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Bizkaia Isilik

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Gotzain hautatua

Gotzain hautatua

¿A quién abrazaba Luna?

Se llama Abdou, tiene 27 años y salió desde Senegal hace cinco. Desde entonces, ha estado malviviendo en Marruecos. Intentó llegar a Ceuta con su hermano, pero al llegar a la costa le perdió. Por eso y por mucho más, lloró en brazos de Luna. “No entiendo por qué han atacado a Luna. Ella tuvo un gesto humano. Me consoló”, dijo Abdou. Y aún no encontramos la respuesta.

5 años de Círculos, en silencio

Bizkaia Isilik

El pasado mes de mayo, se cumplió un quinquenio desde que la Mesa de Migraciones, formada por diversas entidades de Iglesia, decidiera poner en marcha en Bilbao la iniciativa que se inició en Toulouse (Francia), en 2007. La acción silenciosa mediante la que se denuncian las políticas migratorias y la vulneración de los derechos de las personas que migran buscando un futuro mejor ya se venía realizando en Gasteiz y Vitoria. Desde la delegación de Caridad y Justicia cogieron el testigo y comenzaron a dar los primeros pasos. Participaron, entre otras personas, el religioso Joseba Bakaikoa y la responsable en aquél tiempo de pastoral de migraciones, Josune Larrakoetxea. Otras incorporaciones fueron las del presbítero, Johnny Vargas; Mari Urbieta, del área de cooperación y migraciones de Cáritas Diocesana de Bilbao, y Marije Calvo, actual responsable de la pastoral. Ellos nos cuentan los inicios y los retos de los Círculos de Silencio.

Nos reunimos, tras una llamada general, en los locales de la Plaza Nueva del Obispado (Barria), un buen número de personas. La mayoría implicada, de una u otra manera, en la acogida a las personas migrantes en Bizkaia. Ahí decidimos llevar a cabo la primera acción, que fue realizada, bajo un inolvidable chaparrón y con muy poca luz, no lo olvidaré nunca. A partir de ese momento se decidió que íbamos a llevar a cabo esta acción el último miércoles de cada mes. El lugar iba a ser más céntrico, concretamente la plaza del Arriaga. Actualmente se extiende no solo a Bilbao, sino que está presente en Barakaldo, Durango, Portugalete, Galdakao, Balmaseda y en este mes de mayo, ha comenzado en Getxo, por primera vez.

Objetivo

Se trata de sensibilizar sobre la realidad migratoria a la sociedad en general y a las comunidades cristianas en particular, así como visibilizar una actitud acogedora y empática hacia las personas que llegan.

¿Por qué un círculo y en silencio?

Esto se expresa con la forma en la que nos disponemos a realizar la acción. Siempre hay una pancarta que expresa el tema concreto que ese día queremos resaltar, haciendo referencia a cuestiones concretas de la migración. Los que vamos a realizar la acción nos disponemos en círculo y en un silencio que se “masca” estamos parados y en un momento determinado, damos tres vueltas alrededor del círculo.

Datozanen artean makalenak zeintzuk diran esatea ez da erraza. Adin txikikoak dira ahulenak, jakina, eta datozan emakumeen egoerea be arduratzekoa da.

BILBAO

Al final se lee un comunicado bilingüe en el que queremos resaltar algún problema o hecho concreto que nos lleve a reflexionar sobre el motivo que ese día nos ha reunido. Está claro que el círculo tiene sus efectos y sus consecuencias. Afectan tanto a quienes observan desde fuera y a las personas que se implican dentro, participando en él.

¿Fueron unos comienzos difíciles?

Los principios siempre son ilusionantes y costosos al mismo tiempo. Al inicio no había tanta gente, y solo se convocaban en Bilbao. Con el tiempo, hemos aumentado tanto en número de personas asistentes, como en número de localidades donde se realiza, así que podríamos decir que, aunque queden retos por cumplir, la lectura y valoración de los mismos es muy positiva. En el 2016 se venían denunciando las incontables muertes que se producían en el mar, por lo que la sociedad estaba sensibilizada con esta causa, surgiendo otras

plataformas ciudadanas como la de Ongi Etorri Errefuxiatuak. La situación era extremadamente interpeladora y llamaba a la acción, por lo que no fue difícil empezar. Cada círculo contaba con un número de personas suficiente para que fuese visible aquello que queríamos denunciar.

¿Cuál es el origen de sus miembros?

No se mira la procedencia de los que estamos presentes. Lo cual no es obstáculo para descubrir de dónde procedemos muchos de los presentes. Normalmente solemos ser personas de edad media para arriba, implicados en grupos de Iglesia y sociales. A veces se unen personas que se han parado a ver aquello y se quedan –para esto hay algunas personas fuera del círculo que reparten octavillas informando de lo que allí estamos realizando. La realidad es que hay mucha mezcla. Evidentemente hay entidades de Iglesia, ya que es desde este ámbito desde donde empieza a movilizarse e impulsar esta idea, pero también participa la sociedad civil, entidades sociales y gente que pasa por allí.

¿Habéis sentido algún tipo de rechazo, o por el contrario se comprende vuestro gesto y su mensaje?

La verdad es que nunca nadie nos ha interpelado o ha dado muestras de odio o rechazo. Nunca hemos tenido ningún problema, excepto en alguna ocasión en que nos hemos tenido que desplazar de la plaza, por desarrollarse en ella alguna actividad oficial. Pero no es problema. En cuanto a la comprensión del gesto, la gente en general pasa y excepto algunas personas que se paran, la mayoría continúa su camino sin más. Confiamos en seguir así.

Qué diríais a ese espectador pasivo que pasa a vuestro lado y no le cuestionan otras realidades

Que la vida es para cuestionarla, que cuando nos dejamos interpelar por realidades diferentes a las nuestras, crecemos, nos hacemos más sabios y más ricos. Y desde luego, si somos cristianos y cristianas, debemos estar en la obligación de acoger, proteger, promover e integrar a todas las personas, independientemente de su origen, edad, religión o ideas, tenemos la obligación de amarlas, como a nosotros mismos….

GETXO

Que se anime a pararse un poco en su camino y comprenda que el mundo presenta realidades que están pidiendo una respuesta por nuestra parte y que si abre un poco su corazón para acogerlas en sí, quizá descubra una nueva manera de ser feliz en su vida.

¿Próximos retos?

Mantener los círculos en los lugares donde han ido surgiendo, e ir ampliando poco a poco a otras localidades, sensibilizar a la sociedad, tener impacto en las políticas sociales, ser coherentes en la Iglesia con las comunidades acogedoras, apoyar iniciativas en los territorios, compartir diferentes realidades, presencialidad más segura y confiada, constante actualización de las realidades denunciadas...

¿Ha afectado mucho el COVID en vuestras actividades?

Lógicamente como en otros espacios sociales y pastorales hemos tenido que repensar cómo seguir adelante y mantener el pulso y la “llama encendida” para seguir apostando por esta realidad de migraciones que la pandemia la ha dejado más en evidencia. Desde marzo del año pasado hasta septiembre de ese mismo año, las convocatorias, debido a la situación sanitaria, fueron virtuales. En septiembre, ante la mejoría de esta situación se comenzó a convocar de modo presencial, inicialmente de forma simbólica, y con el tiempo con mayor presencialidad, y siempre con las medidas de seguridad necesarias.

¿Cómo animar a participar a la juventud?

Es sorprendente porque en los círculos encontramos personas de diferentes edades. Podríamos decir que es un encuentro intergeneracional. La juventud ha participado activamente en los círculos, incluso desde algunos centros educativos o proyectos con jóvenes se han vinculado al círculo. Aún así, les diría que debería haber mayor presencia y participación. Creo que nos toca hacer una labor de propaganda, en el buen sentido de la palabra, para dar a conocer esta acción.

Al inmigrante pobre se le ve como una amenaza, ¿algún tópico que desmontar?

En esta sociedad en la que vivimos, no importa qué adjetivo acompañe a la palabra inmigrante, porque ya en sí sola la palabra despierta sensación de alerta, que luego dependiendo quien la escuche y como la acoja, sentirá esa realidad como amenaza. Por desmontar están todos los tópicos, porque ahí también se da el efecto dominó. Pero por decir alguno, el inmigrante no viene a “quitar” sino a “dar”

La realidad es que, como sociedad, y sobre todo como Iglesia, tenemos la obligación de acoger al prójimo, como hermano y hermana que es. Generalizar y destacar únicamente los aspectos negativos de las personas migrantes, no ayuda en absoluto en la construcción de una sociedad rica, y diversa •

José Ignacio Iturmendi

“Soy africano, soy persona”

La mirada de Michel Djientcheu

Sus ojos no vislumbran todo el sufrimiento que ha padecido desde que salió, prácticamente con lo puesto, de Camerún. Miles de kilómetros recorridos, trabajos precarios, desierto, hambre, sed y miedo. Porque sí, estar fuera de tu entorno, sin familia, sin amigos, solo y sin certezas, en lugares y en situaciones desconocidas produce desolación y miedo. Así y todo, a Michel le pudo la ilusión, porque él soñaba con una vida digna. Dejó atrás a su hermano gemelo, que quiso convencerlo para que no se marchara, a su madre viuda y a sus otros dos hermanos, y emigró. Cogió una mochila, metió algo de ropa y salió sin rumbo con los 200 euros que tenía ahorrados. Tras recorrer varios países africanos y no encontrar lo que buscaba, llegó a España en patera, como muchos otros que prefieren jugarse la vida a volver atrás. Él y los otros tripulantes de aquel neumático con apariencia de balsa, estuvieron un día a la deriva. Probablemente consiguieron sobrevivir, porque les rescató un barco de la Cruz Roja.

“Un viaje muy duro. Si no lo vives, no te lo imaginas”, nos dice. Y le creemos, porque ciertamente, no podemos ponernos en su lugar, aunque lo intentemos. No recomendaría a nadie vivir su experiencia y, sin embargo, está contento porque, a pesar de todo, aquí tiene más oportunidades que en Camerún. Allí lo intentó. Comenzó a estudiar carpintería, pero tuvo que dejar los estudios para mantener a su familia. Trabajaba de albañil o vendiendo en la calle... pero no ganaba lo suficiente. Finalmente, decidió embarcarse él solo en una ruleta rusa, de la que por suerte ha logrado salir con vida y con unas perspectivas mejores de futuro.

“Aquí tengo una madre de acogida, que me da todo lo que tiene. He podido estudiar, he aprendido castellano, participo en las misas mensuales de la comunidad africana... Estoy contento”. Pero, reconoce que todavía le falta un camino de papeleo, de permisos, de muchos pasos para lograr la plena integridad.

Sus ojos, su mirada, su tenacidad, su empeño y, sobre todo, su esperanza y su fe, le han ayudado a lograr un sueño. Después de mucho tiempo, por fin siente que no está solo porque, manifiesta, “la familia, no es solo la de los hermanos de sangre”.

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