mรกgico El charco
Eleonora Blecich
Érase una vez un niño
que se llamaba Elías. Vivía en el lluvioso pueblo de Charco Mojado. Tenía ocho años, no era muy alto y le encantaba saltar en los charcos. Iba caminando cuando vio uno inmensamente grande. Y es que llovía sin parar desde hacía meses. Llevaba puestas las botas de agua, así que pensó en dar un buen brinco y... «¡¡PUM!!». Pero entonces, como por arte de magia... ¡desapareció! Cuando Elías abrió los ojos, no se lo podía creer... Había entrado en un lugar diferente... Todo era distinto, colorido, divertido, incluso hacía sol.
Elías estaba encantado, empezó a caminar en aquel pueblo que parecía mágico. La hierba era más verde, las flores eran muy grandes y coloradas. Por cada flor, había una hermosa mariposa, eran todas de distintos colores. El aire olía a caramelo. El color del cielo era maravillosamente azul... Las piedras del caminito eran perfectamente iguales, grises con purpurina. Había también unos cuantos puentecitos que cruzaban un río.
Caminó horas sin ver a nadie. Como le dolían los pies y el sol era muy fuerte, empezó a mirar a su alrededor buscando algún lugar donde descansar. Vio una cueva y pensó que era perfecta. Al sentarse, escuchó una voz:
—Ten cuidado, amiguito, si me pisas un pie, ¡yo grito! La cueva estaba muy oscura y no se veía nada. —¿Quién hablará? —se preguntaba Elías. Pero no le dio tiempo de preguntar, ya que la misteriosa voz empezó a hablar de nuevo: —Mucho tiempo ha pasado desde que me han visitado. A estar solo me he acostumbrado, pero tú eres mi invitado. Ven, coge asiento, quédate conmigo un momento. Un té de patas peludas de araña y alas de libélula me he preparado, pero como eres mi invitado..., para ti está reservado.
Y tras una breve pausa, aquella voz siguió hablando: —Tu pueblo está inundado porque mucho he llorado. Sin amigos me he quedado, y por eso muy triste he estado. Aquí todo es muy gris, y solo bebo y hago pis. Los animales se han escapado, y dentro de esta cueva me han atrapado. Por favor, libérame, y así tu pueblo dejará de ser gris. Elías no podía creérselo, un MONSTRUO, allí, delante de sus propios ojos. «¿Cómo podía ayudarlo y liberarlo? ¿Cómo podía rechazar el té sin que el monstruo se ofendiera?», se preguntaba. A Elías las patas peludas de araña no le gustaban. Y entonces le preguntó al pobre monstruo: —¿Cómo te llamas? ¿Quién te atrapó aquí? ¿Qué puedo hacer para ayudarte? Y el monstruo le respondió: —Mi nombre es Gustavo, mi aspecto está equivocado, porque un conjuro me han lanzado, y de él necesito ser liberado. Elías por fin lo veía... Era un monstruo, sí, ya lo sabía, pero no daba mucho miedo. Sus ojos eran grandes, negros, parecían muy tristes. Era una bola de pelo color Lila.
Sus manos y sus pies eran grandes, de color negro, y en los pies, las uñas eran muy largas y asquerosas... Olía a nata y regaliz con una pizca de vinagre. Eso sí, él enterito era muy grande.
—En el pueblo está mi casa y es la única que hay dorada, la puerta es de plata, y las ventanas de hojalata. Allí dentro está la hechicera que duerme la noche entera.
ISBN 978-84-18017-24-7
9 788418 017247
Elías vive en el lluvioso pueblo de Charco Mojado y le encanta saltar en los charcos. Pero un día le ocurre algo fantástico al caer en uno de ellos, viviendo una emocionante aventura llena de magia, acompañado de una brujita y de un monstruo color lila.
VALORES IMPLÍCITOS: Este cuento transmite que hay que respetar a los demás y nunca debemos aprovecharnos de su amabilidad y cariño, porque amar a alguien es desear su propria felicidad, y no la de uno mismo a costa de dicha persona.
LIBROS DIFERENTES para noches cortas de invierno y largas de verano, ¿o es al contrario?