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FUTURO
LA FAUNA ACTUAL, RECONSTRUIDA POR E.T. DEL FUTURO PaleontologíaalienígenaImagina que dentro de millones de años, los extraterrestres llegan a la Tierra e intentan reconstruir las especies actuales a partir de sus fósiles. ¿Dibujarían a los simios, elefantes o aves tal como son? Dos paleoartistas han aceptado el reto de ponerse en la piel de un E.T. y este es el resultado.
Por ERNESTO CARMENA
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VACA
A juzgar por su osamenta, la hembra de Bos taurus debería ser para un paleontólogo extraterrestre un grácil herbívoro capaz de correr a grandes velocidades para escapar de sus enemigos depredadores.
BUITRE
La reconstrucción de este buitre leonado, Gyps fulvus, recuerda a las antiguas representaciones de los reptiles voladores prehistóricos, como la de los pterosaurios, sin pelo ni plumas en las alas.
C. M. KOSEMEN
ELEFANTE
En vez de trompa, los paleoartistas suponen que los E.T. pensarían que el enorme proboscídeo tiene una especie de saco hinchable en el área nasal. S eguro que alguna vez te has preguntado si los verdaderos dinosaurios eran como los han imaginado los paleontólogos en las ilustraciones o en el cine. ¿Cuánto hay de especulación en las recreaciones de los animales extinguidos? ¿Cuánto de rigor y de acierto? ¿Cuánto de error garrafal? Ahora tenemos la imagen del Tyrannosaurus rex hasta en la sopa, pero, si pudiéramos viajar al Cretácico y nos topáramos con uno de verdad, ¿sabríamos reconocerlo? ¿Y si los científicos hubieran metido la pata?
Imaginemos que paleontólogos alienígenas visitan la Tierra en busca de fósiles. Han pasado millones de años desde que la civilización humana y casi todos los animales del planeta fueran destruidos en una terrible guerra intergaláctica. A partir de los huesos, intentan reconstruir la fauna de nuestra época: vacas, elefantes, pájaros, monos... ¿Cuál sería el resultado?
Seguramente fantástico desde el punto de vista visual, pero quizá no demasiado riguroso. Estos científicos y artistas extraterrestres son muy avanzados, pero sencillamente no disponen de la información necesaria sobre el modo de vida y el aspecto real de los animales. Víctimas, además, de sus propios vicios y modas, acaban cayendo en algunos errores.
Por ejemplo, pensemos que de un hipopótamo solo encuentran un cráneo fosilizado, con sus amenazadores col- J
Podrían pensar que el hipopótamo es un depredador y no un herbívoro
GATO Mortífero depredador con hileras de escamas cubriendo su elegante cráneo. Nada de bigotes, pero sí una cresta al estilo de los dinosaurios.
LO MÁS DIFÍCIL DE REPRESENTAR ES LA PIEL, YA QUE CASI NUNCA LLEGA A FOSILIZARSE
J millos. Pensarían que se trataba de un superdepredador, el más peligroso de su época. La poderosa quijada y los impresionantes dientes lo atestiguan. Al desconocerlo todo sobre su piel, grasa y otros tejidos blandos, prefirieron ser fieles al cráneo y remarcar todas y cada una de sus curiosas protuberancias.
Otro caso: trabajando en el esqueleto fósil de un babuino, nuestros visitantes del espacio se dan cuenta de que sus grandes colmillos están recorridos por canales, algo característico de los animales venenosos. Deducen, por tanto, que estos primates inyectaban toxinas a sus presas. Y como no conocen su pelo, ni orejas ni labios, lo pintan estilizado, huesudo y terrorífico.
Esas y otras ilustraciones de animales actuales, reconstruidos con las limitaciones y vicios de quienes se basan en fósiles, son las que acompañan este artículo. Pertenecen al libro All Yesterdays (Todos los ayeres), cuyos autores son el paleontólogo Darren Naish y los paleoartistas C.M. Kosemen, John Conway y Scott Hartman.
La obra está cargada de nuevas ideas que desafían nuestra forma de visualizar a los seres del pasado, y también de amor al progreso y el rigor científicos. A los fanáticos de los dinosaurios les resultará imprescindible para conocer la forma en que han ido progresando las recreaciones paleontológicas gracias a los nuevos descubrimientos, y también cómo se han estancado a veces por las modas, la falta de imaginación y el conservadurismo.
Según explica Naish, el proceso para reconstruir un animal extinto no es una tarea artística libre, sino que requiere un intenso trabajo de estudio y documentación antes de agarrar los lápices. Articular un esqueleto y añadirle musculatura en los lugares correctos no es algo que se pueda hacer precisamente a ojo, si lo que se busca es un resultado científicamente válido. Hoy en día, los expertos casi nunca discrepan en esta parte del proceso, aunque sí discuten sobre el tamaño y las características de ciertos músculos y partes blandas.
Por ejemplo, dinosaurios carnívoros como el Tyrannosaurus rex se consideran ahora mucho más cachas en lo que respecta a sus cuartos traseros. Los expertos han revisado sus esqueletos y han determinado que los músculos entre el muslo y la primera porción de la cola eran probablemente muy voluminosos. Como consecuencia, aquellos gigantescos depredadores habrían sido más estables y veloces de lo que anteriormente se pensaba. El volumen de la cola también ha sido subestimado en dinosaurios herbívoros como los de pico de pato, según atestiguan ciertas momias fósiles. El paleoilustrador que quiera estar al día tiene que dibujarlos bien gruesos en la zona de la retaguardia. La mayor dificultad está en la piel, con sus pliegues, arrugas, uniones y colgajos, ya que rara vez llega a fosilizarse, pero de ella depende casi totalmente el aspecto de los animales. Contemos
No basta con dejar volar la imaginación y los pinceles Tiranosaurios más cachas, equilibrados y rápidos
John Conway y C. M. Kosemen son los paleoartistas autores de estas ilustraciones. Para saber más de su trabajo: johnconway.co y cmkosemen.com
C. M. KOSEMEN
CISNE
Extraño ser con extremidades en forma de guadaña, aptas para ensartar peces y otras presas. Los alienígenas no entenderían que esos brazos tan largos son el soporte para las alas.
también la grasa que puede acumularse debajo creando curvas, así como las estructuras que a menudo recubren la piel: escamas en diversas formas, pelo, espinas, placas y corazas, plumas con todas sus variedades... Un ligero error u omisión en esta parte del proceso y habremos dibujado una bestia irreconocible.
En ocasiones, el paleoartista intuye que su animal podría haber estado cubierto de plumas o pelo, pero no dispone de pruebas. Teme ser acusado de especular, de no ser científicamente riguroso, de pasarse de listo. Tampoco desea confundir al público con una criatura demasiado distinta a la popularmente difundida. Por ejemplo, a algunas personas la visión de dinos con plumas les resulta ridícula: “¡Parecen gallinas!”, dicen. El plumaje ocultaría los salientes de los huesos y la musculatura que tanto trabajo le ha costado entender al paleoartista. Quizá se atreva a dibujar algunas plumas, pero no muchas. Un penacho al final de la cola, una cresta mohicana, un tímido césped por el lomo...
Algunos ilustradores siguen optando por dibujar la tradicional piel desnuda o escamosa. Si apuestan por cierta moda que lleva en vigor demasiado tiempo, la piel estará muy pegada a los huesos. El resultado será una bestia demacrada en la que los detalles del esqueleto y los músculos se marcan por todas partes. Acaban creando lo que los autores de All Yesterdays llaman un animal plastificado.
Los velocirraptores de la película Parque Jurásico y de su última secuela, Jurassic World, son un buen ejemplo de animales plastificados. Miremos con atención esos dinos hollywoodienses: los bordes de la mandíbula y del cráneo se marcan perfectamente en la piel. También los huesos de la mano, desde las garras hasta la muñeca. Incluso los huecos o ventanas que aligeraban la calavera son extrañamente visibles en la criatura digitalmente viva. Su piel es totalmente escamosa, aunque, como los científicos saben desde finales de los años 90, debería estar bien cubierta de plumas.
Puede alegarse que Jurassic World es solo una película de acción –aunque sin duda muy influyente y difundida en todo el mundo–, pero es que también encontramos reconstrucciones al estilo plastificado en libros pensados para los amantes de la ciencia, y en paneles, esculturas y animatronics expuestos en museos de historia natural y paleontología de todo el planeta.
Quizá los más afectados por esta tendencia sean los pterosaurios, reptiles voladores totalmente extinguidos entre cuyos miembros más famosos están el Pterodactylus y el Pteranodon. Sabemos por diversos fósiles que muchos de ellos –posiblemente todos– estaban cubiertos de un pelaje a base de filamentos que los paleontólogos llaman picnofibras. Sin embargo, los pterosaurios suelen representarse desnudos y huesudos, con cuerpos de líneas muy poco redondeadas y nada aerodinámicas.
Lo cierto es que ningún animal de hoy, ni siquiera los reptiles, expone a flor de piel tantos detalles de su osamen- J
El peligro de inventar animales plastificados
ARCHIVE COLLECTION
HOMO DILUVII
En 1726, el naturalista suizo Scheuchzer bautizó así un fósil hallado en Alemania –izquierda–, creyendo que era de un hombre ahogado durante el diluvio universal. Luego se vio que era de una salamandra. Los paleoartistas han retomado la idea para crear a este extraño humanoide.
C. M. KOSEMEN
BABUINO
Los paleoalienígenas podrían pensar que los canales que recorren los colmillos de este primate africano huesudo podrían servirles para inocular veneno a sus presas.
Desnudos y huesudos, muy poco aerodinámicos
JOHN CONWAY
PARASAUROLOPHUS Los dinosaurios de pico de pato eran fornidos, según han interpretado los expertos a partir de su osamenta –abajo–. A una musculatura más poderosa le han añadido cierta cantidad de grasa.
ARCHIVE COLLECTION
J ta. Sencillamente no es real. Superar el estilo plastificado y representar a la fauna extinguida con perfiles suaves y naturales es el reto de muchos paleoilustradores de hoy. Odiados por los fans apegados a la iconografía tradicional, pero avalados por los descubrimientos recientes, ahora trazan auténticos plumajes en los dinosaurios y adecuados y tupidos pelajes en los pterosaurios. Y no se cortan a la hora de dibujar rostros carnosos, papadas, pliegues y algún que otro michelín. En definitiva: animales menos monstruosos, más reales.
Por otra parte, las nuevas corrientes estéticas no están reñidas con el rigor paleontológico; todo lo contrario. En las dos últimas décadas se han hallado numerosos fósiles de dinosaurios con plumas preservadas en la roca. Todo indica que estaban seriamente vestidos, que poseían auténticos abrigos. En muchos especímenes, los plumajes –o sus primitivos recubrimientos parecidos a pelo, las protoplumas– decoran prácticamente todo cuerpo del animal, desde el hocico hasta los pies, perfilando una silueta bastante más gruesa y redondeada de lo que estamos acostumbrados a ver.
En varios grupos de dinosaurios, incluido el de los velocirraptores, las manos forman como un ala emplumada muy semejante a las de las aves, pero bastante distinta a las garras de dedos colgantes propias de las películas y las ilustraciones clásicas.
Cada año se descubren más restos de piel fosilizada. Por eso los paleoartistas disponen actualmente de mucha más información para decidir con buen criterio si un dinosaurio poseía plumaje o si lo que predominaban eran las escamas. O si eran mixtos, como el siberiano Kulindadromeus, un neornitisquio con cola escamosa y cabeza y tronco básicamente emplumados. Este pequeño dino herbívoro, muy alejado evolutivamente de las aves, poseía una piel de lo más compleja, que combinaba varios tipos de recubrimientos en diferentes zonas corporales.
El abundantísimo Psittacosaurus o dinosaurio loro nos ha mostrado una piel repleta de escamas poligonales, pero también una inesperada hilera de pelos muy largos en el dorso de la cola. Los grandes herbívoros cornudos y los de pico de pato también han dejado pieles escamosas en el registro fósil.
Por su parte, los saurópodos, los clásicos gigantes de cuello largo, se han representado tradicionalmente con una piel desnuda similar a la del elefante, pero se han hallado embriones escamosos dentro de sus huevos. En definitiva, estos cuellilargos, según su tipo, también se cubrían de armaduras de huesecillos, o se adornaban con hileras de espinas que recorrían sus espaldas.
Del dinosaurio más famoso de todos, el Tyrannosaurus rex, aún no se han en-
Hoy marcar pluma es tendencia en el paleodiseño Los cuellilargos también se adornaban lo suyo
CEBRA
El supuesto experto E.T. del futuro encuentra su esqueleto, pero ninguna muestra de piel fosilizada. De ahí que las famosas rayas estén ausentes.
Perspectiva única. All Yesterdays (Irre-
gular Books, 2012) ofrece una visión peculiar de la prehistoria a partir de la fauna actual.
TYRANNOSAURUS REX
Casi siempre se pinta a este gigante –abajo, su cráneo– corriendo tras sus presas y abriendo las fauces para devorarlas. La realidad es que los grandes cazadores pasan más tiempo descansando, como aparece en esta imagen.
contrado restos de piel que pue- histórico por los cambios en la dan zanjar la cuestión sobre sus plumas. Sin embargo, algunos de sus primos hermanos chinos han dado el Darren Naish El principal autor de los textos de All yesterdays es experto en paleozoología. Él nombró a los percepción de los dinosaurios expresada en la iconografía científica. Se muestran los trabajos de Charles Knight chivatazo: tanto el antiguo dinosaurios Eotyrannus, (1874-1953), el artista neoDilong, de poco más de me- Mirischia y Xenopo- yorquino conocido por sus tro y medio de longitud, como seidon. murales y esculturas de aniel gran Yutyrannus, una bestia males prehistóricos que mode nueve metros que vivió hace 125 delaron durante décadas la imagen millones de años, estaban bien cubiertos popular sobre el aspecto de los gigantes de plumaje. Los paleoartistas más actua- del pasado. Después se analizan las relizados lo tienen claro: en caso de duda, construcciones hechas después del boom debe usarse la regla del parentesco. Si no de los dinosaurios a principios de los 90, hacen ver muy gráficamente lo fácil que es sabes con seguridad cómo era la piel del a raíz del éxito de Parque Jurásico, que interpretar erróneamente los fósiles. Por animal que intentas representar, guíate inciden en su mayoría en el citado error ejemplo, al ponerse en la mente de esos por sus parientes cercanos. de remarcar los huesos y obviar los recu- hipotéticos paleoartistas alienígenas, su-
Toda esta controversia está recogida en brimientos capilares. Luego, en la parte ponen que estos, al encontrar esqueletos All Yesterdays. El libro hace un recorrido titulada All Todays, los ilustradores nos petrificados de colibrí, deducirían que se trataba de un vampiro. Con su pico en forma de tubo perforador, pies con fuertes garras curvadas y brazos afilados –demasiado cortos para funcionar como alas–, se diría que estas diminutas criaturas se ganaban la vida trepando por las patas de los grandes mamíferos y succionándoles la sangre. Bueno, podría haber sido así, pero nosotros sabemos que no. ¿Llegará el día en que nosotros tengamos la certeza de que los dinosaurios y otros seres extintos de antaño son como los pintamos y no de otra manera? ¿Conoceremos su verdadero look? Quizá esto sea pedir demasiado. Sin embargo, hay un progreso indudable en el hallazgo de fósiles clave, en la investigación científica, en la genialidad de los ilustradores y en su voluntad de romper con modas y estereotipos. Los dibujos de los animales del pasado son hoy más reales que ayer, pero algo menos que mañana. e
LOS PALEOARTISTAS DE HOY SIGUEN LA REGLA DEL PARENTESCO ENTRE ESPECIES
PITÓN
Contrayendo el cuerpo en actitud defensiva, dotada de una extraña cresta y pequeñas patas, como sus primos los lagartos: así ha imaginado John Conway a esta serpiente.
JOHN CONWAY