Documental social en América Latina

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Social Documentary as a Development Project vis-à-vis the Culture Industries in a Digital Era This text mainly questions and then portrays the process of building a new Latin American reality based on the incorporation of digital technology and social networks for the creation and distribution of social goods such as tools to generate new possible realities in the continuing search for new models of social, economic, and political development in Latin America.

Este texto principalmente pregunta y luego desea retratar el proceso de construcción de una nueva realidad latinoamericana a partir de la incursión de tecnología digital y redes sociales para la creación y circulación de productos sociales como herramientas para generar nuevas realidades posibles en búsqueda de nuevos modelos de desarrollo social, económico y político en Latinoamérica.

Keywords: Latin American aesthetics, internet, social networks, cultural identity, documentary video, social video. Submission date: October 29, 2008 Acceptance date: November 7, 2008

Palabras Clave: Estética latinoamericana, internet, redes sociales, identidad cultural, video documental, video social. Recibido: Octubre 29 de 2008 Aceptado: Noviembre 7 de 2008

Origen del artículo Este artículo hace parte de uno de los capítulos introductorios de la investigación que la autora adelanta en la maestría en Antropología Social de la Universidad de los Andes, desde el año 2006.

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Bianca Súarez*

El documental social como proyecto de desarrollo frente a los intereses de las industrias culturales en la era digital.

Uno de los problemas de la investigación social que ha experimentado un mayor crecimiento desde los años ochenta ha sido el estudio del discurso, las prácticas y las consecuencias sociales de los fenómenos asociados con el desarrollo; en general, las definiciones usuales de desarrollo suelen recoger, por lo menos, dos connotaciones diferentes: por una parte, el proceso histórico de transición hacia una economía moderna, industrial y capitalista; la otra, en cambio, identifica el desarrollo con el * Bianca Súarez. Colombiana. Diseñadora gráfica de la Universidad Nacional de Colombia, Magíster en Antropología Social de la Universidad de Los Andes, Doctoranda en Semiótica de la Universidad Nacional de Córdoba en Argentina. Actualmente trabaja como docente del Facultad de Comunicación y Lenguaje en la Universidad Javeriana y la Facultad de Artes y Humanidades en la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Correo Electrónico: estrellitaspirit@lyta.tv. 209


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aumento de la calidad de vida, la erradicación de la pobreza y la consecución de mejores indicadores de bienestar material. Las anteriores categorías siempre han sido consideradas desde el punto de vista eurocentrista, ya que usan el modelo occidental como escala para medir el relativo atraso o desarrollo. Las bases de una idea de escenario desarrollado se remontan desde los inicios del capitalismo, los avances técnicos de la Revolución Industrial, un nuevo hombre racionalista, que muestra, así, a un hombre que tiene las capacidades, el dinero y la tecnología para dominar y manipular su entorno, incluyendo recursos naturales y sociales. ¿Se puede reconcebir y reconstruir el mundo de acuerdo con la lógica de las prácticas locales de cultura, de naturaleza y de economía? ¿Qué formas de “lo global” se pueden imaginar desde otras perspectivas, locales y múltiples? ¿Qué “contraestructuras” se pueden instalar para hacerlas viables y productivas? ¿Qué nociones de “política”, “democracia” y “economía” se necesitan para desencadenar la efectividad de lo local en toda su multiplicidad y con todas sus contradicciones? ¿Qué papel tendrán que representar los diversos actores sociales —incluyendo las viejas y nuevas tecnologías— para crear las redes sobre las que puedan reposar y en las que puedan confiar la multitud de formas de lo local en su encuentro con las múltiples manifestaciones de lo global? (Escobar, 2000, p. 209)

Para este análisis he de seguir un modelo etnográfico-semiótico que permita ver, describir e interpretar las producciones culturales en Latinoamérica basados en conceptos de una negociación con los recursos tecnológicos equitativos y democráticos, que no transformen el entorno o los modelos tradicionales de producción cultural, pero sí permitan generar nuevas posturas públicas, sean éstas culturales, políticas o económicas. Estas nuevas posturas también muestran un modelo 210

estético diferente, frente a los modelos estéticos clásicos, coloniales o nacionalistas que los preceden, o tienen escenarios de producción diferentes a los medios de distribución masiva de cultura, para así introducir las redes sociales y luego contextualizarlas en el marco de la convergencia digital y la multiplicación de la información distribuida en Internet. Al hablar de recursos tecnológicos equitativos, es necesario entablar un diálogo entre qué es tecnología y cuál es la tecnología específica en la que se puede reconocer que en el entorno se genera un cambio de estructuras, principalmente en los medios de transmisión de información ya establecidos por décadas. Si se genera un cambio en el entorno, entonces, también se reestructuran los modelos culturales; así, la cultura es una herramienta constructora de la sociedad, y en los procesos de socialización. Fortalecer formas de interacción arraigadas en el tejido social, también significa empoderar otros nuevos actores sociales dentro de campos sociales no tradicionales, ni de altos rangos; y al romper con el principio económico del intercambio de equivalentes se están recobrando estilos de vida autónomos que pueden usar herramientas tecnológicas más accesibles. Estos otros actores sociales emergentes que usan nuevas tecnologías para proponer distintos discursos de desarrollo abordan las temáticas y necesidades más próximas a su comunidad, con actividades que materializan deseos, capacidades e interacciones con otros y con su propio medio. Las necesidades no se separan en esferas diferentes de su realidad: las carencias o expectativas, en un lado; aquello que las satisface, en otro, reuniéndose ambas merced del mercado, la planificación o las políticas públicas. Más bien, obedecen a los requerimientos temáticos que van surgiendo en su comunidad o demanda la misma red social en la que posiciona sus discursos. La comunicación se ha convertido en un modo de organización de un mundo alternativo.


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Problema Morelliana/Pienso en los gestos olvidados, en los múltiples ademanes y palabras de los abuelos, poco a poco perdidos, no heredados, caídos uno tras otro del árbol del tiempo. Esta noche encontré una vela sobre una mesa, y por jugar la encendí y anduve con ella en el corredor. El aire del movimiento iba a apagarla, entonces vi levantarse sola mi mano izquierda, ahuecarse, proteger la llama con una pantalla viva que alejaba el aire. Mientras el fuego se enderezaba otra vez alerta, pensé que ese gesto había sido el de todos nosotros (pensé nosotros y pensé bien, o sentí bien) durante miles de años, durante la Edad del Fuego, hasta que no la cambiaron por la luz eléctrica. Imaginé otros gestos, el de las mujeres alzando el borde de las faldas, el de los hombres buscando el puño de la espada. Como las palabras perdidas de la infancia, escuchadas por última vez a los viejos que se iban muriendo. En mi casa ya nadie dice “la cómoda de alcanfor”, ya nadie habla de “las trebes” —las trébedes—. Como las músicas del momento, los valses del año veinte, las polkas que enternecían a los abuelos. /Pienso en esos objetos, esas cajas, esos utensilios que aparecen a veces en graneros, cocinas o escondrijos, y cuyo uso ya nadie es capaz de explicar. Vanidad de creer que comprendemos las obras del tiempo: él entierra sus muertos y guarda las llaves. Sólo en sueños, en la poesía, en el juego —encender una vela, andar con ella por el corredor— nos asomamos a veces a lo que fuimos antes de ser esto que vaya a saber si somos. (Julio Cortázar, Rayuela)

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muchas reformas, muchos mandatos corruptos y no vemos más que la misma ambición de poder de algunos pocos que nos siguen haciendo un trueque de grandes recursos naturales por espejos, ¿qué nos impacta? Si todas las noches ya no es extraño cenar viendo en las noticias cómo amenazan políticos, matan indígenas y campesinos, y nace una nueva estrella de un grupo pop. Para hablar de Latinoamérica, sus comunidades y organizaciones en búsqueda de un desarrollo social y económico, es importante tener en cuenta su identidad particular, pero es muy difícil hablar de identidad, pensamiento o estética latinoamericana abarcando su infinita heterogeneidad. Cada país, región y su gente, cada grupo de hinchas de un equipo de fútbol, incluso cada grupo de usuarios de una marca de compañía de telefonía celular o marca de celular, cada subgénero musical o filiación política se interesan por problemáticas muy particulares. Los investigadores norteamericanos y europeos marcan a América Latina como un lugar de revoluciones utópicas, de intervención extranjera, de economías en dificultades, de represión militar,

¿Quiénes somos nosotros los nuevos latinoamericanos? Si nuestras calles son unas de día y otras de noche, donde no hemos resuelto conflictos de hace cientos de años y cada nuevo día nos enfrentamos a nuevos retos para seguir comiendo, ¿quiénes somos ahora? Si ya nos ha tocado enfrentar muchas revoluciones, 211


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y, en ningún caso, un paradigma de desarrollo. Todas estas realidades son la fuente en el imaginario internacional de América Latina. Los parámetros de investigación norteamericanos y europeos no deberían ser los mismos al encontrar las inmensas particularidades y complejidades de América Latina, a diferencia de las realidades en otros contextos de desarrollo en el resto del mundo. Efectivamente, en las dos últimas décadas, la investigación antropológica en América Latina ha sido enmarcada en el contexto social, político, económico y de trastornos que han marcado una serie de países devastados por los conflictos armados, guerras de contrainsurgencia, crisis económicas, gobiernos corruptos e intervención extranjera u otras problemáticas afines. La búsqueda de respuestas se enfoca, principalmente, hacia encontrar el desarrollo, la paz y la reconciliación; sin embargo, los nuevos gobiernos extranjeros y de sus donantes han utilizado estratégicamente la retórica internacional de transición democrática y de aperturas democráticas, muchas veces sobre la base de un modelo norteamericano o europeo, así como, también, se enfocan en la descentralización y el intento para conciliar la diversidad y la inclusión. Dentro de este marco también es tenida en cuenta la aplicación de los derechos humanos, el aumento de la tolerancia de las minorías étnicas y el reto de garantizar los derechos de las minorías dentro de un marco neoliberal. Adicionalmente, buscan un nuevo reconocimiento de la diversidad étnica y cultural, lo que obliga a los estados a reformular su definición de la ciudadanía, con el fin de mantener la apariencia de su voluntad de cooperar en la estabilidad de la institución de formas democráticas de gobierno. Por otro lado, la contradicción más interesante del pasado cambio de milenio, enfocando el interés en la entrada a la globalización y su correspondiente proceso de mundialización de la economía y las nuevas tecnologías, no mostró la tendencia a la homogeneización cultural tan anunciada en años anteriores. Por el contrario, la globalización de 212

productos culturales les ha permitido a los sujetos que buscan reforzar su individualidad, unirse a grupos, como nuevas tribalizaciones mediatizadas, como un proceso de construcción de una identidad que no sólo se da en términos culturales, sino que, también, se ha enfocado en otras temáticas, como lo social o lo político. ¿Cómo podemos dar cuenta de la producción de diferencia en un mundo de espacios profundamente interconectados? Aunque se hayan generado nuevas tribus, es muy difícil pretender o exponer que algunas comunidades indígenas, raciales, organizaciones de base o agrupaciones sociales urbanas pretendan vivir aisladas del exterior, sino que, por el contrario, son muy conscientes de la necesidad o la utilidad de incorporar determinados aportes de las nuevas tecnologías, siempre y cuando no representen una amenaza para su estilo de vida o se conviertan en un factor adicional de dependencia. La posibilidad de contar con un computador; herramientas como Photoshop, Ilustrator, Premier o cualquier otro programa para editar contenidos, y luego otra gran herramienta, Internet, y las nuevas tecnologías, brindan la oportunidad a los grupos de la sociedad civil que no pueden acceder al proceso mediático directamente a expresar su opinión. Todas estas nuevas tecnologías son lugares plurales


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para explorar y exponer particularidades. Es más, la oportunidad que tenemos todos en Latinoamérica de construir un computador a partir de partes, armar un clon, comprar software en la calle, con un precio mucho menor que el del software original, la posibilidad de descargar programas o contenidos de la red sin leyes severas que lo penalicen. Latinoamérica tiene en la tecnología una herramienta privilegiada para ilustrar realidades. Adicionalmente a esta situación, la experiencia de Internet es una experiencia de la subjetividad, que implica lo estético, lo cognitivo, el contexto y los aspectos sociales que están directamente relacionadas con estructuras importantes generadas en comunidad, que encuentra en Internet un escenario propicio para la libre experimentación y expresión, que no ha sido analizado profundamente con un corpus teórico multisituado que involucre observadores, usuarios de Internet y productores de contenido. Un análisis profundo de este tipo es necesario para comprender cómo Internet ha afectado y transformado modelos cognitivos, sociales, estéticos, etc., al ampliar o extender los escenarios de participación política popular, y han vinculado a su discurso el impacto sensible de imágenes y sonidos que representan metáforas, alegorías, rituales que antes no habían sido exploradas ni compartidas con un público masivo que se interese.

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Esta mundialización de la cultura y de nuevas expresiones de cultura genera una voluntad común de inculcar un sentido de pertenencia y orgullo de una identidad; produce, también, la necesidad en las personas de ser sujetos integrados a una ciudad, un Estado y una nación que reconoce, acepta y consume sus particularidades identitarias. Sin embargo, para mantener una fórmula que siga representando una identidad y una cultura que no se venda a los intereses externos, la experiencia ha demostrado que es necesario vincular un aporte artístico y subjetivo significativo. Esto mismo genera un alto riesgo, al proponer formatos nuevos que pueden no llegar a ser comerciales o pueden no llegar a tener los requerimientos en calidad que imponen las grandes industrias culturales. Este aporte subjetivo no da lugar a productos adulterados, como malas copias de otros productos comerciales; la importancia de este aporte no ejemplifica necesariamente los casos más representativos de protesta popular, desarrollo económico o propuestas políticas, por el contrario, los principales objetivos al analizar el impacto de estas producciones se centran en medir cómo proponen o establecen nuevas agendas ciudadanas, proponen redes de comunicación que pueden reestructurar crisis sociales, impugnan fronteras institucionales y demuestran otras prácticas de la ciudadanía en la región. La exploración de la dinámica entre los proyectos de desarrollo regional y la acción colectiva en América Latina requieren una cierta comprensión de la naturaleza de la sociedad civil, el activismo social contemporáneo y su relación con los estados de la región. Un punto de partida es tomar en cuenta la amplia debilidad de la democracia, junto con la arraigada tradición de gobiernos latifundistas, que, de algún modo revolucionario, son causantes y dan forma a los modelos regionales de activismo social. Como es entendida la acción colectiva en América Latina y en otros lugares en vías de desarrollo, es inevitable que se interprete como activismo político. Sin embargo, su aparición depende, también, de en qué medida las nuevas instituciones de gobierno 213


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La diversidad desde la globalización tiene cada día más un factor de capital y, así, de mercado; por ello, es necesario tener en cuenta, también, las posiciones políticas que debemos asumir frente a cómo los medios de comunicación audiovisual deben abordar y regular sus contenidos desde la

de la región fomenten y creen nuevos espacios para el activismo; y, del mismo modo, de cómo los movimientos de la sociedad civil interpreten esos procesos y tomen acciones al respecto. Entonces, ¿las nuevas estructuras de gobierno de la región representan oportunidades para la acción, la expresión de problemáticas y la participación política? Algunos grupos de la sociedad civil en América Latina han visto la aparición de la agenda de integración como parte de los nuevos objetivos de los gobiernos regionales. Desde el comienzo, la integración civil se convirtió en el principal foco de atención para una serie de grupos en América Latina, con una amplia preocupación por temáticas como la democracia, el desarrollo, los derechos humanos, la solución de conflictos frente a la violencia generalizada y el medio ambiente. Por otro lado, está el ideal de la comunicación que se apoya en su valor de creador de intercambio. La comunicación también reduce las distancias, no sólo físicamente entre puntos distantes, sino que también es entendida como un factor de reducción de distancias de clase, y llama así nuevamente a la integración social de las culturas. La diversidad cultural no sólo parte de la autocomprensión y expresión de la identidad cultural. 214

excepción o la liberalización cultural, donde la construcción de conceptos es cada vez más problemática, para promover así una reconstrucción de una inteligibilidad política de los pueblos y las culturas. Proyectos de desarrollo El aumento en las diferencias sociales entre EuroAmérica y América Latina, primer y tercer mundos, es una verdadera crisis del modelo occidental de civilización impuesto. Si el término desarrollo ha sido intensamente criticado, la propia idea básica del desarrollo, el desarrollo como principio central organizador de la vida social, y el hecho de que Latinoamérica puede ser definida como subdesarrollada y que sus comunidades necesitan indiscutiblemente el desarrollo, impulsa formatos de planeación regional para promoverlo. Dentro de los prerrequisitos asociados con los conceptos de desarrollo económico están el surgimiento de una clase media, la formación de un espíritu emprendedor o la eliminación de la corrupción entre el personal oficial. Estas características tienen en cuenta los cambios en la organización social y la cultura de una población,


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más que en su economía (Hoselitz, 1952, p. 19). Del mismo modo, la ley del valor elaborada por Marx: la riqueza social es trabajo, y, por lo mismo, la plusvalía es apropiación de riqueza —o de valores de cambio— y no simplemente riqueza. Tanto la categoría plusvalía, como el salario y

la renta expresan relaciones sociales de producción y, por lo tanto, son categorías socioeconómicas (Bedoya y Martínez, 2000, p. 140) pertinentes a las necesidades socioeconómicas externas a la comunidad donde son efectivas. Para la mayor parte de la población que habita los bordes del campo económico (comunas, distritos, favelas, villas, pueblos apartados, indígenas, suramericanos, tercermundistas...), asumir un papel activo y luchar por mejorar ese lugar no es una reacción natural o es parte de su cotidianidad; dicho mejor, ven en su resistencia y su activismo una reconstrucción creativa de formas básicas de interacción social, cuyo propósito último es liberarnos de las cadenas económicas. Como un sueño real del realismo mágico de Gabriel García Márquez. Así, en sus vecindades, pueblos, aldeas o barrios, han creado nuevos comunes que les permiten vivir según sus propios términos, (Kottak, 2000, p. 92), promoviendo economías informales, también consecuencia de proyectos neoliberales, y malas, o mejor, nunca satisfactorias reformas agrarias. Por otro lado, también es importante tener en cuenta la cultura. Luego de enfrentamientos económicos entre excepción cultural y nuevas producciones, los acuerdos de libre intercambio llevaron a transformar la cultura en un bien o un capital, al diversificar el criterio de mercancía a todo bien de producción e implantar el pensamiento que permite que la gente mire lo que quiera y confiar en su sentido común; la única sanción debe ser el éxito o el fracaso en el mercado. Por este motivo, debemos

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pensar en la idea de la cultura como un adjetivo que designa el punto de vista a partir del cual se analizan los procesos sociales (Mato, 2008, p. 416), no solamente la cultura como objeto de mercado. Dentro de las elaboraciones reduccionistas que interpretan el concepto de cultura, se le encuentra simplemente como sinónimo de lo que algunos de nosotros pensamos debe ser denominado con mayor precisión como el sistema de bellas artes, o, por el contrario, es la idea de la cultura como una unidad que abarca un grupo más grande, pero a un limitado repertorio de prácticas sociales que, dependiendo de los casos particulares y su alcance, a menudo se denominan industrias culturales. Si bien amplían la aplicación del término cultura, se refieren sólo a un pequeño grupo de actividades humanas, en las que en muchos casos no se cuentan los ejemplos que voy a mencionar en este artículo. El punto de partida para enfocar la cultura dentro de los proyectos de desarrollo es ver cómo la cultura está relacionada con la idealización, producción y comunicación de significados, que constituyen aspectos importantes de la agencia de la identidad. Hasta hace poco, sólo algunos pueblos indígenas en América Latina movilizados usan la tecnología de vez en cuando, y otras agrupaciones de origen étnico comunican nuevas reclamaciones en medios alternativos; por este motivo, se ha cambiado en forma radical el modelo de observar los discursos latinoamericanistas, convirtiéndonos a todos en testigos de los pensamientos alternativos; cumplimos un papel activo en la redefinición de políticas, diseños institucionales de debate, y vemos cómo sus movimientos irrumpen en una resistencia generalizada, construyendo esa imagen de identidad en el imaginario de los receptores. Pero los esfuerzos por documentar culturas y problemáticas sociales audiovisualmente no comenzaron con la tecnología digital: Las Hurdes, tierra sin pan, de Luis Buñuel (1932), no sólo es una crónica social de una crudeza enorme, en un país que no reconocía la existencia de lugares olvidados, sino, también, un instrumento didáctico para 215


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reconstruir una realidad social desconocida. Otro ejemplo es ¡Que viva México!, de Sergei Eisenstein, el cual une el documental con la ficción, y brinda un homenaje a la revolución del pueblo mexicano, a su tradición, a sus costumbres y, por último, a su carácter. El director deseó retratar esta cultura tradicional anclada en el pasado, para así también reconstruir audiovisualmente su transformación. Mato muestra en su investigación que durante el programa del Festival Folclórico de América (faf), en Washington d. c., llegó a la conclusión de que los diálogos, posibilitados en la red social generada para promover el festival y ya en el festival, son intercambios de ciertos modos de interpretar la experiencia y, por consiguiente, son representaciones sociales. Matos observó que estas representaciones son una fuente de diálogos, constantes controversias y negociaciones que, a su vez, contribuyeron a una transformación permanente de la identidad folclórica que fue presentada en el festival. Estas representaciones sociales son un elemento muy importante de lo que se tiende a llamar cultura. Dichos modos de representación se cultivan y refuerzan por medio de las prácticas de sujetos en una red: productores, intermediarios y consumidores. En la actual era de la globalización, el proceso de producción de ideas sociopolíticamente importantes como fenómeno de la representación social hoy en día está marcada por relaciones dialógicas. Sin embargo, los actores sociales son identificables, y por más que sean actores de la globalización, son sujetos que siguen en

proceso de transformación de su individualidad y, en ese sentido, continúan transformando y afectando directamente los significantes con que operan en sus campos sociales respectivos; es decir, por más globalizado o transnacional que sea un sujeto, sigue operando desde su subjetividad y su realidad particular. El diseño social del cambio se debe fundar en las formas sociales tradicionales de cada una de las áreas seleccionadas. Dado que ningún formato de desarrollo implementado tiene un historial intachable, aunque hayan incluido dentro de su planificación las estructuras sociales como clanes, linajes y otros grupos de parentesco que poseen y explotan en común posesiones y recursos. Sin embargo, deberían ser conscientes de que el uso de grupos tradicionales como unidades operativas podría contribuir negativamente, en lo que respecta al establecimiento de un nuevo orden equitativo (Kottak, 2000, p. 115), lo que evidencia la necesidad de una alternativa a los modelos jerárquicos tradicionales: un uso de actores sociales, igualmente líderes o influyentes en la comunidad, pero que sus características sociales involucren temáticas que sean perspectivas consecutivas de la modernidad. Luego que a finales de la década de los cincuenta se quiso vender maquinaria agrícola en América Latina y desarrollar el campo, al enseñar a cultivar tierra –aunque intensivamente – los promotores se encontraron con que los campesinos no querían modificar la tecnología que ya poseían. La manera como cosechaban era tradicional y consideraban que ese era el modo adecuado, ¿para qué innovar? El modo de vida autóctono y tradicional exigía pocos cambios para lograr el nivel aceptable de bienestar. Entonces, si los campesinos entre los que se promovía la inclusión de tecnología no la aceptaban por razones tradicionales, ¿qué personas pueden y están dispuestas a realizar una modificación tecnológica? En ese entonces, para aquellos que creían en las bondades tecnológicas y en la necesidad de


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modernización, la cultura y, principalmente, la cultura tradicional se convirtió en un obstáculo, en un problema o en la causa del subdesarrollo, ya que mientras la tecnología siguió avanzando desde las décadas de la promoción indígena, a cada momento se creaba más brecha entre los que usaron tecnología y los que continuaron con procesos tradicionales de producción agrícola: De allí que nuestro primer y desesperado esfuerzo ha ser el de encontrarnos con nosotros mismos y convencernos además, de que el mejor desarrollo al que podemos aspirar —más allá de cualquiera de los indicadores convencionales que, más que nada, han servido para acomplejarnos— será el desarrollo de países y culturas capaces de ser coherentes consigo mismas. (Gómez, 2000, p. 75)

Los sujetos encargados de tomar en cuenta o descartar los desarrollos tecnológicos son, principalmente, los sujetos de altos rangos dentro de la escala social tradicional: En las áreas subdesarrolladas, más que sistemas de clases consumados, lo verdaderamente común son los sistemas de rangos, basados en contrastes de estatus, riqueza o poder con diferencias a menudo mínimas y dispuestos según criterios del tipo de la edad o del parentesco. En muchas partes del mundo, las unidades fundamentales de organización social son clanes, linajes u otros grupos de filiación. A menudo algunas ramas de parientes por filiación poseen un nivel jerárquico superior a otras, llegando incluso a ser consideradas “nobles”, aunque las diferencias reales de riqueza y poder suelen ser leves. (Kottak, 2000, p. 117)

Es así como los proyectos sociales interesados en el desarrollo de regiones se plantan sobre estos sistemas de rangos, sin que los desarrollos sociales afecten directamente a la sociedad o a la organización que quieren transformar, principalmente porque los altos rangos continúan con sus creencias tradicionales y seguirán objetando que como lo

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hacen les ha ido bien. Por este motivo, los nuevos proyectos de desarrollo deben y han propuestos nuevos formatos de exploración de transformaciones, al reemplazar actores sociales: por ejemplo, tienen como actores principales a las mujeres, teniendo en cuenta cómo las asociaciones de subsistencia se caracterizan por desarrollar estrategias para superar la marginación económica, social y cultural que sufren las mujeres y sus familias, y toman como justificación para trabajar con mujeres su deseo de integrarse a la sociedad urbana (González, 2000, p. 228), así como se evidencia que la sociedad no es un todo homogéneo y la cultura es un campo de batalla por imponer lo que somos o lo que creemos y queremos ser. El criterio de qué productos son destinados para donaciones es externo; es decir, corresponde más al tipo de excedentes disponibles en los países donantes que a las auténticas necesidades de los receptores. Del mismo modo, los dineros para los proyectos y los intereses de los proyectos pueden ser conceptos desconocidos para la población, o, análogamente, los conceptos o iniciativas que se necesitan cumplir para acceder a una donación no son auténticos al momento de generar narrativas propias. Cuando los proyectos son culturalmente compatibles se siguen beneficios económicos y sociales, cuando se aprovechan los recursos existentes y las organizaciones tradicionales, cuando se remiten a objetos para el cambio percibidos localmente y cuando tienen diseños adecuados, y flexibles, para su puesta en marcha y ejecución. (Kottak, 2000, p. 113)

La tendencia del desarrollo en organizaciones sociales apunta a generar sujetos que sepan cómo gestionar la información y el conocimiento, y aprendan de la información que generan dentro de sus mismas organizaciones, la información de una

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cultura global y la comunidad o el contexto en la que interactúan, y así responder a las demandas de su visión en su realidad actual, por medio del uso creativo de los diferentes medios interactivos. ¿Cómo gestionar los canales actuales donde se efectúan las transferencias de información para que el conocimiento cumpla un papel eficiente dentro de una comunidad? ¿Cuál es el papel de los diferentes medios interactivos a los que tienen acceso actualmente las comunidades para responder las demandas globales del mercado? Los problemas de las nuevas tecnologías En el tránsito de los lenguajes entre la oralidad, la escritura y, luego, el lenguaje digital, la tecnología posee cuatro funciones básicas: cognoscitiva, expresiva, estética y social. Frente a la función cognoscitiva, los cambios tecnológicos son interiorizados y permiten funcionar en el inmediato presente; así, surgen de mi propio saber o mi conocimiento empírico aprendido en el mismo uso de las herramientas tecnológicas, del testimonio de mi grupo inmediato o a partir de los saberes socialmente acumulados, que son actualizados cada vez con mayor velocidad. La comunicación ha partido del ideal de la razón, apoyándose en el valor creador del intercambio; es la utopía de crear entre los hombres este vínculo de las comunidades, que pretende una cohesión social. La comunicación es un antídoto contra la desorganización, y desde la idea de la tecnología de la comunicación, se excita a la imaginación, al idealizar los imaginarios comunicacionales y una infraestructura de la globalización donde todos los sujetos pueden acceder a ciberautopistas 218

de información, donde las organizaciones y los sujetos tienen la capacidad de cooperar entre sí. Los sujetos que participan en la comunicación, donde antes se reducía al receptor como receptáculo de los aparatos de la comunicación, toma los axiomas de consumidor y se convierte en productor-consumidor de objetos culturales. La intervención de la red como un espacio libre o una zona franca en el intercambio de productos y servicios, contribuye a la expansión del modelo neoliberal y hace que las bases de datos privados se conviertan en blancos del mercado. Actualmente, la relación entre la imagen fotográfica y el mundo real es subvertida, lo que deja lo problemático del concepto de representación pulverizado y desestabiliza la confianza en la imagen, la memoria o la historia. Esto puede representar, de hecho, y con razón, una de las transformaciones fundamentales en la estructura epistemológica de nuestra cultura visual. La realidad ya no es representada, pero es, al mismo tiempo, el modelo que se debe imitar. A través de este proceso de simulación, toda la cuestión de la exactitud y autenticidad simplemente se convierte en un problema. Los saberes se desmaterializan, la información se digitaliza, la realidad se hace inasible y la tecnología se vuelve cultura. Así mismo, la división tradicional entre lo público y lo privado se ha vuelto poco pertinente; acabaremos, tal como dijo Karim, disociándonos simbólicamente de los procesos locales de reconstrucción e invención de cultura (Karim, 1996, p. 24); principalmente, transformando economías locales en lenguajes, que no reforman o hacen aportes significativos a la economía política local. En los países en desarrollo, diversas formas de hipermedia son empleadas con una variedad de formas discursivas que encuentran en Internet un escenario ideal para la fantasía, proyección y expresión. Más que cualquier otro dominio tecnológico, la experiencia de la interactividad y la multimedia trae al primer plano las relaciones entre subjetividad y objetividad, o, para decirlo de otra manera, Internet demuestra cómo las imáge-


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nes quieren cumplir un objetivo comunicativo, y los usuarios de Internet cumplen con su papel de reinterpretación semántica subjetiva, al igual que en el resto de otros formatos comunicativos, pero el diferencial está en cómo el usuario también expone sus interpretaciones, casi simultáneamente con la producción de las imágenes o contenidos. Los medios Niklas Luhmann presenta los medios; como constituyen un sistema cerrado y no están llamados a hacer justicia, tema que le correspondería al sistema judicial; tampoco están llamados a ofrecer valores estéticos, perteneciente al sistema del arte; o a contar la verdad, misión que debería encargársele a la historia; o a servir a determinados principios, que le interesaría a análisis religiosos o al sistema político. Su función es simplificar la complejidad a términos que sean inteligibles y garanticen su equilibrio y supervivencia. Ahora bien, desde los medios, la información seleccionada y presentada es destruida; como consecuencia destruyen, también, la memoria y construyen la realidad traducida como actualidad, independientemente de su veracidad o constructor social, y sí constituye una realidad propia: la realidad de los medios. Los medios de comunicación muestran una sociedad con una memoria dinámica. Como había mencionado, los significados identitarios se transforman, actualizan y resignifican con nuevas interacciones e información (personajes, publicidad, productos, estilos, modas, noticias). El predominio de los valores de mercado impregna los medios y aquéllos se convierten en una extensión “cultural” del mercado, observa Luhmann. El desafío de los nuevos desarrollos en televisión comunitaria, medios alternativos y proyectos sociales que utilicen las redes sociales deben preponderar el empoderamiento de los usuarios como receptores, consumidores y productores, como parte de una gestión cultural significativa frente a los contenidos requeridos, y, adicionalmente, incorporar temáticas ambientalistas, de género,

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de inclusión social, de diversidad, de participación civil y de autonomía. En el caso de los proyectos comunitarios, los nuevos y jóvenes realizadores son llamados ‘corredores de riesgo’, ya que sin ninguna pretensión —o aspiración— proponen en temáticas, en discursos, en narrativas, y, también, en formas dialógicas, estéticas y temporalidades, usando sus propias herramientas tecnológicas y sus posibilidades comunicativas. Así mismo, son llamados corredores de riesgo, porque usan sus propios equipos, producción y, finalmente, corren todo el riesgo económico natural al realizar un audiovisual, lo que aliviana la carga de muchas grandes compañías y sigue la tendencia mundial en comunicación, donde los contenidos son realizados, principalmente, por sus propios usuarios. Un ejemplo de esta tendencia es el caso del programa ‘Ojo al barrio’, donde un habitante de un barrio cuenta y documenta en video su problemática frente al estado de las vías o la seguridad, principalmente. Otro ejemplo de esta tendencia la encontramos en los grandes canales globales de entretenimientos, como Google o YouTube, donde su eslogan nos invita a participar —broadcast yourself—. Siguiendo esta tendencia en Latinoamérica, encontramos ejemplos para Terra.com, como “Vocé reportero”, en Brasil, o “Usted Reportero”, en los demás países en los que Terra opera.

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Las organizaciones integradoras son también formadoras de procesos audiovisuales. Las temáticas de los jóvenes que quieren desarrollar el documental generan comunidades tan diversas como los distintos medios de registro: celular, computadores y videograbadoras caseros. El desarrollo de nuevos formatos permite que técnicas viejas, como la animación cuadro a cuadro, puedan ser adaptadas a televisión, o, por el contrario, animaciones hechas en software sencillos, como Flash, ya puedan ser utilizadas para televisión, y es justamente allí donde surgen los nuevos desafíos de la televisión digital y televisión por Internet. Estos nuevos desarrollos requieren diversidad y multiplicidad hacia todos los frentes donde pueda haber una situación de inclusión, sea ésta multiplicidad de discursos, multiplicidad de formas, multiplicidad en tecnologías y sus herramientas e, incluso, multiplicidad de medios que puedan poner a circular una idea audiovisualmente. Nos encontramos frente a un nuevo orden simbólico que se caracteriza por un gran consumo de signos e imágenes; pero, ante todo, nos encontramos frente a una profunda semiotización de la vida cotidiana, procesos construidos en la nueva industria cultural transnacionalizada, donde se tiende a la automatización de discursos y circulación simbólica de conceptos culturales de consumo. García Canclini afirma que el consumo es el lugar donde brillan la creatividad y la actitud personal (1995, p. 5). Lejos de verse sometidos a los caprichos de la fuerza del mercado o de los medios de comunicación, los jóvenes, al sentir una filiación estética a ciertos grupos como los hip-hop o raperos, tienden a mimetizar sus necesidades creativas dentro de marcos estéticos que ya han sido generados en los medios de comunicación; cuando ellos como consumidores se encuentran en el centro del torbellino capitalista, rodeados por distintas marcas comerciales, tienen la oportunidad de ejercer su poder de actuación al tomar decisiones que definan o caractericen su identidad, pero, si estos jóvenes no se encuentran en la capacidad de ejercer su poder capitalista, ¿cómo caracterizan su identidad? 220

La imagen, lo imaginado, lo imaginario, éstos son términos que nos llevan a lo crítico y nuevo en los procesos culturales globales: la imaginación como una práctica social. Ya no es sólo fantasía (opio para las masas para las que el verdadero trabajo se encuentra en otro lugar), ya no es sólo un escape (de un mundo mayormente caracterizado por unos propósitos y estructuras definidos), ya no es un pasatiempo élite (y por eso no es relevante para la vida cotidiana) y ya no es sólo contemplación (irrelevante frente a las nuevas formas de deseo y subjetividad), la imaginación ha llegado a ser un campo de prácticas sociales organizado, una forma de trabajo (ambos en el sentido de labor y de práctica cultural organizada) y una forma de negociación entre las distintas opciones de la acción (individual) y sus campos de posibilidad, definidos globalmente. (Appadurai, 1996, p. 31)

Algunos ejemplos de redes sociales en pro del audiovisual social en Colombia En barrios marginales en Colombia y en muchos otras localidades en Latinoamérica se enfrentan problemáticas sociales, como violencia, solución de conflictos, drogadicción, sexualidad, medio ambiente en peligro, entre otros aspectos. Estas temáticas cada vez tienen mayor interés para la opinión pública, lo que permite que organizaciones no gubernamentales, como chf Internacional Colombia, usaid o Listen Up, utilicen los mecanis-


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mos operativos de las redes sociales con el fin de motivar a realizadores audiovisuales para generar propuestas de documentación en poblaciones de riesgo que puedan ser influenciadas por el mismo valor del audiovisual. En Colombia, por ejemplo, existen proyectos del Estado como ‘Imaginando nuestra imagen’, un programa de formación de nuevos realizadores audiovisuales, que ha sido implementado en dieciocho departamentos y distritos del país, desde 1999 hasta la fecha, en concertación con instituciones de carácter regional, que proveen las garantías administrativas y de infraestructura técnica necesarias para que el proceso permita tejer las redes que soporten su continuidad a escala local, y, a la vez, promuevan grupos autogestionarios que desarrollen proyectos audiovisuales. Fruto de este esfuerzo, existen proyectos como Mejoda Audiovisual1. Polimorfo, fruto de otras iniciativas, o Mejoda Audiovisual, interesados en el proceso de los jóvenes, generan talleres audiovisuales con temas como convivencia, miedo, sueños, empresas familiares, desarrollo en la comunidad, comunicación; adicionan propuestas políticas y logran, así, desarrollar proyectos audiovisuales más robustos. Frente a la juventud, la iniciativa es motivar a los participantes, que, históricamente, debido a su juventud, han estado excluidos de muchos escenarios, y siempre los ubican en escenarios de violencia, de consumo, de drogas, lo que provoca,

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a su vez, la exclusión de la educación, la política, el trabajo, e insatisfacción de las necesidades básicas. Entonces, la apuesta de Mejoda con el trabajo audiovisual y los medios comunitarios es crear estrategias que visibilicen y ubiquen en la opinión pública otro imaginario del joven, que está en otros escenarios y que es un actor social propositivo para el desarrollo de las comunidades. Polimorfo, en sus inicios, participó en la iniciativa de una ong llamada ListenUp interesada en comunicación independiente, relacionada con libertades civiles, libertad de expresión, que centra sus esfuerzos en los jóvenes. Cada dos años realizan una convocatoria para desarrollar temas específicos y escogen varios proyectos del mundo. El primer proyecto en el que trabajaban se llamaba ‘Beyond Borders’, relacionado con cómo los jóvenes construyen seguridad, y partía de la narración de los jóvenes contando cómo desarrollaban sus miedos y cómo ellos construyen seguridad. La metodología principal del proyecto es generar un taller para que los jóvenes realizaran sus propios videos; primero, comienzan por realizar una lluvia de idea con los jóvenes, contando historias relacionadas con el tema, que se puedan realizar con personajes reales, y luego se les enseña a desarrollar conceptos visualmente, como escribir un guión, hacer producción audiovisual, hacer cámara, sonido y animación. Empezaron a trabajar con jóvenes que estén amenazados por ser reclutados para las milicias urbanas en Cazucá, parte de los asentamientos humanos a las afueras de Bogotá, y todo fue realizado con los equipos de Polimorfo. Incluso, dentro de los requerimientos de ListenUp pedían que todo fuera desarrollado en un sistema operativo Mac, pero ni siquiera Polimorfo tenía los equipos que la ong pedía.

1. A lgunos de los videos de estos colectivos y otros proyectos audiovisuales que proponen nuevas estéticas latinoamericanas se encuentran recopilados y pueden ser vistos en http://www.vimeo.com/groups/empanadadepixel o http://www.youtube.com/group/empanadadepixel 221


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Figura 1.

Este primer proyecto en Cazucá, ejecutado con población desplazada, que no contaba con acceso a computadores y cuyos participantes a duras penas sabían usar correo electrónico, despertó mucha curiosidad por aprender; estaban totalmente dispuestos por trabajar y apropiar nuevas destrezas dentro de los mismos programas que les permitían ver sus imágenes en un tiempo. Antes de pensar en la tecnología, es necesario tener un proceso para enseñar a pensar en la idea, concretar imágenes fijas, pensar en sonido, luego sigue un proceso de rodaje y, finalmente, uno de montaje. En todos los pasos es importante generar en los jóvenes un interés por contar efectivamente sus ideas. “La comunidad y las mismas juntas de acción comunal no tienen por qué tenerle miedo al joven y deben darle al joven el espacio para que participe y opine políticamente, en la medida en que se creen estos espacios no sólo es el bienestar del joven, sino también el de la comunidad”, dice Víctor Palacios, coordinador general del proyecto audiovisual Mejoda. Mejoda tiene como proyecto documentar algo que es interesante mostrar en la ciudad de Cali, una ciudad negra con la mayor población

afro en Latinoamérica, que presenta un mercado laboral local que estigmatiza a los negros por su misma etnicidad; también, al territorio, pues discriminan a personas que viven en el distrito de Agua Blanca, zona roja en Cali. La misma etnicidad hace que los empleadores categoricen a los negros para otros empleos con menos responsabilidad o, por el contrario, no ofrecen ninguna opción de empleo, por encima de los conocimientos, aptitudes o potencialidades que puedan tener estas comunidades. Figura 2.2

Hay diferentes grados de trabajo en pro del desarrollo de la comunidad: para Mejoda, es una ganancia que hayan organizaciones interesadas en hacer coproducciones en el proyecto y que ven en el audiovisual una potencia para decirle a la opinión pública y a la ciudadanía cuáles son sus problemáticas y necesidades; es una ganancia que ha costado. Estas ganancias permiten comunicarse directamente con la comunidad, dialogar con las personas que toman decisiones en los diferentes espacios de la ciudad. Por medio de estos proyectos los jóvenes ya han profundizado en políticas públicas de juventud, pues no es sólo el audiovisual por el audiovisual, sino que dichas posturas políticas están amarradas a unas acciones políticas. Adicionalmente, es importante tener en cuenta el valor del autorreconocimiento, ya que los miembros participantes en estos proyectos comunitarios ven los medios como un mecanismo ajeno y casi inalcanzable, pero ese mismo medio

2. V éase video en http://www.vimeo.

com/groups/empanadadepixel/ videos/2447115

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ajeno tiene la posibilidad de apropiarse, y, en ese sentido, los sujetos se empoderan a través del conocimiento, uso y apropiación de la tecnología para llegar a los medios; es decir, al ubicarse en el papel del comunicador. Este mismo ejercicio de ponerse en el papel de proporciona poder como evento performativo. Además, con estos proyectos se logra que los jóvenes no solamente adquieran un empoderamiento frente a los medios, sino, también, al producir un sistema departamental de comunicación juvenil, que dinamiza todo el tema de política pública. Este sistema de comunicación se enfocó en un centro de producción audiovisual que fue diseñado con infraestructura propia, ya que algunos pueden acceder a computadores, pero la mayoría no tienen acceso a la tecnología que les permita comunicar su información, lo que permite conocer y luego integrarse a los medios. Por el contrario, en el proyecto de Polimorfo, cuando trabajaron en la ciudad de Quibdó3, fue diametralmente diferente, dice John de los Ríos, parte del equipo del proyecto. Al llegar a Quibdó, al intentar realizar la configuración inicial de los computadores, los mismos jóvenes le recomendaban lo que debía hacer; son chicos capaces de armar un computador, programarlo, instalarle programas; son increíblemente lúcidos frente a la tecnología y viven absolutamente conectados a ella. En cada cuadra existe un sitio de Internet, los pobladores tienen computadores con los últimos programas para composición y edición musical. Esto se debe, principalmente, al auge del reggaetón en la ciudad, pues éste exige estar conectado, y el interés por realizar composiciones originales personales, producir música, hacer arreglos musicales o participar en algún grupo que involucre la danza y el video4.

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Así, pues, estos proyectos están elaborando alternativas que intentan mejorar no sólo las condiciones de vida de los jóvenes, sino, también, su posición social, por medio de una nueva relación con su etnicidad. A partir de ello se genera la visibilidad de las propuestas, para crear políticas de ajuste, teniendo en cuenta los miembros de los barrios que ya se están comunicando, expresando, generando cultura y mostrando una estética diferente frente a los productos de los medios masivos. Es importante mostrar, también, que dichos productos tienen una estética diferencial, ya que no les interesa ser una mala copia de otro producto comercial —es diferente a los proyectos audiovisuales—, en cuanto está amarrado a un contexto socioeconómico que es diferente; el acceso a la tecnología es bien restringido, pero les interesa avanzar en aspectos técnicos sin que eso sea una limitante y, además, adelantar en narrativas. La diferencia parte de una metodología de proyectos que tiene por objeto la construcción colectiva de los productos —por medio del taller o los productos audiovisuales propios—, se centran en la producción colectiva de discursos con la gente. Posteriormente, hay otros grupos que se encargan de mostrar y hacer públicos los productos audiovisuales, como el proyecto ‘Cine pal’ barrio’, uno de los mayores productos comunitarios de este tipo, como Mejoda u otros proyectos diferentes que van a territorios que nadie documenta. Grupos o colectivos como ‘Cine pal’ barrio’ sirven para pensar y evidenciar las

Figura 3. 3. Quibdó es la capital del Departamento del Chocó, situado en el occidente del país, en la región de la selva chocoana, con una temperatura promedio de 28 grados centígrados. Es uno de los departamentos más deprimidos de Colombia. 4. Véase: http://www.vimeo.com/groups/empanadadepixel/videos/2061802 223


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problemáticas; permiten que alguien del grupo se pueda movilizar o generan estrategias para visibilizar contenidos que necesitan ser vistos por la ciudad. Con estos proyectos audiovisuales que circulan en redes sociales se ha ganado interlocución, capacidad de gestión. Frente al sector público también se ha ganado en política pública no gobiernista, ya que sobrevive a los periodos de elección. En el gobierno de Angelino Garzón y la Alcaldía de Cali, cuando estaba a cargo de la Gobernación del Valle en Colombia, se logró crear la necesidad de realizar un diálogo social, y de hacerlo colectivamente. Estos avances en el desarrollo social de la región se logran, también, con la cooperación internacional y las nuevas lógicas de los gobiernos, los procesos subsisten ya que hacen parte de la comunidad y parten de un trabajo colaborativo con ésta. Al ser proyectos audiovisuales, también se ha logrado interlocución con el ente privado, que presenta responsabilidades con la sociedad. Lo que han aprendido es a “no venderle el alma al diablo”, dice Víctor Palacios, sino a negociar, y al negociar bien se pueden hacer cosas. En el caso de comfandi, la Caja de Compensación Familiar del Valle del Cauca, se ha podido lograr una confianza bilateral luego de tres años de realizar proyectos sociales con su apoyo. Con ellos mismos —junto con el Banco Interamericano de Desarrollo (bid)— tienen como proyecto desarrollar otras industrias culturales especiales para la comunidad en cuestión. Así considerados, se percibe, entonces, que la enorme importancia de estos actos de ver y ser vistos —y de la visualidad así considerada, como práctica connotada política y culturalmente— depende, justamente, de la fuerza performativa que conlleva, de su magnificado poder de producción de realidad, con base en el gran potencial de generación de efectos de subjetivación y socialización que los procesos de identificación/diferenciación con los imaginarios circulantes conllevan (Brea, 2005, p. 9). Así como Walter Benjamin describió a la obra de arte dadaísta, en lugar de presentar una apariencia o 224

una estructura, y se convirtió en un instrumento de balística. Golpeaba al espectador como una bala, era algo que sucedía, y adquiría una calidad táctil (1969, p. 128); la composición “De barrio en barrio” del grupo Flaco Flow y Melanina, del proyecto audiovisual Mejoda, muestra una realidad que se presenta como distracción en la concentración con naturaleza corpórea y material, sensible y próxima. Las letras de esta canción no son solamente revolucionarias, contestatarias, sino que, además, muestran una propiedad de comunidad, de causa, de territorio. Mientras que la grave situación de la gente marginada e imponente podría ser la preocupación central de los que abordan la función de la imagen en el contexto de la mercantilización, hay otras formas de injusticia social que combatir, como la etnicidad latinoamericana o afroamericana, y la manera en que estas identidades se utilizan como mercado cultural para discriminar y restar poder a ciertos sectores de la población. Primeras conclusiones Dado que es casi absolutamente inasible generar una propuesta teórica totalizante sobre la producción cultural latinoamericana y su identidad, es necesario emplazar una propuesta de


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análisis que pueda asociar diversos fenómenos, probablemente en la mediación y las interacciones simbólicas, donde se encuentren herramientas cualitativas de análisis sobre la producción y también análisis de la producción de contenidos de los receptores, de donde emerge en un sistema de terceridad (Pierce). Estos análisis no pueden estar al margen de la producción de un autor o artista y su interacción con la comunidad; al asociarlos o identificar categorías que agrupen las interacciones de los observadores participantes de la producción cultural, se esclarece el punto desde donde se puede empezar a hablar sobre una estética latinoamericana. Los productos populares o comunitarios, al ser desarrollados por sujetos que tienen acceso a una tecnología diferencial de otros miembros de la comunidad con rangos más establecidos, no tienen inconvenientes en usar nuevas herramientas no tradicionales; por el contrario, el uso de herramientas no tradicionales como los computadores, el video o la Internet, tienen la función de hacer productos más comunicativos y estéticos. Estos productos proponen un sentido nuevo frente a modelos tradicionales de producción de riqueza, que, además, los incluye dentro de la sociedad y los pone en el contexto de otros problemas contempo-

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ráneos globales, sin representar una amenaza para su estilo de vida o su cultura. La generación de redes sociales promueve proyectos de inclusión tecnológica, que les permite a los diferentes actores de la sociedad interlocutar, y hace posible la transferencia social de conocimiento y simbolismo por medio de la circulación pública de los mismos efectos culturales, que también fueron promovidos por medio de canales donde la visualidad constituye el soporte preferente de comunicación. La misma vitalidad del estudio de lo visual y la creación del valor estético propios de los productos a partir de redes sociales en Latinoamérica dependerán de nuestro talento para concebir nuevas perspectivas del mundo, que correspondan con puntos de vista nunca antes articulados en la producción de conocimiento. En el marco académico la comunicación dialógica está en continua retroalimentación, construcción y reconstrucción colectiva de significados. En primera instancia, se construyen colectivamente los significados de los productos. En segunda instancia, se lleva a cabo la realización de los mismos. En tercera instancia, se difunden en espacios comunitarios y medios masivos. Por este motivo, es muy importante establecer relaciones con los mismos medios. Después de la etapa de difusión se vuelve a generar un diálogo social para mirar cómo reconstruir esos significados nuevamente, porque los discursos no se terminan luego de terminar un producto. El audiovisual comunitario, por ejemplo, representa las ideas de unos sujetos en un momento, pero a medida que esos sujetos se desarrollan, tienen nuevas ideas que representar, las cuales desarrollan sus conocimientos. En situaciones de vulnerabilidad es difícil comprender algunas cosas, y cada momento se analizan más, se desarrollan más. El audiovisual funciona como una herramienta para la memoria y el autoconocimiento. 225


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