La mezcla del poder militar de varios países de todo el mundo y el poder político de los Gobiernos árabes locales necesarios para apuntalar la intervención y lograr vencer al Estado Islámico (ISIS) es exactamente lo que engendró la aparición de Al Qaeda en los años ochenta del siglo pasado y sus derivados posteriores: el Estado Islámico de Irak y el Levante y el Estado Islámico (ISIS) actual. Estados Unidos y sus socios militares en Oriente Próximo y otros lugares se enfrentan a dos complejos dilemas que no tienen respuesta fácil.
El símbolo más preocupante de lo difícil que es para los regímenes árabes luchar contra el ISIS y otros fenómenos del mismo tipo es el hecho de que las cárceles árabes fueron, en los años ochenta y noventa, los semilleros de los que salieron muchos de los primeros militantes y líderes de Al Qaeda. Entre ellos están Ayman al Zawahiri en Egipto, que fue mano derecha de Osama bin Laden y le ha sustituido al frente de la organización, y Abu Musab Zarqaui en Jord