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Entrevista a Mons. Luis Argüello

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Cáritas

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El portavoz de los obispos, en Bilbao

Entrevista con Mons. Luis Argüello

El obispo auxiliar de Valladolid y Secretario general de la Conferencia Episcopal, Monseñor Luis Argüello ofreció una conferencia a los presbíteros y diáconos de la Diócesis de Bilbao.

La ponencia se enmarcó en la VI Jornada del Ministerio Ordenado organizada por el Secretariado responsable del ámbito y el Instituto Diocesano de Teología y Pastoral. En su visita, el prelado no eludió abordar con Alkarren Barri-Comunicación algunos temas de candente actualidad, como son las inmatriculaciones, las leyes de educación, la implicación de las Diócesis en la prevención de abusos...

En la entrevista, el prelado se declara `futbolero´ y lleva a gala ser seguidor del Real Madrid y del Valladolid, lo que le obliga a mirar los primeros y los últimos puestos de la tabla. Gran orador y comunicador, reparte su tiempo entre Madrid y Valladolid, pero los viajes -la mayoría en tren- le permiten disfrutar de su afición favorita: la lectura.

Obispo auxiliar de D. Ricardo Blázquez, quien presentó su renuncia al Papa cuando cumplió 75 años, reconoce que tenerle aún al frente del Arzobispado es para él “una tranquilidad y una fuente de paz”.

Ha llegado a Bilbao en el momento en el que se inicia la Cuaresma. Polvo somos y en polvo nos convertiremos. Somos frágiles. ¿Nos está enseñando algo en este sentido la pandemia?

Cierto. Esta cara de la expresión litúrgica del Miércoles de Ceniza resuena este año de una forma especial, porque es verdad que hemos tomado conciencia de la fragilidad. Desde ahí creo que es importante poder vivir desde la Iglesia siendo conscientes de la fragilidad y de la humildad. Pero esto culmina con una esperanza, la de la Pascua.

Viene a hablar sobre la conversión ecológica ¿Tenemos suficientemente interiorizada la Laudato si´?

Creo que no. El Papa habla de la casa común sin olvidarse en esa encíclica del clamor de la tierra y del clamor de los pobres. En ese sentido, la propuesta de conversión integral resuena de especial manera en tiempo de Cuaresma. Para no hacer de la cuestión ecológica solamente una cuestión verde o de pequeñas acciones indudablemente se trata de algo más potente, en el sentido de que la gran propuesta cristiana es que todo sea recapitulado en Cristo. Todo tiene un ADN trinitario. Creo que en esto los ortodoxos nos llevan una cierta ventaja.

Y cuando todavía estábamos en ese proceso de digestión, el Papa nos regala la tercera encíclica, la Fratelli Tutti. ¿Cómo la definiría en dos palabras?

Que el Papa ponga como referencia incluso para que la libertad y la igualdad puedan ser posibles y dialoguen mejor entre sí, esta propuesta de fraternidad, es valiente. Habla de fraternidad no como una idea sino con unos puntos de referencia para explicarnos por qué somos hermanos. Dice que tenemos una misma carne, que habitamos una misma tierra y que peregrinamos en una misma historia. La pandemia nos está haciendo caer en la cuenta de esto y, además, los cristianos añadimos: porque reconocemos a un mismo Padre que nos hace mirar a la tierra como hogar, a la humanidad como familia y a la historia, como historia de salvación.

Hablando de fraternidad y amistad social. ¿A qué es debida ésta tensión constante en la sociedad?

Hablaría de dos tipos de movimientos. Uno que podríamos llamar estratégico, que es que hoy está de moda como estrategia política lo que algún sociólogo llama la cultura del enfrentamiento. Y hay otra corriente, que desde mi punto de vista es más honda y preocupante. Se trata del elogio del individualismo y de las identidades con la lógica del empoderamiento, del poder. Por lo tanto, lo normal es que pueda haber conflictos, porque un poder combate con otro.

Y una pregunta recurrente últimamente ¿dónde queda la libertad de expresión?

En este momento se están promoviendo propuestas legislativas en las que se disminuye la libertad y cualquier planteamiento que salga al paso de lo dominante que se plasma en esas leyes es calificado de fobia. Estos días los llamados anti fascistas, muestran comportamientos facciosos y violentos en su forma de expresarse en las calles. Hay una propuesta muy contradictoria. Pero, podemos decir que, es verdad que la libertad de expresión en determinados ámbitos de la cultura, de la investigación, del pensamiento, etc. tiene que tener seguramente unas referencias más anchas y no todo se soluciona con el derecho penal, llevando a la gente a la cárcel. Puede incluso ofrecerse un reproche social a determinadas expresiones que se plasman luego en las acciones, en la legislación, etc. Pero de

eso a pensar que cualquier palabra es legítima y que no hay palabras que dañan, que cultivan el enfrentamiento, que dividen...

¿Cuál es la relación entre la Conferencia Episcopal y el Gobierno?

Mi experiencia en este tiempo es que los puentes de diálogo han existido y existen y nosotros tratamos de cultivarlos en todos los aspectos. Otra cosa es que, muchas veces, en la propia lógica de la vida política, unas cuestiones son las que se viven y se dicen en privado y otras, las que aparecen en los debates fuertes del Parlamento o en las declaraciones a la prensa. Es verdad, que hay determinados pasos, por ejemplo, en el campo legislativo vivido en tiempos de pandemia en el que se están aprobando algunas iniciativas legislativas que resultan especialmente difíciles de asumir por nuestra propia concepción de la persona, de la libertad y de la fraternidad. Pero nuestro deseo es favorecer la cultura del encuentro.

En torno a `ley Celaá´ ¿Hasta dónde está dispuesta a llegar la Conferencia?

Hemos realizado una propuesta novedosa, sin renunciar a lo que consideramos que es algo bueno: que la enseñanza religiosa esté presente en la escuela desde las perspectivas confesionales de unos grupos religiosos y otros. Estamos queriendo ofrecer un ámbito de encuentro entre diferentes creencias. Queremos ayudar a construir un currículo de la clase de religión desde algunas propuestas que para nosotros son irrenunciables. Luego hay otros aspectos como la realidad de la clase concertada y la propuesta educativa de fondo, que desde mi punto de vista tiene elementos fuertes de constructivismo, que hoy domina la esfera cultural. Un constructivismo que pide antes deconstruir. Ahí hay un desafío grande desde la perspectiva pedagógica y de contenidos para una escuela como la católica que ofrece unas perspectivas antropológicas diferentes.

Hablemos de las inmatriculaciones de la Iglesia.

Por una parte, el Gobierno ha reconocido que la Iglesia lo que ha hecho ha sido legal. Es verdad que ha dado la impresión al decirlo que ha sido una legalidad ajustada, lo cual supone una explicación parcial. No se acaba de entrar a fondo en lo que en realidad ha supuesto toda esta cuestión de los bienes de la Iglesia. Tienen una historia anterior a la creación el Registro de la Propiedad que acontece en el s. XIX. En el s. XX, sobre todo ya al final del mismo se ha generalizado el catastro de los bienes. Los propios reguladores veían que había muchos bienes, no solo de la Iglesia sino otros, que no están registrados. Ha habido un intento de decir que aquí hay muchos bienes que no están en el registro que, sin embargo, aparecen en el catastro y que sobre ellos hay planes de urbanismo, que se piden subvenciones, etc. Esto hace falta regularlo y se establece un mecanismo excepcional para un tiempo determinado que llevaba en sí mismo que la inmatriculación estaba suspendida a dos años para que si alguien pudiera expresar un mejor derecho lo hiciere. Se ha querido generar un ambiente dando a entender que la Iglesia se ha apropiado de bienes al inmatricularse cuando no es así. Hay mucha gente que es propietaria de algo y no está registrado como tal, porque el registro no da la propiedad, sino que da seguridad jurídica frente a terceros.

En otro orden de cosas ¿Se han hecho los deberes en el tema de la protección de menores en la Iglesia?

Hay un deber, que es el de la creación de la oficina y el de la colaboración con las autoridades civiles cada vez que se tuviera el conocimiento de alguna de estas situaciones. En este momento todas las Diócesis tenemos esto al día. En cuanto a los protocolos de medidas que tienen que ver con la prevención, con la formación y demás... en esto estamos en diversos niveles. La respuesta de la Iglesia encabezada por el Papa y aterrizada en cada una de las Diócesis con este doble paso mínimo está asumido por todos.

¿Preocupa y ocupa en la Conferencia el tema de las sucesiones de obispos?

Hay datos objetivos. Hay un número grande de Diócesis que están en sede vacante y en ese sentido, hay una inquietud a la hora de ver cuándo van a tener un pastor. Es el caso de Bilbao. Ciertamente esta diócesis está a la espera de que llegue un obispo con plenas atribuciones. Hay otras muchas en esta situación en España en este momento. Al igual que D. Ricardo hay otros obispos que han cumplido los 75 años y siguen siendo titulares.

¿Hay relevo en el banquillo?

Seguro. La experiencia que tengo de los presbíteros que conozco tanto en mi diócesis como en la Conferencia Episcopal me parece que hay sacerdotes estupendos que perfectamente podrían encarnar este ministerio apostólico como obispos.

¿Y cuál es su gran preocupación?

El gran desafío es la Evangelización en este tiempo. Con este gran cambio de tipo cultural, económico, social, político que estamos viviendo en todos los órdenes. En la Iglesia experimentamos una gran dificultad para hacer llegar la propuesta del Evangelio, especialmente a las jóvenes generaciones. Vivo esto como una fuerte llamada al propio testimonio personal como obispo y para todos los creyentes. Que el anuncio vaya acompañado con un estilo de vida para que el Evangelio sea más fácilmente creíble •

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