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Pepa Torres. Asociación de Comerciantes de Santa Cecilia
PEPA TORRES
Asociación de Comerciantes de Santa Cecilia
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Dentro de Triana, la calle Santa Cecilia es un foco comercial con una oferta para todos los gustos. A estas propuestas hay que añadir un factor determinante. En Santa Cecilia nos sentiremos como en casa. ¿Por qué? Porque en cada tienda que entremos nos escucharán para atendernos de la mejor manera posible. Así, cada compra, siempre será la mejor compra. Pepa Torres, que de esto sabe mucho, también incide en una cuestión imprescindible en este año de pandemia. Hay que escuchar al cliente y salir al paso de sus preferencias. En el mostrador y en internet, siempre dispuestos a batirse el cobre para ofrecer el mejor servicio. Y lo consiguen.
¿Cuántos establecimientos están integrados en la Asociación de Comerciantes de Santa Cecilia?
Somos unos 48 más o menos. En esa cifra estamos.
El comercio local le da mucha vida a este barrio…
Es lo más importante que tenemos ahora mismo, con lo que estamos viviendo. No es solo lo que vende, es que terminas siendo amigo de tus clientes y conoces sus penas y sus alegrías. Se crea una relación que en un centro comercial no tendrían. Aquí todos tenemos un nombre y un apellido que a veces suena más que el propio nombre de la tienda. Igual pasa con los clientes. Hay un vínculo muy bonito que, además, es muy necesario en estos tiempos porque la gente se siente muy sola.
Es una atención muy difícil de encontrar en otro lugar…
Totalmente cierto. Hace mucho tiempo que desapareció este trato. Desgraciadamente en lugares como los centros comerciales no se da. El cliente sigue necesitando que tú le asesores, que le escuches y le ayudes. Es todo lo contrario a esa soledad que se siente en un espacio grande en el que tu tienes que hacerlo todo. Los comercios pequeños contamos con ese aliciente, el de una atención más personal.
¿Cómo son sus clientes?
Hay mucha gente trabajadora, muy del barrio. Triana ha envejecido mucho estos años, no es como los barrios nuevos. La gente de aquí es, sobre todo, muy buena gente. Tenemos muy pocos
problemas con la clientela habitual. Como le dije, se crea un vínculo muy humano. Cuando entra un cliente, lo primero que haces es interesarte por él, antes que por la propia venta. Es algo que tendríamos que explotar todavía más en estos tiempos en los que estamos tan tocados.
¿Llegan también clientes de otros barrios y turistas?
En mi caso, por ejemplo, tengo mucha gente de fuera. Las redes sociales funcionan y las tenemos que explotar. Tengo una página de Facebook con 15.000 personas, por lo que afortunadamente me llegan compradores de pueblos, y de todas partes. Es cierto que el turismo en Triana es una fuente imprescindible de riqueza y no tenerlo se nota. Al Ayuntamiento le pediría más promoción. Santa Cecilia es la única calle comercial que tiene Triana, como una calle Sierpes. Te encuentras locales comerciales con tiendas totalmente distintas. Aquí puedes cortar el pelo a tu perro y encontrar una agencia de viajes, una tienda de informática, una herboristería… todo lo que se te ocurra. Cuando volvamos a la normalidad, hay que empujar al turista para que entre a Triana, a sus zonas más comerciales. Aunque muchos turistas se queden en calles como San Jacinto o Calle Betis, hay que impulsarles también a venir a Santa Cecilia. No hay calle en Triana como Santa Cecilia a nivel de comercio.
¿Cómo ha ido cambiando el modelo de negocio con el paso del tiempo?
Esto va evolucionando y te tienes que ir montando al barco. No vale con acordarte de lo que había antes. En otros tiempos, en una Semana Santa la gente tenía que tener un traje de chaqueta porque de otra manera no salía a la calle. Ahora la moda ha cambiado muchísimo y también la confección. Se ha abaratado, y eso no quiere decir que esté mal. Dentro de lo que hay más barato encontramos prendas con estilo que están bien terminadas. La gente ha evolucionado al igual que la moda. A nosotros nos toca cambiar como lo hace el propio mercado. Antes, en España, había un montón de fábricas de confección que se trasladaron a China. Esto ha se ha transformado a todos los niveles desde la producción a la venta. No me imaginaba yo tener que hacer cada semana veinte fotos para subirlas a las redes sociales o atender a la gente a través de whatsapp y enviarle su compra por una mensajería. El comercio ahora funciona así y hay que evolucionar con los tiempos.
¿De qué manera el pequeño comercio está respondiendo al comercio electrónico y a los grandes centros comerciales?
Nuestra ventaja frente a los centros comerciales es tratar al cliente como un amigo. Darle una asistencia personalizada y hacer que se vaya feliz de haber comprado en tu tienda. Respecto al comercio electrónico, no nos queda otra. Si hay que vender on line, se vende on line. Es algo que nos puede salvar en situaciones como esta pandemia. Al final es generar fuentes de ingresos porque no podemos competir de otra manera. Sí que necesitamos ayuda del Ayuntamiento y de los Distritos porque al cliente hay que animarle a que compre a los de casa. Hay que trabajar con ilusión porque nos queda mucho por delante. No podemos dejar de peinarnos ni de vestirnos. Nosotros nos adaptaremos a lo que pida el cliente, sea ropa de vestir, de sport, pijamas o chandals. No podemos cruzarnos de brazos, tenemos que reinventarnos todos los días. Lo contrario solo nos lleva a cerrar la cancela. Ahora te levantas y no sabes si vas a tener un día fantástico o un día nulo. Hay que adaptarse a lo que te viene cada día. No hay otra manera.
Precisamente, frente al Covid los comerciantes de Triana han tomado todas las medidas para proteger la salud de sus clientes.
Están haciendo un gran esfuerzo. Nos tenemos también que proteger nosotros. Los negocios tienen que estar higienizados más que nunca. Nos hemos adaptado intentando, también, educar a la gente. A veces hay que escuchar alguna queja, pero tomamos todas las precauciones ¡Si tenemos que fregar tres veces con lejía no pasa nada! No se puede tirar la toalla y quedarse en casa. Eso sería otro virus. Hay que seguir viviendo y puedes salir a la calle para tomarte una cerveza, comprarte un vestido o merendar un pastel. Todo eso es bueno para la economía del barrio.
¿Qué le gustaría transmitir a los comerciantes del barrio?
Que se reinventen, que no miren al pasado. Tenemos que hacerlo aquí y ahora. Hay que escuchar muchísimo al cliente para ofrecerle lo que pide. No te quedes con lo que harías hace un año. Eso ya no existe. Todos estamos tocados, pero no podemos rendirnos. Es hora, además, de ayudarnos unos a otros. Tanto al cliente como al compañero de la tienda de al lado. Hay que hablar menos y hacer todo lo que esté en nuestra mano.