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Alfredo
Alfredo
La verdad es que soy bastante distinto al de la foto de boda que preside el comedor. Pero ella no lo aprecia. En mi juventud todavía me parecía menos a ese apuesto novio. Ahora, de viejo, es cierto que somos todos un poco más iguales y es fácil confundirnos. Por eso me recogió. Aquel día, cuando me encontró en la puerta del supermercado, se podría decir que volví a nacer. Pensé que se acercaba a echarme unas monedas y, sin embargo, me dijo: “Alfredo, ¿qué haces ahí sentado? Ven a ayudarme con la compra”. Me hizo coger un par de las bolsas que llevaba y acompañarla a casa. “No te quedes quieto como un pasmarote, guarda las cosas en su sitio”. Y aquí estoy, convertido en Alfredo, de quien enviudó la pobre mujer unos meses atrás.
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M. Carme Marí Castelldefels (Barcelona)