MIS REDACCIONES
GUILLEM
TÍTULO: LA CENICIENTA En palacio se oyó un ruido retumbante, eran las vibraciones de las campanas de palacio; de bronce con incrustación de oro realzaban un campanario, blanco roto, Cenicienta salió del baile, pero eran las doce y el hechizo se veía desvanecido. Al darse cuenta de que el príncipe se acercaba, se escondió entre los arbustos y el príncipe ordenó su búsqueda por doquier: - Que no haya rincón en el reino sin examinar. Cenicienta no sabía qué hacer, su casa quedaba demasiado lejos para ir andando, entonces en sus pies se encontraba un grupo de diminutos humanoides azules que iban cantando: / NA,NAA, NANANANAA,NA, NA, NA,NA, NAAA / Ella preguntó quienes eran, y ellos respondieron cantando: / NA, NA, NANANANAA, somos los PITUFOS / -¿Estás triste?- preguntó el más pequeño. - Sí, un poco, mi casa queda demasiado lejos y no sé cómo llegar. - ¡Pues ven con nosotros! -propusieron. - No os quiero molestar… - Ya está dicho, bien, pues síguenos. Le llevaron a un agujero detrás de palacio, y al entrar Cenicienta se sobresaltó al ver toda una aldea de Pitufos, justo debajo de palacio. Al cabo de unos días volvió a casa con la ayuda de los pitufos. FIN
LAS NAVIDADES DE MISHA Esta es la historia de mis Navidades 2013-2014 (mis primeras Navidades). He estado muy sola la verdad. Empezó como un día cualquiera, viernes por la tarde, y los niños ni la madre no volvieron, eso quería decir que estaban con su padre. Tanía mucha hambre y por desgracia no me quedaba comida, y el agua sabía a cloro. Me fui a dormir, esperando que al día siguiente me despertase el ruido del pienso cayendo en el cuenco. Me desperté y la casa estaba en silencio. Intuía que nadie había llegado. Realice mis estiramientos matinales junto a un mew, y con la pata derecha le di un golpe a mi pelotita con cascabel, por muy pequeño que fuera el ruido se oyó por todo el piso. Al cabo de un rato oí el ruido de la cerradura girar con un ruido crrr… crrr… La puerta se abrió, y la silueta que entró parecía ser una mujer. Era mi ama, ella tenía sueño y yo hambre, fui hacia ella muy cariñosamente, y mientras me auto acariciaba con su pierna realizaba maullidos de tristeza. Ella ni se inmutó y fue derecha a la cama. Tenía demasiada hambre y tuve que hacerlo. Clavé la mirada en el árbol de navidad y sin pensármelo dos veces, me abalance sobre él haciéndole caer y destruyendo algunos adornos (por desgracia). El ama se despertó, y me castigó por mis actos, pero con comida y ese era mi propósito. Pasaron días y días… Hubo un mañana, que los niños se despertaron demasiado temprano, pero la madre los obligó a dormir. Más tarde, todos juntos estaban en el pasillo nerviosos, había pies moviéndose de aquí para allá, y yo estaba allí en medio de todo el dilema sorprendida. Al fin se callaron y cesaron los pies de los niños. Entraron en el comedor, y seguidamente cerraron la puerta de un golpe seco. Pasó un buen rato, yo estaba deambulando por el pasillo, y se oyeron gritos de alegría y felicidad. Estaba ansiosa por entrar, después de saltar y saltar logré abrir la puerta. No se dieron cuenta de mi presencia, había montañas de regalos, y cuando me acerqué a los dulces, me echaron de la habitación.
Estaba triste, nunca me habían tratado tan mal. Pero no fue todo tristeza, sino que después del nerviosismo de los niños, pasamos jugando mucho rato. Y varios de los regalos que formaban esas montañas, eran para mí. ELIGE TU PROPIA AVENTURA Página 1 Markel está en el hospital porque… Hace una semana más o menos, fuimos al monte …………………., junto con Carlos, Adrián, Markel, Sergio, Juan y Daniel. Mientras subíamos, siguiendo las señalizaciones para no perdernos, nos dimos cuenta de que Markel es de las personas más lentas del mundo, y siempre si mirábamos atrás lo veíamos el último. Al cabo de rato, nos giramos para poder intentar ver por dónde iba Markel, pero no lo veíamos. Queríamos con todas nuestras fuerzas, ver su silueta en la distancia, y esperamos pero no apareció. Notábamos que el mundo se nos echaba encima, lo invitamos y además lo perdemos. El Sol ya no iluminaba tanto y decidimos acampar, por el bosque. Cuando la oscuridad y el silencio se apodero de la montaña, encendimos un fuego, y cada uno deseábamos encontrar a nuestro amigo al día siguiente. VE A AL PAGINA 2-3 Página 2-3 Al despertarnos, nos sorprendió ver a un mendigo observándonos, o eso parecía. Le preguntamos quien era y que hacía inspeccionándonos. El respondió: -Estoy perdido, mi padre ha desaparecido. -Nuestro amigo, también ha desaparecido, era el último y al girarnos ya no estaba. -Los podemos buscar juntos. –Propuso el desconocido. –Perdón mi mala educación, soy Alex. -No creo que podamos hacer mucho nosotros que somos unos niños, pero lo intentaremos. Si y nosotros somos: el Carlos, el Adrián, el Sergio y los gemelos Juan y Daniel. Después de almorzar con las pocas sobras que nos quedaron de la cena, decidimos ir la busca de Markel y del padre del chico. Nos dirigimos hacía un bosque que estaba al pie de la montaña. Por el camino, el chico nos iba contando anécdotas que él y su padre habían vivido. Entre ellas mi favorita era: Se perdieron por las afueras de un pueblo pequeñito de África. No tenían brújula, ni comida, ni ningún utensilio que les sirviera, para marcar la vida de la muerte. Y utilizaron todo lo que la naturaleza les ofrecía… Al momento llegamos, pero el bosque no parecía gran cosa, solo habían unos árboles y arbustos pequeños (más o menos). A medida que nos adentrábamos la humedad ascendía y ante nuestros ojos se empezaba a crear una mini selva, con abundante/exuberante vegetación y gran variedad de bichos y insectos. El bosque parecía ser eterno, empezamos a tener hambre, y una blanca niebla nos disminuía la vista a unos pocos metros. Seguimos adelante, oímos un ruido que se acercaba lentamente, por detrás, empezamos a correr sin pensar lo que habría delante nuestro. Paramos rendidos en un pequeño claro circular, dónde no había niebla, no se oía el ruido y en el centro se encontraba una pequeña casa con la ventana abierta y la cortina al descubierto, siendo empujada por el viento. Empezó a soplar un viento muy fuerte en torno a la casa, al rato se oyó la cortina rompiéndose/desprendiéndose. La cortina salió despedida en el aire, más tarde se dirigió como una flecha hacía nosotros, y como más cerca parecía más grande, y más, y más… VE A LA PAGINA 4-6 O A LA PAGINA 5 Página 4-6 Nos pareció que la cortina pasó a través de nosotros, pero eso no podía ser posible. Y para aumentar más la locura, nos pareció ver por unos instantes un rostro de ojos brillantes; al momento desapareció en la penumbra de la sala. Nos queríamos acercar,
pero todos estaban apartados del miedo, así que yo era el único “voluntario“ (me obligaron) para ir. VE A LA PAGINA 7-8 Página 5 La cortina fue directa a la cabeza de Carlos, y se le echó encima. Mientras se lo quitaba de la cara, yo me sentía atraído por la casa, pero a la vez tenía miedo de ir. Pero en el momento que estaba más indeciso, una fuerza me tiraba y cuando ya no podía más fui sin lo que habría dentro. A medida que me acercaba podía reconocer en la puerta y en las paredes de madera una gran cantidad de carcoma. Sujeté el pomo de lo que quedaba de puerta y mientras lo giraba se oía el ruido de la madera rompiéndose/descomponiéndose, y la verdad no estaba muy seguro de entrar. Reuniendo toda mi valentía entre, y allí no se encontraba ni a Markel ni el padre del pobre chico, pero habían viejos muebles, en uno reposaba una linterna. Dudaba en cogerla, pero ¿Por qué no? La cogí y el polvo acumulado en la casa empezó a caer. Salí lo más rápido que pude y tuve suerte porque los cimientos de la casa se derrumbaron delante de mis ojos. Les enseñe a todos la misteriosa linterna, encendieron delante de mí y no funcionaba. Al caer la noche, yo seguía examinando la misteriosa linterna, miraba de encenderla una y otra vez pero no parecía que los electrones interactuaran por su interior para crear aunque fuera una mísera existencia de luz. Me pasé un buen rato y casi al darme por vencido me di cuenta de qué al enfocar hacia el suelo se podían distinguir unas marcas fluorescentes que brillaban con gran intensidad. Avisé a los demás, y decidimos seguir las misteriosas manchas del suelo. Estuvimos un buen rato andando hasta llegar delante del pie de un barranco pedregoso imposible de escalar i la única salida era volver por los mismos pasos que habían venido. El niño perdido fue directo a la pared del barranco i empezó a golpear y llorar, entonces paró y traspasó la pared. Nos quedamos perplejos. Nos pareció que se abría una puerta y nos escondimos a la sombra de un árbol, para ver que salía de su interior. No pasaba nada y entramos muy sigilosamente, Vimos a todos los desaparecidos: Markel, el chico y su padre. Intentamos desatarles pero los nudos eran muy fuertes. Al conseguir liberarlos de las apretadas cuerdas, exclamaron a unísono:¡¡¡VAMONOS!!! Salimos y se escuchó cómo el supuesto barranco se cerraba. De nuevo una espesa neblina se creó ante nosotros y pensamos que nuestra pérdida se repetiría, pero en unos minutos salimos. Nos explicaron que un ruido les atrajo, y en ese instante Markel se desmayó, y dicen que quedó en shock por la aventura vivida. FIN Página 7-8 Intenté recoger el suficiente coraje de la poca energía que me quedaba, u muy atemorizado, me dirigía a la puerta de la “alegre/pintoresca casa”. Por dentro me estaba muriendo del miedo. Abrí la puerta, que no parecía cerrada. Entre involuntariamente, al pisar el viejo suelo de madera, chirriaba y parecía que se rompería. Pensaba en terminar la inspección y decir que no había nadie, pero teníamos que encontrar a Markel. Miré de lado a lado y... Cuando volví la mirada recta me pareció que todos los cuadros me miraban fijamente. Me asusté (mucho), pero vi una puertecita y supe lo que tenía que hacer. No la puede abrir, y como me quería ir lo más rápido pasible de la casa tiré abajo la puertecita. Dentro pude ver las caras hambrientas y llenas de hollín, de nuestros amigos. Les ayude a salir, salimos de la casa y sin preguntarles como habían llegado allí, les hice correr a todo el grupo para alejarnos de esa casa. Al volver a la ruta señalizada, Markel se desmayó de las pocas fuerzas que le quedaban. FIN CUENTO Esta es la historia de un viajero. Tal personaje, se podría decir que es el centro de nuestra atención en este relato. El viajero quiere conseguir un tesoro, pero no sabe cuál…
Axel es viajero, y vende sus pertenencias u objetos que encuentra, para ganarse la vida. Sin más que un burro y un carruaje casi descuartizado, que apenas podía con su peso, Axel recorría el continente. Hizo un viaje a Londres, donde sus beneficios incrementaron extraordinariamente. Delante de la gente es todo un caballero, así en Londres podía convencer fácilmente a la gente refinada. En su segunda semana se celebró la fiesta de la Corona, y miles de ingleses salían a las abarrotadas calles. Axel veía sujetos que parecían de gran riqueza, y su impulso de vendedor quería atraerlos. Se fijó especialmente en una joven y bella doncella, vestida con un vestido blanco que resaltaba sus curvas, y se abría pareciendo una campana blanca. También el vestido disponía de adornos de plata e irisados brillantes. La dama se fijó en el joven, que comparado con ella parecía un vagabundo. Axel, al ver que se acercaba, visualizó en su futuro una gran fortuna. Se quedó colapsado en sus pensamientos, y al darse cuenta, se estaba yendo hacía el resto de la festividad, porque Axel no le respondió por estar en trance. Pero no quería perder su oportunidad, corrió hacia ella y le pregunto: -Madame, ¿Le interesan algunos de mis objetos? -Hay algún objeto que ha llamado mi atención, ¿me lo puede mostrar más detalladamente? respondió ella. En realidad, no se fijó en nada, solo por darle algunas libras al muchacho, podía estar ojeando un rato. Al día siguiente, Axel no paraba de pensar en la dama del vestido blanco. Al vender a sus clientes, no estaba igual, en su mente solo había espacio para esa doncella. Y al ver pasar a cualquier chica con vestido blanco, sin punto de comparación con el de la dama, pero blanco, él pensaba que era la señorita del día anterior. Hasta el medio día que una doncella le dedicó una alegre sonrisa, que Axel se lo podía tomar como mil palabras, dejando al descubierto sus relucientes y blancos dientes. El joven se dio cuenta de que la señorita era muy bella, y al pensar un poco pudo distinguir que era la doncella del vestido blanco. Día tras día, alrededor de la misma hora la misma sonrisa de la misma dama, hacía que el viajero se alegrara para que llegara el día siguiente. Día tras día, sonrisa tras sonrisa, Axel sabía que algún día tendría que marcharse. Aunque no fuera muy lejos, pero tendría que irse. En el momento que ya no venían tantos clientes, el joven, sintió una gran tristeza en el fondo de su corazón. Entonces en esa misma mañana, sin ningún motivo, la bella doncella invitó a Axel a pasar unos días en su estancia. Al muchacho lleno de mugre por no haberse duchado en todo el tiempo que llevaba en Londres, se le puso el corazón a cien. Latiendo con fuerza, que podía sentir el latido por cualquier parte del cuerpo, pensaba el porqué le invitaba. Axel se puso colorado y realizó la pregunta: -¿Por qué? ¿Por qué alguien como tú, limpia, refinada, elegante… me invita a mí, a pasar unos días en su casa? No lo entiendo. - Pareces estar sucio, sé que no eres mala persona, y quiero que vengas a mi casa para que puedas dormir en condiciones y asearte. -Respondió la doncella, con un hilo de voz - Muchas gracias- Esas fueron las únicas palabras que Axel fue capaz de pronunciar. La dama llevó al joven a su casa (era enorme…), le invitó a pasar y le enseñó la que sería su habitación durante estos días. Axel cada rincón que miraba había riqueza, adornos de oro, miles de cuadros… Al irse a la cama pensó en la generosidad sin límite de la doncella. Por la mañana en el desayuno no intercambiaban ninguna palabra solo se oía el ruido de las criadas limpiando. Axel tenía mil cosas que decir, empezando por dar las gracias, pero pensó en qué había una cosa que no sabía: -¿Cómo te llamas?- La doncella no dijo ni palabra, hasta terminar su desayuno. - Me llamo Lizela, pero me llaman Lizel
- Yo me llamo Axel, no es tan bonito como el tuyo pero es un nombre. Se pasaron un buen rato hablando, explicándose anécdotas. Axel no sabía cómo se sentía la dama, se reía de sus historias, pero Axel nunca había estado tan feliz. Por la noche, el joven pensó en hacerle una carta: “Nunca he aprendido a escribir muy bien, ni a hacer poesía, por eso solo sé dedicarte unas palabras: El día en que te vi por primera vez, creía estar pensando en lo que podía ganar vendiéndote algo, pero en realidad, en el fondo de mi corazón se encendió una llama, un calor intenso que a cada día que me dedicabas tu sonrisa, crecía más intensamente. Tú has acaparado mis pensamientos durante este tiempo, no podía dormir, solo podía pensar en ti. Nunca he sentido algo igual, no sé si es bueno o es malo, empiezo a pensar que es amor, pero nunca he podido sentir esa sensación. No sé lo qué sientes tú, me has invitado porque tú sentiste lo mismo o solo has visto a un pobre chico sucio de la calle (con buenos modales) y has dejado que pasé unos días en tu morada. Aún no me lo puedo creer, pero por suerte estos días al menos he podido estar contigo… ” Axel siguió con la carta de la doncella, pero un ruido llamó su atención, la voz de un hombre, era grave, se podía oír por toda la casa. Se le oyó gritar, y la doncella lloraba. Más tarde se cerró la puerta de un golpe seco y retumbante por toda la casa. Axel bajó a ver qué había sucedido, la doncella sollozando le dijo que su marido había pensado algo diferente entre ellos dos. Al joven se le hizo un nudo en el estomago y sintió un vacío en su interior. Axel propuso irse y la dama gesticuló una señal afirmativa. Axel se fue, nunca llegó a darle la carta o eso piensa. Esa carta reposa debajo del objeto que el chico le vendió el primer día que se conocieron. Axel encontró su tesoro, el amor, pero lo bueno no dura para siempre. ANUNCIOS John es un niño sucio, desordenado y a saber que más cosas es. Se despierta cada mañana en su habitación, (que hasta podría criar mugre dentro). Con los pocos rayos de luz que se dan paso entre los posters y suciedad de la ventana, podía ver mínimamente, para parar el despertador y encender la pésima bombilla que se alza sobre su cabeza, dando una luz tenue. Se cambia de ropa, pantalones agujereados, no porque fueran así, sino de lo viejos que eran o estaban gastados, camiseta sucia y arrugada, y los calzoncillos parecen usados en otras ocasiones. No se prepara la mochila, solo la coge con lo que haya dentro. Sale a saludar a sus padres, que en cambio son limpios, ordenados y educados, parecen todo lo contrario padres e hijo. John les dice los buenos días, coge un Sprite de la nevera y se marcha. Alex, no muy lejos, también se despierta, pero su habitación esta ordenada y muy limpia. De un color azul eléctrico contrastado con un blanco brillante, sin ninguna mancha ni suciedad ni polvo… Por su ventana entra luz natural, sin necesidad de utilizar la electricidad, Alex presiona el mecanismo del despertador, que hace que el objeto pare de producir un sonido un poco molesto, que a la mayoría de gente le despierta. Se muda de ropa, se pone una camisa y unos tejanos planchados y muy limpios. Se hace la cama, muy perfeccionada, porque no queda arruga alguna. Se prepara los libros necesarios para el día y sale de la habitación dejándola ordenada. Saluda a sus padres, horribles, sucios, desordenados… Alex coge un Sprite y se marcha. Pensaréis que es toda una ironía, lo puede ser, pero entre los dos chicos hay una cosa que les une, el SPRITE
POEMA A medio camino de la cura de mi enfermedad, que no me permitía salir de la cama. Pensé que podía ser un buen tiempo para encontrar inspiración. Pero solo estaba en mi cama, en mi piso solitario y sin ninguna inspiración, porque no veía mundo, hasta que un día... Me atreví a mirar a través de mi ventana. Vi a una joven niña, tendida sobre la cama, sin moverse. Me extrañó porque era una niña y no actuaba como tal: no jugaba, no salía de su habitación... Me fijé que en su falda, reposaba un gran atlas. Que con su dedo índice trazaba recorridos entre los mares, imaginando con los ojos cerrados los paisajes que podría contemplar. La miraba día tras día, era el centro de mi entretenimiento. Ella me trajo la inspiración en los días de mi enfermedad. Conseguí hacer varias obras de las que me sentí muy orgulloso. Por primera vez estaba mirando su atlas demasiado temprano. Tenía un vestido blanco, con el gigantesco libro encima. En vez de su dedo una lágrima recorría los mares de hemisferio a hemisferio. Note un sudor frío por el cuerpo, y una extraña sensación recorrió mi mente. Sería mejor dormir. Al día siguiente me desperté con un temor indescriptible y a la vez ausente. No sabía lo que ocurría. Al tranquilizarme, me volví a la ventana para observar a la bella niña. Las cortinas estaban tapando su interior. Cuando, una brisa de viento reveló lo que había en su interior. No había nada, ni nadie...