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Ese brillo en los ojos

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El amor justo

El amor justo

Ese brillo en los ojos

Me sorprende su desconcierto y, sin poder creerlo, adivino cómo reprime las ganas de llorar. Por eso le pregunto que qué coño esperaba hacer aquí. Joder, nosotros teníamos más cojones. No sé dónde hostias reclutan a los nuevos ahora.

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–Pero si no es más que un crío –dice, con las manos aún temblorosas.

–¡Un crío… una polla! –le grito–. Este es otro jodido hijo de puta, como todos. Que te entre en la puta cabeza desde el primer día. Los universitarios siempre son los peores, siempre. Además, ¿te crees que a mí me gusta tocar los cojones a un tío? Ni con pinzas, ¡joder!

Entonces deja la picana eléctrica junto al cuerpo desmayado y descubro el brillo en su mirada que tan bien sé reconocer. «Ahí está, me digo, qué cabrón, algo tenían que haber visto en el novato», y decido animarlo:

–Ya verás cuando sea una mujer. Con ellas tenemos carta blanca.

Y enseguida comienza a sonreír.

Rafa Heredero García Laguna de Duero (Valladolid)

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