El secreto de la cueva submarina

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El secreto de la

cueva submarina Susana Zapata CaĂąizares Ilustrado por Juan Francisco Zapata JuĂĄrez



CAPÍTULO 1 Gónic, oculto tras una roca, observaba lo que hacían Nico y Luis, y sonreía embobado. ¡Cómo le gustaría poder acercarse a ellos y compartir juegos! Pero eso era imposible, lo tenía totalmente prohibido. Su gente conocía bien a los hombres y decían que no podía uno fiarse de ellos. Tenían que aprender su lengua y observar su comportamiento para conocerlos, pero nunca jamás, debían contactar con los humanos. Solo grupos escogidos de entre los adultos, a los que llamaban «observadores», podían salir al exterior para estar informados de lo que acontecía fuera y así poder proteger mejor a su pueblo. 3


Gónic, como todos los acuanos, podía vivir dentro y fuera del agua, para ello contaba con branquias dispuestas a ambos lados de su cabeza, detrás de las orejas, que le permitían respirar dentro del agua; también tenía una aleta dorsal que le recorría la cabeza y la espalda con la que dirigía su rumbo al nadar; sus brazos podían pegarse al cuerpo mediante unas ventosas, al igual que sus piernas entre sí, formando de esa manera una unidad parecida al cuerpo de un pez que le capacitaba para nadar a gran velocidad. Como vivían en cuevas y cavernas submarinas donde la luz era escasa, todos tenían los ojos azules muy claros y las pestañas casi blancas. La piel de su cuerpo era más gruesa que la de los humanos, lo que les permitía regular su temperatura corporal. A Gónic cada día le costaba más no acercarse a los chicos mientras buceaban. A veces se imaginaba que aparecía delante de ellos y aunque se sorprendían al ver su aspecto tan distinto, luego se hacían amigos. ***

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Nico y Luis eran buenos buceadores. Jesús, su abuelo, se había encargado de enseñarles, casi antes que a andar, a manejarse en las aguas de ese mar Mediterráneo que veían desde la ventana de su habitación al despertarse. —¡Son muy pequeños, papá! —se quejaba Marina, la madre de los chicos cuando empezó a llevárselos al agua. —De pequeños nada, que la mar te puede dar muchos disgustos —le respondía Jesús a su hija— pensando en el padre de los mellizos que había desaparecido, cuando los niños solo tenían dos años, en una terrible tormenta mientras capitaneaba un barco pesquero en alta mar. Ella ponía los ojos en blanco y lo dejaba actuar, pues al fin y al cabo había hecho lo mismo con ella desde niña, y saber nadar bien, cuando vives al lado del mar, es una necesidad. Jesús había sido buceador profesional. Durante muchos años trabajó reparando diques de puertos o presas y barcos de gran calado, por lo que había sometido a su organismo a tan grandes esfuerzos que llegó el momento en que su cuerpo le impidió con5


tinuar. Desde entonces se había dedicado al buceo deportivo, y trabajaba en un centro acompañando a grupos de submarinistas. A los chicos les encantaba oír las historias que les contaba su abuelo. Él era quien los había llevado por primera vez a la cueva, pero antes habían tenido que prometer tres cosas: que nunca revelarían a nadie dónde estaba; que no irían solos allí hasta que no fueran mayores; y por último, que no se lo podían contar a su madre porque, conociéndola, a él le caería un rapapolvo tremendo, y a ellos no les permitiría ir nunca más. La cueva era maravillosa, Jesús la había descubierto por casualidad hacía muchos años buceando con Alberto, el padre de los chicos, y ambos habían decidido mantenerlo en secreto para preservar ese lugar tan especial que, de otro modo, se habría visto invadido por miles de patosos submarinistas que seguramente la habrían destrozado. Se encontraba cerca de la costa pero no tenía entrada a la vista. Había que llegar a ella buceando a pulmón si eras buen nadador y conocías la piedra tras la que un estrecho corredor daba paso a la cavi6


dad de entrada. Allí el agua estaba plagada de pececillos curiosos que se acercaban a ellos sin miedo. Una vez en el interior, el terreno tomaba altura y se podía salir a la superficie dentro de la cueva. Pequeños haces de luz se filtraban aquí y allá, justo para poder ver lo que había alrededor. El lugar era espectacular: del techo de la cueva colgaban estalactitas formadas durante siglos, y adentrándose en el interior unos metros, se llegaba a un lago de aguas oscuras que, si bien al principio de conocerlo había dado miedo a los chicos, después se convirtió en uno de sus lugares preferidos de juego. Ni que decir tiene que los hermanos dejaron de cumplir la segunda promesa en cuanto reunieron entre los dos el valor suficiente para romperla. Así cada vez que podían y sabían que el abuelo iba a estar ocupado una mañana entera, le decían a su madre que se iban a jugar al polideportivo o al puerto con los amigos, y se dirigían a la cueva submarina donde pasaban el tiempo explorando —como les gustaba decir— e inventando mil historias de aventuras en las que ellos eran los protagonistas. 7


Doce Suricatos

Luis y Nico son dos hermanos mellizos a los que les encanta bucear. Un día, mientras nadan en una cueva submarina, que solo su abuelo y ellos conocen, se encuentran con un ser extraño. No es humano, se llama Gónic y es un chico acuano. Los acuanos son una especie distinta. Ellos pueden vivir dentro y fuera del agua, y como temen a los humanos, viven ocultos en cuevas submarinas. Pero Gónic no tiene miedo, lleva mucho tiempo observando a esos chicos y quiere conocerlos… ¡Parecen tan divertidos! Cuando Luis y Nico superen el susto al verlo por primera vez, se harán grandes amigos y jurarán mantener el secreto que guarda la cueva submarina. Pero a veces los acontecimientos cambian las cosas… ¿Conseguirán mantener su promesa?

Valores implícitos:

Esta novela conlleva un importante mensaje, basado en la importancia de no tener miedo ni rechazar a otros, solo porque sean distintos a nosotros, pues si lo hacemos, podemos perder la oportunidad de conocer a gente maravillosa. También muestra valores basados en la amistad, como son la confianza y la lealtad, las cuales nos impulsan a ayudarnos unos a otros en los momentos difíciles.

ISBN 978-84-17448-51-6

A partir de 12 años 9

788417

448516

www.babidibulibros.com


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