Reglas de urbanidad

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Reglas de urbanidad NAYAR RIVERA



Reglas de urbanidad

Producciones Caimito


Colección BITÁCORAS


Reglas de urbanidad Nayar Rivera


Editor: Sergio Rodríguez Diseño de la colección: Benito López Diagramación y formación: Ricardo Castillo Fotografía de portada: Nayar Rivera Nayar Rivera/ Reglas de urbanidad Primera edición: junio de 2008 D.R. © 2008, Nayar Rivera Méndez D.R. © 2008, de la presente edición en español para todo el mundo:

Quimera ediciones Querétaro 172-6, Roma, 06700, Cuauhtémoc, México. Tel.: 55 64 43 38. quimera@anodis.com ISBN: 978-970-95563-5-3 Queda totalmente prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler, el almacenamiento o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa por escrito de los titulares de los derechos reservados. Impreso y hecho en México/ Printed and made in Mexico


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Reglas de urbanidad

I Cruz que la cima de los vientos rige apura el agua turbia de los ojos de la tarde carne viva de todos los monumentos pesebre de nubes Serás al menos con seguridad el tono que dirija el azar (rosa de los azahares) niegas tu posibilidad de techo plano Hoy por ejemplo te has levantado de buena mañana un poco menos dócil que de costumbre cruz pavoneada: tienes corazón y en él un secreto florido

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II Contempla al rey de la repetición de la grandilocuencia que calla -¿de qué se trata su libro, joven? antes del tiempo que devora refugios hubo otro, en el momento del viejo bajo el farol la tele con otro programa un retazo diverso del polvo de la oscuridad pregunta que muge en una clave que no es la de la vía Hirsuto ahora el pelo del lomo de la calle ¿no estuve entonces más gordo, llamado a lamer heridas de fantasmas avecinados en mi casa? [Y] rugía con el negro estrellado en los ojos otro más viejo de sueños aéreos y colinas de libertad presta a brincar del cuarto piso de mis orificios nasales Tierra del estupro el tiempo una frase larga y no perfecta latigazo ancestral gula despierta el saber el ruido del camión.


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III El restringido silencio de la ausencia ojos de lágrima desvelada falacia de la vista cotidiana no estar sino yerto en un filo de goma

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IV Era texto y palabra, confundida la lengua con la repetición, varias rondas de medias verdades con el sentido cavando bajo los pies: Ninguna puede ser mi lengua mejor que la momentánea poderosa, gana el derecho a la sinceridad al vivir en mis manos como si estuviera en mi boca Cuál sea la precisa y cuál la evocadora, la extranjera por origen o definición, la pregunta se adhiere al propietario no para saber la respuesta, que se ofrece a cada palabra, veleidosa Un tiempo de palabra sorda que se cuela desde afuera con el clima, abundante en el saludo afilada, palabra de carisma relativo La de la magia simpatética de pan que llama a pan, la misma realidad turbia y ambigua de las cosas hasta que alguien resiente la distancia


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V La tragedia huele el instante en los cincuenta rostros de la soledad es tan cursi que se vuelve importante tan a tiempo tan amigable como inesperada hacia quien, desde quien, casi una noche clara casi un remedo de la verdad vuelca los sentidos en busca de redención se apaga en un espasmo una tragedia ideal

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VI A José Joaquín Blanco ¿Me podría decir qué es esto? Las causas, en tanto que, a la distancia segura del diálogo, del dolor vascular, de la película. Un objeto grita, guiña el ojo, palabras al aire, botones Vamos a jugar a las sillas, a los abrazos, a la conciencia creada, la cara bonita de la necesidad y por eso yo ya no soy Lávame con hisopos Ojalá haya sol, buenos precios Adonde vuela la flecha, el deseo menos el agradecimiento, todo transparente.


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VII [Pretexto] Nayar Nayar debajo de mí Nayar Explota el día de los días cientos de nombres de rostros de virtuales imposibilidades escribo un gesto rojo los ojos bañados de collages la suma o la muerte de los principios estalla el último año de vivir en peligro siempre el último rostro de niño rubio canto mojado de histeria en un cielo que cualquiera puede proyectar a voluntad en la prostitución del recuerdo comienza primero velo, luego duermo, luego lloro, luego me entrego al parque, hago la foto de mi edificio favorito, regreso salgo, leo, veo, miro, muero un poco

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Reglas de urbanidad despliega poemas de rara elegancia, de acendrada limpidez en su dicción y en su dibujo, que son al mismo tiempo cantos de furia y de entraña. Se viven soñar y se sueñan viviéndose, entre la erizada cotidianeidad y las gasas líricas de la melancolía y la quimera. Rápidos apuntes de carne desgarrada en nubes. Ácidas preguntas que descreen de toda respuesta. Mínimas notas verídicas que desarman falacias o espejismos aparatosos. Una apuesta radical por los poderes de la metáfora, por el magnetismo de las atmósferas y por la plenitud estética del lenguaje se alía en Reglas de urbanidad a una experiencia apasionada del frágil mundo real y del agudo instante vivido. Nayar Rivera los vive y los contempla desde su reflejo -al mismo tiempo asombrado y escéptico- en un más allá de la realidad y del instante. Al mismo tiempo conjuros y exorcismos, estos poemas enamorados del tono menor, de la clave precisa, dotan a las muescas o estrías del mundo de su realidad más fina y segura. Son el punto de fuga de su expresión apasionada, sus propias reglas de vida. Una visión fresca, dispersa y múltiple, reconcentrada en rastros, en resquicios, en parpadeos, en niebla y en frondas que lo mismo irisan irrealidades que pesadillas.

ISBN: 978-970-95563-5-3


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