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Juan Luis Paredes. La Salmantina
JUAN LUIS PAREDES
La Salmantina
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Con más de cincuenta años de tradición, La Salmantina es un clásico. No sólo de Triana, sino de toda la ciudad. No en vano, el año pasado fue premiado como Establecimiento Emblemático de Sevilla por la Cámara de Comercio y el Ayuntamiento. Su buena reputación se ha ganado a base de trabajo para brindar a sus clientes productos de altísima calidad. Ahí están como prueba ese jamón y ese embutido ibérico, que por sí solos merecen una visita. Hay más, claro. Conservas de calidad, carnes, quesos, vinos… todo ofrecido con un trato al cliente que da valor añadido a su compra. Con un pie en la tradición han puesto otro en la modernidad. Su tienda on line es una realidad que ha ganado peso durante esta pandemia.
Este establecimiento nació en 1969, precisamente, en Triana. Son unos clásicos del barrio.
Efectivamente la empresa nació en 1969 de la mano de mi tío Alfonso Sánchez junto con su hermano y su mujer, y posteriormente con mi madre, la hermana pequeña de Alfonso. El principio fue una tienda de ultramarinos chiquitita y, poco a poco, fue creciendo hasta coger el local del 61 y del 63 en la calle San Jacinto.
Una empresa familiar que se mantiene en un mercado tan difícil es algo casi milagroso ¿Hay secretos que lo expliquen?
El trabajo y la constancia, no hay otro secreto. Ahora estamos en una pandemia, pero en el 2008 ya hubo una crisis a la que hubo que sobrevivir.
Hay que trabajar mucho para superar estas adversidades. No nos falta la ilusión de ver cómo van saliendo las cosas adelante. La suerte no viene sola…
Han hecho del trato a su clientela, un valor añadido...
Al ser un negocio con tanta tradición, el cliente nos trata como a alguien de la familia. Confía plenamente en nuestro criterio, por ejemplo, a la hora de comprar un jamón o una paleta. Nuestro personal, en su mayoría, lleva aquí más de 25 años y hace que la relación con el cliente sea más estrecha, más familiar. Que el cliente sea como uno más, al que se le puede dar un trato más cercano.
¿Cómo se están adaptando para superar esta situación provocada por el Covid?
Intentamos renovar nuestra forma de venta para evolucionar. Hace ya diecisiete años implantamos nuestra tienda on line. Gracias a ello, tenemos una venta importante en comercio electrónico tanto en Sevilla como en el resto de la península y en países de Europa. Cuando empezamos con la tienda on line esta fórmula de venta no estaba muy implantada, menos todavía en el sector de la alimentación. Hoy en día, podemos decir que nos ha venido bien porque en plena pandemia aumentamos el número de clientes.
Cuidan, además, su presencia en redes sociales. ¿El futuro va por ahí para mantenerse activos?
El mercado hay que abrirlo, no hay que cerrarse en un barrio o en una ciudad. Hoy día, o estas vivo en las redes sociales, o un negocio como el nuestro puede desaparecer. Nuestra intención es mantenernos un montón de años más. Yo pertenezco a la segunda generación al frente del
negocio y me queda mucho tiempo por delante. Hay que crecer más en el comercio electrónico y mantener viva la presencia en las redes.
¿Cómo es la clientela?
Después de llevar más de cincuenta años, afortunadamente, tenemos toda clase de clientes. Está el cliente tradicional, que viene del del barrio, el de la hostelería, el de pueblos como Camas o el Aljarafe y, también, los turistas, que ahora lógicamente han reducido su número.
Los productos ibéricos son parte fundamental de la calidad de sus productos. ¿A qué se debe su buena fama?
Fue nuestro fundador, Alfonso Sánchez, el que empezó con estos productos. A los pocos años de abrir La Salmantina, él quería montar su fábrica de jamones. Tanto los jamones como los productos ibéricos que ofrecemos son de cochinos criados en Extremadura, pero su curación se hace en Guijuelo. Estos productos, Jamones Aljomar, forman parte del mismo grupo familiar que nuestros establecimientos. Su calidad viene de la constancia en el trabajo y del cariño empleado, que hace que el resultado siempre sea óptimo.
Con el tiempo han ido ampliando la oferta. ¿Qué productos destacaría?
Aparte de los ibéricos y de la carne fresca que ofrecemos, nos hemos especializado en productos de calidad como las conservas, por ejemplo, la de melva y la caballa, y los quesos. También en vinos y licores. Por supuesto, esta oferta es para todos los bolsillos.
Detrás de todos estos productos, imaginamos un proceso de selección muy riguroso...
Lo que intentamos siempre es que la elaboración de los productos sea siempre artesanal, que no sea algo hecho en cadena para un volumen alto de venta. Queremos un producto de calidad que no se devalúe por su fabricación masiva. Ahí tenemos, como muestra, nuestros dulces de Hornachos, de Badajoz, o la melva del Estrecho, que no se oferta todo el año. Son cosas que no las tiene todo el mundo.
Para encontrar esta exclusividad, habrá que rascar mucho…
¡Hay que moverse, claro que sí! A muchos fabricantes chicos les interesa estar en nuestra tienda porque es un escaparate para toda la ciudad. También vamos a ferias y distintos eventos para conocer qué es lo que está saliendo. Si nos interesa, lo traemos.
¿La gente demanda estos productos gourmet, de calidad superior?
A mí no me gusta la palabra gourmet. Rehúyo de ella porque se asocia a precios muy elevados, y no es el caso. Nosotros tenemos productos de altísima calidad, pero no son caros. La gente, el público en general, busca productos de calidad y económicos. Se nota que el cliente, especialmente entre 30 y 50 años, es más selectivo en ese aspecto y es estupendo. Cuanto más exigente sea el cliente, más estamos dispuestos a trabajar.