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Funza y el diario de la ciudad apocalíptica
Steven Grajales
• Promotor cultural, Biblioparque Marqués de San Jorge
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Escribe, escribe sobre esa ciudad que te maltrata y te fascina. Ella, en realidad, ha sido la única que ha podido Separarte de mi lado.
Simón Tebcheranny escribió, un 28 de enero de 1995, en su Diario en la ciudad apocalíptica lo siguiente:
En el siglo XIX la ciudad arquetipo era París. En el XX ha sido Nueva York. Ahora, a las puertas del tercer milenio, la ciudad tercermundista es el arquetipo: caos, violencia, cordones de miseria, vagabundos, habitantes de las alcantarillas, multitud de dementes por las calles… Nosotros ya nunca seremos como París o Nueva York, sino al revés. Ellas, cada vez más, se parecen a Bogotá, a Río de Janeiro o a Ciudad de México. Somos el futuro. He ahí nuestro difícil privilegio. (Scorpio City; Pág. 150). Este personaje de Mario Mendoza aparece en cuatro de sus novelas. Se le describe como escritor, bohemio, flâneur y solitario que recorre las calles de Bogotá. Como leímos en la cita anterior, figura a la ciudad como el destino de los centros primermundistas. Conoce lo que está bajo fondo en el centro de la metrópoli, de aquello marginal que no se separa de su esencia. Por ello es que, en su diario, aparece recurrente la idea de una Bogotá decadente que prefigura honesta. La Bogotá de Tebcheranny vuelve constantemente a los mismos lugares: el Centro, Chapinero y La Candelaria. Si bien hay mención de otros barrios en el norte u occidente de la ciudad, concentra su atención en estos espacios donde predomina lo clandestino. Al parecer, la creatividad del personaje bebe de aquellos contextos en los cuales confluye la sociedad marginada y decadente. Esta inspiración pareciese, a su vez, dolorida y morbosa cuando habla de lo citadino:
Estoy sentado en la última fila, despidiéndome de mi ciudad en secreto. Allá, en el escenario, una muchacha morena se desnuda al ritmo de la música. Adiós, Bogotá, ciudad apocalíptica de las mil heridas, ciudad venenosa que te ensañas con los que no te comprenden, ciudad de dulce crueldad, ciudad-travesti de maquillajes incomprensibles. Llevaré tu veneno en mis entrañas con la más profunda jovialidad. (Scorpio City; Pág. 156). Bogotá, con su civilización y progreso, pareciese que propaga ese “veneno” por todas las ciudades aledañas. ¿Qué es Funza para Bogotá? ¿No es acaso una extensión de la metrópoli? Existe un mito griego en donde Crono (padre de los dioses del Olimpo), devora a sus hijos fecundados con Rea. Su apetito voraz, y el temor a la sentencia prescrita de que uno de ellos lo va a destronar lo llevan a cometer estas acciones. Seguramente la capital esté devorando a Funza, pero en algún momento nuestra ciudad se le impondrá para ser la cuna de los escritores de un futuro diario apocalíptico. Vemos lo siguiente.
El 16 de febrero de 1995 Simón escribe en su diario: “Me acerco a la ventana de mi habitación y veo unos obreros trabajando en construcción. Edificios, edificios: abejización arquitectónica. La abeja humana que trabaja en la conformación de la ciudad-panal”. (Scorpio City; p. 153). Si subes a la terraza del Instituto de arte y cultura, o de cualquier edificación alta, encontrarás a la redonda mínimo tres manifestaciones de dicha “ciudadpanal”. Estos “monumentos citadinos” desdibujan lo rural para imponer un paisaje de cemento.
Tebcheranny vuelve a escribir el 02 de febrero de 1995 lo que viene a continuación: “Pienso en una gigantesca ciudad-caos que produce una literatura-rap: giros, contracciones, retorcimientos, ritmos veloces, convulsiones y respiraciones agitadas que se toman la escritura. Esa sería una magnífica experimentación: buscar una palabra que venga de un cuerpo desestabilizado”. (Scorpio City; p. 151152). El Rap crece en Funza. Lo podemos hallar de noche en el parque principal o como el gusto que predomina en colegios. La estética de este movimiento nace de la parte marginal del ámbito citadino. Los cambios vertiginosos que ha sufrido nuestra ciudad en los últimos años han alimentado el gusto por este género: el crecimiento de la infraestructura y su población, la existencia de una zona rosa en el barrio La Cita, la aparición y multiplicación de habitantes de calle.
Seguramente queda mucho que mencionar, pero estos son los ejemplos que nos comparte Simón en su Diario de la ciudad apocalíptica. Estos resquicios que van apareciendo en Funza la van construyendo como prototipo de Bogotá. Habrá que esperar el momento en el que empiecen a aparecer los herederos de esta postura narrativa, aquellos “Tebcherannys” que describan el Parque principal o los barrios aledaños a este de una manera marginal y decadente, desde la poética de lo citadino. Pueden encontrar a Simón Tebcheranny en los siguientes libros de Mario Mendoza que se encuentran en el Biblioparque Marqués de San Jorge.
•Una escalera al cielo. Libro de cuentos y primer libro escrito por él.
•Cobro de sangre. Tebcheranny es mencionado por los personajes principales.
•La Locura de nuestro tiempo. Varias reflexiones recogen el pensamiento de Tebcheranny.
Ilustración: Jan V Díaz