12 minute read
Aeronáutica Deportiva
J\ERONAUTICA DEPOR.TIVA
HACE poco!: díts tuve el placer de conversar con el veterano instructor e inspector de vue:o s'n motor, Sr. Claudio Dori, quien con la simpatía y sencillez que lo caracterizan me describ'ó detalladamente la hazaña que cumpliera en octubre del año pasado, al igual que el Sr. Scheidauer, otro avezado piloto de planead·ores, al unir el aeródromo del Aeroclub de Bariloche con el de Ensenada, en la hermana república de ,Chile, volando sobre las cumbres nevadas de los Andes con sendas máquinas sin mot.OI!'.
El señor Dori, que llevaba en Bariloche sólo una semana y había efectuado dos o tres vuelo!l �e estudio, utilizó un planeador Sky de la categona altove�ero, mientras el señor Heinz Scheidauer Jo acompañó con un planeador de tipo ala volante Horten construido en
Córdoba y denom:nado Urubú, con el que había experimentado durante dos meses en Bariloche. IEl ala Horten es un tipo de aerodino func:onal, es decir con el menor número posib!e de elementos no indispensables para el vuelo.
Este Jaje modelo que es biplaza ;¡ planeador, no tiene cola ni más que el necesario para alojar a dos pilotos. Los ccmandos fus:estan comb:nados mecánicamente de modo que los alerones, que entonces toman el nombre de elevones, tamb:én actúan como timones de pro(undidad. El timón de dirección está reemplazado por una aleta eclipsable o freno en cada pun'.a de ala y accionado pc.1· los pedales.
El manejo es prácticamente convencional. Ya se han fabricado varios modelos en el país. La permanencia de los dos pi'otos en Bariloche obedecía a una misión de estudios meteorológicos para determinar las condicione� de los vientos de la región y otros factores de utilidad para la aeronavegación. Jndudablemente, el cruce del macizo andino era una idea antigua, pe1'o se confiaba más en la posibilidad de lograrlo aprovechando corrientes dinámicas (es decir las corrientes ascendentes provo-
POR JO SE MANUEL
ROCA
Claudio Dori.
cada:i por el viento al chocar contra accidente:; orográficos) que en la!l ascendentes térmicas que permitieron esto vuelo. No obstante, al encontrar buenas oportunidades no las desperdiciaron y decidieron cruzar a Chile. Los corrientes ascendentes llamadas térm:cas tienen su or'gen en el desigual calentamiento de la superficie terrestre por los rayos solares. Este calentamiento es mayor donde la tiena �e muestra más obscura y menor sobre las partes más claras. Así, un campo arado absorbe más calor que un trigal maduro; en consecuencia, el aire se calienta más sobre el trigal mientras brilla el sol. y de noche, sobre el campo arado. Estas desigualdadades de temperatura del. airo dan lugar a térmicas, debido a que las m a s a s relativamente má!: calientes sor más Hviana� y suben mientras las más frías bajan. Lot. planeadores cuentan con inst r u m o nt-cs bastante · sensibles que acusan esta!l corrientes vertica1es. V o 1 a n do en círiulos dent.1-o de una ascendencia do suficiente velocidad ascensional so llega 11 alturas bastante cons:derables. Como las térmicas llevan cierto porcentaje de humedad, siempre están coronada� po,· una nube "cúmulut.". Previas obsc,rvac¡o. nes meteorológicas y algunos vuelos de sondeo, se decidió esperar el momento opor-
tuno pare. ganar, a partir del remolque, la llegar a altura inicial que permiti�ra los cerros donde se buscanan las condiciones más convenientes. El señor Scheidaucr hizo un intento el 27 de octubre, pero las formaciones de nubes cambiaron y hubo de volver al punto de partida. Tre:: días después. el señor Dori fué remolcado p:>r avión a 300 metros de altura, donde encontró corrien'.es térmicas que le permitían ascender a un rég'men de 4 a 4,5 metros por segundo. Pr<mto comenzó a sob,revolar la dudad de Bariloche, que está a unos 12 kilómetros al oeste del aeródromo del acrcclub local, hasta llegar a las cercan:as del cerro Otto.
La ascendencia llegó a ser de 6 metros por segundo y, en parles, sumamcn'.e arri:chada. Cuenta el piloto del Sky que todavía sobre Bari!cche, un cóndc,r le hacía compañia en el ascenso, pero, debido a las diferencias de peso. tamaño y técnicas, el planeador d!'lba un viraje cuando el cóndor comp'etaba des. Por esa razón no íué posible coordinar un correcto vuelo en "escuadrilla" y en dete,·m'nado momento "el calvo morador de In montaña" se puso delante del p!aneador. El señor Dori inclinó su máquina a la izquierda para que el cóndor pudiera pasar por debajo de su ala derecha ,Y éste, ante el peligro, abr;ó cerno dedos las p!umas de los extremos de sus alas y en actitud de evidente sobresalto llevó las garras abiertas hacia adelante como si tratara de frenar sobre el sucio y se dejó caer unos cuantos metros. Fué un gran cspcctácu'o con un wlo test:go a muy poca distancia. A par�ir Je ese momento no vclvió a aparecer por allí. Ante el ya aparente éxito del señor Dori, decoló también el Sr. Scheidnuer con el aJn Urubú. Volaron mante:n'cndo entre si una dis'.ancia de 200 metK:s, comunicndos por radio con el ae-
Rumbo a la meta chilena.
ród,-omo y se dirigieron hacia el cerro Catedral en busca de apoyo o·ográfic0 (corr:entes dinámicas), que no encentraron. Después de pasar a bar!o,·enlo de este cerro o sea del lado es'.c -<?! \'iento era nordeste- y ante la inseguridad de cumpl'r el inten�o. ,¡:ensaron iniciar el regreso. pero entonces lograren ascender más siempre gracias a térmicas sobre las canchas de esqui. Cada vez que encontraban una térmica se "enroscaban" en virajes tan cerrados como fuera necesar:o hasta ganar el máximo pcsib'e de altura. Desde las blancas laderas del Tronador s'guieron hacia el cerro López. cerca del cual encontraron otra buena térmica que les permitió c,-uz'.!r el brazo
Itinerario de la Hazaña
Tristeza del Lago Nahuel Huapí y saltar a las inmediaciones del cerro Capilla. También alli encontraTOn térmicas, con las que alcanzaron 2500 metros con respecl-0 a la p:sta de Bariloch<:. Con esa altura siguieron hacia el Tronador. adonde Jlegarnn a 3600 metros sobre el nivel del mar. Fué entonces cuando el ala volante enfiló al oeste por sobre los picos. El señor Dori pensaba pasar con el Sky 12 kilómetros más al norte, por un claro o de�filadero menos alto, y considerando la posibilidad de un ntorriznje en Peúlla, de ser ello necesario. El ala, en cnmb:o, cruzaba sobre una zona totnlmcnte inhóspita donde un aterrizaje no era aconsejable por tra· tarse de lugares no transitados. Pero su piloto ya conocía las posibilidades de la rula por habe-rln estudiado ante::.
o $ to J\ ,. l)
ESCAl,,1 E,r KILO,'ftTROS
La lín!!a cortada indica la rttta seguida por Dori: la de puntas. el rumbo de Sclieidcmer.
En el reino de los ci;ndores.
La decisión del rnñor Scheidauer provocó inquietud en el señor Dori que no conocía el lugar. Debe tenerse en cuenta que en la cordillera la naturaleza hizo todo a escala gigantesca. Las piedras que se ven sobre los cerros a menudo t'enen de 30 a 100 mevros de diámetro. A veces se ve una montaña al írente, aparen'.emente cerca, pero que dista 20 kilómetros o más. El cerro Catedral, pcr ejemplo, no es un simple pico, como se indica en los mapas, sino una verdadera muralla -peñascosa de más de 15 ,kilómetros de norto a sur.
Él ala cruzó casi arectamente desde el Tronador hasta Ensenada por el sur del lago de Todos los Santos, mientras el Sky se dirigía a Peúlla suponiendo que la Urubú so encontraría allí. De Peúlla, con 3500 metros de áltura. sigu'ó hacia el sur del cerro Techado y enfiló hacia el cer•ro Puntiagudo bordeando el lago de Todos los Santos por el norte. En esa etapa y hasta el final vo'ó s'em_pre por sobre el techo, o sea, pcr encima de las nubes más bajas. entre las que podía ver el terreno. Después de saludar al volcán Oso�no siguió hacia el Oréano Pacífico sobre el extremo este del gran lago Ll!rnquihué con la in:enc:ón de llega•r a Puefto Montt guiándose por el volcán Calbuco, de 16.40 metros. Al sobrevolar Ensenada vió que el ala volante había aterr'zado allí. Mientras el viento sur estropeaba gradualmente las condiciones cPmáticas, ent'.·e los copos suaves , v desgarrados de fondo el Océano las nubes se veía al Pacífico, abajo bosques y ríos y a la derecha el agua del enorme Llanquihué. El inventa•rio de la situac'ón ponía en duda la pos'.bi1idad de llegar a Puerto Montt, o
Dori, Scheidm,2r y otros e:t'p€rtos. <tiS ° C E� T R :\ L
!:ea al Aeroclub La Paloma, con altura suficiente No recordaba entonces la tase m'litar de Chamiza, adonde hubiera podido llegar. En esa situación decidió volve: sobre sus pasos Y ate, rr;za1· en Ensenada, cerca del Llanquihué. Con la alegda del reencuentro con el ccmpañero y de la misión cumplida, saludó a los chilenos con gra• ciosas maniobras de acrobacia y aterrizó en el país hermano tres intensas ho-:-as y 25 minutos después de dejar la pista de Bariloche, que dista algo más de 120 kilómetros, de los que 100 corresponden a teneno muy montsñoso, ya que se t-rata de incontables p·cos con nieves eternas. •El mismo día. los dos aviones de remolque no encontraron las condiciones necesarias para cruzar el macizo y acompañar a los planeadores. Después llovió incensantemente du• rante cat-crce días. En uno de el1os, los aviones consiguieron cruzar. Con semejante humedad, los planeadores. que estuvieron a la intemperie en Ensenada. sufrieron algunos daños en el entela· do. Ello deb'ó repararse con medios improvisados. hasta que se dirigieron a Chamiza en vuelo remolcado. Allí comp'etaron las reparaciones y J,os trámites de documentación pa1'a posteriormente inicia,- el remolque de regreso, pasando sobre Ensena:la y siguiendo casi la misma ruta hasb cerca del cerro Catedral, desde donde s:guieron en vuelo librado hasta Bariloche. Sobre la zona chilena volaban sobre las nubes bajas y a menudo los picos se asomaban por sobre el colchón blanco como atisbando a los intrusos. Del lado argentino el cielo estaba complet . amente despejado.
En ausencia de antecedentes. el cruce de la cordillera a remolque de aviones de ese LÍ:JJO es casi tan meritorio como el cruce hacia Chile con los planeadores.
Cabe epilogar el relato con una aclaración. Desde que se concció la noticia, gente del aire y profanos dimos nuestras opiniones o expusimos nuestros comentarios.
En .el ,amb:ente aeronáutico en general, la hazaña confirma las bien conocidas condiciones de deportistas y de pilotos de los dos hombres. Para los choferes de aviones ( no todos merecen el nombre de pilo'.os) que todavía miran a los planeadores como endebles barriletes. juguetes del viento, ésta ha sido una lección bastante provechosa.
Para los volovelistas, la not:cia constituyó una ve1·dadera fiesta, y si b'en una prueba de esta naturaleza depende en parte del íactor suerte en cuanto a la localización de las corrientes favorables, sigo sosteniendo que cada hombre tiene la suerte que se merece, y quienes, como los señores Dori y S::he:dauer, se han tomado tan en serio la cienc:a y el arte de volar, son precisamente los indicados para lograT estos triunfes. El éxito no saca a nadie de la cama.
Entre los profanos, la noticia causó ciert-0 interés por lo e::pectacular. /No falta quien atribuya el éxito a la casualidad y abundan los que hablan de la valentía suicida que S3 necesita para meterse en la cordilleTa sin motor. No pretendo convencer a estos últimos de Jo contrario en cuanto a valentía pero Jo de suicida e�á de más. El cruce se inició con la altura necesaria para llegar a lugares de aterrizaje de emergencia dentro de la zona montañosa; se estudió la ruta de antemano para saber todo lo necesario en caso de un descenso antes de tiempo, y, si bien se trat.9. de una verdadera hazaña, és:a pareciera no serlo cuando se oye el re1ato sencillo y desapasionado de labios del señor Dcri. Sólo se emociona al tratar de describi-r lo indescriptible, la majestuos3 y aterradora belleza n:itural de las montañas nevadas que vencieron, y al recordar la tragicómica frenada del cóndor. Ha llegado la hora de que el hombre de la calle se entere de la importancia de la c'encia aeronáutica y sepa que ni los aviones ni los p'aneadores "se caen" o se "precipitan" como dice la c1·ónica periodísti: a Les accidentes se deben en casi un lOÓ % de los casos a negligencia y al exce::o de confianza en lo que no se debe coní:ar: la improvisaúón. Discutiendo det'1L!e:; de L'.1 travesfa.
Una línea comercial acaba de cump!ir 25.000 cruces de la cordilJera por Mendoza; otra, a dos meses de la inaugun,c'ón de su l'uta polar, h a b i a
O¡;eración de remolque. briinsportado más de mil pasajeros sobre el Artico; el año pasado salieron del terr:tori0 de los Estados Unidos de Norteamérk a 45 en av'ones no mi millones de pe-son as 1itares; en fin, si bien el vo'umen ex'.raordinario del tránsito aéreo no tiene derecho a causar accidentes. bien justif'e!I los mu,v pocos que <::curren y que muchas veres se publican en términos sensacionalistas e improp:os. Un periód'co de esta capital, hac'endo alarde de igno·ancia en la ma'eria, conv'rtió tres aterrizajes forzosos sin v'ctimas, ocurridos en un dír. do temporal del año pasado, en cinco acridenle� ante los ojos del Jecto1·. Indudablemente la propaganda no nos favorece, pNo la aercnáatica !.iguc abriendo rutas y cosechando triunfos en p�ovecho propio y de la human'dad.
José A. González Capurrn Ricardo C. Faget
CAMBIOS
Deslizándose sobre las altcLs cumbres.
COLON 1482 (Ese. 7) Tcl!l: 95460 - 95408 - 96454
Importadores CORDOBA 2424
BUENOS AIRES
Hilanderíay Fábrica de Tejidos "ADROGUE" MEXICO 1255
BUENOS AIRES