La
JOYA
/!,ntrí' tus que han compar11ao ,:,ut•stros 0Ja11c.,. <i,·argcs de La Fo11rh11rriiJrc, fr11nCl's, .�e /111 carac lai:allo por su 1•i1·acidall lit espíritu. De .ws //bro.� rc.cnrdamos ·· t\11 lt'mps pour ft.•s crosses'', "Balt�·s s<,ns rés11//at", "Cent /Jlag11cs", "Chercha la f,•m me", •� Le cTiabfr tlans li! bén.i/. e,·,. ºLes mCdicins matgré nous il , ult.1S ofrs du Ca11ilole", "La pro· chaine dt·rniCrr'>, "\1;1,e rArméc", "la machinc ti galopcr" y "Amours ... toujaurs". De esta 1illima abra lrad11cimos, en primera ,·ersión, uno de sus cuentos.
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L título de un artículo, en el diario, atrae E mi atención: "La .mujer que los hombres no aman ... "
1899
Este anuncio me incita de manera i.rrzsist1ble, pues yo siempre trato de instruirme. L�o el texto: "La mujer que los hC1:nbres no aman es la que sufre de los pies ... " Me han atrapado. Trátase sólo de una pro paganda en favor de ci!'rto pclvo maravilloso para curar juanetes y otras pedestres p.rotube1·ancias ... Pero en lugar de sentirme ofend,i do, como sucede casi sie.rr.pre en casos s�mejan tes (los redactores de publicidad comercial deberían pensar en el es'.ado de ánimo del su je . to qu� jamás llegará a comprador porque ha sido engañado como lector), en lugar de ofen :lerme, digo, he quedado como entancadc, no ·ya por la n�uestra d,e ingenio publicitario, sino por la fórmula sintética que supera, en agu deza y ·profundidad dé? observai::íón, todas las nove las de psicología femenina escritas por Paul Bourget y sus discípulos. Es la verdad, la terrible verdad: Les hombres no aman a una mujer que rnfre de los pies. En tal pensamiento se encierra toda la expli cacién del fracaso amoroso. El amor es una planta frágil; si queréis que dure, cuidaos la planta de -lc,s pies. Este consejo parece no ,tener nada de poético. No ob,tante, un verso conocido de un gran poz ta lírico dice, más o menos, así: ·'Al des::ubrir el pie, J.a pierna se adivina ..." Dicho vers o explka icórño nace el amor. Veremos cómo muere. En nmstra época <le revelaciones, no es ya necesario adi vinar o imaginar la pierna. Tanto mejer para los afic:onados que, en nuestros días, no pueden apreciar la belleza de la mujer por el rosh·o. Esté, en la dél!l11 a moderna, es un pro ducto artificial, industrial, ecm. -puesto de carbón, cuerpos gra sos y colores quimlcos inofensivos. Imposible, pues, a menos que se proceda a un lavado profundo, prever las sorpresas ordinariamente descorazonado1·as que esperan con e-1 alba al buen hombre seducido por los espejismos de las noches triun fales. La pierna, en tanto, es sincera, y las mujeres no han ha llado aún la trampa para despistarla. Si no ocultan las pier nas .es porque tienen EUS ilusiones <:-On respecto a la armonía de ese c,riterio leal. Ahora bi:n; un hombre que se ha ilusionado con tal a1vno nía no tarda en advertir que la mujer tiene también pies y que ésto s- son, por así decirlo, un factor esencial de con!:or dancia y ,paz conyugal.
y el
ESTUCHE
1916 Por GEORGES DE LA FOUCHARDIERE