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Formación para prevenir el abuso sexual a menores
En diversas vicarías de la Diócesis
Los locales de la parroquia de Andra Mari, de Amorebieta, acogieron el sábado, 21 de enero, la primera de las sesiones que se llevarán a cabo en diversas localidades de la Diócesis de Bilbao. El objetivo del curso, enmarcado en una de las acciones del Plan, es la formación para prevenir los abusos sexuales en entornos eclesiales. La iniciativa, que parte de la Comisión para la Protección de Menores y Prevención de Abusos Sexuales de la Diócesis de Bilbao con la colaboración del Instituto Diocesano de Teología y Pastoral y Lagungo, estuvo guiada en la primera ocasión por Juli Moreno, miembro de la Comisión y Txemi Santamaría, del equipo especializado del centro de terapia familiar diocesano.
Estos encuentros están dirigidos, sobre todo, a catequistas, monitorado de grupos eskautak, postcomunión, iniciación cristiana, proyectos infancia de Cáritas…, y también miembros de los Equipos Ministeriales. Además de esta primera formación en Amorebieta, ya están marcadas otras fechas en el calendario de la Comisión en Algorta, Bilbao y Zalla.
En las sesiones se parte de un testimonio de una víctima, se aclaran conceptos relacionados con los abusos sexuales para posteriormente pasar a reflexionar sobre los factores de riesgo que tenemos en los entornos eclesiales y los protocolos de protección que hemos de desarrollar, de manera que vayamos construyendo entornos seguros en nuestros grupos, centros educativos, etc. Txemi y Loli explican las claves fundamentales de la formación.
La formación ¿es prevención?
Es muy importante formarnos para ver cómo podemos avanzar y desarrollarnos en el tema afectivo-sexual, en las relaciones entre personas, inteligencia emocional... Formaciones que nos hagan conocernos más y que la educación que demos a los menores en los centros o en las parroquias tengan en cuenta todos estos aspectos.
Es importante que vayamos creando entornos seguros en las parroquias, en los colegios... tanto en los espacios como en las relaciones que proponemos.
En la presentación habéis enmarcado el abuso al menor en un proceso ¿qué significa?
En el tema del abuso se da una dinámica relacional en un contexto que es de confianza, un lugar y unas personas en las que confiamos. El punto de partida puede ser el de alguien vulnerable, que puede tener baja autoestima o carencias emocionales etc. Se genera una relación con el adulto. Esa relación va avanzando hacia un modelo más exclusivo donde conlleva una dependencia emocional por parte del menor. Y es ahí donde puede ocurrir el abuso. Es un proceso muy sutil, pero que tiene una dirección muy perversa. Cuando se produce el abuso se genera la fase de pánico y es donde el menor se da cuenta de los efectos y el impacto que tiene toda esta conducta, pero muchas veces es difícil salir de ahí por esa dinámica que se ha creado a lo largo de la relación.
Aunque a veces esto se focalice en niños y niñas con baja auto estima le puede pasar a cualquiera.
Abuso de poder y de confianza en el seno de una institución como la Iglesia ¿es más grave?
El contexto es el que marca y es una institución que precisamente lo que presenta son valores totalmente contradictorios con una propuesta evangélica de cuidado, de vida plena, de respeto, amor...y esto atenta directamente contra ese mensaje.
¿Debemos ser más cautos a la hora de mostrar muestras de cariño a los menores?
Hemos pasado de tener una relación y una confianza con el alumnado con los grupos de tiempo libre etc. muy estrecha a incluso tener miedo de abrazar, acercarse... Es importante formarnos para saber qué es lo que tenemos que hacer y qué no. Hay que buscar entornos seguros y formarnos para tener los ojos abiertos y mirar a las necesidades de los menores que acompañamos. No debemos responder a nuestras necesidades afectivas. Hay que abrazarles sí, pero sobre todo preguntarnos, ¿lo necesitan ellos o yo?
¿El trauma prescribe?
Los procesos humanos son complejos. Se ha visto que a veces el trauma emerge al instante, pero otras veces no. Por cuestiones de ciclo vital, por un acontecimiento del entorno... emerge el trauma y toda la sintomatología vinculada al mismo. Puede que hayan pasado 20 años y que el asunto haya prescrito legalmente, pero no para el abusado.
de las cosas que se plantea es que haya determinados delitos que no prescriban o si prescriben que sea mucho más tarde. Entiendo que tiene que ver con esto porque a veces, no hay recursos para denunciar en el momento.
Además, en la Iglesia, tenemos que tener claro que, aunque haya prescrito, lo importante es escuchar a las víctimas y preguntarles qué necesitan ahora. Sabemos que igual a nivel legal no se puede hacer nada, pero ellos pueden tener otras necesidades. A veces podemos pensar que van a pedir dinero, pero la mayor parte de las veces quieren sentirse escuchados, quieren acciones concretas. Y nosotros debemos hacer lo que esté en nuestra mano para que, de alguna manera, se sientan reconfortados. La escucha y la reparación. A las víctimas les ofrecemos también ayuda psicológica y algunos nos dicen que no lo habían pensado y a veces, han aceptado.
¿Cuál es la respuesta desde la perspectiva cristiana?
Junto con las víctimas y sus familias hay que trabajar también con los abusadores. Si hay un delito pesará una condena sobre ellos, pero hay una dimensión humana, que no podemos dejar de lado.
Se está dando un paso más para realizar encuentros restaurativos. Es un camino todavía incipiente, pero ya se conocen algunas experiencias en este sentido. Se trata de que se trabajen los encuentros entre víctimas y abusadores •