Cynthia y el Reino Mágico de Conilot 2

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Cynthia

y el Reino Mรกgico de Conilot 2. El poder de cuatro Noelia Paredes Molina

Ilustrado por: Cynthia Collazos Paredes



1 La bata roja C

aía la tarde en el reino de Conilot, y el hada Cynthia se disponía a terminar sus tareas. La maestra de Hadalandia les había pedido a las haditas que trajeran algo viejo, pues iban a hacer algo sorprendente con ello. Todas las haditas estaban muy emocionadas, porque no sabían qué pretendía la maestra con esa tarea, y estaban muy intrigadas e ilusionadas. 3


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El hada Cynthia estaba en el castillo terminando sus tareas y, un poco extrañada, le comentó a su mamá: —¡Mamá, mamá!, la maestra nos ha mandado una tarea un tanto extraña. Dice que tenemos que llevar algo viejo. —¿Algo viejo? —le preguntó su mamá. —Sí, mami, algo viejo. Pero no sé qué puedo llevar. ¿Me ayudas? —le pidió la hadita a su mamá. —¡Claro que sí, hadita mía! Aquí en el castillo hay muchas cosas antiguas, y seguro que encontramos algo especial. De pronto, buscando en los baúles del castillo, encontraron algo muy especial: «La bata roja». —¡Mira, mamá!, ¡la bata roja!, ¡mi batita!, y está muy viejita. Pero me encanta tal y como está porque es muy calentita —comentó la hadita. Y es que la bata roja no era una bata cualquiera. Era la bata de su Tata, con la que le 4


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encantaba estar en casa en los fríos días del invierno. Daba igual lo vieja que estuviera, pues a ella le encantaba ponérsela. —Mamá, ¿me la puedo llevar? —preguntó Cynthia —Claro que sí —afirmó su mamá.


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Al día siguiente, la hadita Cynthia se levantó corriendo, pues estaba deseando llegar a Hadalandia con su bata roja. ¿Qué harían con ella?... Era todo un misterio. El hada Cynthia salió del castillo y la seta-bus pasaba sin parar a recogerla. —¡Para! ¡Para! ¡Desvelón, que me dejáis aquííí! —gritó el hada Cynthia un poco angustiada. Desvelón escuchó los gritos de la hadita y dio un frenazo con la seta-bus. En ese momento Cynthia subió corriendo, pues no quería llegar tarde a Hadalandia. —¡Hadita Cynthia, me has asustado! —dijo Desvelón con cara de enfado. —Perdona, Desvelón, estoy algo despistada —dijo la hadita. Ya más tranquila, el hada Cynthia se sentó en su sitio junto a sus amiguitas hadas, y para hacer el viaje más divertido, todas empezaron a cantar ¡la canción de la seta-bus!: 6


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«¡Nos vamos a Hadalandia, queremos aprender lo que la magia esconde y como se puede hacer!». Por fin llegaron a Hadalandia. El hada Cynthia fue la primera en levantarse y bajar de la seta-bus. Desvelón se dio cuenta de lo inquieta que estaba la hadita, y le preguntó intrigado: —Hada Cynthia, ¿se puede saber por qué tienes tanta prisa hoy por llegar al cole? —Sí, sí…te lo cuento, Desvelón —le susurró la hadita Cynthia al oído—. Es que ayer nos dijo nuestra maestra que hoy íbamos a aprender algo que nos iba a ¡encantar!, y que teníamos que traer algo viejo. Estoy deseando entrar en Hadalandia para ver qué es —le dijo la hadita muy emocionada. —¡Aaah! Ahora entiendo tu impaciencia por llegar. ¡Uuff! Ya estaba yo preocupado porque no sabía qué te pasaba. 7


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Y es que Desvelón es un duende lleno de bondad, y se preocupa mucho por sus haditas. Además, les está muy agradecido a las hadas, porque como ya sabéis, gracias a ellas Desvelón consiguió mejorar su sueño por las noches. Por fin entraron en Hadalandia, y las haditas estaban ¡muy emocionadas! —¡Buenos días, haditas preciosas! —dijo la maestra hada con una gran sonrisa. —¡Buenos días, hada maestra! —respondieron emocionadas todas las hadas. La mañana transcurrió de manera normal, al igual que cualquier otro día. Las haditas se miraban unas a las otras con cara de extrañadas, y comentaban en voz bajita: —¡Qué raro! Hoy no sucede nada especial, como nos dijo el hada maestra. De pronto, el hada Cynthia se levantó, pues ya no aguantaba más tanta intriga. Y muy decidida, aunque algo tímida, le preguntó: 8


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—Hada maestra, ¿no se le olvida enseñarnos nada? —dijo Cynthia con voz tímida. —¡Es verdad, hada Cynthia!, ¡qué cabeza la mía! Ya veo que todas habéis traído algo viejo —comentó la maestra. Todas las hadas habían traído sus objetos: juguetes rotos, ropa usada, joyeros antiguos etc. El hada maestra comenzó sus explicaciones muy ilusionada: —Hoy vamos a convertir todos estos objetos viejos en ¡nuevos! Y es que ella pensaba que a las haditas les encantaría volver a usar sus juguetes, ponerse de nuevo su ropa vieja etc. —Veamos los ingredientes. Aquí os traigo la hoja de un árbol, unas gotitas de color naranja, esencia de juventud, y por supuesto esencia de esperanza, algo que ya sabéis que no puede faltar en ninguno de nuestros hechizos —les explicó la maestra—. Y ahora nos aprendere9


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mos el conjuro. Coged vuestras varitas: «¡Que todas las estrellas del universo se unan, para darle a estos objetos una nueva aventura!». Las haditas aplicaron el conjuro en sus objetos, y todos recuperaron su juventud. Estaban todas muy ilusionadas jugando con sus juguetes, ahora nuevos, usando su ropa también nueva. Bueno… todas menos una… —Hada Cynthia, ¿no haces el conjuro? —dijo la maestra, extrañada.


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Se hizo un silencio en Hadalandia. Nadie entendía por qué la hadita no quería hacer el conjuro. —Es que… —dijo Cynthia con voz triste—. Hada maestra, yo no quiero que mi batita roja sea nueva. Todas sus compañeras se quedaron asombradas. ¿Cómo no iba alguien a querer que algo viejo se convirtiera en nuevo? —Pero, hada Cynthia, a todo el mundo le gustaría recuperar la juventud de sus cositas viejas —comentó una de sus amiguitas. El hada Cynthia se sentía rara…, diferente a los demás y creía que nadie la entendería. —Os lo explicaré. Esta bata es un recuerdo de mi Tata. A ella le encantaba ponérsela en los días fríos de invierno. Si recupera su juventud, ya no tendrá su propia esencia. No me importa lo viejita que esté… la quiero como está —explicó Cynthia. 11


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La maestra entendió perfectamente lo que la hadita quería decir. Los recuerdos que desprenden los objetos viejos son importantes. Apreciamos en ellos el paso del tiempo, y los queremos tal y como son. —Tienes toda la razón, mi querida hadita —dijo la maestra con mucho cariño. Entonces el resto de las haditas también comenzaron a entender la situación. La maestra les enseñó a revertir el hechizo, y todas juntas salieron al recreo con sus objetos tal y como estaban antes. Decidieron seguir jugando con sus juguetes rotos, seguir usando su ropita vieja y ¡disfrutar de los recuerdos! CONSEJO MÁGICO DEL HADA CYNTHIA

«No hace falta usar siempre cosas nuevas, hay que cuidar lo que tenemos para que tenga una larga juventud. Y cuando el tiempo pase 12


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y se conviertan en cositas viejas... ÂĄdisfrutar de sus recuerdos con la misma ilusiĂłn que cuando cogimos ese objeto por primera vez!Âť.

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Ocho Suricatos

Cynthia es una hadita muy conocida y especial, pues el corazón de todos se ha sabido ganar, y es que le encanta ayudar a los demás. Con sus amigos, Iris, Co y Pandita, sale a disfrutar de las aventuras que el destino le aguardará, y con ello, nuevos amigos hará. En esta ocasión, la magia de todas las haditas en peligro está… ¿Quién lo resolverá?... ¡Abre este mágico libro y lo descubrirás!

VALORES IMPLÍCITOS: Los personajes de este cuento desprenden una magia muy especial, pues sale del corazón y en forma de valores como la amistad, el altruismo, el trabajo en equipo y el afán de superación. En este cuento los niños aprenderán también a desarrollar su empatía y sus emociones. Y todo ello a través de los «mágicos consejos» del hada Cynthia

A partir de 8 años babidibulibros.com


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