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Controlar la inflación, la clave para que no naufrague la recuperación
from Edición 294
ECONOMÍA
Escenario 2021
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Economistas creen que el Gobierno no exhibe una política definida en términos monetarios y fiscales; y que amenaza con controles de precios y regulaciones que ya fracasaron.
Opinan:
Daniel Artana - Soledad Pérez Duhalde Jorge Colina - Victoria Giarrizzo
En 2020 la suba de precios mostró una sensible desaceleración con relación al año anterior. El 36% de inflación con el que cerró el año implica una caída de alrededor de 17 puntos con relación al 53,8% que se registró durante 2019.
Esa desaceleración, sin embargo, no puede explicarse a la luz de la política monetaria y fiscal puesto que, como parte de las medidas que implementó el ejecutivo para hacer frente a los efectos del aislamiento social preventivo y obligatorio (ASPO), lo que primó precisamente fue la emisión monetaria y el aumento del gasto público necesarios para financiar programas como el IFE y las ATP.
Ocurre que la recesión y el derrumbe del consumo operaron como un ancla para los precios minoristas que tampoco acompañaron, ni de cerca, la depreciación del tipo de cambio oficial y, mucho menos, las cotizaciones de la divisas en los mercados paralelos.
De hecho, los adelantos indican que el PBI de la Argentina retrocedió entre 11 y 12 puntos durante el 2020.
Los pronósticos de crecimiento señalan un rebote de alrededor de 5 puntos para
“En primer lugar, el Banco Central aceleró el ritmo de depreciación del peso y, en segundo lugar, la brecha cambiaria se disparó muy fuerte. Al igual que con la emisión monetaria eso tiene impacto rezagado, siempre hay un desfasaje.” Daniel Artana
2021 que, en rigor, podría naufragar si la inflación se disparara por encima de los niveles estimados que, en promedio, y según el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del BCRA, llegarían al 50%.
Se trata de una cifra muy lejana al 29% que indica el Presupuesto 2021 y que, además, da cuenta de una dinámica inversa de desaceleración cuando, por el contrario, todos los analistas prevén una trayectoria ascendente tal como se comenzó a verificar de octubre a esta parte.
En ese sentido, Daniel Artana, economista jefe de Fiel, explicó que hay varios motivos que explican la aceleración de la inflación en los últimos meses de 2020: “En primer lugar, el Banco Central aceleró el ritmo de depreciación del peso y, en segundo lugar, la brecha cambiaria se disparó muy fuerte en agosto, septiembre y octubre.
Al igual que con la emisión monetaria eso tiene impacto rezagado, siempre hay un desfasaje”. Por último, indicó que, además, el rebote de la actividad le agrega otro componente al recalentamiento del índice de precios. Es que la recesión es un componente que tiende a dormirlos, pero su efecto va desapareciendo a medida que se empieza a mover la economía.
Por su parte y en la misma línea, Soledad Pérez Duhalde, directora de Operaciones de la consultora Abeceb, destacó la combinación de varios factores. Por un lado, el sinceramiento de precios relativos a lo que se suman algunos descongelamientos. Por el otro, el aumento de la brecha cambiaria puso un escalón mensual más alto de entre 3% y 4% desde octubre a la fecha”.
La economista graficó: “Se despertó el letargo de la cuarentena. Para 2021 vamos a tener una aceleración en la nominalidad con relación a lo que fue 2020, que cierra en 36%”.
En opinión de Jorge Colina, director del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), a partir de octubre la gente quedó totalmente liberada cuando comenzó el distanciamiento social y se terminó el confinamiento. Eso puso en la calle un montón de pesos acumulados que reactivaron el consumo. Como consecuencia, los precios empezaron a subir.
Desde una visión menos ortodoxa, Victoria Giarrizzo, investigadora del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP-CONICET) y autora del libro Atrápame si puedes, el secreto de la inflación argentina, destacó que entre octubre y diciembre se absorbieron los precios que no se habían absorbido durante el año.
Con todo, matizó: “Estábamos esperando una inflación más alta de la que finalmente ocurrió. Con el correr de los meses las estimaciones se fueron ajustando para abajo. Por la pandemia y la recesión había mucha dificultad para aumentar los precios, pero eso no significaba que el costo de los productos no hubiera aumentado. Se sinceró un poco esa situación”.
Además, explicó que, aunque los precios se aceleraron, no lo hicieron como para prever un fuerte rebrote este año. De hecho, la investigadora observó que en diciembre la inflación se aceleró, pero sobre las últimas dos semanas no lo hizo tal como se podía esperar para la época de fiestas. En ese sentido, estimó que la recesión y la falta de actividad todavía están marcando el pulso.
Artana agregó que antes de la pandemia el Gobierno había recurrido a instrumentos de congelamiento de tarifas, precios cuidados y otras regulaciones que después se extendieron. Sin embargo, esos instrumentos tienen una vida limitada porque los costos siguen evolucionando y el Gobierno se vio obligado a flexibilizar algunos sectores, como se ve con el aumento de combustibles o los de la salud.
Coletazos a corto plazo
Además, Daniel Artana agregó que el precio al consumidor tiene algunos meses de desfasaje. Porque el mayorista sigue la evolución del tipo de cambio y los precios internacionales. Y esas variaciones se reflejan después en los minoristas. Por eso, la situación actual ya está anunciando un problema a futuro.
Jorge Colina, sin embargo, opinó que
siempre hay un desfase entre los precios mayoristas y los minoristas. Pero el mayorista no es el único determinante del precio minorista. A lo sumo explica el 30%. Lo que determina son los salarios, el alquiler y los impuestos.
De todos modos, Artana especuló: “El gobierno pronostica un 29% en el presupuesto para 2021. No hay ninguna posibilidad de que eso ocurra. La pregunta es cuánto más alto va a ser. Creo que va a estar entre el 45% y el 55% si el Gobierno cumple con el presupuesto en materia de déficit y emisión”.
En el presupuesto para este año, el Gobierno dice que va a emitir el 2,3% del PBI. Con una base monetaria en el 8% o 9% del PBI todavía se está lejos de una hiperinflación. “Se tendrían que volver muy locos en ro. Pero son bonos que, si bien son en pesos, están atados al dólar. En definitiva, se trata de sumar deuda en dólares.
Victoria Giarrizzo identifica una encrucijada: “Las empresas están haciendo un esfuerzo para bajar costos. El ajuste arranca en los insumos de la industria, pero termina luego en el comercio que es quien decide lo que hace con el precio.
En noviembre y diciembre hubo aumentos de muchos productos a raíz de la falta de insumos como el acero, la chapa y los materiales para la construcción. Todos estamos esperando que se acelere la inflación porque estamos pensando en un contexto de recuperación.”
Sin embargo, descartó una rápida aceleración. Es que la reactivación va a ser muy lenta y los precios no van a poder ajustar todo junto.
Por su parte, Pérez Duhalde pronosticó una aceleración que irá entre el 40% y el 45%. Eso implica sumar varios puntos porcentuales en relación con 2020. En su opinión, la suba va a estar compuesta por cierto reajuste de precios relativos, salarios, algunos precios administrados y excedente monetario. A eso habrá que agregarle la inercia, que es difícil de bajar.
Pero agregó que a pesar del “mayor dinamismo de la demanda interna y de una posible segunda vuelta de la COVID-19, no veo un cierre de la magnitud del 2020”.
Para Jorge Colina, sin embargo, va a haber un aumento del PBI, pero no va a compensar la gran caída que tuvo en 2020. Además, sin la recesión que actúa como contención de los precios la inflación va a ser muy alta. “Calculo un 60% y más devaluaciones fundamentalmente del tipo de cambio del mercado paralelo”, señaló.
lo fiscal y en la emisión para una inflación de tres dígitos. De todas maneras, dependerá de lo que hagan porque es un año electoral”, advirtió el economista.
Escenario 2021
A la hora de establecer un pronóstico a futuro, los economistas oscilan entre un 45% y un 60%.
Según Jorge Colina, las perspectivas no son buenas porque la economía ha caído muy fuerte, la Argentina es el país que más ha sufrido el impacto del confinamiento y ya venía golpeado con la crisis de 2018 y 2019. Además, hay un déficit fiscal muy grande y no se ve voluntad política de equilibrar las cuentas públicas. Tampoco hay financiamiento para el país con lo cual lo único que queda es seguir financiando con emisión monetaria.
Una variante sería ponerle paños fríos a la emisión monetaria y financiarse con el Teso-
Política inflacionaria y regulaciones
La estrategia del gobierno para abordar el problema de los precios hasta el momento fue, cuando menos, heterodoxa. Es que en la boca y en la acción de sus funcionarios conviven estrategias tendientes a la regulación de precios con aquellas inspiradas en políticas monetaristas y fiscales.
Para Victoria Giarrizo, el control de precios tiene patas cortas: “No creo que vaya a haber una política de ese tipo más allá de precios máximos o precios cuidados. Sí va a haber un monitoreo en insumos. El problema de la economía hoy no es la inflación, que obvia-
mente preocupa, sino la falta de crecimiento y la pobreza”.
En el otro extremo, Jorge Colina aseguró que el Ejecutivo va a querer mantener el congelamiento de tarifas y los precios regulados: “Pero esa estrategia no puede durar demasiado porque luego lo sufrimos por el lado de la calidad. Van a volver los cortes de luz, las empresas van a tener que usar menos gas para que los hogares no dejen de tenerlo y los afiliados a las prepagas van a ver que los turnos tardan más”.
Con todo, destacó que el Gobierno no es homogéneo. Hay gente que sabe que este no es el camino y que hay que tener un equilibrio entre la regulación de los precios y la calidad.
Sin embargo, hay un ala más dura –la que gobernó antes de Cambiemos– que cree que el camino de las regulaciones y controles se puede sostener indefinidamente.
“El Gobierno va a profundizar la regulación de precios. Es lo que ya han hecho. Postergaron el aumento tarifario para marzo con el discurso de que la inflación tiene que ser menor”, razonó Artana.
Soledad Pérez Duhalde, por su parte, aseguró que el Gobierno los controles de precios van a seguir con algunos reajustes de precios relativos.
“Ya vimos regulaciones en algunas tarifas como las prepagas y no descarto que se avance, por ejemplo, en las telecomunicaciones. Es lo que pasó en el kirchnerismo del 2015”, sostuvo.
Como controlar la inflación
Los economistas consultados coincidieron en la fragilidad de los controles y, de alguna forma, también en la importancia de “Por la pandemia y la recesión había mucha dificultad para aumentar los precios, pero eso no significaba que el costo de los productos no hubiera aumentado. Se sinceró un poco esa situación.” Victoria Giarrizzo
una política monetaria y fiscal contractiva. En ese sentido Colina señaló que debe haber un plan fiscal: bajar los niveles de emisión y recurrir al financiamiento con bonos del Tesoro. El problema es que el mercado pide, como mínimo, que los títulos suban a la par del dólar.
“Hay que tener un plan de mediano plazo, que para la Argentina son seis meses. Eso es equilibrar las cuentas públicas o, por lo menos, mostrar que se está achicando el déficit. Y eso no se ve”, afirmó.
Para Victoria Giarrizo, sin embargo, lo fundamental es que la Argentina trate de impulsar la oferta de bienes. En vez de Ahora 12 y créditos al consumo el Gobierno tiene que impulsar a la industria para que salga a producir y exportar. “El otro tema es regular a las grandes productoras de insumos, porque si una empresa controla el mercado del acero o del hierro, entonces hay posibilidad de una devaluación, se guardan los insumos y no te los venden. Esas políticas hay que monitorearlas”, agregó.
Artana, en tanto, destacó que los países que bajaron la inflación –entre ellos, la propia Argentina– muestran que se debe tener una política fiscal y monetaria consistente. En ese sentido, señaló que el Presupuesto “es demasiado laxo y deficitario”.
