A mis padres, por una infancia llena de cuentos. A mi yaya, por hacer posible este cuento.
Alfonso es muy alegre y activo, siempre está haciendo cosas: trabaja en su huerto, le gusta la carpintería, le encanta saltar a la comba… Alfonso es el lobo feroz, no tiene muchos amigos, la mayoría de los habitantes de su bosque le temen. Por eso, todos los años, cuando se acerca la Navidad se pone triste, y se le van las ganas de todo.
Así que este año ha decidido cambiar las cosas, y ha estado pensando en una idea genial para solucionar esta situación. —¡Pondré un anuncio! Lo colgaré por todo el bosque y tendré un fantástico día de Navidad. El anuncio decía así:
«Busco acompañante para el día de Navidad. Soy un lobo cariñoso, simpático, bromista y vegetariano.
¡No muerdo! Si no tienes compañía el día de Navidad, puedes venir a comer conmigo. Habrá música, turrones y muchos adornos navideños. Cocina tu plato favorito y compártelo conmigo.
¡Te espero! 25 de diciembre 13:00h Junto al puente viejo».
Alfonso ha hecho un montón de carteles de colores, y se dispone a colgarlos por todo el bosque. Así que, siguiendo la senda próxima a su casa, se dirige en primer lugar al pozo de piedra. «Todos van al pozo a por agua, es un buen sitio para poner un cartel», pensó Alfonso. Fernandito, el conejo, que anda correteando por allí cerca, lo ve venir y se esconde aterrorizado. Pero cuando Alfonso se va, silbando sonriente, no puede resistir la curiosidad y sale a ver qué es aquello…
El equilibro de Morfeo i