Mejores Amigos

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Simba es un gatito vivaz y enérgico que acaba de llegar al hogar de Marta y Marc. Hace unos días lo vieron en una foto y se enamoraron de su pelo rubio, sus ojos verdes y su nariz rosada. Hoy van a buscarlo al refugio de animales para traerlo a casa, y están deseando que Nala lo conozca.

Todo comenzó hace dos años, cuando Marta se fue a vivir sola y, aunque estaba muy a gusto en su nueva casa, siempre había querido tener un animal al que poder cuidar y con el que jugar. Ahora que ya vivía sola y nadie podía decirle que no, decidió adoptar una gatita, Nala. Como Nala era tan pequeñita, todavía no podía tenerla en casa porque los cuidadores debían comprobar que estaba creciendo sana y fuerte. Marta contaba los días, las horas y los minutos para que llegara el momento de ir a buscarla. Mientras tanto, estaba muy ilusionada comprando todas las cosas que necesitaría para su llegada: una camita, un peine, cuencos para la comida y el agua, un rascador, una mantita…

Un lunes por la tarde, por fin llegó la llamada que tanto esperaba.

Nala había cumplido dos meses y ya podía salir del refugio. Al día siguiente, al salir del trabajo, Marta fue corriendo a buscar a Nala.

¡Qué ilusión! Llevaba todo el día pensando en ese momento. A partir de ese día, la vida de ambas cambió para siempre.

Marta no podía estar más emocionada de tener a Nala en casa. Se convirtió en su prioridad y en su compañera más fiel. Nala se pasaba el día correteando por toda la casa, jugando hasta con el rollo de papel del váter, y le encantaba dar sustos. ¡Era un trasto! Marta y Nala tenían una relación muy especial; ambas se adoraban.

Un día primaveral de mayo, Marta conoció a Marc y se enamoraron hasta tal punto que decidieron irse a vivir juntos una vez terminado el verano. Al principio, Marc estaba un poco asustado, ya que Nala no paraba de darle sustos. A veces se enfadaban el uno con el otro, pero aprendieron a convivir y terminaron queriéndose mucho. A Nala le encantaba descansar entre las piernas de Marc, era uno de sus lugares favoritos.

Meses más tarde, Marta, Marc y Nala se mudaron a una casa más grande. A Nala le encantaba esa casa llena de ventanas, se pasaba el día mirando a través de ellas. Cuando venía alguien a casa, era la primera a quien saludaban y, aunque no le gustaban mucho las visitas, le encantaba recibir mimos y ser el centro de atención. ¡Era la reina de la casa! Hasta que llegó Simba…

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