Los comunistas colombianos siempre intentaron ocultar sus objetivos y los elementos centrales de su propia historia. Han falsificado deliberadamente episodios y períodos enteros de su implantación. Se han comprometido en hábiles manipulaciones para hacer creer a sus militantes de base y a sus compañeros de ruta que su acción siempre fue “legítima”, “patriótica”, “progresista”, “heroica”. Siempre se describieron ellos mismos como “campeones de la paz”, al mismo tiempo que sus milicias mataban a civiles inocentes y saqueaban modestas aldeas, mientras que sus políticos y sus espías se esforzaban por resquebrajar la democracia.