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Carretera de la costa

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AGRADECIMIENTOS

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Carretera de la costa

Eran tantas las ganas de mar que alguien empezó por pintar en su fachada una flecha con el cartel “A la playa”. Otro colocó “Carretera del litoral” doscientos metros más allá y así decenas de letreros hasta señalizar por completo aquel pueblo del interior.

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Los domingos las mamás llenaban las neveras portátiles con bocatas de tortilla y refrescos, metían la familia al completo en la furgoneta y seguían los carteles. La caravana daba veinte veces la vuelta a la localidad. Los niños pasaban las primeras dos horas preguntando “¿cuándo llegamos?”, las abuelas decían que pronto, que ya sentían la brisa marina. En los atascos las mujeres cuchicheaban de ventanilla a ventanilla. De vez en cuando paraban en los chiringuitos recién abiertos a lo largo de la ruta. Los mayores aprovechaban entonces para gozar del sol y los adolescentes para flirtear con las muchachas: «Cuando lleguemos, te voy a besar en la orilla». «Mejor en los labios», respondían ellas desintegrándose como si fuesen espuma nada más.

Al anochecer volvían a casa más morenos y cansados, sin haber pisado la playa, pero con la ilusión intacta de que, al domingo siguiente, conocerían por fin el mar.

Elena Bethencourt Rodríguez Los Cristianos, Arona (Tenerife)

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