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Carne

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El amor justo

El amor justo

Carne

Fulminamos la contención y nos besamos novicia y apasionadamente. Lo hicimos sin ningún pudor ante quienes tenían cosas más importantes en las que pensar.

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Creo que nos hubiera dado igual desnudarnos y alojarnos en la locura, pero el frío y la humedad no decían que eso fuera inteligente, así que las manos culebrearon entre las ropas.

Aunque escuchábamos acercarse los pasos sobre el barro, ni nos detuvimos ni pensamos en hacerlo.

A nuestra altura, izó la vista al cielo como bandera necesaria. No le gustaba lo más mínimo, pero en pocos minutos nos iba a dar la orden de salir de la trinchera ubicándonos a merced de los cañones.

Javier Palanca Corredor Valencia

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