no pueda creerte.
Cuando sientes gratitud el miedo desparece y la abundancia aparece.
FRIEDRICH NIETZSCHE
ANTHONY ROBBINS
Ve con confianza en la dirección de tus sueños. Vive la vida que has imaginado.
Daría la mitad de lo que sé por la mitad de lo que ignoro. RENÉ DESCARTES
HENRY DAVID THOREAU
La confianza te pertenece, puedes prestarla en alguien, o algo, pero nunca la pierdas en ti.
La mejor manera de saber si puedes confiar en alguien es confiando. ERNEST HEMINGWAY
ANTONIO IBORRA
El trabajo del maestro no consiste tanto en enseñar todo lo aprendible, como en producir en el alumno amor y estima por el conocimiento. JOHN LOCKE
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Desde tiempos inmemoriales, la figura del MAESTRO ha representado una función cósmica, un arquetipo universal fundamental y necesario para la evolución de la especie humana. También se le reconoce como el disipador de tinieblas, ya que es una luz para el mundo, fuente de inspiración y manantial de sabiduría. El MAESTRO es aquel que ha desarrollado una Maestría, una excelente habilidad en el manejo de los cuatro elementos: Agua, Tierra, Fuego y Aire, más otro: el Éter. Un Iniciado Solar, Real y Viviente, Para ello es necesario el cultivo y cuidado en cada una de las áreas, como un buen jardinero que cultiva su jardín, con esmero, delicadeza, pasión y mucho amor. Se suele decir que cuando el discípulo está preparado se oyen las pisadas de MAESTRO. En las tradiciones de antaño eran conocidos como Alquimistas, Magos, Druidas, Mentor, Sensei, etc. Su paso por el mundo supone un gran avance en la conciencia de toda la humanidad y deja una huella profunda en los corazones de todos aquellos que han sabido escuchar con el corazón. El Maestro lanza sus semillas, sus perlas de sabiduría que, a veces, caen en tierra yerma y otras en tierra fértil. Recuerdo en mi adolescencia cuando veía la serie de Kung-Fu, me apasionaba ver cómo el discípulo (El pequeño Saltamontes) aprendía del Maestro, y el Maestro enseñaba al discípulo el arte de vivir y de saber estar. Agradezco la oportunidad de haber conocido a mi en esta encarnación, es para mí un gran privilegio y una gran oportunidad para aprender y Ser. Para que haya Maestro tiene que haber discípulo. Discípulo es aquel que mantiene una disciplina de vida con la orientación del Maestro que, a su vez, es discípulo de su Maestro. Se establece así un linaje de Maestros y Discípulos, una conexión que trasciende la temporalidad para hacer prevalecer la Sagrada Tradición Iniciática de todos los tiempos, en lo sagrado y desde lo humano. Es un honor para mí vivir esta experiencia a través de esta maravillosa obra que es el Yug-Do. El Maestro indica la dirección, por dónde, pero es el discípulo que, a través del ejercicio de una verdadera voluntad, de una profunda lealtad y guía del Maestro tiene que realizar el camino, en el cumplimiento de su DHARMA o propósito existencial. Las trampas del camino son muchas, debido a ello es necesaria y de vital importancia la orientación de un faro que ilumine el camino, que haya transitado por el sendero y sea un referente para el desarrollo de nuestra conciencia.
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Tomo un buen jugo de mandarina en la mañana y, después, como un rico desayuno con unos frijoles y una sopa caliente combinado con unas rajas de aguacate que me deleitan. Observo mi cuerpo y, en general, se encuentra bien: mi disciplina personal me mantiene en buenas condiciones. Por ahí, alguien me diría: “estás en combate constante, Serafín”. La palabra combate me hace pensar en términos de lucha, guerra, violencia, agresión, etc. Pero en mi vida no es así. La palabra combate, ya dentro del terreno de la disciplina, adquiere un significado diferente. Combatir, o estar en combate constante, implica estar en estado de alerta, estar atento, consciente, hacia adentro y hacia afuera de mi-mismo. Eso requiere de toda mi fuerza instintiva, de mi serenidad y seguridad emocional. También requiero de mi equilibrio y justicia mental y, por último, del amor espiritual. El instinto me da fuerza. En las emociones genero calma. En los pensamientos trabajo lo justo. Y en el amor, camino hacia a la integración. Dicho esto, todo parece fácil pero no lo es. Hay que hacerlo fácil. ¿Cómo? Haciendo lo correcto. Y lo correcto tiene luz, limpieza y orden en su lugar. Todo lo cual son la base de la magia blanca, de la magia de la luz. El momento está lleno de luz. Amo la luz, ahí es mi origen. Amo la obscuridad, por ella veo las estrellas y todo me sirve. Entonces agradezco. Veo la montaña y vivo la experiencia del frío congelado, todo parece detenido a mi alrededor, solo mi cuerpo caliente por dentro por la carrera que llevo, contrastes y comparación que me ayudan a darme cuenta. ¿De qué? De que estoy en el universo, donde toda esta diversidad es solo la forma y la superficie de la inconmensurable Unidad. Todo ello me lleva a aprender a detenerme, que es la esencia del Yoga, en donde se despierta la consciencia sobre mi propio Ser. El Yug. Cuando profundizo, la temporalidad desaparece y es entonces cuando soy en la montaña silenciosa.
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SERIE DE YUG- DO SOBRE LOS ARCANOS DE TAROT. 1.
EL MAGO: CONEXIÓN. Ayuno. Silencio.
2.
LA SACERDOTISA: DISCIPLÍNATE. Ordénate.
3.
LA EMPERATRIZ: CAMINO hacia la Luz. Cambia y Eleva tu vibración.
4.
EL EMPERADOR: ORDEN. Organízate mejor, hacia la Paz.
5.
EL HIEROFANTE: APRENDE. Cambia hacia la Felicidad. Suelta.
6.
LOS ENAMORADOS: EL AMOR. Deja caer la venda de los ojos del corazón.
7.
EL CARRO: ANTE TÍ. La Aventura, la Exploración, la Renovación, La Vida.
8.
LA FUERZA: IDENTIDADES. Deja de compararte y competir. ERES, simplemente.
9.
EL HERMITAÑO: MUTAR. Encuentra el espacio y el momento para Ser.
10.
LA FORTUNA: SUERTE. Espíritu vivo. La no mente es la Puerta.
11.
LA JUSTICIA: LO CORRECTO. El Juez está dentro de nosotros. Responsabilidad.
12.
EL COLGADO: PERSPECTIVA. Considera otras posibilidades, otro ángulo.
13.
LA MUERTE: NADA- TODO. Espacio- Silencio.
14.
LA TEMPLANZA: MENSAJES. Señales, todo está conectado. Sin superstición, pero sometiendo a prueba.
15.
EL DIABLO: INFIERNO. El único infierno es no conocerse a sí mismo. Sal de la cárcel. Aceptación, Conciliación, sé Auténtico.
16.
LA TORRE: PAZ. Acepta las cosas. No hay nada que elegir, puedes relajarte. Cuando Confías, lo entiendes.
17.
LA ESTRELLA: SOLTAR. No te retengas. Recibe lo que llega, está con lo que hay, despide lo que se va. Todo pasa.
18.
LA LUNA: BUEN HUMOR. Sonrisa Regeneradora, Saludable, Espiritual. Ananda. Contentamiento. Siéntete interesado por la Vida.
19.
EL SOL: ERES UN SOL. Generosidad. Alegría interior. Dar- Te. Responde con integridad a la Vida.
20.
EL JUICIO: EL FINAL. Este Momento. Lo “máximo de lo máximo”, ¡ya es en este preciso y precioso Instante!
21.
EL MUNDO: DIFICULTADES. Acepta las pruebas. Todo pasa. Ten Esperanza.
22.
EL LOCO: CONCLUSIÓN. Infinito. No hay Conclusión. No hay final. El fin es el principio. No des nada por sentado. ¡La Historia continua! FELIZ RENACIMIENTO A LA LUZ!
De los Mensajes del Solsticio de invierno del año 2017 del Maestro Antonio Iborra Montells ¡Gracias, Maestro!
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Siento una vez más el llamado a dedicar este día 22 de diciembre a la celebración de la noche más larga y el día más corto, en el valle de un cráter llamado Pululahua, que significa “Yo, El Gran Brujo”. O esa necesidad de venir bajo la influencia de los 22 Arquetipos a limpiarnos y purificarnos en el interior de la tierra donde es Khanda, la base de la columna vertebral en nuestro organismo y de nuestra tierra en la Mitad del Mundo (este es el único cráter cercano a la Línea Ecuador). Siento la importancia que aquí, en la Mitad del Mundo, es el inicio de la vida, este inicio empieza con esta época de siembra, de Sol Azul (Lo Siban Yo) el cual dará sus frutos en Primavera o Sol Blanco (Lo Fiban Yo). Nuestras fiestas solares van a la par con las estaciones, más bien con los solsticios y equinoccios y, así, la Primavera el nacimiento hasta terminar con el otoño, el ocaso de la vida y encontrar la muerte en el Invierno, donde se produce el transmigrar, para iniciar otra vez una nueva vida. Y como nuestro mensaje 22, decir que no hay final, nada concluye y empieza un nuevo ciclo. Con todo esto, me planteo proyectos, agradezco a través de este proceso místico y además concreto, por lo experimentado y vivido y también agradezco por el futuro. Como diría mi Maestro Antonio, para concluir lo que no concluye. Abrí al azar una página del libro del Maestro Marcelli, Maestro de mi Maestro, donde nos habla de la relación de materia y energía, entendiendo que la materia es energía concentrada y también mente. La energía es un vehículo a través del cual actúan las leyes y directrices universales. Materia, energía y mente son una expresión espiritual. Y él se pregunta, ¿por qué nos metemos con el espíritu? Y responde que porque el espíritu es la espiralidad del universo que produce la gravitación universal. Me resuena. TAI
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Este domingo se escuchan los ruidos de aires acondicionados por el intenso calor, alguno que otro coche en la calle que transita, pájaros que cantan y voces de vecinos. Y yo aquí estoy sentada con mi mate pensando en qué rápido han pasado estos tres años de estancia en mi tierra. Veo lo que he logrado con el Yug-Do. Su auge al principio con las personas porque esto era algo nuevo y que les daba paz a sus enloquecidas vidas y rutinas diarias, pero poco a poco esa rutina los envolvió y todos retornaron a lo de siempre; y allí me incluyo. Ya no tenía deseos de ir tras de nadie e intentar ayudar diciendo lo bueno que es estar en calma e ir hacia adentro, de las prácticas que no la hacemos por obligación sino porque nos hace bien. Me cansé de que me llamen sólo cuando me necesitan o apenas llego a un lugar quieran una terapia pensando que eso los va a sanar. La sanación es de dentro hacia afuera. Ya no quiero decírselo a nadie: me cansé y así fue que sentí debía parar. Me rompí el brazo en agosto por lo que no pude dar clases ni hacer mi práctica. Por tres meses estuve quejándome de todo. Decía, “para algo pasó esto”. Darme cuenta es la enseñanza que recibí y en la única que puedo tener esa paz que necesito. Mi trabajo es un lugar donde hay mucha tensión, donde en vez de hacer lo que hay que hacer uno se interesa en la vida del otro, donde siempre estás entre la espada y la pared, donde terminas estresada al final del día. Yo me separo por unos minutos y RESPIRO-RESPIRO, con lo cual regreso renovada. Me ha dicho un médico: "tienes crisis de pánico". Lo siento cuando hay mucha gente en un lugar, también veo el estrés. Si fuera sólo eso estaría bien, pero al mismo tiempo tengo mareos y debo sentarme para no caer. Algo pasa en mí y no sé qué hacer, ¿o sí sé? Me pregunto, ¿cómo fue mi año? Y me digo: "Tengo mi casa, mi trabajo, mis hijos, mi práctica de YugDo aunque sea dentro de mi casa, pero ¿tengo Paz?”. Siento que no. La paz sólo la logro tomando mi bambú, y en el sudar tengo mi remedio contra todo esto que estoy viviendo. Sano culpas al chocar con la realidad: he logrado reponer muchas cosas pendientes, lo siento en las personas que están cerca de mí como mi familia. Mis sentimientos han cambiado para bien. Hay mucho por hacer sin esfuerzo ni resistencias. No quiero pensar en nada ni nadie. Cada cual busca lo que tiene. Yo buscaré lo mío, y empezaré en la naturaleza mis prácticas, recuperaré mi equilibrio Físico, Emocional, Mental y Espiritual. Pienso: ¿este domingo fue un buen día para escribir? Ahora es ¡¡¡AQUÍ Y AHORA!!! ¡Gracias, Maestros!
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TENERIFE. Stage del 1 al 6 de febrero
Cursos de Acupuntura, Kinesiologia, Yoga y YUG-DO... Seminarios con excursiones y terapias individuales.
BARCELONA
8 y 9 de febrero, terapias individuales en Barcelona, Pineda y Vic.
MÉXICO
Gran Encuentro con el Formador... "Operacion Jaguar" Del 12 al 24 de febrero.
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ECUADOR
Siguen las clases y prácticas en Quito, los Talleres y la vivencia del YUG-DO.
ARGENTINA
Clases en Posadas, Misiones con Graciela Leiva.
MURCIA
Encuentro de Semana Santa del 29 de marzo al 1 de abril en los Alcázares...
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