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Tenerife Capital
Mlénail6S.2 abril 2008
^ Canarias
Cine Película de culto
Oíd Boy (Park Chan-wook, 2003) '^Benjamín Reyes Impactante y desconcertante versión postmodema de "El conde de Montecristo" provista de giros de trama inopinados, donde a una sorpresa le sucede otra más sorprendente y de escenas que se graban a fuego en la retina del espectador como en la que un personaje se vuela la tapa de los sesos. "Oíd Boy" es la segunda película de la trilogía sobre la venganza iniciada por Park Chan-wook con "Sympathy for Mr. Vengeance" (2002), resultando un epatante filme de estética virulenta que no deja impávido a ningún espectador. Su endiablada trama está extraída del manga japonés del mismo nombre que apareció en Japón en 1997, si bien Chan-wook no respeta tratamiento ni diálogos, convirtiéndose en un esteta del dolor. La fascinación de las imágenes, la envolvente voz en offy los radicales cambios de registro (de la comedia al gore, del terror a la acción) convierten a "Oíd Boy" en una auténtica película de culto. La historia, que funde sus raíces en la adolescencia de los protagonistas, presenta ciertos paralelismos con otro filme surcoreano: "Spider Forest" (2004), de Son D-gon. Quién dijo que segundas partes no son buenas. Superior con creces a la primera, la tríada filmica se completa con "Sympathy for Lady Vengeance" (2005). Su cine se caracteriza por planos estéticos, impactantes encuadres y movimientos de cámara e historias ingeniosas. El tema que le obsesiona es la venganza. Actualmente si se quiere ver buen cine hay que rastrear la riqueza y versatilidad de los cines extraoccidentales, y más concretamente el cine asiático. La producción cinematográfica de Corea del Sur acapara, desde hace algimos años, la atención de críticos e historiadores del cine. Sostenido fundamentalmente sobre ima tradición de géneros y sobre una muy arraigada cultura cinematográfica nacional, el cine surcoreano reciente, algunos de cuyos autores han sido ampliamente reconocidos en los principales festivales y foros de discusión internacional, viene ofreciendo películas de una notable relevancia estética. El último cine surcoreano no es sólo un cine exótico y verlo no es una mera cuestión de esnobismo. El cine surcoreano es un plato sabroso apto no sólo para cinefilos empedernidos sino también para el gran público. Es im cine inopinado, imprevisible, revitalizador, con una insólita capacidad de ruptura sobre lo previsible acompañado de una factura de gran calidad. Uno de los principales atractivos de esta cinematografía es que incorpora nuevos puntos de vistas que aportan una inmensafi-escuray nuevos bríos. Si el cine de Hollywood parece condenado a ofi-ecer lo nuevo pero nunca lo diferente, algunas de las cintas que han arrasado en las taquillas surcoreanas presentan resoluciones arguméntales impensables para un espectador estándar. El cine surcoreano es un cine de sentimientos radicales en los que se rechaza la hipocresía, donde se plasma una violencia como manifestación de una críspación nacional. "Oíd Boy" (Mejor Película en Sitges 2004 y Gran Premio del Jurado en Carmes 2004) confirma el excelente estado de salud del cine surcoreano, que exhibe en los diversos festivales de cine del mundo un excelso nivel de calidad. Títulos como "La isla" (1999), "Primavera, verano, otoño, invierno... y primavera" (2003), "La samaritana" (Mejor Película en Berlín 2004), todas de Kim Ki-duk; "Oasis" (2002, Mejor Director, Lee Chang-dong, y Mejor Actor en Venecia), "Mi bella Mari" (2001, ganadora en Annecy); o la deslumbrante "The Host" (2006), de Bong Joon-ho (Mejor Director en San Sebastián) son sólo la pimta de lanza de una producción nacional que se sitúa en tomo a los sesenta largometrajes anuales. El cine comercial hoUywoodiense actual palidece ante el pujante cine surcoreano, las trilladas tramas trufadas de imposibles efectos especíales del cine estadounidense se sonrojan ante la variedad de alternativas del cine surcoreano. Hollywood is dead, larga vida al cine surcoreano.
El Día (Santa Cruz de Tenerife) 02/04/2008. Página 96
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Fotograma d e "La noche es nuestro" , dirigida por James Gra^J IMAGEN CEDIDA
División familiar "S^Marga Marrero A la escasa caUdad de la mayoría de los estrenos ofi'ecidos desde hace unas semanas en las salas de cine españolas se puede sumar sin ningún complejo la última cinta protagonizada por Joaquín Phoenix y Mark Wahlberg, "La noche es nuestra". Un compendio de personajes tópicos, un guión muy discutible y una estética que en varios momentos se asemeja a la de un video clip puede ser un buen resumen de la película dirigida por James Gray. A pesar de que la cinta tiene un buen comienzo, el desarrollo narrativo hace que el ritmo y la credibilidad de la película vayan a menos. Además, la actuación de los protagonistas poco contribuye a elevar la escasa calidad de la película. Pero lo que más llama la atención es que ni el veterano Robert Duvall consigue una caracterización creíble y, caso aparte, la presencia de Eva Mendes, cuyo personaje cumple funciones de relleno. La trama de la película se sitúa en el Nueva York de 1988 cuando un nuevo tipo de droga ha invadido la ciudad, seguida por ima de las peores oleadas criminales que se recuerdan. Superada en número de efectivos y en armas por los nuevos gánsteres, la policía pierde fuerza en la lucha contra el crimen. En este con-
OS "La noche es nuestra ", dirigida por James Gray y protagonizada por Joaquin Phoenix y Mark Whalberg, se configura como una cinta llena de tópicos que componen un guión mediocre y predecidle. A ello, se suman las pobres actuaciones de sus protagonistas
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Biblioteca de la Universidad de La Laguna.
texto aparece en escena Bobby Green (Joaquin Phoenix) que es el encargado de ima discoteca situada en Brighton Beachfi-ecuentadapor gánsteres como Vadim Nezhinski (Alex Veadov). Bobby intenta mantenerse apartado y no involucrarse en el tráfico de drogas. Sin embargo, y tras retratar su estilo de vida amoral y hedonista junto a su novia Amanda (Eva Mendes) el director de la película introduce la otra cara de la moneda: la policía. Y es que el argumento de la película se basa en el secreto de Bobby, pues su hermano es el teniente de policía Joseph Grusinsky (Mark Wahlberg), que ha seguido los pasos de su padre, el legendario jefe de policía Burt Grusinsky (Robert Duvall). Como suele pasar en las mejores familias, Bobby no se lleva bien con ellos y la relación empeora cuando su padre le advierte de que la guerra de la droga llegará hasta él. El ataque al "hermano bueno" por parte de los mafiosos despierta la vena moral del personaje de Phoenix, quien al final de la cinta se hace policía. Es este precisamente el punto flaco de la película, la escasa credibilidad de sus personajes, pues el protagonista cambia de un bando a otro con extrema facilidad y esto no es real. A medida que el personaje de Bobby va por el camino que se supone correcto, va empeorando la calidad de la película: lasfi^aseshechas se vuelven una constante y los planos mostrando como héroes a los policías neoyorquinos se multiplican. Por último, cabe destacar que el título de la película procede del lema que usaba la policía neoyorquina en los años ochenta. Además, Joaquin Phoenix y Mark Wahlberg repiten con el realizador James Gray después de su experiencia el año 2000 en "La otra cara del crimen". Parece ser que con este último proyecto ambos intérpretes se entusiasmaron con la idea y decidieron participar también como productores. La aportación económica de los actores puede explicar entonces parte de la baja calidad de la película, pues se puede ver como un mero vehículo de lucimiento de Phoenix y Wahlberg.
El eterno "chico malo" La particular cicatriz en la cara de River Phoenix ha condicionado en muchos momentos su carrera ya que le da un aire de "chico malo". El hermano de River Phoenix, trágicamente desaparecido, inició su trayectoria profesional apareciendo en anímelos publicitarios y en series de televisión. Debutó en el cine en 1986 bajo la dirección de Harry Winer, en "S.O.S. Equipo Azul". Entre 1995 y 1998, fiíe novio de Liv Tyler, con quien hizo una película, "El secreto de los Abbott". El año 2000 marcaría un antes y un después en su carrera. Ese año interpretó al emperador romano Cómodo, en "Gladiator", papel que le supuso una nominación al Óscar y a los Globos de Oro.