1 minute read

Un rosetón `con escolta´, en Algorta

En 1883 María Rosa Rogelia Cortina y Aldecoa, una acaudalada vecina de Getxo, dejaba en su testamento 300.000 reales para la construcción y do tación de un convento trinitario en Algorta, a mitad de camino entre las parroquias de San Nicolás y Andra Mari.

La cifra era en aquellos tiempos una verda dera fortuna, y con algún dinero más que aportó la orden trinitaria permitió cons truir un magnífico edificio neogótico dise ñado por el arquitecto José María Basterra, un experto en arquitectura religiosa (de hecho, fue arquitecto diocesano durante muchos años).

Inaugurado en 1890, fue destruido por un incendio en 1926. Pero rápidamente fue construido uno nuevo, esta vez siguiendo planos de Pedro Guimón. Terminado en 1927 es el que, con algunas variaciones (ampliación del coro en 19631967), aún hoy podemos ver. Un templo neorrománico, pero con la particularidad de tener una planta de cruz griega, en lugar de la habitual basilical, alargada.

Un rosetón sobre la entrada principal

Podríamos extendernos sobre su decoración pictórica, obra de Aranoa, o sobre su mobiliario... Pero lo que ahora nos interesa es su rosetón. Se sitúa sobre su entrada principal, pero no a los pies. Porque el templo se “bloquea” allí por el antiguo seminario con el que contaba el convento. Así que hubo que abrir la portada en el extremo de uno de sus brazos, el del lado Oeste.

Este rosetón dibuja una flor de nueve pétalos rellenos de formas geométricas con predominio de los colores habituales en las vidrieras de la época: azules y rojos. No hay figuras, sólo formas, color... luz y silencio. La esencia de un rosetón.

Pero este templo de la Santísima Trinidad presenta una particularidad. Su rosetón central está escoltado por dos rosetones menores abiertos a sus lados. Dos óculos que repiten colores, aunque el diseño esta vez se simplificada a cuatro lóbulos o, si lo preferimos, a una sencilla cruz.

Un caso verdaderamente singular •

This article is from: