1 minute read
Píldoras para perder el miedo
Píldoras para perder el miedo
Desde niño, Octavio siempre ha tenido miedo a equivocarse. Se lo inoculó su madre de un bofetón, tras confundirse de marca de tabaco. Aunque el enrojecimiento de su mejilla desapareció en horas, aquello bloqueó algo en su mente.
Advertisement
Años después, dejó los estudios, incapaz de afrontar el examen más sencillo. Se sentaba ante la hoja, leía las preguntas y se paralizaba.
Ahora es operario en una cadena de montaje. Un trabajo mecánico que no le obliga a pensar. Cada noche vuelve a casa sin variar el trayecto y cena la misma lasaña precocinada. No se relaciona, pues teme que los amigos le fallen o enamorarse de quien no debiera.
Apenas sale a la calle. Solo visita a su madre, pues necesita sus medicinas.
–¡No vayas a confundirte, estúpido! –le grita desde la cama. Aunque está cada vez más postrada, aún conserva su furia.
Él no responde y sigue preparando el pastillero semanal mientras mira la televisión. Están dando su concurso favorito.
–¿Quién descubrió la Penicilina? –pregunta el presentador.
Él sabe la respuesta, pero aprieta los labios para contenerla. Mientras, amontona pastillas en los casilleros, quizá menos pendiente de la tarea que de la siguiente pregunta.
Salvador Terceño Raposo Sevilla