Alula

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CAPÍTULO 1

EL DÍA QUE EMPECÉ A CONTAR NUBES

Una tarde de septiembre llegué a casa del colegio y me encontré terriblemente aburrida.

Mi hermano ha comenzado el instituto y ahora no tengo con quién jugar. Supongo que me he de acostumbrar, pues él ya no es niño —esta es su frase favorita ahora mismo—.

Mientras me encontraba aburrida, pensando y pensando cuándo mi hermano volvería a casa, decidí ir a mirar a través de la ventana.

Me encantan las nubes y ver cómo se mueven. Hoy empecé a contarlas, aunque no es tan fácil porque una se puede transformar en otra.

Uno, dos, tres... ¡Ahhhgr! No, la tres es la dos ahora... ¿Lo ves?

CAPÍTULO 2

EL DÍA QUE MI HERMANO VOLVIÓ A CASA TARDE

Bien, aquí estoy de nuevo, aburrida y un poco preocupada —últimamente escucho mucho a mi madre decir esta palabra—. Mi hermano debía volver a casa a las 18:30, pero no hay señal de él.

Mientras llega, escucho nuestra canción favorita y leo algunas páginas de nuestro libro favorito. Recordé entonces lo divertido que era volver a casa con mi hermano, quien siempre me protege, sobre todo cuando llueve, ya que los truenos me dan mucho miedo.

De inmediato pensé: «¿Qué pasaría si llueve ahora mismo? Me encuentro sola en mi habitación y mi hermano no podrá volver a casa en la bicicleta. O… tal vez no le importará y vendrá a casa. Y si... está volviendo en la bicicleta y se resbala. ¡Oh, no, no, no...!». Pensé en mi hermano cayendo de la bicicleta y haciéndose mucho daño, y entonces sentí una especie de corte de papel en mi corazón... Estaba muy nerviosa, pero de repente escuché:

—¡Alula! —Era mi hermano saludándome desde la calle. «Oh, ha llegado finalmente», pensé. No le he dicho a mi hermano que estaba preocupada. Soy fuerte, él siempre me lo dice.

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