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La Iglesia que acompaña en los velatorios
Pastoral en los tanatorios
El diácono permanente Alberto Jáimez está al frente de un servicio pastoral que se puso en marcha en el 2017 a la vista de la importancia que están tomando los tanatorios en el duelo. Se trata de un servicio diocesano que parte de la demanda de las personas que están en esta situación y con el máximo respeto a la labor que realizan las parroquias. “No se trata de separar la pastoral del duelo de las parroquias –matiza Jáimez- El tema es que cuando la familia del finado decide no pasar por la parroquia, no dejemos a nadie atrás. No queremos que nadie, si la demanda, se quede sin atención religiosa”.
¿Cómo se acompaña a las familias en el tanatorio?
Lo ideal sería que las exequias se celebrasen en las parroquias, pero se trata de acompañar lo que ya está ocurriendo. Y lo que vemos es que, en muchas ocasiones, el tanatorio está desplazando a las parroquias. Habrá que estudiar por qué. La parroquia es el ámbito ordinario para la pastoral del duelo, pero en este sentido me fijo en la pastoral de la salud y la forma en la que ellos extienden las fronteras existenciales de la parroquia y de la atención religiosa hasta la habitación del hospital. Nosotros somos la Iglesia acompañando a las familias en el velatorio.
¿Cómo se realiza este acompañamiento?
Todo comienza desde la disponibilidad para el servicio, no solo estamos para una Celebración de la Palabra en clave exequial en la capilla del tanatorio —las hay ñas—, ni para un responso o una oración en la sala de introducción al crematorio. Estamos también para escuchar, para acompañar, para hacer presente a Cristo. Nosotros estamos disponibles para este servicio, tanto litúrgico como de escucha, luego cada familia nos va indicando hasta dónde quiere que lleguemos.
¿Los tanatorios son un buen lugar para...?
...el anuncio del Reino de Dios. Se dan cita muchas personas, algunas de ellas alejadas, ajenas a la fe, y ven con sus propios ojos a la Iglesia en acción, dando testimonio de conmoción, compasión y consuelo. Este acompañamiento pastoral en los tanatorios debe dar consuelo y sentido de esperanza al dolor, ha de facilitar todo lo referente a la liturgia de despedida, a veces poniendo en contacto a la familia con el párroco, si así lo desean. Esta disponibilidad de escucha, no acaba tras la to con el servicio?
Las familias pueden contar con nosotros desde el momento en el que están tramitando los servicios que el tanatorio les va a dar. Después de que la familia ha elegido el tipo de ataúd, si hay flores o no, el horario del velatorio, y unas cuantas cuestiones más de orden práctico, se pregunta cómo quieren que sea la despedida. Ahí es donde pueden pedir que sea alguien de la diócesis —nosotros— los que los acompañemos. Incluso, aunque la idea sea hacer un funeral en la parroquia, las familias pueden contar con nosotros para rezar en el velatorio, para charlar un rato sobre cuestiones que quizá no se hablen con la familia, simplemente para desahogarse.
La escucha. ¿Es
lo más importante?
Debemos estar preparados para escuchar, dejar que el doliente hable, se exprese. Una conversación puede ser suficiente para ordenar sus recuerdos, para caer en la cuenta de ciertas cosas que den sentido a los acontecimientos que está viviendo en ese momento. El recuerdo es más que la memoria, invitamos a recordar, a sanar la historia, a perdonar lo malo y dar gracias a Dios por lo bueno.
El tanatorio no es la parroquia, allí debemos de atenernos a sus condiciones, sus horarios, sus formas de trabajar. Es entrar en casa ajena, somos sus invitados.
Es importante conocer el sector funerario para poder hacer una buena labor pastoral dentro de su estructura, no se trata de ir allí como un paracaidista. En la medida en la que los compañeros de los tanatorios tengan confianza con nosotros, nos van a facilitar las cosas, dándonos más oportunidades para mejorar nuestra labor.
¿Los tanatorios os tienen en cuenta?
Hay una evaluación para esta pastoral que no parte de nosotros, sino de los propios sistemas de gestión de calidad de las empresas funerarias. Hay una trazabilidad en nuestra labor. Si una familia considera que hay algo que mejorar se nos hará saber.
¿Aprendizajes de esta experiencia?
Personalmente esta pastoral me está haciendo más consciente de que merece la pena vivir. Crea un contraste muy llamativo con otras ocupaciones pastorales. Hago tantos servicios en los tanatorios que cuando me toca celebrar —por ejemplo— un bautizo o una boda, lo paso realmente bien, porque soy consciente del regalo que supone la vida y el agradecimiento que debemos dar constantemente a Dios.
La pastoral en el tanatorio se hace desde la cercanía, desde la entrevista privada, la conversación íntima. Eso lo hace atractiva pero también difícil. En la conversación recogemos la impotencia, la frustración, reconocemos la humildad de tantas personas sentadas frente al cristal de un túmulo. Reconozco que no soy de hierro, no soy una persona dura, precisamente por eso reconozco el valor de la pastoral en los tanatorios. En el diálogo, sea más largo o corto, la distancia y la desafección no son posibles. Una espiritualidad de la ternura pide cercanía, ponernos en el lugar del que sufre, guardarle respeto •